. . iv": "" 717' .. y \I .5 5%“...95 fl;- iLXKIN: i. t. In. ,. 4.1%.“ A s“: . i. éfigfiwflor‘ . y“ t' s . mmmfl. mu... at? . .3. I! :31 {a 5.5.. o . .11.. :5. {.x 1 31.3.5.- airlift; 5 t. 0:...)‘IBI-xl. )5 \‘.lt. isitx‘ (x! .t.3i.v)l\|l ll, ‘0‘ .5 La. .5 1:): LIBRARY Mickie“ State University This is to certify that the dissertation entitled LA SUBALTERNIDAD EN ESCENA: EL TEATRO CRIOLLO EN EL DISCURSO COLONIAL HISPANOAMERICANO Doctoral presented by Alberto Veiga has been accepted towards fulfillment of the requirements for the degree in Hispanic Cultural Studies /Major' Profe‘e’sfi's Signature My M/ 0200 ? Date MSU is an Afiinnative Acfion/Equal Opportunity Employer PLACE IN RETURN BOX to remove this checkout from your record. TO AVOID FINES return on or before date due. MAY BE RECALLED with earlier due date if requested. DATE DUE DATE DUE DATE DUE a???" i0 £2012 ‘ 1 trig; Q 7 .2013 0520 13 AUG 25 2034 .1 ‘ "'1 hJ SIDS K:IProi/Aoc&Pros/ClRC/DeteDm.indd ”a." LA SUBALTERNIDAD EN ESCENA: EL TEATRO CRIOLLO EN EL DISCURSO COLONIAL HISPANOAMERICANO By Alberto Veiga A DISSERTATION Submitted to Michigan State University in partial fulfillment of the requirements for the degree of DOCTOR OF PHILOSOPHY Hispanic Cultural Studies 2009 ABSTRACT SUBALTERNITY ON THE STAGE: CREOLE THEATRE IN SPANISH-AMERICAN COLONIAL DISCOURSE By Alberto Veiga Criollo subjects occupied a subaltem position in relation to the European group during the Spanish-American colonial period. From this position, some 16th and 17th century Criollo letrados appropriated the hegemonic discursive tools to represent their colonial society. Theatrical discourses of letrados such as Fernan Gonzalez de Eslava (Mexico), Cristobal de Llerena (Hispaniola) and Juan de Espinosa Medrano (Peru), contributed to establish the Criollo subject as a source of authority. This can be observed in the examination of Criollo self-representation, and their articulation of images of other colonial groups. This mode of representation contrasts and displaces the dominant discourses to a position of alterity. The Criollo identity that emerges in these discourses is initially revealed with ambiguities, and negotiates the limits of its discursive representation when it criticizes colonial authorities through the use of mimicry (Eslava). However, this Criollo discourse gradually develops a stable foundation based on the criticism, the denunciation, and the rejection of the Spanish colonization (Llerena). In the process that leads to the construction of the Criollo identity, its discourse integrates the indigenous background and confronts the imperial discourse articulating an alternative model of representation (Espinosa Medrano). The archivo criollo constitutes a source of colonial knowledge that creates a dynamic dialogue with the cultural productions of different Spanish-American groups, and it challenges at the same time the hegemonic transatlantic discourse of the Empire. LA SUBALTERNIDAD EN ESCENA: EL TEATRO CRIOLLO EN EL DISCURSO COLONIAL HISPANOAMERICANO Los sujetos criollos se situaron en una posicion de subalternidad con respecto al grupo europeo durante e1 periodo colonial Hispanoamericano. Desde este posicionamiento, algunos letrados criollos de los siglos XVI y XVII se apropiaron de las herramientas discursivas del Imperio para representar 1a sociedad colonial. Los discursos teatrales de letrados como Fernan Gonzalez de Eslava (México), Cristobal de Llerena (Hispaniola) y Juan de Espinosa Medrano (Peru), contribuyeron al establecimiento del sujeto criollo como fuente de autoridad. Esto se puede observar examinando la articulacién que realizan de si mismos y de otros grupos coloniales. Este modo de representacion contrasta e incluso desplaza a una posicion de alteridad a los discursos dominantes. La identidad criolla que emerge en estos discursos se manifiesta inicialmente con ambigiiedades, y negocia los limites de su representacién discursiva cuando critica de forma camuflada a las autoridades coloniales por medio de la mimicry (Eslava). Sin embargo, con el devenir historico, el discurso criollo se asienta en una base estable de critica, denuncia y rechazo de la colonizacién espafiola (Llerena). En el proceso que lleva a la creacién de la identidad criolla, su discurso llega a articular un modelo altemativo de representacién que integra e1 pasado amerindio enfrentandose, a1 mismo tiempo, con el discurso imperial (Espinosa Medrano). El archivo criollo se constituye como una fuente de saber colonial que, desde la subalternidad, crea un espacio desde donde dialoga con las producciones discursivas de diferentes grupos coloniales hispanoamericanos, y desafia el discurso hegemonico transatlantico del Imperio. Copyright by Alberto Veiga 2009 DEDICATORIA Deseo dedicar este trabajo de investigacion a todas las personas que me han ayudado a terminar este proyecto. Muchos/as viven en mi afiorada Galicia, otros/as estan dispersos/as en nuestra aldea global. Todos/as han sido parte de este proyecto y han notado la separacién flsica que desde East Lansing (Michigan) hemos intentado paliar torpemente con viajes, visitas y otros medios. Un recuerdo especial para mi familia: mi madre, Rosa y mi padre, Dositeo, por acompafiarme en esta aventura ayudéndome a tener los pies en el suelo y la mirada centrada en las cosas verdaderamente importantes; mi hermana, Rosa, y mi hermano, Dosi, por mostrar que merece la pena ser tenaces con las ideas y luchar por ellas; mi abuelo, Manuel, abuela, Benita, de Florderrei, y mi abuela, Obdulia, de Progo, por llegar a ser tan mayores y tan sabios y por compartirlo. Deseo acordarme de otras personas queridas como mi madrina, Socorro; padrino, Cesareo, y otros familiares y familias de amigos/as. Mis compafieiros/as han desempefiado un papel esencial: son parte de mi familia, y fuera de Galicia son mi familia. Sin ellos/as, este proyecto nunca habria sido posible (en orden alfabético): Adela, Africa, Alfonso, Alzira, Ana, Belén, Benito, Bicho, Carissa, Carmen, Claudine, Crysten, Cristina, Delphine, Elena, Eleni, Eric, Ernesto, Eva, Gustavo, Helen, Ivan, Jose Manuel, Joyce, Juanjo, Justin, Inanc, Kian, Lola, Lucie, Maggie, Maria Eugenia, Maria José, Marta, Monica, Natasha, Negin, Pi, Pierre, Romulo, Rosa, Salu, Sara, Severine, Silvia, Stephan, Volker, Wen-hsin, Xosé, Yit-ze, Yoshiko, Zhi-ying y Zulema. A todos/as les agradezco su generosidad con su tiempo, a todos/as les he extrafiado mucho, les dedico esta tesis y espero seguir compartiendo comida y conversaciones durante muchos afios. AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo que me han ofrecido diferentes personas e instituciones. En primer lugar, quiero recordar a la Facultad de Filologia de Santiago de Compostela por la preparacién que recibi en sus aulas y fuera de ellas, y que me sirvio de base para mis proyectos futuros sin yo saberlo. También deseo agradecer a1 Modern Languages Department de la Universidad de Rochester (New York), por la invitacion que me extendieron para iniciar mis estudios graduados en EE.UU. En esa institucion recuperé e1 interés por la lectura critica gracias al profesor Robert ter-Horst. Recuerdo con carifio a la profesora Beth Kouroublakis quien me mostro multiples caminos en el mundo de la ensefianza. A la profesora Beth Jorgensen le estaré etemamente agradecido por despertar en mi la curiosidad por el teatro hispano. No puedo dejar de mencionar al Foreign Languages Department de SUNY Brockport (New York), por darme la oportunidad de trabajar con ellos durante dos afios. Agradezco a la profesora Elaine Miller, a1 profesor Joseph Siracusa y a Victor Rojas sus consejos, animos y compafierismo. De mi experiencia como intérprete en el Strong Memorial Hospital de Rochester, conservo carifiosos recuerdos de Victoria Ramos y Patricia Leadley. Alli me di cuenta de cémo la cultura influye sobre las personas y da forma a sus acciones en situaciones tan delicadas como la atencién sanitaria. El resultado final de esta tesis se debe, sin duda, al Spanish and Portuguese Department de la Universidad de Michigan State en East Lansing (Michigan) por ofrecerrne la oportunidad de llevarla a cabo. Quiero destacar especialrnente la labor de la profesora Rocio Quispe-Agnoli, por los vi comentarios, las relecturas, la imaginacic’m y la paciencia que me ha dedicado durante el proceso de escritura. También ocupa un lugar destacado en mis agradecimientos la profesora Ileana Rodriguez, que la lié en mi cabeza mientras era profesora visitante en East Lansing: [quien nos iba a decir que una clase graduada daria para tanto! A ambas profesoras, gracias por creer en una idea y ayudarme a desarrollarla. Gracias también al profesor Douglas Noverr y la profesora Maria Mudrovcic por ser lectores de la tesis doctoral. Quiero reservar una mencion especial para Monica del Valle, por compartir conmigo su pasion por la critica en incontables tardes de encuentros en una cafeteria de gratos recuerdos para mi. La redaccién de los capitulos 2 y 3 se la debo enormemente a Bicho, por sentarnos juntos a trabajar en la biblioteca de MSU después de mi paso por el Archivo General de Indias (Sevilla). El capitulo 4 se pudo terminar gracias a la beca que recibi del College of Arts and Letters de MSU que me permitio dedicarme en exclusiva a su redaccion. Me encanta la forma en que la profesora Nancy Marino y el profesor Joseph T. Snow ensefian a leer, disfruté mucho de sus clases graduadas en MSU. Mando un saludo a Carmen Albaladejo por intentar coordinar de forma logica y coherente el trabajo de TAs de espafiol en MSU. El horario durante mis afios de asistente de espafiol me ayudé enormemente a avanzar este proyecto. Quiero recordar a mis colegas de estudios graduados en MSU por dejarme compartir alegn'as y frustraciones, y al Department of Modern Languages and Literatures de Grand Valley State University en Allendale (Michigan), por darme la oportunidad de compaginar la ensefianza con la redaccion de las ultimas partes de esta tesis. Por ultimo, quiero agradecer a Fernan Gonzalez de Eslava, a Cristobal de Llerena y a Juan de Espinosa Medrano, por atreverse a escribir hace cuatrocientos afios; y a Natasha, Elena, Inanc y Maggie por su paciencia escuchandome. vii TABLA DE CONTENIDOS Introduccit'm ........................................................................................... l Notas .................................................................................................... 1 1 Capitulo 1. 1.1 Hispanoamérica colonial: grupos dominantes y subaltemos ................................. 12 1.1.1 Algunos conceptos iniciales: “letrado”, “criollo”, “colonial” ........................ 16 1.1.2 El discurso criollo. ........................................................................ 22 1.1.3 Aculturacion, escritura, identidad y saber americano ................................. 30 1.1.4 La herencia cultural europea .............................................................. 36 1.1.5 El letrado criollo. ........................................................................... 41 1.1.6 El teatro criollo colonial. ................................................................. 44 1.2 Un acercamiento postcolonial a los siglos XVI-XVII ....................................... 49 1.2.1 Conceptos iniciales: “Postcolonialismo”, “Subalternidad” ........................... 49 1.2.2 Bases teérico-metodolégicas de los estudios subaltemos: Gramsci, Derrida, Foucault y Guha. ........................................................................... 52 Notas . .................................................................................................. 57 Capitulo 2. Feman Gonzalez de Eslava. 2.1 Eslava en México: el sujeto colonial, su origen y su posicién .............................. 63 2.2 La ambigiiedad y la hibridez en la produccién cultural de Eslava ......................... 69 2.3 Un punto de partida: los Cologuios ............................................................ 73 2.3.1 Una mentalidad europea inicial ........................................................... 78 2.3.2 La representacién de los primeros colonos y sus descendientes ..................... 83 2.3.3 La representacién de las autoridades civiles ............................................ 85 2.3.4 La representacion de los sujetos indigenas. ............................................ 89 2.4 Una conciencia criolla emergente .............................................................. 100 2.4.1 El Entremés de las alcabalas (1574): su representacién .............................. 102 2.4.2 Origen de la alcabala ...................................................................... 103 2.4.3 El Entremés y sus consecuencias ........................................................ 110 2.4.4 El criollismo de Eslava: inconformismo y satira ...................................... 113 Notas ................................................................................................... 117 Capitulo 3. Cristobal de Llerena. 3.1 La Vida y la obra de un criollo en Santo Domingo en el siglo XVI ........................ 119 3.2 Antecedentes literarios del Entremés (1588) .................................................. 126 3.3 Analisis del Entremés. ........................................................................... 129 3.3.1 La primera escena ........................................................................... 129 3.3.2 La segunda escena .......................................................................... 134 3.4 Recepcién, significado e importancia del Entremés .......................................... 141 3.5 La mirada de un sujeto criollo por medio de un género minoritario ........................ 147 viii 3.5.1 La representacion de los sujetos dominantes: las autoridades civiles ............... 147 3.5.2 La representacion de los sujetos indigenas. ............................................. 155 3.6 La posicion criolla de Llerena ................................................................... 158 Notas .................................................................................................... 164 Capitulo 4. Juan de Espinosa Medrano ............................................................. 165 4.1 La sociedad colonial andina. .................................................................... 166 4.2 Juan de Espinosa Medrano: e1 sujeto colonial, e1 letrado y su tiempo ..................... 171 4.3 El discurso criollo andino del siglo XVII y el Barroco de Indias ........................... 179 4.3.1 _A_m_ar su propia muerte (1648): un ejemplo de hibridez discursiva .................. 184 4.3.2 El texto: fuentes y argumento ............................................................. 185 4.3.3 La herencia cultural europea: el discurso dominante permea Amar su propia muerte (1648) ...................................................................... 187 4.3.4 La subversion del discurso dominante trasatlantico europeo y la creacién de un discurso subaltemo criollo altemativo ........................................... 194 4.3.5 Referencias a la realidad contemporanea del siglo XVII .............................. 196 4.3.6 La influencia de la cultura amerindia .................................................... 205 4.3.7 El papel prominente de los personajes femeninos ..................................... 215 4.4 La interpretacion simbolica y alegérica ........................................................ 225 4.5 La reivindicacién criolla: una mentalidad erudita, barroca y de Indias ................... 227 Notas ................................................................................................... 232 Conclusiones .......................................................................................... 245 Notas ................................................................................................... 254 Obras citadas .......................................................................................... 255 INTRODUCCION La historia de las comunidades humanas se caracteriza por un constante surgimiento, desarrollo y desaparicién de grupos culturales en posiciones de hegemonia y de subordinacién. De igual forma, una compleja red de articulaciones de poder se ha perfilado en el marco hispanoamericano colonial desde la llegada de los europeos y ha caracterizado las relaciones entre sus grupos étnico-culturales. Los discursos de la época han reflejado esta situacién y articulan la imagen que estos grupos tienen de la “realidad” en la que viven, de si mismos y del resto de grupos que comparten e1 espacio colonial. Como consecuencia, las diferentes formas de entender la “realidad” americana de estos sectores sociales también se trasladaron al mundo cultural y quedaron recogidas en representaciones de este periodo, producidas por sujetos espafioles, criollos, negros e indigenas. Es decir, la produccién discursiva de esta época es el resultado de una marcada heterogeneidad e hibridez étnico-cultural dentro de un marco transatlantico de luchas por el poder politico. Un tema prominente en los estudios coloniales que presentan los discursos de los siglos XVI-XVII es la cuestion de la identidad de los diferentes grupos étnico-culturales. En nuestra investigacién, queremos retomar el debate que planteaba Roberto Fernandez Retamar en 1971 sobre si es posible hablar de la existencia de una cultura americana y/o latinoamericana. Para ello, nos hemos centrado en investigar e1 surgimiento de una subjetividad criolla producida en Hispanoamérica y dirigida a un publico que pudo haber sido transatlantico. Creemos que en este espacio colonial hispanoamericano, denominado ” 1 “zona de contacto , algunos sujetos coloniales criollos vieron 1a necesidad de usar las herramientas discursivas europeas hegeménicas (la lengua, e1 alfabeto, los discursos dominantes), para representar la sociedad colonial. Estos sujetos crearon, desde una posicit’m subalterna, discursos que poco a poco definieron a la dominacion con sus propios recursos discursivos. Estas representaciones son parte de esa cultura e identidad latinoamericanas que los grupos dominantes negaban. Especificamente, proponemos que algunos discursos teatrales del grupo criollo de la época colonial, objeto de nuestro estudio, ofrecen un modo de representacion altemativo a1 de la cultura dominante europea. Con el paso del tiempo, e1 discurso criollo, se constituye, a su vez, en un contradiscurso de identidad que permite canalizar la conciencia criolla camuflada por debajo de la copia de los discursos literarios dominantes (Bhabha 1994). En esta linea de pensamiento, seguimos las reflexiones de Adorno (1998) y Mignolo (1986, 1989), quienes recogen e1 concepto de ‘discurso’ en su acercamiento a la cultura de la época. Para estos criticos, los textos producidos por sujetos que no comparten la ideologia colonial dominante también forman parte del corpus cultural colonial. Esto permite la inclusion de voces que no ban sido escuchadas o cuya interpretacion puede enriquecer e1 acercamiento a la cultura colonial vista desde una optica diferente. Un acercamiento temprano a este aspecto de la cultura americana fue ofrecido por Martin Lienhard en su investigacién sobre las voces indigenas coloniales (1992). Nuestro proyecto tiene e1 propésito de explorar representaciones textuales y visuales de los siglos XVI y XVII de la Hispanoamérica colonial en las que podemos rastrear una subjetividad caracteristicamente criolla. Para ello, nos acercamos desde una perspectiva subalterna a textos teatrales escritos por letrados criollos. El objetivo final es contribuir a la expansion del “archivo criollo” segt'm las reflexiones sobre este concepto de Anthony Higgins (2000). Para llegar a esos objetivos, nos planteamos una serie de hipotesis: a) si el grupo criollo esta en una posicion de subalternidad; b) si es posible hablar de una identidad criolla y su autorepresentacion; e) si 108 sujetos criollos representan a otros grupos coloniales (espafioles, indigenas, negros, mujeres), y d) si nos podemos referir a los textos criollos como ejemplos de un modo discursivo que define una identidad nueva, ademas de si e1 discurso criollo negocia la compleja cuestion de Como representar(se) dentro de un régimen colonial que tiene un sistema de normas establecidas. En este sentido, nos planteamos si el discurso criollo supone un desafio para el Imperio y sus representantes. Por ultimo, nos interesa explorar si se puede hablar de un “archivo criollo” homogéneo. Pensamos que el discurso teatral puede ofrecer respuestas a estos planteamientos. Con este fin nos centramos en la produccion de tres suj etos coloniales letrados que consideramos criollos y que se representan a si mismos como miembros de este grupo: Fernan Gonzalez de Eslava (Mexico, siglo XVI), Cristobal de Llerena (la Hispaniola/Santo Domingo, siglo XVI) y Juan de Espinosa Medrano (Peru, siglo XVII). En sus discursos, creemos que es posible seguir la trayectoria de la subjetividad criolla entre la identificacién con paradigmas occidentales y el uso de modelos de representacion propios de las civilizaciones indigenas americanas. Estos sujetos ocupan una posicion en la estructura colonial hispanoamericana que corresponde con la definicion de subaltemidad que ha planteado Gyan Prakash (2001). Su produccién discursiva se constituye, en gran parte, por medio de una apropiacion de los modelos europeos dominantes, una mimicry (Bhabha 1994). Estos modos discursivos, que son los mas visibles, fueron asimilidados y adaptados segt'm los objetivos particulares de estos sujetos de la elite letrada criolla. A primera vista, parece que reproducen una imagen especular de los paradigmas metropolitanos dominantes. Sin embargo, pensamos que pueden ofrecen una mirada de aspectos de la situacion colonial que subvierte la perspectiva de los discursos de los grupos dominantes. Este posicionamiento criollo no es estatico pues se enmarca dentro de un complejo sistema de negociaciones discursivas resultado de los procesos de aculturacion que se producen en espacios culturales heterogéneos como el hispanoamericano colonial. Por eso su producion marco el ambito de una lucha entre fuerzas de poder y posiciones culturales/sociales contrarias y/o contradictorias caracteristica de un espacio colonial donde hay conflictos (Comejo Polar 1994). Esta investigacién propone que los discursos de los suj etos criollos son representativos de esta situacién. E1 tema de la identidad criollo ha atraido a una parte de la critica recientemente. Este es el caso del estudio sobre la prosa criolla de Carmen de Mora (1994), o sobre la cultura virreinal (con referencias a la prosa criolla) de Karl Kohut y Sonia Rose (2000). Sin embargo, no se ha dedicado un estudio exclusivo a los discursos teatrales de este periodo considerando una perspectiva subaltema. El enfrentamiento discursivo entre e1 sector dominante (los europeos) y los subaltemos (criollos) es el punto de conexién de los discursos culturales teatrales que analizamos y el discurso teorico subaltemista del postcolonialismo sobre el que gira 1a interpretacion teorico/critica de los textos estudiados. Por una parte, se presenta el discurso homogeneizante de los grupos dominantes. Su objetivo es asegurar el establecimiento de ‘sujetos’ sélidos, estables y unificados. Con esa intencic’m se construyen los estereotipos sobre los indigenas, las mujeres, los criollos y otros grupos subaltemos que circulan en la sociedad colonial hispanoamericana. Sin embargo, la heterogeneidad caracteristica de estas sociedades pluriétnicas coloniales produce sujetos fragrnentados e inestables. El discurso homogéneo dominante desea aprehender esta diferencia pero fracasa en su intento. F rente a este intento de la dominancia se descubre otra perspectiva recogida por sujetos en posicion subaltema que contrasta con la historia oficial de la colonia. Nuestros tres sujetos letrados avanzan una lectura disidente del imperio que define su realidad, la de otros sectores coloniales y los limites de la dominancia. En este aspecto, las reflexiones de Walter Mignolo sobre la “colonialidad del poder” han sido una herramienta muy util (1992,1994b,2001) También creemos que la estructura de este proyecto refleja, al mismo tiempo, la heterogeneidad que existe dentro del grupo criollo colonial. En esta direccion apuntan los tres capitulos centrados en sujetos de areas geografico—culturales diferentes: la Hispaniola/Santo Domingo, Anahuac/el México central, y el Tahuantinsuyo/la zona andina de Pert't. Las representaciones de Eslava, Llerena y Espinosa Medrano constituyen asi una rica fuente de informacién que ayuda a comprender los flujos de cultura y conocimiento, y la relacién de ambos con respecto a las fuentes de poder colonial y metropolitano en este periodo. Asi, nuestra lectura ve los discursos coloniales teatrales también como un espacio que recoge la confrontacién cultural e historica. Desde esta perspectiva, y a modo de ejemplo, consideramos e1 concepto de ‘Barroco” como un etiqueta de la dominancia cultural, un modo de representacion que existe en relacién a otros tipos de discurso en la Hispanoamérica colonial. Su contrapartida, el “Barroco de Indias”, se manifiesta como un tipo de contradiscurso representacional que busca articular un cuerpo dc conocimiento teorico y practico desde Hispanoamérica, y establecer a1 mismo tiempo una autoridad dentro de la sociedad colonial. En el capitulo inicial que recoge e1 aparato teorico y definiciones, exponemos que estos tres autores contribuyeron a la construccion de la identidad criolla. Pensamos que su produccién cultural debe ser incorporada al archivo criollo que sigue expandiéndose desde la original propuesta de Anthony Higgins (2000). Para este critico, el discurso criollo constituye un intento de los letrados criollos por crear una fuente de autoridad intelectual transatlantica sobre la que construyeron su vision del mundo y de la sociedad colonial. Nosotros adaptamos su concepto de archivo criollo, la aplicamos al discurso teatral de los tres autores criollos mencionados arriba y defendemos que esta adaptacién constituye e1 germen de la identidad criolla en Hispanoamérica. Siguiendo la propuesta de Homi Bhabha sobre culturas hibridas, esta identidad se crea en un espacio intermedio entre la subjetividad europea y la indigena, y desde esa posicién los autores criollos perfilan sus caracteristicas culturales (1994). Nuestro acercamiento a la produccién discursiva de estos tres letrados busca demostrar, en los capitulos 2, 3 y 4, que la articulacion de una posicion diferenciada que presenta la subjetividad criolla no se basa en cuestiones linguisticas o étnicas, sino culturales. Es decir, proponemos que en estos tres autores existe una intencién de catalogar e interpretar informacion relativa a sus problematicas locales estableciendo una divergencia de intereses con respecto a1 sistema cultural dominante impuesto por los espafioles, y alejado de igual forma del marco cultural indigena. En el capitulo 2, reflexionamos sobre la representacion que Fernan Gonzalez de Eslava realiza de diferentes segmentos sociales de la colonia. Examinamos la evolucion de su produccion discursiva desde que llega a México y planteamos 1a existencia de una progresiva criollizacién de su discurso cultural. Este proceso llega a un punto de inflexion con la representacion del Entremés de las alcabalas (1574), por el que sufiio las represalias de los grupos dominantes. En este ejemplo, e1 sujeto criollo subalterno codifica una realidad (e1 impuesto de la alcabala) desde la perspectiva criolla que articula una posicion reivindicativa. Eslava recoge la situacion de un grupo colonial especifico que revela poco a poco intereses concretos que le enfrentan a1 imperio. Su discurso sirve para perfilar una subjetividad diferenciada de la de los representantes burocraticos del Imperio espaiiol. En el capitulo 3, analizamos el Entremés (1588) de Cristobal de Llerena Este sujeto criollo presenta, desde la Hispaniola, una situacién de decadencia moral y econémica que necesita de profundos cambios estructurales. El texto permea la voz del grupo criollo subaltemo que presenta con pesimismo la situacion politico-economica de la isla en constraste con un pasado paradisiaco no muy lejano descrito por Colon en su diario. Esto convierte e1 discurso de Llerena en un documento de interés no 8610 por su contenido literario sino también por su relevancia histérica a1 articular e1 punto de vista de un sujeto colonial no dominante. Desde este espacio que habita e1 sujeto criollo se representa una actitud y vision de la sociedad que constituye para Walter Mignolo una de las contradicciones de la (pre-)modernidad (1994a, 2001). En esta esfera cultural, Llerena adquiere una autonomia limitada con respecto a la infraestructura de poder politico. Esto sucede dentro de un contexto donde surgen intereses que dividen las instituciones controladas por el Imperio y la mayoria de la sociedad criolla colonial. Creemos que en el discurso de Eslava y Llerena existe un intento de materializacion de la subjetividad criolla en practicas performativas que dan forma a una cierta proyeccién utopica, o al menos presentan el tipo de sociedad que estos sujetos letrados rechazan. La idea de una comunidad imaginada con la que Benedict Anderson interpreté los movimientos de construccién nacional del siglo XIX (1983) se perfilan en forma de germen de comunidad imaginada que nace en la periferia del aparato de gobierno colonial y que se expande con el aumento de la influencia criolla y el devenir del tiempo. Esta es una de las reflexiones que dan validez a1 discurso de Juan de Espinosa Medrano que analizamos en el ultimo capitulo. En el capitulo 4, nos acercamos a la cultura andina colonial mediante el analisis de Amar su propia muerte (1648) de Juan de Espinosa Medrano. El sujeto colonial (colonizado en este caso) es capaz de subvertir con sus textos los modelos culturales dominantes representados por los discursos europeos. En la experiencia particular de Espinosa Medrano, la perspectiva subaltema desde la que nos acercamos a su discurso literario, sitfia a1 letrado criollo en el centro de la resistencia cultural contra el imperio espafiol. Con esta subversion, el autor cuzquefio propone un sistema de conocimiento que articula una parte del pasado amerindio con elementos de la tradicion europea impuesta por la fuerza en las colonias hispanoamericanas desde 1492. De esta manera, Juan de Espinosa Medrano promueve, como veremos, una vision alternativa para el presente y el futuro de la sociedad colonial en la que vive en el siglo XVII. Su proyecto de modemidad pasa por integrar elementos de todas las culturas que convergen en la zona andina, tal vez liderados por el grupo letrado criollo a1 que pertenece. Se trata de una idea de comunidad establecida en la fuerza de la diversidad en vez de en la imposicion de un grupo dominante. Desde un punto de vista diacronico, 1a posicion de subaltemidad que ocupan los sujetos criollos durante el periodo colonial contrasta radicalmente con la perspectiva del siglo XXI. Este sector social ha evolucionado hacia una posicion desde la que ejerce su dominancia sobre el resto de sectores sociales. Esta trayectoria histérica muestra también e1 dinamismo de los cambios sociales que se producen en sociedades complejas y heterogéneas como la hispanoamericana. Lejos de considerar los mas de trescientos afios de dominacion espafiola como un periodo de estabilidad y control absoluto, el analisis de los discursos culturales uno por uno permite recuperar la sensacién de efervescencia y de tension constantes que caracterizaron al periodo colonial. El proceso de formacién de un lugar discursivo para la subjetividad criollo se materializa en ambigiiedades e incluso contradicciones con respecto a los otros grupos coloniales y a la representacién de si mismos. Por este motivo, también es impensable hablar de un discurso criollo homogéneo en la zona andina, pues en él caben una variedad de matices a los que ya hemos aludido (Mazzoti 2000). Las ambivalencias que observamos sobre las representaciones de los grupos de indigenas y sobre las mujeres en otros territorios de las colonias hispanoamericanas son una muestra de esta falta de consistencia en un discurso criollo que esta en proceso de construccién. Este rasgo es caracteristico de las representaciones de suj etos criollos subaltemos coloniales. Tampoco debemos olvidar que solo una minoria de sujetos presente una agenda critica con el sistema colonial. Es decir, las voces disidentes eran escasas. Dentro de este pequefio grupo subalterno un nfimero aim menor de letrados fue capaz de mantener unos ideales ético-culturales durante su vida profesional de artistas. Esto fue posible, en numerosos casos, gracias a la proteccion de las autoridades religiosas. Esperamos demostrar con esta investigacién que los sujetos criollos seleccionados eran conscientes de la importancia de apropiarse de la escritura occidental impuesta por los europeos para transmitir su vision de la realidad americana. La combinacién de este medio con formas y material cultural tipicamente americanos crea ambivalencias en el discurso criollo inicial y da lugar a textos hibridos. De esta manera, los letrados criollos crean un registro textual que sirve a los intereses de su grupo social en ascenso. Al mismo tiempo, nuestra mirada busca reconocer la herencia cultural de sujetos coloniales que trabajaron en condiciones de produccion limite y en gran medida bajo la amenaza de represalias por parte del sistema. En defmitiva, pensamos que la cultura de la época colonial necesita ser estudiada desde opticas que enriquezcan e1 acercamiento al periodo como la que sugeria Roberto Fernandez Retamar. Deseamos que este analisis de la identidad criolla en los textos teatrales contribuya a ese objetivo. 10 N OTAS 1 Pratt utiliza e1 término en la Nueva coro'nica y buen gobiemo, de Guaman Poma. Para esta especialista, una "zona de contacto" (0 “contact zone” en su inglés original), se define como "social spaces where disparate cultures meet, clash, and grapple with each other, often in highly asymmetrical relations of domination and subordination —like colonialism, slavery, or their afiermaths as they are lived out across the globe today”, en Imperial Eyes. (London: Routledge, 1992), 4, 6-7, 27. 11 CAPITULO 1 “[. . .] harto es, que hablemos”1 1.1 Hispanoamérica colonial: grupos dominantes y subaltemos. La llegada de los peninsulares a ‘América’, territorio desconocido para ellos, y sus posteriores actuaciones en este espacio determinaron 1a creacién de una estructura dc poder especifica. En este espacio (la Hispanoamérica colonial), una minoria de sujetos europeos occidentales ocupé e1 poder con una parte de las élites indigenas durante e1 periodo inicial de la colonia. A pesar de esta asociacién de interés mutuo, la violencia de la conquista creo dos segmentos sociales perfectamente diferenciados: el de los espafioles y el de los indigenas. El primer grupo se situo en una posicion dominante. El segundo ocupé una posicién de subaltemidad segt'm esta definicion que presento Gyan Prakash en sus trabajos sobre contextos coloniales: “una abstraccion usada para identificar lo intratable que emerge dentro de un sistema dominante X, y que significa aquello de lo que el discurso dominante no puede apropiarse completamente, una otredad que resiste ser encasilla ” (2001). Ademas de estos dos grupos, las colonias hispanoamericanas experimentaron el surgimiento y la expansion de otros grupos étnico—culturales que no existian antes de la llegada a América de los peninsulares. Varios factores contribuyeron a alterar esta composicion cultural-social prehispénica. Entre ellos, destacan la continua inmigracion (voluntaria y forzosa) de sujetos europeos y africanos a tierras americanas y la mezcla étnico-cultural. Ambos elementos facilitaron el desarrollo de grupos culturales diferentes del europeo y del indigena (ya de por si diversos). Este es el caso de los sectores formados por sujetos negros y por los descendientes de las uniones entre grupos 12 coloniales como criollos, mulatos o mestizos. Esta integracion cambié sustancialmente la estructura de la sociedad y la cultura coloniales incrementando desde ese momento la heterogeneidad que ya existia en la época prehispanica. Todos estos grupos pasaron a ocupar una posicion subaltema con respecto a los sujetos peninsulares. Desde e1 inicio de la época colonial, el grupo dominante empezo a aprobar leyes para legitimar esta relacion de poder tan ventajosa hacia los intereses de la metropolis. En esta legislacion se especificaba qué grupos y sujetos podian tener acceso a los puestos de trabajo y poder en la estructura colonial hispanoamericana. Por ejemplo, en algunas leyes aprobadas sucesivamente en 1542, 1571 y 1636 se encuentra informacion sobre el acceso a los empleos de la administracion colonial: Eltablecemos y ordenamos, que Iiempre en nueitra Corte reiida cerca de Nos, nueitro Conlejo de las Indias, y en él vn Preiidente dél: e1 gran Canciller de las Indias, que ha de ier tambien Conlejero: y los Conlejeros Letrados, que la ocurrencia y neceiidad de los negocios demandaren, que por aora lean ocho: vn Filcal: y dos Secretarios: vn Teniente de gran Canciller, que todos Jean perionas aprobadas en coltumbres, nobleza y limpieza de linage, temerolos de Dios, y eicogidos en letras y prudencia: tres Relatores: y vn Elcrivano de Camara de Iuiticia, expertos y diligentes en Ius oficios, y de la fidelidad, que ie requiere: quatro Contadores de Cuentas habiles y Iuficientes: y vn Teiorero general: dos Solicitadores Fiicales: vn Coroniita mayor y Coimografo: y vn Catedratico de Matematicas: vn Tallador de los procellos: vn Abogado; y vn Procurador de pobres: vn Capellan, que diga MiHa a1 Conlejo en los dias dél: quatro Porteros: y vn Alguazil, los quales todos lean de la habilidad y Iuficiencia, que le requiere, y 13 antes de fer admitidos a lus oficios, hagan juramento de que los viaran bien y fielmente, y guardaran las Ordenancas de el Conlejo, hechas, y que le hizieran, y el iecreto dél (Paredes 1681, 133). Como se observa, se hacen referencias a aspectos como “la nobleza y limpieza de linage”. Estas dos caracteristicas se convierten en restricciones para los grupos subaltemos mencionados antes, que tienen vetado el acceso a puestos en la administracion colonial al no cumplir con estos requisitos. Las leyes también hacen referencia a otros ambitos de la economia de las colonias y en general, tenian por objetivo limitar las posibilidades de movilidad vertical de los sujetos subaltemos. Como contraste, el grupo de espafioles se instalé en la cuspide de poder de una sociedad constituida mayoritariamente por grupos indigenas, una parte de los peninsulares llegados a América a1 inicio de la conquista2 y los nacidos en el territorio conquistado como resultado de las relaciones/contacto entre indigenas y europeos primero, y posteriormente entre éstos con esclavos africanos. Es decir, se puede observar que en la sociedad “hispanoamericana” que surgio a partir de 1492 el poder se articula entre un grupo dominante minoritario y varios grupos subaltemos. Este reparto de poder fue alterado por los cambios demograficos en estos sectores impulsados por factores como las epidemias, los trabajos forzados, o la alta natalidad del grupo criollo. Mas concretamente, el sector dominante estaba constituido, segt'm David Brading, por peninsulares nobles y “gente decente”: profesionales, administradores, burocratas, Clérigos, hacendados y mineros de éxito de origen metropolitano (1974: 613). Los grupos Sabalternos principales estaban formados inicialmente por sujetos indigenas y sujetos africanos. De este segmento subaltemo, que es mayoritario, los primeros eran la mano de 14 obra de las encomiendas y los repartimientos, y llevaban e1 peso de la produccion economica de gran parte de la colonia. Sin embargo, una pequefia minoria de este grupo mantenia algunos privilegios en funcién de su posicién social dentro de la piramide de poblacién prehispanica (Burkholder y Johnson, 1990). Los sujetos africanos, segt’m Burkholder y Johnson, fueron empleados inicialmente para pacificar las fronteras. A esta labor militar, se le afiadian los trabajos domésticos y la supervision del trabajo indigena (1990). A estos dos grupos se unieron gradualrnente miembros del sector criollo. Estos son descendientes de espafioles nacidos en America y empezaban a mostrar caracteristicas sociales, psicologicas y culturales de un grupo homogéneo en ascenso. Conociendo la trayectoria historica de este sector criollo, parece que estaba dispuesto a consolidar su posicién de hegemonia llegado e1 momento propicio, pero durante la época colonial estaban excluidos de los mas altos cargos jerarquicos de la sociedad (Durand 1956: 148-162). Esta marginacién de los criollos que tiene una base en la legislacion de la época que hemos mencionado, fue origen de conflictos desde muy temprano dentro de la estructura de poder colonial. La articulacion de estos diversos grupos étnicoculturales subaltemos con respecto a1 poder y su interaccién con la cultura dominante también marco las producciones culturales de la época. En este sentido, el imaginario colonial se hace mas complejo y consolida a1 mismo tiempo una relacion conflictiva entre las diferentes tradiciones de las multiples culturas coexistentes. Para Mabel Morafia estas relaciones tienen una funcion baisica en el entramado sociocultural de este periodo: determinan el surgimiento de formas de conciencia social, asi como la emergencia de practicas y proyectos colectivos a partir de los cuales esos sectores [sociales] 15 elaboran, material y simbolicamente, una imagen de si y de los otros grupos que comparten con ellos e1 territorio americano (en Chang-Rodriguez 2002: 47). Es decir, e1 aumento de la heterogeneidad cultural que se produjo en el espacio colonial “hispanoamericano” se tradujo en la puesta en practica de nuevas formas de representacién que reflejan diferentes perspectivas de aspectos de la cultura del periodo en funcion de sus agentes creadores. Para este proyecto, de toda la produccion cultural de la época colonial, examinamos obras teatrales del algunos letrados del grupo colonial subaltema criollo. 1.1.1 Algunos conceptos iniciales: “letrado”, “criollo”, “colonial”. Nuestra propuesta es que la produccién textual dramatica de los letrados criollos escogidos muestra 1a existencia de una subjetividad subaltema nueva en el marco colonial hispanoamericano. En sus discursos teatrales, buscamos evidencias de los complejos procesos de negociacion a partir de los que un sector del grupo criollo colonial construye su propia identidad. En este apartado de definiciones radica una de las dificultades de este proyecto. Algunos términos, como vamos a mostrar en esta seccién, no son categorias estables e inmoviles. En unas ocasiones han incorporado nuevas acepciones que han transformado y enriquecido e1 significado original, y en otras, han simplemente desaparecido los significados iniciales, complicando la labor de interpretacion. En esta investigacién un letrado es un “hombre dc buenas letras, el que es versado em buenos autores, cuyo estudio llaman por otro nombre letras de humanidad. [. . .] El que professa letras, y hanse alcado con este nombre los juristas abogados.”3 El Diccionario de ’4 atoridades de 1726 se refiere a “El doctor en las ciencias: que porque eitas le llamaron 16 letras, 1e 1e dio cite nombre. [...] Se llama comunmente al abogado.” En este proyecto, entendemos que “letrado” es un sujeto colonial con una formacion académica culta que utiliza la escritura alfabética. Esta es una tecnologia y practica ideologica occidental para la creacién de discursos culturales.4 El uso de esta tecnologia, permite al letrado distinguirse de otros sujetos y grupos coloniales que no pueden, no saben o no son conscientes de los aspectos positivos de apropiarse de esta innovacién importada por la hegemonia imperial europea.5 En este sentido, el acceso al aprendizaje de esta herramienta de trabajo se convierte en un elemento clave para el posicionamiento de los sujetos criollos en la estructura de poder de las colonias hispanoamericanas. En los textos que seleccionamos, la posicién criolla que ocupan los autores en la sociedad colonial se convierte en una de las claves de interpretacién de sus discursos. Para entender este aspecto, sigo 1a definicion de “criollo” que recoge el Diccionario de Autoridades: “El que nace en Indias de Padres Elpafioles, 11 de otra Nacion que no lean indios. Es voz inventada de los EIpafioles Conquiltadores de las Indias y comunicada por ellos en Elpaiia”.6 Es decir, bajo este concepto se incluyen los descendientes de espafioles nacidos en America, 105 mestizos y los mulatos. En esta misma direccion apunta e1 Inca Garcilaso de la Vega, cuando escribia en la Primera Parte de los Comentarios Reales (1609) las siguientes ideas que ratifican el uso que en la época tenia el término criollo: Es nombre que lo inventaron los negros y asi lo muestra la obra. Quiere decir entre ellos negro nacido en Indias; inventaronlo para diferenciar los que van de aca, nacidos en Guinea, de los que nacen alla, porque se tienen por mas honrados y de mas calidad, por haber nacido en la patria, que no sus hijos, porque nacieron en la ajena, y los padres se ofenden si les llaman criollos. Los espafioles, por la 17 semejanza, han introducido este nombre en su lenguaje para nombrar a los nacidos alla. De manera que a1 espafiol y al guineo, nacidos alla, les llaman criollos y criollas ([1609] 1829: 339-340). Estos dos comentarios indican que se relaciona el caracter de criollo con el origen y/o con el color de la piel. En su Historia general de las cosas de la Nueva Esparia (terminada en 1568), Bemardino de Sahagi'm recoge lo que piensa un segmento de la sociedad de la época sobre America y sus sujetos: “[...] los que en ella nacen, muy al propio de los indios, en el aspecto parecen espafioles, y en las condiciones no lo son” ([1568] 1938, vol.III: 82). Con este comentario, Sahagun también apunta a la existencia de una diferenciacion entre los sujetos que nacen en America de origen espafiol y los que llegan desde Espafia. El término evoluciona rapidamente, y criollo ya no se refiere solamente a1 origen 0 al color de la piel de un sujeto.7 En este sentido, el término va mas and de las consideraciones sociales y geograficas que hemos mencionado e incorpora continuamente diferentes matices como la influencia de la cultura local y el ambiente. Bemardino de Sahagi'm justifica esta relacién de la siguiente forma: “[...] los que son naturales espafioles, si no tienen mucho aviso, a pocos afios andados de su llegada a esta tierra se hacen otros; y esto pienso que lo hacen el clima o constelaciones de esta tierra” ([1568]: 1938, vol. III: 82). Aqui observamos que el caracter de criollo se relaciona con a un perfil social y una cierta mentalidad que no se obtienen solamente por el lugar de nacimiento, sino que es algo adquirido por influencia del ambiente en el que se vive.8 18 Otros letrados peninsulares anotan comentarios similares en relacién a estas primeras generaciones criollas. El geografo Juan Lopez de Velasco recoge estas ideas durante un viaje por America entre 1571—1574: Los espafioles que pasan a aquellas partes y estan en ellas mucho tiempo, con la mutacién del cielo y del temperamento de las regiones aun no dejan de recibir alguna diferencia en la color y calidad de sus personas; pero los que nacen de ellos, que llaman criollos, y en todo son tenidos y habidos por espafioles, conocidamente salen ya diferenciados en la color y el tamafio [. . .] y no solamente en las calidades corporales se mudan, pero en las del {mimo suelen seguir a las del cuerpo y, mudando él, se alteran también ([1571-1574] 1894: 37-38).9 Lopez de Velasco se refiere solamente a los criollos hijos de espafioles y tenidos por espafioles, pero también encuentra un factor comun a todos los criollos, que estos “conocidamente salen ya diferenciados. .. y no solamente en las calidades corporales. . .pero en las del animo” (37). Estas referencias evidencian que antes de terminar el siglo XVI, el uso de la palabra criollo era bastante corriente en el discurso colonial y que la calidad de “criollo” venia dada por el hecho de haber nacido en America, de ascendientes europeos, sin importar el color de la piel, e1 estado politico o la condicion social. La linea que seguimos en nuestro tratamiento del término criollo fue expuesta, recientemente, por Bernard Lavallé: “ser criollo, era un hecho que estaba mas ligado a 1.1113 forma de ser, a una adhesion a intereses locales, que a1 nacimiento en tierra americana” (1993: 25). For 10 tanto, para Lavallé, el término incluye a aquellos sujetos q 11c, no habiendo nacido en America, manifiestan un comportamiento y actitud hacia los 19 otros sujetos coloniales y hacia si mismos, similares a los de los criollos en funcion de sus intereses comunes. Segi’m esta definicion, el grupo criollo, se compone de sujetos descendientes de espafioles en América, sujetos indigenas y peninsulares que se asimilan a la “otredad” americana, y en general, de todos los sujetos coloniales que muestran caracteristicas culturales similares a las criollas, sin importar e1 origen geografico o étnico-cultural. En este sentido, los tres autores seleccionados: Feman Gonzalez de Eslava, Cristébal de Llerena y Juan de Espinosa Medrano, son ejemplos de tres sujetos que se pueden definir como criollos, en la acepcion mas amplia del término expuesta por Lavallé. Eso es asi porque sus representaciones discursivas son el resultado de unas condiciones similares y en ellas se identifican unos intereses locales y una forma de ser afmes. Estas son algunas caracteristicas comunes: l) los tres sujetos recibieron una educacién Ietrada bajo la proteccién del poder eclesiastico; 2) ademas, en sus representaciones se pueden identificar una serie de elementos que apuntan al surgimiento de una voz diferenciada en el marco colonial “hispanoamericano; 3) se posicionan en un espacio que se alimenta de las tradiciones culturales indigenas y europeas sin identificarse completamente con ninguno de estos loci discursivos coloniales como resultado de la enorme heterogeneidad social y cultural producto de la convivencia (conflictiva) entre espafioles peninsulares, criollos, y sujetos africanos en contacto con las sociedades indigenas; 4) el grupo de criollos tienen vedado e1 acceso a los puestos de la administracién y justicia que estén reservados para los peninsulares. Esta limitacién era comt'm a todo el sistema de poder i Inplantado en la “Hispanoamérica” colonial. 20 Estas afinidades nos permiten reunir bajo un mismo proyecto a estos letrados de ambitos geograficos tan dispares (Espafia/México, Hispaniola/Santo Domingo y Peru). Todos estos elementos reflejan la heterogeneidad y el dinamismo que caracterizan al grupo criollo colonial.” Otro término clave para defmir e1 contexto de este proyecto es “colonial”. Para su comprension, sigo la exposicién que realiza Mignolo de sus lecturas sobre Balandier (1994b). Para éste, “colonial”, se refiere a la dominacion que ejerce una minoria étnica, tecnolégicamente adelantada y de religion cristiana sobre una mayoria étnica, tecnologicamente menos adelantada y de religion no cristiana. Posee pues, un marcado caracter anacrénico con respecto a las posesiones territoriales espafiolas de ultramar que constituyen espacios geograficos con rasgos muy particulares (Padgen 1987: 63-64; Mazzotti 2000: 8). Segt'm Mazzotti, durante los siglos XVI-XVII: “por consenso y lenguaje oficial se les denominaba simplemente ‘reinos de la Corona de Castilla’, 0 ‘virreinatos’ entendidos mas como provincias con los fueros y estatutos del reino central que como meras colonias extractivas” (2000: 146). Esta acepcion se aproxima a la defmicion que ofrece Covarrubias: “es puebla o término de tierra que se ha poblado de gente estrangera, sacada de la ciudad, que es sefiora de aquel territorio o llevada de otra parte”(338), y también al significado que recoge el Diccionario de Autoridades: “Poblacién o término de tierra que le ha poblado de gente extrangera, trahida de la Ciudad Capital, 1‘1 de otra parte” (419). Sin embargo, Padgen argumenta que como territorios dependientes de la corona de Castilla (desde 1523), estas posesiones no tenian Lln estatuto legal comparable a los demas reinos como Aragén, Navarra, Népoles (1987: 64). 21 Para nuestro estudio creemos que no se puede negar (o maquillar) la compleja red de relaciones directas y/o indirectas que se articulan en fimcién del poder economico, politico e intelectual, entre una sociedad dominante (e1 centro metropolitano imperial), y otras subalternas (la periferia representada por la colonia). En estos ultimos espacios los grupos de poder esperan que sus modos discursivos sean una reproduccion casi completa del modelo de discursos metropolitanos.11 El término “colonial” refleja de forma mas apr0piada esta tension 51 lo comparamos con la alternativa tan comun en la critica hispanoamericana que ofrece el término “virreinal”.12 Ademas, mediante el uso del vocablo “colonial” continuamos una linea de pensamiento critico que postula la proyeccién de analogias y semejanzas entre las diferentes experiencias coloniales vistas por tierras americanas. Esto facilita abordar la heterogeneidad de la representacién de la problematica colonial que tan dispares causas y efectos ha tenido. Poupeney Hart recoge esta idea: “[no se quiere] negar la singularidad de una experiencia hispanoamericana con respecto a la francesa o a la inglesa, ni la especifidad de cada etapa de expansion imperialista de los estados-nacionales occidentales” (2002: 10). A1 mismo tiempo, el término agita las mentes criticas para animarlas a combinar las perspectivas locales, regionales y globales para evitar caer en la compartimentalizacién de las aproximaciones criticas, fomentando asi e1 comparatismo como vehiculo de comprension de la diversidad cultural americana. Por lo tanto, para esta investigacién, e1 término “colonial” alude alas posesiones espafiolas en America que se van poblando de sujetos diferentes de los indigenas (los grupos nativos), y que tienen una relacién de dependencia de un centro de 1:) oder metropolitano. 22 Una vez aclarados los conceptos basicos de este trabajo como “subalternidad”, “letrado, “criollo” y “colonial”, examinamos las caracteristicas iniciales del discurso cultural de los sujetos criollos. 1.1.2 El discurso criollo. Algunas producciones discursivas de los sujetos criollos representan una situacion de subaltemidad resultado de ocupar una posicién que se estima inferior con respecto a los grupos dominantes (sujetos peninsulares y una parte de las élites indigenas).l3 Este ‘proyecto’ define poco a poco el lugar que el grupo criollo ocupa en el mundo americano hispanico dominado por los centros de poder imperial y sus representantes en la colonia. Para representar sus ideas desde este posicionamiento, los sujetos criollos se valen de recursos como la parodia, la satira, 1a mimica, la alegorizacion, la ironia o crean formas artisticas sincréticas. De esta forma, son capaces de articular contenidos propiamente americanos con otros que derivan directamente de las fuentes europeas, subvirtiendo los modelos estéticos dominantes y, en algunos casos e1 poder establecido. Ademas, si la posicion de los criollos de este periodo se corresponde con la defmicion de subalternidad que ofrecimos antes, entonces las representaciones discursivas de su élite letrada deben mostrar 1a existencia de una subjetividad diferente de la dominante espafiola y de la de los otros grupos coloniales subaltemos. Es decir, en algunas de sus producciones culturales se pueden rastrear caracteristicas que perfilan una mentalidad emergente que negocia su discursividad entre los dos grandes sectores coloniales: el dominante espafiol minoritario y el subalterno indigena mayoritario. La lucha por el poder en un contexto como el colonial hispanoamericano, entendida como la materializacién en una representacion discursiva de la problematica 23 que un sujeto desea, da lugar a una negociacion discursiva entre los diferentes grupos culturales. En el caso de los sujetos criollos se caracteriza desde el inicio por la existencia de ambivalencias: por un lado, pensamos que el discurso criollo esta marginado por los grupos dominantes que controlan y ejercen el poder politico y cultural. Por otro, se trata de una discursividad que busca un espacio para manifestarse entre los modos discursivos indigenas y los europeos, sin identificarse completamente con ninguno de ellos. Es decir, los sujetos criollos asimilan elementos culturales de los grupos dominantes y con ellos perfilan su identidad de forma gradual, sin distanciarse completamente de otros sujetos coloniales con los que conviven. También necesitamos destacar el hecho de que el grupo criollo es subalterno con respecto a los peninsulares, pero su posicién en la sociedad colonial también es dominante con respecto a otros grupos subaltemos. Esta doble perspectiva se puede rastrear en sus discursos y supone una dificultad para elaborar conclusiones defmitivas. Para integrarse en la dominancia cultural, la élite del sector criollo colonial, los letrados, se valen de la escritura alfabética occidental. Este es el modo de comunicacion de los grupos dominantes europeos. El control de esta tecnologia hace poderosos a quienes pueden manifestar su voz por medio de su practica, sobre todo en un contexto como éste donde la oralidad tradicional prehispénica pasa a un segundo plano.14 En el ambito mas especifico del marco colonial andino, esta relacién entre la escritura y el poder ha llegado a un punto de identificacion a partir del cual ambas instancias se complementan. A51 10 entiende Cornejo Polar, para quien: “la escritura se presenta no tanto como un sistema de comunicacion sino [. . .en un] horizonte de [. . .] orden y de [. . .] autoridad, [...] como si su unico significado fuera el Poder” (1994: 48). Esto significa 24 que la escritura no es solamente un instrumento de comunicacién, sino que el controlar los mecanismos de la escritura da acceso a1 poder. Esta idea puede ser extrapolada a todo el contexto colonial hispanoamericano en donde los espafioles imponen sus métodos y su cultura después del triunfo de la conquista. En este sentido, dominar un modo de representacién como la escritura europea daba acceso a producir cultura (entre otras consecuencias) dentro de los limites del poder. Una de las claves para el analisis del discurso criollo estriba en la apropiacion que los criollos realizan de esta tecnologia de la escritura. Con ella, desarrollan un espacio discursivo en el que canalizan su problematica desde la posicion de grupo subalterno que ocupan en la sociedad colonial. Nosotros proponemos que mediante la escritura los criollos constituyen poco a poco una subjetividad que se posiciona en un espacio que en la teorizacion de Homi Bhabha se sitfia “en el medio” (1994: 1).15 Es decir, este lugar intersticial del discurso protocriollista inicial se perfila entre la bipolaridad del discurso europeo y el amerindio. Desde ese lugar adelanta rasgos de una nueva identidad que presenta una subalternidad polifacética por la heterogeneidad del grupo criollo. Para Bhabha, este espacio intermedio: “provide[s] the terrain for elaborating strategies of selfhood [. . .] that initiate new signs of identity, and innovative sites of collaboration, and contestation, in the act of defining the idea of society itself” (1994: 2). La articulacion de esta diferencia representada en el discurso criollo, que es la perspectiva subalterna, y que intentamos recuperar con esta investigacion, no se perfila de forma instantanea y con claridad. En palabras de Bhabha, la situacién en la que emergen nuevas formas discursivas de representacion no es sencilla: “is a complex, on-going negotiation that seeks to authorize cultural hybridities that emerge in moments of historical 25 transformation” (1994: 2). En definitiva, este es el proceso que experimentan los letrados criollos representados en nuestra investigacién. Es decir, este paso intermedio entre identidades discursivas fijas y estables (la europea y la amerindia), abre la posibilidad de representacién de la hibridez cultural sin una jerarquia preestablecida ni impuesta lo que permite a los criollos crear una posicion desde la que desarrollan sus propias categorias. Situar a1 sujeto criollo colonial en una posicion intermedia de subalternidad contrasta radicalmente con la perspectiva del siglo XXI. El éxito de los movimientos independentistas hispanoamericanas durante el siglo XIX, ha convertido a los grupos criollos en dominantes.16 En este sentido, este proyecto contribuye a la creacion de lo que Antony Higgins ha denominado el archivo criollo, y que esta constituido por las practicas y los discursos de este grupo colonial cuya cosmovisién refleja los intereses de su grupo y su forma de ver el mundo (2000: 9). En nuestro examen de la produccion cultural criolla de Fernén Gonzalez Eslava, Cristobal de Llerena y Juan de Espinosa Medrano, sugerimos que estos autores imaginan un espacio discursivo situado entre la territorialidad amerindia autoctona y la imperial europea. Desde aqui, adelantan su distanciamiento del modelo colonial europeo, y buscan negociar y/o establecer una posicion autonoma con respecto a las instituciones y autoridades espafiolas, al mismo tiempo que negocian esa misma posicion con otros 3 grupos subaltemos coloniales. Este espacio que delimitan los criollos puede proponer, simultaneamente, un cuestionamiento del discurso ofrecido por las producciones culturales de otros grupos y se distancia, en ocasiones, de éstos. Estos productores de discursos -la élite criolla-, pertenecian a1 sector de privilegiados por su educacién académica. Sin embargo, hay que recordar que carecian del reconocimiento por parte de 26 la clase dominante europea o les faltaban las oportunidades de ascenso social que tenian a su disposicion los recién llegados peninsulares. Por lo tanto, entendemos que estos miembros de la élite criolla también estan limitados y controlados por los grupos dominantes peninsulares (Durand 1956: 148-151), y por eso, a pesar de ser una élite cultural, en esta investigacion consideramos que son grupos subaltemos porque dependen de un poder que no pueden controlar, sino que solo pueden aspirar a definirlo con sus discursos. Este espacio que ocupan Eslava, Llerena y Espinosa Medrano, desde el que observan la sociedad colonial, en uno de cuyos extremos se hallan los burocratas espafioles y en el otro los grupos culturales subaltemos (sujetos afi‘icanos e indigenas), se sitfia en ese lugar intermedio que no se identifica con ninguno de los dos polos citados. Dadas las limitadas condiciones de promocion social de los criollos, su malestar y deseos de movilidad vertical se incrementan con el tiempo. Por eso sus criticas se reflejan en algunas de las producciones culturales que se han conservado, a veces de forma velada. En los textos de los tres autores seleccionados ofrecemos muestras de una evolucién cronolégica de ese descontento, ademas de las posibles negociaciones discursivas que tuvieron lugar con otros grupos coloniales. En este aspecto radica nuestro interés en estudiar producciones culturales distanciadas también en la coordenada temporal, de ahi e1 orden de los capitulos. En definitiva, en la cultura criollo se encuentran evidencias de los complejos procesos de negociacion a partir de los que el letrado criollo colonial hispanoamericano construye su propia identidad. Esta se desarrolla en firncion de los modelos peninsulares y siempre en relacién a sus necesidades de expresién dentro del contexto cultural de la 27 colonia en el que se origina. Con estos recursos, la cultura criollo contribuye a crear un verdadero archivo de la historia y la cultura americanas cuyo corpus complementa la produccion cultural de los sujetos indigenas, africanos y peninsulares para tener una vision mas completa de la compleja vida cultural colonial. Sin embargo, no se debe tener una vision demasiado homogeneizadora del discurso criollo ya que recoge una gran variedad de matices. José Antonio Mazzotti ha sugerido la conveniencia de hablar de una hetero geneidad interna del discurso criollo y del propio sujeto criollo. Dentro del grupo criollo se pueden rastrear diferencias de caracter regional, socieconémico y/o profesional. Esto da lugar a un puzzle de subjetividades, de ahi el caracer polifacético a1 que haciamos referencia antes. Los textos recogen un imaginario criollo plural que manifiesta de forma muy diferente la presencia o la ausencia de otros grupos coloniales (Mazzotti y Zevallos, 1996). En el caso de la zona andina, esta pléyade de subjetividades coloniales se manifiesta en un sujeto y discurso criollo plurales. Como resultado, este sujeto también intenta asumir de forma variada 1a ausencia o la presencia del otro subaltemo indigena y de otros grupos coloniales del virreinato del Peru. Al primer caso, las referencias a1 otro indigena, se refiere Bernard Lavallé con estas manifestaciones: Esencialmente limefia, 0 de inspiracién limefia, la literatura criolla del XVII en el Peru reflejaba, en cuanto a la problematica indigena, las ambigiiedades de la situacion social del elemento criollo, las ignorancias de una capital que vivia de espaldas a1 interior y las motivaciones de una corriente literaria que se producia las mas veces con la preocupacion de convencer a Europa antes de todo de la dignidad de los hispanoamericanos (1993: 97). 28 En este sentido parece que la discursividad criollo subaltema de la época solo puede entenderse si se articula como oposicion y/o como voz que negocia con los discursos dominantes (peninsulares) y con otros discursos subaltemos (indigenas o no). Desde nuestra perspectiva del siglo XXI, e1 sujeto criollo plural del siglo XVII (como Espinosa Medrano), esta en una etapa mas de su trayectoria hacia una voz criollo independiente sin dejar de desplegar su diversidad discursiva. En este aspecto, es paradigmatica la representacién que el discurso criollo de los autores seleccionados realiza de grupos coloniales como los indigenas subaltemos y los peninsulares dominantes. Con respecto a los primeros, los indigenas, Mazzotti sostiene que “la discursividad criolla no puede entenderse sin 1a basica relacién oposicional con el referente indigena” (1996, 191). En muchos discursos criollos, esa relacién aparece porque es imposible eliminar la presencia de los grupos subaltemos indigenas. Este es el caso de la produccién cultural de Eslava. En relacién a la representacién del grupo de sujetos peninsulares dominantes, una de las caracteristicas que destacan en el discurso criollo es su ambigiiedad. Por una parte, éste se presenta como depositario legitimo de los codigos culturales y las opciones ideologicas de la cultura imperial. Para Garcia-Bedoya llega incluso a “apropiarse antropofagicamente [de] los codigos y los discursos imperiales hegeménicos” (2000, 58). Sin embargo, en sus textos se puede interpretar una lectura disidente. Es decir, el sujeto criollo se vale de los paradigmas culturales oficiales para articular sus propios intereses y presentar sus reivindicaciones por medio de un discurso camuflado en el modo de representacién occidental del que se han apropiado. Un ejemplo de esta situacién se refleja en el discurso de Llerena. También en este caso la relacién con el 29 pasado indigena se da por la ausencia de este grupo subaltemo. Su produccion cultural permite recuperar e1 pasado indigena de la isla Hispaniola al mismo tiempo que apunta a1 caracter etnocida de la conquista espafiola. Por ultimo, otros discursos criollos evidencian un interés por incorporar el elemento social indigena y sus tradiciones culturales para intentar reorganizar una resistencia comun de grupos subaltemos frente a la dominacién espafiola. Este es el caso de la produccién de Juan de Espinosa Medrano, que para Garcia-Bedoya “evidencia una preocupacién mas consistente por el universe sociocultural indigena” (2000, 60). Es decir, la presencia discursiva de lo indigena en Espinosa Medrano presenta rasgos diferenciadores con respecto a la actitud hacia este grupo colonial de los otros dos autores tratados. En resumen, en el régimen colonial instalado en “hispanoamérica” por los espafioles se van configurando una serie de discursos criollos impulsados por las élites letradas de este grupo colonial. Estos intentan aglutinar la representacién de todos los grupos étnicos afectados por el poder colonial espafiol bajo e1 liderazgo criollo emergente. De esta forma, es posible encontrar en estos discursos e1 descontento de los grupos subaltemos de la sociedad colonial. Veamos ahora qué elementos han contribuido a formar la mentalidad criollo, social y culturalmente. 1.1.3 Aculturacién, escritura, identidad y saber americano. Uno de los factores mas complejos de analizar del ‘descubrimiento’ y conquista de ‘América’ se relaciona con el cambio de mentalidad que gradualmente tiene lugar entre los habitantes de ambos lados del Atlantico. Este cambio viene impulsado por la transformacion de los paradigmas de conocimiento europeos y americanos a raiz de la imposicion/intercambio de productos e informacién entre ambos continentes. Estos 30 paradigmas necesitan ser articulados con nuevas estructuras para su organizacion, y posterior asimilacion o rechazo. Disponemos de informacion escrita de cémo estos cambios influyeron en la conciencia eur0pea, lo que llevo a Karen Kupperman a afirmar que "exposing Europe’s consciousness to new information from previously hidden continents forced open the privileged world of scholarship” (1995: 15). Esto significa que a1 mismo tiempo que se avanza en la colonizacién de América, se sacuden en Europa las viejas formas de pensar y actuar. Un nuevo espacio se abre, surgen voces que buscan ser oidas y se establecen nuevos tipos de autoridad.17 La mirada desde la que hablan estos sujetos depende de un lugar de enunciacién y éste se define en funcién de las otras voces discursivas del momento. Sigo en esta discusion e1 concepto de “sujeto” de Rolena Adorno, para quien “e1 sujeto colonial (europeo o amerindio), como emisor y destinatario de discursos, no se define segun quién es sino Como ve. Se trata de la visibn que presenta [...]” (Adorno 1991: 150). En esta red de relaciones que se establece en un contexto tan particular como el colonial debemos entender que la vision que crea y comunica un sujeto no puede ser considerada neutral, universal o inocente (Adorno 1991). Es decir, las representaciones discursivas producidas en esta época son el resultado de la articulacién de muchos factores. Se hace necesario reunir tanta informacién como sea posible de diferentes fuentes (voces, formas de ver, espacios discursivos) para reconstruir en la medida de lo posible un acercamiento a la “realidad” representada. Durante los siglos XVI y XVII, los sujetos coloniales hispanoamericanos que representaban la perspectiva del colonizador y la del colonizado se caracterizan por construir discursos que reflejan valores diferentes. De esta forma, se han identificado en este periodo, dos tendencias principales que coexisten como resultado de este proceso. 31 Por una parte, muchos ‘letrados’ europeos, y poco a poco los americanos, consumen America y se apropian de sus culturas, naturaleza y gentes con sus discursos. En general, 103 letrados se salieron de este marco en raras ocasiones. Sin embargo, algunos sujetos europeos y americanos si rompieron con esta tendencia a la apropiacion imperialista y eurocéntrica, tanto fisica como intelectualmente. Como resultado, tomaron la decision de hacerse americanos 0 dc presentar en sus producciones una vision de América menos eurocéntrica. Entre éstos destacan las representaciones creadas por algunos sujetos letrados criollos. Esta idea se ha expresado en debates culturales recientes como en los comentarios que ha realizado Roberto Fernandez Retamar al preguntarse primero, si existe una cultura americana (=latinoamericana), y segundo, si esta constituye una copia de otras culturas (la europea), o si por el contrario contiene rasgos identitarios propios.18 Fernandez Retamar presenta esta cuestion, que ha influido la evaluacion de gran parte de la cultura americana producida desde 1492, de la siguiente forma: The question seemed to me to reveal one of the roots of the polemic and, hence, could also be expressed another way: “Do you exist?” For to question our culture is to question our very existence, our human reality itself, and thus to be willing to take a stand in favor of our irremediable colonial condition, since it suggest that we would be but a distorted echo of what occurs elsewhere. This elsewhere is of course the metropolis, the colonizing centers, whose ‘right wings’ have exploited us and whose supposed ‘left wings’ have pretended and continue to pretend to guide us with pious solicitude —-in both cases with the assistance of local intermediaries of varying persuasions ([1971] 1989, 3).19 32 Fernandez Retamar critica la compleja red politico/cultural que ha controlado la voz americana y que ha intentado apropiarse de sus multiples identidades desde la época colonial. Reclama que la voz americana tiene caracteristicas unicas que dan validez a los presupuestos discursivos que se producen desde su interior. En esta direccién, se interpreta que el proceso de constitucién de subjetividades coloniales recurre a la manipulacién del saber y del lenguaje mediante la practica de una tecnologia como la escritura occidental. Para Iris Zavala, la identidad del sujeto colonizado se representa a través de un lenguaje prestado, introducido por lo que ella llama “tecnologias del conocimiento” (Zavala 1989). Con la conquista de “Hispanoamérica”, los grupos indigenas se enfrentaron con un sistema representacional nuevo (para ellos) que habia alcanzado un desarrollado significativo después de una practica de cientos de afios en Europa. Los conquistadores narraron sus aventuras heroicas y los historiadores oficiales del reino de Espafia (como Gomara o Sepulveda) empezaron a representar e1 pasado y el presente de las civilizaciones amerindias usando un sistema de signos extrafio a los sujetos colonizados. Walter Mignolo también se ha referido a esta situacién cuando sostiene que uno de los aspectos clave es la colonizacion de las lenguas indigenas, que 61 define de esta manera: “actions taken and strategies employed by missionaries and men of letters to (re)organize Amerindian speech by writing grammars, Amerindian writing systems by introducing the Latin alphabet, and Amerindian memories by implanting Renaissance discursive genres conceived in the experience of alphabetic writing” (1992, 304). 33 En este proceso, se produce una apropiacién de las culturas indigenas que pasan a ser definidas y representadas por medio de los modos discursivos y técnicas europeas. Estas se imponen por el poder politico que ejercen los grupos peninsulares en la estructura colonial “hispanoamericana”. Los letrados criollos que presentamos en esta investigacion viven en medio de este proceso. En terreno americano, esta adaptacién (que desemboca en hacerse americanos) de los conquistadores y luego de los colonizadores a1 medio local, tuvo un caracter casi siempre involuntario e inevitable. Esto se puede entender cuando se compara la gran disparidad estadistica entre los peninsulares y los indigenas pese a los dramaticos descensos demograficos de estos ultimos. Segun los datos recogidos por Ramon Carande de sus investigaciones de las listas de pasajeros de los buques que viajaban 3 America, entre los afios 1517-1600 habrian pasado a las Indias 21.365 peninsulares. La cifra es importante porque en una primera etapa solo podian emigrar los subditos de la Corona de Castilla (1987: 85). Esto significa que un sujeto europeo tendria que convivir diariamente con miles de miembros de otros grupos culturales coloniales (indigenas, africanos, criollos), dando forma a un ambiente social y cultural en el que la asimilacion podria producirse de forma inconsciente. Otra parte de estos primeros europeos engloban el grupo de lo que se ha denominado criollos resentidos,20 y esta constituido por las dos primeras generaciones de criollos que sufi‘ieron las consecuencias de la eliminacién de las encomiendas por la promulgacién de las Leyes Nuevas en 1542. Segun Antony Padgen, e1 numero de estos individuos era de aproximadamente 733 en el México de 1604, y sugiere que habria alrededor de 500 en el Peru de la misma época (1987: 56). 34 Pero antes de acercarme a estos sectores cada vez mas amplios, conviene aclarar que la Corona espafiola intenté prevenir la adaptacién a1 medio americano de sus burocratas. Por esta razén, promulgo una serie de normas cada vez mas restrictivas relacionadas con aspectos de la vida en las colonias: 1a duracién de la estancia en America no podia ser superior a seis afios, se les prohibia casarse, poseer bienes y dedicarse a negocios. El objetivo de estas medidas era aislarlos del resto de la poblacion cuya influencia sobre los peninsulares se temia (Konetzke, 1953). Todos estos intentos de control resultaron inutiles al quedar invalidados por la necesidad, la complicidad o la indiferencia de las mismas autoridades que debian aplicarlas. E1 proceso de aculturacion de los sujetos europeos que desemboco en la creacién de una identidad propiamente americana tiene dos vertientes para Solange Alberro. La primera es la que afecto no $610 a los peninsulares sino también a la poblacién nativa y fue debida al contacto entre ambos grupos culturales y al aislamiento al que me referia antes, en el caso de los espafioles (1997). Una segunda forma de aculturacién tuvo lugar mas adelante y fue impulsada desde las instituciones creadas para educar a la sociedad colonial surgida tras e1 periodo de asentamiento. En este caso, las estrategias de los eclesiasticos constituidos por metropolitanos primero, y seculares criollos después, fueron un factor a considerar pues a través de su contacto con la gente, vieron las transformaciones sociales y las encauzaron (Alberro 1995). Estas representaciones de lo diferente provocaron la reaccion de los letrados europeos, iniciandose uno de los debates mas reincidentes en la relacion cultural entre Europa y America. También es el punto de partida de uno de los tépicos sociales de la época por el que se decia que los criollos, por crianza y su educacion, compartian muchos 35 de los vicios de los indigenas y pocas de sus cualidades. Uno de los productos de este conflicto cultural se traduce en el surgimiento de la idea de la degeneracio’n criollo,21 que se convirtié en tema del discurso cultural trasatlantico (Gerbi 1973, Brading 1980). Este hecho también se observa en una parte de la critica europea para quien la lengua espafiola parece haber sufrido los efectos de la dejadez tipica de la actitud con la que se desenvuelven los criollos. A51 10 pone de manifiesto Menéndez Pelayo en sus comentarios sobre la produccién poética americana del siglo XVI: para el estudio de la lengua no tiene precio: como gran parte del dialogo es de tono vulgar y aun chocarrero, abunda en idiotismos y maneras de decir familiares, propios del habla de los criollos, y que en vano se buscaria en los monumentos de la poesia culta22 (Menéndez Pelayo 1911-1913: 48). Se pueden encontrar otras muestras de discursos coloniales que subrayan 10s “defectos” de los criollos en la produccién de dos renombrados letrados de la época. La primera es de Guaman Poma quien manifiesta que como los criollos eran amamantados por amas indias o negras terminaban siendo “bravos y soberbios haraganes, mentirosos, jugadores, avarientos, de poca caridad, miserables, tramposos, enemigos de los pobres indios y de espafioles” (Murra, Adomo 1980). Estas mismas ideas eran compartidas por el dominico espafiol fray Reinaldo Lizarraga quien escribe lo siguiente: [...] los hijos de los espafioles que nacen en este reino crianse o crianlos sus padres muy mal con demasiado regalo. .. nacido el pobre muchacho, lo entregan a una india 0 negra borracha que le crie, sucia y mentirosa. .. LComo ha de salir este muchacho? Sacara las inclinaciones que mamé en la leche, y hara lo que hace aquel con quien pace, como cada dia 10 experimentamos (en 1968, 456). 36 Estas dos referencias hacen alusién al argumento sobre la mala Ieche que se usaba para atacar a los sujetos criollos hasta f'males del siglo XVI. Estos son algunos de los aspectos socioculturales que encontré Eslava a su llegada a México en 1558 y con los que vivieron Cristobal de Llerena y Juan de Espinosa Medrano en sus respectivos marcos coloniales. Estos elementos contribuian a construir un entomo de convivencia que dio origen a generaciones de espafioles distintos de los que habia en la metrépolis y que poco a poco empiezan a adelantar peticiones de reconocimiento de su diferencia. E1 discurso criollo es, en parte, una respuesta a esta caracterizacién negativa proyectada en las representaciones de la época por sujetos vinculados a1 poder espafiol dominante y/o a sus propios intereses grupales. 1.1.4 La herencia cultural europea. Otro aspecto muy importante que influye en la formacic'm del criollo radica en la presencia de elementos culturales europeos en el Nuevo Mundo, especialmente en lo que se refiere a1 acceso a materiales escritos. La relacién que existia entre la Peninsula y America afecté directamente al comercio de libros entre ambos lados del Atlantico. Durante los siglos XVI y XVII estuvieron vigentes numerosas prohibiciones a este transito dc material intelectual. Por ejemplo, encontramos una muestra de estas restricciones en las leyes del periodo. Algunas hacen referencia al permiso para imprimir libros, como ésta de 1556 y 1560: Ley primera. Que no le imprima libro de Indias [in [er vilto y aprobado por el Conlejo. [...] no conlientan ni permitan que le imprima, ni venda ningun libro, que trate de materias de Indias, no teniendo elpecial licencia delpachada por nueltro Conlejo Real de las Indias, y hagan recoger, recojan y remitan con 37 brevedad a 61 todos los que hallaren, y ningun Imprell or, ni Librero los imprima, tenga, ni venda; y Ii llegaren a [u poder, los entregue luego en nueltro Conlejo, para que [can viltos y examinados, pena de que el Imprello, 6 Librero, que los tuviere, 6 vendiere, por el milrno calo incurra en pena de docientas mil maravedis, y perdimiento de la imprell ion y inltrumentos de e11a(Paredes 1681, 124). También se intent6 regular el comercio de libros entre Europa y America como expresa esta ley de 1560 sobre la obligaci6n de pedir permiso para la circulaci6n de materiales escritos: Que ninguna perlona pueda paliar a las Indias libros imprellos, que u'aten de materias de Indias [in licencia del Conlejo. Otrosi Ninguna perlona de qualquier eltado y calidad que 1 ea, pueda paliar, ni palle a las Indias ningun libro imprello, 6 que [e imprimiere en nueltros Reynos, 6 los e1 trangeros, que pertenezca a materias de Indias, 6 trate de ellas, [in 1 er vilto y aprobado por el dicho nueltro Conlejo, y teniendo licencia en la forma contenida en la ley antes de elta, pena de perdimiento de el libro, y cincuenta mil maravedis para nueltra Camara y Filco (Paredes 1681, 124). Sin embargo, los investigadores ya han demostrado que el cumplimiento de estas leyes era muy incompleto. A esta conclusi6n llega Rodriguez Marin cuando analiza con detalle las reales cédulas de 1531 y de 1543 por las que se prohibia que pasaran a America 103 libros de caballerias y todos los de materias profanas y fabulosas e historias fingidas. Observa también que en los registros de 1600 las obras de Mateo Aleman eran muy conocidas, al igual que los libros de caballerias (como el Quijote, que aparece en América cinco o seis semanas después de haber salido a la luz publica en la Peninsula). En la 38 practica, los libros prohibidos eran aquellos que cuestionaban los principios religiosos defendidos por los grupos dominantes y que ha habian sido censurados, y los que se relacionaban con aspectos de “América”: “los que eran dafiosos para la fe y el dogma, comprendidos en los indices eclesiasticos, y los tocantes a cosas de Indias; que en cuanto a éstos si se cumplian con rigos las prohibiciones del orden civil” (Marin 1911: 31). Este investigador sefiala que mas adelante la persecuci6n se agravaba para “América” cuando en los libros se hablaba con deshonor de los primeros conquistadores. Lohman Villena e Irving Leonard también han investigado los decretos reales y las listas de libros que llegaron a America. Sus aportaciones nos permiten conocer e1 tipo de material a1 que podian acceder todos aquellos que supieran leer espafiol y/o latin, como es el grupo de los letrados criollos. Lohman Villena también “América” estaba prohibida: aquellos que ya estaban prohibidos en la Peninsula y centros de poder europeos relacionados con el Imperio espafiol, y los que se relacionaban con asuntos de Indias. Del primer grupo, destacan los que tenian un contenido perjudicial para las instituciones sociales y para la Monarquia; en el grupo de los segundos, habia los que trataban de temas hist6ricos, geografia, o la vida en las Indias. Sin embargo, de su investigaci6n, concluye que las restricciones no tuvieron un alcance dramatico: “no era la legislacién tan severa como han pretendido demostrarlo escritores interesados o malinformados” (1944: 23 1).23 Irving Leonard por su parte, después de examinar los decretos reales, sostiene que el objetivo principal de las autoridades no era irnpedir que los espafioles y los criollos leyesen obras de ficci6n, sino evitar que los indigenas lo hicieran (1953: 94).24 A continuacién, ofrece una lista de los libros con mas éxito en “América”, entre los que 39 menciona La Celestina, La vida del Lazarillo de T ormes, el Guzmén de Alfarache, e1 teatro de Lope de Rueda, de Juan de la Cueva y de Lope. Asi pues, vemos que, entre otros géneros, el teatro peninsular esta ampliamente representado en este intercambio y que el grupo de criollos tenia acceso legal a este tipo de materiales. De estos comentarios, se puede deducir err6neamente que la difusi6n cultural se limit6 a circular exclusivamente por manos de la minoria letrada que a su vez, recogia, interpretaba y creaba nuevos conocimientos. Francisco de Solano advierte de esta falsa suposici6n cuando reflexiona sobre otras vias que se usaban en esta época para compartir informaci6n. Este critico especifica que ademas de la lista tradicional de suj etos coloniales (colonizados y colonizadores) que tenian acceso directo a los libros como el clero, la nobleza, el grupo de profesionales (bur6cratas, letrados, notarios, médicos, arquitectos), los mercaderes y grupos de artesanos y criados, también habia amplios sectores de la poblaci6n que no podian leer ni escribir pero que tenian acceso a estas obras por otros medios (1984: 69). John Beverley ha estimado que aproximadamente un ochenta por ciento de la poblaci6n colonial era analfabeta en el siglo XVII (1993: 51). Este porcentaje es muy superior durante e1 siglo XVI si se tiene en cuenta que no todos los peninsulares de origen hablaban una lengua estandar tal y como la entendemos hoy en dia, ademas de que la penetraci6n del espafiol en el sistema cultural colonial era inferior. Aun asi, también esta masa de iletrados pudo acceder a1 contenido de los libros gracias a las tertulias en torno a la lectura en voz alta, la oratoria sagrada, e1 teatro y otros medios. ”25 que durante e1 siglo XVI se dirigia a las Esto contribuy6 a crear una “cultura auditiva masas para su entretenimiento y enseiianza. José Antonio Mazzotti recoge el ejemplo de una de estas tertulias, probablemente reunida alrededor de la figura de don Martin Cortés 40 en la década de 1560 y que contaria con persona] es como Terrazas, Saavedra, Gonzalez de Eslava, Cervantes de Salazar y otros (2000: 151). Debemos considerar pues que a los modos discursivos que circulaban en la sociedad colonial, se les unen los modos provenientes de la tradicion literaria europea y particularmente la peninsular, con los que los letrados criollos estaban familiarizados. Sin embargo, lejos de considerar la producci6n cultural dramatica de esta época y en particular las piezas teatrales en funci6n de su mejor o peor capacidad reproductora de los modelos metropolitanos, se trata de analizar los conflictos y tensiones que subyacen a la literatura del periodo teniedo en cuenta la realidad en la que se producen. Por eso es relevante conocer el acceso que tuvieron los criollos a la cultura occidental pues la creaci6n de discursos esta estrechamente ligada a unas condiciones sociales y politicas, y una determinada formaci6n cultural que se Vivian en las colonias. El acercamiento a las formas discursivas adoptadas por la sociedad colonial esta teniendo mas atenci6n por parte de la critica en los ultimos afios. Para Morafia esta importancia radica en la especificidad americana: el modo especifico en que se organiza una obra determinada, las estrategias discursivas a través de las cuales se nos acerca un determinado mensaje, son inseparables pero discemibles de lo comunicado; un dato no 5610 relevante sino esencial en la interpretaci6n del complejo proceso de producci6n del significado (1994: 31-32). Esta idea indica con claridad que la influencia de la cultura europea en la sociedad colonial del siglo XVI se desarrollaba por cauces culturales concretos y era muy activa. En la cultura colonial hispanoamericana, e1 sector criollo, que es el que ocupa nuestro 41 estudio, es el que tiene mayores posibilidades de elaborar discursos de conciencia colectiva por su cercania a la estructura de poder metropolitana/colonial y por el manejo que llega a alcanzar de los modelos culturales del dominador. Estos factores derivan del lugar aventajado que ocupan los sujetos criollos en la estratificada sociedad colonial como descendientes de los conquistadores y como herederos del legado cultural de la metr6polis. 1.1.5 El letrado criollo. Desde mediados del siglo XVI y durante e1 siglo XVII se van incoporando a los altos estamentos de la sociedad colonial sujetos criollos que se enriquecieron por medio de lucrativas actividades econ6micas como la mineria, e1 comercio o la posesi6n de propiedades rurales. En este proceso, comparten intereses con los bur6cratas de alto rango y a los eclesiasticos peninsulares, clases privilegiadas desde el establecimiento del sistema colonial. Todos ellos configuran un grupo exclusivo que integraba la corte virreinal. Dentro de este grupo minoritario se encontraban, asimismo algunos letrados criollos, profesores de Universidad y de los colegios de ensefianza superior (Bravo Arriaga 2002). Esta heterogeneidad social ha quedado reflejada en las producciones culturales de ese periodo en las que aparecen representados diferentes sujetos en posiciones discursivas de dominaci6n y subordinacién. Un ejemplo lo constituyen los textos dramaticos del espacio colonial hispanoamericano producidos por sujetos criollos en donde se permea su voz. Esta recoge sucesos de la historia y la cultura coloniales, y refleja su mentalidad. Sin embargo, se ignora casi todo de las culturas iniciales a partir de las cuales se desencaden6 e1 proceso aculturador de los criollos. Disponemos de conocimientos parciales y 42 limitados que se relacionan con una parte de la élite criolla y con los grupos dominantes del poder colonial: peninsulares y élites indigenas. A modo de resumen, podemos establecer las siguientes afirmaciones sobre el grupo criollo y sobre su formaci6n cultural. Los letrados de este grupo estudiaron en instituciones dependientes de la Iglesia y por lo tanto, recibian una formaci6n eclesiastica homogénea en todo el Nuevo Mundo. Las diferencias se basaban en la intensidad y la duraci6n de los estudios. En un momento inicial, la educaci6n estaba a manos de los dominicos y los franciscanos. Estos eclesiasticos ensefiaban desde los pérvulos a los doctorandos, y también oficiaban en las iglesias y capillas, predicaban desde los pulpitos, aconsejaban desde el confesionario y participaban en tertulias sociales, amistosas y familiares (Mazzotti 2000: 62-63). Esto significa que los seglares estaban en contacto con grandes sectores de la poblaci6n y que probablemente fueron de los primeros en encontrarse con dificultades a la hora de adaptarse a un medio nuevo. Mas adelante, 1a importancia de la Compafiia de Jesus, que es admitida en el continente en 1570, ha sido destacada por Bolivar Echevarria en la formaci6n del criollo: Desde el cultivo de la élite criolla hasta el manejo de la primera vision hist6rica del capital financiero, pasando por los multiples mecanismos de organizacién de la vida social, la consideraci6n de su presencia es indispensable para comprender el primer esbozo de modernidad vivido por los pueblos del continente (1998: 58). En consecuencia, e1 nacimiento de una conciencia criollo entre un grupo de sujetos americanos, se debi6 también a la influencia de dos factores humanos. Por una parte, e1 proceso de adaptaci6n de conquistadores y colonizadores que hizo que se transforrnaran en individuos y grupos diferentes de los peninsulares. Por otra, el trabajo de los 43 eclesiasticos, quienes movidos por dinamicas complejas fueron capaces de canalizar los anhelos latentes de sus sectores dominantes. El proceso adaptativo de los espafioles establecidos en el virreinato fue de caracter involuntario e inconsciente, pero el que movia la agenda eclesiastica empezé a tener un carécter deliberado, como demuestran las producciones discursivas que examinamos en esta investigaci6n. Para e1 estudio del teatro criollo en particular, no debe prescindirse de los modelos dramaticos que operaban en la literatura espafiola de la época y la preceptiva que la regia. Aunque fueran mejor o peor conocidos y asimilados, esos eran los textos que se leian en America y que inspiraron las creaciones de los escritores criollos. En este sentido, a partir del Renacimiento, resurge un interés por la preceptiva literaria basado sobre todo en las poéticas de Arist6teles y Horacio. A esto, se le afiade 1a especifidad del contexto peninsular, fundamentalmente su manera de conciliar e1 conocimiento clasico, e1 cristiano y un pensamiento medieval caracteristico por la confluencia de pensadores cristianos y autores clasicos muy divulgados durante la Edad Media. Esto se vera en el planteamiento de Eslava, en la pieza analizada de Llerena que contiene con citas directas de Horacio y en la mezcla del discurso biblico y eclesiastico que realiza Espinosa Medrano. En definitiva, el letrado criollo es parte de este grupo cultural de euroamericanos que se veian a si mismos como participantes activos de una cultura relacionada con la europea, pero separada por un océano. Estos nuevos “americanos”, desarrollan su visi6n diferenciada desde el siglo XVI y la recogen por escrito en sus representaciones. Los descendientes de espafioles querian distanciarse fisicamente de la sociedad indigena, pero a\ mismo tiempo se interesaban en su pasado, glorificandolo por momentos. Al mismo 44 tiempo, no veian con buenos ojos a los inmigrantes de la metr6poli pero conservaban su dependencia politica. Para Brading, e1 patriotisrno criollo que se desarrollé de forma gradual fue mas e1 instrumento de una clase que de una naci6n (1991: 322). Se trat6 de un proceso cultural que para Rolena Adomo es inherente a la existencia y al momento de autoreconocimiento de un sujeto. La creaci6n de los discursos de ‘otredad’ en este sentido, se relaciona con la necesidad que el sujeto tiene de diferenciarse jerarquicamente de un ‘otro’ y de marcar el tipo de relaci6n que se da entre ellos (Adomo 1991: 164). Los letrados criollos del XVI empezaron a establecer e1 perfil de su grupo colonial negociando sus representaciones discursivas con otros sectores de la sociedad americana. En resumen, los letrados criollos hiceron el esfuerzo de apropiarse de los modelos metropolitanos pero también reforrnularon éstos en funci6n de su posicionamiento y de sus intereses locales (econ6micos, politicos, culturales, sociales). E1 proceso que llev6 a la consolidaci6n de las practicas discursivas criollas llev6 tiempo y parti6 en un principio de una adaptaci6n al contexto y la diferencia “americanas” de las poéticas metropolitanas. Examinemos en este momento la practica discursiva que centra e1 analisis de esta investigaci6n. 1.1.6 El teatro criollo colonial. El teatro constituye un fen6meno cultural de gran trascendencia en la cultura espafiola del Barroco (1600-1800, si seguimos la cronologia de Maravall) y se desarrolla desde mediados del siglo XVI, en la Peninsula y en America, como una de las primeras formas de cultura dc masas que conocemos en Occidente. El espectaculo en America esta destinado a un publico basicamente urbano y heterogéneo, como resultado de la composicién social de la colonia. 45 Las principales ciudades americanas no se quedaron a1 margen de esta moda iniciada en la Peninsula como indica el hecho de que el teatro criollo se representa en corrales de comedias (construidos a fines del siglo XVI en México y Lima, y en el XVHI en la mayor parte de las grandes ciudades hispanoamericanas). Pero e1 espacio mas comun para los festejos publicos era la calle o la plaza, y en general, aunque los eventos tenian lugar a1 aire libre, también existieron representaciones en el palacio de un Virrey 0 de algun sefior, y en conventos. El tipo de estado absolutista que regia la colonia en el que se fusionaban la autoridad civil con la eclesiastica dificulta el trabajo de distinguir qué festejos son 3610 religiosos de los que se enmarcan en el ambito de lo exclusivamente civil. En palabras de Solange Alberto: Si bien los poderes ya no fueron absolutos ni totalmente de origen divino, lo religioso y lo temporal permanecieron, como en los tiempos antiguos, intimamente ligados, en un sinnumero de fiestas, ceremonias y manifestaciones aparatosas (Alberro 1992: 34). El teatro de los corrales de comedias era financiado por los hospitales -como en Espafia- y, alcanzé una gran popularidad. En Lima habia funciones con gran frecuencia, segun cuenta Lohmann Villena y esta ciudad profesionalizé esta actividad a finales del siglo XVI (Lohmann: 1945). El mismo Cabildo asumi6 la responsabilidad de organizar las actuaciones del Corpus Christi a partir de 1574. El primer corral de comedias de Lima, el de Santo Domingo, habria iniciado sus actividades en 1598 (Lohmann 1945: 67-69). Aunque en un principio las compafiias de actores estaban formadas por espafioles, a éstos se les unieron muy pronto criollos o mestizos. 46 Las preferencias del publico “americano” parecen ser similares a las del publico peninsular hasta el punto que los éxitos metropolitanos reciben una gran acogida. Esto contrasta con la escasa presencia inicial de la tematica indiana 0 local (Garcia-Bedoya: 2000). En el analisis de las causas de esta escasa productividad se han mencionado el poco interés y la arraigada admiraci6n por los dramaturgos espafioles. Mas recientemente, Shelly y Rojo han sugerido otra hip6tesis vinculada con posibles motivaciones econ6micas: “contraria a la situaci6n en Espafia, e1 hacer comedias para ganar dinero no parece haber sido una posibilidad real en las colonias” (1998: 327-328). Las representaciones también estaban patrocinadas por dos instrumentos del aparato imperial: la Iglesia y el sistema administrativo de las colonias. Los dias sefialados para esas representaciones dependian generalmente de las fiestas religiosas (principalmente el dia del Corpus Christi) 0 de importantes acontecimientos para el regimen colonial como la llegada de un personaje notable como un virrey, la toma de posesi6n de un arzobispo o fiestas nuevas. Asi lo indica Pascual Bux6 cuando precisa: Aqui, en las colonias, cuya vida mon6tona apenas si llegaron a turbar las incursiones piratas, las no muy fi'ecuentes rebeliones indigenas y las agrias o solapadas disputas entre los representantes de los poderes civiles y eclesiasticos, esas festividades —civiles y religiosas- tendran la solemnidad e importancia de un acontecimiento nacional. La entrada de un virrey 0 de un arzobispo, la dedicaci6n de un templo, las exequias de un personaje, una conmemoracién religiosa, con sus procesiones, sermones y certamenes, sera, a falta de otra mas decisiva, la 'historia' colonial por muchos afios (1994: 13). 47 Desde la época medieval se instaur6 la fiesta del Corpus Christi para imprimir en el alma de los creyentes el maximo misterio del catolicismo: la presencia sacramental de Dios hecho hombre. E1 festejo se iniciaba con una solemne procesi6n que recorria las calles principales de la ciudad. No faltaban la musica ni los nobles 0 en su defecto los representantes dc las maximas autoridades: los cabildos eclesiastico y civil, e1 virrey, e1 arzobispo, la Audiencia, la Universidad. Todos hacian acto de presencia para transmitir al pueblo la imagen de una sociedad regida por un orden establecido por el mismo Dios. Este comentario de Antonio Rubial Garcia es muy revelador a1 respecto: Con la procesi6n del Corpus, retablo vivo de la sociedad, se afianzaba la idea de que cada estamento representaba un 6rgano del cuerpo social, que era, segun e1 dogma, e1 cuerpo mistico de Cristo. En ella e1 monstruo del pecado, de la herejia, de la idolatria, quedaba vencido y la fe cristiana triunfante (1997: 107). Las piezas teatrales eran frecuentes entre las actividades que formaban parte de la celebraci6n. En general, las obras que se producian para tales ocasiones tenian un marcado caracter religioso fruto del papel preponderante que tenia la Iglesia como elemento ideolégico cohesionador del mundo colonial y como herramienta que servia a los objetivos imperiales para controlar con eficacia a los habitantes de estas tierras. Una muestra de este grupo de piezas lo constituyen los Colgguios de Eslava. Se han identificado para esta época diferentes tipos de teatro: e1 misionero, el indigena y el criollo. De todos ellos, el teatro criollo es el de' mayor proyecci6n hist6rica de toda la producci6n del periodo colonial.“ Aunque la sociedad colonial se caracteriza por su heterogeneidad y es de esperar que el publico asistente a las obras teatrales representara de forma proporcional esta realidad, las producciones escritas criollos tenian 48 como objetivo llegar a un publico muy concreto. Esta audiencia estaba formada por la clase mas influyente de aquella sociedad: los espafioles arraigados en America y sus numerosos descendientes, los criollos (Arrom 1967: 34). También se ha apuntado a la posible presencia de indios cristianizados que podian haberse integrado en los festejos y que eran capaces de desenvolverse hasta cierto punto tanto en néhuatl como en espafiol (Fernandez 1999: 41). Una parte de la critica, se ha aventurado a ser mas especifica en cuanto a la potencial audiencia de las piezas teatrales criollas. Asi, en el contexto de la ciudad de México, para Paul Arranz: el publico a1 que Eslava se dirige y para el que escribe es fimdamentalmente esa masa de tres mil 0 cuatro mil espafioles peninsulares junto 3 otros tantos criollos de habla castellana. Los cuarenta o cincuenta mil indios restantes S610 hablaban nahuatl o estaban en una fase muy incipiente de ser bilingiies (1998: 122). Las cifras indican que en esta época, podia existir un grupo de criollos en una proporci6n numérica muy similar a la de peninsulares. Segun Fernando Benitez, la ciudad de México “poseia menos de cuatro mil vecinos blancos” (1962: 26). Esto apunta a que en la primera mitad del siglo XVI, casi toda la poblaci6n blanca es europea y reune unas caracteristicas particulares que permite considerarlos como un grupo relativamente cohesionado: “segundones sin peculio, despojados en la peninsula de las buenas familias por la instituci6n del mayorazgo, aventureros de cualquier origen social, mucho mas poseidos de fiebre bélica que de preocupaci6n colonizadora. . .” (Bagu 1949: 64). Aunque no es facil establecer una separacién numérica exacta y fiable entre criollos y peninsulares, hay investigadores que han intentado ofrecer un porcentaje de 49 blancos frente a los otros grupos coloniales. Para Solange Alberto, en México ciudad eran e1 0,5% de la poblaci6n total en 1570 y llegaban a1 10% a mediados del siglo XVII (1992: 55). En el resto de México, s6lo las ciudades o 103 poblados contaban con algunos pobladores europeos. For 10 tanto, estamos ante un publico variado, donde es de esperar que la recepci6n de las piezas fuera también diversa segun 1a mentalidad de cada espectador/sector colonial. Dentro de esta diversidad, empiezan a distinguirse grupos homogéneamente culturales que se pueden identificar con los temas y situaciones representadas en las piezas teatrales. 1.1 Un acercamiento postcolonial a los siglos XVI-XVII. 1.2.1 Conceptos iniciales: “Postcolonialismo”, “Subalternidad”. El punto de partida te6rico para nuestro acercamiento a los textos dramaticos seleccionados es el ofrecido por los estudios postcoloniales. Para Castro-Klarén este marco te6rico se define como una deconstrucci6n de las grandes narrativas con las que el imperio britanico constituy6 e institucionalizé su hegemonia en las colonias. Desde esta linea, el postcolonialismo pretende examinar las estrategias de resistencia, acomodo, reproducci6n, burla y apropiaci6n de los aparatos discursivos utilizados por el binomio “yo”/”otro” en sus practicas culturales en ambitos coloniales (Zevallos-Aguilar 1996). Desde e1 espacio discursivo postcolonial hindu Anshuman Prasad establece e1 objetivo de la teoria y la critica postcoloniales. Para él, representan: an attempt to investigate the complex and deeply fraught dynamics of modern Western colonialism and anticolonial resistance, and the ongoing significance of the colonial encounter for people’s lives both in the West and the non-West (2003:5y 50 Esto demuestra e1 interés de este marco te6rico por recoger la problematica de las voces resistentes a la dominaci6n imperial dentro del amplio marco que abarcan los imperios coloniales por toda la geografia del planeta. De entre estas voces, para este proyecto hemos seleccionado a tres autores letrados criollos de la época colonial en Hispanoamérica. E1 postcolonialismo no constituye una teoria unitaria y sistematica sino que ofrece una serie de posiciones politicas y te6ricas que usa conceptos y perspectivas epistemol6gicas derivadas de un grupo variado de ambitos académicos. Esto se ha traducido en numerosos debates intemos, conflictos y heterogeneidades dentro del postcolonialismo. Una de las areas de trabajo que se situan a la vanguardia del estudio de las sociedades postcoloniales esta constituida por los Estudios Subaltemos. En lineas generales, los integrantes del Proyecto de Estudios Subaltemistas Latinoamericanos se declaran preparados para proponer una nueva forma de pensar que sea capaz de reinterpretar, reflexionar y ofrecer posibilidades de actuaci6n sobre el marco constitutivo de las sociedades latinoamericanas contemporaneas y su problematica (LASSG 1993: 110). De entre sus caracteristicas destacan e1 caracter atemporal de su ambito de estudio (los grupos dominantes y subaltemos han existido siempre), y estratégico que define la perspectiva subaltemista. Ademas, han declarado su intenci6n manifiesta de reflexionar sobre cultura (literatura), politica y el poder de los grupos dominantes para contribuir a aumentar e1 valor de la critica que esta en proceso de “revoluci6n constante” (Rodriguez “The Latinamerican”, 41). Este acercamiento ayuda a comprender 1a situaci6n dc cambio permanente que caracteriza a las sociedades y permite interpretar las producciones culturales que reflejan estos cambios. 51 La mirada que ofrece el posicionamiento subaltemista proporciona las herramientas y metodologia para una interpretaci6n de los discursos y modos discursivos culturales en relaci6n con el marco politico en el que surgen. El analisis de la relaci6n entre los procesos literarios y otros procesos que conforman las sociedades (econ6micos, hist6ricos, politicos) es clave para entender que todos estos elementos integran un sistema unico. En este marco te6rico, e1 término “discurso” adquiere connotaciones amplias y merece un poco de atenci6n. Para Weedon, "discurso’: “[refers to] ways of constituting knowledge, together with the social practices, forms of subjectivity and power relations which inhere in such knowledges and the relations between them” (1997: 105). El término “knowledge” de la defmici6n anterior, se refiere tanto a1 conocimiento académico como a1 no académico, relacionado con todas las esferas de la vida (cultural, social, politica, econ6mica, religiosa, etc). For medio de esta relaci6n, el postcolonialismo llama la atenci6n sobre las relaciones que surgen entre la cultura y el poder. En particular, en sus reflexiones sobre esta relaci6n, Anita Loomba habla de este cruce de intereses a1 referirse al objeto de estudio de los postcolonialistas: “[the] intersection of ideas and institutions, knowledge and power” (1998: 54). Este factor se constituye en la clave que proponemos para interpretar el discurso criollo en el teatro colonial hispanoamericano. Es de este vinculo entre e1 poder y el conocimiento de donde surgen las posiciones de dominaci6n y subalternidad que caracterizan la situaci6n colonial de los criollos respecto a los grupos dominantes. Para el propésito de la investigaci6n, repetimos aqui 1a definicién de “subalternidad” que Gyan Prakash27 plante6 para su tratamiento del contexto colonial hindu porque posee un carécter abstracto que me permite utilizarla como instrumento 52 estratégico: “una abstracci6n usada para identificar lo intratable que emerge dentro de un sistema dominante X, y que significa aquello de lo que el discurso dominante no puede apropiarse completamente, una otredad que resiste ser encasilla ” (Rodriguez “Convergencia”, 7). Como hemos apuntado, la posici6n del grupo criollo que esta oprimido, contribuy6 a generar una conciencia descontenta y en algunos casos, reivindicativa que es preludio de la intensa actividad politica independentista de los siglos XVIII y XIX.28 1.2.2 Las bases te6rico-metod016gicas de los estudios subaltemos: Gramsci, Derrida, Foucault y Guha. El postcolonialismo comparte con los Estudios Subaltemos la herencia intelectual de Foucault y Derrida y Gramsci. Del primero recoge sobre todo su interés por buscar e1 origen del sujeto dentro de la modernidad y cémo se dispersa posteriormente en discursos. Ademas, asimila sus planteamientos sobre el poder y su forma de actuar, por la que se hacen visibles las contradicciones intrinsecas a la posici6n del sujeto, en especial cuando es contrastado con la imagen que presenta en sus diferentes interacciones con los complejas mecanismos de poder que existen en la modernidad (Foucault 1973). De Derrida, se adapta la idea de que el sujeto se presenta como una categoria dispersa, fragmentada. De ahi que los pensamientos y el conocimiento que expresa e1 sujeto pueden ser deconstruidos interminablemente (Derrida 1976, 49-50). También se recuperan las aportaciones postmarxistas de Antonio Gramsci. Este intelectual italiano de principios del siglo XX, reflexioné sobre la situaci6n de desequilibrio que existia entre el Norte de Italia (industrializado, fundamentalmente urbano y rico), y el Sur (basado en una economia agricola, rural y pobre).29 De sus escritos provienen términos como ”30 “subalterno”, “hegemonia” y “grupos subaltemos que mas adelante retomaran los 53 31 Ranajit Guha retoma estos te6ricos y los criticos postcoloniales subalternistas. conceptos en los afios 80 y los reinterpreta en su acercamiento a la historiografia hindu, aportando reflexiones sobre conceptos clave como el de agencia, en el sentido de si las clases subalternas pueden tener protagonismo en su propio devenir hist6rico. Del intercambio entre e1 Grupo Subaltemista hindu con latinoamericanistas, nace en la ultima década del siglo XX e1 Proyecto Subaltemista Latinoamericano. Con esta base te6rica de fondo (Foucault, Derrida, Gramsci y Guha),32 la critica subalternista construye reflexiones que revelan la heterogénea estructura de poder de los sistemas imperialistas y de dominaci6n y su relaci6n con la cultura.33 Para Ileana Rodriguez: with Derrida and Foucault on the methodological side and Gramsci and Guha on the political — the question is not one of privileging the political over the cultural but precisely the opposite: of demonstrating the impossibility of disengaging one form of representation from the other” (2001a: 6). De esta forma se vinculan los procesos politicos a los culturales, como partes integrantes de un sistema unico. La teorizaci6n politica de Gramsci es clave en este momento. En palabras de Ileana Rodriguez: “his work marks the moment of the slippage of culture and the history of the subaltem classes into politics” (2001: 6). Esta relaci6n apunta a1 vinculo del poder que distancia a los grupos dominantes de los dominados. Este aspecto influye en el caracter interdisciplinario que sostiene la base epistemolégica de los estudios subaltemos y permite que se crucen lecturas entre criticos y te6ricos literarios con productores de otros discursos (politicos, econ6micos, sociolégicos, etc). 54 Por ultimo, la teoria y la critica que aporta 1a perspectiva subalternista y sobre la que se basa este proyecto aportara conexiones que pueden contribuir a la construcci6n de lo que Antony Higgins ha denominado “e1 archivo criollo”.34 Este critico sigue en parte la noci6n de archivo que plantea Foucault con la que designa un amplio abanico de textos, instituciones y practicas que emergen en la constituci6n de la modernidad europea occidental.35 Mi aportaci6n a la constituci6n de este archivo consiste en analizar textos dramaticos de tres letrados, representantes de la naciente cultura criolla, cuya cosmovisi6n refleja los intereses de su grupo y su forma de ver el mundo. En cierta forma Eslava, Llerena y Espinosa Medrano se erigen en agentes de la historia cultural “hispanoamericana” modema desde su periodo colonial.36 Este acercamiento propuesto desde el marco te6rico y critico del postcolonialismo ofrece las herramientas 6ptimas para una reevaluaci6n de producciones culturales creadas bajo regimenes coloniales.37 Desde esta vanguardia continuamos expandiendo e1 proceso de comprensi6n de la cultura elaborada bajo el sistema imperial espafiol en America. Aunque el marco del que ha surgido el subaltemismo corresponde con otro modelo imperial (e1 inglés en el subcontinente indio), pensamos que ofrece un marco te6rico e instrumentos de reflexi6n provechosos para incitar a la reflexi6n y el analisis critico de representaciones culturales producidas en otros marcos coloniales como el “hispanoamericano”. La revisi6n de la historia y de las producciones y practicas culturales que promueve el proyecto subalternista de reinterpretacién tiene varios objetivos. Para Ileana Rodriguez, uno de ellos es: “to stand up (...) and enable the small and silenced voice of history -the subaltem voice- to be heard again” (2001: 8). También 55 implica un esfuerzo por dejar en la periferia al centro de poder y dominancia tradicional que es Europa. Este es otro aspecto que espero poder confirmar con este estudio y esta relacionado con el debate que existe en la critica sobre la asimilaci6n de la cultura europea por parte de los criollos. Si puedo demostrar que este grupo colonial presenta mensajes contestatarios en sus discursos dramaticos, entonces se puede concluir que su actitud no fue pasiva, de meros receptores, sino que muestra un interés creador de productos culturales diferenciados. A través de los textos, espero poder demostrar que la relaci6n entre la Peninsula y sus colonias no es percibida como unidireccional desde el lado americano (la Peninsula impone formas de cultura en las Indias), ni como exclusivamente bipolar (entre la Peninsula e Indias). En particular, pienso que en los dominios del imperio espafiol se desarrollaron con el tiempo varios centros culturales y habia una activa circulaci6n de ideas y modelos entre ellos. Por consiguiente, este proyecto examina el origen del pensamiento criollo surgido gradualmente como resultado del colonialismo espafiol de los siglos XVI y XVII: c6mo emerge, qué lo caracteriza, en qué elementos se apoya, y permita explorar c6mo se crea esta discursividad en su interacci6n constante con las manifiestaciones de otros grupos y sujetos culturales subaltemos y/o dominantes.38 En su trabajo sobre el efecto de la conquista en las poblaciones indigenas, Nathan Wachtel sostiene que después del caos inicial, la historia de la sociedad colonial se caracteriza por transitar por un largo proceso de reintegraci6n econ6mico, social, politico e ideolégico, que adquiri6 distintos rasgos en funci6n de los diferentes factores locales. Para Wachtel: “depending on the pre-Columbian inheritance and on the strength of the 56 opposing parties, the process assumed very different forms: syncretism, resistance, interbreeding, hispanicization” (1984: 248). Esta situaci6n indica la complejidad de las negociaciones que existian en el momento en el que los criollos entran a formar parte del puzzle colonial. Entre la cultura espafiola dominante y la dominada cultura indigena, se desenvuelve el papel desempefiado por estos tres letrados. Su actuaci6n por medio de sus producciones culturales demuestra que ellos también son conscientes de la tragica experiencia de lo que Wachtel llama “desestructuraci6n” (W achtel 1994) que caracteriza a la colonia reflejando ésta en sus textos. 57 N OTAS 1 Juan de Espinosa Medrano, Apologético [1661]. (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1982), 17. La cita completa dice: “z,qué puede haber bueno en las Indias? éQué puede haber que contente a los europeos, que desta suerte dudan? Sétiros nos juzgan, tritones nos presumen, que brutos de ahna, en vano se alientan a desmentirnos mascaras de humanidad. Perdono lo que me cabe; no me atrevo a1 desengafio; embargo si las estimaciones; harto es, que hablemos: mucho valdria Papagayo, que tanto parlase [. . .]”, y esta situada al final de los parrafos dedicados Al lector. En estas lineas, e1 Lunarejo responde ir6nicamente a1 discurso de la dominancia imperial que construye una imagen desfigurada de América. Utiliza para ello imagenes de la tradici6n literaria occidental y de las cr6nicas de Indias en las que se manifiesta la hibridez de su discurso americano. Mariano Pic6n Salas acufi6 e1 término Barroco de Indias en su libro De la conquista_a_la_ independencia (1944), para referirse a los modos discursivos americanos como el que crea Espinosa Medrano. El Papagayo al que hace referencia al final, es uno de los simbolos usados para representar al continente americano. Su menci6n aqui, alude a1 intelectual de América que aunque produce discursos (puede hablar), es considerado por los grupos culturales dominantes un simple reflejo de lo que sucede en la metropolis (no se le escucha). Este fragmento indica la existencia de una conciencia subaltema diferente de la imperial dominante que viene de Espafia, y a la que esta dispuesta a desafiar en su propio terreno y con sus mismas armas: e1 debate cultural. Por ejemplo, conquistadores y encomenderos frustrados como demuestra en sus trabajos Bernard Lavallé y mas recientemente David Brading. 3 Recogido bajo la entrada “letra”. Se les puede considerar como el antecedente de los intelectuales de nuestra época, con sus caracteristicas propias producto de formar parte de la especifidad colonial hispanoamericana. Sevastian de Covarrubias, Tesoro de la Lengua CasteIIana o Espafiola. Edici6n de Martin de Riquer (Barcelona: Horta S.A, 1943), 763. Sigue la impresi6n de 1611 con las adiciones de Benito Remigio Noydens publicadas en la impresi6n de 1674. 4 Ong, 1982; Mignolo 1988; Poupeney y Chac6n, 2002. 5 Esto se puede observar en el trabajo de una parte de los sujetos productores de cultura que se valen de otros medios como la transmisién oral, o la escritura no alfabética- occidental. Aunque estos agentes crean cultura, el resultado carece de la capacidad que manifiesta la producci6n cultural criolla escrita porque ésta se transmite por medio de la tecnologia de los grupos hegem6nicos/dominantes. 6 Diccionario de Autoridades. (Madrid: Imprenta de Francisco del Hierro: 1726). 7 Al contrario de lo que recogen algunas referencias a1 particularismo del México colonial que se encuentran desde fecha temprana en las cr6nicas y otras fuentes culturales coloniales. 8 También se ha comentado este aspecto de adquirir el caracter criollo en una parte parte de los estudios sociales centrados en la época de la conquista. Para José Pascual Bux6 destaca e1 surgimiento de algo que ha denominado “la transformacién siquica y social sufrida por los hombres de la Conquista” (1994: 7). Este cambio es el resultado del esfuerzo realizado por los conquistadores en su intento de adaptarse a1 Nuevo Mundo 58 para alcanzar una condici6n social y econ6mica superior de la que no podian disfrutar en la Peninsula. Cuando ese esfuerzo no se ve recompensado produce e1 resentimiento de los conquistadores y los primeros pobladores europeos hacia los peninsulares que han alcanzado una posici6n de privilegio social y/o econ6mico sin otros méritos que su origen o condici6n (generalrnente nobles). Algunos europeos se sienten apartados de forma arbitraria de los grandes beneficios de participar en la conquista del nuevo territorio. En esta realidad coinciden los intereses de denuncia de estos peninsulares con los de los sujetos criollos, y necesitaba de un término apropiado: un espiritu criollo que reivindica cambios en el sistema. 9 Esta caracterizaci6n tan significativa fue suprimida por la censura del Consejo de Indias del original y no fue reimpresa hasta la edici6n del afio 1894 (Arrom 1971: 13). Disponemos de otro comentario de Juan de Cérdenas, médico sevillano residente en Mexico, que en 1591 declara su deseo de “dar muestra y testimonio cierto [. . .] del agudo trascendido y delicado ingenio” de los nacidos en Indias y, cuando los compara con los recién llegados de la Peninsula, manifiesta: “No hay hombre, por ignorante que sea, que luego no eche de ver cual sea cachupin, y cual nacido en Indias” ([1591] 1913: libro III, cap. 2: 159-160). Y fmahnente, del Padre José de Acosta son estos dos comentarios. El primero es de 1590 y en 61, Acosta emplea e1 término criollo para referirse a los “criollos (como alla llaman a los nacidos de espafioles en Indias)” ([1590] 1940, libro IV cap.25). El segundo permite observar que Acosta registra la misma perspectiva que empezaban a desarrollar los criollos. Sin embargo, es posible que esta similitud en la forma de mirar se deba a los muchos afios que pasé entre ellos. Dice Acosta en 1591: “Lo mismo ha acaecido en otras cosas, que pensando los nuestros que todo es superstici6n, han perdido muchas memorias de cosas antiguas y ocultas que pudieran no poco aprovechar. Esto sucede de un celo necio, que sin saber, ni aun querer saber, las cosas de los indios, a carga cerrada dicen que todas son hechicerias, y que éstos son unos borrachos, que qué pueden saber ni entender” (Mexico: 1940 lib. VI cap. 7, 461). 10 En un intento por identificar a los diferentes pobladores peninsulares y a los primeros euroamericanos del grupo dominante, José Juan Arrom ha identificado en su Esguema generacml de lasJetgts hispanoamericanas a una serie de “grupos caracterizadores” que protagonizan las generaciones del Nuevo Mundo (1963: 19). Para nuestra propuesta de trabajo nos interesan sus comentarios sobre el grupo de los criollos, pues éste no existia antes de la llegada de los europeos a America. En su analisis, Arrom establece que la primera poblaci6n criollo se corresponde con la generaci6n de 1564-1594, después de tres generaciones en las que los papeles principales eran desarrollados por descubridores, 1474-1504; conquistadores, 1504-1534; y fundadores, 1534-1564. Es decir, para este critico los criollos son descendientes de los peninsulares en America. A continuaci6n enumera a una serie de autores y producciones literarias de naturaleza criolla que contribuyen a configurar una cosmovisi6n diferente de la europea. De entre los escritores menciona (los ordeno cronolégicamente), a F emdn Gonzcilez de Eslava (pese a su origen peninsular), Juan Suarez de Peralta, fray Diego Duran, Blas Valera, el Inca Garcilaso, Cristébal de Llerena, Juan de Tovar y Juan Pérez Ramirez (39-42).10 11 Asi lo recoge Espinosa Medrano a modo de denuncia en los parrafos Al lector de su Apologético. 59 ‘2 Podemos observar este debate a1 comparar dos estudios de reciente publicaci6n: Escritura e identidad criollas (1994), y La formaci6n de la cultura virreinal. 1. La etapa inicial (2000). El primero de Carmen de Mora, no trata las cuestiones te6ricas que para nosotros son clave aunque si incorpora una gran parte de la terminologia que estamos describiendo. Es uno de los primeros estudios comprensivos sobre las modalidades discursivas en la prosa barroca hispanoamericana y se centra en un analisis literario de fuentes, influencias e interpretaci6n. E1 segundo estudio, una compilaci6n dc Karl Kohut y Sonia Rose, presenta un completo y bien delimitado marco te6rico en el que justifican el uso del término «virreinal» porque para los dos expertos "permite escapar de la bipolaridad determinista que conlleva «colonial»", y enmarcan su estudio dentro de "una nueva actitud de asimilaci6n de lo colonial dentro de la memoria nacional" que explican esta en proceso de desarrollo en la academia latinoamericana (8). 13 Aunque este critico 1a aplic6 al marco colonial hindu es muy apr0piada para mi tratamiento del marco hispanoamericano porque posee un caracter abstracto que me p4ermite utilizarla como instrumento estratégico. Para unas productivas reflexiones en este tema se puede consultar Martin Lienhard, La Voz y su huella. (Lima: Horizonte, 1992). ‘5 Traducci6n de la expresi6n “in-between” en su original inglés. ’6 Entre las transformaciones que se van incorporando a la administracién de los virreinatos esta la implantaci6n progresiva de una burocracia de origen peninsular, con frecuencia perteneciente a la nobleza, y otra indiana que a partir del siglo XVII empieza a adquirir también titulos de nobleza. Los criollos predominan en las profesiones liberales, el clero y la burocracia. En Guillermo Céspedes del Castillo, “América Hispanica (1492- 1898)”, de Historia de Espar'ia (Barcelona: Labor, 1980). ‘7 Por ejemplo, 1a autoridad de testigos de vista se presenta como una fuente de autoridad qsue permea las cr6nicas de esta época. Sigo la traducci6n del ensayo de Edward Baker que reproduce Calibban and other Essays (1989), con pr610go de Frederic Jameson. 19 Me ha parecido apropiado extrapolar estos comentarios del debate en el que inicialmente fueron propuestos. 2° El término lo usan Fernando Benitez (1962) y Margarita Pena (1992) 21 Algunos de los defectos que se atribuyen a los criollos en esta época son: pereza, holgazaneria, ociosidad, molicie, abandono, la falta de previsi6n y cuidado, e1 descuido, la inercia, la inestabilidad. Ademas de lujuria, lascivia, el gusto desmesurado por el deleite, la hipocresia y la mentira. 22 El énfasis es mio. 23 Especificamente cita para el Peru noticias de representaciones de las siguientes obras: Auto de la gula, Auto de Abraham, Audiencia del alma, F igura del mand, auto de cuando Dios se aparecié a los discipulos en el camino de Emails. 24 Para Jean Franco, 1a raz6n estriba en que los indigenas debian ser mantenidos a1 margen de una literatura de ficci6n que podia hacerles dudar sobre las verdades religiosas. En An introduction to Spanish- American literature, 1975, 19. 25 El concepto es recogido por Wlad Godzich y Nicholas Spadaccini de sus lecturas del critico Luiz Costa Lima. 60 26 Los criticos suelen separar las representaciones de la época en tres grupos: las de teatro misionero, las de teatro escolar y las de teatro criollo. Para una discusi6n preliminar sobre esta tipologia y sus limitaciones, se puede consultar a Kathleen Shelly y Grinor Rojo. 27 Prakash ha empleado este término en su acercamiento a la historiografia hindu para caracterizar la relaci6n de hegemonia-subaltemidad que existe entre Inglaterra y la India durante su periodo imperial-colonial. Este especialista participa en un proyecto mas amplio del que forman parte un grupo de criticos/te6ricos agrupados en el Grupo de Estudios Subaltemos hindues que empez6 una serie de publicaciones regulares desde 1982 sobre la situaci6n colonial/postcolonial hindu. 28 También es caracteristicamente americana segun Solange Alberro, para quien se pueden distinguir dos vertientes principales en el proceso evolutivo que desemboca en una toma de conciencia de una identidad propiamente americana. Una "corresponde sin duda a lo que podemos considerar 1a adaptaci6n de los conquistadores primero y luego de los colonizadores a1 medio local, que tuvo un caracter casi siempre involuntario, inconsciente e inevitable", en José Antonio Mazzotti, Agencias criollas. La ambiguedad “colonial ” en las letras hispanoamericanas (Pittsburgh: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2000: 56). Para un estudio mas concreto del tema ver Alberro 1992. La otra vertiente, de la que me ocupo en esta tesis, se centra en uno de los sectores de la élite colonial, en particular los letrados -los 'intelectuales' del siglo XX-XXI-, que en la época colonial hispanoamericana eran mayoritariamente eclesiasticos. Para mas referencias sobre esta relaci6n entre el saber y lo religioso, ver Alberro 1995, 1999, 2000. 29 Para José Rabasa, los postulados de Gramsci que se relacionan con la cultura y politica estan inevitablemente influidos por su mentalidad europea occidental, de ahi que haya privilegiado “Western conceptions of knowledge, art and ethics -evidently, of History”, en Ileana Rodriguez. The Latin American Subaltern Studies Reader. (Durham y London: Duke UP, 2001), 196. 3° Gramsci utiliz6 el vocablo “subaltemo” por primera vez en sus Apuntes sobre la Historia de Italia. Para José Rabasa, sus escritos son precursores del concepto de “hegemonia” como un nuevo modo de entender e1 término ideologia y su significacién. Para este critico latinoamericanista, las lecturas de Gramsci en Latinoamérica tienen una larga historia y menciona entre los pioneros a Laclau y su obra temprana Politics and Ideology (1977). 3‘ Aqui José Rabasa llama la atenci6n sobre "las transformaciones que el concepto de subalterno ha pasado segun ha viajado (geograficamente e hist6ricamente) de Italia 3 Latinoamérica", en Ileana Rodriguez. The Latin American Subaltern Studies Reader. (Durham y London: Duke UP, 2001), 195 (mi traducci6n). 32 Estos son los dos pares de caballos que para Florencia Mallon guian los estudios subaltemos (1994). 33 A partir de este punto se distancia también el latinoamericanista Walter Mignolo para romper esta concepci6n de conocimiento y cultura eurocéntricas que le lleva a elaborar conceptos como el de “modos discursivos”. Con esta abstracci6n, herencia del deconstruccionismo derridiano por el que desconfiamos de la situaci6n de privilegio que se ha dado a1 texto escrito, Mignolo expande el término discurso en los afios 80 a todas ‘ las representaciones textuales o no textuales como la transmisi6n oral o la escritura en simbolos no alfabéticos-occidentales. 61 3" Aunque e1 analisis de Higgins se centra en dos textos del siglo XVIII, su acercamiento al tema puede considerarse como un marco de referencia para estudios sobre discursos criollistas como asi lo sugiere mi investigaci6n. 35 Foucault flexibiliza e1 significado de la palabra archive para proponer un sentido que va mas alla de la colecci6n de libros y manuscritos (Archaeology 169-173). Cuando aplica este término a su investigaci6n sobre los criollos, Higgins se sirve del concepto para teorizar el proceso de formaci6n de una red de intelectuales e instituciones que producen textos sobre la historia de México y su naturaleza. En este sentido, este archivo pretende recoger todos los aspectos relacionados con la cultura criolla, desde la instancia de producci6n (genealogia, influencias, géneros, agentes-autores, temas, tratamiento de sujetos), hasta las reflexiones sobre su variada recepci6n por parte de los diferentes sujetos/grupos y por los criticos y los te6ricos que se han acercado a este acerbo cultural. 3" En el arnbito de las modalidades discursivas en la prosa barroca hispanoamericana, Carmen de Mora ofrece uno de los primeros estudios comprensivos con especial atenci6n a los discursos criollos, en Escritura e identidad criollas: Modalidades discursivas en la prosa hispanoamericana del siglo XVII. (New York-Amsterdam: Rodopi B.V., 2001). En el mundo académico, se suele aceptar el libro de Edward W.Said, Orientalismo (New York: Random, 1978), como el texto fundacional de la critica postcolonialista, aunque se observan antecedentes en la obra de Aimé Cesaire, Franz Fanon o Mahatma Gandhi. Para una lista mas exhaustiva ver Prasad (“Postcolonial” 7). En cuanto a teoria postcolonialista, Gayatri Chakravorty Spivak y Homi Bhabha son referentes basicos en su relectura de los fi16sofos franceses de la segunda mitad del siglo XX. Algunos antecedentes para Latinoamérica se pueden encontrar en la obra de Ernesto Laclau e Immanuel Wallerstein, en los afios 70. 38 Las Crénicas recogen numerosos ejemplos de peticiones de remedio 0 de recompensas prometidas pero no satisfechas. Estos textos son particulates del grupo de peninsulares que participaron en la conquista y colonizaci6n inicial. Sin embargo, los criollos no plantean este tipo de discurso. 62 CAPITULO 2 Fernén Gonzalez de Eslava 2.1 Eslava en México: el sujeto colonial, su origen y su posici6n. Un examen de la posici6n que ocupan los sujetos peninsulares, indigenas, criollos y otros grupos etnoculturales en el sistema colonial hispanoamericano aconseja abandonar las generalizaciones sobre sus (auto)representaciones que se han realizado. En el caso concreto de los criollos, es conveniente subrayar la heterogeneidad que existe en el interior de este segmento colonial. Uno de sus sectores, especificamente el de la élite letrado, presenta en sus discursos algunas de las primeras manifestaciones de una subjetividad diferente a la de los otros grupos coloniales. Este es el resultado de la influencia de factores politicos y culturales, asi como a la evoluci6n de cada sujeto en relaci6n a unos intereses locales determinados. Estas manifestaciones criollas se abren camino entre la peninsular dominante y la indigena subaltema y representan una mentalidad diferenciada que, inicialmente, 5610 se formula a medias. La producci6n literaria de algunos sujetos criollos como Fernan Gonzalez de Eslava es un reflejo de esta situaci6n. Por ejemplo, uno de los primeros textos que se conservan tras su llegada a America refleja sin ambigiiedades su adhesi6n a la cultura eurocéntrica cristiana de la que proviene. Pero, después de afios de estancia americana, aparecen en sus obras breves comentarios de critica y desacuerdo contra el grupo dominante espafiol en el virreynato de México. En una ultima etapa de producci6n, se puede observar que Eslava se alia completamente con el descontento criollo cuando pone en escena su Entremés de las alcaba_La_s. Pensamos que las representaciones de Eslava son un exponents del progresivo surgimiento de una identidad americana criolla. 63 Nuestra propuesta sobre Eslava apunta a que se trata de un sujeto criollo aunque no haya nacido en América. Para esta reformulacién del término criollo que $610 consideraba como miembros de este grupo a los sujetos nacidos en America de ascendencia espafiola, sigo e1 planteamiento que articula Bernard Lavallé: “ser criollo, era un hecho que estaba mas ligado a una forma de ser, a una adhesi6n a intereses locales, que a1 nacimiento en tierra americana” (1993, 25). Este mismo autor afiade citando a Jacques Lafaye: “Lo que definia a1 criollo, mas que el lugar de nacimiento era e1 conocimiento del pais y sobre todo la adhesi6n a una ética colonial de la sociedad” (1993, 25). Por lo tanto, defendemos que el perfil de Eslava se corresponde con el de un sujeto colonial que se aleja de la mentalidad europea en la que creci6 y se identifica gradualmente con su cultura de adopci6n americana. Este imaginario cultural del que participa Eslava es diferente del europeo y del indigena aunque en su obra es posible encontrar rasgos que le acercan a ambas culturas. Como vamos a ver, este criollismo inicial esta plagado de vacilaciones y contradicciones cuando se examina la representacién que el sujeto Eslava realiza de los otros grupos coloniales. Esto no evita que se puede rastrear en sus textos una negociaci6n discursiva con la que el autor participa consciente o inconscientemente en la construccién de una subjetividad criolla. Uno de los elementos sobre Eslava que todavia genera controversia entre la critica especializada se relaciona con su caracter de sujeto criollo (Alonso 1940). A pesar del debate se da por seguro que el autor naci6 en Espafia y emigr6 al ‘Nuevo Mundo’ a una edad temprana. Nosotros sostenemos que este hecho es significativo porque permite rastrear una evoluci6n en la subjetividad del autor a lo largo de su carrera literaria. Uno 64 de los resultados de esa doble herencia cultural se manifiesta en la creaci6n de un discurso hibrido que es caracteristico de la época colonial. La critica parece ser unanime en relaci6n a dos fechas para un acercamiento exacto a la biografia de Eslava: e1 afio de su llegada a Mexico y la fecha de su muerte. Sobre sus primeros afios, sin embargo, 5610 he encontrado especulaciones en Eguiara, Icazbalceta y Beristain que reproduce Alonso (1940: 3-4).1 Ante 1a falta de evidencias documentales, la critica ha intentado delimitar su lugar de nacimiento prestando atenci6n a rasgos lingiiisticos que aparecen en su obra. Algunos son de estilo: las rimas de “3” con “2” como indican la existencia de un provincialismo andaluz; otros son fonéticos: 1a aspiraci6n de la “b”; y también hay referentes léxicos como la menci6n a1 Campo de la Tablada del Coloquio XIV (Alonso 1940: 6). Casi al mismo tiempo que Alonso publica su trabajo de investigaci6n sobre la biografia de Eslava, Rojas Garciduefias modifica su opini6n original sobre su lugar de nacimiento. Este critico recoge las dudas que plantean estos argumentos, deja la cuesti6n abierta y probablemente sin soluci6n (1939: 24). La propuesta mas reciente se debe a Margit Frenk, quien sugiere que Eslava naci6 en el reino de Toledo hacia el afio 1534.2 De su viaje a México, parece existir mas consenso entre los criticos, pues tanto Alonso (1940: 41), como Rojas Garciduefias (1958: 18) y Arrom (1967: 38) situan a Eslava en México en 1558. El documento en que esta basado este dato se denomina “Petici6n” (“Carta de Fernan Gonzalez de Eslava”). Este texto no tiene fecha pero fue redactado por Eslava entre los dias 5 y 24 de enero de 1575. El primer dia fue puesto en libertad y el segundo aparece en otro texto donde e1 arzobispo de México, Moya y Contreras hace referencia a esta “Petici6n”. El documento recoge cémo Eslava fue 65 conducido desde la carcel del arzobispado hasta la Casa Real en dia de fiesta y contiene la referencia a la que aludimos sobre el afio de su llegada a México: a veinte dias del mez de diziembre del afio pasado (16 mil y quinientos y setenta y quatro, [...] me llevaron por las calles y placa d'esta cibdad [...] y de la forma dicha me metieron en la carcel arzobispal en un aposento con dos honbres de guarda [...] hasta el dia siguiente, que fué martes dia del bienaventurado [. . .cuando. . .] me llevaron por la calle y placa que va de la carcel arcobispal a la casa real, y como era dia de fiesta avia muncha gente que, viéndome llevar de tal suerte, s'escandalizaron y espantaron y fueron movidos a a grandisima conpasi6n por estar satisfechos de mi ynocencia, porque los mas de los que me vian me avian tratado y conversado desiséis afios a qu'est6 en esta tierra (“Carta de Fernan Gonzalez de Eslava”: folio 1). Como se observa, este fragmento inforrna sobre hechos que tuvieron lugar e1 veinte de diciembre de 1574. Eslava era conducido a la Casa Real y cuando este acontecimiento tenia lugar ya llevaba dieciséis afios en Mexico. Este hecho situa la fecha de su llegada en 1558 aunque se desconoce si lleg6 desde Espafia, o desde otra parte de las colonias americanas.3 La aparici6n de Eslava en America lleva a Rojas Garciduefias a valorar el grado de aculturaci6n al que se vio sometido: “edad lo suficientemente temprana para que el espiritu se asimile a la tierra en que vive, asimilaci6n tanto mas facil en el caso de Gonzalez de Eslava cuanto que su formaci6n intelectual fue seguramente del todo mexicana” (1958: 15). Esto significa que para este critico Eslava habria estado expuesto en Mexico a una educaci6n diferente de que la que recibi6 cuando estaba en Espafia. Su formaci6n americana seria menos europeizada y mas cercana a los sentimientos y forma 66 de pensar de sus coetaneos en la sociedad colonial. Entre este vinculo y su contacto diario con la “otredad” americana, contamos con dos factores que ayudan a formar una mentalidad diferente. Durante estos primeros afios se cree que Eslava se dedic6 al estudio aunque tampoco se sabe qué tipos de oficios desempefi6 exactamente. Hay informacién sobre su actividad como poeta en colaboraci6n con su amigo Francisco Terrazas en el afio 1563. También se sabe que su participaci6n en la vida cultural de México estaba orientada hacia el entretenimiento social. La critica (Icazbalceta, Alonso, Garciduefias) y el propio Eslava recogen que en 1572 ya habia empezado su carrera eclesiastica (“Carta de Eslava a1 Arzobispo Moya de Contreras”). En concreto, se hace referencia a1 hecho de que vestia habitos de clérigo a1 mismo tiempo que seguia estudiando. Es decir, hacia el papel que hoy en dia puede desempefiar un monaguillo, ya que habia recibido las 6rdenes menores y le faltaba poco para ser ordenado sacerdote. Dos afios después, en diciembre de 1574 ya estaba ordenado de evangelio (era sacerdote) y pensaba ordenarse de misa (alcanzar un puesto de presbitero) tan pronto como el arzobispo concediera las 6rdenes. Se sabe con seguridad que tenia este cargo de presbitero en el afio 1579 (Alonso 1940, 41-63). Estos datos sobre su participacién en la estructura jerarquica de la Iglesia catolica son importantes por varios motivos. Por un lado, porque apuntan a que en estos afios de estudio, Eslava estuvo en contacto con los libros y materiales que usaban todos los letrados coloniales en su periodo de formaci6n letrada. Por otra parte, el hecho de participar en celebraciones religiosas de forma regular 1e permitia estar en contacto directo con el pueblo americano a1 que servia y podia recibir de primera mano informacién sobre el sentir popular. Al mismo tiempo, por ser un letrado religioso, esta 67 bajo la protecci6n de las altas jerarquias eclesiasticas. Este hecho es vital para comprender las polémicas coloniales que surgieron entre las autoridades civiles y la Iglesia en varios periodos de su vida americana. La fecha de su muerte ha sido establecida por Maldonado Macias en el afio 1599, a raiz del descubrimiento de su testamento. Con esta referencia, podemos suponer que el letrado cultiv6 su actividad cultural durante mas de 35 afios. Este dato se basa en que el Colmuio II es con gran probabilidad de 1564/ 1566 (Frenk 1989: 18), y en que situamos la fecha de redacci6n del Cologuio 1: “El Obraje Divino”, en una etapa inicial de la estancia de Eslava en Mexico. Pensamos que esta pieza es producto de una subjetividad europea que no ha estado en contacto con la “otredad” americana por el caracter dogmatico de adoctrinamiento radical que domina todo el Cologuio 1. Es decir, e1 proceso de aculturaci6n de Eslava estaba en una fase inicial cuando escribi6 este coloquio. Otros elementos que indican esa fase inicial son la ausencia de referentes léxicos y lingiiisticos que recogen la cultura local americana. En conclusi6n, Feman Gonzalez de Eslava es un sujeto peninsular en transito (llega a América desde otro lugar), que desdobla su vida profesional entre su carrera eclesiastica y literaria. Para desempefiar estas funciones, recibe formaci6n, patrocinio y protecci6n por parte de la Iglesia Cat61ica colonial, en particular durante el periodo de mitrado del arzobispo Moya y Contreras. Aunque en esta época era normal que los clérigos desempefiaran también e1 cargo de letrados, el caso de Eslava es significativo porque en sus textos se manifiesta gradualmente una forma de pensar que identificamos con las inquietudes del grupo de los criollos. Este sector reclama gradualmente mayor 68 protagonismo en la sociedad colonial y esto origina conflictos entre el grupo dominante peninsular y los segmentos subaltemos. 2.2 La ambigiiedad y la hibridez en la producci6n cultural de Eslava. En esta fase colonial, e1 conflicto entre la burocracia virreinal y la Iglesia era una constante. Ademas, desde mediados del siglo XVI, la sociedad criolla en formaci6n empieza a producir discursos conflictivos y contradictorios por medio de algunos miembros de sus elites letradas. Este es el caso cuando por ejemplo, recogen los fastos y las celebraciones de las autoridades civiles y religiosas. Pero, por otro lado, estos letrados, que viven en medio de la lucha por el poder entre e1 Imperio y la Iglesia, también reproducen criticas y ponen de manifiesto 1a arbitrariedad de las autoridades en la toma de ciertas decisiones que afectan a toda la vida colonial. Asi pues, contamos con producciones culturales que se caracterizan por tener un caracter ambivalente. Esto posibilita la revisi6n constante de una parte de la producci6n cultural de esta época e impide una identificaci6n total entre modelos estéticos y proyectos dominantes. Es decir, el hecho de que Eslava pertenezca a la élite cultural colonial y participe de las celebraciones y festividades de la clase dominante (incluso como autor por encargo), no impide que en una parte de su obra se pueda interpretar un discurso critico, antihegeménico contra esa misma clase dominante. Nuestra aproximaci6n a una parte de la producci6n de Eslava sigue esta segunda perspectiva subaltema. Su obra (coloquios, poesias y piezas menores) ha llegado hasta nosotros gracias a la edici6n que Francisco Vello Bustamante hizo en 1610. Este se dedic6 a recopilar la obra de Eslava que estaba dispersa entre quienes habian solicitado sus servicios. Ademas de compilar los textos, Vello Bustamante declara haber corregido 69 la producci6n de su amigo por la gran cantidad de errores que habia encontrado: “[corregir] de muchos vicios que, por aver andado escritas de una mano en muchas, se las avian pegado” (Frenk 1989: 22). La existencia de esta edici6n nos permite presentar la trayectoria discursiva de Eslava que ofrece informaci6n sobre el proceso de aculturaci6n por el que pas6 durante su vida en América. En general, su producci6n se enmarca dentro de los parametros estético-literarios del poder dominante y esta sujeta a los caprichos del poder colonial (censura o represi6n). Las autoridades metropolitanas 0 las instancias vinculadas al poder colonial observan que sus textos iniciales se cifien a la ideologia dominante de la Contrarreforma (como veremos en el analisis del Cologuio I). Sin embargo, mediante procedimientos de apropiaci6n discursiva practicados por los letrados criollos se permea la heterodoxa identidad criolla (como veremos en otros Cologuios de Eslava). Dentro de este proceso de acercamiento a los discursos de Eslava, el concepto de mimicry discutido por Homi Bhabha en “On mimicry and man” ([1984], 1994) es muy valioso para interpretar la representacién de conflictos e identidades coloniales. Este critico teoriza sobre el término a1 aplicarlo a sujetos de colonialismos modemos, en particular en el marco de la India del siglo XVIII. En el caso de los criollos mexicanos de fines del XVI, pensamos que la relaci6n entre criollos y poder imperial se articula de forma similar a la que se da en otros marcos coloniales donde también existen grupos dominantes y dominados (como el hindu sobre el que trabaja Bhabha). Es decir, los grupos criollos adoptan estrategias discursivas de la cultura peninsular dominante que refleja su dependencia cultural pero a1 mismo tiempo posibilita 1a manifestacién de mensajes en los que aparece una “otredad” que se desarrolla gradualmente. La estrategia 7O imitadora en la obra de Eslava se manifiesta tanto en forma de critica directa (Entremés de las alcabalas), como indirectamente (Cologuios). Sirve para reproducir enfrentamientos y se muestra, a1 mismo tiempo, de forma camuflada. La mimicry segun Bhabha constituye una manifestaci6n par6dico-burlesca por medio de la que se produce 1a apropiaci6n de un modelo. Durante el proceso, se destaca la distancia entre la representacién y lo representado. La mimicry es un recurso ambivalente, construido a partir de la diferencia y del exceso. Su efecto sobre el objeto tratado es con frecuencia satirico y crea un compromiso ir6nico con la realidad. En palabras de Bhabha: colonial mimicry is the desire for a reformed, recognizable Other, as a subject of a difference that is almost the same, but not quite. Which is to say, that the discourse of mimicry is constructed around an ambivalence; in order to be effective, mimicry must continually produce its slippage, its excess, its difference [. . .] mimicry emerges as the representation of a difference that is itself a process of disavowal. (1994: 86) La subjetividad diferenciada que empieza a asomar en la obra de Eslava es producto no solo de la coexistencia de diferentes mentalidades en el ambito colonial, sino también del desarraigo de Eslava de sus semejantes (otros peninsulares que como él viajaron a America). Es probable que estemos ante e1 inicio de un sentimiento de “grupo étnicocultural” caracterizado por ambigiiedades. Este sentimiento, como vamos a ver mas adelante, se mantiene en los primeros afios fiel a la ortodoxia ideolégica eurocéntrica pero se distancia a medida que avanza e1 proceso de aculturaci6n en tierras americanas de Eslava. 71 La dualidad centro/periferia que se perfila aqui no es solamente un discurso sobre “otro”, sino que constituye una exploraci6n del proceso de distanciamiento entre la propia identidad peninsular y sus transformaciones hist6ricas. En este sentido, 1a identidad criollo nace como una reproducci6n mimica/especular de la identidad peninsular/metmpolitana (Cologuio I), pero se ofrece como modelo de superaci6n hist6rica de la primera, como posibilidad de renovaci6n e incluso alternativa. Nosotros proponemos que esta posici6n discursiva se constituye en un ejemplo de “hibridez”, concepto que segun propone Bhabha no se entiende como un tercer término que resuelve la tensi6n entre dos culturas sino de un juego dialéctico de representaciones: hybridity is not a problem of genealogy or identity between two different cultures(. . .) [It] is a problematic of colonial representation and individuation that reverses the effect of the colonialist disavowal, so that other ‘denied’ knowledges enter upon the dominant discourse and estrange the basis of its authority (Bhabha, 1994) El concepto de ‘hibridez’ necesario para entender 1a posici6n de Eslava en la cultura colonial es complejo y no se presenta como una posici6n estable. Para acercarme a este término sigo la definici6n que ha ofi'ecido Gyan Prakash segun la cual “hibridez” se relaciona con las discusiones sobre el binarismo local/global que surge en los analisis de sociedades coloniales. Para Prakash: la critica formada por el proceso de enunciacion de los discursos de dominaci6n [colonial] ocupa un espacio que no es ni interior ni exterior a la historia de la dominaci6n occidental sino que esta en una relaci6n tangencial con ella. Esto es lo 72 que Homi Bhabha llama un entre-lugar, una posici6n hibrida de practica y de negociaci6n (2001: 83). Esa posici6n intermedia desde la que escribe el sujeto colonial Eslava y que se relaciona tangencialrnente con respecto a los discursos dominantes (y otros discursos subaltemos) hace que la interpretaci6n de su discurso sea ambivalente. Esto es asi porque se trata de la producci6n de un sujeto, el criollo, que esta en el proceso de constituir su identidad en la Hispanoamérica del siglo XVI. Para perfilar la trayectoria de la subjetividad criolla en la obra Eslava, nos concentramos en el analisis del Cologuio I como punto de partida de su evoluci6n. A continuaci6n, trazaré por medio de citas y referencias de otros coloquios, c6mo se manifiesta su mentalidad ambivalente, contradictoria y ambigiia con respecto a otros sujetos coloniales. Finalmente, voy a tratar la controversia generada por la puesta en escena del Entremés de las alcabalas, en donde se refleja claramente una actitud critica del autor ante el sistema imperial por el perjuicio que este impuesto suponia para los criollos. 2.3 Un punto de partida: los Cologuios. El letrado criollo dc mediados y finales del XVI, como también cl sujeto peninsular asimilado en la colonia, revela en sus textos formas desgarradas de identidad y pertenencia ideolégica. En ellos se observa que la realidad politica y social es absorbida y rechazada a1 mismo tiempo mediante un proceso dc negociaci6n que por un lado manifiesta sus vinculos con la cultura europea y por otro, empieza a no coincidir plenamente con sus presupuestos. En nuestra opinion estamos ante la etapa inicial de una conciencia subaltema que se posiciona como “otredad” y que se elabora todavia como 73 una variaci6n de la imagen europea —lo que anteriormente llarnamos mimicry, Siguiendo las sugerencias de Bhabha. Un ejemplo de esta situaci6n es el discurso de tematica religiosa de Fernan Gonzalez de Eslava. Aqui es posible observar la influencia entre la cultura europea y los textos teatrales producidos en América. En este sentido, Shelley sostiene que estos discursos americanos tienen sus fuentes en el teatro religioso medieval europeo con intenciones aleg6ricas y en el teatro secular espafiol del siglo XVI (1982). A pesar de tener una marcada caracterizaci6n religiosa, en la producci6n de Eslava también se mezclan elementos sacros y cémicos, en particular en los Cologuios. Si bien las piezas se representaron principalmente con motivo de celebraciones eclesiasticas, durante las procesiones 0 en el interior de las iglesias, e1 procedimiento de incluir material c6mico en las mismas ya era comun en el teatro europeo. Para Frida Weber de Kurlat, la inclusi6n de estos pasajes se debia entonces a una necesidad funcional: “[son] altos en el camino para dar al auditorio la posibilidad de escapar del exceso de tensi6n que la explicaci6n o la ensefianza cristiana habia dejado en ellos [la audiencia]” (1956: 393). S610 con el paso del tiempo, la actitud del autor cambia cuando recurre a pasajes c6micos por una cuesti6n también estructural. Esto se produce cuando se relaja la ortodoxia doctrinal y liturgica como explica Weber de Kurlat: “1a complacencia del autor en el manejo del material no religioso va enriqueciendo las escenas c6micas, aumentando los recursos de la comedia, variando y matizando los personajes” (1956: 394). Esta presencia de material cémico no es un aspecto original en la aportaci6n de Eslava. La forma en que lo c6mico se estructura en sus piezas si se ha identificado, en cambio, como un elemento caracteristico de las representaciones criollas (Weber de Kurlat 1956). Con cierta frecuencia, se componia o intercalaba algun entremés entre las 74 piezas escogidas para la ocasi6n (tal es el caso del Entremés de las alcabalas que comentamos mas adelante).4 Sin embargo, Eslava también presenta lo cémico de otra forma: “[como] un juego de preguntas y respuestas entre interlocutores de distinto nivel intelectual en el que se enlaza la comicidad a la explicaci6n doctrinal” (1956: 406). For medio de este dialogo, la acci6n avanza y se introduce el elemento religioso. Ahi radica 1a aportaci6n al género de Eslava. La fecha de composici6n de los Cologuios no es conocida en todas sus piezas aunque es posible deducir algunas en funci6n del asunto tratado 0 per algun dato relativo a la vida colonial contenido en el interior de la pieza. Este es el caso del Colo_quio II: “Hecho a la Jornada que hizo a la China el general Miguel L6pez de Legazpi”, en donde se refiere a1 regreso en 1566 de las naves que habian hecho un viaje a Filipinas. También se puede deducir en el caso del Cologuio V: “De los siete fuertes”, en el cual recoge el tema de las medidas de protecci6n (la construccién dc siete fuertes entre 1575-1579) a1 comercio y las comunicaciones en el camino de la ciudad de México a las minas de Zacatecas. Otro ejemplo es el del Coloquio XIV: “De la Pestilencia”, en donde la materia aleg6rica se basa en la realidad de la epidemia de peste (mazatlan) que diezm6 fundamentalmente la poblacién indigena en 1576. Tampoco se sabe con certeza si todos los Cologuios fueron representados. Pero, si tenemos en cuenta que Eslava, al igual que muchos escritores de su época, escribia por encargo se puede dar por descontado este aspecto. Este es el caso del Colmuio III, escrito para celebrar e1 nombramiento del arzobispo Pedro Moya de Contreras en 1574 0 el de una comedia (perdida hoy en dia) de 1588. Segun Rojas Garciduefias, las Actas del Cabildo de la ciudad de México del dia 20 de marzo de 1588 recogen que Juan Luis 75 Ribera, Tesorero de la Casa de la Moneda y comisionado para organizar las fiestas del Corpus Christi habia concertado con Eslava: ‘fima buena comedia en mil y doscientos pesos de oro comun” (1958: 22). Ademas, se sabe que desde afios antes y para fomentar la vida teatral destinada a criollos y peninsulares, las autoridades civiles y eclesiasticas acordaron en 1565 conceder un premio a la mejor obra a través del Cabildo Eclesiastico de Mexico. Asi lo recoge Rojas Garciduefias cuando describe los detalles de este reconocimiento: “[se concedera] una joya de oro y plata, de valor de hasta treinta escudos, a la mejor representacién o letra que se hiciera para representarse el dia del Corpus” (1973: 112). Esta referencia indica que ademas de una recompensa econ6mica, la pieza debe de ser representada. Eslava se identificaba con una parte del publico a quien destinaba sus Cologuios apropiandose de sus gustos y saberes. El objetivo era llegar a esta audiencia que se veia de esta forma reconocida en algunos de los personajes tratados en el escenario. Los localismos e indigenismos de los Cologuios incrementan su presencia a medida que la aculturaci6n de Eslava avanza. Estos son recogidos con naturalidad, de forma que se convierten en los referentes mas correctos para los objetos que designan. Entre los localismos se hallan juramentos e invocaciones a lugares propios de la tierra americana: “Juro a1 volcan de Nicaragua... LPor qué no jurabas al volcan de la Puebla, que estaba mas cerca?” (III, 112). También en el Cologuio V: “;Voto a Cholula! a lo que siguen los insultos de los rufianes: “Repartiera como pan / al hijo de la vellaca: / los brazos en Coyoacan / y las piemas en Huaxaca / y la panza en Michuacan...” (170); 0 en el Cologuio VI: “Que Tlaxcala es el pan vino / con que Cristo nos regala” (187). También se pueden encontrar elementos de la vida cotidiana como las referencias a productos 76 tipicamente americanos: “sefior, no valgo un cacao” (II, 66 y XI, 71). La adaptaci6n a 10 local también llega a la materia doctrinal. Esto se observa cuando el agua de la gracia llega a través del acueducto de Santa Fe (XVI, 23). La lengua también se presenta a la medida del nuevo escenario que se llama Nueva Espafia: entre los indigenismos se encuentran “pan de mijo” (II, 56); “tlatolli” y “nahuatlato” (=intérprete. IV, 135); “piciete” (=tabaco. IV, 145); “tlameme” (=indio de carga. IV, 145) o “huipil” (=camisa. VII, 206). Esta forma de representar la cultura local manifiesta el interés del letrado colonial por complacer a una parte de su audiencia en todo momenta, que se veria identificada por estas referencias. Al mismo tiempo sefiala la progresi6n cultural de Eslava en el medio americano. En una valoraci6n inicial, para Kathleen Shelly y Grinor Rojo este tipo de manifestaciones culturales se mueven dentro de los margenes de lo permisible y no se perciben por la autoridad como instrumentos por los que se canaliza e1 descontento, la diferencia o la critica a aspectos de la vida colonial: “es dificil de creer que el teatro religioso que comienza a perfirlarse a mediados del siglo XVI en Hispanoamérica haya sido una fuente de tensiones” (1996: 323). Esto es cierto en el caso del material textual que componen los coloquios en los que 5610 existen veladas referencias a aspectos puntuales. Sin embargo, la reacci6n de los grupos dominantes ante la inclusi6n de algunos elementos seculares en las piezas de Eslava (como en los entremeses), son prueba definitiva de que lo contrario a esta apreciacién era, como veremos, 1a norma. Los aspectos que identifican al teatro criollo de la producci6n de Eslava responden a una variada tipologia; algunos son lingiiisticos: (1) la aparici6n de palabras de origen americano (nahuatlismos y top6nimos locales), y (2) 105 giros coloquiales. 77 Otros son de contenido social: (3) las referencias a costumbres regionales, (4) la presencia de simbolos del mal, identificados con 10 indigena, y (5) una critica que avanza deseos de cambio en la vida social colonial. Finalmente, hay elementos que se vinculan con la modificacién de otros aspectos del antiguo teatro (Pefia 1998: 266; Shelly y Rojo 1996: 323). Todos esos elementos se combinan con los asuntos de la tradici6n espafiola, la intenci6n doctrinal-moralizante y la incorporacion de la alegoria. Nosotros también proponemos que es posible hablar de ambigiiedad en el discurso criollo de Eslava, caracteristica de un sujeto en transito (Espafia a México) que experimenta un proceso de aculturaci6n en su adaptaci6n a1 Nuevo Mundo. Este suj eto esta construyéndose dentro de los limites discursivos que marcan la cultura europea dominante y la indigena subaltema. El resultado es un producto textual en donde se puede apreciar la complejidad que supone establecer un nuevo espacio discursivo donde los criollos reflejan sus demandas de mas protagonismo en la sociedad colonial. 2.3.1 Una mentalidad europea inicial. En un primer momento, como recién llegado a América, Eslava no desafia el estatuto del proyecto imperial como constituyente del grupo de sujetos coloniales peninsulares. En su condici6n de subdito en transito reproduce e1 modelo metropolitano. Esto se observa en que la finalidad de los coloquios era e1 entretenimiento y la edificaci6n de los grupos que integran la colonia. Asi lo indica el mismo Eslava en la loa dirigida al virrey Luis de Velasco II, que introduce el Colocmio XV: “Mas por dar de amor indicio / yo y algunos compafieros, / procuramos ofreceros / este auto en vuestro servicio, / 5610 para entreteneros” (XV, 172). De estas palabras se deduce ademas del 78 objetivo, e1 hecho de que es posible que el mismo autor recitara esta loa y puede que incluso participara en ella como actor. La pieza que mejor ejemplifica esta misi6n de adoctrinamiento de la audiencia americana (criollos y peninsulares fundamentalmente), es el Cologuio I “El Obraje Divino”. El motivo de esta valoraci6n lo recoge Blanco cuando apunta que aunque estos grupos eran cristianos, poseian una educaci6n religiosa poco consistente que necesitaba de seguimiento constante (1989: 192-193). El Cologuio I tiene como tema doctrinal la necesidad de la penitencia para acceder a la vida eterna. La admonici6n sobre la penitencia se repetira a lo largo de la obra con matices pero siempre Siguiendo la idea central. En los coloquios es frecuente que el asunto religioso se presente mediante el uso de actividades de la vida diaria ciudadana. En este caso, el personaje Nueva Espafia explica en la loa a1 virrey el asunto de la pieza, que se basa en una alegoria de los obrajes de la lana. Estos son importantes en el México colonial como sefiala Rojas Garciduefias: “se establecieron o, por lo menos tomaron gran vuelo en el gobierno del primer virrey don Antonio de Mendoza y todavia en el siglo XVII constituian una industria floreciente” (1976: 54). El personaje de Nueva Espar‘ia encarna una voz colectiva, idealmente la de la poblaci6n colonial criolla y peninsular, que se ofrece afectivamente a las autoridades civil y religiosa: a la corona espafiola por medio de su representante e1 virrey, y a Dios, por medio de la aceptacién de los preceptos instituidos por la Iglesia. El acto de ofrecimiento se realiza visualmente al presentar un objeto simb6lico: un coraz6n. La voz colectiva de Nueva Espan'a, el pueblo, representado por el publico que atiende a la representacién adquiere un compromiso sobre el concepto cristiano de la penitencia 79 presentado en el coloquio. Es decir, Nueva Espafia, se muestra conocedora del camino a seguir y en la pieza insistiran en el asunto para recordar su importancia y renovar su adhesi6n a la religi6n. El publico criollo y peninsular, familiarizado con esta tradici6n religiosa recibe la misma adoctrinacién. En la representaci6n se llevan a escena los conceptos enunciados en la loa inicial. Al mismo tiempo que se escuchan nuevamente los dogmas cristianos, se veran en acci6n los asuntos de la doctrina como el pecado, e1 miedo a Dios o la posibilidad de arrepentimiento y perd6n. La trama es sencilla: un hombre desnudo, que personifica a todos los seres humanos, deambula tranquilo y gozoso, deslumbrado por la belleza del mundo. Esta forma de actuar preocupa a las instancias divinas, pues la ignorancia de la correcta actitud cristiana (andar vestido), puede conducirlo a la perdici6n. Favor Divino 1e ofrece ayuda en forma de consejo: debe buscar a Penitencia para que le dé el correspondiente vestido simb61ico. El hombre, en su busqueda, es distraido por Descuido, y esto 1e lleva a aceptar un vestido diferente de manos de los representantes del mal: Engario y Malicia (representados por dos indigenas). Cuando Favor Divino se da cuenta del error, lleva a1 hombre a1 Obraje Divino en donde el hombre encuentra la ropa adecuada que ha de vestir. La escena inicial de la pieza es clave para nuestro analisis. En ella, Penitencia aparece “vestida de sayal pardo, con unas tijeras de tundir y una rebotadora en la mano” (I, 27). Es decir, lleva 1a ropa de una obrera de una fabrica de tejidos de lana. Con ella tiene los instrumentos de trabajo con los que sacude y limpia 1a tela de sus imperfecciones. El color del vestido es pardo, que es el color de aquéllos que tienen que trabajar para lavar sus pecados, segun dice Eslava mas adelante (I, 51). En esta escena, 80 C0 811 el Um EX; Penitencia tiene un enfrentamiento con Letrado. La primera manifiesta la necesidad de recorrer un camino de penitencia en esta vida para poder acceder a la gracia eterna. Con estas palabras, remite a la idea expresada en la loa inicial: el hombre debe someterse a Dios entregandose a la penitencia para alcanzar el reino divino. Este es, desde el punto de vista del Cologuio 1, e1 unico y verdadero, en nada comparable a los placeres que se pueden disfrutar en la tierra. La conversaci6n entre ambos personajes se desarrolla por medio de preguntas entre uno y otro. En ellas, Penitencia descubre parte de una verdad teolégica a un hombre docto quien, pese a su instrucci6n, ignora todo lo referente a temas tan importantes y delicados. La escena crea la base dogmatica sobre la que se asienta e1 resto del Cologuio 1. La autoridad de la palabra de Penitencia viene de la jerarquia que ocupa frente al Letrado. Se trata de una jerarquia ética, mas valiosa que la del saber humano, a la cual se somete e1 Letnado. Este, por muy grande que sea su conocimiento, desconoce la complicada red de preceptos teolégicos y morales de los cuales no se puede prescindir para alcanzar 1a salvaci6n hasta el momento en que se encuentra con Penitencia. El Letrado, en su proceso de iluminaci6n, hace las preguntas que el mismo publico debiera hacer y cuando la explicaci6n se vuelve complicada y oscura, ayuda a simplificar los conceptos para una inteligencia comun y corriente. F inahnente, el Letrado se somete a1 principio religioso. El discurso de Penitencia es unilateral y monolégico en el sentido mas estricto. No muestra atisbo de dudas o inconsistencias y siempre ofrece una respuesta ante las dudas del Letrado. La leccién te6rica se confirma con la explicaci6n de los objetos que lleva la dama y que provocan terror en el Letrado. La 81 verdad de Penitencia se presenta como absoluta y no debe ser cuestionada, porque eso equivaldria a poner en duda los preceptos de la jerarquia moral en el poder. Mas adelante, la escena se modifica para recibir a1 Hombre que es el centro de la atenci6n de la doctrina del Cologuio 1. La entrada de este personaje, con su inocencia y ganas de vivir, es muy sugerente: “y sale un Hombre, caballero en el caballo de su sensualidad, desnudo, en cueros, y el caballo muy aderezado, y el freno de la Razén caido” (I, 34). Esto refleja el profimdo placer y la despreocupaci6n absoluta que hacen feliz a este Hombre, pero se trata de una felicidad equivocada segun la doctrina. Al igual que el Letrado en la escena anterior, este personaje desconoce todo lo relativo a1 camino de la salvaci6n por medio de la Penitencia y se presenta como un receptor ideal de la verdad religiosa del Coloquio. En la ultima escena, cuando ya se ha ofrecido al Hombre 1a vestimenta adecuada y éste 1a ha aceptado se produce una invitaci6n publica para que el Hombre de la pieza, y por extensi6n todo el publico, busquen en la Iglesia e1 medio de alcanzar la vida eterna: Hombre ciego, cobra vista, / ven, trabaja en este Obraje, / venga el humano linaje, / venga para que se vista / de Dios que visti6 su traje. / Esta es la muestra mas alta, / muestra que el perdido cobra, / Obraje donde Dios obra / por remediar nuestra falta / con 10 mucho que le sobra (I, 48). La Iglesia, como instituci6n y como mediadora en el coloquio, se convierte en la entidad que dirige e1 comportamiento del individuo. Eslava, recién llegado a México, canaliza este discurso ortodoxo que no deja resquicios a la duda. La palabra enunciada por los personajes dominantes procede de un discurso que no admite réplica dentro de la visi6n del mundo que sostiene la pieza. El autor todavia representa a un sector de la poblaci6n 82 que esta interesado en perpetuar su posici6n dominante. Esto se lleva a cabo mediante el uso de la doctrina religiosa que da cohesi6n y fuerza moral a sus acciones. Al mismo tiempo busca legitimar e1 control de la gran mayoria de la poblaci6n con este ideario ideolégico. 2.3.2 La representaci6n de los primeros colonos y sus descendientes. En contraste con el material tratado en el Coloquio I, Eslava incorpora otros elementos en su producci6n cultural con el paso del tiempo. Ademas de paisajes y referencias a la realidad circundante americana, se pueden observar rasgos de una identidad nueva e incipiente. Esto se observa cuando por ejemplo, se burla de las pretensiones nobiliarias y de los méritos de los colonos europeos recién llegados y de los descendientes de los primeros pobladores europeos. También 1a estructura social de la colonia se refleja por la presencia dc mas sectores de la audiencia que se integran en las obras. Una muestra del primer caso aparece en el Cologuio III, cuando el personaje Vanagloria dialoga con Adulacién: Vanagloria: Mas dejando aparte lo que aqui te pudiera decir, Lquién te dio aquese tudesquillo? Adulacio'n: Un hidalgo de esta tierra, a quien encajé la letra, diciéndole que le vi hacer maravillas en lo de Granada, y que le dieron una cuchillada que tiene en el rostro en la toma de Tunez, y lo crey6, no habiendo él ni yo en toda nuestra vida salido de México ni llegado a Texcoco (III, 73). La llegada a un nuevo territorio facilita la creaci6n de una nueva personalidad a1 carecer de vinculos sociales y de una memoria compartida con el resto de grupos que comparten el territorio. Tanto e1 olvido como la falta de memoria mueven a los sujetos coloniales en 83 sus actuaciones en el nuevo territorio. Entonces, surje la necesidad de negociar la posici6n de los diferentes sujetos que integran este espacio y ésta se canaliza por medio de las producciones culturales. Para los descendientes de los primeros colonos, ser hijo de conquistador supone la maxima expresi6n de linaje. La burla que recoge Eslava en este fragmento gan6 seguramente numerosas sonrisas entre una parte de los asistentes. Otro momento en el que se hace burla de los sujetos seuropeos aparece en el entremés del Coloquio VII. La sétira aqui, esta implicita en los personajes que se jactan de su pasado. Teresa, la protagonista del entremés, desprecia a su marido (Diego Moreno) porque para ella, no se merece la mujer que tiene. Dice e1 dialogo entre la pareja: Diego: Mujer, mira lo que digo, / que es bueno el pueblo en que estamos; / cada cual es nuestro amigo; por eso no es bien que vamos/ a buscar pan de trastrigo. / Teresa: iQué marido y qué sefior! / Maridillo de nonada, / mira quien es mi dolor, / para estar con 61 casada/ hija de conquistador (VII, 204). La burla se refuerza unos versos mas adelante, cuando ademas de declarar Teresa que el recién llegado Diego Moreno no se merece a una hija de conquistador, tampoco ha hecho méritos para casarse con una mujer indigena. Aqui se muestra claramente que la subjetividad criollo sugiere un nuevo espacio discursivo entre el dominante peninsular y el indigena: Diego: Mujer, mira que padezco, / y que debo ser honrado, / pues por mujer os merezco. / Teresa: gNo veis el mozo gentil? Diego: Mujer, gran favor es ése. 84 Teresa: LVos me merecéis, civil? / mira quién, que no merece / una mujer de huipil (VII, 206). Estos ejemplos muestran una actitud de un grupo (e1 criollo) con respecto a una parte de la poblaci6n -los primeros europeos- de la sociedad colonial. Eslava permite la complicidad del autor y de parte del publico a1 delimitar un espacio discursivo diferenciado. Para Rojas Garciduefias, este tipo de burlas es un tema recurrente en las producciones culturales del XVI y también lo recoge el teatro (1939: 125). En este sentido, parece que Eslava refleja en algunos de sus coloquios una actitud distante con respecto a los primeros suj etos peninsulares, y también respecto a los grupos indigenas. Para nosotros, estas son muestras de la evoluci6n de Eslava hacia un posicionamiento critico con la herencia europea. 2.3.3 La representaci6n de las autoridades civiles. Eslava recogi6 la frustraci6n del sector cada vez mas numeroso de criollos ante la imposibilidad de acceder a determinados puestos de la administraci6n colonial. Generalrnente, estos empleos eran reservados para peninsulares recién llegados a la colonia. Este trato diferenciado se tradujo en un distanciamiento por parte de los sujetos criollos de los peninsulares por este trato de favor. Pero ésta fue también la respuesta local (criolla) a los ataques discursivos que venian produciéndose desde hacia tiempo contra ellos por parte del grupo dominante. Asi lo manifiesta Marvyn Bacigalupo: An important shift [. . .] occurred by approximately 1570: the contrast became that of the Creole versus the Peninsular newcomer. Whenever the latter was complimented, the aristocratic authenticity of the former was called into question, and to him were normally attributed all the shortcomings and evils of the castes: 85 he also suffered the spurious charges of physical, cultural, and mental deficiencies (1981:141) La respuesta discursiva criollo se dio en forma de critica contra las autoridades civiles, de la que existen numerosos ejemplos. Unas veces apunta a la forma en la que son concedidos los cargos de la administraci6n colonial; otras, a la forma en que los ftmcionarios peninsulares desempefian su funci6n. Veamos algunas muestras. Por ejemplo, en el Cologuio )_(, Ocio y Cautela mantienen esta conversaci6n: Ocio: Cautela, en cierto negocio / estos dias me he ocupado. / Cautela: LQué negocio tienes, di? / Algun negocio de viento. / Ocio: Pedir un corregimiento, / que no es mucho darlo a mi / como se lo dan a ciento (X, 44). En este fragmento, Ocio pretende un puesto de corregidor ya que cualquier persona parece estar capacitada para desempefiar un trabajo de esa responsabilidad teniendo en cuenta las practicas de contrataci6n de los funcionarios espafioles. Sobre éstos, se critican también otros defectos como la falta de profesionalidad que les lleva a recurrir a abusos fisicos desde su puesto de poder. Por ejemplo, en el entremés del Coloquio VII. Teresa se queja del trato recibido por los alguaciles, resultado de su exceso de poder: “z,Que en México he de quedar? / No haré, asi Dios me ayude: / no lo podré soportar / que un alguacil me desnude / sin quererme respetar. /No 56 qué mujer honrada / en este Mexico queda /” (VII, 203). Aqui parece indicar que el trato que reciben las mujeres por parte de los alguaciles puede ser tipificado como acoso y/o abuso sexual. Lo mas grave para el sistema colonial 86 dominado por estos funcionarios peninsulares es la alusi6n que contiene el ultimo verso a la posibilidad de que se trate de un mal generalizado en todo el territorio. En el mismo entremés, mas adelante, la protagonista Teresa expresa su deseo de huir a China, pues en Mexico se ha prohibido el uso y consumo de sedas a las que tanto aprecio tiene por su condici6n. Llegado el momento de la partida, se hace referencia a un caso de sobomo a los funcionarios de la administraci6n. En este ejemplo, un maestre tenia un barco preparado pero lleva mas carga de la permitida. Cuando un escribano y un alguacil descubren el engafio: Alguacil: El pafio no sabe hablar: / descubierto es el engafio. / Maestre: Sefiores, cuatro razones. / Escribano: Diga, si son importantes. / Maestre: Tomen doscientos tostones, / para zapatos y guantes, / y dos pares de capones. / [...] Escribano: Por cierto que si haremos. [...] Ganen todos y ganemos de comer. / Alguacil: Navio tan concertado / no he visto en toda mi vida. / 3C6mo va bien artillado! / iQué abundante de comida! / jQué boyante y bien lastrado! (VII, 217- 218) Estos ejemplos del discurso de Eslava evidencian criticas contra los peninsulares que acaparan los puestos de la administraci6n en el regimen colonial. La marginacién de los criollos qued6 recogida en el sistema de leyes aprobadas en la época como vimos en el capitulo 1. Pero, en este sistema colonial, otro de los factores que garantizaba un puesto de funcionario consistia en tener un titulo nobiliario. Los sujetos criollos no eran descendientes de la aristocracia pese a los numerosos litigios y 87 reclamaciones que algunos realizaron a la metr6polis por el papel en la conquista de sus antecesores (conquistadores y primeros colonos). Ademas, carecen de reconocimiento social puesto que ante los ojos de otros grupos subaltemos se consideraban mas cercanos a los peninsulares que a los indigenas y los negros. El hecho de que estas muestras de descontento hayan sido recogidas por Eslava es particularmente interesante porque a1 ser Eslava un sujeto colonial adoptado, es ajeno a las ambiciones de nobleza y méritos de otros espafioles con antepasados coloniales. Esto no significa que Eslava se identifique automaticamente con el grupo criollo. Asi se observa en este ejemplo, donde la satira contra los criollos llega a ser mordaz. Se recoge en el Coloquio X. cuando Ocio y Cautela mantienen este dialogo: Ocio. No pude, por vida mia, / condescender a tu ruego. Cautela. Mal me pagas en verdad / el amor con que te quiero; / a1 fin eres lagunero: / jamas fue fija amistad / la de ningun atolero (45). En este fragmento, lagunero y atolero, se refieren a las personas nacidas en Mexico, por oposici6n a los espafioles. Para Rojas Garciduefias, las dos expresiones son usadas peyorativamente y parecen indicar menosprecio hacia los criollos y/o mestizos (1939: 65). Como conclusi6n, se hallan numerosas criticas hacia las autoridades civiles en los Cologuios pese a que éstos se celebraban generalmente por encargo de algun dirigente civil de origen peninsular. Esto apunta a que un sector de la poblaci6n mostraba sintomas de un creciente descontento con la forma en que funcionaba e1 sistema colonial. Esta desilusi6n encontr6 un cauce de expresi6n en los discursos de la época, como el de 88 Eslava, aunque era consideraba inofensiva por el humor con el que se presentaba a la audiencia colonial. 2.3.4 La representaci6n de los sujetos indigenas. En los ejemplos vistos hasta ahora hemos destacado la separaci6n que se empieza a representar/construir entre los diferentes grupos sociales de la colonia. Algunos sujetos letrados como Eslava se hacen eco de esta distancia en sus discursos. Si por un lado tenemos a los sujetos peninsulares dominantes y por el otro a los criollos, encontramos que existe un tercer grupo subalterno que es objeto de dominaci6n para los primeros y los segundos: la poblacién indigena. Esta categoria colonial sufre una metaformosis continua en su relaci6n con el grupo criollo. En ella se comprenden tanto a los indigenas que integran la realidad social circundante (los habitantes de los suburbios de la capital), como los “salvajes” de las regiones periféficas. Sobre este sector social es posible encontrar un tratamiento ambigiio en el discurso teatral de Eslava.5 En el Colognio 1, “El Obraje divino”, aparecen dos referencias sobre los indigenas que situan a éstos al mismo nivel que las mujeres ante los ojos de la sociedad colonial. La primera se relaciona con el deseo de mejora que experimentan ambos grupos ante 1a contemplacién de los fastos con los que los europeos celebran algunas fechas significativas. En este ejemplo en concreto, la alusi6n es a la calidad de la ropa que se ve en el desfile. Dice e1 personaje de Engafio a Malicia: “Calla tu, que por ser hembra / te mueres como envidiosa” (I, 41). Un poco mas adelante, en otro dialogo entre Descuido y Malicia, se presenta la otra referencia cuando 1e dice el primero a la segunda: “Calla tu, cara de mueca / y ponte, ponte una rueca, / pues que traes, siendo mujer, / arco como chichimeca” (I, 45). 89 Aqui de muestra e1 proceso de construcci6n de un estereotipo por el cual se iguala a la mujer con el indigena chichimeca. Ambos ocupan los estamentos mas oprimidos de la piramide colonial y junto con los negros constituyen la tn'ada subaltema de ese sistema. La feminizacién del indigena también era un procedimiento usual en las manifestaciones culturales de la dominancia. De toda la producci6n de Eslava, e1 Coloquio V: “De los Siete Fuertes”, es probablemente e1 mas significativo en cuanto a la representaci6n negativa que en 61 se realiza de los sujetos indigenas. E1 virrey Martinez Enriquez orden6 la construcci6n de una serie de fuertes para garantizar la protecci6n del comercio y para asegurar una comunicaci6n regular en el camino entre la ciudad de México y las minas de Zacatecas. Este coloquio es una pieza aleg6rica en la que los siete fuertes aparecen representados por los siete sacramentos. Esta combinaci6n de alegoria y simbolo se complementa con la presentaci6n de los personajes: el caminante es el Ser Humano; e1 camino a las minas de Zacatecas es la propia vida durante la que el pecado realiza sus asaltos bajo la forma de demonios; éstos aparecen representados por los indigenas, que son chichimecas salvaj es. El Ser Humano se salva de estos ataques refugiandose bajo 1a protecci6n de los siete fuertes. Los personajes son también metaforas doctrinales: Estado de Gracia y Socorro Divino son capitanes de dos fuertes; e1 Ser Humano es un pastor; los Demonios, el Mundo y la Came son indios chichimecas. Para comprender mejor estas referencias, conviene presentar e1 marco hist6rico que rodea esta problematica. El proceso de conquista de las tierras continentales todavia no habia terminado el afio en que Eslava represent6 esta pieza. Asi lo refleja Warwick Bray: 90 ‘Conquest’ can only be applied to the heartlands. The real conquest had not really begun by the 15408. On the periphery of the Spanish empire there were more nomadic, hunting and gathering tribes who, once they obtained the horse [. . .], fought the Spaniards to a standstill, producing a military stalemate until the repeating rifle and revolver tipped the balance against them. [. . .] (1993: 67). Los chichimecas era indigenas n6madas y “salvajes” segun las impresiones de europeos de la época. El Diccionario de Autoridades recoge bajo la acepci6n “salvaje”: “se llama tambien el hombre que vive, 6 le ha criado en los bolques, 6 lelvas entre las fieras y brutos, 6 enteramente delnudo, u veltido de algunas pieles, de horrorolo lemblante [...]” (33). Se refiere por lo tanto a seres no civilizados segun e1 punto de vista de los europeos. En el area concreta en que se hallaban situadas las ricas minas de Zacatecas, la relaci6n entre los grupos dominantes y los indigenas era muy delicada: In the North of Mexico the frontier expanded, but only in the face of fierce Indian resistance. Spaniards were the heirs to the hard frontier of the Aztecs who had failed to subdue the nomadic Chichimecs who fought to defend their gathering grounds ‘as if they were the Moors of Granada’. Once the Indians had acquired a taste for cattle, a relief from desert rat, the Spaniards were exposed to constant raids by tribes whose ritual cannibalism and indiscriminate torture struck terror into potential settlers (Powell en Bray 1993: 84). La constante resistencia de los chichimecas crea un entomo dificil para el establecimiento de colonos. Como consecuencia de este contexto poco estable para los intereses europeos, las hostilidades son continuas, de ahi que el conflicto tuviera que ser solucionado por otros métodos: 91 Cl 61 H1 “The threat which these Indians posed to the mines of Zacatecas, opened up in the 15405, forced the Spaniards into a ruthless 40-year war in which military conquest proved impossible. In the end the Chichimecs were pacified only by a policy of conciliation” (Powell en Bray 1993: 103). El coloquio recoge estas confi'ontaciones en varios ejemplos en donde la representaci6n de los sujetos indigenas perfila una distancia entre europeos y criollos por un lado, y la poblaci6n aut6ctona por otro. En la misma loa inicial de este coloquio se afirma que “El Ser Humano encerrado / alli do fue concebido, / fue mortalmente herido -/ del original pecado, chichimeco embravecido” (V, 150). Con estas palabras, Eslava une la idea del pecado original con el concepto de ser considerado sujeto indigena. Esta alusi6n hace referencia a la ausencia en la cultura indigena del sacramento bautismal. Este libera del pecado original a quienes con su administraci6n abrazan los ritos cat61icos y, a su vez, permite participar de una vida religiosa cristiana plena al individuo. También se caracteriza directamente en el texto de chichimeco a una persona que hiere mortalmente a otros y que perjudica con sus acciones a quienes 1e rodean. Asi aparece un poco mas adelante: “L . .] en el vicioso valle / do el Ser Humano se espacia / le sucede una desgracia / de salir a saltealle / los contrarios [los chichimecos] de la gracia. / El da voces medio muerto / al Senor que siempre adora” (V, 151). Esto quiere decir que los indigenas encaman la maldad desde el punto de vista cristiano para peninsulares y para criollos. Unos momentos después, se justifica la construcci6n de los siete fuertes que defenderan e1 camino. Dice el personaje Estado de Gracia (uno de los capitanes de un fuerte), a Ser Humano, (e1 pastor): 92 Hay también otra cuadrilla, / que sin el favor divino / nadie puede resistilla. / Dentro en su furor esquivo / se encierran todos los males, / y con flechas infemales / a ninguno dejan vivo / de los miseros mortales. / El Demonic, Came y Mundo / son chichimecos malditos / que nos espantan con gritos, / que nos llevan al profundo / con gravisimos delitos (V, 153). También hay un ejemplo similar cuando recoge el verbo pecar para referirse a1 triunfo de los chichimecas. En un dialogo entre uno de los capitanes de uno de los fuertes con el pastor, el primero 1e dice a1 segundo: “Clama, no ceses; / porque las veces que pecas / te matan los chichimecas, / porque a1 vicio reverdeces / y a las virtudes te secas”, (V, 166). Para Paul Arranz, en este coloquio se ofrece un conflicto ideolégico y su soluci6n: “se plantea las defensas del ahna frente al pecado y este pecado se identificara con los fieros indios chichimecas, que en el plano de 10 real es el enemigo mas pr6ximo, el mas concreto” (1998: 124). Esta es la forma en que se identifica a la poblaci6n indigena que se resiste a la conquista y sometimiento de los europeos. Los chichimecas son el enemigo mas temible y la amenaza mas visible para los intereses del imperio. Deben ser controlados y una forma de hacerlo es por medio del imaginario cultural, instalando en la mente de la poblaci6n sometida al control de los grupos peninsulares la idea de que los chichimecas son perjudiciales para el propésito colonizador de los europeos. En algunas ocasiones, la relaci6n de negatividad es indirecta, como cuando se presenta una alabanza de la religi6n cat61ica frente a la flecha envenenada del enemigo. Asi aparece en un dialogo entre el capitan Estado de Gracia, y el pastor Ser Humano cuando dice el primero: “Cualquier parte es peligrosa, / jamas se le escapa cosa / como 93 llegue a la pelea / con su flecha ponzofiosa” (V, 153). 0 en esta otra ocasi6n, donde se apela a la intervenci6n divina para derrotar a los indigenas mediante una referencia directa a las riquezas de las minas de Zacatecas que se podran explotar cuando se alcance e1 objetivo final. Dice e1 pastor-Ser Humano: “Padre, si me dais Victoria / del enemigo importuno, / pasar sin temor ninguno / a las minas de la Gloria / do gane ciento por uno” (V, 170). La alusi6n a estas riquezas mineras también aparece de forma similar en el Coloquio VIII: “Del testamento nuevo que hizo Cristo nuestro bien”, cuando dice: “Trata la obra presente [. . .]/ del Testamento cerrado / que hizo el omnipotente / con siete sellos cerrado. / Y de la Caja Real / de las riquezas divinas/ que saca Dios de sus minas” (232). Esta es una forma de referirse a1 milagro por el que se extraen e1 oro y la plata sin hablar de los indigenas que hacen todo el trabajo. En su libro sobre el Barroco, Again_st Literature John Beverley reflexiona sobre las categorias de riqueza y de poder cuando habla de la incoherencia que supone su representaci6n por medio del decoro como si se tratara de un don divino, escondiendo su auténtica procedencia. Esta es una caracteristica del Barroco que tal vez Eslava preludia desde el Mexico colonial: [. . .] wealth and power appear as uncoerced reflexes of some providence built into nature itself, rather than as products of human labor carried out under exploitative and, in the case of the colonies, genocidal relations of production. [. . .] Metaphorical and mythological décor, the Baroque’s peculiar verbal and iconographic alchemy, constitutes a kind of ‘theory of magic accumulation’ that masks the real primitive accumulation of capital in the colonies [...] making it 94 appear harmonious with the religious and aristocratic assumptions of the state’s imperialist ventures (1993: 59) Una lectura subalternista de la cita del Coloquio VIII recogida arriba permite recuperar la problematica de las relaciones de abuso que sufrieron los indigenas en sus trabajos en las minas de la colonia. Las dos imagenes mencionadas en la pieza sobre la riqueza de metales constituyen una muestra de una practica ideolégica ambivalente por parte de las élites coloniales. Por una parte, estos grupos necesitan diferenciarse del mundo del comercio y del trabajo manual que controlan por medio de sus conexiones politicas pero que a1 mismo tiempo desean camuflar ret6ricamente. Esto se consigue mediante la atribuci6n del trabajo en las minas a la intervencién de una inspiracién divina con un objetivo marcadamente religioso: “saca Dios de sus minas” (232). Sin embargo, al mismo tiempo, esta imagen no puede esconder que este estatus de élite depende econ6micamente de la explotaci6n y exportaci6n de productos como el oro y la plata de América. Este trabajo recae en los suj etos subaltemos. Aqui radica una de las contradicciones de la ideologia imperial premodema. Esta ideologia es transmitida desde los grupos dominantes al resto de la poblaci6n por medio de los instrumentos de poder politico y cultural que intentan naturalizar esta relaci6n de explotaci6n. La ironia estriba en que el trato humano que reciben los sujetos indigenas contrasta con la avaricia que demuestran las autoridades del sistema imperial. Los dirigentes demuestran una carencia absoluta del humanismo cristiano que supuestamente caracteriza a1 animo evangelizador que impulsa la colonizaci6n. Asi se revela una de las mentiras de la conquista de América en la que el objetivo no es salvar almas sino enriquecerse a costa de la explotaci6n de los sujetos mas débiles.6 95 En resumen, los indigenas son caracterizados en el teatro de Eslava como miembros de un grupo inferior y peligroso segun se ha visto en el Cologuio I, 0 son representados como demonios y “salvajes”, como hemos identificado en los Cologuios II_I_, 3:, VI, y m1. Constituyen, en defmitiva, un “otro” amenazante. La representaci6n de este grupo colonial es consistente a lo largo de la producci6n cultural de Eslava aunque tampoco es homogénea. Estas ideas confirman que en el tema de la representaci6n de los indigenas, e1 discurso de Eslava, lejos de contestar e1 sistema colonial, lo esta ratificando. En este sentido, existen diferencias entre los diferentes grupos de indigenas y esto se refleja en un tratamiento diferenciado en los textos de la época. Una de las estrategias usadas por los sujetos europeos dominantes era compartir el poder del regimen colonial con una parte de las élites indigenas. Con este método la gran mayoria de la poblaci6n indigena podia entender que habia cierta continuidad en su sistema politico-social a1 identificar a miembros de su grupo entre los lideres coloniales. La posici6n de los indigenas aparece representada de forma muy sutil en el Coloquio VI. que celebra la llegada de un nuevo virrey. La importancia del evento se pone de manifiesto en este ejemplo de fusi6n del plano sacramental y el hist6rico. Dice Fortaleza: “[...]z,qué medio tendra la gente / para ser bien recibido / Cristo, Principe excelente? / Las calles tienen compuestas / y el alma esta prevenida, / que es ciudad del Rey de Vida, / y ella esta con muchas fiestas / esperando su venida” (V1, 177). En estas festividades participan todos los grupos importantes de la sociedad, entre ellos, los caciques indigenas, que aqui son representados por los cinco sentidos: el Cir, 103 Ojos, el Gusto, el Oler y las Manos. Asi lo indican Concierto: “También tienen de 96 salir / todos los Cinco Sentidos” (VI, 180); y Fe: “Ya sé que son oficiales; / cierto que su calidad / es de hombres principales” (VI, 180). Sin embargo, estos comentarios contrastan con otras tres referencias que continuan con el discurso dominante de considerar a los sujetos indigenas como un grupo a1 que hay que tener controlado tanto fisicamente como en el imaginario de los espectadores. En las dos primeras se alude a1 lugar en donde residen estos caciques tan principales. Dicen Fe y Concierto en un dialogo: “(Niven dentro de la ciudad? / No, sino en los arrabales” (VI, 180). Y en el Coloquio III.7 1e pregunta Gusto a Merecimiento: “gVive fuera en la calzada, / o aca dentro de la ciudad?” (III, 106). Estas dos citas se refieren a la divisi6n que se intent6 llevar a cabo para reservar la zona central de México como lugar de residencia para los espafioles que era la clase dominante. Los indigenas y los otros grupos subaltemos (sujetos africanos y mujeres) quedaban relegados a vivir en los barrios circundantes y las calzadas. La tercera referencia, del Cologuio VI, construye una representaci6n ambivalente hacia este grupo colonial pues se les trata como personajes principales. Dice el personaje Fe en relaci6n a los festejos para la llegada del virrey: “Qué Lgustaran de esta fiesta / aquestos que son salvajes?” (VI, 181) y responde Concierto: “Serviran de personajes / y tendran la vista puesta / en el primor de los trajes” (VI, 181), en relaci6n a los trajes de los espafioles que para celebraciones de tanta solemnidad eran muy vistosos. Fe continua manifestando sus dudas ante el posible comportamiento de tan singulares personajes por los fastos que van a tener lugar: “Mirad bien si se previenen / para que no se entrometan/ mas que en los cargos que tienen” (VI, 181). Estas referencias se integran en un espacio diferente, el urbano, tipico de la sociedad colonial. 97 Entre las caracteristicas que José Antonio Maravall sefiala en sus estudios sobre el Barroco y las producciones culturales de este periodo, se halla e1 predominio de la urbe. Es en este espacio fisico donde, para Maravall, se produce e1 rechazo de los ignorantes, los pobres, los j6venes, las mujeres y los grupos extrafios (1983: 268). En la América colonial, e1 equivalente a estos grupos rechazados en las urbes europeas son los sujetos indigenas, los africanos y los grupos que viven a1 margen de la sociedad. Todos ellos permanecen relegados fisicamente a un anillo exterior a los limites de la ciudad. El siglo de Eslava, pre-Barroco, ya muestra evidencias de esas caracteristicas, en parte por el desarrollo répido que alcanzan las ciudades en las colonias americanas. La intermediaci6n discursiva criolla, que en Eslava es unas veces c6mplice y otras atacante del status quo, no vacila en representar a la cultura indigena como una amenaza, aunque también recoge la voz silenciada de este sector social y de su problematica hist6rica como se ha visto en la referencia a la explotaci6n que sufrieron en las minas. Por ultimo, para cerrar esta secci6n de la representaci6n de los sujetos indigenas, se puede encontrar otra muestra mas dramatica -por cuanto afect6 indiscriminadamente a hombres, mujeres y nifios indigenas- en el Coloquio XIV: “De la Pestilencia que dio sobre los Naturales de México”. Esta pieza sepuede considerar un testimonio hist6rico de la epidemia de tifus de los afios 1576-1580, probablemente 1a mas mortifera de todas las que se produjeron en la historia de México (Garcia-Abasolo 1983: 67). Siguiendo las cifras demograficas que Borah y Cook ofrecen en sus estudios sobre la despoblaci6n del México central, se ha establecido que después del primer brote de tifus ocurrido en 1543- 1548, habia en el afio 1568 una poblaci6n de 2.650.000 indigenas. A consecuencia del 98 r15 segundo brote epidémico de la misma variante en 1576-1580, habia 1.900.000 indigenas (1960: 5, 6). Es decir, las muertes motivadas por la segunda variante ascendieron 3 750.000 5610 en esa zona concreta del México central. Segun estos investigadores, si se afiaden e1 gran numero de indigenas que no estaban contados ni tasados, y los de poca edad también fallecidos a causa de la epidemia, e1 total de victimas se elevaria hasta 1.021.759 indigenas (1960: 5). La situaci6n queda reflejada en el Coloquio XIV donde se desarrolla un dialogo entre la Pestilencia, e1 Furor, la Clemencia, la Salud, el Celo, el Remedio temporal y el Saber. Dice Pestilencia muy segura de si misma: He triunfado de esta tierra / como Reina vencedora, / porque es aquesta mi hora; / y de ver que le doy guerra / es la causa porque llora. / Yo soy la red barredera / en quien todo mal se incluye / yo quien todo lo destruye / y doy muerte a1 que me espera / y también a1 que me huye (XIV, 143-144). De los efectos de la colaboraci6n entre Pestilencia y el Furor nos inforrna Salud, quien hace una petici6n desesperada para que se detenga esta situaci6n ante su impotencia: Baste ya la multitud / de los que tienes llagados / llagados y sepultados; / y aun yo, que soy la Salud, / ando a sombra de tejados. / No es lastima los que mueren, / que este es el fin de nacer; / mas me lastima entender / que los quiero y que me quieren, / sin poderlos socorrer (XIV, 149). Sin embargo, siendo los espafioles los responsables de haber traido esta y otras epidemias al ‘Nuevo Mundo’, el numero de victimas entre estos fue considerablemente inferior a1 de los nativos indigenas. Esto también lo recoge el coloquio en boca de Pestilencia: “Tate, que yo y mi cuadrilla / no tenemos comisi6n / contra gente de Castilla” (XIV, 147-148). 99 El Cologuio XIV no ofrece ningun tipo de valoraci6n sobre el hecho de que el origen de la epidemia fuera europeo, ni recoge testimonios sobre la catastrofe demografica que sufn'eron los indigenas. Sin embargo, para nosotros es una muestra de cémo la problematica de los grupos subaltemos puede ser recogida u omitida por medio de algunas representaciones culturales y recuperada para la memoria hist6rica. 2.4 Una conciencia criolla emergente. La representaci6n de la “otredad” que recoge Eslava en su discurso S610 tiene sentido completo si es interpretada como el germen de una conciencia emergente: la criolla. Hemos apuntado en su producci6n cultural comentarios criticos contra colonos espafioles, descendientes de conquistadores, sujetos peninsulares y contra los indigenas. Esto sefiala la creaci6n de una forma diferente de interpretar y representar la realidad circundante que empieza a manifestarse gradualmente. El hecho de que un amigo del autor recogiera su obra mas relevante después de su muerte nos ha perrnitido contar con un material textual valiosisimo para intentar precisar el origen de estos sentimientos de diferenciacién. En algunos momentos, los deseos de cambio grupal se manifiestan por medio de la critica directa. Pero en estos estados iniciales de la trayectoria formativa de la subjetividad criolla, 10 normal es que se recojan veladamente las pretensiones de reforma del sistema. En el Cologuio III, encontramos un ejemplo de esta actitud. Esta pieza fue escrita en honor al prelado Moya de Contreras, para la ceremonia en la que recibiria el palio arzobispal de México tras e1 fallecimiento del arzobispo Montufar, celebrada en diciembre de 1574. El dialogo de Recato y Cuidado alude en los primeros versos a la muerte de Montufar. Los tres ultimos versos se refieren a la costumbre de curar 105 100 corderos de la rofia untandolos con una resina (III, 126). Pero las quintillas del medio tienen que ver con las conversaciones para elegir a su sucesor. Especial atenci6n merecen las palabras finales de Recato, identificado con el espiritu criollo mencionado arriba: Recato: Si ante Dios Ner6n se pone / y perd6n 1e pide alli, / dirale e1 Seiior asi: / m1 quieres que te perdone / no perdonando por mi? / Cuidado: No hace contradicci6n / de eso e1 Pastor que yo quiero; / quiérole manso y severo, / con los malos un le6n, / con los buenos un cordero./ Recato: iQué ciencia maciza y alta / tuvo e1 Pastor que pasé! / iCuan buena cuenta que dio! iY cuanto sienten su falta / desde el dia que muri6! / Cuidado: Dende que yo le hallé / tan débil, flaco y enfermo, / nunca descanso ni duermo, / y mas desde que se fue / y nos dej6 en este yermo. / Recato: Lleg6 al punto postrimero / cuando a cabafia extranjera / vamos a traer la miera / para ungir cualquier cordero / que lavan la vez primera (III, 83). El dialogo empieza siendo una alabanza a1 arzobispo fallecido, Montufar, y pasa a ser una reclamacién velada de mayor autonomia. Eslava alude a que existian en México comentarios o deseos expresos de que el nuevo arzobispo fuera un representante de la propia Iglesia mexicana. La selecci6n de alguien de Espafia se refleja en la expresi6n cabaria extranjera y esta opci6n parece no ser compartida por todos los miembros de la sociedad colonial. Recato continua con su ataque: (No es dolor sobre dolores / vemos tan descarriados / que los ajenos prelados / nos ordenan los pastores / que guardan nuestros ganados? (III, 84). En resumen, los comentarios realizados hasta ahora dejan al descubierto la compleja constituci6n de la conciencia criolla que esta atrapada en los juegos de poder y 101 en los discursos de legitimacién imperial. En un estudio sobre el barroco americano, Bolivar Echeverria sefiala que los criollos se identifican con los espafioles en momentos de crisis por miedo a la barbaric (1994: 34), de ahi la continua representaci6n negativa de los indigenas en las producciones culturales criollas de la época. Pero de las piezas que hemos presentado de Eslava también podemos concluir que en este momento inicial de subjetividad criolla, las vacilaciones con respecto 3 otros grupos coloniales son constantes en la busqueda por establecer un espacio discursivo desde el que construir un imaginario altemativo a1 indigena y al europeo. Los deseos de cambio en el seno de la sociedad colonial se observan mas claramente a raiz de la controversia generada por la representaci6n del famoso Entremés de las alcabalas. Estas ansias de mayor autonomia y reconocimiento social iran alterando la fisonomia de la piramide colonial hasta desembocar en la crisis imperial del siglo XIX. 2.4.1 El Entremés de las alcabalas (1574): su representaciun. E1 Entremés de las alcabalas fue representado en diciembre de 1574. Este es un caso en el que Eslava se vio atrapado en las luchas de poder de los sectores dominantes del régimen colonial: la autoridad civil y la religiosa. El motivo de la polémica viene de la representaci6n del Entremés como parte de las ceremonias y festejos de la toma del palio del arzobispo Pedro Moya de Contreras. Este habia llegado a México tres afios antes (en 1571) para organizar el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisici6n y durante este tiempo fallece su predecesor en el cargo, e1 arzobispo Montufar. El virrey es Martin Enriquez de Almanza y sus relaciones con el estamento eclesiastico, representado ahora por Moya de Contreras, no son cordiales. La ceremonia de consagraci6n de Moya de Contreras tuvo lugar el dia 5 de diciembre y 102 como parte de los festejos, se representé una breve comedia pastoril compuesta por el presbitero Juan Perez Ramirez. El dia 8 del mismo mes tuvo lugar otra ceremonia para imponer e1 palio arzobispal a Moya de Contreras. Entre los actos del ritual, se represent6 un coloquio de Eslava (el III). Durante un descanso de la pieza, uno de los entremeses hacia una critica a1 impuesto de la alcabala. Este impuesto habia sido aprobado por el virrey Martin Enriquez Siguiendo las instrucciones de una cédula real, e iba a entrar en vigor unas semanas mas tarde, el 1 de enero de 1575. La decisi6n de Eslava de incluir este tema en un interludio puede ser muestra de una etapa en el proceso de aculturaci6n del letrado que contrasta con sus primeros afios de estancia en México. En este sentido, Eslava desarrolla una actitud de identificacién con la realidad y problematica americanas que se aleja gradualemente de los intereses del grupo dominante. Es dificil de creer que fuera una actitud insconsciente, y que Eslava no hubiera pensado en las posibles consecuencias, mas aun si consideramos que la puesta en escena se produjo dieciséis afios después de su llegada a México. 2.4.2 Origen ,de la alcabala. Para entender e1 alcance de la critica de Eslava, debemos poner en contexto la importancia de la puesta en practica en México de un instrumento de tasaci6n de actividades econ6micas como la alcabala. Desde sus origenes medievales,8 la alcabala es un impuesto indirecto o sobre el consumo, que gravaba las ventas o 105 intercambios. Cuando se instaur6 por primera vez en el ambito peninsular, tenia un caracter de temporalidad aunque dados los beneficios para el cobrador, pronto se convirti6 en permanente. Su cuota impositiva tampoco fue estable y tendi6 a crecer con el tiempo (Mox6 1963: 33). En la Peninsula, la alcabala se dirigia a hidalgos, pecheros y on general 103 a todos los hombres del reino y los clérigos estaban exentos de pagarla a1 igual que algunas villas y ciudades (Mox6 1963: 45). El impuesto lo paga primero e1 vendedor o intercambiador que a su vez traspasa e1 ajuste de precios al consumidor, elevando de esa forma los precios y la inflacién. En la época de Felipe II, 105 ingresos por la aplicaci6n de las alcabalas y tercias continuaba siendo el grupo mas importante de rentas y su importe constituia al menos 1/3 de los ingresos de la Corona de Castilla (Carande 1977: 255). Por estas cifras, se convierte en una de las figuras mas importantes de la Hacienda del antiguo regimen espafiol. En America, el impuesto de la alcabala se instaur6 muy temprano por las necesidades recaudatorias de las areas reales de la metr6polis. Aunque en un principio Carlos V habia otorgado una franquicia en 1522 eximiendo del pago de alcabalas a los subditos de las posesiones americanas (Garavaglia 1987: 1, 2), esta situaci6n cambi6 con Felipe II. Este monarca, acuciado por las deudas, expidi6 una real orden e1 1 de noviembre de 1571 (“Real Orden”). En ella, ordenaba el cobro del real derecho de alcabala en sus dominios de las Indias y disponia en detalle e1 procedimiento a seguir. Dice a1 inicio de la real orden: A vos los mis Virreyes [...] ya sabeis, que por los grandes, y continuos gastos, que he tenido de muchos afios a esta parte, sustendando muy gruesos Exércitos, y Armadas por Mar, y Tierra, por defensa publica de la Christiandad [...] mi Patrimonio esta exhausto, consumido, y embarazado de manera, que de 61 no me puedo prevaler, ni ayudar, ni para los gastos forzosos, y ordinarios [. . .] y que para ayuda a conservarla, y sustentarla, de lo que mas justamente, y con menos inconveniente podemos ayudar, y prevaler, es, de los derechos de Alcabalas, que 1 O4 nos pertenecen, y nos son debidos desde que esos Reynos se incorporaron con estos [. . .] (“Real Orden”, folios 1 y 2). El 17 de octubre de 1574, el virrey de Nueva Espafia, Martin Enriquez de Almanza, cumpliendo las 6rdenes llegadas de Espafia promulg6 un bando por el que orden6 el cobro de susodicho impuesto a partir del 1 de enero de 1575. Este es el motivo por el que Fernan Gonzalez de Eslava decide reescribir e1 Entremés de las alcabalfi que tantos problemas 1e traeria con las autoridades. En el bando del virrey Almansa, se dice: [. . .] desde primero dia del mes de enero del afio venidero de mil quinientos setenta y cinco en adelante se lleve y cobre alcabala de todas las mercaderias que vinieren y se trajeren de los reinos de Espafia y otras cualesquier parte de esta Nueva Espafia y provincias de suso declaradas y de todo lo que en ellas se criare y cogiere de la cobranza, crianza, frutos, trato, grangerias, oficios y de otra cualquier calidad que sea que se vendiere y contratare se pague a su Majestad de alcabala la dicha razén del dos por ciento del principio que se vendiere lo cual pague todo genero de personas y tantas cuantas veces se vendiere y contratare (“Bando del virrey”). Aunque se trataba de una renta real que se cobraba sobre el valor de muebles, inmuebles y articulos que se vendian o intercambiaban, en realidad se convertia en un impuesto indirecto que afectaba a las transacciones comerciales. De esta forma, repercutia sobre todos los consumidores (Artola 1982: 35). Para el caso particular de Nueva Espafia, la administraci6n de este impuesto estuvo en manos de la Real Hacienda, que en el caso de la ciudad de México, se prolong6 hasta el afio 1601 (Garavaglia 1987: 6).9 105 Ambos documentos, la real orden y el bando del virrey, suscriben el principio de universalidad del impuesto aplicable a todas las cosas que se consumen con el uso. Pero al mismo tiempo, también es aplicable a las segundas, terceras y sucesivas ventas hasta que las mismas cosas se acaben. La instauraci6n progresiva de este impuesto directo fue acompafiada de la creaci6n de un vasto y complejo aparato administrativo dependiente de la Real Hacienda (Garavaglia 1987: 10).10 Deciamos antes que el monto de las alcabalas no es fijo, pues esta sujeto a las necesidades econ6micas. Para el caso de Nueva Espafia, el bando del'virrey Almanza recoge la siguiente referencia: “Y le ha de cobrar a razon de dos por ciento en dineros de c6tado” (“Bando del virrey en detalle”: folio 1).ll Pero, Lquién debia pagar este impuesto? Las 6rdenes dicen que: “El alcabala la ha de pagar todo genero de personas, sin exceptar otros algunos, mas de aquellos que por leyes del quademo de las alcabalas [on exceptados” (“Bando del virrey en detalle”, folio 1). A1 igual que en el caso de los bienes materiales, también se registran excepciones a este parametro de universalidad. Esto quiere decir que habia grupos exentos de pago como los indigenas. Esta excepci6n es relevante por su peso en la demografia de la sociedad colonial y por su influencia en la estructura mercantil en la comercializaci6n de ciertos productos. La real orden de 1571 ya especifica que: Primeramente las Personas que administraren, y cobraren la Alcabala, haran Nomina de todos los Vecinos, é Habitantes en cada Pueblo, é los que viven, y estan en los Chacaras, y Estancias, Huertos, y Heredades é Ventas, assi Espafioles, como Mestizos, Mulatos, y Negros Libres, y Clerigos, que se entienda, 106 que puedan hacer Alcabala, excepto los Yndios, que por ahora, no la han de pagar (“Real Orden”, folio 2).12 Como se ve, 1a poblaci6n indigena queda al margen de pagar el tributo en la primera venta de los productos aunque tenian que incluirlo en las segundas y terceras transacciones comerciales.l3 Sin embargo, esta excepcién es temporal y por lo tanto podia ser modificada por la corona en cualquier momento.l4 Otro grupo importante exento del pago es la Iglesia, segun recoge la real orden de 1571: “Las Personas exceptuadas de las Leyes, son las Iglesias, Monasterios, Prelados, y Clerigos, ninguno de los quales han de pagar Alcabala de las Ventas que hicieren de sus Bienes, ni de trueques, por lo que a ellos toca, y puede tocar” (“Real Orden”, folio 3). A pesar de estas especificaciones, hubo numerosos conflictos y pleitos entre las autoridades civiles y las eclesiasticas por la puesta en practica de las leyes. La representaci6n del Entremés de las alcabalas, a cargo del sacerdote Eslava, suponia una burla doble para el virrey puesto que la critica venia de un sector que estaba excluido de la tributaci6n.” Para nuestra investigaci6n es pertinente saber qué tipos de trabajos y/o trabajadores deben cumplir con el pago de este impuesto. Como sabemos, los sujetos criollos no podian ejercer responsabilidades en la administraci6n civil, ni podian detentar cargos judiciales, ni religiosos de importancia. Por lo tanto, es logico pensar que este sector se veria directamente afectado por las nuevas ordenanzas a1 desempefiar los trabajos incluidos en la lista de la orden real: los herradores, silleros, guarnicioneros, los boticarios, los pregoneros, los roperos y zapateros, y “[...] todos los demas Oficios” (“Real Orden”, folio 4). For 10 tanto, este impuesto tendria un doble objetivo: por un lado 107 recaudar dinero en los sectores donde se producia un elevado numero de transacciones y por otro, impedir que los grupos que debian pagar el impuesto adquiriesen poder econ6mico con rapidez. Este es el contexto hist6rico/legal que propicia el enfrentamiento entre las autoridades civiles y las religiosas a raiz de la representaci6n del Entremés que tuvo lugar con la aprobaci6n de Eslava. Si bien la controversia en torno a esta pieza teatral alcanzé cotas de escandalo por el encarcelamiento de varios responsables de la representaci6n, la tensi6n entre e1 poder civil y el religioso no era una situaci6n novedosa en México. Simplemente se agudiza desde la eleccién como arzobispo de Pedro de Moya y Contreras. Este habia llegado a México en 1571 como Inquisidor y después de casi cuatro afios de convivencia, el ya arzobispo evitaba con cuidado ir a los actos en los que podia coincidir con el virrey: “L . .] y es cierto que, conociendo su condici6n y la mala voluntad que me ha tenido después questoy en esta tierra, e vivido con cuidado de huir dél y que no concurriésemos en una parte donde tuviese ocasi6n para ser sefior de mi” (Cart_a_s de Indias. 1877: 183). I Esta cita revela la forma en que el arzobispo Moya y Contreras, representante de la Iglesia, intenta defenderse. Pero también se trat6 de una respuesta agresiva por su parte ya que el mismo arzobispo queria que quedase constancia por escrito de su conducta. El virrey Martin Enriquez ya se habia quejado de la actitud de Moya y Contreras e1 9 de diciembre ante el Presidente del Consejo de Indias: “El es hijo deste siglo y el mayor hombre de su negocio que he visto, sin reparar en nada ni ponérsele cosa delante. Si V.S. tomase juramento a1 Licenciado Bonilla y otros que sean hombres cuerdos y de crédito, entenderia V.S. sus partes” (“Carta de don Martin Enriquez Almanza”: folio 1). Estas dos citas indican que la relaci6n entre los dirigentes civiles y religiosos era mala. Al mismo 108 tiempo son la punta de lanza de una crisis de confianza y de autoridad mas profunda que llev6 a1 enfientamiento entre el virrey Martin Enriquez y al arzobispo Moya y Contreras. Por ultimo, los oidores de la Real Audiencia estan de acuerdo con el virrey pocos dias después segun recoge una carta enviada al rey Felipe II: “L . .] que, por lo que ha dicho y hecho, nos parece mas profano, duro y tenaz, que no deve ser 6] mas acertado de lo que debria a la prelazia de que Vuestra Magestad 1e hizo merced” (“Carta del virrey y de los oidores a1 rey”: folio 1). En resumen, durante la época en que se represent6 e1 critico entremés de Eslava, diciembre de 1574, ya habia una rencorosa hostilidad entre el virrey Martin Enriquez y el arzobispo Moya de Contreras. Esta situaci6n era de conocimiento publico. Si por un lado las autoridades civiles (oidores y alcaldes) se solidarizaban con la burocracia virreinal, por otro, los clérigos y variados simpatizantes civiles se aliaban con el arzobispo. A pesar de las protestas de inocencia del arzobispo es necesario admitir que el enfado del virrey estaba justificado. E1 entremés, en este caso concreto, fue representado poco después del anuncio de la instauracién del impuesto de la alcabala a sabiendas de que se hacia con mala intenci6n. La pieza tendria momentos de risa, e incluso de piadosa edificacibn, como sugiere e1 arzobispo: “trata de la alcavala que deve el género humano” (“Carta del arzobispo al Presidente”: folio 5). Sin embargo, en las condiciones que se daban en México en aquel momento de diciembre de 1574, se trataba de una burla intencional sobre la decisi6n del grupo dominante peninsular de imponer un nuevo impuesto tributario. 109 2.4.3 El Entremés y sus consecuencias. El arzobispo Moya de Contreras, resume el entremés en una de sus cartas: “Parece que ubo otro [entremés] que trataba de cierto alcavalero o alguacil que yva a sacar prenda por el alcavala o sisa, y, sacando la ropa de la cama, sac6 a bueltas tres muchachos desnudos” (“Carta del arzobispo al Presidente”: folio 5). En una misiva mas detallada, los oidores de la Audiencia y el virrey desglosan mas informaci6n a Felipe 11, con detalles sobre la mala intenci6n que han visto en la pieza: y otro dia miércoles adelante, dia de la Concepci6n de Nuestra Senora, ocho del mismo mes, al rrecevir del palio hizo que se rrepresentase otra en la qual huvo un entremés que sali6 uno rrepresentando ser cobrador de alcavalas y que yba a sacar una prenda en casa de un labrador, y salieron d'él el labrador y su muger a defenderle la prenda, y, andando a las pun[ii]adas con 61, e1 cobrador les sac6 cierta rropa de cama y en ella buelta tres muchachos, como que estava[n[ durmiendo, y en mitad del tablado los hech6 desnudos en el suelo; los quales se lebantaron dando gritos, y ellos y sus padres salieron contra el algu[a]zil o cobrador maltratandole sobre la defensa de la prenda; y como esto pas6 en sazén que por mandado de Vuestra Magestad nuevamente estan mandadas cobrar las alcavalas desde el principio del an[fi]o que biene, pareci6 mal a los que alli se hallaron que desean e1 servicio de Vuestra Magestad, y otros puso miedo y di6 ocasi6n a escandalo y murmuraci6n de que con semejantes autos se an de hazer las cobrancas de alcavalas (“Carta del virrey y de los oidores al rey”: folio 1). Ambos documentos ofrecen comentarios sobre la reacci6n de la audiencia desde el punto de vista del arzobispo y de la burocracia virreinal. Debemos considerar las diferentes 110 agendas que mueven a ambos poderes coloniales. El eclesiastico intenta minimizar el dafio creado en los comentarios que siguen : que fué causa de grandisima risa y regocijo del pueblo, como lo fué todo lo demas, sin que nadie sintiese mal de que tratase de alcavala ni de sisa, porque la solenidad y regocijo de la fiesta no dava lugar a ymaginaciones ni malas interpretaciones, sino a $610 holgarse y alegrarse, especialmente que lo mas de la obra, que otras vezes se ha representado fuera d'esta ciudad, trata de la alcavala que deve el género humano (“Carta del arzobispo”: folio 5). Pero la reacci6n de enojo de las autoridades queda recogida en un documento del 9 de diciembre (un dia después de la representaci6n). El virrey Martin Enriquez escribe al Presidente del Consejo de Indias: Y fué que continuando e1 Arzopispo las farsas de su consagraci6n, mand6 hacer otra cuando tom6 el palio, y bien indigna del lugar, pues era en tablado que estaba pegado a1 altar mayor, y en presencia de los obispos de Tlaxcala, Yucatan y Chiapa y Jalisco, y el Audiencia y todo lo principal del pueblo (Cuevas 1914: 308-309). En este fragmento, Martin Enriquez expresa su descontento (bien indigna del lugar) con la pieza ofrecida, el lugar escogido para la representaci6n y el hecho de que se hiciera en presencia de la élite local. La cita ofrece una muestra del efecto de la representaci6n entre las autoridades civiles. Un dia después de la representaci6n, el virrey Martin Enriquez escribi6 una carta a1 Presidente del Consejo de Indias en la que describe al arzobispo como un enredador, presentando como principal prueba el auto de las alcabalas. Continua en su carta 111 explicando las reacciones de una parte de la audiencia y especialmente las suyas: “La grita y la platica que sobresto hubo no se acaban tan presto. Todos los demas entremeses 1e perdonara, mas este no me hizo buen est6mago” (“Carta del virrey a1 Presidente”: folio 1). Y a1 mismo tiempo, no espera a que el Presidente 1e responde y ordena mediante un auto de justicia, que no se hiciesen mas representaciones sin previa censura de la Real Audiencia (“Carta de los oidores a1 arzobispo”). A continuaci6n, los oidores y el virrey Martin Enriquez escriben a Felipe II su versi6n de los hechos, en donde exagerando los acontecimientos, refieren un caso de rebeli6n de la ciudad, con ejemplos de desacato y deservicio a su Majestad: “como ya en dias pasados estaba probeydo por rrepresentaciones que se avian hecho cerca del trato de rrebeli6n d'esta ciudad en desacato y deservicio de Vuestra Magestad” (Carta del virrey y de los oidores a1 rey”: folio 1). De estos movimientos recibe cumplida informaci6n e1 arzobispo Moya de Contreras desde sus amigos en la Audiencia segun manifiesta el 20 de diciembre: que a [legado a tanto grado que e sido ynformado de uno de los de la Audiencia que a hecho ynstancia con el fiscal para que scriva a su Magestad que en esto sea deservido; porque éste es su bord6n en todas las cosas en que quiere executar su pasi6n: abracarse con el rrey, que Dios sabe quién le sirve mejor y con mas limpieza y pureca; pero, como vastava ser cosas hecha fiesta mia, el visorrey (roto) a su modo, dandole e1 sentido que quiso [...] (“Carta del arzobispo a1 Presidente”: folio 3). A partir de esta cita podemos observar que las amenazas circulaban entre las diferentes estancias de poder y el ambiente se iba enrareciendo por momentos. Sobre estos momentos dice Amado Alonso: “la ciudad debia ser un hervidero con tantas 112 murmuraciones, coloquios, glosas y conversaciones, y el aire era de tonnenta” (1940: 29). La informaci6n de las represalias que tuvieron lugar, son recogidas en la carta del arzobispo Moya de Contreras del 24 de enero (Cartas de Indias, 1877: 176-194). Por ella sabemos que no se prendieron a los muchachos del coro que representaron la pieza, pero si a1 maestro de capilla Joan de Victoria que los dirigi6 y que también particip6 en la representaci6n (Fomento 1877: 181). Entre los involucrados que fueron capturados figura el mulato que represent6 e1 entremés “que por ser gracioso ech6 mano dél mas que de otro” (Fomento 1877: 181), el poeta Francisco de Terrazas “hombre de calidad y seiior de pueblos, porques gran poeta y dizen que podria aver hecho las coplas questaban en el papel” (Fomento 1877: 181) y finalmente, Fernan Gonzalez de Eslava. Por ser e1 autor de la pieza en la que se injert6 el entremés y por haber reescrito, supuestamente, la pieza critica recibi6 el siguiente castigo: “[. . .] tuvieron en un calavoco [. . .] diez y siete dias de prisi6n” (Fomento 1 877: 181). 2.4.4 El criollismo de Eslava: inconformismo y satira. En nuestra opini6n, la base del discurso criollo de Eslava reside en su inconformismo con las reglas establecidas desde los grupos dominantes peninsulares que dominan e1 sistema colonial. Pero también en su deseo de sefialar las inconsistencias de ese sistema que poco a poco observa durante su proceso de asimilaci6n a la cultura americana. Desde esta perspectiva, su discurso se sustenta en unas determinadas estructuras de producci6n y representa a un conjunto de valores y creencias coherentes que constituyen un modelo de “realidad” que empieza a ser diferente del europeo y del indigena. 113 Sobre el estudio de esta “realidad” americana existe un gran vacio en la critica literaria como manifiesta Juan Villegas. Este critico sefiala en sus comentarios sobre este olvido de los especialistas la existencia de una posibilidad diferente de trabajar con textos latinoamericanos: Ha habido periodos en los cuales los textos latinoamericanos han sido reconocidos o aceptados por el discurso critico hegem6nico en los Estados Unidos o Europa. Generalmente, se explica ese reconocimiento por la calidad estética 0 e1 mejoramiento estético de algunas obras. En realidad, no se trata de calidad artistica sino del potencial de algunos textos hispanoamericanos de ser leidos desde una perspectiva [. . .] diferenciada de los c6digos culturales y estéticos norteamericanos o europeos [. . .] (1986: 58). Villegas sefiala la necesidad de fomentar un acercamiento aut6ctono, mas representativo alejado de los marcos estético-literarios dominantes como ya reclamaba Roberto Fernandez Retamar en su Caliban. La obra literaria de Eslava ofrece un buen punto de partida para iniciar esta reinterpretacién de textos literarios. Aunque ésta no es independiente, sobre todo en una época como la colonial, marca una transici6n hacia un modelo de representaci6n distinto. Eslava subvierte gradualmente los modos discursivos dominantes al codificar 10 “real” desde la perspectiva de un grupo (los criollos) que se halla en relaci6n conflictiva con modelos del mundo elaborados por otros grupos (europeos e indigenas) en un determinado momento hist6rico. Con su producci6n, contribuye a generar un modelo cultural en un marco hist6rico especifico que se resiste a ser marginada por el canon literario de la dominancia a1 no poder ser aprehendido por ésta. El caracter hibrido de su 114 producci6n, resultado de emplear modelos estéticos europeos y contenidos/tematica americana, escapa a1 control de las categorias de los grupos dominantes, manifestando, de esa forma, una mentalidad doblemente articulada. Desde una perspectiva subalternista, las referencias a la explotaci6n econ6mica que aparecen en su obra (e1 trabajo de las minas, e1 impuesto de la alcabala) van mas alla de plantear la subalternidad como una simple cuesti6n por la que unos grupos sociales son dominados por otros. Las repercusiones tienen un alcance global mas amplio pues apunta a una situaci6n de colonialidad por la que se crean unos vinculos de dependencia entre la metr6polis del Imperio y las colonias: La colonialidad era un elemento esencial de la integraci6n del sistema interestatal, que cre6 no solo un orden jerarquico sino ademas un grupo de normas que regulaba la relaci6n de unos estados con otros. Asi, los esfuerzos que realizaban aquellos que estaban situados en un rango inferior para superar su propio rango, servian de diversas maneras, para asegurar los rangos superiores (Mignolo 2001: 168) En este sentido, la colonialidad del poder crea subalternidades bajo la forma de dominaci6n global en la que quedan atrapados una variedad de grupos sociales y sujetos.l6 Eslava ilustra la imposibilidad de escapar a las contradicciones y dilemas de una herencia cultural doble. En su producci6n cultural se presenta 1a complejidad de la problematica generada por la confiontacién entre dos mundos. En cuestiones de identidad, parece que nada es conciliable 0 compatible: “between two cultures, between two living species as close as imaginable , there is always a differential gap and this differential gap cannot be bridged.”17 Una de las salidas a este problema sin soluci6n 115 aparente es la recogida de la diferencia para la memoria del futuro que ademas prueba la emergencia de marcos conceptuales hibridos desde los que se crean nuevas formas de conocimiento. En la época colonial inicial de Anahuac/México (desde la caida de Tenochtitlan hasta el siglo XVI), las denuncias y reivindicaciones como las que realiza Eslava son cada vez mas frecuentes en los textos criollos. Este hecho perfila para Garcia- Bedoya las caracteristicas de un grupo que se percibe como diferente y se cohesiona poco a poco en torno a intereses comunes (2000, 52). A pesar de la existencia de un posible proyecto unitario, Bernard Lavallé ha matizado la importancia del caracter emergente de la conciencia criolla en esta época: Seria arriesgado y, en muchos conceptos anacr6nico, ver ya en ello un sentimiento nacional. Sin embargo, a pesar de sus limites y, a veces, de sus contradicciones, e1 criollismo parece ser de manera evidente la primera etapa de una larga andadura que, mucho mas tarde y en contextos muy diferentes, podria desembocar en la aparici6n de tal sentimiento (1993, 105). En esta disputa entre Occidente (Europa) y America, las zonas intermedias se convierten en paradigmas de saber que por una parte muestran las inconsistencias y dislocaciones de los viejos marcos y, por otra definen una nueva identidad. Las técnicas literarias usadas por Eslava no solo son la expresi6n de un gran talento 0 de una crisis de identidad personal. Sus producciones culturales canalizan una realidad polimorfa compuesta de identidades multiples y metamorfosis constantes, entre las que asoma una identidad criolla reivindicativa. 116 N OTAS ' A continuaci6n, este critico repasa los comentarios de otra serie de filélogos sobre estas especulaciones que simplemente repiten los argumentos mencionados arriba. El lugar de origen de Eslava es materia de debate hasta la fecha. 2 Margit Frenk. F erndn Gonzdlez de Eslava, Villancicos, romances ensaladas y otras canciones devotas (Mexico: El Colegio de México, 1989). 3 Pese a este dato, Francisco de Icaza sostiene que Eslava debi6 llegar a México en 1559 6 1560. 4 Esto sucede en America practicamente a1 mismo tiempo que Lope de Rueda desarrolla en Espafia sus 1.13118- 5 La problematica indigenista en la ideologia criolla es estudiada por Anthony Padgen en Colonial Identity in the Atlantic World, 1500-1800. (Princeton: Princeton UP, 1987). Esta divisi6n en la mentalidad criolla es un conflicto que empieza a solucionarse segun Padgen en el siglo XVHI. 6 En el Coloquio VI hay otra referencia hacia el caracter de “salvajes” de los indigenas lo que justifica para los europeos las actuaciones para combatirlos o transformar su comportamiento. En este ejemplo, se estan preparando los festejos para celebrar la llegada de un nuevo virrey y el personaje de la Fe pregunta a Concierto en relaci6n a la potencial audiencia de la fiesta: “z,Qué gustaran de esta fiesta / aquestos que son salvajes?”(VI, 181). E1 titulo del coloquio es: "Que se hizo para la fiesta del santisimo sacramento, en la ciudad de México, en la entrada del conde de Corufia cuando vino por virrey de esta Nueva Espafia. Va simbolizando a la entrada que Dios hace en el alma". 7 A la consagraci6n del doctor don Pedro Moya de Contreras, primer inquisidor de esta Nueva Espafia y arzobispo de esta santa Iglesia mexicana. Trata del desposorio que entre ella y 61 contrajeron en ese dia. 8 Los textos mas antiguos que mencionan la existencia de este impuesto son recogidos por Salvador de Mox6 (ver bibliografia). Este investigador cita a Juan Mariana en referencia a una posible alcabala de origen arabigo “llamése este nuevo pecho o tributo alcavala, nombre y exemplo que se tom6 de los moros”, derivaci6n filol6gica del vocablo cabala (acci6n de recibir) y la particula al (25-26). Consultar también el libro de M. Artola. 9 La real orden del 1 de noviembre de 1571, (recogida por el bando del virrey Almanza del 27 de noviembre de 1574), disponia los bienes que debian pagar la alcabala en detalle: [...] todas las Mercaderias, y las demés cosas que se venden, y contratan en las dichas nuestras Yndias, Yslas, y Tierra firme del Mar Occeano, assi de las que se llevan a ellas de estos nuestros Reynos, de la primera, y demas ventas, como de las que alla se cogieren y criaren, assi de la labranza, y crianza, fructos, grangerias, tratos, y oficios, como en otra cualquier manera, que se vendieren, trocaren, y contrataren [. . .] (“Real Orden”, folio 2). 10 La documentacién también especifica los bienes que estaban exentos del pago de este tributo. El ejemplo mas relevante fue el del maiz, por su influencia en la economia de Nueva Espai‘ia y por su rol en la dieta de las clases mas populares. Asi se recoge en la siguiente cita junto con la referencia a otros productos de uso cotidiano: “Del Maiz, y otros Granos, y Semillas que se vendieren en el Mercado, y Alhondigas, para provisibn 117 de los Pueblos, por ahora, no se ha de pagar Alcabala, ni de los mantenimientos que se vendieren por menudo en los Lugares, y Plazas para provision de la Gente pobre, y viandante” (“Real Orden”, folio 3). También estan exentos e1 “pan cocido, los caballos, [...] los libros, los alcones y aves de caza [...] las cosas que se dieren en Casamiento, [. . .] los bienes de Difuntos que se repartieren entre herederos, aunque intervengan dineros” (“Real Orden”, folio 3). Esta instruccién aparece recogida en idénticos términos en el bando del virrey Almansa 11 La tributaci6n era del 6% entre 1778-1780 y del 8% entre 1781-1790 segun recoge Garavaglia (28). ‘2 El énfasis es mio. 13 En la practica de la vida diaria 1a situaci6n era muy diferente. La critica ha examinado documentos donde se recoge 1a dificultad para el cobro del impuesto por la resistencia de los comerciantes a presentar unas cuentas transparentes de sus transacciones comerciales. Ademas, era imposible averiguar quién realizaba los intercambios comerciales, sobre todo de segundas o terceras ventas ante la falta de una infraestructura que regulase la practica del nuevo tributo, como recoge esta cita: “no se habian tenido en cuenta las disposiciones a1 respecto” (Garavaglia 1987: 21). 14 Garavaglia y Grosso recogen que esto sucedié a fmales del siglo XVII durante e1 periodo en el que la Real Hacienda tom6 a su cargo la administraci6n de las alcabalas en la capital en el periodo 1677-1693. 19 y ss. 15 Los ejemplos de fraudes son numerosos, también a manos de mercancias introducidas por eclesiasticos. Durante los afios 1718-1719, 1a Real Hacienda de Puebla dejaba de ingresar una suma cercana a1 23% del monto que le corresponderia por las actividades ilegales promovidas por representantes de la Iglesia (Garavaglia 1987: 22). '6 El alcance de la alcabala llegaria muy pronto a1 Virreinato del Peru. Asi lo indica Guaman Poma en una lamina de su NueanCor6nica y buen gobierng: “Bven Gobierno / Don Garcia de Mendoza, marques de Cafiete, sefior de las uillas de Argete, e1 sétimo bizorey / en Lima /bizorrey 7”. En esta ilustraci6n indica: “Y sacé mucha cantidad de hazienda para el seruicio de su Magestad y puso en execuci6n 10 del alcauala” (Tomo B [1610] 1987, 466-465 [468-469] paginas 476-477). E1 gobierno de Don Garcia Hurtado de Mendoza, marqués de Caiiete, dur6 desde 1590 a 1596, siendo todavia rey Felipe H. 17 Citado por Serge Gruzinski de un seminario de Claude Levi-Strauss publicado como L'Identité (Paris: P.U.F., 1977), 322. 118 CAPITULO 3 Cristubal de Llerena 3.1 La vida de un criollo en Santo Domingo en el siglo XVI. E1 teatro es una manifestaci6n cultural que ofrece un espacio discursivo donde se pueden reflejar las pugnas y tensiones que surgen entre diferentes grupos socio- culturales. Uno de los temas que destaca en algunas producciones teatrales que se han conservado del siglo XVI es la representacién de las relaciones entre los grupos coloniales dominantes y subaltemos. Una problematica similar ha quedado recogida en el discurso literario del criollo Crist6bal de Llerena. Este sujeto refleja desde el marco de la Audiencia de Santo Domingo una perspectiva que se corresponde con la posici6n de un letrado criollo interesado en la situaci6n politico-social por la que atraviesa la vida colonial de la Hispaniola. El marco hist6rica de este periodo ha sido estudiado por Roberto Cassa (1977) y Abelardo Vicioso (1979). El primero explica que la bonanza econ6mica que disfrutaba la Hispaniola hasta mediados del siglo XVI empieza a desplazarse gradualmente hacia La Habana. Uno los factores que cita para explicar este cambio es la disminuci6n de la producci6n azucarera en la isla. Esto afect6 negativamente a la economia esclavista intensiva que se habia desarrollado desde los inicios de la colonizaci6n. La causa de esta situaci6n se halla en la bajada de la demanda de productos agricolas en la economia de la metr6poli que provoc6 un descenso de los beneficios del comercio de estos productos. El menor peso de las rentas agricolas provocé, a1 mismo tiempo, una concentracién de los intercambios comerciales con los puntos donde se explotaban yacimientos de metales preciosos, especialmente oro y plata. Sin embargo, después de casi 90 afios de 119 colonizacién por parte de los espafioles, estos metales preciosos empezaban a escasear. Entonces, en los afios de formaci6n de Llerena, Santo Domingo se hallaba en una coyuntura en la que sus productos agricolas eran cada vez menos solicitados y la cantidad de metales preciosos hallados en la isla habia descendido vertiginosamente desde la llegada de los europeos. Ademas la isla no podia establecer relaciones comerciales por su cuenta por el monopolio que habia impuesto Espafia en sus colonias. Segun Roberto Cassa, estas restricciones a1 comercio y la disminuci6n del flujo mercantil con Espafia incentivaron e1 sistema de contrabando con piratas y comerciantes de paises enemigos. Este historiaor explica que los habitantes de las colonias necesitaban los productos que vendian los corsarios y los compraban a cualquier precio. La existencia de este intercambio comercial permiti6 que los trabajadores del campo encontrarran una salida para sus propios productos. Con esta practica ilegal, aument6 la distancia entre la autoridad colonial y el pueblo llano pues los extranjeros pagaban a mejor precio los articulos de la isla y vendian mas barato los de importacién. La posici6n geografica de Santo Domingo favorecia ademas estas actividades ilegales: es un enclave insular, poseia grandes costas sin sistemas defensivos (de lo que se quejaba e1 arzobispo L6pez de Avila en su carta), esta en el centro del Mar Caribe y carecia de fuerzas militares regulares. Una de las consecuencias de este tipo de comercio ilegal es que el erario publico no recibia ingresos de la recogida de impuestos por actividades econ6micas. Abelardo Vicioso (1979) sefiala que en la década de 1560-1570, 103 piratas entendieron que era mas fructifero entablar relaciones comerciales con los residentes en Santo Domingo que practicar e1 pillaje. Durante esos afios, grupos de comerciantes de Holanda, Inglaterra, Francia y Portugal aunaron esfuerzos para crear una red de comercio 120 ilegal mucho antes de que actuaran sus respectivas autoridades civiles. Como resultado, hacia 1575, el contrabando se habia convertido en una actividad fimdamental para el comercio de la isla. Dos de los objetivos de los piratas (y de las compafiias comerciales que les apoyaban), eran romper e1 sistema monopolistico imperante y reducir e1 impacto del sistema de flotas espafiol en la economia europea. Las circunstancias que favorecieron el éxito de este mercado negro han sido enumeradas por Morales Padr6n: [. . .] la presencia de comerciantes extranjeros dentro de la vida econ6mica espafiola, 1a uni6n de Espafia y Portugal que permitié a los naturales de este pais viajar libremente a la America espafiola cuyos puertos conocen y a los que llevaran luego como pilotos a los demas europeos, y el mismo desguamecimiento del territorio siempre carente de fortalezas, soldados, artilleria y demas pertrechos para una adecuada defensa (1988: 464-465). Tanto Cassa como Vicioso defienden 1a teoria de que e1 contrabando lesion6 e1 principio fundamental del sistema colonial espafiol. El hecho de no permitir e1 comercio con otras naciones europeas incentiv6 la apertura dc rutas comerciales ilegales. Esto, por consiguiente, debilit6 la posicién de la metr6polis en la balanza econ6mica de la isla. E1 uso que hizo el grupo dominante de espafioles de su monopolio en las Antillas y en el mar Caribe estaba centrado en impedir todo intercambio entre sus colonias y los extranjeros. Sin embargo, result6 contraproducente para los intereses de los primeros. El auge del contrabando también alej6 a los comerciantes espafioles de la isla que no podian competir con sus precios y tampoco tenian las garantias de seguridad necesarias para llevar a cabo su actividad comercial. A finales del siglo XVI y los primeros afios del siglo 121 XVII, la situaci6n habia llegado a1 limite y las relaciones entre la isla y la Corona no podian ser peores (Cassa 1977). E1 afio clave para nuestra investigacién sobre la producci6n del sujeto criollo Llerena es 1586. En esta fecha, Francis Drake atac6 la ciudad de Santo Domingo atemorizando a los vecinos y comerciantes que todavia frecuentaban e1 puerto comercial. Al mismo tiempo, puso al descubierto las deficiencias del sistema colonial establecido en la isla. La referencia a la falta de representantes de la autoridad que se dedicaran a organizar la defensa de la ciudad queda recogida en la Carta que el Arzobispo L6pez de Avila envia al rey Felipe 11 para informar de la situaci6n: Crist6ba1 de Ovalle, Presidente de la Audiencia, los oidores, e1 Cabildo de la ciudad y todos los que por su cargo y empleo estaban llamados a defender, junto con el honor, la vida y hacienda de la poblaci6n civil, todos huyeron ni mas ni menos que si fueran timidos frailes o azoradas monjas; [...] Francis Drake se retir6 a los treinta dias de estar en la ciudad a contar de la tarde del 11 de Enero en que la tom6, sin que en dicho tiempo hubiera sido molestado por aquellos mismos que habian mostrado a1 arzobispo cuan justicieros y enteros y dignos hombres eran en el cumplimiento de sus cargos y fimciones (“Cartas de los arzobispos”, 1588: folio 2). Roberto Cassa concluye que la situaci6n es extrema y en su estudio identifica ademas, a los responsables del caos imperante: para finales del XVI y los primeros afios del siglo XVII, la actitud de los habitantes de las bandas norte y oeste era practicamente de franca rebeldia a la autoridad del rey de Espafia (...) El caso del contrabando en Santo Domingo, 122 como en toda Latinoamérica, es la respuesta de los criollos al monopolio comercial que Espaiia implant6 desde el mismo comienzo de la colonizaci6n (1977:74) Esta cita indica que la economia del grupo de criollos se basa en actividades que minan la estructura econ6mica impuesta por los grupos dominantes. Esta oposici6n entre los intereses de los colonos y habitantes de Santo Domingo frente a1 monopolio dominante espaiiol, se refleja también en la ineficacia del aparato judicial. Este esta fuertemente controlado por las familias mas poderosas y los funcionarios espafioles.1 En resumen, estos factores: a) la practica comun del contrabando, b) 105 saqueos de los piratas con quienes se llevaba a cabo el intercambio ilegal, y o) la politica corrupta de enriquecimiento que practicaban los gobemantes, llevaron a los criollos y algunos espafioles radicados en la isla a desarrollar posiciones ajenas a1 poder politico del grupo dominante. De esta forma surgi6 un frente comun de oposici6n que aglutin6 las demandas de los grupos subaltemos insulares. Aunque a mediados del siglo XVI, La Hispaniola ya habia pertenecido durante casi sesenta afios a1 Imperio, era al mismo tiempo un territorio que habia empezado a adquirir sus propios perfiles culturales y su idiosincrasia. Uno de los integrantes del grupo criollo descontento con esta situaci6n es Cristobal de Llerena. Para Situar a este sujeto dentro del grupo criollo, hemos recogido algunos datos biograficos. La escasa informaci6n que se conoce sobre el autor, proviene de la carta que el arzobispo L6pez de Avila envia a Felipe 11 e1 16 de julio de 1588. En esta correspondencia, se nos inforrna que Llerena naci6 probablemente en la Hispaniola hacia 1550 de padres espafioles y que ocup6 numerosos puestos en la Universidad de 123 Gorjén. Se trata, por lo tanto, de un sujeto criollo colonial si seguimos la definicién tradicional de criollo. La carta también informa de que Llerena era autodidacta, musico, autor de poemas, comedias y maestro. Por ultimo, hace referencia a las actividades que le atraian, como su afici6n por la literatura, cuando no estaba dedicado a sus obligaciones profesionales. De este interés se han conservado varios poemas religiosos que se cree fueron la causa de un conflicto con las autoridades hacia el afio 1578. Superado este enfrentamiento, continu6 viviendo en Santo Domingo hasta que surgi6 de nuevo 1a polémica por la representaci6n de su Entremés en 1588. Una vez que finaliz6 esta nueva controversia, Llerena residié en Santo Domingo hasta el final de la primera década del siglo XVII (“Cartas de los arzobispos”, 1588). En resumen, en el caso de Llerena, su criollismo tiene que ver con una peculiar insercién social, con una cierta mentalidad o subj etividad y con el hecho de haber nacido en America de descendientes espafioles. Un aspecto que destaca por encima de los meramente textuales es la posici6n de Llerena como sujeto colonial. Al igual que los otros sujetos criollos de la época, Llerena no tenia acceso a cargos administrativos ni judiciales del sistema colonial. Su perfil es el de un sujeto marginado por la oficialidad que desarrolla una vida religiosa bajo 1a protecci6n del poder eclesiastico. El contacto que deriva de su contacto con el pueblo por medio de sus actividades religiosas 1e permite observar la sociedad colonial desde muy cerca. Por esta proximidad, su critica sobre la problematica representada se canaliza por medio de ejemplos concretos. De su obra solo se han encontrado un Entremés2 y referencias a algunos poemas previos. Se trata de un texto que permea la problematica local de entre la que sobresale 1a 124 voz del grupo criollo subaltemo. Por la mediaci6n de su representante Llerena, este grupo colonial expresa su malestar ante la situaci6n de decadencia moral y econ6mica de la isla después de décadas de dominio colonial peninsular. La representaci6n del Entremés tuvo lugar durante la celebraci6n del Corpus Christi, el 23 de junio de 1588 en la Catedral de Santo Domingo. Los personajes de la obra son Cordellate, un gracioso, dos alcaldes y cuatro adivinos con antecedentes clasicos que intentan explicar la aparici6n de una figura monstruosa en la colonia de Santo Domingo. Su argumento es el siguiente: un letrado barrig6n (Cordellate) da a luz un monstruo, y dos alcaldes de la ciudad, solicitan 1a ayuda de famosos adivinos para interpretar su significado dentro del contexto hist6rico-politico-social de la vida en la isla. La pieza teatral es una critica de todos los aspectos de la vida colonial hispanoamericana a finales del siglo XVI. En particular se refiere a los efectos perjudiciales de la depreciaci6n/ devaluacién de la moneda, la corrupci6n del sistema colonial y el abandono por parte de la metr6polis. Esta falta de interés se manifiesta en otro problema indicado por el arzobispo L6pez de Avila: “e1 mal reparo que tiene esta ciudad para defenderse de los enemigos” (“Cartas de los arzobispos”, 1588: folio 2). A estas circunstancias se les unen la despoblaci6n de la isla y la influencia creciente del contrabando en los flujos econ6micos insulares. Estos aspectos tienen unas causas hist6ricas particulares que devienen en el nacimiento del monstruo de la obra. Esta figura representa todo lo abyecto de situaci6n colonial en America y en particular, constituye una sintesis de los rasgos negativos que se han ido acumulando desde 1a llegada de los espafioles a Santo Domingo. 125 En el texto se puede rastrear la voz de aquellos que no pueden reflejar su situaci6n en las manifestaciones discursivas oficiales. Estas voces silenciadas quedan normalmente marginadas de los archivos hist6rico-culturales que sirven de referencia para los analisis e interpretaciones futuros. Desde mi acercamiento subalternista a1 texto de Llerena, la obra se convierte en un documento de interés no solo por su contenido literario sino también por su relevancia hist6rica a1 presentar e1 punto de vista de un sujeto colonial no dominante. En este sentido, las producciones culturales de grupos subaltemos como en este caso el criollo ayudan a reconstruir la historia literaria y social de una las colonias hispanoamericanas. La informaci6n reflejada en el Entremés registra para la memoria hist6rica las consecuencias de la brutal situaci6n econ6mico-socia1 y demografica de la Audiencia de Santo Domingo a finales del siglo XVI. Para Angel Rama este es un periodo en el que se desarrolla un proceso dinamico caracterizado por delimitaciones étnicas fluidas. En particular se daba cierta movilidad vertical que se reflejaba en palabras de Rama: “[por la] decadencia de grupos y ascenso de otros” (1982: 187). Todo ello se enmarca dentro de un contexto mas amplio en el que asomaron las discrepancias entre las ilusiones y expectativas creadas sobre el ‘Nuevo Mundo’ y la realidad contemporanea en la que vivi6 Llerena. 3.2 Antecedentes literarios del Entremés (1588). E1 letrado Llerena es un ej emplo practico del concepto de cultura acumulativa que existe en el siglo XVI. Su posici6n de miembro de la Iglesia 1e dio acceso a1 material cultural que necesitaba para forrnarse como letrado. 126 Esto fire posible porque a partir del afio 1530, Espafia autoriz6 e1 envio de obras publicadas en la Peninsula a sus colonias americanas. Esta medida contribuy6 a1 enriquecimiento cultural de criollos y espafioles. Desde entonces, la cultura peninsular dominante se fue expandiendo y se pueden ver las raices de un amplio proceso de imposici6n transcultural en la producci6n cultural de Santo Domingo (Vicioso 1979). Esto ha sido reflejado por la critica modema a1 Entremés de Llerena que sefiala en la obra estas influencias cultas de herencia europea. José Juan Arrom ha indicado que el antecedente del nacimiento del monstruo y su descripci6n se hayan en la Epistola a los Pisones (circa 13 ac) dc Horacio. Esta era probablemente parte de la formaci6n académica de los clén'gos en las colonias americanas (1956: 61). Para Flérida de Nolasco, la pieza es una comedia de costumbres y afiade un comentario peyorativo: “si bien arropada en la rancia tunica de griegos y latinos” (1982: 18). Esta es una influencia renacentista que también se observa en la versificaci6n de la unica cuarteta que se incluye en la obra. Los versos son endecasilabos perfectos, con acentuaci6n variada en la sexta silaba, en la cuarta y la octava, y con rima consonante: Es la mejor mujer instable bola; la mas discreta es bestia torpe, insana; aquella que es mas grave es mas liviana y al fin toda mujer nace con cola (en Icaza 1921: 126). Los nombres escogidos para los personajes que tratan de interpretar e1 significado del monstruo también vienen de la tradici6n grecolatina: Delio, Proteo, Edipo y Calcas. En la versi6n del autor clésico, Horacio abre su pieza con el ejemplo de un pintor que representa una hermosa cabeza femenina unida a1 cuerpo de un caballo. El pintor decide 127 cubrir de plumas todos sus miembros y termina e1 cuerpo afiadiendo una cola de pez bastante llamativa por su fealdad. Para Chang-Rodriguez, este monstruo tenia la utilidad de ejemplificar c6mo la falta de propiedad y c6mo e1 abuso de la licencia concedida a poetas y pintores podia rebajar la calidad del objeto artistico y desprestigiar a su creador. La fmalidad de la epistola clasica era destacar 1a importancia del equilibrio y la armonia en la articulaci6n de los objetos complejos: “se deduce que Horacio veia la obra poética como un todo donde cada parte contaba y se integraba en una totalidad” (Chang- Rodriguez 2000: 252). La idea de describir la decadencia de una ciudad es otro motivo de origen clasico y cristiano. Ya aparece en las Sétiras de Juvenal en donde este autor latino describe el hundimiento de Roma. Las citas y otros elementos que utilizan los adivinos en sus interpretaciones provienen asimismo de la antiguedad clasica. El entremés recoge otros elementos de tipo popular combinados con los de factura culta. Francisco de Icaza destaca entre ellos: “la ir6nica socarroneria del dialogo popular” (1921: 129). Para este critico, este componente tiene una funci6n especifica: “aliviar la pedanteria erudita” (129). En su interpretaci6n, estima que la combinaci6n de lo culto con 10 popular es la base del caracter unico de esta pieza: “su originalidad entre los de su estirpe y su tiempo” (129). La mordacidad de la satira, los dobles de los sentidos de las frases y la caracterizaci6n grotesca que refleja la pieza son otras caracteristicas que se pueden rastrear en la literatura hispanica.3 Esta ultima alcanza su maxima expresi6n en la aparici6n del monstruo que consta de cabeza de mujer, cuello de caballo, cuerpo de pajaro y cola de pez. Crist6bal de Llerena desarrolla este conceptismo temprano porque 128 ya a fines del siglo XVI se daba en Santo Domingo una situaci6n politico-social asimilable a la que se generaria en Espafia afios mas tarde. Como hemos visto en estos ejemplos, e1 criollo Llerena ha asimilado la cultura dominante europea y esta posicionado en la estela de los letrados mas preparados de su tiempo. 3.3 Analisis del Entremés. La pieza esta dividida en dos escenas distinguibles por la tematica que cubren. En el texto original no existe esta divisi6n y tampoco aparecen acotaciones. Ambas escenas estan unidas por un tema comun: la lucha que enfrenta a la Iglesia con la autoridad civil. Este conflicto se manifiesta por medio del dialogo que mantienen los personajes c6micos. La voz del sujeto criollo se refleja en la actitud y posicionamiento de los personajes a lo largo del texto y las implicaciones que tienen para la historia politico-social-econ6mica de Santo Domingo. 3.3.1 La primera escena. La primera escena se puede resumir de la siguiente manera. E1 personaje del donaire, figura tradicional del teatro hispanico, se despliega en dos personajes: e1 Bobo y el Gracioso. Esto facilita la introducci6n del dialogo y acentua los contrastes entre ambos. La mayor importancia del Bobo sobre el Gracioso se sefiala al recibir un nombre propio: Cordellate, y por el hecho de que esta presente durante toda la obra. En 61 se personifican las figuras de los bur6cratas del imperio: escribanos, letrados, administradores y te6logos. Estos aparecen representados como hombres de “melena” (125), es decir, que viven sin problemas econ6micos al servicio del regimen colonial. Cordellate, vive rodeado de lujos y opulencia (esta prefiado) a costa del erario publico -el “argadijo”- (125), que segun 129 recoge e1 Diccionario de Autoridades es: “un lujeto que cita interellado en algun negocio, enrédo, y como travelura pueril, cola mal hecha” (385). Esta vida sin problemas fmancieros es posible durante los ciclos de expansi6n econ6mica y abundancia en los que el dinero recaudado con los impuestos fluye a las areas publicas. A continuaci6n, e1 personaje de Cordellate (letrado-barrig6n) da a luz a un monstruo, y dos alcaldes de la ciudad intentan interpretar qué significa este engendro con la ayuda de cuatro figuras clasicas -en el papel de adivinos famosos-. La reacci6n que expresan dramatiza e1 efecto de la técnica de distorsi6n que utiliza Llerena. Con el paso del tiempo, 1a economia de la isla gira hacia la depresi6n como hemos explicado al principio del capitulo. Bajo esta nueva situaci6n, e1 Bobo esta emprobrecido (sin barriga) porque las autoridades coloniales le han retirado las prebendas de que disfrutaba. La expresi6n “maese del argadijo” (125) se refiere a los lideres de la colonia. En Autoridades, se recoge e1 término “maese” como: “El que tiene a [u cargo la provi1i6n de las naves y la diltribuye y reparte” (453). For este motivo, e1 Bobo que encarna a estos bur6cratas coloniales, a causa de la depresi6n econ6mica debe dedicarse a un oficio mas util pero menos noble: la pesca. Este es uno de los oficios mas paupérrimos que se podia desempefiar en esta época pues hasta los esclavos comian carne en abundancia (Ginebra 1984: 67). La pesca tiene un doble significado en el entremés de Llerena. La figurada se refiere a los intentos que llevan a cabo la mayoria de los letrados y altos cargos de la burocracia peninsular para resolver sus problemas individuales. Para ello se ponen en contacto con la Corte por medio de cartas, memoriales y relaciones: “e1 anzuelo” (125). El criollo Llerena acentua 1a critica a1 destacar e1 egoismo de los letrados y bur6cratas 130 pues solo estaban interesados en producir escritos a la Corte para atender a su situaci6n personal. Por otra parte, e1 autor aprovecha la oportunidad para hacer comentarios denigrantes sobre los gastos excesivos de la burocracia colonial. Esto se escucha en boca del Gracioso, cuando a1 hablar de este tipo de pesca dice a Cordellate: “No me parece mal; echa para todos. Quizas por ahi soldaremos 1a borrumbada” (125). Aqui e1 verbo “soldar” se usa con la acepci6n metaf6rica de: “componer, enmendar, y dilculpar algun delacierto con algunas acciones, o palabras para que quede latisfecho quien las not6” (Autoridades 139). Esta connotacién se une a la del nombre “borrumbada” o “barrumbada”: “acci6n hecha inconlideradamente, y que es lonada, y como ruidol a y atrevida [. . .] gasto excel ivo hecho por la jactancia” (Autoridades 657). Ambas acepciones explican e1 sentido original de la frase en el que se denuncia e1 despilfarro de la estructura dominante en manos del grupo de espafioles. E1 centro del poder colonial (la metr6polis) no responde a las peticiones de los letrados y ésto lleva a Cordellate a exclamar: “No pican, ijuro a Dios!, no quieren picar!” (125). Al mismo tiempo, el otro personaje -el Gracioso-, se burla de la falta de creatividad que despliegan para producir escritos convincentes que constituyan una buena camada: “Pues si no pica, no vale nada la salsa. Créeme, vos y yo; Sal, estudio, y veréis cuan bien pica alla” (125). Para entender estas lineas, la palabra “sal” debe ser tomada en su significado figurado de: “la agudeza, gracia, 6 viveza en lo que le dice” (Autoridades 20). Al unirse ésta a1 “estudio”: “vale allimilmo diligencia, cuidado, atenci6n, reflexi6n, reparo en hacer y procurar alguna cola” (Autoridades 659), ambas daran valor a la “salsa”, que segun el Diccionario de Autoridades es “cualquier cola, que mueve, o excita e1 gulto” (28). El objetivo es conseguir por medio de la ret6rica y las buenas palabras que 131 pique bien alla: “en la corte de la metr6polis”. Esta parece ser la unica forma por la que los escritos (memoriales, cartas y relaciones) pueden tener e1 efecto deseado que es recibir compensaciones o beneficios. A continuaci6n, Cordellate (en el papel de los letrados) reconoce que existe un problema de comunicaci6n con la metr6poli y ahora parece que no es un momento oportuno para dedicarse a esa tarea: “agora esta cerrada 1a pesqueria.” (125) La distancia fisica con el centro de poder colonial influye en el plazo de tiempo que transcurre entre las flotas que viajan de/a la metr6polis. Cordellate parece indicarlo asi cuando manifiesta que habra que esperar a tener las condiciones 6ptimas: “hasta San Lucas, que son las aguas” (125). La festividad de San Lucas es el 18 de octubre, es decir, casi cuatro meses mas tarde desde la fecha de estreno del entremés. Una de las consecuencias de un sistema de poder en donde existen dominantes y dominados es que las soluciones a los problemas locales pasan por las necesidades y/o atenci6n de un centro de poder alejado del lugar donde las decisiones tienen efecto. Esta situacion es un ejemplo de lo que Walter Mignolo ha denominado como “colonialidad del poder” que es origen de posiciones de subalternidad (Rodriguez 2001). Esto quiere decir que la toma de decisiones que afectan a la vida de los habitantes de la isla depende de una estructura de poder lejana que actua con objetivos colonialistas, buscando su propio beneficio. Ante la ausencia de respuesta por parte de la metr6polis y para intentar resolver la situaci6n desesperada en la que se encuentran, Cordellate decide irse a la zona de Haina donde: “no faltara lance” (125). Aqui “lance” significa: “ocali6n, tiempo y coyuntura para hacer u decir alguna cola” (Autoridades 357). Esta es una referencia a1 comercio de contrabando con mercaderes extranjeros que encuentran facilidades para escapar al 132 control de las autoridades coloniales. Ya vimos que el comercio de mercancias ilegales y el trafico de moneda eran practicas comunes para la actividad econ6mica de la isla ante e1 fracaso de gesti6n de las autoridades peninsulares. Esto sucedia no solo en la parte norte de la misma sino también en las cercanias de Santo Domingo, como lo indica la pieza en la referencia a1 puerto de Haina. Por su parte, e1 Gracioso 1e recomienda a Cordellate que se aproveche de la ocasi6n para especular con divisas. Por eso 1e dice: “Que llevéis un taleg6n de estos cuartos para trocar tostones, que se venden alla a cuatro reales, conforme a la cédula, y aca valen ocho. 5Qué mejor pesqueria queréis?” (125). Esta referencia a la “cédula” viene de las nuevas leyes aprobadas en la década de 1578-1588 sobre el cambio de moneda por las que la devaluaci6n habia conducido a la quiebra a hacendados y comerciantes menos ricos, muchos de ellos criollos. Otra consecuencia de estas nuevas leyes fue el inmediato encarecimiento de la vida, lo que provoc6 numerosas protestas (Vicioso 1979: 46). Una de ellas fue canalizada por vias oficiales por el arzobispo L6pez de Avila y en ella alegaba que los mismos acreedores, al pagarseles con moneda devaluada, salian perjudicados: “porque es cosa llana y cierta que reciben un tercio menos de lo que real y verdaderamente se les debe” (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 1). Este mismo arzobispo predica en sus actos publicos que los deudores no se atrevieran a pagar segun el valor de la moneda depreciada, sino “con la verdadera y comun estimaci6n que tenia la moneda a1 tiempo que se contrajo la obligaci6n” (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 1). E1 hecho de que una figura del poder religioso hiciera intervenciones publicas sobre este tema apunta a que la practica de la devaluaci6n y el cobro de deudas de forma irregular estaba muy extendida. 133 La primera escena del Entremés finaliza con otra critica a los letrados de la época, a quienes acusa de producir solo monstruosidades. Cordellate recibe de boca del Gracioso la siguiente frase: “Y Lqué pariste? Algun monstruo, porque de tal tronco no se espera otra cosa” (126). El mismo Cordellate admite la satira y cuando ve al monstruo salido de sus entrafias, no tiene otra opci6n que sumarse a la critica del Gracioso y exclama: “Vade retro, mal engendro, que aunque te pari no te puedo ver” (126). Este es un ataque a la incapacidad del gobiemo colonial y a los que trabajan a su servicio (bur6cratas y letrados) por no ofrecer soluciones validas a los problemas econ6micos de la isla. Asimismo, e1 autor culpa a estos funcionarios de las consecuencias negativas que esta dependencia tiene para la vida de la comunidad islefia. En este momento de la historia colonial de Santo Domingo, 1a mayoria de los integrantes de la burocracia virreinal son todavia de origen peninsular. 3.3.2 La segunda escena. La segunda escena esta protagonizada por los dos alcaldes y cuatro adivinos (Delio Nadador, Carpio Proteo y Edipo), que intentan resolver e1 enigma del monstruo. Este ha sido sacado a la plaza y uno de los alcaldes advierte sobre el origen de esta figura apocaliptica: este monstruo ha nacido en tiempo y coyuntura de mucha consideraci6n, porque tenemos mucha sospecha de enemigos, y hanse visto no 56 que faroles y fuego, y en semejantes tiempos permite Dios estos portentos y prodigios para aviso de los hombres (126). Como hemos apuntado, la pirateria es un negocio que esta en auge en esta época. La situaci6n de ingobemabilidad que crea la actitud insolvente de las autoridades coloniales 134 tampoco contribuye a mitigar sus efectos negativos. Poco mas de dos afios antes, Francis Drake habia saqueado Santo Domingo, favorecido por la conducta negligente del gobemador Crist6bal de Ovalle y de los oidores (jueces) de la Real Audiencia. Crist6bal de Llerena se opuso con gran empefio a la pirateria y trat6 de mover conciencias para prevenirla. Un afio y medio antes del estreno de su Entremés e1 10 de enero de 1587, se fech6 una carta firmada por 61 y otros dos religiosos en donde se refieren a las actividades llevadas a cabo por los hombres a1 servicio de Drake en su ataque de 1586: “Esta Isla es su lonja donde tratan y negocian sus maldades; su bodega y su despensa... En suma, hicieron con ella otras abominaciones peores que el mismo incendio, y mas horribles” (“Carta de Llerena”, 1587: folio 2). Si tenemos en cuenta estas manifestaciones, no es posible suponer que Llerena deseaba este tipo de actividades con el objetivo de perjudicar a las autoridades peninsulares. En el texto, los alcaldes creen que la aparici6n del monstruo puede ser un presagio y deciden consultar a los adivinos. El primer alcalde muestra su descontento ante la presencia del monstruo y pide que lo aparten de su presencia. Este se caracteriza por tener: “rostro de hembra, pescuezo de caballo, cuerpo de pluma y cola de peje” (126). Se trata de una copia de la figura clasica horaciana que en este caso tiene nacimiento americano. La aparici6n del monstruo es un motivo de preocupaci6n y a través de sus interpretaciones, Llerena descarga sus criticas mas duras contra el sistema. Aqui se encuentra una critica a la incompetencia de la metr6polis para resolver las situaciones conflictivas del regimen colonial. Los puestos mas altos de uno de los territorios del imperio estan ocupados por administradores que son incapaces de resolver por si mismos e1 misterio del monstruo y/o los problemas del pueblo. Cuando llega e1 135 turno de los cuatro adivinos, Edipo ofrece en primer lugar una interpretaci6n llena de términos eruditos dificiles de comprender con los que alude a los malestares de la colonia. Este personaje esta versado en temas de monstruos pues ha resuelto e1 enigma de la Esfinge con anterioridad. Ahora dice: yo desaté e1 animal de la esfinge diciendo ser simbolo del hombre y éste digo que es simbolo evidente de la mujer y sus propiedades, para 10 cual es menester considerar que este monstruo tiene rostro redondo de hembra, e1 pescuezo de caballo, e1 cuerpo de pluma, la cola de peje; la propiedad de los cuales animales se encierran en la mujer, como lo declara este tetrastico que servira de interpretaci6n (126). Y a continuaci6n, recita una estrofa satirica de burla a la muj er: Es la mejor mujer instable bola; la mas discreta es bestia torpe, insana; aquella que es mas grave es mus liviana y al fin toda mujer nace con cola (126). Edipo adopta una postura mis6gina dirigida principalmente contra el libertinaje y contra el poco decoro de las sefioras de rango. Esto es algo frecuente en la satira convencional cuando se trata el tema de la mujer. El adivino se muestra entretenido por la aparici6n del monstruo y ofrece una interpretaci6n absurda que nadie puede comprender. La rareza de la cola, situaria a la mujer en el reino animal. Segun e1 Diccionario de Autoridades, se define como: “la extremidad que los mas de los animales, aves y peces tienen en el cuerpo [. . .] los quadrupedos adomada de pelo, cerda o lana; los volatiles de pluma, y los aquatiles de elcama” (403). 136 Los comentarios del segundo adivino también se dirigen a interpretar e1 simbolismo del monstruo. Segun José Juan Arrom, e1 adivino Delio recurre a sentencias de Ovidio y de Terencio sobre los cuatro elementos de la naturaleza, Siguiendo la concepci6n de los filésofos materialistas de la antiguedad (1956). Asi, dice Delio: “e1 pece simboliza el agua; la pluma, e1 aire; la bestia, la tierra; la mujer, e1 fuego” (126-127). Sin embargo, para Proteo y Calcas, los otros dos adivinos, estas interpretaciones no tienen sentido porque no reflejan 1a complejidad del asunto que tienen que debatir. De ahi que califiquen las ideas de los otros adivinos de: “simples y peregrinas” (127). Para e1 personaje de Proteo, e1 monstruo es el simbolo de la propia colonia: “Pues este monstruo, naci6 en esta ciudad” -dice-, “no hay que divertir a otra cosa su significacién, sino a cosas de ella, y asi entiendo que se debe entender por esta figura nuestra republica” (127). El adivino continua explicando que esta tierra es monstruosa por cuatro motivos: a) “las mujeres descompuestas cuyas galas, apetitos y licencias van fuera de todo orden natural” (127); b) 103 hombres que piensan como caballos: “caballos de cabeza” (127); c) las “plumas de escribanos, letrados y te6logos” (127), y por ultimo, d) 105 maestros y capitanes de navio que especulan con los fletes y las cargas que se asocian con “pescado” (127). Estas deformaciones se explican mediante simbolos que se descifran a continuaci6n: a) se refiere al ambiente licencioso y abandono moral de la vida civil en la referencia a las mujeres; b) e1 Dicciomo de Autoridades explica que “caballo” era el nombre usado para describir: “e1 tum6r 6 apoltema (apotegma) que le hace en la ingle, procedido de bubas” (9), de ahi 1a expresi6n “caballo de ingle”. Pero la palabra “cabeza” también se usa para designar: 137 el Rey, y los Grandes perlonages, los que presiden en Conléjos, juntas y otras ftmciones [...] El hombre de gran juicio y entendimiento, y con elpecialidad el que tiene dilcrecion, practica y experiencia para discernir en los negocios graves, y elta criado en ellos (Autoridades 19). Entonces, 1a expresi6n “caballo de cabeza” podria referirse a todo el estamento legal de funcionarios que (des)gobiernan la colonia y que esta’m presentes en el Entremés para que la audiencia de la representaci6n pueda reconocerlos. Llerena sefiala que la cabeza de la colonia esta gravemente enferma y es necesaria una extirpaci6n para curarla de este mal. Esta critica directa ayudaria a explicar la reacci6n represiva de las autoridades coloniales contra Llerena de la que hablaremos mas adelante. Otro motivo por el que la tierra se caracteriza de monstruosa es como deciamos, 0) “las plumas de escribanos y letrados y te6logos”. Esto hace referencia al desorden de letrados, te6logos y escribanos que favorecen 1a existencia del contrabando ante su falta de pericia en preparar los documentos legales y comerciales necesarios para llevar a cabo las transaciones legales; y finalmente d): “Maestres y capitanes de naos cuya disposici6n en fletes y cargas son mas que monstruosos, pues habéis de responder a lo que os piden o perder la hacienda” (127). Aqui se refiere al alto coste de los fletes de barcos que dificultan la exportaci6n / importacién de productos a precios razonables. Se queja de la especulaci6n abusiva por la que los capitanes de las naos se enriquecen gracias a la falta de competencia impuesta por los espafioles en el sistema comercial del imperio. La interpretaci6n critico-satirica termina con el cuarto adivino, e1 personaje de Calcas. Este 1e da un sentido bélico a1 asunto, en referencia a la falta de atenci6n ante 1a 138 am 158 Este e1 11 gilt] dest can: rtge durz Y pe huir text deja] amenaza constante de los piratas que, como Francis Drake, habian saqueado 1a isla en 1586: Considerando e1 nacimiento de este monstruo, alcé la figura y socorri6me en el ascendientes de Marte el signo de Piscis: por lo cual pronostico guerras y navios, y por la figura del monstruo, las prevenciones que debemos tener, porque mujer, caballo y plumas y pece quiere decir que las mujeres se pongan en cobro y se aparejen los caballos para huir, y alas para volar, y naos para navegar, que podra todo ser menester (127). Este adivino cierra e1 circulo de interpretaci6n de la situaci6n colonial a1 mencionar que el monstruo nace bajo los signos de Marte y Piscis. El primero (Marte) se asocia con la guerra y las artes marciales, mientras que el segundo (Piscis), se relaciona con la destrucci6n y la regeneracién. La mala administraci6n de la cabeza de la colonia seria la causante del conflicto (Marte) y la autodestrucci6n a que parece estar condenada. La regeneracién solo puede ser posible si 105 responsables del caos no participan de ella. La interpretaci6n de Calcas también alude a la cobarde actitud de las autoridades durante e1 ataque de Francis Drake cuando manifiesta: “porque mujer, caballero, plumas y peces, quiere decir que las mujeres se pogan en cobro, y se aparejen los caballos para huir, y alas para volar, y naos para navegar, que ahora todo ser menester” (127). Aqui e1 texto hace referencia a la rapidez con que las autoridades huyeron de la zona de peligro dejando desamparados a los habitantes de la ciudad. Hemos visto que las alusiones de estos dos ultimos adivinos a la vida colonial son directas. La reacci6n de los alcaldes refleja una vez mas la negligencia con la que el regimen colonial aborda esta problematica. En especial la respuesta del primer alcalde, 139 quien para rechazar esta interpretaci6n, alega simplemente que no hay motivo de preocupaci6n. A continuaci6n manifiesta a la defensiva: “No hay que temer: tenemos en el rio galeras bien reforzadas de gentes y municiones. . .De eso bien podemos dormir a suefio suelto” (127). También e1 segundo alcalde discrepa de los adivinos, aunque tampoco acepta las explicaciones del primer alcalde. Para él hay que prestar atenci6n al monstruo por diferentes motivos: “es parto de un simple, muchas veces simples y borrachos parecen cosas dignas de admiraci6n” (127). Y propone que el cabildo se reuna para estudiar e1 asunto y ver si se llega a algun acuerdo: “de suerte que resulte algo de utilidad comun” (128). Sin embargo, los alcaldes concluyen que la producci6n de tanta critica y la permanencia de tantos asuntos que requieren inmediata atenci6n por resolver es en palabras del alcalde primero “cosa prolija” (128): “Largo, dilatado y extendido con excelo [. . .] Se toma también por molelto, impertinente y pelado” (Autoridades 398). For ello, deciden no hacer nada y dejan la toma de decisiones para otra reuni6n a celebrar en el futuro: “éntrense, sefiores ariolos, que al otro lado se vera y acordara bien sobre este negocio” (128). El mensaje que transmite Llerena por medio de su entremés es el siguiente. Los problemas de Santo Domingo solo se solucionaran si se produce un cambio moral y espiritual basado en las enseiianzas cristianas y el abandono del interés individual en favor de otro general, colectivo. La Iglesia se presenta por medio de sus representantes, entre los que se destaca e1 letrado Llerena, como el estamento ideal para este trabajo de asesoramiento a1 pueblo. En este sentido se entiende 1a reacci6n de las autoridades de 1a 140 burocracia virreinal, quienes sin permiso de las autoridades eclesiasticas, se arriesgaron a profundizar en sus tensiones con el clero al represaliar a1 autor del Entremés. Los conflictos entre e1 Imperio (por medio de sus representantes) y la Iglesia, permean las representaciones dramaticas a1 convertirse e1 escenario en un eco de las inquietudes de la calle. La apropiaci6n que practica Llerena de tradiciones diversas (1a clasica, la cultura popular y la dramaturgia religiosa) y de los discursos dominantes 1e permite mostrar un complejo problema. A1 mismo tiempo recoge la riqueza cultural que manifiestan las letras coloniales del siglo XVI. 3.4 Recepciun, significado e importancia del Entremés. Parece que las burlas y las risas maliciosas entre e1 publico asistente enojaron aun mas a los oidores (jueces)4 de la Real Audiencia y provocaron la c61era de los funcionarios de la administraci6n contra el letrado criollo. Para ellos, 1a soluci6n pasaba por ej ercer su autoridad sobre el autor del entremés antes que por intentar encontrar una soluci6n a 105 males denunciados. Los libretos que habian aprendido los estudiantes- actores fueron confiscados y adjuntados a1 expediente abierto contra Crist6bal de Llerena. La ironia de este proceso judicial abierto contra los creadores del entremés reside en que gracias a estas acciones represivas disponemos de una copia de la pieza. Esta fue adjuntada a la carta que el arzobispo L6pez de Avila envia a Felipe 11 para pedir clemencia en nombre de Crist6bal de Llerena. En ella, e1 prelado religioso también intenta quitar importancia a los méritos de la obra: El entremés viene adjunto a esta carta copiado y comprobado por los estudiantes que lo representaron, y no tiene otra culpa [...] y aunque en su mocedad tuvo 141 flaquezas, ha muchos afios que esta enmendado y es de mucha virtud (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 2). E1 proceso iniciado contra el autor se resolvi6 con la deportaci6n de Llerena e1 8 de Julio de 1588 3 Rio de la Hacha, Nueva Granada (Colombia). Entre los motivos que figuran en el legajo de la sentencia judicial se acusa a Llerena de subvertir la paz publica y de irrespetuosidad hacia el clero (pese a haber recibido e1 visto bueno de la Iglesia para la representaci6n del entremés), y hacia la sociedad. También se le apunta como una influencia negativa para el espiritu de los estudiantes de la Universidad que participaron en su puesta en escena. Las jerarquias politicas peninsulares que ocupaban los cargos de poder de la Audiencia de Santo Domingo determinaron e1 exilio del autor can6nigo en uno de los primeros casos de represi6n politica de las colonias hispanoamericanas de los que se tiene noticia. Una semana después, e1 16 de julio de 1588, el arzobispo de Santo Domingo Alonso L6pez de Avila envia una carta a1 rey Felipe 11. En ella, inforrna del castigo que se le impuso a Llerena y alaba sus altos méritos, su caracter autodidacta, su multiplicado saber y su dinamismo. Dice en la carta sobre a1 autor: Aqui teniamos un clérigo y can6nigo de esta iglesia llamado Crist6bal de Llerena, hombre de rara habilidad, porque sin maestros 10 ha sido de 51 mismo, y llegado a saber tanto latin que pudiera ser catedratico de Prima en Salamanca, y tanta musica que pudiera ser maestro de capilla en Toledo, y tan diestro en negocios de cuentas que pudiera servir a V.M. de su contador. Y por estas buenas partes 1e amaba tanto el pueblo que han mostrado mucho sentimiento de lo que con 61 se ha hecho. Entre otras gracias es ingenioso en poesia y compone comedias con que 142 suele solemnizar las fiestas y regocijar el pueblo, como lo hizo el dia del Corpus Christi y su octava (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 1). Entre las reacciones provocadas por el castigo a Llerena, destaca la del Provisor Juan Arévalo.5 Este personaje desbord6 su indignaci6n excomulgando a los alguaciles por el trato dado a la personalidad ilustre de Llerena, y sobre todo por la forma en que le condujeron a la nave en la que iniciaria su exilio: “como a picaro, y sin darle lugar a que hicisese alguna prevenci6n ni llevase lo necesario para el viaje” (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 3). La respuesta de los partidarios de las autoridades civiles peninsulares no se hizo esperar. Asi, unos dias mas tarde, uno de los oidores, Fernandez de Mercado, aprovechando 1a misa que oficiaba el Provisor, se levant6 y en nombre de sus compafieros de audiencia, insult6 en publico a1 Provisor con fuertes palabras. El arzobispo L6pez de Avila relata asi este enfrentamiento entre e1 Provisor y los oidores: Al dia siguiente de embarcado declar6 e1 maestres-cuela y provisor por excomulgados a los alguaciles que le prendieron, y los oidores 1e llamaron y sin estar en su tribunal sino sentados para oir misa, 1e trataron muy mal de palabra, de tal manera que los que estaban presentes se quisieron tapar los oidos, de lo cual sali6 tan afligido el provisor que ha presentado la renuncia de la maestrescolia y provisorato, y es hombre de mucha virtud y letras (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 3). E1 arzobispo concluye 1a carta pidiendo justicia y reparo para la decisi6n de los oidores que en su opini6n fue tomada de forma arbitraria. Ademas, indica que las autoridades civiles se estan entrometiendo en asuntos que son competencia de las autoridades religiosas: 143 Por real cédula esta mandado que cuando algun clérigo o fraile fuere escandaloso, avisen a su prelado que le castigue, y si no lo hace lo embarquen; pero esto no se guarda, sino que los oidores lo embarcan desde luego, y suplica a SM. 10 mande remediar (“Carta a Felipe II”, 1588: folio 3). La importancia del Entremés radica en que todos los elementos que lo integran se articulan de manera precisa para tratar el tema que preocupaba a Llerena: la decadencia de la vida en la Hispaniola bajo e1 regimen colonial de la metr6poli. El autor se distancia del sistema colonial y construye un espacio discursivo independiente desde donde puede lanzar sus diatribas contra la incapacidad e incompetencia de las autoridades coloniales. A1 mismo tiempo, contribuye a emancipar la labor del letrado criollo que se convierte en transformador de su sociedad subrayando una identidad diferenciada de la peninsular, de la de los acélitos que trabajan a1 servicio de la metr6polis y de la extinta herencia indigena. Llerena se convierte de esta forma en uno de los pioneros de la construcci6n de la identidad criolla hispanoamericana. Con su texto, ayuda a crear una identidad colectiva para el pueblo con el que se identifica, especialmente con sus compafieros criollos a1 retratar todos aquellos elementos condenables de la dominaci6n peninsular. También construye una posici6n de sujeto individual como guia para la colectividad ciudadana. Para e1 autor, es necesario entre todos traer la civilizaci6n que los espafioles no han sido capaces de ofrecer “a la isla mas hermosa” (Col6n 1965: 54). A1 compartir su conocimiento sobre la situaci6n colonial mediante su representaci6n de “el mundo a1 revés” también se posiciona como sujeto intelectual con cuyo conocimiento se distingue del resto de la sociedad. 144 La mayor parte de la critica modema destaca el caracter social del entremés. Asi lo recoge Pic6n Salas cuando comenta que en la obra: “se observa lo que hay llamariamos e1 comienzo de una literatura social” (1944: 86). Continua con esta idea que apunta a la relevancia del papel del can6nigo como vocero del pueblo dominado: es la protesta del comun pueblo y la informe clase media contra los abusos de la autoridad: escribanos y letrados que aplican la ley a su guisa; comerciantes sin escrupulos que valiéndose de la escasez de numerario sobreprecian sus mercancias; especuladores que venden los alimentos a las naos de la flota y encarecen e1 mercado interno. En la disputa de poderes, de pobres y ricos, Llerena pone su simpatico genio en la defensa de los mas desvalidos (1944: 86). M68 tarde, Henriquez Urefia hace una valoraci6n general del entremés y manifiesta que esta: “cargado de reminiscencias clasicas, criptico 3 veces para el lector modemo, alude en son de censura a cosas de la época” (1979: 300). Para Danilo Ginebra, e1 rasgo mas significativo de la pieza reside en su critica social (1984: 70). Entre las excepciones a esta tendencia de los especialistas, destaca Haffe Serulle, para quien e1 mérito del entremés se situa en la esfera politica: “lapida 1a burocracia de entonces a través de los componentes de un monstruo parido por un Bobo” (Citado en Ginebra 1984: 71). Por ultimo, Valentin de Pedro sugiri6 una interpretaci6n mas cercana a nuestro objetivo de esta investigaci6n al sefialar el desequilibrio entre grupos dominantes y sectores dominados que recoge e1 texto. Se refiere a1 entremés como: “una critica violenta a1 relajamiento que primaba en la colonia a los oidores y gobernadores, a quienes denuncia por boca de sus personajes” (1949). 145 Desde una perspectiva subalternista, es un texto de un género minoritario (la satira) que recoge la situaci6n de opresi6n en que vivia la mayoria de la poblaci6n bajo 1a autoridad de un sistema colonial que articula e1 poder de forma ineficaz y arbitraria. Este sistema de poder contribuye con sus malas decisiones a aumentar la situaci6n de ingobernabilidad de un territorio del imperio. Llerena saca a la luz las imperfecciones del sistema y las fisuras que provocan sus inconsistencias internas que a1 mismo tiempo minaron gradualmente 1a capacidad de actuacién de las autoridades coloniales. E1 Entremés es también una muestra del descontento de un sector colonial subaltemo, el de los criollos. Aunque los enfrentamientos entre la burocracia virreinal y el poder religioso no son novedosos en esta época, 1a pieza recoge de forma inequivoca la pugna entre ambos sectores por el dominio del poder econ6mica y politico. La situaci6n que Llerena denunciaba en la pieza no cambi6 sustancialmente en los afios sucesivos. El desarrollo social de Santo Domingo continu6 viéndose condicionado por modalidades culturales y actitudes familiares. Asi lo explica Moya Pons: El contrabando empez6 a ser también una via de penetraci6n de ideas religiosas y de lealtades politicas ajenas a1 pueblo y a la Corona espafiola que por su propia funci6n en la vida europea resultaban enormemente subversivas y decididamente antiespafiolas y anticat61icas (1977: 54). Como muestra de la persistencia de esta lacra para el régimen colonial, en el afio 1594, el arzobispo de Santo Domingo, Fray Nicolas Ramos, escribia una carta a1 rey Felipe 11. En ella denuncia que la isla estaba en camino de perderse para los cristianos. La ausencia de remedio a la situaci6n impulsaba a los vecinos a traficar con los ingleses y franceses “herejes”. Este comercio era tan intenso y tan lucrativo que para el arzobispo ya casi 146 nadie guardaba las apariencias en la Banda del Norte. En la carta concluye diciendo que: “se habia perdido todo el respeto por la autoridad real y por la autoridad del Papa” (en Moya Pons 1977: 54). La critica de Llerena es el preludio del devenir de la Audiencia de Santo Domingo. 3.5 La mirada de un suj eto criollo por medio de un género minoritario. 3.5.1 La representaci6n de los sujetos dominantes: las autoridades civiles. Crist6bal de Llerena presenta una visi6n antiut6pica de América que coexiste bajo las apariencias de la sociedad colonial implantada por los espafioles. Una parte de la modernidad de su escritura se halla en que esta propuesta deconstruye la visi6n ut6pica sobre America creada y diseminada por los discursos de los espafioles que pasaron al ‘Nuevo Mundo’. El letrado opone a esa idealizaci6n una imagen que contrarresta la de los discursos oficiales dominantes cuando expone la pobreza, 1a miseria, la injusticia y la corrupci6n de los administradores. Se trata de un reflejo de una mentalidad criolla, disidente y critica con el sistema. En la economia textual que presenta en su pieza, las riquezas materiales pueden ser mal utilizadas por colonos avariciosos o pueden ser invertidas en busca del bien comun para reforzar la vida econ6mica y politica de la isla. E1 caso que expone en la pieza corresponde a la primera opci6n. Iris Zavala se ha referido con el término “anatropic inversion” para describir e1 proceso por el que la mirada colonialista e imperial invierte 1a realidad americana después de apropiarse de ella: We see the colonialist metropolitan space in an epistemologically inverted image. This inversion is not a misrecognition; on the contrary, the upside-down perception reveals a cognitive theory focusing on the specific mechanisms which have served to dominate. Its inner logic is a devaluation of all external positions 147 and hierarchical worldviews [...] The metropolitan hero in the colony is the tyrant, or the murderer, or the exploiter, at best the humanitarian equalizer (1992: 1). Es decir, los personajes que en la Peninsula son modelos a seguir por su trabajo en la conquista y colonizaci6n, son vistos desde una perspectiva subaltema como criminales etnocidas. Para presentar estos cargos contra el regimen colonial Llerena se vale de la satira y del uso de lo grotesco en la presentaci6n del monstruo que figurativiza a Santo Domingo y sus habitantes. Esto 1e permite reorientar elementos tradicionales de la cultura occidental dominante para crear un retrato novedoso del ‘Nuevo Mundo’ que intenta romper con el Viejo. Su pieza no supone solamente una continuaci6n de la tradici6n literaria. También proporciona una dimensi6n artistica que potencia 1a concepci6n original y le afiade nuevos significados obteniendo un resultado bastante destructivo durante la inversi6n. La redefinici6n de la realidad que asoma en su representaci6n literaria ofrece indicios de una alternativa a los escritos sobre América publicados hasta la fecha. Este es mo de los efectos que crea 1a obra satirica de algunos letrados de la época. En palabras dc Julie Greer Johnson: Relying more on their own New World experience to shape their perceptions than on the resurrection of Old World fantasies, they [los letrados] reacted against the euphoria of the time, and they did so by refusing to accept Spain’s illusory image of America as well as the rhetoric that conveyed it and projected it throughout the years of Spanish domination (1993: 1). 148 Es decir, las obras satiricas producidas en esta época contribuyeron a la formaci6n de una contracorriente en los modos discursivos coloniales que reve16 una naturaleza diferente de la presentada en las producciones culturales de los grupos dominantes europeos. Esta se caracterizaba por su alejamiento y desfiguracién de la realidad americana que era presentada desde una perspectiva eurocéntrica. En el caso de la Audiencia de Santo Domingo, se puede rastrear la representaci6n idealizada de América hecha por la dominancia europea desde los primeros escritos de Crist6bal C016n. Después de haber desembarcado en un territorio virginal en donde las personas parecian vivir en completa armonia con la naturaleza, C016n pensaba que habia encontrado e1 paraiso terrenal en la Tierra. Asi se lo manifiesta a los reyes espafioles en una carta: Esta isla es bien grade y muy llana y de arboles muy verdes y muchas aguas y vna laguna en medio muy grade sin ningua montafia y toda ella verde qs plazer mirarla [. . .] la mas hermosa cosa del mundo (Colén 1965: 82). listas primeras impresiones reflejan e1 t6pico clasico del locus amoenus que viene de la tradici6n virgiliana. E1 objetivo es utilizar el vocabulario mas apropiado para describir sus descubrimientos de forma que se pudiera garantizar 1a expansi6n espafiola en estos nuevos dominios. Este lugar idilico estaba habitado por personas que Vivian en un estado de inocencia sin parang6n y eran hospitalarios por naturaleza y muy amigables: Muy bié hechos de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras. .. Ellos dever ser Buenos s[er]uidores y de bué ingenio q veo q muy presto dizé todo lo qe les dezia: y creo q ligeraméte se harian xpianos q me parecio q ningua secta tenian (Colén 1965:82) 149 Yam. Raqua Chang-Rodriguez, la llegada de Crist6bal Col6n a las Antillas inici6 un proceso cultural que hicieren del Caribe la primera frontera de la transculturacién americana (en Kohut 2000: 250). La ilusi6n colombina fue simplificada cuando en su segundo viaje descubri'o la existencia de posibles practicas canibalisticas, experiment6 la fuerza destructora de los huracanes y se encontr6 con la falta de evidencias que demostraran las riquezas de oro que estaba buscando. Sin embargo, la visi6n idealizada inicial construida por Crist6bal Col6n fue aceptada por la Corona espafiola y seguida por los espai'roles que veian en America una continuaci6n del viejo mundo europeo conocido. Estas representaciones contrastan con los elementos grotescos que presenta Llerena y resaltan todavia mas en el escenario cuando se contrasta la historia inicial de la isla (recogida entre otros por los diarios de Colén), con la decadencia en que se ha sumido desde la llegada de los espaiioles. Si en 1492 Col6n crey6 que habia descubierto la entrada al paraiso, menos de un siglo después toda visi6n de un Eden terrenal habia desaparecido. Para Llerena todo lo que quedaba era un caos administrativo y una irracionalidad desbordante que prefiguran el declive y la posterior caida de un imperio. Ante los ojos del autor dominicano, no hay muchas diferencias entre los representantes de l a adnurustracibn colonial y los piratas que saqueaban los puertos caribeiios. Pero hay otra explicacibn para la aparici6n del monstruo que ha adelantado recientemente Julie Greer Johnson. La presencia del “engendro” se relaciona con el aspecto religioso de la conquista de América que para Greer Johnson hay que seguir Qaiestionando: The grotesque figure’s dominance over the action of the entremés is also indicative of an environment lacking spirituality, an aspect of the work that 150 undermines a principal justification of the conquest and ultimately reveals the hypocrisy of the Spaniard’s alleged religious convictions (1993: 30). Una muestra de la falta de convicciones religiosas de los conquistadores radica en el hecho de que los sujetos indigenas fueron los primeros en sufrir durante la conquista y posteriormente bajo e1 regimen imperial. Los miembros de este grupo colonial fallecian victimas de los abusos fisicos, las enfermedades y la falta de principios humanitarios de los espafioles. Al mismo tiempo que se producia la conquista y colonizaci6n fisica del territorio, los conquistadores empezaron la elaboraci6n de un sistema cultural que tenia por objetivo comunicar una serie de valores y creencias a los habitantes nativos, a los nuevos residentes americanos y al resto del mundo. Esta visi6n ut6pica y dominante fue extendida por los conquistadores y propagada por los monjes durante sus actividades de conversi6n hasta el punto de permear las manifestaciones literarias del discurso colonial. Estos escritos proporcionaban normalmente los rasgos de identidad que debian caracterizar a los habitantes de la sociedad colonial en un intento de proporcionar cierta homogeneidad a los diferentes sectores poblacionales mientras avanzaba la colonizaci6n. Sin embargo, algunos miembros de la sociedad colonial no podian participar de estos suefios ut6picos y disfrutar de los beneficios de este paraiso. Para estos sujetos coloniales, entre los que destacan los criollos como Llerena, la imagen que las clases dominantes proyectaban era simplemente un engafio. Una de las formas de protesta que tenian a su alcance era la escritura. Como los autores indigenas, por medio de esta t ecnologia Llerena ofrece su propia representaci6n de su America, la isla Hispaniola, y \3-4 sando la satira presenta e1 punto del vista del “otro” criollo, que esta en proceso de Q ()nstitucién. La acumulacién que se observa en el texto destaca e1 caracter central de la 151 satira. Esto se refleja en la etimologia de la palabra “satura” que significa en su origen latino “plato colmado de alimentos diversos, recordando las ofrendas a los dioses ralizadas en un ambiente festivo pr0picio a la broma y la critica burlesca” (Corominas 231). El intercambio coloquial entre e1 Gracioso y el Bobo nos lleva a un cuestionamiento del principio de orden que estructura la sociedad colonial que, siendo una imagen especular de la metropolitana, transfiere la critica de la periferia a1 centro mismo del Imperio. Con esta forma discursiva (la satira) de marcado caracter subversivo, algunos miembros de los sectores no dominantes desean reducir la distancia entre la palabra y el objeto representado. Para ello, invierten tradiciones literarias heredadas poniendo en cuesti6n con esta técnica la autoridad establecida. Aunque hay numerosos escritores que eran conscientes de las desigualdades sociales y de las injusticias que les afectaban como grupo social, solo aquellos que practicaron la satira sefialaron abiertamente esas imperfecciones a1 ridiculizar a personas e instituciones.6 El Entremés sugiere que el habitat paradisiaco al que se mudaron los espafioles es destruido en una recreaci6n de los errores humanos como cuando se expuls6 a Adan y Iva del Jardin del Edén. La diferencia mas notable se halla en la aparici6n de una criatura Inas horrenda que la serpiente biblica que altera la vida de los habitantes de Santo :Domingo. Esto puede servir de antecedente de otra expulsi6n, en este caso la de los espafioles en sus puestos de administradores de las Indias. En un intento creativo de hacer baralelismos, si el paraiso descubierto por C016n es destruido se apunta ir6nicamente a un bosible exilio inmediato de los responsables de esta segunda destrucci6n. - 152 Hay otro aspecto relevante que merece se considerado a continuaci6n y que también forma parte de la premodemidad que asoma en la critica que hace Llerena. Nos referimos a la manifestaci6n de una mentalidad prebarroca. El hecho de que sean los personajes tradicionalmente secundarios (e1 Gracioso y el Bobo) los que sistematicamente denuncian las injusticias, mientras que los de arriba se dedican a transgedirla y violarla es un t6pico barroco: “el mundo a1 revés”. E1 escritor maneja este concepto con total conciencia en este periodo donde ya asoman rasgos prebarrocos. En relaci6n con esta idea, escribe José Antonio Maravall: Cabe suponer que la imagen de ‘el mundo a1 revés’ sea producto de una cultura marginal de los desposeidos, esto es, de una contracultura popular. Asi ha sugerido M. Bakhtin que hubiera que admitirlo para la Edad Media y para el Renacimiento. Yo lo veo mas bien, sobre todo cuando en el Barroco e1 t6pico adquiere tal fuerza, como producto de la cultura de una sociedad en via de cambios, en la que las alteraciones sufridas en su posici6n y en su funci6n por unos y otros grupos crean un sentimiento de inestabilidad, el cual se traduce en la visi6n de un tambaleante desorden (1983: 315). ”7 se presenta por medio de la satira, que ademas se parece a formas Iste “mundo al revés discursivas antiguas que han cuestionado 1a tradici6n y la autoridad establecidas. En su estudio sobre el origen de la novela modema Problemas de la Poética de Dostoevsky, Eajtin identifica una categoria literaria que denomina serio-c6mica. Los tipos de literatura Que incluye en esta categoria, expone, cuestionan la autoridad y se inspiran en 10 Q arnavalesco para presentar la materia novelada. El contenido carnavalero se convierte de § sta forma en la perspectiva opuesta a1 punto de vista de la autoridad. La actitud - 153 carnavalesca tiene su origen en tradiciones folk16ricas orales que para Bajtin tienen poca consideraci6n por las barreras sociojerarquicas y promueven la igualdad entre las personas. La expresi6n se caracteriza por la franqueza y la libertad a1 tiempo que busca invertir las normas. Debido a la versatilidad de los elementos festivos, éstos se pueden infiltrar en cualquier modo discursivo, incentivando e1 cambio. El discurso resultante esta moldeado por la experiencia y la imaginacién y tiene por objeto de estudio a los acontecimientos del presente (Bajtin 1986: 93-97). En su analisis de estrategias discursivas, Bajtin se centra en la satira menipea. Esta es una forma especial de texto literario que fue usada por primera vez por Menipeo y Varro, y es considerada e1 antecedente de la satira modema. Con el paso del tiempo, esta forma discursiva incorpor6 entre otros elementos e1 dialogo socratico y la parodia. E1 producto final es una combinaci6n de estilos y estructuras que ayuda a crear informaci6n y conocimiento. Para Bajtin: “the encroachment of this early form of satire upon other types of literature serves [...] not in the positive embodiment of the truth, but in the search after the truth, its provocation and, most importantly, its testing” (1986: 95). En el caso del texto de Llerena, la satira colonial refleja la busqueda de ideas movedosas combinando elementos del humor p0pular con un espiritu agresivo y Clesafiante. De esta forma, este género se convierte en una forma de resistencia politica y Confirma su uso como medio efectivo de subversi6n por un sujeto subaltema. Este marco colonial obligaba a los escritores a utilizar un lenguaje que permitiera chltar a primera vista 1a satira social. Se constituye de esta forma una especie de doble fiiscurso en el que a1 mismo tiempo nos encontramos con dos hablantes que presentan Q imultaneamente dos objetivos diferentes. Por una parte, esta 1a intenci6n directa del - 154 personaje que esta hablando y por otra, la intenci6n refractada del autor. Bajtin aplica el término de heteroglossia para esta situaci6n y explica que: In such discourse there are two voices, two meanings and two expressions. And all the while these two voices are dialogically interrelated, they -as it were- know about each other (just as two exchanges in a dialogue know of each other and are structured in this mutual knowledge of each other); it is as if they actually hold a conversation with each other. [...] Examples of this [discourse] would be comic, ironic or parodic discourse (1988: 324). E1 teatro sometido a censura tiende a crear un sistema de comunicaci6n en el que la ambigiiedad se convierte en un instrumento necesario para representar lo institucionalmente irrepresentable. A1 mismo tiempo, en el proceso dc interpretaci6n, tiende a producir entre emisor y receptor un tipo especial de colaboraci6n implicita basada en la posibilidad de manifestar y comprender los subtextos y los dobles sentidos. :Esto ha sido denominado por Annabel Patterson como “la hermenéutica de la censura” (1984: 7). A1 mismo tiempo, a partir de esta pluralidad de voces (dialogismo), de la mirada y la voz autorial -de esta heteroglossia de que habla Bajtin-, por medio de la que SC integran los géneros cultos y los populates, se elabora una trivializacién festiva para la creacién de un antiparadigma par6dico desde el que se realizan los ataques contra el qrden establecido. 43.5.2 La representaci6n de los sujetos indigenas. El desorden de todo tipo que parece afectar a la vida de la sociedad colonial se "Q omplementa con la actitud de desengafio que manifiesta Llerena en el testimonio que ‘1). «05 ha dejado en su pieza. El autor presenta una sociedad en bancarrota econ6mica y 155 moral cuya raiz es la explotaci6n irracional y abusiva de los habitantes y riquezas naturales de la isla Hispaniola. Esta conciencia de crisis como elemento esencial del arte barroco ha sido subrayada por Maravall: La conciencia social de crisis que pesa sobre los hombres [...] suscita una visi6n del mundo en la que halla expresi6n del desorden intimo bajo el que las mentes de esa época se sienten anegadas. Son unos hombres tristes, como alguna vez los 11am6 Lucien Febve, esos que empiezan a ser vistos [...], en los ultimos lustros del siglo XVI y que seguirén encontréndose hasta bien entrada la segunda mitad del siglo siguiente (1983: 309). Se trata de una conciencia que no oculta la decepci6n ante un sistema colonial que ha fracasado en todos los sentidos. Para nosotros, la prueba mas concluyente y definitiva de este fracaso reside en la ausencia de personajes indigenas o referencias a la cultura indigena en el Entremés de Llerena. Esta ausencia es el resultado de su rapida aniquilaci6n en el proceso inicial de conquista y colonizaci6n del Caribe. Ademas permite entender la singularidad del proceso colonial en la isla Hispaniola cuando lo comparamos con el que tuvo lugar en tierra firme. Nuestro acercamiento a este Entremés ayuda a recuperar los acentos nativos que por medio e1 silencio permiten que interroguemos los discursos maestros de la produccién cultural colonial. De esta forma recobramos la voz de otro grupo colonial en posicién subaltema (los indigenas) para la memoria hist6rica. Al mismo tiempo, la ausencia de la practica totalidad de la poblaci6n nativa de la Hispaniola en el momento en que Llerena escribe su obra, apunta fiirectamente a1 caracter etnocida de la conquista de America. 156 Cuando los espafioles se encontraron con la sociedad taina tuvieron muchas dificultades para comprender lo que estaba sucediendo ante sus ojos per una diversidad de factores. Asi lo plantea Anderson-Cérdoba cuando manifiesta: Taino society [. . .] did not make sense to most of the observers. Nor did they have very much time in which to grasp the complexity of the system, since between 1492 and 1500 Taino social and political institutions were literally disintegrating as the majority of the population died from epidemics and famine. The hierarchical institutions of Taino society on Hispaniola had been destroyed by 1500, and the society itself had virtually ceased to exist by the mid-sixteenth century (1990: 45).8 Para comprender el alcance de esta destrucci6n humana podemos recurrir a los estudios de poblaci6n realizados. En America, “the Taino were among the most densely settled pre-state, sedentary societies” (Anderson-C6rdoba 1990, 71). Las cifras de poblaci6n son muy variables y van desde las mas bajas estimaciones de 100.000 habitantes sugerida por Rosenblatt (1954), y de 400.000 ofrecida por Moya Pons (1992), a las mas altas estimaciones de 3.000.000 ofrecida por Las Casas (1951 v.2: ch.l) y de 6-8.000.000 de Cook y Borah (1979). Para confirmar estas cifras, las investigaciones arquel6gicas recientes han ofrecido nueva informaci6n. Segun éstas, las cifras mas altas dadas antes parecen estar mas cerca de la realidad para la isla Hispaniola “given the site densities encountered in the very few areas of the island that have been surveyed”, y otros datos que apuntan a que el numero de habitantes era de varios millones (V eloz-Maggiolo y Ortega: 1980).9 157 Apartandose de las especulaciones, Moya Pons y otros concluyen que la magnitud de la debacle demografica es manifiesta: what is known, however, is that in Hispaniola, Taino peoples had been reduced from perhaps several million in 1492 to fewer than 25,000 by 1515 victims primarily of introduced European disease, but also of warfare, slavery, and social disintegration resulting from all of these disasters (1992: 71).10 Este fue el resultado del método colonizador empleado por los espaiioles que daba prioridad al enriquecimiento por delante de la puesta en practica de actividades comerciales tradicionales asociadas a1 papel de las colonias. Asi lo recoge Carl Sauer: gold and its labour needs dominated the Caribbean phase of the Conquest, in which considerations of settlement and colonisation were subordinated to quick profit from gold-panning using Indian slaves (1966: 230). En este sentido, la voz de los grupos subaltemos indigenas de la Hispaniola se recoge en un texto literario por ausencia marcando e1 caracter materialista y deshumano de la empresa Imperial espafiola en America. 3.6 La posiciun criolla de Llerena. Aunque la visi6n del letrado Llerena se limita a lo que sucede en la Audiencia de Santo Domingo, los vicios e injusticias objeto de su critica han sido recogidos por una variedad de discursos culturales. Esta también es una tendencia barroca sobre la que reflexiona Maravall en esta larga cita que se justifica por su referencia al final: La denuncia de las malas cualidades del ser humano, que oscila entre ensefiar su egoismo, su malignidad o su depravacién, tal vez nunca se ha diftmdido tanto como en esta época [finales del XVI y primera mitad del XVII], y si en algunos 158 casos se escucha el eco arcaizante del tema medieval y ascético ‘de contemptu mundi’ como preparaci6n a una disciplina religiosa, en el siglo barroco se observa comunmente en la material un considerable grado de secularizaci6n que hace que de la practica de la desconfianza ante el mundo y el hombre, todos procuren sacar las convenientes artes para vencerlos en provecho propio. Por eso, no es en moralistas y escritores religiosos en quienes se encuentran esas frases contra la agresiva o perversa condici6n del hombre, sino en quienes escriben acerca de los modos de instalarse y comportarse con los demas e incluso, simplemente en quienes hacen literatura -la cual constituye un paso imprescindible en la sociedad barroca-, esto es: novelistas, poetas, autores de miscelaneas (que hoy llamariamos ensayistas) y también, aunque tal vez en menor medida, en autores teatrales (1983: 330-331). Se presenta aqui la misma actitud moralizadora que observamos en los Cologuios de Eslava, y que desaparecia en su obra de madurez criollo (e1 Entremés de las alcabalas). Si en Eslava la recurrencia que hacia de referencias religiosas tenia como objetivo que la satira/critica social pasara mas desapercibida a la censura y también para presumir de erudici6n, en Llerena presenta una funci6n diferente. El texto de Llerena funciona desde el plano ideol6gico, muy atrevido para su época. Esta escrito desde los margenes de la piramide de poder de la sociedad colonial por un criollo que quiere dejar constancia de los abusos cometidos por los espafioles desde su llegada a la isla (en este caso se ven mas los efectos de esos abusos). En las representaciones realizadas por sujetos criollos en posici6n subaltema (Eslava y Llerena), una parte de la misma élite cultural inicia un proceso de erosi6n del 159 sistema dominante que resulta de la colisi6n entre expresiones culturales vemaculas y aquellas impuestas por la metr6polis. Como resultado, 1a eficacia de las clases dominantes producto de ser representadas como un sistema equilibrado en donde 1a cultura de la élite se presenta como natural, pierde vigor gradualmente. Para Marvin Carlson esta es una forma por la que se activan las ilusiones unificadoras de los grupos dominantes pero a1 mismo tiempo permite que veladamente se revelen sus disonancias y discrepancias. Esta actitud no siempre adopta una posici6n critica (1996: 165). Sin embargo, para que las producciones culturales alcancen ese nivel de acci6n mas directa, mas allé de la critica, la resistencia tendria que haber sido desarrollada sobre una base diferente o deberia haber desarrollado otras formas de control. Este es lo que Jon Erickson define como “un modo altemativo de percepcién 0 de acci6n, que pueda probar una elara alternativa dialéctica a un sistema existente” (1992: 235). Nosotros creemos que esta situaci6n no se perfila en la producci6n de Eslava y de Llerena. En el caso de estos dos letrados criollos, su posici6n de resistencia se produce desde dentro del sistema (aunque pertenezcan a1 margen), y ésta, en el mejor de los casos puede ser reformista pero no revolucinaria. No obstante, la forma en que ambos representan la historia colonial demuestra que son conscientes de la posibilidad de cambio. En sus escritos reflejan que entienden la situaci6n colonial y apuntan a los reponsables de la misma. John Elliott ha puesto voz a la pregunta con la que se deben haber enfrentado estos letrados: “If all the great empires, including the greatest of them all, had risen only to fall, could Spain alone escape? [...] The idea of an infinite cyclical process by which 160 all living organisms were subject to growth, maturity and decay was deeply embedded in the thinking of the time” (1977: 48). El problema es que el cambio es precisamente algo que los sectores dominantes no parecen tener prisa en promover. Ademas, e1 letrado colonial, criollo o no, se hallaba en una posici6n desde la que tenia que mediar en lo que escribia con una realidad local empirica y un centro metropolitano de autoridad y poder cada vez mas ausente y abstracto, que estaba representado por modelos literarios. En este periodo colonial pre-Barroeo esta es la paradoja que envuelve a la escritura tanto en la metr6polis como en las colonias. En su acercamiento a la época Barroca, los efectos de esta problematica son claros para John Beverley: “it was, like postmodernism today, at once a technique of power of a dominant class in a period of reaction and a figuration of the consciousness of the limits of that power” (1993: 64). Artistas como Llerena no intentan reemplazar una visi6n de la sociedad por otra sino reorientar la forma en que su publico (lector o no) entiende 1a sociedad colonial, sus integrantes y los sucesos que tienen lugar en ella. Con la yuxtaposici6n satirica que lleva a cabo a1 Situar la visi6n degenerada que transmite junto a la imagen idealizada de norrnalidad de la dominancia que se prepone en la vida diaria, e1 letrado contrasta dos puntos de vista que pueden ofrecer una tercera posibilidad de reflexi6n a su publico. Esta situaci6n de estancamiento entre la visi6n imperial y la indigena es recogida por Mariano Pie6n Salas cuando publica en 1944 su libro De la Conquisw Independencia. En este estudio, intenta llenar un espacio cultural que no se puede identifiear totalmente con 10 indigena ni con la herencia europea, y define este periodo con el término de paralisis. Segun Pic6n Salas: 161 Los indies han perdido su historia, los mestizos todavia no la hacen, y el acontecer hist6rico se localiza en un pequefio circulo blanco, todavia semi- extranjero, y en el que aun no despierta la conciencia de nacionalidad (1944: 132). Esta panoramica de la esfera publica en la que abundan las criticas a instituciones, profesiones y estamentos también revela una relaci6n alienada entre e1 productor cultural (e1 letrado criollo), y la historia. La falta de analisis de las causas 0 las altemativas a1 proceso descrito muestran una visi6n fenomenolégiea de la Colonia, en donde la satira funciona como discurso de provocacion y de burla. La conciencia alienada del letrado apunta a1 problema pero se camufla por detras del aparato carnavaleseo de la obra. Para la historia de la literatura, es de particular importancia continuar e1 acercamiento a la Hispanoamérica de finales del siglo XVI como un periodo en el que el conflicto y el crecimiento de desavenencias destacan por encima de la calma. Las evidencias hist6ricas que hemos presentado en los casos de Eslava y Llerena apoyan esta visi6n. Por debajo del aspecto exterior ordenado y engafioso de la colonia, asoman las voces de subjetividades diferentes a pesar de los castigos que recibian los transgresores. La capacidad de las autoridades de manipular a las sociedades para su propio beneficio tiene un limite y a pesar de las ambigiiedades, se pueden encontrar suficientes textos subversivos para ser leidos (Elliott 1977: 28). La posibilidad de lecturas multiples que atraen la atenci6n de audiencias heterogéneas forma parte de la eficacia de las practicas ideolégicas transmitidas por medio de las representaciones culturales. Foucault ha comentado: “If power were never anything but repressive, if it never did anything but say no, do you really think one would be brought to obey it?” (1980: 119). 162 Esperamos haber mostrado que el concepto de subalternidad que se manifiesta en la obra de Llerena no se refiere solamente a una serie de grupos sociales que estén siendo dominados por otros grupos sociales. Consideramos la subalternidad dentro de un marco mas amplio, que resulta de un orden global, de un sistema de relaciones entre Imperisos y colonias. Esta articulaci6n origina, en el caso de la pieza estudiada, 1a problematica de decadencia econ6mica y de falta de espiritualidad que tanto preocupaba al letrado criollo. Esperamos probar en el capitulo 4 que el letrado criollo Juan Espinosa Medrano es capaz de construir una base de actuaci6n alternativa, desde la que proyecta con claridad una identidad diferenciada. Este autor lleva a cabo esta labor recurriendo a la busqueda de apoyos en el imaginario indigena. Sus textos se enmarcan en un contexto hist6rica desde el que se pueden asumir las ambigiiedades inherentes a un discurso representativo de una clase criolla en desarrollo. 163 NOTAS 1 A esto hay que afiadir otro factor extemo producido per una coyuntura intemacional tampoco favorable a las necesidades locales. La alianza de intereses entre Inglaterra, Francia y Holanda les llev6 a la firma conjunta del Tratado de la Haya de 1596, en el que recogian por escrito sus objetivos antiespafioles. Tras un breve periodo de tiempo en el que la coexistencia corsaria de estos paises fue posible, cada uno de ellos continuaria por separado estas actividades ilegales. Un punto de inflexi6n lo constituy6 el saqueo de la ciudad de Panama a manos de Henry Morgan en el afio 1671. Como culminaci6n de la imposibilidad de los espafioles para evitar este comercio, se firma en 1697 el Tratado de Ryswick por el que se reconocen oficialmente los asentamientos de ingleses, franceses y los agentes comerciales. Una de las consecuencias del establecimiento de estas plazas regulates es que los estados europeos dejan de necesitar 1a ayuda de bucaneros y mercenarios con lo que se empieza a superar la etapa de pirateria del Caribe. 2 Todas las referencias siguen 1a versién recogida por Francisco A. De Icaza, “Crist6bal de Llerena y los origenes del teatro en la América Espafiola, Revista de Filologia Espafiola 8.2 abr-jun (1921): 121-130. 3 Para una definiei6n de grotesca y su uso en la literatura hispanica es muy util el libro de Henry Ziomek, Lo grotesca en la literatura espariola del siglo de oro (Madrid: Ediciones Alcala), 1983. 4 El Diccionario de Autoridades identifica a estos personajes: “Se llama también qualquiera de los Miniltros Togados, deltinados, en los Conlejos, Chancillerias y Audiencias, para oir en julticia a las partes, y decidir, legun lo que unas y otras alegan” 25). g Para comprender la intervencién del Provisor, es necesario consultar e1 Diccionario de Autoridades: “Se llama también el Juez Eclelialtico en quien e1 Obilpo delega lu autoridad y jurildieciun, para la determinacion de los pleitos y caulas pertenecientes a in fuero” (416). Se trata por tanto de un cargo religioso. 6 Entre los estudios sobre discursos subversivos de sujetos indigenas destacan de Rolena Adorno, Guamdn Poma: Writing and Resistance in Colonial Peru 0 el articulo “El sujeto colonial y la construccién cultural de la alteridad”, Revista de Critica Literaria Latinoamericana I 4. 28 ( I 988) .' 55-68. 7 Seria interesante explorar las semejanzas y diferencias entre el “mundo a1 revés” medieval y esta representacién de Llerena. 8 Estos comentarios son aceptados por Rouse 1992; Wilson 1990a, 1993. 9 Otros investigadores secundan estos mismo datos como Rouse y Moore: 1984; Moore: 1985. 10 Estas cifras son similares a las aportadas por Sauer 1966: 200-1 y Arranz Marquez: 1991. 164 CAPITULO 4 Juan de Espinosa Medrano Nuestro interés en la producci6n de Juan de Espinosa Medrano, como sujeto colonial subaltemo, tiene una doble motivaci6n. En primer lugar, la obra de este letrado criollo ayuda a Situar en perspectiva la historia cultural de la zona andina colonial recogida por los grupos dominantes. Estos discursos, que estaban supeditados a las necesidades imperiales, obvian aspectos especificos de la realidad colonial de interés para los grupos subaltemos. En este sentido, reflejan una jerarquia en la que predomina 1a agenda discursiva de los grupos dominantes que estaban subordinados por relaciones de poder y dependencia a la metr6polis europea. En segundo lugar, las representaciones de Espinosa Medrano continuan e1 proceso de construcci6n de la identidad criolla que hemos descrito desde el inicio de esta investigaci6n. Por consiguiente, su producci6n cultural debe ser incorporada a1 archivo criollo que sigue expandiéndose desde la original propuesta de Anthony Higgins (2000). En el marco colonial andino, es particularmente significativo observar cémo un suj eto-autor subaltemo como éste consigue producir discursos en un ambiente de extrema tensi6n politico-sociocultural como el de Tahuantinsuyo/Peru colonial. Al mismo tiempo, este autor es capaz de promover una agenda cultural especifica que refleja 1a problematica de la estructura de poder de ese sistema colonial. Nuestro analisis gira en torno a una obra teatral de Juan de Espinosa Medrano, Amar su propia muerte (circa 1648).1 Proponemos que los textos de este autor, y éste en particular, pueden ser leidos desde una perspectiva subalterna, criolla, eon respecto a1 marco discursivo trasatlantico colonial hispanoamericano del siglo XVII. Esta mirada criolla es coherente con las 165 tradiciones culturales que hereda (europea y amerindia). También queremos destacar que este autor criollo se permite avanzar, desde la posici6n de subalternidad que ocupa, una critica -a veces velada- a la compleja estructura de poder colonial dentro de la cual produce sus textos. Esto significa que un sector de la élite intelectual hispanoamericana continua e1 proceso de distanciamiento que ya vimos con Eslava y Llerena con respecto a los grupos dominantes europeos. Esta idea fue adelantada de una forma conceptual por Roberto Fernandez Retamar en el afio 1971, un pionero, desde la perspectiva del siglo XXI, de los estudios culturales postcoloniales. En el capitulo 1 comentamos que el critico cubano se preguntaba si se podia hablar de la existencia de una cultura americana (=latinoamericana), y planteaba cual era la validez de esa cultura en comparaci6n con otras producidas en otros marcos geografico-culturales diferentes. Creemos que la producci6n cultural del letrado criollo colonial Juan de Espinosa Medrano es representativa de esa cultura latinoamericana criolla emergente desde el periodo de conquista y colonizaci6n que sigui6 a1 “descubrimiento” (1492). En particular, sostenemos que el letrado cusquefio articula, desde el segmento criollo en el que se enmarca, una agenda cultural en la que ademas se perfilan fragmentos de otras realidades coloniales diferentes de la criollo. El letrado actua de esta forma como posible mediador entre estas realidades que forman 1a cultura del Peru colonial. 4.1 La sociedad colonial andina. La dominaci6n espafiola de las civilizaciones andinas de Tahuantinsuyo/Peru se produjo con posterioridad a1 proceso de conquista, invasi6n y colonizaci6n que empezé en 1492 en el Caribe y poco después en Anahuac/México. Pese a e110 (0 per esta razén), 166 en el sistema colonial implantado sobre la sociedad dominante prehispana (la incaica) se perfilan semejanzas con respecto a la estructura imperial del resto de la America espaiiola. Es decir, los conquistadores eur0peos intentaron establecer una cierta homogeneidad en todo el sistema de colonias ultramarinas del “Nuevo Mundo”. Sin embargo, un analisis de por ejemplo un censo de la sociedad colonial 0 de sus discursos escritos, permite constatar las diferencias entre los diferentes contextos coloniales americanos.2 Ademas, las tierras del Caribe, Anahuac/México, Centroamérica y del Tahuantinsuyo/Peru, ya albergaban una enorme diversidad producto de su evoluci6n hist6rico-social pre-invasi6n europea. Después de la llegada de los europeos, este grupo dominante intent6 apropiarse de esta heterogeneidad con sus modelos discursivos. Estos eran producto de una mentalidad especifica que hereda una trayectoria hist6rico-cultural compleja de muchos siglos de conflicto cultural en la Peninsula Ibérica. No obstante, 1a homogeneidad que el grupo dominante (representando a1 Imperio) intentaba imponer en todas sus posesiones territoriales y, que reproducia en sus formas discursivas, nunca lleg6 a representar/aprehender las numerosas realidades y sus representaciones en los territorios conquistados. En cierta forma, se trataba de mantener una apariencia de homogeneidad que permitiese a los grupos coloniales dominantes mantener e1 status quo alcanzado después de la conquista: los espafioles en lo alto de la piramide de poder (aliados con una parte del sector noble indigena), y el resto, en posiciones de subalternidad.3 Las producciones discursivas intentaban naturalizar estas relaciones sin cuestionarlas en sus representaciones. En el caso concreto del Tahuantinsuyo ya existia una compleja red de reparto de poder antes de la llegada de los espafioles. Esto indica que los grupos dominantes y 167 subaltemos se corresponden con una estructura de poder atemporal pues han existido en todas las sociedades en todas las épocas. En el Estado Inca, establecido en el afio 1400 desde la perspectiva occidental, esta fuerza dominante se proyectaba desde el Cusco (1a capital imperial inca) y sostenia un sistema similar de dependencias (Porras Barrenechea 1936; Rostworowski 1983, 1988; Millones 1995). Ademas, los conquistadores y colonizadores llegaron a1 poder con muchos aliados amerindios que veian en los invasores espafioles 1a posibilidad de librarse del grupo dominante: los Incas.4 En resumen, 1a heterogeneidad es una de las caracteristicas socio-demograficas generales de la sociedad colonial andina en la que vivi6 Juan de Espinosa Medrano. Los conquistadores heredaron de las sociedad prehispana del Tahuantinsuyo una estructura social compleja caracterizada por la presencia de grupos dominantes y subaltemos de diferente origen étnico-cultural. La llegada de los europeos y sus aportaciones demograficas hicieren todavia mas complejo e1 panorama etnocultural andino. Este es el contexto en el que vivi6 Juan de Espinosa Medrano, y que sirvi6 de estimulo para su producci6n cultural durante e1 siglo XVII. Las distinciones étnico-culturales parecen concluyentes en la transici6n del ‘largo siglo XVI’ al XVII. Sin embargo, conviene hacer una serie de matizaciones sobre los integrantes del grupo social criollo en la zona andina que los distingue del resto de criollos de la hispanoamérica colonial. La sociedad del Peru colonial se estructuraba segun una compleja red de articulaciones de poder civil y religioso que coexistia con los restos de un sistema heredado prehispanico. Este se habia modificado en funci6n de los intereses de los grupos dominantes que se establecieron en el poder tras la conquista. La estructura de poder 168 dominante promueve por medio de sus representantes y ac61itos diferencias dentro de los grupos sociales coloniales, ya diversos per se. Un ejemplo de c6mo se articulaba esta forma de control se halla en la legislaci6n vigente de la época como vimos en ejemplos de la Recopilacién en el capitulo 1 (Paredes 1681). Ademas, e1 Virrey y otras autoridades coloniales (como los miembros de la Iglesia), repartian cargos de importancia entre sus familiares o miembros de su cohorte y entre sus grupos de interés. Esto creaba tensiones con otros sectores, por ejemplo, quienes reclamaban privilegios por méritos de descendencia de abuelos o padres conquistadores. De aqui surge e1 conocido resentimiento que muchos sujetos criollos lograron transformar en un estimulo para superar su condici6n de marginaeién. Entre las primeras protestas del sector de criollos destacan las realizadas cuando sus posibilidades de desarrollo se vieron coartadas por las autoridades coloniales, Siguiendo 6rdenes de los centros de poder europeos.5 Otro ejemplo son los estudios sobre los matrimonios en la sociedad colonial. Estos también arrojan luz sobre los motivos por los que eiertos sectores buscaban este tipo de contrato para avanzar sus intereses particulares. Hemming inforrna que en el virreinato del Peru, e1 virrey servia como Presidente de la Audiencia de Lima y supervisaba los asuntos de las otras audiencias del virreinato. Estas eran 10 en el afio 1650 y sus presidentes actuaban como gobemadores locales y capitanes generales. Ademas, en cada audiencia trabajaban 4 6 5 oidores (=jueces) y l fiscal y: Royal rule extended into the provinces by means of the corregidor, an official who lived in each Spanish municipality and presided over its council... Each Spanish town also had its municipal council, cabildo, headed by alcaldes (mayors 169 or justices) and containing regidores (aldermen). .. The only presence of the central government or legal protection in the Peruvian countryside came from an annual visit by an alcalde and a regidor from the nearest town (1970: 381). Estos puestos eran siempre ocupados por sujetos europeos, lo que segun 1a Recopilaci6n significaba que los sujetos que podian ser seleccionados para esos cargos debian ser: “[. . .] perlonas aprobadas en col tumbres, nobleza y limpieza de linage, temerolos de Dios, y elcogidos en letras y prudencia [. . .]” (Paredes 1681, 133). Esto aseguraba que las leyes del sistema ampararan los intereses de los sujetos espafioles peninsulares. Ademés, estas normas escritas definian claramente cuales podian ser las funciones de cada grupo colonial y especificaban incluso las opciones de movilidad vertical.6 Por ultimo, este grupo dominante se valia de su posici6n e influencias para cerrar el ascenso en la jerarquia colonial a1 creciente grupo de sujetos criollos (como Espinosa Medrano). En general, $610 un sector del grupo criollo encontr6 la oportunidad de establecerse comercialmente. Se trataba de descendientes de espafioles, espafioles que abandonaron la vida militar en el “Nuevo Mundo”, espafioles que emigraron alli desde Europa, o sujetos americanos que se prepararon en sectores especificos con una especializacién que les garantizaba un espacio en la economia colonial. De esta forma lograron abrir una via de promoci6n social que garantizaba tener contacto con fimcionarios con responsabilidades y de sangre noble espafiola. Si bien la organizacién social bajo e1 régimen colonial era muy rigida, habia posibilidades de cierta movilidad vertical gracias al comercio incesante entre las diferentes zonas del imperio, el establecimiento de los pueblos y las necesidades de comunicaci6n e intercambios del mismo sistema colonial (Zuloaga en Oliart 2003). 170 Sin embargo, algo que no pudieron modificar las autoridades espaiiolas ni su sistema dominante, fue la diversidad étnico-cultural que encontraron en la heterogénea sociedad del Tahuantinsuyo incaico. Aunque los numeros se vieron alterados, la presencia europea aument6 esa variedad, en gran medida por medio del uso de la fuerza.7 Después de estas consideraciones demograficas y sociales, vamos a centramos en la posici6n de Juan de Espinosa Medrano en la sociedad colonial peruana. 4.2 Juan de Espinosa Medrano: e1 sujeto colonial, el letrado y su tiempo. Los datos biograficos que se conocen de Juan Espinosa Medrano son escasos y en general provienen del Prélogo de LaNovenaLMarayflLa.8 Este fue redactado por Agustin Cortes de la Cruz que fue Capellan Real de la ciudad de Cuzco y discipulo de Espinosa Medrano. La critica ha encontrado dificultades para establecer e1 origen de Espinosa Medrano, en particular su cronologia familiar (Y épez 1937; Xammar 1949; Tamayo Vargas 1982), y su fecha de nacimiento (Garcia Calder6n 1914; Sénchez 1927; Vega Centeno 1928; Tauro 1969; Loayza 1974; Tamayo Rodriguez 1982). Se suele identificar a Espinosa Medrano como indigena o como mestizo. Este dato unido a su formaci6n académica es un rasgo fundamental que permea toda su obra. Para nuestro proyecto de investigaci6n, Espinosa Medrano es un sujeto criollo segun la definici6n de este término que hemos adoptado y que repetimos aqui: “ser criollo, era un hecho que estaba mas ligado a una forma de ser, a una adhesi6n a intereses locales, que a1 nacimiento en tierra americana” (Lavallé 1993: 25). Ademas, el mismo escritor se adhiere a la condici6n de ser criollo en el Apologético, texto publicado en 1662. En esta obra de mediados del siglo XVII, que va a ser nuestra referencia en lo que queda de secci6n encontramos esta cita tan significativa 171 de Espinosa Medrano: “Tarde parece que salgo a esta empresa, pero vivimos muy lejos los criollos9 y si no traen las alas del interés; perezosamente nos visitan las cosas de Espafia” (1982: 17). Claramente, Espinosa Medrano se identifica con el grupo de criollos. Loayza (1974) ha recuperado este debate y considera al escritor como un hombre estereotipo dentro del Peru indigena. Se refiere a 61 como “predicador cobrizo” (4) que se halla en una posici6n dc inferioridad con respecto a1 sujeto espafiol en el marco de la situaci6n colonial. Para este critico, Espinosa Medrano también supera esta condici6n subordinada cuando escribe e1 Apologético en defensa de Luis de G6ngora. En sus afirmaciones, Loayza llega a manifestar que la critica que Espinosa Medrano realiza en esta obra del portugués Manuel de Faria (quien ha atacado a G6ngora) es S610 un instrumento en la busqueda de su objetivo final. Para Loayza, la intenci6n final de Espinosa Medrano es demostrar 1a valia de la intelectualidad producida en America: [Espinosa Medrano consigue] superar la humillaci6n colonial y al final qued6 fortalecido e1 prestigio de G6ngora, pero sobre todo su defensor gan6 su propio combate. Los espafioles que elogiaron el libro del Lunarejo no sospecharon que les estaba cobrando su desquite (4). En este proyecto, identificamos esta posici6n de inferioridad que Loayza plantea para el caso de Espinosa Medrano, con la de un sujeto subalterno segun la definici6n de Gyan Prakash que repetimos aqui: una abstracci6n usada para identificar lo intratable que emerge dentro de un sistema dominante X, y que significa aquello de lo que el discurso dominante no puede apropiarse completamente, una otredad que resiste ser encasillada (en Rodriguez 2001: 7). 172 La figura literaria de Espinosa Medrano surge por su condici6n social, origen y trabajo cultural (literario) de un lugar periférico del imperio espafiol. Desde ese espacio crea un corpus discursive que configura una posici6n de subalternidad caracteristica de contextos coloniales en los que el poder y el conocimiento estan en conflicto constante. Ademas, Espinosa Medrano manifiesta la tipica ambigiiedad del sujeto criollo que ha apuntado Garcia-Bedoya en su tratamiento de este sujeto en el periodo colonial andino: [Por una parte], se proclama plenamente espafiol, leal subdito de la corona, depositario legitimo de los c6digos culturales y las opciones ideol6gicas propios de la madre patria; afirma la pureza de su sangre ibérica y se precia de su entronque con los linajes nobiliarios mas esclarecidos de la peninsula (pretensiones estas ultimas no siempre muy justifieadas). Por otro lado, 1e enorgullece ser diferente y proclama altaneramente las bondades de su tierra, de sus ciudades, de sus devociones, de sus costumbres (2000, 59). Esta es la ambivalencia del posicionamiento del sujeto criollo colonial andino que, en este periodo es subalterno con respecto a los espafioles, pero sujeto dominante con respecto a otros grupos coloniales. El posicionamiento criollo evoluciona hacia una actitud mas firme y consistente durante e1 siglo XVII y gradualmente desafia con mas intensidad las estructuras de poder coloniales (con matices). Asi lo indica Bernard Lavallé en sus estudios sobre la creacién de conciencias colectivas en este periodo, y en particular de una identidad criolla americana: El patriotismo criollo del siglo XVII [. . .] parece problematicamente vacilante, en no pocos aspectos ambigiio, pues e1 protonacionalismo que subyace en 61 era a1 mismo tiempo excluyente para con los dominados de la Conquista, y se nutria, a 173 pesar de sus criticas a la metr6polis, en el sistema que ésta garantizaba. Segun las situaciones y los interlocutores, lo vemos dudando entre un hispanismo extremadamente quisquilloso y un americanismo agresivo (1993, 10-11). La producci6n cultural del criollo Espinosa Medrano se entiende de forma mas completa si tenemos en cuenta esta cita y los comentarios que hemos hecho. La condici6n de letrado que Espinosa Medrano alcanza gracias a su formaci6n literaria 1e permitié apropiarse del bagaje cultural europeo e hispanico. Esta asimilaci6n se uni6 a su conocimiento de la cultura local andina que en parte hered6 y en parte vivia a diario. Este proceso hizo posible que Espinosa Medrano pudiera intentar superar la posici6n de subaltemidad en la que vivia como sujeto criollo durante e1 periodo colonial. En este sentido, el discurso apologético al que nos hemos referido antes se puede entender como una forma de exaltaci6n o como un ataque discursivo con el objetivo de celebrar la producci6n cultural americana y la capacidad de crear productos culturales de calidad con respecto a los discursos coloniales europeos dominantes. La falta de oportunidades para promover la movilidad vertical de los criollos, a la que nos referimos antes, fue criticada por éstos. Esto se observa en los discursos de méritos y cualidades con los que los criollos replican a los espaiioles, y acusan a los representantes del poder imperial de endogamia, corrupci6n y abuso de autoridad. De ahi que los sujetos coloniales relacionados con los cargos eclesiasticos tuvieran un papel decisivo en la articulaci6n de una emergente agenda criolla militante. Estos sujetos (como Espinosa Medrano, y como ya vimos Feman Gonzalez de Eslava y Crist6bal de Llerena), gozaban de la protecci6n de la Iglesia en la multiples disputas que enfrent6 a la burocracia virreinal con el poder religioso. 174 Para Mabel Morafia, estos discursos criollos (apologéticos, de cualidades o méritos) se convierten en una manera de legitimar y defender posiciones especificas con relaci6n a temas de la actualidad colonial, o sirven para afirmar una posici6n cultural en la sociedad de la época. Vemos una muestra en este fragmento de Espinosa Medrano: gqué puede haber bueno en las Indias? LQué puede haber que contente a los europeos, que desta suerte dudan? Sétiros nos juzgan, tritones nos presumen, que brutos de alma, en vano se alientan a desmentimos mascaras de humanidad. Perdono lo que me cabe; no me atrevo a1 desengafio; embargo si las estimaciones; harto es, que hablemos: mucho valdria Papagayo, que tanto parlase [. . .]” ([1661] 1982,17) La referencia aparece al final de los parrafos dedicados Al lector del Apologético escrito unos trescientos afios antes de las afirmaciones del critico Fernandez Retamar sobre si es posible hablar de la existencia de una cultura latinoamericana valida. En estas lineas, Espinosa Medrano responde ir6nicamente a1 discurso de la dominancia imperial que construye una imagen desfigurada de América. Utiliza para ello imagenes de la tradici6n literaria occidental y de las cr6nicas de Indias en las que se manifiesta 1a hibridez de su discurso americano. El “Papagayo” a1 que hace referencia al final, es uno de los simbolos usados para representar a1 continente americano. Su menci6n aqui, alude a1 intelectual de América que aunque produce discursos (puede hablar), es considerado por los grupos culturales dominantes un simple refiejo de lo que sucede en la metr6polis (no se le escucha). A esta situaci6n se refiere Bhabha con su concepto de mimicry. El fi'agmento de Espinosa Medrano indica la existencia de una conciencia subaltema diferente de la imperial dominante que viene de Espafia, y a la que esta dispuesta a desafiar en su propio 175 terreno: el ideolégico-cultural y con sus mismas arrnas, e1 alfabeto y la lengua occidentales. En este ejemplo particular trata de convencer a los europeos de la dignidad y virtudes del sujeto criollo. Morafia afirma que: E1 discurso de la defensa debe ser valorado como expresi6n formalizada de la transici6n hacia formas de conciencia que impugnan e1 espiritu homogeneizante y preceptivo del mundo colonial, exponiendo a través de la palabra escrita las instancias de la constitucién de identidades colectivas en el mundo colonial (1994: 47). La autoidentificaci6n de criollo que lleva a cabo Espinosa Medrano en el inicio del Apologético tiene esta funci6n. Situa a1 letrado subaltemo criollo en lo mas alto de la intelectualidad trasatlantica por la calidad de su produccibn cultural. De esta forma, rompe los estereotipos que los letrados europeos y otros letrados coloniales habian desarrollado con respecto a los criollos americanos, letrados o no. Esto significa que el ataque que Espinosa Medrano lleva a cabo en el Apologético no es una critica a1 letrado portugués Faria, como puede parecer a primera vista. En cambio, es una defensa contra lo que el critico portugués representa en la concepci6n que algunos letrados de Europa tienen de la creaci6n cultural. Estas élites culturales europeas, que son sujetos mas o menos afines al Imperio, no estan interesadas o no saben evaluar positivamente 1a producci6n cultural que se estaba haciendo en America. Con esta actitud, rechazan de plano una situaci6n que desde 1a perspectiva de las colonias americanas ya no se puede ocultar por mas tiempo: e1 letrado americano es capaz de producir e incluso superar en calidad artistica a1 letrado europeo y con sus mismos instrumentos de comunicaci6n. Desde e1 centro de poder europeo no se entiende que un grupo colonizado, (e1 sujeto 176 criollo subaltemo), sea capaz de alcanzar la maxima calidad literaria y producci6n intelectual desde la periferia imperial. Tampoco quiere que éste entre en competencia cultural con el suj eto dominante europeo que es productor de discursos en la metr6polis y en la colonia. En el discurso de Juan de Espinosa Medrano, la idea de defender a Luis de G6ngora en un apologético es como defenderse a si mismo y 3 otros escritores que viven y trabajan en la periferia del Imperio. Espinosa Medrano y otros sujetos coloniales subaltemos (letrados), pensaban que la asimilaci6n y la reproducci6n/despliegue de la cultura occidental (europea) les permitiria llegar a la audiencia de la metr6polis ademas de ser reconocidos en la periferia colonial del Imperio. También creian que podian convencer a esa audiencia imperial (metropolitana o periférica) de que su trabajo como escritores y letrados era valido. Esta mentalidad es el resultado del concepto dc cultura que regia en la época que se veia como una acumulaci6n eronol6gica de hechos y contenidos. Es decir, la formaci6n académica del letrado colonial, igual o superior en calidad a la del letrado europeo, es entendida desde la perspectiva del colonizado como un medio para recibir respeto, admiraci6n y fama. Dentro de esta estrategia criolla/subalterna 1a presentacién del Apologético por parte de Espinosa Medrano se traduce en un intento por reivindicar la inteligencia colonial, y por identificarse como sujetos coloniales (Chang-Rodriguez 1999). En cierta forma, esto permitia afirmar a los letrados criollos su habilidad y su derecho a asimilar la cultura europea, a1 mismo tiempo que producian obras comparables a las de los mas respetados autores de Europa. Hacer esta defensa desde el Cuzco, la antigua capital del 177 imperio incaico donde ambas culturas (la europea y la indigena) convivian en conflicto constante, también afiade un gesto simb6lico alas acciones del letrado criollo.10 Al igual que Eslava y Llerena, Espinosa Medrano puede llevar a cabo esta defensa y subversi6n gracias a la protecci6n que obtiene por ser miembro de la Iglesia. E1 papel que la Iglesia desempefi6 en las colonias espafiolas americanas ha merecido la atenci6n de Luis Jaime Cisneros. Este critico ha estudiado la relaci6n entre las responsabilidades religiosas que desempefiaba Espinosa Medrano y su vida politico-cultural. Sobre el alcance que puede haber tenido su papel dc clérigo, Cisneros escribe: [. . .] y si es verdad que en muchos sermones da testimonio e1 Lunarejo -Espinosa Medrano- de su sentir americano, no alcanza a presentirse un auditorio indigena que lo escuche sino (mas bien) un estricto conglomerado universitario y clerical. [...] Pero si 103 sermones no dan idea de una audiencia de indios, si podemos conjeturarla a prop6sito de su teatro, pues en 61 si puede hablarse del pastor de almas que vigila cuidadosamente a la grey (1995: 1677). Esto quiere decir que la audiencia de las piezas teatrales de Espinosa Medrano se caracteriza por ser heterogénea e incluye segmentos de la poblaci6n amerindia, religiosos, universitarios, y por supuesto criollos, espafioles y otros grupos sociales interesados en actividades culturales publicas. Dicho esto, podemos afirmar que nuestro letrado tuvo un papel activo en el proceso de construccién de identidades del ‘Nuevo Mundo’. En su producci6n, se perfila un continente socialmente complejo y heterogéneo. Este es el resultado directo de la presencia europea, de herencias prehispanas y de elementos étnicoculturales impuestos en la realidad americana (grupos de esclavos 178 afiicanes y asiaticos). Per ese e1 autor incorpora a sus textos diferentes tradiciones culturales sin anular unas en beneficie de las otras. En resumen, a pesar de la imposibilidad de llegar a desempefiar cargos adrninistratives de importancia en el sistema burocratico colonial, Espinosa Medrano si pudo desarrollar una carrera académica brillante. En la vida practica, con los conocimientos que adquiri6 durante su periodo de estudiante y gracias a la protecci6n de la Iglesia, tuvo la oportunidad de llegar a ser Catedratico de Artes del Seminario en 1650, y Catedratico de Teologia peces aiios después. Fue capaz de articular un agenda criolla coherente con sus origenes y su visi6n de las realidades americanas; aleanz6 gran popularidad en el regimen colonial del virreinato del Peru y obtuvo e1 aprecio de la sociedad colonial. Alberto Tauro (1969) ha sefialado que peninsulares, mestizos y criollos intentaban encontrar un hueco para escuchar sus sermones. Se trata pues, de un sujeto con voz propia en la sociedad colonial peruana del siglo XVII que podia ejercer una infiuencia considerable entre sus seguidores.11 Vamos entrar en un ambito un poco mas subjetivo para tener una visi6n de c6mo les criollos eran percibidos en la sociedad andina y de c6mo se autorepresentaban. Para llevar a cabo este acercamiento nos aproximamos a1 ambito de les estudios culturales, y dentro de éste, a algunos ejemplos de discursos de la época. 4.3 El discurso criollo andino del siglo XVII y el Barroco de Indias. En su memento mencionames las poco definidas fronteras que existian entre les términos mestizo y criollo hasta per lo menos finales del siglo XVI.12 Per eso hemos hablado de la diversidad del discurso criollo escrito y de per qué es conveniente acercarse 179 a1 sujeto colonial, y en particular a1 criollo, come una categoria de identidad plural, inestable y dinamica (Mazzotti 2000). En general, 103 criollos andines -al igual que los sujetos colenizados en otros territorios de lo que se llam6 América- tampoco gozaren de las simpatias de otros sectores sociales del “Nueve Munde”. En el primer capitulo citames a Guaman Pema y a fray Reinaldo Lizarraga sobre las guerras verbales intercambiadas durante e1 siglo XVII. El antecedente de este sentimiento se halla en el argumento de la mala leche que circu16 durante el siglo XVI entre grupos de las elites culturales a la hora de distinguir entre sujetos mestizos y criollos (Saignes y Beuysse-Cassagne 1992). Come vimos, otros autores de la época colonial hablaban despectivamente sobre aspectos relacionades con el condicionamiento climatolegice del medie en el que se criaban les criollos. Su argumento era que el clima afectaba negativamente a les sujetos criollos cuando se les comparaba con otros grupos coloniales. Per ultimo, algunos autores ofrecian explicaciones astrelégicas con las que justificaban la superioridad de les sujetos nacidos en la Peninsula Ibérica (Millones 1995). Las respuestas discursivas per parte de les afrentados criollos desde la zona andina no tardaren en producirse. Este es el caso de Sancho de Salinas y C6rdova (Lima, siglos XVI-XVII); Bartolomé Arzans de Orsua y Vela (siglos XVII-XVIII) y Oviedo y Herrera (Madrid-Peru, siglos XVII-XVIII). Entre sus manifestaciones de defensa reivindican e1 espacio colonial, sus condiciones fisicas, la protecci6n divina y otras aspectos importantes para definir su identidad. Incluse algunos criollos llegan a defender a otros grupos subaltemos. Este nos lleva a especular con que la unidad de les grupos subaltemos frente a les dominantes espafioles todavia era posible en esta época. Per 180 ejemplo, para Lewis Hanke y Gunnar Mendoza la actitud de Arzans hacia el suj ete 'indie' (lease 'indigena') no es meramente humanitaria: “Arzans cree que les indies son iguales a les espafioles y libres per disposici6n divina, y miembros indispensables de la sociedad” (1965, clxix). De esta forma, les sujetos criollos representan ante 1a audiencia una agenda integradora de todos les grupos coloniales, en la que ellos serian les lideres ideales (g,naturales?). En este sentido, se autorepresentan come sujetos superiores a les grupos europeos a pesar de tener un pasado mas que incierte. Per ultimo, es posible encontrar fuertes criticas a la gesti6n corrupta no 5610 de les grupos dominantes de la sociedad colonial, sine también a la falta de supervisi6n que sobre este grupo dominante de espafioles debia ejercer la Corona espafiola, que era depositaria de la maxima fuente de poder y justicia de la época. Este se puede observar en un texto de fray Buenaventura Salinas de 1630, que fue imprese por primera vez en 1959 (que se sepa), probablemente per contener duros comentarios come el que reproduzco, dirigide alas autoridades coloniales y de la metr6polis: Sin reparar que el Rey que duerme e se echa a dormir descuidade con los que le asisten, es sueiio tan male, que la muerte no lo quiere per hermano y le niega el parentesco; deudo tiene con la perdieien y el infieme. Reinar es velar. Quien duerme no reina (dijo otra vez mas valiente que la mia); y Rey que cierra les ojos, da la guarda de sus ovejas a les lobes. Y e1 ministro que guarda e1 sueiio a su Rey 10 entierra vive, no lo sirve porque lo infama, no le descansa, porque cuando 1e guarda e1 sueiio, 1e pierde la honra y la conciencia; y estas dos cosas traen apresuradamente su penitencia, con la mina y deselaci6n de les reinos. Rey que duerme (dijo un gran politico) gebierna entre suefios y cuando mejor 1e va suefia 181 que gobiema. De medorras y letarges de Principes adelecieron muchas republicas, y grandes monarquias se acabaron. Ni hasta que el Rey tenga les ojos abiertes para entender que esta despierto; porque el mal dormir (dijo Arist6teles) es con los ojos abiertes. Y si les de aca velan con les ojos cerrades, la noche y la confusi6n seran duefios del Piru, y no llegaran alla con tiempo las advertencies que impertan (1957: 297). Como hemos viste, algunas mentes lucidas de la época eran conscientes no ya del dafio inmediato que se estaba produciende en les territories del “Nueve Munde”, sino también de la inevitable decadencia que se avecinaba para la metr6polis. Algunos letrados criollos constituian la avanzada de la época en la presentaci6n de reclamaciones y quejas ante la devastaci6n —secial, econ6mica y cultural- que se estaba produciende. Este se produjo en parte porque este grupo colonial heredaria esta ‘tierra quemada’ cuando les espafioles dejaran de ser les grupos dominantes. Luis Valcarcel ha ofrecido una de las impresiones mas sélidas y breves sobre la época colonial hispanoamericana con la que resumimos esta situaci6n. En su intreducci6n a1 Memorial de las historias del Nuevo Munde Piru (1630), de fray Buenaventura Salinas, afirma le siguiente: “1a mayor ironia que registra la historia de este continente (America) es haber tenido las mas sabias y humanas leyes y les mas inhumanos y estupidos administradores” (1957, xxvi). En defmitiva, el grupo de criollos y los sectores sociales que se vislumbran en sus discursos son en mayor o menor medida un fiel refleje de la descripci6n étnica de la sociedad colonial peruana. Asi lo afirma Pedro de Le6n Portocarrero hacia 1610 cuando manifiesta: 182 En Lima y en todo el Peru biven y andan gentes de todos les mejeres lugares, ciudades y Billas de Espafia y gentes de la naci6n pertuguesa, guallegos, asturianes, biscaynes, nabarreses, valencianes, de Murcia, franceses, italianes, alemanes y flamences, griegos y raguses, cerses, geneveses, mallorquines, canarios, yngleses, moriscos, gente de la Yndia y de la China y otras muchas mesclas y misturas. .. (1610). Sin embargo, e1 discurso criollo colonial suele ser pece receptive a recoger la herencia cultural de los grupos indigenas preceloniales o coloniales, e incluso tiende a ignerar e a maltratar a otros grupos subaltemos (mujeres, esclavos africanos). Es decir, las representaciones discursivas criollas de la época suelen tratar estos temas come une mas en una jerarquia que concede mas visibilidad a lo europeo, a lo criollo, o a un producto cultural hibrido.l3 En las contadas ocasiones en que la tematica indigena e de la mujer eran objeto de representaci6n del discurso criollo, sefialamos también e1 caracter subalterno y marginal de su representaci6n. Asi lo indicames cuando les dos letrados criollos del siglo XVI estudiades critican al sistema colonial espaiiol dominante por su explotaci6n y abuso de los grupos amerindios, y per su indiferencia ante la posici6n social de las mujeres. Sin embargo, estas voces criticas no se tradujeron en un cambio radical del sistema, fueron castigadas por las autoridades coloniales y quedaron practicamente relegadas a ser material dc archivos pelvorientos. En relaci6n a1 ambito andino, Garcia-Bedeya ha comentado que se puede comprender que les textos criollos no hicieran referencia a1 “otro” e incluso, que elvidaran de forma consciente su presencia (2000). Come hemos viste, el discurso criollo estaba intentando crear un espacio desde donde poder articular su voz. Amar su propia 183 m es un ejemplo de esos intentos de promoci6n de una agenda criolla disidente a la que me he referido en van'as ocasiones y que analizamos en la pr6xima secci6n. 4.3.1 Amar su propia muerte (1648): un ejemplo de hibridez discursiva. El texto se relaciona directamente con el discurso criollo preducide durante e1 siglo XVII en el marco colonial andino. Este discurso subaltemo destaca per manifiestar un mayor interés per tres aspectos de la sociedad colonial hispanoamericana que para nosotros son clave: la cuesti6n indigena, la situacién de las mujeres y la forma en que tratan les discursos trasatlanticos dominantes. Juan de Espinosa Medrano representa esta actitud y es un ejemplo de pluralidad del sujeto criollo. La ambigiiedad del discurso criollo ha sido estudiada per Jesé Antonie Mazzoti recientemente (2000). Aunque este critico prefiere recurrir a1 concepto de “agencia” criolla colonial y deja de lado el de “sujeto”, su planteamiento presenta ideas utiles para el analisis de la pieza teatral seleccionada. Siguiendo a Mazzotti, e1 discurso teatral resalta “la importancia del caracter dia16gice e interactive —distancias y discrepancias- de toda conducta de la élite criolla en relaci6n con su medic” (2000: 15). Es decir, existe un cierte nivel de negociaci6n discursive en el texto final y este se transmite a la audiencia que percibe esta polifonia. Este es posible porque e1 sujeto letrado (Espinosa Medrano) no descuida sus “obligaciones” con el discurso trasatlantico dominante y negocia el tipo de representaci6n que puede/no puede realizar en relaci6n a1 poder colonial, con sus formas discursivas y con el resto de grupos coloniales, dominantes o subaltemos. En este sentido, recoge per una parte, aspectos de la cultura amerindia y por otra, ofrece un espacio discursive relevante a persenaj es femeninos, sin desberdar las fronteras prefijadas per les discursos dominantes ya que éstos preporcienan el marco de lo 184 permisible en la representacién. En este caso particular, Espinosa Medrano es un sujeto productor de discursos que se constituira en pertavoz de las élites indigenas andinas y que incluso llega a escribir textos teatrales en una lengua amerindia (quechua).l4 Para una parte de la critica, este puede ser entendido come una estrategia discursiva (Mazzotti 1996; Garcia-Bedoya 2000). Segun esta opini6n, el grupo criollo subalterne, y dentro de éste un sujeto letrado de la élite, pretende asumir la representaci6n de todos los grupos subaltemos del virreinato del Peru. De esta forma, se constituye en un intento de dirigir bajo e1 liderazgo criollo e1 descontento de todos los grupos subaltemos coloniales de la zona andina. Con ello, e1 letrado afirma una identidad diferenciada que intenta superar las barreras culturales y se manifiesta sin ambigiiedades en el discurso de Amar su propia M9- 4.3.2 El texto: fuentes y argumento. La fecha de composici6n de este texto es incierta. Ne obstante, su redacci6n debe ser temprana si seguimos les comentarios que el prepio Espinosa Medrano realiza al final de la pieza: Y aqui fin tiene / esta sagrada historia / del Amar su propia muerte. / El doctor Juan de Espinosa / Medrano, aquel a quien debe / e1 Seminario Antoniane / créditos que lo engrandecen / 1a sac6 a luz, cuando era / celegial actual, y espera/ que le perdonéis las faltas / si en tal pluma caber pueden. (III, 16: 322) Esta cita del autor indica que la obra file presentada “cuando era colegial” de ahi que pida disculpas per les posibles errores que se encuentren en la pieza, por su falta de experiencia y/o talento artistico a tan temprana edad.15 Ademas, si tenemos en cuenta la fecha de nacimiento apreximada de Espinosa Medrano (1629), defendida come hemos 185 visto per Luis Alberto Sénehez (1927) y Agustin Tamayo Rodriguez (1977; 1982), se puede estimar su fecha de composici6n hacia 1647-1650. Se conserva una versi6n final del texto que fue publicada afios mas tarde por amigos y/e discipulos de Espinosa Medrano. La pieza fue hallada en Lima en un estado bastante lamentable segun afirma el critico Rubén Vargas Ugarte: “en un viejo cent6n de piezas diversas que guarda nuestra Biblioteca Nacienal y antes que el tiempo y la polilla tomasen indescifrable e1 manuscrito” (1943, 24). Este texto del periodo colonial se ha salvade de un incendie que consumi6 parte de la Biblioteca Nacienal de Peru gracias a su transcripci6n. Més recientemente (1999), Chang-Rodriguez ha datado la creaci6n del texto original hacia el afio 1645. Am_ar su propia muerte esta basada en un pasaje biblico del Antigue Testamento, en concrete del capitulo cuarto del “Libre de les Jueces”. La historia se centra en la guerra que enfrenta e1 bando mas fuerte (les cananeos), contra el bando dominado (les hebrees). En el discurso biblico, e1 relate esta protagonizado per dos mujeres hebreas: Jael y Debora. La primera esta casada con Heber Cinco, y per motivos que no se desvelan, ambos viven bajo 1a protecci6n del rey cananeo Jabin. Ademas, Jael despierta e1 deseo sexual de dos personajes cananeos importantes: e1 rey Jabin y el general del ej ército Sisara. La segunda mujer, Debora, actua de prefetisa y jueza. Debora actua como la estratega del ejército y gobiema al pueblo hebree. Desde este cargo de responsabilidad, envia a Barac, general hebreo, para repeler e1 ataque del invasor Sisara, quien a su vez ha sido enviado a la guerra por el rey de Canaan, Jabin. A pesar de contar con menos recursos, les hebrees han logrado conquistar el Monte Tabor al mande del general Barac. 1. 86 El general cananeo Sisara, con un ejército pertrechado con muchas fuerzas de tierra y carros va a1 combate y es derrotado. Mas adelante, Sisara escapa y encuentra refugie en la tienda de Heber Cinco, amigo hebreo del rey cananeo Jabin. En su busqueda de venganza, Jael, mujer de Heber Cinco, habia fingido estar enamerada de Sisara para promover sus intereses. En este memento descubre a Sisara dormido en la tienda y le da muerte con un clavo y un martillo para recuperar su honra. La pieza termina con el triunfo del ejército hebreo sobre las fuerzas cananeas y con la expurgaci6n de toda la culpa y sospechas que habian recaido en Jael. Este personaje reivindica con su Victoria final e1 espacio de equilibrio que les personajes femeninos todavia no han conseguido. 4.3.3 La herencia cultural europea: el discurso dominante permea Amar su propia muerte. La versi6n de Espinosa Medrano se basa en este argumento para elaborar su recreaci6n literaria. Esta se convierte en una muestra ejemplar del Barroco de Indias. Este concepto se aplica a les discursos culturales producidos en América que recogen elementos del llamado Barroco europeo, combinados con otros de precedencia americana. De esta forma, e1 Barroco de Indias es un producto de naturaleza hibrida y como voy a demostrar, se construye come una forma de representaci6n alternativa a les discursos europeos y americanos (heredades o no de las culturas prehispanas). ’6 E1 argumento descrito arriba presenta elementos tipicos de las comedias espai'rolas de la época. Como mencionames en el capitulo 1 estas fueron introducidas rapidamente a la sociedad colonial americana per les grupos dominantes gracias a las facilidades que tenian para representarse las piezas producidas en Europa. Esta mayor visibilidad, junto con la promoci6n de la cultura y gustos europeos llevada a cabo por el sector imperial dominante y sus aliados en el régimen colonial, fueron determinantes en la selecci6n que 187 hicieren les sujetos coloniales (come Espinosa Medrano) de qué y c6mo escribir.l7 Este ha llevado a algun critico a decir que Amar su propia muerte es una comedia de capa y espada en un ambiente renacentista (Silva-Santiesteban: 2000). En este sentido, y sin tener en cuenta otros aspectos del texto teatral, este critico justifica su interpretaci6n porque en el texto del letrado criollo hay dos rasgos muy populares en el teatro peninsular de la época: el tema de los celes y la idea del honor ultrajado. En primer lugar voy a examinar estos dos rasgos para demostrar la relaci6n directa entre el texto de Espinosa Medrano y la herencia cultural trasatlantica europea impuesta en el marco colonial andino por los grupos dominantes. A continuaci6n, me centraré en otros aspectos europeizantes de la pieza como la presencia de la figura del gracioso y algunos elementos de estilo. El uso de estos elementos demuestra a su vez, la formaci6n letrada del suj ete criollo que pretagoniza este capitulo. El honor y les celes se presentan en el texto de Espinosa Medrano per medio de una doble trama. Una es biblica, y desarrolla la guerra entre dos pueblos enemigos: hebrees contra cananees. La segunda, tiene caracter privado y presenta el conflictivo triangulo amoroso entre dos hombres (J abin y Sisara) y Jael, protagonista hebrea de la pieza, quien esta a su vez casada con Heber Cineo. En la representaci6n, se provoea un alejamiento temporal entre todos los personajes (sus intervenciones apenas coinciden en escena). Con esta estrategia, e1 autor presenta un tratamiento de les temas del honor y les celes que sigue e1 modelo discursive peninsular dominante. Asi lo manifiesta Paul Van Tieghem en sus estudios sobre el teatro espafiol. En esta cita, e1 orifice se refiere a aspectos paradigmaticos del drama (=teatro) espafiol : 188 Les resortes de este teatro son primero el amor apasionado, celoso y vengative; luego, una devoci6n ferviente per Dies, la Virgen y los santos, que supera facilmente lo milagrose; la lealtad mas completa al desapego por el rey; una concepci6n del honor y sebre tedo, del honor conyugal de increible intransigencia. No 5610 la efensa, sino hasta la sospecha, aun cuando sea injustificada, deben ser lavadas con sangre. Este fanatismo en el tema de la honra, es un rasgo earacteristico del drama espafiol.18 En este sentido, en _A_m_ar su propia muerte también se recogen estos dos elementos comunes a1 drama espaiiel. En particular, el tema de los celes y del honor ultrajado se centran en la figura de Heber Cinco, quien sospecha que su esposa Jael es infiel con dos figuras cananeas: e1 general Sisara y el rey Jabin. Este sentimiento de haber sido engafiado se promueve en la obra per la presencia de una serie de elementos fisicos y per el mismo comportamiento de J ael, intencionadamente ambiguo. Este contribuye a crear 1a sensaci6n de engafio que mueve a actuar a Heber Cinco. Especificamente, Espinosa Medrano recmre a1 uso de objetos que per diversas circunstancias, terminan en las manos equivocadas, crean confusi6n entre les personajes y dinamizan la pieza teatral. El primero es un retrato de Jael que tiene e1 rey Jabin. En una escena, Heber Cinco y Jabin se encuentran al azar y, a causa de les nervies, e1 rey cananeo deja caer a1 suelo e1 retrato de Jael (I, 7: 258-59). Aunque Heber Cinco no consigue ver la imagen, las reticencias a hablar del ineidente, primero de Jabin y, después de su capitan Lidere (I, 7: 260), despiertan las sospechas de Cinco. El rey devuelve e1 retrato al marido celose para intentar evitar malentendidos mayores (I, 7: 261). El segunde objeto aparece mas adelante: se trata de una capa/mante del rey Jabin. Heber 189 Cinco lleva este objeto a su propia casa cuando escapa de les apesentos del rey, después de intentar matarlo en un ataque irrefrenable de celes Siguiendo la pretensi6n social de defender su honra (II, 3: 277-78). Jael encuentra esta capa en su tienda y se la pone para recibir 1a visita de Barac (general del ejército hebreo) y de un capitan, Jesé (II, 12: 289- 92). Ambos reconocen 1a capa del rey enemigo (289), y cuando Barac cenfronta a Jael con una pregunta sebre su posible traici6n e infidelidad conyugal (291), esta no despeja completamente las dudas que el general (y la audiencia/receptor) tiene (291-292). La presencia dc objetos que complican la trama con su transici6n entre las manos de diferentes personajes y este comportamiento que acabo de describir de Jael son aspectos del contenido de la comedia Amar su propia muerte que siguen el modelo caracteristico del teatro espafiel barroeo contrarreformista y que vienen de una tradici6n literaria bien definida.19 Estos elementos se unen a la forma magistral con que Espinosa Medrano articula y resuelve ambas tramas: la hist6rica y la privada. En este caso, e1 castigo de la supuesta esposa adultera (Jael), también se dilata mediante cemplicaciones y peripecias variadas. La pieza del letrado criollo andino, Siguiendo e1 modelo del género trasatlantico europeo dominante, llega a una conclusi6n feliz cuando, Jael, la esposa bajo sospecha, concluye su venganza personal. Esta consiste en enfrentarse directamente con el rey Jabin (III, 7: 302-06) y en matar con sus propias manos a Sisara, supuesto amante y enemigo cananeo (III, 16: 317-20). De esa forma, Jael limpia su honra y venga al pueblo hebreo, poniendo punto final a ambas tramas en beneficie de su persona y del colectivo hebreo. Antes de pasar a les elementos de estile comunes a esta relaci6n cultural discursiva trasatlantica voy a enunciar otros rasgos relevantes de la tradici6n eurepea que 190 recoge e1 texto criollo de Espinosa Medrano. En el teatro peninsular es igualmente tradicional la intervenci6n del gracioso en la comedia.20 En Amar su propia muerte esta figura es representada por el personaje de Vigote. La presencia de personajes rusticos también es cenvencional. En el teatro peninsular, la gente del pueblo servia de contraste respecto a otros personajes, marcando de esta manera las diferencias en, per ejemplo, e1 t6pico del campo-ciudad tan empleado en la época. Espinosa Medrano incorpora come representantes de este grupo a Bate y a Mosco. La pieza también cuenta con la presencia de una criada y alcahueta, Dina, quien cuenta con muchos antecedentes en el personaje de la trotaconventos de la tradici6n peninsular, de los que el mas famoso es Celestina (1499).21 La presencia del mal gobernante, aqui representado por el rey Jabin, quien abusa de su posici6n de poder. Per ejemplo, cuando confunde las sefiales de Jael y cree que ella esta dispuesta a entregarle su amor y su cuerpo. Al darse cuenta del desengai‘ie, e1 rey Jabin intenta gozar fisicamente de Jael de todas formas sin su consentimiento (III, 7: 302-305). Per ultimo, Espinosa Medrano recurre a1 personaje disfrazado (en este case Cinco, quien se viste come Sisara, en 11, 1: 273-277), y al juego de confusi6n de personalidades que sigue. En cuanto a los elementos de estile, son comunes en el Barroco y también e1 Barroco de Indias la facilidad métriea y otros elementos que el critico Vargas Ugarte menciona en la presentaci6n de su edici6n del texto de Espinosa Medrano (1943, 27). Entre estos destacan: la estructura del drama (de la que ya hemos hablado), e1 retrato de los caracteres o la presencia de episodios ingeniosos y nada forzados que complican e1 desenlace. Per ejemplo, cuando e1 gracioso Vigote hace de Jael (aunque no se disfraza) para engafiar a1 rey Jabin (III, 2-5: 295-301). Otros rasgos que vinculan la obra con les 191 estilos literarios dominantes de la época sen recurrentes en toda la pieza. Asi, son tipicos del conceptismo (una de las formas barrocas eurepeas), la presencia de antitesis y dobles sentidos (Vargas Ugarte 1947, 27). Este se ve, per ejemplo, en las referencias que resaltan e1 titulo de la obra: Amar su propia muerte. E1 general cananeo Sisara dice al final de la obra: “amatarme ingrata? Este es / e1 amar su propia muerte” (III, 16: 319). También la presencia de conceptos: “no es sorda la que no eye sino / aquella que no escucha” (II, 6: 270), y algunos de les monélogos distribuidos per la pieza: Sisara I, 1: 251; Jael I, 4: 253; II, 11: 288-89 y 111, 6: 301-02; Jabin I, 7: 260; II, 4: 279-80 y IH, 16: 321; Cinco I, 8: 261; II, 1: 273-75 y 111, 10: 309-11; Barac I, 9: 262-65. Estos eran muy comunes en los textos de Calder6n de la Barca, autor que encarna la maxima expresi6n 1.22 Los mon6logos de Amar su propia del Barroco teatral peninsular durante el siglo XVI muggy; también estan construidos con reflexiones y contrastes como en el antecedente europeo mencionado arriba. Per ejemplo, en la pieza, dice Heber Cinco hacia el final: Ven, muerte, tan escondida / que no te siente venir. / Déjame, vida, morir / que esta en tal mal mi suerte / que solicito la muerte / per menes mal que el vivir. / Bien sé yo que me ha de huir per ser muerte apetecida, mas, si se esconde, impedida / de una vida que me enfada / vete vida tan cansadal, / ven, muerte, tan escondida. /(III, 10: 310) Un rasgo tipico de conceptista que se encuentra en Amar su propia muerte son les cores (II, 7: 285, 11: 288; HI, 4: 297, 10: 309, 16: 317) y las metaferas: “(Musica) / Ven, muerte tan escondida / que no te sienta venir / porque el gusto de morir / no me vuelva a dar la vida/” (III, 10: 309). Una muestra de les juegos de metaferas es: “[la sangre] vestida transforme / de las fleres destos prados / les liries en amapolas, / les jazmines en 192 acantos” (I, 6: 234). También son ejemplo de metaforas estas citas: “Pues asi es rosa mi honor, / y espinas seran agudas, / desengafios y desdenes / contra ti, si la procuras” (I, 5: 256-257); y en referencia a Sisara que yace muerte: “qué dira nuestro ejército, si mira / su laurel abrasado en triste pira?” (III, 2: 295). El monélego de Jael en el ultimo acto donde aparece con la punta de la espada puesta contra el pecho de Jabin también esta lleno de imagenes: Que, tal vez, suele arrojarse / un barquillo a1 mar salado / a conquistar los favores / del mas proceloso charce, / y apenas de azules ondas / rasga e1 crystal quieto y manso, / cuando todo lo enfurecen / les alborotos del austro / 0 como en mentes de vidrio / se encrespa el mar, asaltande / esa celeste muralla / con escalas de alabastro / y aunque le embistan safiudes / gigantes de espuma blancos [..]. (HI ,7: 304-305) Como hemos viste en esta secci6n, Espinosa Medrano combina las fuentes biblicas con elementos de contenido y formales de la tradici6n literaria peninsular hispana. Esta ha alcanzado una visibilidad de gran relevancia en las colonias hispanoamericanas per la posici6n dominante de una minoria que impone 1a cultura europea por medio del flujo comercial trasatlantico que responde a la demanda que hay de dispener de unos gustos y tendencias culturales importades. Amar su propia muerte, parece a primera vista, una copia del modelo comedia del teatro del Sigle de Oro espafiel. Si se tiene en cuenta la descripcién de elementos del discurso europeo trasatlantico dominante que he realizado se comprenden las conclusiones de orifices come Silva-Santiesteban (2000), a quien he hecho referencia antes. Ademas, para apoyar esta idea, la pieza esta situada en un memento lejano en el tiempo y en el espacio, pues presenta una serie de acciones que 193 tuvieron lugar en el pasado en Tierra Santa. Es decir, parece que no existen elementos textuales que nos permiten relacionar e1 texto con la problematica contemporanea del letrado criollo en el Peru colonial. En suma, parece que estamos ante un ejemplo de imitaci6n magistral de un género discursive dominante (la comedia) en el contexto colonial andino. Sin embargo, e1 caracter hibrido de la obra subvierte el modelo cultural peninsular dominante. Este se produce cuando Espinosa Medrano incorpora elementos que le parecen relevantes de la cultura/realidad amerindia prehispana y colonial. Con estos rasgos, la narraci6n biblica original se convierte en un marco estratégico por medie del cual e1 autor llama la atenci6n del receptor sobre aspectos significativos del Peru colonial que han transformado radicalmente e1 Estado Inca o Tahuantinsuyo. En la siguiente seccién, voy a ocuparme de elementos de otras tradiciones culturales que caracterizan 1a hibridez de AM su propiarmuerte y que configuran una cosmovisi6n criolla de la realidad colonial alternativa a la propuesta por otros grupos culturales dominantes o subaltemos. De esta forma, la ambivalencia del discurso Barroco de Indias, que incorpora elementos de la tradici6n europea y americana (prehispana y colonial), puede ser canalizada, entre otros motivos, para cuestionar la estructura de poder y el orden social desde dentro por un sujeto subalteme productor de discursos coloniales. 4.3.4 La subversiun del discurso dominante trasatlantico europeo y la creaci6n de un discurso subalterno criollo alternative. Les elementos de otras culturas -no necesariamente occidentales-, que se pueden identificar en Amar supropia muerte se agrupan en tres categorias principales. Estas han sido recogidas per Raquel Chang-Rodriguez (1999).23 La primera categoria se relaciona con el use per parte del letrado criollo de una serie de referencias directas a1 mundo 194 colonial del virreinato del Peru. La segunda presenta aspectos de la cultura indigena prehispana come la aparicién de suefios, premoniciones, signos y fen6menos naturales que presagian desastres. Per ultimo, destaca come tercera categoria la presencia de personajes femeninos destacados. De este ultimo grupo hemos realizado breves comentarios a 10 large de este capitulo 4.24 Estas tres categorias también son clave para diferenciar la producci6n cultural de sujetos subaltemos criollos del periodo colonial inicial come Fernan Gonzalez de Eslava y Crist6bal de Llerena, del discurso de un sujeto subalterno criollo del periodo de “estabilizaci6n colonial” de 1580-1780 (Garcia-Bedoya 2000) del siglo XVII come Juan de Espinosa Medrano. Les discursos del letrado criollo andino recogen, en gran medida, la heterogeneidad que existe en la sociedad colonial peruana. A1 mismo tiempo, es capaz de integrar una parte de su pasado cultural amerindio (de Tahuantinsuyo) y adaptarlo a la situaci6n colonial en la que vive. Su mensaje anti-hegem6nico esta adaptado de forma mas sefisticada que el de Fernan Gonzalez de Eslava y el de Crist6bal de Llerena a la mayor y mas profunda penetraci6n de les discursos coloniales europeos dominantes. Esta se produce durante e1 siglo XVII, e1 siglo de plenitud del discurso Barroco contrarrefermista espafiol. John Beverley ha escrito sobre la cuesti6n de c6mo les sistemas culturales dominantes (e1 Barroco en este caso), estan limitados en su interés per controlar todos los aspectos socio-culturales de las sociedades sobre las que se expanden: “it was, like postmodernism today, at once a technique of power of a dominant class in a period of reaction and a figuration of the consciousness of the limits of that power” (1993: 64). Juan de Espinosa Medrano disloca con sus textos las fronteras del Barroco y desberda sus limites dominantes. 195 Veamos c6mo lo hace en su articulaci6n de las tres categorias mencionadas al comienzo de esta secci6n. Se podra comprobar a1 mismo tiempo 1a manera en que Juan de Espinosa Medrano apela a diferentes sectores de esa heterogénea audiencia del virreinato del Peru. 4.3.5 Referencias a la realidad contemporunea del siglo XVII. Los fragmentes con informaci6n sobre la realidad colonial contemporanea a Espinosa Medrano aparecen camuflados en dos momentos c6micos de la pieza. Las referencias, come ha indicado Chang-Rodriguez (1999) se relacionan con dos pilares de la administraci6n colonial espafiola: la explotaci6n de las minas y el sistema judicial. No se trata de dos temas novedosos en el discurso criollo come vimos en el capitulo 2 y 3 de este proyecto. Pere, les ejemplos que vamos a presentar aqui refuerzan la idea, ya de per 51 popular en las colonias hispanoamericanas a1 norte de Tahuantinsuyo, de que la presencia imperial espafiola es el factor decisivo en los elevadisimos indices de corrupci6n, abuso de poder, injusticia, malos tratos, desigualdad social y en los cases de muerte prematura. Todos estos cases se extienden de norte a sur por las colonias, llegan a1 virreinato del Peru y se intensifican en el siglo XVII.” Carlos Contreras ha afirrnado que la explotaci6n de minas era un sector de la economia fundamental para el Imperio espaiiol. Segun este investigador, esta importancia se reflej6 también en textos que circularon ampliamente durante la época colonial come e1 An6nimo de Yfly (finales del siglo XVI). En dicho texto: “se defiende la necesidad de explotar las minas come medio para sostener econ6micamente no 5610 las campafias de conversion de les naturales, sino también las guerras contra los “infieles” libradas en el Viejo Munde” (en Oliart 2003, 96). 196 Las minas americanas de plata y mercuric mas importantes de les siglos XVI y XVII fueron Potosi y Huancavelica. La plata era transportada a Espafia y desaparecia en la compleja red de deudas y obligaciones ccntraidas per la Corona espaiiola per toda Europa. Otros yacimientos importantes hasta finales del siglo XVIII en el Virreinatc del Peru fueron el de Castrcvirreyna (Huancavelica); el de Cayllcma (Arequipa); el de Huantajaya (en el desierte costero de Taracapa); el de Hualgayoc (Cajamarea); el de Laicaccta (Ptmo) y el de Pasco. En Amar su propia muerte. el primer memento c6mico que mencionames arriba recoge informaci6n sobre el trabajo en las minas. Este se produce cuando el gracioso Vigote visita la casa de la alcahueta Dina. En un memento de su dialogo llega gente a la casa de Dina y Vigote quiere esconderse asustado ante la posible vuelta del marido de la alcahueta y la interpretaci6n equivocaca que se le puede dar a su visita. Dice Vigote: “Dina mia, di an tienes / per ahi una ratonera / adonde pueda esconderme?” (I, 10: 268). Las consecuencias de estar presente cuando les visitantes lleguen pueden ser fatales, segun indica Dina: “Seficr Vigote, / hey sin duda me lo cuelgan / a usted y en aquel rcble / 1e dan quinientos en cuenta” (I, 10: 267). Esta referencia apunta a1 castigo que Vigote pcdria recibir (ser colgadc de un arbol y recibir quinientos latigazos), si son acusadcs de participar en un caso de infidelidad, aunque e1 asunto no tuviera basa legal (pruebas). Como consecuencia de la situaci6n, el gracioso se escende en un jarr6n e intenta pasar desapercibido. Este es el dialcgo que sigue, cuando dos criados entran para llevarse les jarrones que hay en escena: (Bate y Mcscc derriban la tinaja con la beca hacia el auditorio) Bate: Parece que tiene azogue, / que la menec ye apenas. 197 Vigote: (aparte) Si hubiera dicho azcgadc / no errara. Bate: ;Por Dies, que pesa! Vigote: (aparte) Mas me ha de pesar a mi / que me den alguna vuelta Mosco: Vaciad, Bate, lo que hay dentro] Ten de alla. Vigote: (aparte) Aquesc fuera / andar dos veces vaciado (I, 11: 269-79) La clave de la interpretaci6n aqui reside en el juego con el significadc de las palabras “azogue” y “azcgado”. Segun e1 Diccionario de Autoridades es una referencia un producto quimicc, e1 mercuric: metal blanco fluidc, volatil, que no para, y ccrre en figura de plata derretida. Los Alchimiltas 1e llaman Mercurie, y 105 Latinos Argentum vivum, porque parece que elta vive, legun la agilidad con que le mueve. Hai dos elpecies: pure, que es el que le halla en las venas de la tierra [. . .]. (518) Los encargados de las minas de plata de las colonias americanas de les virreinatos de Nueva Espafia y del Peru querian desarrollar un proceso para sacar un mayor rendimientc a su producci6n. El método de amalgamacién con mercuric, empleado por primera vez en México, era la respuesta a esta necesidad. Asi parece indicarlo, Sebastian de Covarrubias: Del azogue hazen gran caudal lcs alchimistas, y le llaman entre si mercuric; porque segun fingen les poetas, come Mercurio era e1 intervenidcr de les dioses, siendo mensagero de Jupiter, assi e1 azogue anda entre les metales, y con 61 se purifican y refinan y apartan el ore de la plata” (3 8). E1 uso de este metal para el proceso de explotaci6n de las minas de plata se extendi6 desde Mexico per todas las explotacicnes de las colonias americanas.26 Durante lcs primeros afios de funcionamiento de les yacimientos mexicanos de Zacatecas se usaba 198 azogue traido desde Espafia. Sin embargo, la situaci6n cambia poco después de la conquista del imperio incaico y el movimiento hacia el sur de la colonizaci6n. Las autoridades imperiales instan a la administraci6n virreinal del Peru en 1555 a buscar minas de azogue y a experimentar en las minas de Potosi con el método de amalgaci6n con mercuric desarrollado en las explotacicnes de plata de Mexico. Asi lo indican documentos recogides per Fernando Iwasaki (1992). La transici6n definitiva se produce, entre 1566-1567, cuando se descubren ricos yacimientos de mercuric en Huancavelica (Peru). Ademas de este hallazgo, uncs afios mas tarde se encuentran grandes minas de plata cerca de Cuzco.27 E1 letrado Acosta escribe asimismo sobre la relevancia de las minas de mercuric descubiertas en el virreinato del Peru ([1590] 1987, 243-244).28 Acosta sefiala aqui una intricada ccnexi6n entre la producci6n de mercuric encontrado en las minas de Peru, las minas de plata de la misma area y los yacimientos también de plata descubiertos antes en Mexico.29 Sobre la informaci6n que recoge Joseph de Acosta, contamos con la referencia de ctrc texto de indiscutible valor para la cultura colonial, los Comentarios reale_s (1609), del Inca Garcilaso de la Vega. En su discurso literario, e1 letrado criollo-mestizo hace menci6n a c6mo se empez6 a usar e1 azogue en la zona andina ([1609] 1985, II: 107- 208).30 E1 texto de Joseph de Acosta y el de el Inca Garcilaso de la Vega se complementan y la problematica sobre este aspecto de la economia colonial se reproduce en el discurso de _A_m_ar su propia muerte. Debido a1 régimen de explotaci6n de las concesiones mineras (mitas y encomiendas), les duefics de las minas dispenian de grandes facilidades para tener acceso a mane de obra abundante y barata (generalmente 199 indigena).31Durante el proceso de extraccién de la plata en las minas les trabajadores solian estar expuestos a les vapcres y al pclvc del mercuric, sobre tcdc cuando se encentraba mezclado ccn otros metales. La forma de manipular productos ccntaminantes come e1 mercuric incide en su grado de toxicidad para el cuerpo humano. Estos vapcres entran per via respiratoria, se abscrben por las membranas alveolares y pasan directamente a1 terrente sanguinec. La expesici6n directa a1 mercuric se producia cuando les mineros respiraban todos los dias este mineral en forma de vapor o pulverizado. En algun memento, y come resultado de la inhalaci6n de este elemento t6xico de forma ccntinuada, terminaba per afectar a1 sistema nervioso. Este se traducia en la presencia de calambres y temblcres poco antes de provocar e1 fallecimiento de la persona.32 En la pieza teatral de Espinosa Medrano, Vigote tiembla ante la posibilidad de ser descubierto y dice que se siente: “azogado”. Esta es una alusi6n a1 ambiente de trabajo en las minas de plata y de mercuric de la época colonial. El mensaje era clarc para una parte de la audiencia/receptor del periodo y alude directamente al medic donde les indigenas, mane de obra principal en la mineria, realizaban su labor. Estes sujetos subaltemos estaban cbligadcs a trabajar bajo condiciones infrahumanas (desde nuestros estandares del siglo XXI).33 También Covarrubias hace referencia a estos problemas: “Los que andan en las minas del azogue viven muy poco; porque come es tan penetrante se les entra hasta les hueses” (3 8). El texto apunta inequivocamente a la enfermedad que desarrollaban les trabajadores/esclavos de las minas de plata de Potosi cuando recurrian a1 mercuric durante el proceso de amalgamaci6n de plata para mejorar la productividad de les yacimientos. También sugiere que el trabajo en la mina de mercuric de Huancavelica no 200 esta exento de responsabilidad en los altos indices de muerte prematura entre la poblaci6n indigena, ya que este yacimiento se convirti6 en el primer preveeder de azogue para el proceso dc amalgamaci6n con la plata. La referencia textual es un testimonio sobre una enfermedad laboral causada por el efecto mortal de las condiciones de trabajo. Espinosa Medrano recoge en su discurso cultural una evidencia fragrnentada de la forma en la que el imperio colonial espafiol y las necesidades materiales ccntraidas para mantener e1 poder a escala planetaria tenian prioridad sobre la vida de los suj etos cclonizadcs en el “Nuevo Munde”. Esta es una de las formas con la que les espai‘icles y sus aliados/socics europeos e indigenas contribuyeron a la desaparici6n de les grupos etnoculturales indigenas. Unc de les aspectos mas dificiles de asimilar para mi de esta investigaci6n se relaciona también con este use del azogue para la extracci6n de la plata que tuvo lugar en la zona andina americana. La incorporaci6n de este ingrediente en la amalgama fue, come vimos, una innovaci6n de les espaficles. Estos prefirieron aprovechar las ventajas econ6micas (impulsadas per la demanda/necesidad) que preporcicnaba el empleo del mercuric antes que reflexionar sobre las consecuencias para la salud de aquellas personas que se vieron forzadas a trabajar con este material y que fallecian continuamente. En este sentido, les espaiioles también impusiercn su conocimiento (o la falta de 61), a la experiencia heredada per el Estado Inca y los pueblos que pertenecian a su esfera de influencia. Volvemcs a1 Inca Garcilaso de la Vega quien habla del azogue en dos mementos diferentes en les Comentarios reales ([1609] 1985). En el primero, explica que la plata y el oro no son objetos de consume para las sociedades indigenas. Son productos apreciados per su valor cmamental y su belleza."4 Dice en el texto: 201 El oro y la plata y las piedras precicsas que los Reyes Incas tuvieron en tanta cantidad, [. . .] Solamente lc estimaban per su hermesura y resplandor, para ornate y servicio de las casas reales y temples del Sol y casas de las virgenes, come en sus lugares hemos viste y veremos mas adelante. Alcanzarcn les Incas e1 azogue, mas no usaron de él, porque no le hallaron de ningun provecho; antes, sintiéndolo darioso, prohibieron el sacarlo; y adelante, en su lugar, daremcs mas larga cuenta de 61 (I: 226; el énfasis es mic). Mas adelante explica el motivo que llev6 a les Incas a no usar el azogue, de cuya existencia tenian conocimiento desde hacia tiempo. Aqui se ve e1 contraste entre la actitud de les conquistadores espafioles y de los pueblos cclonizadcs: Come en otra parte apuntamos, los Reyes Incas alcanzaron el azogue y se admirarcn de su viveza y movimiento, mas no supieron qué hacer de 61 ni con él; porque para el servicio de ellos no le hallaron de provecho para cosa alguna; antes sintiercn que era dafioso para la vida de los que lo sacan y tratan, porque vieron que les causaba e1 temblar y perder Ios sentidos. Per 10 cual, come Reyes que tanto cuidaban de la salud de sus vasalles, conforme a1 apellido Amadcr de Pcbres, vedaron per ley que no lo sacasen ni se accrdasen de él; y asi lo abcrrecieron les indies de tal manera, que aun el nombre borraron de la memoria y de su lenguaje, que no lo tienen para nombrar e1 azogue, si no lo han inventado después que los espaiioles lo descubriercn, afio de mil y quinientos y sesenta y siete [. . .] (11: 205-206; e1 énfasis es mic). Vemos pues, que la experiencia de la sociedad indigena con el mercuric era manifiesta ya que llegaron a “ilegalizar” su extracci6n per las consecuencias negativas de este mineral. 202 Sin embargo, las necesidades econ6micas creadas per un capitalismo incipiente del que empezaba a depender la Monarquia espafiela y, per extensi6n lcs Estados e Imperies europeos de la Modernidad (desde 1492), alterarcn 1a practica social indigena de vedar el uso del azogue. Este quiere decir que un modo de conocimiento (e1 europeo) se impuso a ctrc (el indigena), originando una vez mas la situaci6n de dominancia y subalternidad que hemos viste en otros ambitos en esta investigaci6n. Este hecho, es unc de les factores elave en la practica desaparici6n de pueblos, modes de conocimiento y formas de vida que existian en America cuando todavia no era America.” En su acercamiento a este tema, Luis Millones da en la clave cuando identifica e1 factor diferencia] de esta situacicn de dominancia/subalternidad directamente relacionada con la mita colonial. Dice: “[. . .] la percepci6n de la riqueza, ligada a la pcsesi6n de oro y plata, llega con la conquista. Descubrir y excavar las entrafias de la tierra se convierte en una practica obsesiva de la que les indies son la mane de obra sacrificada” (1995: 91).36 Es decir, la presencia de les espaficles es el elemento defmitivo en la transformaci6n no 3610 de la mita, que ya existia en el Tahuantinsuyo, sino de toda una forma de vida. Come resultado de estos cambios especificcs se produjeron dafies fisicos irreparables en los sujetos sometidos a la mita por el abuso de la jomada de trabajo, el uso de elementos come el mercuric y por el aumento del tiempo exposici6n a condiciones de trabajo infrahumanas.37 La mita pas6 de ser un instrumento de producci6n y control socio- economicc en el Estado Inca, a ser una herramienta utilizada de forma general con el objetivo de cbtener les maximcs rendimientos econ6miecs. Los beneficics se superponen a la vida de les sujetos coloniales cclonizadcs y sen transportados a Europa durante la 203 época colonial. Como resultado la vida tal y come la cenocian les sujetos indigenas no se transform6, empezé “simplemente” a extinguirse.38 En resumen, 1a mita hispana es después de les afios iniciales de conquista y colonizaci6n (hasta 1570, con la llegada del virrey Toledo), causa directa de la muerte prematura de suj etos coloniales subaltemos -mayoritariamente indigenas-, per la forma en que es puesta en practica pcr les grupos dominantes espafioles y sus aliados.39 La reforma de la mita y la recaudacién tributaria puesta en practica por el virrey Toledo eran imprescindibles para sacar a la Corona de las sucesivas bancarrctas que habia declarado desde 1570. Estas, intentaron ser ccmpensadas en un primer memento instaurandc per decretc real medidas come la creaci6n del impuesto de la alcébala en el Virreinatc de Nueva Espafia.40 El discurso cultural del letrado Juan de Espinosa Medrano posibilita que se rescate la voz de les grupos subaltemos que estaban siendo explotados en las minas del virreinato del Peru en las relecturas/revisiones que se hacen de esta pieza teatral. El texto permite recuperar la problemética hist6rice-social de este segmento de poblaci6n que, en el marco colonial del Peru, era principalmente de descendencia indigena.41 Este es posible porque e1 autor esconde el mensaje de forma que éste puede pasar desapercibido a las autoridades. El método utilizadc per Espinosa Medrano (la gracia velada), parece haber evitade las represalias de les grupos dominantes (sobre tcde las autoridades espafiolas), al contrario de lo que habia sucedido con nuestros autores criollos Femén Gonzalez de Eslava y Crist6bal de Llerena en esta investigaci6n. Come vimos, estos habian sido censurados per su critica a1 sistema colonial en el siglo XVI. 204 Sin embargo, tcdc indica que nuestrc sujeto criollo subaltemc del Cusco (de la élite letrada), si pudo “hablar”. En el aspecto de la recepcién de su discurso subaltemc per les grupos dominantes imperiales, es posible que estos no estuvieran “escuchandc”, o no entendieran la critica, e no lo dieran importancia a la misma, de ahi 1a ausencia de represalias conceidas.42 Los dos ejemplos mencionados en esta secci6n sobre la explotaci6n minera y el sistema judicial (en la ncta a pie de pagina), siguen la practica discursiva de la época de criticar la situaci6n colonial en los territories del imperio.43 Este espacio colonial esta dirigide por los grupos dominantes, per ese éstos constituyen e1 blancc de la censura del letrado subaltemc criollo colonial. La critica es presentada per medic de juegos de palabras y enredcs para evitar e1 control 0 la censura de estos grupos de poder. El emplec de figuras literarias que, a primera vista, oeultan el significado, hace que solo una parte de la heterogénea audiencia pueda percibir e1 mensaje original del autor. Esta es una practica caracteristica del discurso trasatlantico dominante (e1 Barroco cultural espafiol), del que se ha apropiado Espinosa Medrano para articular su agenda criolla. Asi subvierte la mayor visibilidad y presencia del poder europeo establecido que ha adquirido mayor visibilidad y presencia. Desde este posicionamiento y durante el proceso de imposici6n cultural que dirigen, estos grupos dominantes igneran per complete a los grupos subaltemos con la complicidad un segmento de la nobleza indigena.44 La preduccién de Espinosa Medrano constituye un ejemplo de oposici6n a esta tendencia dominante. 4.3.6 La influencia de la cultura amerindia. El proyecto de Espinosa Medrano también incorpora en su producci6n cultural referencias a aspectos relacionades con el mundc andino prehispanc. Con estos ejemplos, 205 e1 autor penetra desde la subalternidad criollo las representaciones que habian hecho hasta la fecha los discursos dominantes y otros discursos subaltemos sobre la cultura de Tahuantinsuyo/Peru. El tratamiento que Espinosa Medrano realiza de la tematica indigena prehispana puede ser ccnsiderado una estrategia representativa. Es decir, el letrado criollo decide apr0piarse de este bagaje cultural para articular una agenda criolla que integra una parte de la otredad indigena. En este sentido, es una fonna de aglutinar fuerzas al mismo tiempo que se presenta come interrnediaric de todos los grupos coloniales. La construcci6n de alianzas en el imaginario de los sujetos coloniales es una medida l6gica en el ecmplejc mundo de negociaciones discursivas que tienen lugar en una zona de contacto y conflicto politico-social come e1 Peru colonial del siglo XVII. Espinosa Medrano recurre a esta estrategia en un intento de articular un frente discursive subaltemc comun ante e1 avance gradual de la dominaci6n espaficla y la inhibici6n de les grupos subaltemos frente al poder del Imperio. En ese sentido, también se puede interpretar la actuaci6n del letrado criollo come un intento de unificaci6n idealista de grupos coloniales subaltemos. Es un intento idealizado porque estos grupos dominados se caracerizaban per tener un perfil de rasgos que les diferenciaban entre si (étniccs, culturales, econ6miccs), mas que por tener un perfil con rasgos que compartian (s6lo ser grupos subaltemos ante los espafioles). La mediaci6n de Espinosa Medrano permite al sujeto colonial criollo crear un producto cultural cuya significacién escapa a la ccmprensi6n de les discursos absolutos (una especie de‘ pensamiento unica del siglo XVI). Estos eran premovides pcr las representaciones imperiales trasatlanticas dominantes pcr medic de su arma cultural de 206 mcda -el Barroc0-, y sus representantes culturales: les grupos dominantes coloniales. Simultaneamente, nuestrc letrado criollo enriquece la simbologia barroca (Barroco de Indias), y expande 1a estética del discurso criollo colonial, que se articula come herederc de las tradiciones eurepeas y amerindias. De esta forma crea un producto cultural con una significaci6n variada que se integra y elude simultaneamente las grandes narrativas del memento: la europea y la amerindia prehispana que esta desapareciendo. Estas intentan aprehender todc e1 conocimiento y las realidades para imponer su mirada dominante y subaltema pcstinvasi6n, respectivamente. Sin embargo, ambas fracasan en el intento pues 1a negociaci6n discursiva entre todos los elementos de la zona de contacto americana no produce resultados hemegénecs y continua muchc tiempo después del encuentro inicial entre europeos y amerindios. Este resultado también se debe al caracter heterogéneo de la audiencia de la sociedad colonial y en general de les discursos culturales coloniales. Esta variada recepci6n permite interpretaciones diferentes, ademas de las que prcpcne e1 autor, multiplicandc las posibilidades del producto cultural, criollo en este caso. Todos estos aspectos se pueden aplicar a1 tema de les elementos de la cultura amerindia prehispana y pcstccnquista en Amar su propia muerte. Esta se manifiesta per medic de premoniciones que se materializan en suefios, catastrefes naturales y signos celestiales. Aunque estos elementos no son exclusives de las civilizaciones amerindias prehispanas 0 del periodo colonial hispanoamericano, eran parte importante de las culturas precelombinas de Anahuac y de Tahuantinsuyo.45 Per ejemplo, en el caso del area andina, especificamente en el periodo del Estado Inca (1400-1532), su cultura desarroll6 un proceso de asimilacién en sus territorios que deriv6 en la presentaci6n de 207 una cosmovisi6n unica e integral a los subditos del imperio Inca. En palabras de Luis Millones: “al igual que los imperios europeos u crientales, los incas fueron capaces de construir una estructura mental que explicaba, a ellos y a los demas, 1a ccnveniencia de sujetarse a les seficres del Cusco” (1995,11). Esta es una de las razenes per las que les Incas dominaron el Tahuantisuyo, no 5610 en lo material (administraci6n y vias dc comunicaci6n), sine también en el irnaginaric. Sin embargo, este no solucionaba les problemas de legitimidad de les gobemantes Incas. E1 hechb es que si los espafioles del reducide grupo de Pizarro pudiercn contra el Imperio incaico se debe en gran parte, a un cierte descontento entre les pueblos integradcs/asimiladcs a la sociedad incaica. 46 Estos decidieron canalizar su propia lucha per medic de ayudas a les invasores espafioles para eliminar a les grupos dirigentes.47 Amar su propia muerte recoge este bagaje cultural amerindio. Se puede hablar de tres categorias relacionadas entre si mismas, que se interpretan come augurics: suefics, signos celestiales (ccmetas) y catastrefes (terremotcs y tormentas). En el texto existe una relaci6n directa entre les presagics y las premoniciones premovides en la cultura incaica per 108 grupos dominantes de su imperio (les representantes espirituales en ccalici6n con les lideres politicos del Estado Inca), y el emplec de algtmos de estos elementos prehispanos que Espinosa Medrano recoge en sus discursos culturales en el marco colonial espaficl. Aunque haré referencia inmediatamente a la evidencia textual, quiero ahora introducir el referente de estos elementos que formaba parte del imaginario de Tahuantinsuyo. 208 Luis Millones menciona que en las narraciones censervadas scbre las vidas de les ultimos incas, lcs indigenas expresaban, entre otros temas, sus ideas sobre los presagics y signos celestiales (1995). Entonces, se trata de elementos recicladcs per Espinosa Medrano para articular les objetivos de su agenda cultural. Siguiendo esta linea se entiende come un intento de este letrado colonial de crear un movimiento antihegem6nicc que aglutine 1a agenda criolla e indigena para crear un frente mas complete y homogéneo ante el avance destructcr del Imperio espaficl. En relaci6n a la importancia de los suefios y visiones para los habitantes y gobemantes del Tahuantinsuyo, también contamos con referencias directas de crenistas indigenas. Luis Millones, entre otros, recoge la versi6n de Santa Cruz Pachacuti sobre les suefies de Huayna Capac.48 Este era el inca gobemante en 1532, muerte de una enfermedad poco después juntc a su hijo. Este hecho origin6 1a Guerra de sucesi6n entre Huascar y Atahualpa, si creemos a las versiones oficiales. Dice Millones sobre las visiones de Huayna Capac: a1 dormir e1 inca se vie rodeado de una multitud de guerrercs suyos, muertos en jomadas pasadas. Mas adelante recibi6 la visita de un extrar'ic personaje que desapareci6 a1 instante, no sin darle un sombrio presente: una caja cerrada de donde sali6 la peste que diezm6 a su gente y finalmente lo llev6 a la tumba (1995, 17). Come vemos en esta muestra, la presencia de premoniciones en forma de suefies, signos celestiales y catastrefes no parece ser ajena a la mentalidad amerindia del Tahuantinsuyo, ni del periodo de conquista y colonizaci6n de lo que seria Hispanoamérica. Asi lo verifica también e1 Inca Gareisalo de la Vega en sus Comentarios reales (1609), quien recordando 209 experiencias de su infancia dice lo siguiente: “[lcs Incas] Tenian pcr felicisimc agiiero [.. .] Otras cosas miraban, que no sabre decir cuales, porque no las ncté; de las dichas me acuerdo, que miré en ellos dos veces, que come nifio acerté a entrar en ciertos corrales donde indies viejos, [. . .] que miraban sus agiiercs [. . .]” (1985, II: 50-51). En el texto de Amar su propia muerte, continuando la tradici6n de la presencia de agiieres que sigue Espinosa Medrano, encontramos un ejemplo en uno de les suefios que tiene e1 rey cananeo Jabin. En esta experiencia onirica, e1 rey sufre un intento de asesinato inducidc por su amigo y aliade hebreo Heber Cinee: Rey: (despierta) LQué horror, qué congoja es esta, / valgame el cielo, tan fuerte? / En suefio vi de mi muerte / la tragedia mas funesta. / Repcsaba aqui la siesta / y hasta ahora me he dormido; / de Cinco me vi herido; / (Aparte) no es muchc, que miedo tenga / de quien en suefios se venga, / quien despierto 1e ha cfendido / LQué es estc?g,Hay traici6n igual? (II, 4: 279). Los suefies eran de gran importancia en la cultura andina porque se consideraban experiencias sobrenaturales (Chang-Rodriguez 1999). En ellas seres divincs entraban en comunicaci6n con les seguidores para accnsejar c avisar de posibles sucesos. El suefic citado arriba tiene la funci6n de avisar a1 rey de las intenciones criminales de su amigo. De hecho, Jabin se despierta en el memento en el que Heber Cinec esta a punto de matarle a causa de las sospechas de infidelidad de su mujer J ael con el propie rey. En este sentido existe un paralelisme con los sueiios que comentamos antes de Huayna Capac. Las profecias también son anunciadas en la cosmovisi6n andina per la presencia de catastrcfes naturales come terremetcs c tormentas inesperadas. El texto de Amar su propia muerte recurre a estos dos elementos en momentos climaticcs de la acci6n. Por 210 ejemplo, una de estas premoniciones se produce cuando Sisara y Jael estan en el escenario a1 inicio del Acto III. Dice Sisara cuando en este memento empieza a notar les efectos de un terremcte: gQué es este, qué temblor tan estupende / la tierra esta moviendo? Descuademadas crujen en tal Guerra / las pefias, per ser huesos de la tierra. / Y a1 fierc terremetc, / tirita e1 mente y titubea el sotc. / Con sus polos parece / que el crbe sacudide se estremece, / ya que greiia de arbcl confusa, / per cabello del mente se espeluza/ [. . .] gTemblcr, temblcr! / [. . .] LQué es lo que buscc yo? Jael: Tu propia muerte 30h, qué noche tan triste y agcrera! / iOtrc presagio mas! iOtrc portento! (III, 1: 292-93) Aqui Espinosa Medrano recurre a la combinaci6n tradicional de endecasilabos y heptasilabcs para producir un efecto especial en el memento en que realiza la pausa de las siete silabas. Con esta técnica, da mas solemnidad a1 presagio funesto que deja un rastro de hendiduras y grutas come sepulcrcs (293). La prcfimdidad de estos lugares se materializa en la diferencia del c6mputo silabicc (de 11 a 7 silabas) e indican la inminente muerte de Sisara a manos de Jael. De esta manera, se cumple 1a prefecia sobre el destine de Sisara. En el mundo andino, les terremetcs se asocian con el pachacuti c Pacha-Kuti. El término ha sido objeto de bastante atenci6n por la critica.49 Parece que se trata de una forma compuesta que deriva del prefijo pacha y de la palabra kuti. El segunde término se ha interpretadc come “cambio bruscc accntencimietcs”, “revoluci6n”, y “juicio final”, segun recoge Mignolo (2002, 516). En este sentido, explica este criticc, el concepto de tiempo y espacio que existia en los Andes carece de un punto final, un destine. 211 Simplemente indica el final de un ciclc y el ccmienzo del siguiente. Pachacuti significaria precisamente ese, una profecia sobre un hecho abruptc (indicado en este caso per un terremote), que sefiala un periodo dc transici6n inmediato hacia ctrc ciclc vital y de conocimiento. Estos periodos de incertidumbre eran etapas delicadas en el ritrno de la sociedad incaica, para quienes la muerte de un gobemante equivalia a un terremoto politico. La constituci6n del Estado Inca en el afio 1400, se prcpcnia poner fin a estos periodos de inestabilidad asegurandc la sucesi6n dinastica. Los ultimos Incas querian evitar especialmente estos periodos de gran conmcci6n politico-social. De esta forma, se ahorraban deliberaciones interminables y las ccnsiguientes matanzas entre sectores de la nobleza indigena que perdian 1a batalla sucescria. E1 principio de estabilidad parece haber orientadc e1 gobiemo de la sociedad incaica on 103 cien afics antericres a la llegada de les espaiicles. Sobre el origen de este sistema, Luis Millones dice lo siguiente: Si la tradici6n oral recogida en las cr6nicas es veraz, fue el inca Pachacuti quien inaugur6 este sistema, que se suele llamar ccrreinadc. Asi, los ajustes politicos y las vcluntades imperiosas se iban apaciguando y las panacas tenian tiempo de organizar su juego de influencias (1995, 12). Per ese, para ctrc critieo come Walter Mignolo, no es sorprendente que el término Pacha-Kuti fuera usado para describir, desde la perspectiva andina “the arrival and establishment of Spanish men, law and religion” (2002, 516). Esta idea fue anticipada per Guaman Pema cuando en algunas de las imagenes de su Nueva cer6nim buen gcviemc (circa 1610), se refiere a la presencia espafiola con el término pachacuti.50 212 La derrcta final de les cananeos en el texto de A_m_ar su propia muerte apunta a1 inicio del gobiemo de los hebrees. Es decir, Espinosa Medrano sugiere que es posible un cambio radical en la organizacién de la estructura de poder que existe en la sociedad colonial peruana. Esta es una referencia directa a les grupos subaltemos de la época contemporanea al letrado criollo.51 Como deciamos antes, la cosmovisi6n amerindia recurre a varias catastrofes naturales que son interpretadas come profecias. En el texto teatral, e1 fin del gobiemo cananeo también es anunciado per una tormenta que no habia sido pronesticada. En esta escena, Heber Cinec intenta vengar su honor, supuestamente perdido per e1 comportamiento de su esposa J ael. Para alcanzar este objetivo se enfrenta directamente a1 rey Jabin en presencia de otros soldados. El rey es herido en el memento en que Jael (1a esposa de Heber Cinco), y Dina, la criada regresan del mente. En ese precise instante: (Suenan dentro truenos, ruido y granizc) Mas Lqué horrible tempestad / movi6 el cielo de repente? / parece que se desplcman / les dos cristalinos ejes; / sobre el cananeo, sole / la piedra y los rayos llueven; / contra Canan se conjura / la clarabcya celeste. / Lanzas dc cristal 1e arreja, / rayos 1e vibra la nieve. / De la tempestad huyendo / van las cananeas huestes, / porque e1 vientc y el granizc / les da en los rcstros y frentes. / Combatenles los hebrees / y con denuedo valiente / siguen, matan, atropellan, / ccrtan, rompen, postran, hieren; / 50h, c6mo se ternan rojas / las floreeillas silvestres! (III, 16: 318). 213 Esta tormenta se interpreta come un presagio de la destrucci6n final de les invasores, personalizados en la figura de Jabin, rey de Canaan y Sisara, que regresa herido a la tienda en donde 1e espera la muerte a manos de Jael poco después. Una tercera categoria de las tradiciones prehispanas que se relacionan con las premoniciones esta representada per 105 signos celestiales, que también son recuperadcs en el texto de la pieza. Se ha doeumentadc que en les archivos andincs existe informaci6n de la aparici6n de varios cometas, segun recogen Silva Sifuentes (1995) y Chang Rodriguez (1999). Estos habian side interpretados come premoniciones de cambios dramaticcs y de desastres para la sociedad andina. Particularmente, se hace referencia a un cometa que deb16 de surcar los eielos amerindies hacia el afio 1500. Parece que este evento tuvo varias interpretaciones, todas ellas negativas: el anuncio de la cercana muerte del Inca Huayna Capac, que se produjo antes de la llegada de les espaficles; la lucha entre sus hijos herederos (Atahualpa y Huascar) y la consiguiente Guerra Civil para decidir la sucesién en el imperio Inca; y la destrucci6n final del imperio Inca.52 En _A_m_ar su propiamuerte. la aparici6n de un signo celestial en forma de cometa predice un suceso tragice para el régimen dominante: la derrcta del rey de les cananees, Jabin (II, 5: 280-83). Asi se presenta este acontecimiento en el texto: Sisara: Soldados, gqué miedo es éste? (. . .) Dejad que el funesto péjaro / dejad que el nectumo monstruo / azcte con torpes plumas / e1 transparente F avonio (. . .) Capitan l: Grande ruina amenaza/e1 cielo. Capitan 2: Perdidos scmcs. (. . .) 214 Sisara: Y a1 mismo instante, Seficr / de sobre aquellos contcmos / de Azoret, tu corte real, / rasgando e1 Euro y elNotc, / se vie un cometa sangrientc / de nubes densas abortc, / luciente pasme del aire, / (. . .) vibr6 la radiante cola / con un estruendo scnerc, / presintiendo adversidades / y adivinandc malcgros (. . .) Rey: General, bien e1 valcr/ de ese pecho reconozcc, / tan intrépidc y bizarrc/ que ni aun se teme a si propie; / mas, les ejércitos miro/ amedrentados, de modos,/ que aunque los presagics muestren / la Victoria per nosotros / y contra el hebreo indique / agueros tan portentosos, / e1 ccneebidc temor / puede ser panico de asembrc/ que estorbe vuestras victories / c ultraje nuestrc decoro (280-282). Este indica que tantc Sisara come e1 Rey interpretan 1a aparici6n del cometa come un signo a su favor en la batalla que se va a producir. En cambio, la reacci6n de las tropas del ejército cananeo apunta a que el presagio es negative para sus intereses. La interpretaci6n de “funesto pajare” es el elemento que marca la diferencia. Mencicnames la presencia del “pajarc” en la cosmovisi6n prehispana andina come un elemento sagrado con un alto contenido simbclico. Aqui, la élite cananea fracasa no solo en la ccmprensi6n del auguric sino también en actuar en consecuencia pese a la reacci6n de las tropas que cemandan. La relaci6n entre e1 “pajaro”, la premonici6n y el desenlaee de la obra en el cual se cumple a1 aguero, cobra forma en la ultima jomada. Sisara se despierta de un suefio muy intranquilo. En este suefie sostiene un dialogo con Jael quien busca su venganza personal y la recuperaci6n de su honor. Este personaje femenino aparece caracterizado de la siguiente forma en la escena: “(Aparece una muerte con alas negras, un clavo, en una mane y un maze en la otra. Turbase Sisara y sacando hasta media espada, cae, y pasa per e1 aire la muerte, tocandc dentro una trompeta rcnca)” (III, 1: 215 294). Es decir, la aparici6n del ave come premonici6n de una muerte cercana se personaliza en la figura de Jael, quien se aparece a Sisara en un sueiic con “alas negras”. Este personaje es el que materializa la muerte violenta de Sisara en la parte final del texto, poniendo de esta forma un punto y final a varios asuntos que se habian desarrollado durante la acci6n. Come hemos viste en el analisis del texto teatral, estas tres categorias de premoniciones que aparecen en el discurso subaltemc de Espinosa Medrano y que este adopta del discurso dominante incaico prehispano (lcs suefios, catastrcfes naturales y signos celestiales), anuncian gradualmente la derreta de les cananecs ante lcs hebrees (Chang-Rodriguez 1999). E1 autor criollo presenta esta Victoria hebrea come una metafora de las posibilidades de los grupos subaltemos en el Peru colonial frente a les espaiicles. 4.3.7 El papel prominente de les personajes femeninos. Amar su propia muerte se desarrolla en fimci6n de las acciones de dos personajes femeninos: J ael, y Debora. Cuando estan presentes en el escenario dinamizan la acci6n de la pieza. Ademas, su ausencia es causa de comentarios per parte del resto de les personajes, muchos de ellos hechos en “apartes”. La mayoria de las referencias vienen de las intervenciones de Jael en el escenario y de los papeles masculinos. Sin embargo, también la ausencia del escenario de estos dos personajes da pie a escenas de diverse tipo con el tema de la feminidad come virtud o defecto. Como acabamcs de mencionar, la tematica en tome a las figuras femeninas se presenta en formatos teatrales variados, pcr ejemplo en mcnélogcs y lamentcs, que se distribuyen pcr el texto. Esta variedad también influye sobre la recepci6n del tema. En 216 7‘:- concreto, se puede hablar de una dicctomia a lo largo del discurso teatral que permite distinguir referencias positivas y negativas sobre la mujer. Este es el resultado de la herencia cultural europea, de la herencia importada de Europa y adaptada a las colonias americanas, asi come de la recuperaci6n que Espinosa Medrano lleva a cabo dc rasgos culturales de la América prehispana.53 Asi, a1 ccmienzo de la representaci6n, e1 general cananeo Sisara, no tiene reparcs en minusvalcrar al adversario en la ccntienda que le va a enfrentar contra les hebrees. En la visi6n estereotipada per la que Sisara entiende el mundo, un anciano general (Barac) y una mujer estratega (Débera) no constituyen un enemigo de suficiente categoria para impedir e1 triunfo de los intereses cananeos. Dice Sisara: ya que el riesgo es tan poco / cuando los acaudilla un Vieje loco, / (que es Barac), que en marciales barbas canas, / si es la barba e1 valor, sobran las canas. / Una mujer también, segun la fama/ lcs gobiema, que Debora se llama. / O caduce adalid, o escuadras viles, / sujetas a bastones femeniles (I, l: 251). Vemos c6mo desde el inicio del texto teatral, la élite militar cananea muestra una tendencia a infravalcrar la funci6n de la mujer en la sociedad per medio de comentarios peyorativos. Sus acciones posteriores van en la misma direcci6n. Este marca un contraste con la visi6n que tiene de la mujer la otra parte antagonista de la comedia, la formada por los personajes hebrees y en general les valores que caracterizan a su sociedad. Recordemos que Espinosa Medrano situa la acci6n de A_m_ar su propiafimuerte en un tiempo y un espacio distantes (época biblica). Sin embargo, en el texto teatral la asociacién entre cananecs-espaficles per un lado, y hebrees-grupos subaltemos coloniales per ctrc, es directa. Es decir, una parte de la audiencia puede asociar la recreaci6n de les 217 acontecimientos bibliccs en la representaci6n con la situaci6n de dependencia “colonial” con respecto a les europeos que viven en su contemporaneidad del siglo XVII. Para 1a critica literaria, las mujeres que desempefian funciones de importancia (come las guerreras), tienen una larga presencia en la historia europea occidental y americana prehispana.54 Asi lo entiende Chang-Rodriguez, quien en sus estudios sobre el area andina recoge varios ejemplos de mujeres prominentes en Tahuantinsuyo: “the female rulers called capullana that in pre-Hispanic times ruled northern Peru; or Mama Huaco, the wife of the founder of the Inca empire, described as a strong and skilful warrior in one of the myths of origin of the Incas” (1999: 95). Para e1 propésito de esta secci6n y Siguiendo nuestros comentarios iniciales, vamos a centrar nuestrc analisis en una de las figuras femeninas prominentes de la pieza: Jael. En Amar su propia muerte, Jael despliega una serie de caracteristicas que representan e1 epitome de lo que se pueden entender por un rel femeninc que en uncs rasgos es ccnvencicnal y en otros es totalmente revolucinaria. Es la esposa de Heber Cinec y ambos viven bajo la protecci6n del rey cananeo Jabin (Chang-Rodriguez 1999: 95). Este personaje femeninc es deseado per dos hombres: Sisara, el general de les ejércitos cananeos, y el rey Jabin. Este triangulo amoroso de una mujer y tres hombres se articula en la obra desde la Jomada 1. De esta forma, e1 autor avanza desde el principio de la pieza un tema principal que sera objeto de seguimiento durante e1 resto de la representaci6n. Este facilita la inclusi6n dc escenas que crean confusi6n entre les personajes, dobles engafios, monclogcs, lamentos y muchos apartes hacia el publico, y ademas enriquece e1 texto con todcs estos elementos. 218 La presencia de estos elementos es reflejo de la adaptaci6n del discurso cultural dominante de la época (el Barroco peninsular) que Espinosa Medrano ha llevadc a cabo en su proceso de creaci6n cultural de lo que se ha denominado Barroco de Indias. Sin embargo, estos elementos importades de Europa también sirven para enriquecer tantc el contenido come la forma final del producto cultural criollo. Ademas, en ultima instancia, e1 mensaje pclif6nico se dirige a todo el publico de la sociedad colonial porque se presenta ante una audiencia que es heterogénea. De esta forma, e1 medic se convierte en un instrumento para demostrar el talento artistico del autor, quien a su vez recurre a un modelo cultural muy popular en la época (1a comedia) per la imposici6n de los gustos de les grupos dominantes europeos. La creaci6n final combina el deseo del autor de promover una agenda cultural antihegeménica con otra causa que integra magistralmente dentro de este objetivo: 1a recuperacién de la dignidad de les roles femeninos frente a la marginalidad de este sector social impuesta per las practicas politico-culturales de les espaficles. En Amar su propgt muerte. Jael no es una mujer tradicional, sumisa y pasiva a pesar de que es objeto del deseo masculine. Este personaje articula algunos de les valores que Espinosa Medrano quiere promover en su intento artistico de re-construir en el imaginario de la audiencia colonial un rol femeninc diferente de las ccnvencicnes y que ademas es subversive. Su papel de mujer desafia las pautas que estos personajes representan en el teatro heredado de la tradici6n espafiola e hispanoamericana, y que la audiencia colonial recibia en las representaciones teatrales presentadas en America (espafiolas o americanas).55 Es decir, este modelo contrasta con la representaci6n femenina cenvencional que articula e1 teatro peninsular de la época y que habia side 219 importado hacia América.56 Ademas, ofrece una imagen que recupera el rol que la mujer llevaba asociadc en las culturas precelombinas segun ha estudiadc Hernandez Astete (2002), en sus analisis de las sociedades prehispanas de Tahuantinsuyo. De esta forma Espinosa Medrano dignifica a un sujeto subaltemc (la mujer) de todos los grupos coloniales. Al mismo tiempo, eleva artisticamente el range de las civilizaciones prehispanas al ofrecer un modelo femeninc con el que todavia se puede identificar una parte de la audiencia colonial, y enriquece la significacicn de la comedia. Es necesario hacer aqui un breve paréntesis y elaborar un poco mas en detalle la informaci6n que ofrecimos en los capitulos antericres sobre la mujer en las sociedades coloniales hispanoamericanas. Comentabamcs antes que no hubo mujeres eurepeas (oficialmente) en les primeros viajes y expedicicnes hacia el “Nuevo Munde”. Durante el periodo dc conquista, los europeos (mayoritariamente espafioles) se dedicaren la practicar un tipo de politica de tierra quemada, con poblaciones y pobladores: eran comunes e1 saqueo de las primeras y la vielaci6n de mujeres, nifios y nifias indigenas. Con respecto a1 marco andino, se conservan dos textos de excepcicnal valor que hacen referencia a estos hechos. Unc constituye una de las pecas versiones que recogen informaci6n de este tema desde el punto de vista amerindio. Mancc Inca, medic-hermano mas joven de Atahualpa y que fue puesto en el treno incaico per Francisco Pizarro, dice per medio de su hijo Tito Cusi Yupanqui: “[. . .] mas antes en lugar de hacer bien nos han hecho mal, tomandcnos nuestras haciendas, nuestras mugeres, nuestros hijos, [...] y otras muchas cossas que en nuestra tierra teniamos per ffuerca, y con engafies, y contra nuestra voluntad” (97). El segunde documento fue presentado per Femadc Iwasaki en su investigaci6n sobre la relaci6n entre e1 Extreme Oriente y el Peru colonial del siglo XVI. Cuando e1 marqués de 220 Cafiete se encontr6 con la necesidad de ocuparse de los numerosos vagabundcs que Vivian en el Virreinatc del Peru, recibi6 las siguientes instrucciones que recoge Iwasaki del Archive de Indias: “Scmcs ynformadcs que los vagamundcs espaiioles no casades que biben entre los yndios y en sus pueblos les hazen muchc dafio y agrauics, tomandoles pcr fuerza sus mugeres y hijas y sus haziendas e les hazen otras molestias yntolerables” (1992,31) En la zona andina de la que nos ocupamcs en esta secci6n, los espafioles que durante la conquista y/o durante el periodo de colonizaci6n no ejercian puestos de responsabilidad debian resignarse con sofiar con una dama noble espaiiola. Mientras tanto, daban alivio a su sexualidad y otras necesidades con las moriscas blancas que fueron traidas come esclavas y con las mujeres indigenas. De esta manera también aument6 el grupo de mestizos/as. Al mismo tiempo, los lideres espafioles (Pizarro y Almagro a la cabeza), lograron mas adelante para algunos de sus descendientes ventajosas uniones con damas nobles de la corte cusqueiia.57 Estas, dice Luis Millones (1995), fueron mas adelante apartadas cuando lcs flujos migratorics de la segunda parte del siglo XVI trajeren a1 “Nuevo Mundo” mujeres consideradas dignas de ser esposas (1995). Come vemos, la situaci6n de marginalidad de la mujer ya era caracteristica durante e1 periodo colonial inicial. La mayor visibilidad e importancia se le otorgaba a la funci6n de les hombres desde les primeros afios de la conquista. Esta parece ser la situaci6n en lineas generales que mejor describe e1 rel de las mujeres durante el largo siglo XVI en el “Nuevo Mundo”. Se puede comprender que este es el resultado de una combinaci6n de factores entre los que destacan les siguientes. Primero, les espafioles inician la conquista y la colonizaci6n de las Indias con una 221 mentalidad determinada en la que se criaron y educarcn en la Peninsula Ibérica y Europa. Esta es puesta en cuesti6n per la epistemologia y las realidades naturales y sociales que encuentran cuando llegan al “Nuevo Mundo”. En segunde lugar, los habitantes natives de las Indias carecian de las herramientas y habilidades (fisicas y mentales), para enfrentarse en todos los aspectos a les recién llegados. También esta poblaci6n nativa actua come resultado de una mentalidad heredada. En este universe ideol6gico, social y biolégico se impone 1a ley (y la historia) del mas fuerte y quien es capaz de negociar su supervivencia de forma mas ventajosa. En este marco, el proceso no podia haber sido de forma diferente y las mujeres llevaban todas las de perder con la llegada del factor humano espaficl que era fimdamentalmente de género masculine. En el caso del Peru, la invasi6n del territorio andino se produjo mas tarde que la del resto del “Nuevc Mundc”. Los espafioles llegaron a Tahuantinsuyo con la ‘practica de campo’ que habian ensayado en el Caribe, México y Centrcamérica. Este también tuvo un impacto decisivo en la posici6n de las mujeres en la sociedad colonial andina. En cierta forma, la conquista espafiola representa una especie de paréntesis negative en el cielo de vida de Tahuantinsuyo que Juan de Espinosa Medrano intenta recuperar con su discurso cultural. El letrado criollo articula les personajes femeninos de forma hibrida (con rasgos europeos y amerindios), aunque es posible distinguir la influencia local amerindia come si no hubieran pasado cien afios desde la caida del Imperio Incaico a manos de Pizarro en 1532. Este se puede observar en el texto de m su propia muerte cuando Jael promueve de forma activa y en diferentes ocasiones, sus intereres personales y los del pueblo hebreo (= grupos coloniales subaltemos) a1 que pertenece. Per ejemplo, cuando 222 define su posici6n con respecto a Sisara ante la audiencia. Al inicio de la obra Jael se expresa asi mientras desciende de un mente a caballo: “mas, ay de mi, que cazande / divertida, en la espesura, / de Sisara hasta la tienda / he llegado. Estoy confusa, / él me ama, yo 1e abcrrezco, / tengc espcso y 61 angustia / el pueblo de Dies: iQué importa / que mi hermesura le engafie! (I, 4: 253-254). Parece claro que Jael no esta interesada en Sisara. Mas adelante Jael reconoce que finge aceptar el amor de Sisara, general cananeo, para vengar a1 pueblo hebreo: “A Sisara fmjo amor, / per vengar tantos estragcs: / seran flores lcs halagos / al aspid de mi rigor: / y juzgandc que hay certeza / en amor que le arma lazos, / cuando me pida les brazos / me pagara la cabeza” (II, 11: 288). Entonces, come audiencia/receptores, sabemos que Jael no tiene ninguna intenci6n de ser infiel a su maridc (Heber Cineo), ni de satisfacer e1 deseo de Sisara. Mas adelante, Barac (general anciano del ejército hebreo) rechaza a Jael porque piensa que es una traidora a la causa de su ejército. Este se ve en 11, 12: 289-291, y tras reconocer su error, Barac pide disculpas a Jael y a Cinec: III, 16: 321. Para recuperar e1 honor militar perdido, Jael ingenia un plan y finge sentirse atraida per e1 deseo de Sisara, que este 1e ha revelado de forma continua. Cuando a continuaci6n Jael ofrece hospitalidad a Sisara, quiere mostrar a1 publico que un sujeto tradicionalmente vulnerable (la mujer) es capaz de derrotar a poderosos lideres, tradicionalmente masculincs como el general cananeo. En el memento culminante de su plan, Jael mata a Sisara clavandole una punta en la frente mientras descansa después de una batalla (III, 319: 16). De esta forma, Jael, come representante imaginario de un grupo colonial subaltemc (el de las mujeres) subvierte el rcl tradicional que les era asignado en el teatro occidental: es homenajeada por su valiente acci6n que ha ayudado a1 triunfo de los hebrees, ha satisfecho sus propios 223 deseos de venganza, y revela que su honra no ha sido ultrajada. Vemos que la scluci6n propuesta por Espinosa Medrano respeta escrupulcsamente esta tradici6n de «honor» europeo y amerindio. 58 Para finalizar esta secci6n, queremos hacer referencia a una lectura afiadida que Raquel Chang-Rodriguez realiza sobre las acciones de les protagonistas femeninos. Dice en su interpretaci6n del papel de Jael y Debora: “the variety of readings validated by the deeds of the female protagonists, are key elements in decentering the drama and giving it a fluidity that sharply ccnstrasts with the rigidity of colonial society” (1999: 96).59 Este quiere decir que Espinosa Medrano explota las expectativas que la audiencia tiene del personaje femeninc teatral tradicional en beneficic de sus objetivos. Uno de ellos es cuestionar los roles cenvencionales de les papeles femeninos. De esta forma, e1 letrado criollo recoge esta doble subalternidad de la mujer colonial: primero come sujeto marginado socialmente y segunde, come sujeto de una sociedad subaltema. Esta representaci6n se convierte en un ataque directo a unc de les pilares mas importantes de los marcos coloniales donde hay una situaci6n de desigualdad en el reparto del poder: el control social que un sistema dominante, sus representantes y sus ac61itos, intenta ejercer sobre los segmentos tradicionalmente mas débiles, como en este caso las mujeres. En A_m_ar su propia muerte. las mujeres dejan de ser victimas para temar e1 control de su destine y para contribuir activarnente a conseguir les objetivos de la comunidad en la que se integran. Este parece ser el deseo de Espinosa Medrano en la deconstrucci6n que realiza desde la periferia imperial de los c6digos y discursos europeos dominantes. Estos intentan imponerse desde unc de les 6rganos de poder del Imperio: e1 brazo armado de la cultura promevido per las autoridades coloniales. Desde esta articulaci6n de poder 224 presentan a les sujetos subaltemos coloniales unos valores y expectativas que buscan controlar su imaginario (pasado, presente y futuro), una vez que sus cuerpos ya han side subyugados. 4.4 La interpretaci6n simbulica y aleg6rica. Esta visi6n antihegeménica que proponemos en nuestra interpretaci6n de Amar su propia muerte aparece enmascarada detras de un episodic biblico y apunta a la experiencia colonial de los espafioles en América. Desde la perspectiva subaltema que hemos empleado en nuestrc analisis, esta realidad colonial se caracteriza per la opresi6n que sufren lcs grupos subaltemos de indigenas, criollos, negros y mujeres de todos les segmentos sociales, a manos de los grupos dominantes (fundamentalmente espafioles). Siguiendo e1 planteamiento inicial de esta investigaci6n, interpretamos que Espinosa Medrano quiere ofrecer a su audiencia/recepci6n un mensaje subversive con el texto teatral y con el discurso perfcrrnativo que transmite en las representaciones. Este se puede resumir asi: de la misma forma que en la pieza les hebrees pueden darle la vuelta a su realidad hist6rica y derrotar a les cananeos, Espinosa Medrano propone que es posible la lucha contra las injusticias de la sociedad colonial per parte de les mencs poderosos. Es decir, les grupos subaltemos de la Hispanoamérica colonial que viven bajo e1 yugo de los espaficles y de una parte de las élites indigenas, pueden modificar esta situaci6n de desigualdad. A mediados del siglo XVII, y casi ciento setenta y cinco afios después de la llegada de los primeros europeos a las costas del Caribe, estos grupos subaltemos tienen voz y margen de maniobra para alterar su posici6n de subalternidad. Asi aparece planteado en el discurso teatral de Amar su propiamuerte de Espinosa Medrano. 225 Textos come este remiten a la cuesti6n de la representaci6n de identidades dentro de la cultura colonial. Sebre este aspecto especifico, es util referimos a la producci6n cultural de el Lunarejo come e1 resultado (textual) de un proceso cultural complejo. Aqui se observa una transicicn desde la mimicry (Bhabha 1994) de los modelos dominantes, a un nivel diferente en el que se produce 1a construcci6n de una alteridad desde la que un suj etc colonial (subaltemc, en este caso) proyecta su identidad de grupo. Para Homi Bhabha la mimicry colonial es el ansia de ser reconocidc come un sujeto diferente, de tener entidad propia dentro de un sistema cultural-social: “is the desire for a reformed, recognizable Other, as a subject of a difference that is almost the same, but not quite” (1994, 86). Este significa que el discurso de la mimecry se construye sobre una ambivalencia, una doble articulacién que se perfila ante nosotros come un producto hibrido. Este modo de representaci6n se convierte en una estrategia que permite desplegar lo diferente camuflado dentro del orden normal de las cosas. La pieza teatral Amar su propia muerte es un ejemplo de c6mo la copia de les modelos europeos dominantes puede ser utilizada para subvertir ese mismo modelo original. En resumen, Espinosa Medrano se apropia en primer lugar de un c6digc, una lengua y género aprendido de la cultura dominante europea (en este caso, la comedia), y de elementos tradicionales a este discurso teatral. A continuaci6n, desarrolla/eleva este género a las maximas cotas de calidad artistica. En ultimo lugar, recurre a una estrategia (la mimicry) para incorporar a su discurso elementos de la otredad amerindia. Al mismo tiempo que deconstruye ccnvencicnes establecidas per les espaficles sobre aspectos de la realidad colonial. Entre estas destacan la explotaci6n minera, e1 sistema judicial, e1 papel 226 de las culturas amerindias en la sociedad colonial del siglo XVII y la situacién de la mujer. Dentro de este proceso de cambio, e1 letrado no es solamente critico con el sistema sino que lucha per exhibir un abierto interés per una problematica de maxima actualidad. En el caso de Espinosa Medrano este tema contemporanec puede ser la historia de les sujetos criollos e indigenas de Peru que come grupos subaltemos continuan viviendo una etapa de represi6n en el siglo XVII. Como mencioné arriba, Espinosa Medrano presenta una altemativa identitaria apropiandcse de les c6digos y discursos culturales dominantes del Barroco y se vale de ellos para representar un tipo de resistencia a la autoridad. Asi lo entiende Mabel Morafia cuando dice: e1 gongorismo, lejos de ser en todos los cases la ‘lengua muerta’ del poder imperial die a muchos intelectuales del Barroco indianc un motivo de lucimiente y de autoafirmaci6n, actuandc, parad6jicamente, come pretextc en el proceso de conformaci6n de la identidad cultural hispanoamericana (1988: 242). El éxito de este movimiento de reivindicacicn es practicamente imposible de evaluar. LHasta qué punto podemos cencluir que las revoluciones de los grupos subaltemos indigenas de finales del XVI y del XVII son en parte un producto de la exposici6n de la audiencia colonial a otras creaciones culturales ccmo las que propone Juan de Espinosa Medrano? Las siguientes lineas resumen nuestra posici6n a este respecto. 4.5 La reivindicaciun criolla: una mentalidad erudita, barroca y de Indias. El emergente sujeto criollo (Espinosa Medrano en este caso), se mueve dentro de los limites y parametros de la ideologia imperial cobrando conciencia de su condici6n diferenciada y subaltema. Cuando e1 autor asume los c6digos y discursos culturales 227 barrocos intenta dignificar su posici6n en el orden colonial. Sus practicas culturales de letrado erudite que asimila la cultura de la élite europea dominante apuntan en esta direccién. En la busqueda personal/social que define su identidad, adelanta reclamaciones de mayor protagonismo en sus discursos, come muestra este comentario de Espinosa Medrano: “Tarde parece que salgo a esta empresa, pero vivimos muy lejos los criollos“ y si no traen las alas del interés; perezosamente nos visitan las cosas de Espafia” (1982: 17). E1 autoposicionamiento del autor en la sociedad colonial es perfectamente claro en este memento. Para Vargas Llosa, e1 letrado criollo cuzquefic merece un sitio de honor en los anales de la historia cultural por su originalidad y su capacidad creadora que en su opini6n es independiente de los modelos dominantes. Dice Vargas Llosa: En tiempos del Doctor Sublime, la mayoria de nuestros escritores eran meros epigonos: repetian, a veces con buen oido, a veces desafinadc, les modelos de la metr6polis. Perc, en algunos cases, come en el suyo, apunta ya un curicso proceso de emancipaci6n en el que el emancipado alcanza su libertad y su identidad eligiendo per voluntad propia aquello que hasta entonces le era impuesto. El colonizado se aduefia de la cultura del colonizador y, en vez de mimarla, pasa a crearla, aumentandola y renovandola. Asi, se independiza en la medida que se integra (1986: 13). Burga lo resume de esta manera cuando escribe sobre la importancia de renovar los materiales de ensefianza de la Historia peruana con la ayuda de la etnohistcria, la demografia hist6rica, la estadistica, o la economia: 228 Hemos comprendidc que los principios basicos del fimcionamiento econ6mico del Estado Inca eran la reciprocidad, la redistribuci6n y también e1 aprovechamiento vertical de un maximo de pisos ecolégicos, que existian desde la época Wari y que los Incas les dieron una dimensi6n y utilizaci6n de mayor magnitud. Hemos comprendidc, también, que existian principios basicos come la dualidad, la triparticién y la cuatriparticién, que organizaban la esfera politica, social, mitica, ritual y aun el parentesco. Ahora podemos estar segurcs del alto nivel de desarrollo alcanzado por los Incas y entender mejor la magnitud perturbadora de la conquista espaiiola (en Patricia Oliart 2003: 20). De ahi la importancia que le hemos dado a nuestrc acercamiento a una variedad de discursos come e1 hist6rico, e1 literario, el eccn6mico 0 el demograficc (e1 “complex field of discourse” foucauliano). Este acercamiento no implica negar la tradici6n hispana en America, sino que trata de entender e1 proceso cultural andino en todas sus dimensiones. El analisis de una parte de la produccién de Espinosa Medrano permite discemir la aportaci6n a este conocimiento de les sujetos criollos coloniales, a1 mismo tiempo que contribuye a la reconstruccién de su archivo cultural. El letrado Juan de Espinosa Medrano escoge una opci6n que es altemativa a la dificil situaci6n que le toc6 y/o que escogi6 vivir. Su vida fue conducida de forma que aprendi6 a aprehender los discursos dominantes de la época. Mas adelante él escogi6 permear per medio de su escritura una alteridad que defini6 esa misma dominancia y que la subvirtic, desafiandola con una propuesta identitaria diferencial. De esta forma e1 escritor andino, come sujeto subaltemc, articula una agenda antiimperial y antihegeménica, y propone una representaci6n de la cultura colonial que reconoce la 229 existencia de una separaci6n geografica y hasta temporal de la metr6polis. Este lo mencioné en la cita inicial del Apologéticc (e1 conocidc retraso); pero también se encuentra en su producci6n un aqui y un ahora, que es el “Nuevo Mundo” andino (las Indias), herederc del Tahuantinsuyo. Este se diferencia abiertamente de la imagen que proyectan les conquistadores/ colonizadores en sus representaciones culturales. Este sugiere una idea de pertenencia que es unica, pues e1 autor tiene la conciencia de ser un sujeto criollo subaltemc. Es decir, se ve a si mismo come un nacido en America que siente y vive distinto a1 ‘ser’ de la peninsula, per lo que su visi6n es la de un sujeto ccmprcmetido con su espacio geograficc, cultural e individual. Este sentido de pertenencia y de identificacion cultural con un territorio y una gente se refiere a un proyecto estratégico diferente que no encaja en modelos impuestos per una realidad distinta (come es la de Europa). De esta forma Espinosa Medrano advierte que es diferente a1 critico europeo, y pertenece a un grupo de suj etos letrados que han asumido en sus discursos tradiciones distintas que no pueden ser negadas. Este sujeto pone de manifiesto desde el micrcespacio cuzquefio un conocimiento universal que recrea todas las tradiciones de las cuales forma parte. La combinaci6n que el autor realiza en el texto teatral estudiadc de elementos biblicos, de la tradici6n literaria hispana y de la cultura indigena, muestran un caminc altemativo a la situaci6n de dominaci6n cultural que se vive en la America hispana y que les letrados criollos representan en sus producciones. Se sugiere de esta fonna un acercamiento a1 bagaje cultural indigena come posible fuente de prestigio y de diferencia con respecto a les grupos dominantes peninsulares, a1 mismo tiempo que se enriquece e1 producto final con aportaciones de ambas herencias. Puede tratarse de un intento idealizade de recuperaci6n de un pasado/presente cultural que para 230 Espinosa Medrano necesita ser incoporado a la memoria hist6rica del criollo y de la sociedad colonial. En este sentido se trata de un intento de superar e1 trauma de la conquista/colonizaci6n y representa un cierte saltc hacia adelante per la supervivencia. En Amar su propia muerte. Espinosa Medrano mezcla e1 desarrollo de acontecimientos segun el orden cronolégico occidental con referencias a1 tiempo ciclico tradicional andino. En el resto de su producci6n cultural, también recurre a la imitaci6n de la cultura dominante europea (mediante la mimecry). Sin embargo, 1a eleva a una calidad artistica comparable con las mejores producciones culturales del periodo creadas en la metr6polis imperial. La incorporaci6n de elementos de las culturas indigenas enriquece 1a obra y la subversi6n que realiza del episodic biblico original en Amar su propia muerte permite abrir un espacio interpretative desde el que podemos proponer una visi6n antihegeménica de la pieza. Esta visi6n pertenece a1 imaginario cultural de la identidad criolla que empieza a afianzarse en sus reclamaciones de autonomia. Desde la perspectiva del siglo XXI, Amar su propiflruene es una muestra del archivo criollo (Higgins, 2000) al que hemos intentado contribuir con este proyecto de investigaci6n. El discurso teatral de Espinosa Medrano representa también e1 esfuerzo intelectual de un sujeto que pertenece a un cclectivo que recoge la problematica de les grupos subaltemos en un memento hist6rico donde lo mas sensato era probablemente guardar silencio. 231 N OTAS 1 Todas las referencias siguen la edici6n de Augusto Tamayo Vargas (1982). 2 En la zona andina y en concreto en Lima, su capital, y segun e1 censo de 1614 del virrey Monteselaros, explicado por David Cook (1981), se estima que la poblaci6n total era de 26.400 personas. El sector de espafioles, que incluye probablemente a les criollos, objeto de esta investigaci6n, era de 9.630 individuos. Cook también apunta que la poblaci6n de origen africano estaba formada per 10.386 individuos. Esta cifra no incluye a les mulatos, una poblaci6n de alrededor de 744 personas. El grupo de indigenas estaba constituido per 1.978 personas y les mestizos eran 192 (Luis Millones 1995). 3 Luis Millones y Maria Zuloaga son muy claros en su resumen de las alianzas que se crearon en esta época. Ambos criticos revisan el papel de la nobleza incaica (1995) y los derechos de explotaci6n privada de tierras (en Oliart 2003), respectivamente. Véase también Jesé Durand (1976), Max Hernandez (1991) o César Delgado Diaz del Olmo (1991), en bibliografia. 4 El historiador Efrain Trelles manifiesta lo siguiente a1 respecto: "[...] la conquista fue un enfrentamiento de indies contra indios. La idea de que un pufiadc de valientes a caballo pudo con su sola presencia paralizar a miles y miles de familias bien equipadas pertenece a la cosecha de la historiografia romantica del siglo XIX y ha costado modificarla. Hey sabemos que Pizarro y los suyos no habrian podidc avanzar sin 1a ayuda de los indigenas" (en Patricia Oliart, 2003: 30). 5 Per ejemplo, una forma de controlar a este grupo era limitando las encomiendas. A1 igual que les descendientes de conquistadores en Mexico, 108 descendientes de los encomenderos del Peru colonial aspiraban a la perpetuidad de la encomienda. Sin embargo, lejos de crear un frente comun, dividieron sus intereses durante las numerosas guerras civiles que caracterizaron e1 periodo de colonizaci6n inicial de la zona andina. Como resultado, fueron derrotados en el campo de batalla y en los tribunales, y solo consiguieron que el privilegio de la encomienda durase cuatro generaciones, segun una disposici6n de 1607 (Saignes y Boisse-Cassagne 1992; Lavallé 1993). 6 Tampoco esta forma de estructurar la sociedad es una novedad europea. Durante el periodo del Estado Inca (1400-1532), se fomentaban ciertas uniones en detrimento de ctrc tipo de relaciones sociales. Para mas informaci6n, ver Ralph Bolton y Enrique Mayer (1977). 7 El proceso de conquista y colonizaci6n se dirigi6 desde el norte hacia el sur del “Nuevo Mundo” americano. Como resultado, se hace necesario incorporar a la diversidad del grupo de criollos a les soldados en transito que buscan fortuna fruto de la expansi6n imperial hacia el sur del continente. Sus hojas de méritos, reclamaciones, asi como sus fi'ustraciones y quejas se pueden seguir desde la Florida a Chile. Para mas informaci6n, ver Daisy Ripodas Ardanaz (1977), Alberto Salas (1986), Hiroyasu Tomceda y Luis Millones (1992). Ademés, segun indica David Cahill (2002), el numero de hijos nacidos en el “Nuevo Mundo” de estos espaficles también crecia constantemente en todos los territorios conquistados. También sucedi6 asi en el Peru colonial en donde el papel de les soldados en el incremento demografico de hijos criollos se hizo cada vez mas obvio a medida que avanzaba la colonizaci6n. Para mas informaci6n, en especial sobre la distribucicn de las zonas costeras y de las montafias, ver John Rowe (1963). Para 232 entender e1 término «soldado» que la critica y las mismas cr6nicas coloniales usan profusamente véase James Lockhart (1972) y John Hemming (1982), en especial las consideraciones que realizan sobre los «soldados» que acompaiiarcn a Francisco Pizarro en su campafia final de 1531 contra les incas. 8 Todas las referencias siguen la edici6n de Augusto Tamayo Vargas (1982). 9 El énfasis es mic. 1° Uno de los escenarios mas usados para los combates dialécticos de les criollos con los europeos/ peninsulares eran lcs ambitos eclesiastices, sobre todo las 6rdenes religiosas. Este ha recibido el nombre de criollismo conventual per parte de Bernard Lavallé: “A partir de comienzos del XVII, el lugar privilegiado de las luchas criollistas en América fue el mundo conventual. La afirmaci6n cada vez mas atrevida de la identidad y las reivindicaciones cricllas constituy6 obviamente uno de los hechos mas notables de la evoluci6n hispanoamericana a 10 large del siglo XVII. Se trat6 de un vasto, profundo y plolifacéticc movimiento de toma de cenciencia” (1993, 159). Un detalle significativc es que Espinosa Medrano lleg6 a tener unas fmanzas muy saneadas come resultado de su diversa actividad profesional. Segun recoge Alberto Tauro (1969), este letrado criollo tenia propiedades, siervos y esclavos. Los datos que apuntan en esta direcci6n se obtuvieron del inventario de sus pertenencias. Este fue posible gracias a1 descubrimiento de una copia del testamento de Espinosa Medrano realizado per Pedro Guibovich (1992). De este documento se desprende que en el memento de su muerte, El Lunarejo disfrutaba de una buena posici6n econ6mica. ‘2 Es muy revelador el «debate» entre e1 Inca Garcilaso, quien se considera mestizo (y a veces indie) err 108 Comentarios reales (1609), y Juan de Espinosa Medrano, quien se considera criollo, segun manifiesta en su Apologetico (1662). Aunque se puede decir que pertenecen a dos generaciones de letrados diferentes, el Inca Garcilaso naci6 hacia 1539 y Espinosa Medrano naci6 hacia 1629, ambcs son producto de un marco hist6rico-social muy similar y probablemente con un origen étnico parecido (con la excepci6n del vinculo noble de el Inca Garcilaso, que no se encuentra en la biografia de Espinosa Medrano - aunque ésta no ha sido aclarada con total satisfacci6n-). ’3 Siempre se encuentran excepciones. Per ejemplo 1a producci6n de Sor Juana Inés de la Cruz y su tratamiento del papel de la mujer en la época colonial. '4 Este es el caso de la pieza E1 hijo pr6digo. '5 Es un procedimiento tipico de la época. Puede ser falsa modestia, una forma de apelar a la audiencia o ambas cosas. 16 Para una descripci6n mas elaborada de este concepto y de sus caracteristicas consultese el libro de Mariano Pic6n Salas De la Conquista_a la Independencia (1944) en el que el término Barroco de Indias fue utilizadc pcr primera vez. 17 Tampoco podemos minusvalcrar otros factores como el psicolégico. Es decir, un segmento de les grupos coloniales subaltemos puede haber percibido 1a llegada de una cultura importada come algo novedoso, ex6tico o incluso come algo positive. Las diferentes conexiones personales que se deben de haber establecido, combinadas con los intereses particulates de les sujetos coloniales complican hasta el limite de lo posible el analisis y la interpretacién de la cultura colonial. Este también es asi por la falta de informaci6n fiable y per la dificultad de encontrar documentos de este periodo. 233 ‘8 Mi traducci6n de: “Les ressorts de ce theatre sent l'amour passionné, jaloux et vindicatif; une devotion fervente envers Dieu, la Vierge et les saints, qui admet aisément 1e miracle; 1e loyalisme le plus ccmplet a l'égard du roi; une conception de l'hcnneur, et surtout de l'hcnneur conjugal, d'une incroyable intransigeance; non seulement l'offense, mais le soupson, meme injustifié, doivent étre lavés dans le sang. Le fanatisme du point d'honneur est un trait caractéristique du drame espagnol” (Van Tieghem 1946, 45). Augusto Tamayo Vargas habia sefialado algunas de estas caracteristicas en 1936. En ese estudio (ver bibliografia) e1 autor se centraba en los rasgos que los autores dramaticos reflejaron para demostrar una adhesi6n completa a les ideales monarquiccs representados per la figura del rey, que a su vez supone ir en contra de la nobleza feudal. Este es un ejemplo mas de la lucha constante entre e1 poder real y el poder de les nobles en la Peninsula, que se transfiere a1 espacio escénico. Mas recientemente, José Antonio Maravall ha sefialado/ identificadc este elemento come caracteristico del periodo Barroco (1983). Hay numerosas piezas teatrales de la producci6n peninsular de la época que presentan el tema de les celes y del honor ultrajado. Per ejemplo: El _b_urlador de Sevrfl (1630), de Tirso de Molina; e E1 castigo sin venganza a,(1634) de Lope de Vega. 19 Un tercer objeto es mencionado en la pieza. Se trata de una cadena que participa de la relaci6n entre e1 rey Jabin y Jael (III, 4: 299), y que el rey entrega a Vigote per error ya que en esta escena, e1 gracioso finge que es su deseada Jael. El uso de objetos que condicionan la acci6n de los personajes ya se puede encontrar en Camel de amor (1492), de Diego de San Pedro. En este ejemplo se trataba del intercambio de correspondencia entre les dos personajes principales: Leriano y Laureola. 20 Su participaci6n se ha doeumentadc ya en obras de Torres Naharro, come Y_m___enea (h. 1516), su papel destaca también en la figura de Pedriscc en El condenado per desconfiado (1626) de Tirso de Melina. Para mas informaci6n sobre el personaje del gracioso en esta época, consultar e1 numero de el Critic6n, 60 (1994): “El gracioso en el Teatro espai'rol del Sigle de Oro”. 21 Algunas décadas antes, la trotaconventos ya aparecia en el Libro de Buen Amer (21330), de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. 22Recordemos que La vida es suefio es del ano 1636. Seria interesante estudiar si Juan de Espinosa Medrano pudo llegar a leer esta pieza que fue publicada en Espafia cuando e1 letrado criollo tenia seis afios aproximadamente. 23 Si bien esta critica interpreta en su articule que estos ejemplos son particulares a la realidad colonial americana y su influencia amerindia, yo creo que es dificil circunscribir temas como el impacto de un sistema colonial en la poblaci6n colonizada, e1 papel de las mujeres o formas de religiosidad a un territorio geografico concreto. Per ejemplo, la existencia de colonias es atemporal, es decir, han existido siempre, de una forma e de otra. Por eso es necesario definir e1 término ‘colcnia’ para establecer un punto de partida desde el que extrapolar teorias e ideas. Cree que hemos alcanzado este objetivo en el capitulo 1. El papel de las mujeres y su ftmci6n en la sociedad puede rastrearse en discursos culturales milenarios come el que usa come referente Juan de Espinosa Medrano (la Biblia). Por ultimo, la recurrencia de presagios, suefios y otros elementos come signos celestiales se han identificado come elementos caracteristicos de civilizaciones precientificas. Sin embargo, incluso en las sociedades que se autodefinen/se consideran come racionales por su emplec del método cientifico es 234 posible observar que estos elementos discursivos no-racionales coexisten con el discurso cientifico. 2" Este ultimo era un rasgo comun a las civilizaciones prehispanas (tantc en Anahuac come en Tahuantinsuyo), que se prolongaba en el periodo colonial. La permanencia del papel de las mujeres indigenas en ciertos roles de la sociedad colonial fue posible en parte per la necesidad del sistema imperial de conservar algunas estructuras y roles sociales de las civilizaciones conquistadas que podian ser beneficicsas para los intereses de les grupos dominantes. También sobreviven estas estructuras porque durante e1 proceso de negociaci6n/imposici6n colonial e1 sistema dominante no es capaz de apropiarse totalmente del sistema subaltemo/subaltemizado. Este crea una dinamica de influencias rica y variada que da lugar a nuevas formas hibridas de organizaci6n que ya son diferentes tantc de los sistemas que hereda come de les dominantes que intentan imponerse. 25 E1 tema de la economia colonial peruana del siglo XVII ha llamado la atenci6n a numerosos criticos. Por lo general, se ha tratado este siglo desde la perspectiva de la decadencia politica y econ6mica espafiola y c6mo habia afectado esta a las colonias. Pere también hay estudios que acertadamente sugieren que la «crisis» econ6mica peninsular también fue provocada por factores extemos al control de la metr6polis imperial. Per ejemplo, la falta de productividad de las minas de plata por los problemas surgidcs con la extraccién del mineral e por el agotamiento de las minas, los sucesivos terremetcs que destruyercn importante infraestructura en las colonias, e1 contrabando entre los territorios de la colonia y los enemigos del Imperio espafiol son cuatro factores lejanos a1 control de las autoridades imperiales peninsulares. Otro factor interno a las colonias, y en este caso al Virreinatc del Peru, que influy6 decisivamente en la progresiva caida del Imperio espafiol, se produjo cuando la corrupcicn del sistema se hizo inscstenible. Si bien esta fue en cierta forma incitada por las continuas necesidades monetarias de Espafia no es menos cierte que ciertas decisiones que influyeron decisivamente en la decadencia imperial fueron tomadas a nivel local en Lima. Para mas informaci6n ver Guillermo Lohmann Villena (1982), Jeffrey Cole (1983), Margarita Suarez (1983), Kenneth Andrien (1985),Clara L6pez Beltran (1988), Luis Millones (1978 y 1995), y Fred Brenner (1992). 2" Sobre este tema escribe Joseph de Acosta en 1590 (1987). 27 Iwasaki y otros historiadores recogen informaci6n de las cédulas reales y otros documentos que indican e1 rastro escritc de estos intereses mineros. El jesuita Joseph de Acosta también recoge sus impresiones sobre la abundancia de dep6sitos de metales en el Peru: “Y entre todas las partes de Indias les reinos del Piru son lcs que mas abundan de metales, especialmente de plata y oro y azogue; y es en tanta manera, que cada dia se descubren nuevas minas; y segun es la cualidad de la tierra, es cosa sin duda que son sin comparaci6n muchas mas las que estén per descubrir que las descubiertas, y aun parece que toda la tierra esté sembrada de estos metales, mas que ninguna otra que se sepa a1 presente en el munde, ni que en lo pasado se haya escritc” ([1590] 1987, 220-221). Para mas informaci6n sobre los ccnflictcs e intereses que surgiercn en torno a1 comercio del mercuric y de la plata en esta época léase a Guillermo Lohmann Villena (1949), Woodrow Borah (1954), Mervyn F. Lang (1977) y Peter Bakewell (1984), en bibliografia. 235 28 Este hallazgo eliminaria 1a dependencia del azogue peninsular de Almadén 0 del de Mexico. Asi recoge Acosta la expectaci6n esta situaci6n: [...] conjetur6 que aquellas minas habian de ser de azogue; fué alla e hizo la experiencia y ensaye, y hall6 ser asi. Y asi de esta manera descubiertas las minas de Palcas, en término de Guamanga, fueron diversos a beneficiar e1 azogue, para llevarle a México, donde la plata se beneficiaba per azogue, con cuya ocasi6n se hicieren ricos no pocos. Y aquel asientc de minas que llaman Guancavelica, se pob16 de espafioles y de indies que acudieron, y hoy en dia acuden a la labor de dichas minas, que son muchas y présperas. [. . .] e1 afio setenta y uno se comenzo en Potosi a beneficiar la plata con los azogues que se llevaron de Guancavelica, y fué e1 total remedio de aquellas minas, porque con el azogue se sac6 plata infinita de les metales que estaban desechados, que llamaban desmontes” ([1590] 1987, 243-244). Acosta menciona e1 afio 1571 como el inicio del uso de este novedoso método de extracci6n de plata en el Peru como mencionames en la cita del texto. Asi describe en detalle este memento: “En tiempo que gobemaba e1 Piru D.Franciscc de Toledo, un hombre que havia estado en México y viste c6mo se sacaba la plata con los azogues, llamado Pedro F emandez de Velasco, se ofreci6 de sacar la plata de Potosi per azogue; y hecha la prueba y saliendo muy bien [. . .]” ([1590] 1987, 244). 29 Fernando Iwasaki (1992) explica que la trama se ccmplica todavia mas cuando se tienen en cuenta dos factores extemos a las colonias americanas: per una parte, estan los intereses monopolisticos de los mineros andaluces de Almadén (uno de los asientos mineros de mercuric mas famosos del mundo). Pcr otra parte, existe un creciente deseo de les productores de plata coloniales de importar mercuric desde China hacia América. Esta acci6n mejoraria sus beneficios en el Peru, rompen’a les precios de la competencia peninsular y pcdrian aduefiarse de una enorme riqueza con la que favorecer otros intereses gremiales. Un precursor en la descripci6n de las relaciones comerciales entre Asia y la América colonial espafiola fue Juan de Solérzano y Pereira (1575-1655), en su Politica Indiana (Ochoa Brun, 1972). Un estudio mas reciente se encuentra en José de la Puente Brunke (1991). Sobre el papel desempefiado por las 6rdenes religiosas, especialmente les jesuitas, en esta relaci6n comercial-espiritual oceanica (Atlantica y Pacifica), se pueden leer las ccntribuciones de Rubén Vargas Ugarte (1963, 1981), Charles Boxer (1967), Carlos Alvarez Taladriz (1979), y Teodoro Hampe (1985). De la época colonial en concreto, se encuentran referencias en Francisco Colin ([1600] 1900), Anellc Oliva ([1631] 1895), y en muchos documentos que cita Fernando Iwasaki en su libro de 1992, ademas de la enciclopédica Monumentilndica y los Catalcgos de pasajeros a Indias. Ver bibliografia para todos los ejemplos citados. 0 La cita dice: "[...] y asi pasaron veinte y dos afios, hasta el afio de mil y quinientos y sesenta y siete, que se hallo el azogue por ingenio y sutileza de un lusitanc, llamado Enrique Garcés, que lo descubri6 en la provincia Huanca, que no sé per qué 1e afiadieron e1 sobrenombre Uillca, que significa grandeza y eminencia, si no es per decir e1 abundancia del azogue que alli se saca, que sin lo que se desperdicia, son cada aiio ocho mil quintales para Su Majestad, que son treinta y dos mil arrobas. Mas con haberse hallado en tanta abundancia, no se use del azogue para sacar la plata con él; porque en aquellos cuatro afies no hubo quien supiese hacer e1 ensayo de aquel menester, hasta el afio de mil y quinientos y setenta y uno, que fue el Peru un espaficl que se decia Pedro F emandez de Velasco, que habia estado en Mexico y viste sacar la plata con azogue, 236 come larga y curiosamente lo dice todo el Padre Maestro Acosta, a quien vuelve a remitir al que quisiere ver y oir cosas galanas y dignas de ser sabidas" ([1609] 1985, II: 207- 208) 31 A causa de la presi6n que la Corona espafiola recibi6 per parte del Vaticano y del impulse de Bartolomé de las Casas y la Escuela de Salamanca, e1 sistema de la encomienda fue redefmido entre 1540 y 1560. Estos cambios, que también tenian un componente eccn6mico y de control del creciente poder de los encomenderos reforzaron (en teoria) la posicién del Rey en el regimen colonial. Karen Spalding entiende estos cambios asi: "The crown protected the real supremacy of the nobility by appropriating its powers of jurisdiction and using them to reinforce the control and subordination of the peasant masses, and to maintain the flow of surplus from below to the aristocracy" (1984: 157). Este transito de dinero continu6 durante muchc tiempo y se reforzé a medida que las necesidades econ6micas de la Corona aumentaban. Segun recoge John Hemming, las autoridades espafioles empezaron a vender las encomiendas a les encomenderos del Peru a finales de la década de 1550-1560. Como hemos viste, estas fechas coinciden con el descubrimiento de les grandes yacimientos mineros del Virreinatc de México y del Virreinatc del Peru. El precio, segun Hemming, era de 7,6 millones de pesos que equivalia a 7 afios de tributes reales por poseer una encomienda (1970: 386). El historiador Efrain Trelles (1982) ha descrito en detalle la encomienda que consigui6 Lucas Martinez Vegazo (circa 1511-1567) en la época inicial de la conquista del Estado Inca. 32También se dan alteraciones de la sensibilidad, pérdida de la memoria, hiperexcitabilidad y disminuci6n de les reflejos Puede haber consecuencias a large plazo, con dafio renal, bronquitis, neumcnitis intersticial, inflamacién pulmonar, saber metalico, aumento en la salivaci6n, inflamaci6n de la mucosa bucal y de las encias, tos, dolores de echo, diarrea, v6mito y hemorragia. 3 Las mismas autoridades coloniales y el sistema imperial se dieron cuenta del problema ya que juntc con otros factores de la conquista del 'Nuevo Munde", la poblaci6n indigena estaba muriendo en numeros alarrnantes. Este oblig6 a les grupos dominantes a tomar medidas que paliasen 1a carencia de mane de obra como la importaci6n de esclavos afi'icanos. Asi se produjo en los afios iniciales de la colonizaci6n del Caribe y mas adelante en zonas de Mescamérica y en areas costeras. Desde el punto de vista econ6micc, esta situaci6n cre6 nuevas posibilidades para quien pudo/supo aprovecharlas ademas de poner una presi6n afiadida sobre la estructura productiva del sistema colonial americano. En la zona andina, esta importacion de mane de obra esclava africana estaba destinada a compensar la pérdida de trabajadores indigenas por la dureza de las obligaciones impuestas con el sistema de mitas y encomiendas. Sin embargo, su puesta en practica se encontr6 con otros problemas que comentaremos mas adelante. 3" Esta misma idea aparece recogida en el “Préloge a les letores cristianos espaiioles”, en donde Guamén Pema escribe: “[...] Cristiano letor, ues aqui toda la ley cristiana. No e hallado que sea tan cudicioso en ere ni plata les yndios, ni e hallado quien deua cien pesos de mentircso ni jugador ni peresoso ni puta ni puto ni quitarse entre ellos que bosotros lo tenéys toda ynobedente a buestro padre y madre y perlado y rrey. [. . .] Disis que a aués de rrestituyr; no ueo que lo rrestituys en uida ni en muerte. Paréseme a mi, cristiano, todos bosotros cs condenays a1 ynfiemc.” (Tome A [1610] 1987, pagina 370). 237 T“ También Guaman trata este tema en su serie de laminas sobre la “Conquista”. Per ejemplo, en “Conqvista / Gvaina Capac Inga / Candia, Espai'rol”, escribe: “Y pregunt6 a1 espafiol qué es lo que comia; rrespende en lengua de espafiol y por sefias que le apuntaua que comia oro y plata. Y acina le dio muchc oro en pclbo y baxillas de oro. Con todo ello 1e mand6 tomar otra ues con el chasque a1 puerto de Sancta. Quandc lleg6, dizen que el conpafiero se abia muerte y anci se fue este dicho Candia a Espar'ia con su oro y plata y rrequiesas” (Tome B [1610] 1987, 369-370 [371-372] paginas 376-77); y en “Conqvista/ Don Francisco Pizaro 1e qvema en vna casa a Capac Ape [poderosc sei'ior] Gvaman Chava, pidiendo oro/ iDaca oro y plata, yndios! /Lcs seficres principales tapeado 1e uema. /en el Cuzco/”z (T omc B, 396 [398] paginas 404-405). 3 La aparici6n en la vida colonial del Virreinatc del Peru de personajes hist6riccs como el Virrey Francisco de Toledo retras6 1a desaparicién completa y masiva de la poblaci6n indigena. Per 10 menos, bajo su gobiemo colonial (1569-1581) se intent6 minimizar el impacto de aquellos aspectos de la vida en el Peru colonizado que eran controlables en funci6n de los conocimientos y de la tecnologia de la época siempre y cuando no perjudicasen e1 rendimientc econ6mico de las posesiones Imperiales. La llegada de Francisco de Toledo coincide con la muerte del lider indigena Tito Cussi (mayo/junio de 1571). Parece que el virrey no habia tenido tiempo de situarse cuando se encontr6 con el problema afiadido de la actitud hostil indigena contra les europeos. De lo que pas6 a continuaci6n existen interpretaciones y pecas evidencias, aparte de resultados documentados come la derreta de les restos del ejército incaico, 1a toma de Vilcabamba impulsada per Toledo, e1 ajusticiamientc del lider Tupac Amaru, e1 procesamiento de la nobleza indigena que apey6 este movimiento subversive contra las autoridades imperiales personificadas en Toledo, y la hispanizacién del resto de la nobleza indigena. Para completar la caracterizaci6n del virrey Toledo, véase 1a lamina que Guamém Pema 1e dedica sobre su fallecimiento en Espafia: “Bven Gobiemo / Don Francisco de Toledo se mvri6 en Castilla [. . .]”, donde dice: “[. . .] De les males que abia hecho en este rreync, aci al Ynga come a les prencipales yndios y a les conquistadores deste rreync, ues aqui, caballeres, la soberuia que tiene un mandado pobre” (Tome B 458-459 [460-461] paginas 468-469). 36 La reforma de la mita prehispana tuvo efectos inmediatcs en la economia y sociedad coloniales. Per ejemplo, en 1578 se consigui6 reclutar a 14.181 trabajadores y la cifra (segun Luis Millones, 1995) no baj6 sustancialmente hasta 1650. 37 Gregory Shepherd afiade a esta lista de despropésitos uno mas cuando apunta que otra de las dificultades para los indigenas sometidos a la mita era 1a ardua jomada desde y hacia las minas impuesta a les trabajadores (2002). E1 concepto de mita ya existia en la época prehispana en el Tahuantinsuyo o Estado Inca. Consistia en conseguir mane de obra, generalmente de las poblaciones subordinadas, para proveer las necesidades materiales de la estructura imperial incaica. Sin embargo, una de las diferencias entre ambos sistemas ‘laborales’ era que el trabajo bajo la dominaci6n incaica no solia terminar en la muerte del trabajadcr aunque e1 medic y las condiciones laborales fueran muy hostiles. 38 A estas duras condiciones se refiere Luis Capoche en su R_elaci6n general del asientc y 11113 Imperial de Potosi (imprese en 1959) cuando recoge la siguiente opinion de Joseph de Acosta: “aprobando y confirmando Vuestra Excelencia e1 dicho rescate de metales y ‘ 238 poniendo silencio a los que han pretendido y pretenden ccntradecirlo, se puede seguir dafic a la conciencia de los indies” (citado por George Shepherd 2002: 46). Las partidas de mitayos que se dirigian desde los pueblos es uno de los aspectos mejor descritos por los crenistas de la época. Carlos Contreras ofrece informaci6n sobre el trabajo de las mujeres y su participaci6n en el éxito econ6mico de la mita peruana y recoge el siguiente testimonio de un mitayo: "Estaban tan llencs lcs caminos, que parece que se mudara e1 reinc" (en Oliart 2003, 103). Sobre este aspecto, también escribi6 en su MemoriaJde las histoms del Nuevc Mundo Piru ([1630] 1957), fray Buenaventura Salinas (Sancho de Salinas y C6rdova). 39 La elevada mortandad indigena en numeros totales se debe a varios factores, pero principalmente a que en proporci6n constituian el grupo colonial mas rentable para la explotaci6n de las minas. Aunque existia 1a creencia popular de que los esclavos africanos y sus descendientes no se adaptaban bien a la altura, lo cierte es que el precio de un esclavo y los otros gastos asociados con su ccntrataci6n (transporte desde las zonas de embarque en Africa, page a intermediaries, escalas en los sucesivcs puertos coloniales, viaje a aproximadamente cuatro mil metros de altura en los Andes, enfermedades, fugas) no hacian su uso competitive financieramente. Para mas informaci6n ver Roland Fage Oliver (1962), Magnus Momer (1970), Luis Millones (1971, 1995), Richard Price (1973), Wilfredo Kapsoli (1975), Frederick Bowser (1977), Carlos Deive (1980), German Peralta (1990) y Norman Whitten (1992), en bibliografia. 4° Una muestra mas de este hecho se puede encontrar en otra relaci6n de la época. En el Memcgrial de lashistorgs del Nuevc Mundc Piru (1630), fray Buenaventura Salinas se refiere de esta fcrrna al famoso yacimiento del Cerro de Potosi y a c6mo las riquezas del mismo sirven para que el Imperio espafiol se mantenga active en los multiples frentes que tiene abiertes: “[...] Vines dulcemente para Felipe IV. para sus Secessores, para sus Reynos, para la Religion y la Iusticia: viue para cumplir tan peregrincs desseos come tiene Espafia: viue para pagar las ansias de todas las naciones estrangeras que llegan a agotar tan dilatados senos: viue para rebenque del Turco; para embidia del More, para temblor de Flandes, y terror de Inglaterra” ([1630] 1957, 268). 41 El libro America en el siglo XVHI. Les primeros Berbones W.AA (Madrid: Rialp, 1989), recoge con gran cantidad de detalles este tipo de trabajo en las explotacicnes mineras, sobre tcdo en la tercera parte “Los Reinos Indianos”. 42 Seria util averiguar cuantas veces fue representada la pieza exactamente y en d6nde para completar este aspecto de la investigaci6n. La segunda referencia a la sociedad colonial contemporanea de Juan Espinosa Medrano se presenta un poco mas avanzada la pieza teatral. El letrado criollo también presenta esta referencia en el marco de una escena c6mica, a1 igual que hemos viste en el ejemplo anterior de la situacién en los yacimientos mineros. En este caso Raquel Chang-Rodriguez (1999) indica que el autor relaciona “un cabr6n” al que hay que ordeiiar con el sistema legal (juristas, oidores). La mediaci6n se realiza pcr medic de Bate, unc de los personajes de Amar su propia muerte. Tradicionalmente, este animal ha sido mencionado por su utilizaci6n en ritos satanicos y en sacrificios en donde e1 alcohol es parte importante de las celebraciones. Tiene por lo tantc una connotaci6n negativa. Asi lc recoge Covarrubias: “Es symbolc del demonic, y en su figura cuentan aparecerse a las bruxas y querer ser reverenciadc dellas” (256). En la escena que comentamos, unc de los criados esta ordefiando una cabra. Un segunde criado 239 ‘-‘ identifica a este animal con un cabr6n con barba (=un cider o juez): Bate: Leche han tenido las cabras / que es un juicio. / Tené bien, no se derrame, / que muesama se mand6/ que en un odre 1e guardase / de aqueste blancc licor. / Finadome est6 de risa, / Moscc, de lo que es pas6. / iQue Moscc errandc las ubres / hey ordefiare un cabr6n! / Mosco: Mentis, no fue sino cabra. / Bate: Con mas barba que un cider / (Sale Dina con unas botellas) Dina: Dura todavia e1 pleito / de que el chivato ordefi6 / Mosco: Si fuera cabr6n (,qué leche / tuviera o cemiérais vos? / Bate: Comiera por vos / la leche de perra que vos par16. [. . .] Bate: No, / si e] cabr6n es primerizc / tendra la leche mejor (III, 12: 312-313). Una vez mas, e1 Diccionario de Autoridades aclara e1 significado de la palabra “cabr6n” que en una de sus acepciones es: “Llegar y se tomare infame, que no puede 1 er hombre de bien, llega cabr6n” (34). En el parlamento de Bate en este fragmento de la pieza se critican los vicios asociados con la corrupci6n personificada en poderosos miembros de la élite judicial. Este personaje hace referencia a la baja preparaci6n y calidad de los jueces primerizos, probablemente les recién llegados de la Peninsula para ejercer su cargo en puestos de responsabilidad de la sociedad colonial. También se puede referir a 31 tipo de favores que realizan, caracterizados per les malos resultados. Per mediaci6n de este criado, el autor sugiere (entre otras caracteristicas negativas), que les oidores llevaban una vida privada dominada por el exceso. Asi lo indica Covarrubias cuando recoge el término “cabr6n”: “Animal conocidc, symbolc de la luxuria” (256). El autor Espinosa Medrano articula de esta forma el descontento de un sector de la sociedad colonial con el sistema judicial y sus servidores publicos. Este segmento de representantes del imperio esta dominado per 103 espaficles y por sus alidados en la sociedad colonial. Estos grupos estén mas interesados en promover su propie beneficio, y los intereses del imperio a1 que sirven. El funcionamiento del sistema judicial en las colonias hispanoamericanas estu preparado de forma que facilita e1 establecimiento de un poder judicial dependiente del poder politico-administrativo. Este limita enormemente la eficiencia del aparato judicial en cuando a aspectos tan relevantes como la transparencia, 1a equidad o la rapidez. Es en cierta forma un sistema de justicia a1 servicio de les grupos dominantes que son quienes escriben, promueven e interpretan las leyes. 43 La producci6n del poeta Juan Caviedes es un ejemplo de c6mo se puede recurrir a la critica directa en el marco del Peru colonial. Sin embargo, e1 hecho de que este letrado cultivara e1 discurso de la satira supone una presentaci6n/recepci6n diferente pues la criticaes esperable come ingrediente de este género/discurso literario. Este protege al artista pues 1a burla esta justificada por el medic usado para presentarla. 44 Este no quiere decir que los grupos subaltemos coloniales carecieran de oportunidades de recurrir al sistema judicial en la defensa de derechos e intereses. Durante mi investigaci6n en el Archive General de Indias (Sevilla) en agosto del 2005, lleg6 a mis manos per error una pila de documentos que describian cases de sujetos coloniales (en particular, ex-esclavos) que habian puesto demandas judiciales contra sus antiguo/as duefic/as. Esta posibilidad no garantizaba, en cambio, e1 éxito de les demandantes, y muchos sujetos terminaban per renunciar a1 proceso de reclamaciones por cansancio y retiraban les cargos. Uno de los ejemplos mas destacados de las letras coloniales que recoge la situaci6n en las minas del Virreynato del Peru es la Nueva Cor6nica y buen gobiemo de Guaman Pema de Ayala (Murra, Adomo y Urioste 1987). En varias ilustraciones Guaman Pema formula comentarios explicitos sebre este tema de la 240 economia colonial. Per ejemplo en Tome B, 525-530 [529-534] paginas 540-546 y 532- 533 [536-537] paginas 546-549: “Corregidor de minas”, “Capitvlc de los mineros”, “Minercs”: recoge c6mo los corregidcres de minas maltratan y castigan a les indigenas en los campamentos. En 531 [535] pagina 546: “Minercs / Indie Capitan Alqvila”: un indigena 'alquila' a ctrc para que preste su turno de servicio en la mita minera, puesto que 6] esta enfennc. En otras ilustraciones en el Tome C, 1045-1046 [1053-1054] paginas 1128-1129: "Civdad La Villa de Castrovirreyna”: muestra la villa minera de Castrovirreina y escribe:“[...]Y son cristianicimos de mucha caridad, amor del pr6gimo, aunque maltrata a los pobres yndios cirues y no les paga bien sus jomales ni 1e da de comer y maltrata a los caciques principales, capitanes, aunque no se muere tantc”; también representa la “Civdad La Villa Rica de Orcpesa de Guancabilca” (=de Huancavelica) en 1047-1048 [1055-1056] paginas 1130-1131, con el siguiente comentario: “minas de azogue en la dicha mina se acaua les yndios [...] Y después de que les principales pidiercn justicia de c6mo se acauaua los yndios de su ruridici6n de las dichas minas, uino e1 birrey don Juan, marques, a rremedialo y a ordenallo. No pudo c6mo ni de qué manera. Y anci lo dej6, e1 qual se muere y se acaua los yndios en los pueblos y quedan sclas las yndias y quedaran yermo”. Sobre la importancia de la mineria y en particular del yacimiento de San Luis de Potosi para el imperio espafiol, Guaman Pema escribe en otra ilustracién lo siguiente: "Pcr 1a dicha mina es Castilla, Roma es Roma, e1 Papa es el Papa, y el rrey es monarca del mundo. y la santa madre yglecia es defendida y nuestra fe guardada por los quatro rreys de las Yndias y por el enperador Ynga. Ahora lo podera e1 apa de Roma y nuestrc seiior rrey don Phelipe e1 terzerc" (Tome C: 1057-1058 [1065-1068) paginas 1140-1141. Sin embargo, Guaman Pema también recoge comentarios positivos en algunos momentos. Per ejemplo, en Tome C: ([1013-1014] 1021-1022) paginas 1096—1097: “Civdad La Villa de Conchocos, Minas de Plata”: [...] Y es tierra fria y buencs mineros y buena gente que no tiene tantc daiic ni mal tratamiento de los caciques prencipales y de les yndios como en ctras uillas y minas. Y 1e pagan a les yndios rrazcnablemente y no se muere tantc como en las minas de azogue. Y tienen bastante comida y son grandes seruidores de Dios y de su Magestad y buenos cristianos”. Por estos motivos, lcs tratadistas coloniales se referian a la mineria como «el nervio» 0 «e1 eje» de la economia colonial. 45 También se hallan ejemplos en otras culturas come precelombinas. Para mas informacion sobre este aspecto en la zona del Caribe, ver Marcie Velez Maggiolo: “Las sociedades originarias del Caribe” (en Rojas y Murra 1999, 571-586); sobre Anahuac (y sobre sociedades anteriores), ver Manuel Galich (2004). Para la zona del Tahuantinsuyo (y sobre civilizaciones anteriores), ver John V. Murra: “El Tawantinsuyu”, Maria Rostowroski: “Las sociedades ccstefias centroandinas”, y Durcio Bonavia y Franklin Pease G. Y.: “Sociedades serranas centroandinas” (en Rojas y Murra 1999, 481-494; 413- 428 y 429—444, respectivamente ), y Manuel Galich (2004). 46 Otros factores eran la superioridad tecnelégica de los europeos (armas), el uso de los caballos, los estragos que causaban las enfermedades importadas con los espafioles ante las que el sistema inmune de la poblaci6n indigena carecia de mecanismos de autodefensa. Un descubrimiento llamativo relacionado con este aspecto de la conquista del Estado Inca ha sido sacado a la luz recientemente. En la edici6n digital de «El pais» del (15 junio 2007) y en otros peri6dicos, se die noticia del exhaustive estudio que so 241 estaba llevando a cabo de unos cuerpos encontrados per casualidad cuando se estaba preparando e1 terreno para construir una autopista en las afueras de la actual Lima (Peru). La noticia tiene interés porque entre les restos humanos encontrados se puede hallar la' primera evidencia cientifica de un sujeto indigena muerte viclentamente a causa de las heridas causadas por el emplec de un mosquete espafrcl (crificios en el cranec). Tanto les articulos de la prensa come un documental estrenadc las semanas siguientes en el canal publico estadounidense PBS, (producido per National Geographic), apuntaban a la gran probabilidad de que se trate de un grupo de indigenas que participaron en la primera gran rebeli6n Inca contra los espafioles que tuvo lugar e1 10 de agosto de 1536, en la zona de Lima. Los acontecimientos de esos dias han sido estudiades per Maria Rostworowski y Efrain Telles, y poco a poco sus hip6tesis van siendo demostradas gracias a les hallazgcs arqueolégicos, apoyados per evidencias de la investigaci6n interdisciplinaria que requiere un caso come éste. 47 Se calcula que Francisco Pizarro recibi6 la ayuda de unos 2.000 indigenas. Perc la cifia podria ser muy superior. Para mas informaci6n se puede consultar la investigaci6n de Maria Rostworowski (1988, 1989) y de Efrain Trelles (en Oliart 2003). 48 Ver los estudios de Luis Millones (1981, 1985), Maria Rostworowski (1983), Franklin Pease G.Y. (1992) o Millones y Onoki (1994), en bibliografia. 49 Ver en biblicgrafia: Zuidema (1964), Kusch (1970), Millones (1987), Rostworowski (1988), Bouysse-Cassagne y Harris (1992), Pease (1992), Silva Sifuentes ( 1995), Chang- Rodriguez (1999), Mignolo (2002). 50 En otra parte, también recoge e1 término pachacuti de la siguiente forma: “[...] e1 castigo de Dies 1e llaman [los incas] pachacuti (el que transforma la tierra)” (Tome A [1610] 1987, 94-95 [94-95] paginas 86-87).También e1 Inca Garcilaso de la Vega se ocupa del término Pacha en sus Comentarios reales, sobre todo en el Vol. I capitulos IV y V, ([1609] 1985). El prefijo Pacha ha sido estudiadc por Grimaldo Rengife Vasquez segun recoge Walter Mignolo. En su lectura de los comentarios de Rengife Vasquez, Mignolo apunta que Pacha no es un dies en la cosmologia andina sino un orden de cosas. A continuaci6n cita a Rengife Vésquez quien especifica: "'Form of life' is used in this text to mean not the exterior aspect of customs of a person or a collectivity, but rather the distinctive singularity with which each one of the living beings that inhabit the Andean Pacha present themselves in any particular circumstances. Similarly, each form of life, be it a llama, the chulpi com or don Juan Quispe, has its cycle of life, its manners of being, its attributes which differentiate it from other runas, potatoes or com" (en Jane E. Mangan, 2002: 493). 51 Los temblcres de tierra fueron frecuentes durante todo el periodo colonial. Varios destacarcn per su capacidad destructiva. Per ejemplo, hay datos sobre terremetcs en los siguientes afios de la época colonial que nos interesa: 1582, 1586, 1609, 1630, 1650, 1655 y 1687 (el de 1650 destruy6 gran parte del Cusco, hasta el punto que la aparici6n de los homenajes a1 Seficr de los Temblores puede remontarse a este memento en la historia de la ciudad; en 1746 se produjo en Lima probablemente e1 terremetc mas destructivo de la historia de la ciudad). Para mas informaci6n ver Alberto Giesecke y Enrique Silgadc (1981) 52 La primera publicaci6n europea sobre observaciones astron6micas en Sudamérica fue realizada en 1665 per Franciso Ruiz Lozanc (1607, Oruro-Peru- 1677, Ciudad de 242 Mexico). Este erudite, soldado y astr6ncmo escribi6 el Tratado de Cometas. obseryacién y juicio del $16 se vi6 en estaciudad de los Reyes, y generalmente en todo el Mundc, mt los fines del afio 1664 y principios de 1665. 53 Ya mencioné en el capitulo 2 algunos de estos rasgos cuando recurri a un estudio inicial de Jesé J. Arrom de 197 8. 54 Per ejemplo, John H. Rowe (1963) 0 Maria Rostworowski (1988), en biblicgrafia. 55 No es mi deseo sugerir que todos los personajes femeninos del teatro peninsular son pasivos. De hecho, existen ejemplos de mujeres que reunen caracteristicas similares alas de Jael y Débora en el teatro espafiol de la época. Una muestra temprana para el periodo que cubre esta investigacién se encuentra en la caracterizaci6n de Laureola, en Cércel de amp; (1492), de Diego de San Pedro. Este personaje alza la voz para reclamar mas autonomia del tutelaje de un sistema patriarcal en el que su padre, el rey, es el maximo representante. También Melibea en La Celestina (1499), de Fernando de Rojas; o Phebea, personaje femeninc principal en Ymenea (h. 1516), de Bartolomé de Torres Naharro, se pueden interpretar en esta direcci6n. Un estudio reciente que se acerta a este tema en diferentes areas de la sociedad peninsular de la época, y no solo en el teatro, ha sido presentado per Magdalena S. Sénchez y Alain Saint-Saéns (1996). Este trabajo apunta que el t6pico de la mujer con cierta autonomia permeaba la estructura de la sociedad p6eninsular de la época, y se reflejaba en la producci6n cultural del periodo. Una parte de la audiencia disfrutaba de este teatro importando porque servia a sus gustos e intereses. Otra parte de la audiencia colonial recibia gradualmente sesiones de adoctrinamiento ante lo que se reprentaba. Posiblemente, otros segmentos se maravillaban ante e1 exotismo o la novedad desplegados en el escenario y quedaban cautivados de la ropa, la parafemalia y otros elementos que contribuian a su asimilaci6n a la cultura dominante. Finalmente, come este teatro espaficl importado era representado fundalrnente en las ciudades, una gran parte de la poblaci6n colonial continuaba su dificil existencia ajena a todo lo que sucedia en las plazas y foros publicos controlados por los grupos dominantes. 7 La critica parece ser unanime cuando escribe que ni Francisco Pizarro, ni Diego Almagro se casaron. Tuvieron descendia con muj eres indigenas que les fueron regaladas come concubinas pero no parece que ccnfirmaran estas relaciones en forma de matrimonio, ante 1a ausencia de documentos oficiales. Para mas informaci6n ver James Lockhart (1972), Maria Rostworowski (1988, 1989), 0 Nelson Manrique (1993), en bibliografia. 58 Este también era un aspecto basicc en la organizaci6n de la sociedad incaica. Joseph de Acosta recoge asi sus impresiones: "[...] les adulterics e incestos con ascendientes y descendientes en recta linea, también eran castigados con muerte del delincuente. Pero es bien saber que no tenian per adulterio tener muchas mujeres o mancebas, ni ellas tenian pena de muerte si las hallaban con otros, sino solamente la que era verdadera mujer, con quien contraian prepriamente matrimonio, porque ésta no era mas que una [. . .] Esta tenia pena de muerte si la hallaban con ctrc, y el delincuente lo mismo, y aunque e1 maride perdonase, no dejaban de darles castigo, pero no de muerte" ([1590] 1987: 416-17). Guaman Pema recoge en varias ilustraciones este aspecto de la sociedad incaica. Per ejemplo, en una serie de laminas sobre los castigos hay una que en particular muestra la pena per infidelidad: “El terzero castigo. Castigo de adulteras”. Escribe Guaman: “ 243 Preguntaua ci se consentian les dos y para auello de castigar igualmente fue sentenciado a muerte, tirandole con piedras en el citio que le llaman uinpillay. Y ci le fuerza el hombre a la muger sentencia a1 hombre a la muerte; a la muger 1e sentencia ducientos asotes con scga de toclla y destierro a1 dep6cite de las monjas acllaconas para que cirua toda su uida en aquella casa. Ya no haze uida con su maridc porque fue afi'entada uachoc, adultera. [...] Y anci andaua la tierra muy justa con temoridad de justicia y castigos y buenos egenplos”([l610] 1987, 307 [309] paginas 304-305). 59 E1 segunde personaje femeninc representative es el de Débcra. Su papel es relevante per motivos diferentes que el de Jael. La influencia en la representaci6n de Débcra se construye desde una perspectiva doble. En primer lugar, Espinosa Medrano la representa como un personaje que tiene una s6lida capacidad de organizaci6n come lider de les hebrees (Chang Rodriguez 1999: 95). En segtmdo lugar, es uno de les personajes de la obra que en sus intervenciones canaliza elementos de las culturas prehispanas. Per ejemplo, destacan las profecias que forman parte de sus parlamentos. Con respecto a la primera caracteristica, el nombre de Débcra es mencionado en la primera escena de la pieza pcr medio de un comentario que realiza Sisara, e1 general de les ejércitos cananeos. Esta cita, que vimos antes, define 1a actitud despectiva de los lideres militares cananeos ante la funci6n social de les personajes femeninos (I, 1: 251). Aqui Sisara reconoce que ha oido del buen rendimientc (“fama”) de Débcra come lider de les hebrees. Al mismo tiempo, desde el punto de vista militar se presenta como un general que no tiene ningun reparo en evaluar a su favor el potencial enfrentamiento entre ambas escuadras. Este se ve cuando se refiere a1 peligro del ejército hebreo de esta forma: “ya que el riesgo es tan poco”. Sisara minusvalora la capacidad del anciano Barac (general de los hebrees), y también de su estratega Débcra. Este hecho revela la arrogancia del general de los cananees, lo que sera el elemento definitive de su derreta final ante lcs hebrees. Débcra es también instrumento de Espinosa Medrano en su recuperaci6n de rasgos caracteristieos de las culturas amerindias prehispanicas. Este se puede observar en las profecias que el personaje de Débcra manifiesta a 10 large del texto teatral. Como expliqué en la secci6n anterior, las profecias han sido identificadas come un componente del imaginario andino de Tahuantinsuyo aunque probablemente vienen de un periodo anterior. 60 El énfasis es mio. 244 "In CONCLUSIONES El analisis que hemos propuestc invita a una revisi6n de los discursos culturales del periodo colonial, en particular de aquellos producidos per grupos subaltemos. Nuestro acercamiento se ha centrado en el proyecto de tres letrados criollos subaltemos que consiguieron crear un espacio discursive propie en el dificil contexto colonial de les siglos XVI y XVII. Desde este espacio situado entre la subjetividad peninsular y la amerindia, desarrollan una trayectoria que gradualmente die lugar a la formaci6n de una identidad criolla. En mi opinién, todos los textos presentadcs son importantes porque constituyen una parte de la memoria hist6rica de la época colonial hispanoamericana que no suele ser recogida por las narrativas imperiales. Ademas, esta producci6n cultural transmite la voz del sujeto criollo subaltemc, la de otros grupos subaltemos (mediada por los criollos) y su visi6n del mundo colonial. Esta representaci6n es muy diferente de la “realidad” que ofrece e1 discurso de les grupos dominantes y se erige come una respuesta que tiene varias interpretaciones. Una parte del discurso criollo es un testamento de la ineficaz gesti6n colonial de los europeos y de la violencia de la conquista, ademas de un ejemplo de resistencia y subversion que es posible por la apropiaci6n que estos sujetos letrados realizan de la escritura y el alfabeto occidentales. La produci6n de sujetos coloniales cclonizadcs come nuestros tres autores criollos también revela que las sociedades postcoloniales formadas per una variedad de grupos subaltemos no son simples entes pasivos ante 1a penetraci6n dominante c hegem6nica. Segun manifiesta Gonzalez Stephan: “Nada tan equivocado come considerar la colonia [...] como una etapa inm6vil en pasiva reproduccién especular de las formas metropolitanas” (1987: 9). De ahi que la recenstrucci6n que hemos realizado 245 del papel que desempefiaron en su época letrados come Eslava, Llerena y Espinosa Medrano sea tan importante para entender c6mo se canalizan situaciones de descontento social y de busqueda/creaci6n de identidades, ademas de su representaci6n y diseminaci6n per medic de discursos mas o mencs accesibles a la audiencia colonial y, a veces, metropolitana. Cuando comentamos les aspectos criollos e indigenas (presentes o ausentes) de su producci6n, nos interesamos por el proyecto te6rico de un grupo de sujetos que en el periodo colonial se interrogaron por su existencia, su historia y por su propie desarrollo. Per medio de la interpretaci6n y analisis de los discursos culturales de estos sujetos criollos esta tesis contribuye, desde la perspectiva del siglo XXI, a un conocimiento sobre las sociedades coloniales hispanoamericanas en una época compleja como la posterior a 1492. Este “saber” es interdisciplinario y tiene sus raices hist6rico-culturales en un referente ancestral, las realidades precelombinas de lo que Occidente ha devenido en llamar America. Ademas, esta investigaci6n demuestra una vez mas la relevancia que tuvo y todavia tiene el “descubrimiento” de “América” en la Historia mundial per cuanto signific6 e1 ccmienzo de una realidad y el fin de una historia que no habian tenido contacto mutuo hasta la fecha. Hemos viste también c6mo esta identidad criolla se manifiesta inicialmente de forma ambigiia y a veces se articula per medio de contradicciones. Este se debe a que se perfila por medic de la copia y la manipulacién de discursos dominantes europeos de la época. En este sentido, responde a la explicaci6n que ofrece Jesé Rabasa: “colonial power constitutes the hybrid, the ambivalence of an undecidable and elusive subject that seems to reiterate, to mime colonial authority, but in the end reveals (blinds) the eye of 246 ’h power in its subversion” (1993: 14). Asi lo hemos sefialado en el analisis de Fernan Gonzalez de Eslava, en menor medida de Crist6bal de Llerena y de Juan de Espinosa Medrano. El primero constituye un ej emplo de letrado que se hace americano, siendo éste un cambio que se manifiesta en su producci6n de forma gradual desde su llegada a México en 1558. En este sentido, Eslava, siendo un sujeto en transito, comparte en una etapa inicial, la ortodoxia de la doctrina europea con la audiencia de sus Cologuios. Sin embargo, su producci6n refleja un giro ideolégico con la incorporaci6n de elementos que le situan en la 6rbita de la subjetividad criclla: algunos comentarios orifices a1 regimen colonial dominado por los europeos y elementos de esa nueva subjetividad que se permea en el uso del lenguaje. De esta forma, nuestrc analisis sugiere una evoluci6n en su pensamiento que es paralelo a su proceso de asimilaci6n a la cultura americana. El Entremés de las alcabalas, que analizamos en el capitulo 2, responde a una etapa avanzada de su proceso de criollizaci6n. La respuesta de las autoridades coloniales a la representaci6n del entremés apunta a la existencia de un distanciamiento entre les intereses y necesidades de les grupos coloniales hispanoamericanos. En el capitulo 3 hemos revisadc un texto de Crist6bal de Llerena. Dentro del marco sociocultural caribefio de su época, este letrado se implica directamente en el conflicto colonial atlantico a1 presentar un discurso anfihegem6nico y antiimperial. Sin embargo, ésta es una etapa inicial de la conciencia criolla que no va mas alla de la critica a1 sistema. Si consideramos la trayectoria hist6rica de este grupo subaltema echamcs de menos en su discurso una propuesta altemativa a la imperial eurepea. El Entremés analizado supone un paso intermedio entre las ambigiiedades del discurso criollo inicial y la consolidaci6n de la subjetividad del grupo criollo subaltemc que tratamos en el 247 ‘P capitulo 4. Asi pues, Feman Gonzalez de Eslava come Crist6bal de Llerena, adelantaron desde su experiencia colonial en Anahuac/ virreinato de México y la Audiencia de Santo Domingo en el Caribe, problemas similares que décadas después, arficula Juan de Espinosa Medrano en su discurso criollo desde el Tahuanfinsuyc /virreinato del Peru. Como consecuencia, nuestrc analisis revela que una parte de la élite cultural letrada colonial, y en particular algunos criollos, asumen una responsabilidad moral y un posicionamiento éticc relacionado con su pasado/presente cultural ccntemporéneo. Esta afirmacién de la diferencia con respecto a1 proyecto de dominaci6n colonial europeo lleva a algunos letrados a rcmper con la categorizaci6n binaria impuesta a los sujetos coloniales desde la dominancia. Beatriz Pastor ha resumidc esta situaci6n asi: in the context of a process of colonial domination there is only one alternative — the adoption of the discourse of power or silence- the same silence that the discourse of power imposed and perpetuated in the writing of the history of the conquest, with its different inflections and modulations of the voice of authority (1989:157) Las vacilaciones discursivas del siglo XVI dejan paso a un posicionamiento firme y estable de la idenfidad criolla en la producci6n cultural de este grupo en el siglo XVII. Como hemos defendido en el capitulo 4, Juan de Espinosa Medrano presenta una conciencia que se autodefine come criolla y un proyecto social especifico lejano a1 propuestc por los grupos dominantes peninsulares. El espacio discursive al que contribuye con su producci6n cultural no encaja en el marco referencial de conocimiento impuesto per Europa sobre las realidades americanas. El letrado cuzquefio recupera tradiciones distintas de las eurepeas en sus discursos y de esta forma, se resiste a la 248 negaci6n de las mismas que refleja la cultura europea transatlantica dominante. Esta negaci6n se hace presente en el olvido que manifiestan los grupos culturales dominantes (europeos fundamentalmente) del rice pasado del Tahuantinsuyo. En cierta forma, Juan de Espinosa Medrano construye un puente cultural que une e1 pasado indigena del Tahuantinsuyo con un presente y un futuro coloniales inciertcs, pero rechazando la dominaci6n imperial eurepea. En nuestra opini6n, es importante entender que estos letrados defienden la existencia de una cultura criolla que desde su punto de vista puede ser tan universal come las demas. Per ese intentan integrarla a1 resto del mundo con su contribuci6n. Este explica las numerosas referencias a la cultura occidental e indigena que se pueden encontrar en sus discursos (sobre todo en la producci6n de Espinosa Medrano). Otro aspecto relevante se refiere a la diversidad que existe en el discurso criollo que hemos sefialado y que apunta a que se trata de una subj etividad heterogénea. El resultado de la llegada de los europeos a un ‘nuevo’ territorio fue la desaparici6n gradual de la diversidad cultural y étnica prehispanica (modelos de vida y discursos de conocimiento). Este fue el resultado de un imperialismc europeo que carece de las herramientas adecuadas (o no esta interesado) para recoger la compleja realidad hist6ricc-sccia1 de Anahuac, del Caribe y del Tahuantinsuyo. Como contrapartida, la presencia europea provoca otra heterogeneidad, que esta condicionada durante e1 regimen colonial per la posici6n de dominaci6n de un grupo selecto de sujetos coloniales (espaficles e indigenas nobles). La heterogeneidad del discurso criollo es geografica, come reflejames en la producci6n cultural de les tres letrados seleccionados, pero también es social. En nuestra propuesta, usamos e1 concepto cultural de criollo que 249 _‘5 1N"! originalmente se refiere a les descendientes de espaficles en America y lo expandimos para incluir a les sujetos amerindics y espafioles asimilados a una agenda discursiva criolla mas o menos definida. Entre todos constituyen e1 archivo criollo que intent6 delimitar Anthony Higgins. Frente a la marea imperialista europea, algunas figuras letradas come los tres autores criollos subaltemos que hemos discutido, desarrollan una vez discursiva propia y antihegem6nica en la sociedad colonial hispanoamericana. Este conocimiento criollo también se diferencia de la visién censtruida en Anahuac, el Caribe y el Tahuantinsuyo por otros grupos subaltemos del periodo colonial. La mirada de Feman Gonzalez de Eslava y Crist6bal de Llerena sefial6 los problemas que creaba la articulaci6n del poder de las colonias. Su critica, desde el punto de vista criollo, se clvida en gran parte lcs otros sectores coloniales hispancarnericanes. Sin embargo, Espinosa Medrano, come criollo cenvencido, parece sefialar posibles acciones a llevar a cabo a les otros agentes culturales y sociales subaltemos del siglo XVII. Estas podrian derivar en un cambio en la situaci6n de subalternidad en la que viven que para la mayoria de la poblaci6n amerindia se agrav6 per la llegada de los conquistadores europeos al “Nuevc Mundo”. Desde les discursos de Eslava y Llerena, esta situaci6n de subalternidad es injusta y sefialan los problemas que suscita. Para Espinosa Medrano, esta situaci6n de subalternidad puede ser modificada. Aqui radica e1 contraste de su discurso con el de otros letrados subaltemos de su época, y en especial con las representaciones de los letrados criollos del siglo XVI que hemos viste. En particular, pensamos que el discurso de Amar su propia muerte transmite informaci6n sobre practicas y experiencias culturales de civilizaciones prehispanicas del territorio llamado Tahuantinsuyo (e1 antiguo Estado Inca), asi come de grupos coloniales subaltemos y dominantes del periodo pcstccnquista. 250 De esta forma, mediante la técnica de la yuxtaposici6n, Espinosa Medrano hizo visible para la audiencia del texto teatral dos contextos politico-sociales diferentes. Asi facilit6 que la audiencia pudiera construir una comparaci6n y estableciera un juicio sobre la situaci6n contemporanea que les habia tocade vivir come grupos coloniales post- descubrimientc, post-invasi6n y post-conquista. El autor también codifica, como mencionames arriba, algunos mensajes de una manera velada, en especial aquellos que hacen referencia a su realidad del siglo XVII. Con ello, Espinosa Medrano intenta cumplir dos objetivos. Per una parte, este método 1e permite apelar a la heterogénea audiencia de la sociedad colonial peruana. Esta se caracteriza per tener distintos niveles de recepcién que dependen de una compleja red de factores, desde psicclégiccs a econ6micos, pasando por los meramente funcionales. Per ctrc lado, Espinosa Medrano evita asi 1a accién de la censura que no permifiria una critica directa a las practicas coloniales del imperio, sobre todo las que originaren abusos e injusticias.1 En resumen, estos rasgos caracterizan la modernidad de su producci6n frente a otros discursos americanos de la época (dominantes o subaltemos) y frente a la cultura trasatléntica imperial espafiola.2 Los tres letrados criollos, cuyos trabajos hemos analizado aqui, intentan legitimizar sus practicas sociales y culturales para crear una “realida ” americana que unifique la otredad no-europea de las colonias. Desean, a veces sin darse cuenta, establecer un punto de referencia para un desarrollo futuro de una conciencia e identidad nuevas. Su producci6n subvierte la significaci6n que las cosas americanas habian adquirido después de casi setenta afios de practicas culturales dominadas por los europeos. De esta forma, impulsan e1 dinamismo de la agencia criolla e intentan 251 deconstruir un sistema de poder opresivo. Aunque e1 proceso de consolidaci6n de la hegemonia criolla es largo (culmina con los movimientos independentistas del siglo XIX), se puede rastrear su origen desde mediados del siglo XVI en discursos come las piezas teatrales que hemos analizado. Esperamos que el analisis presentado aqui sirva de contraste al mismo tiempo a los textos en los que se recoge la historia cficial y contribuya a subrayar que el subaltemc fiene la capacidad/poder de volver el mundo del revés.3 Nosotros creemos que su legado cultural es articulado come una reivindicaci6n criolla y expresa la idea y el deseo de que un mundo diferente es posible. Esta acfitud situa a estos letrados en una posici6n reivindicativa similar en contenido a la que habian manifestado durante el siglo XVI Fray Antonio de Montesinos, Fray Pedro de C6rdoba, Bartolomé de las Casas y otros letrados preocupados per la expansi6n imperial europea en America.4 También constituye una evidencia unica del mérito y la validez creativa que reclamaba Roberto Fernandez de Retamar para la cultura americana. Asi lo expresa este critico: [. . .] some Latin Americans are taken at times for apprentices, for rough drafis or dull copies of Europeans, including among these latter whites who constitute what Marti called “European America”. In the same way, our enfire culture is taken as an apprenticeship, a rough draft of a copy of European bourgeois culture (“an emanation of Europe,” as Bolivar said) ([1971] 1989, 5). Se trata de una actitud (1a europea u occidental) de visi6n degradada y estereotipada del sujeto colonizado que presenta el sujeto colonizador. Sin embargo, Siguiendo a Fernandez Retamar, los letrados criollos son sujetos que: “being on the fringe of both utopianism [...] and of the shameless ideology of plunder, stood in their midst opposed to the 252 conduct of the colonialists and passionately, lucidly, and valiantly defended the flesh- and-blooded aborigine” ([1971] 1989, 8). Pensamos que esta defensa es mas firme en el caso de Juan de Espinosa Medrano. Aun asi, todos estos autores pasan a la historia cultural de la América conquistada come un punto de referencia cultural en la lucha de los grupos subaltemos contra el primer Imperio de la Modemidad occidental. Estos suj etos aprovecharon las oportunidades que tuvieron para hablar sin preocuparse de quién estaba escuchando. 253 NOTAS ' La censura en este case no se ejerce de igual manera que en los cases que llevaron a la sanci6n de Feman Gonzalez de Eslava y Crist6bal de Llerena en el siglo XVI. En el caso de Peru, y en la época en que vivi6 Juan de Espinosa Medrano, ya habia en la zona andina bastantes antecedentes protagonizados per una instituci6n a la que era conveniente temer: 1a Inquisici6n. El Tribunal del Santo Oficio lleg6 a Peru en 1569 y permaneci6 active hasta 1813, cuando fue abolido por un decretc aprobado en las Cortes de Cédiz. La critica ha estudiadc con detalle varios cases desgarradores de c6mo cperaba este Tribunal: dofia Mencia de Luna (1635); Jorge de Silba; les comerciantes portugueses de Lima (1639). Ni siquiera algunos religiosos estaban a salvo de la actuaci6n de la Inquisici6n. Este es el caso de Francisco de la Cruz, quien lleg6 a Peru en 1561, fue procesado en 1572, y quemado en la hoguera en 1578. En total se han identificado cuarenta y cuatro personas que fireron condenadas a morir en la hoguera. Este significa que cuando Juan de Espinosa Medrano empezé a escribir, ya existia en la cultura de local un enorme «respeto» per las actuaciones de la Inquisici6n. Este influia en la fcrrna de escribir de les sujetos coloniales. Ver en bibliografia Jesé Medina (1956), Julio Caro Barcja (1970), Henry Kamen (1972), Ricardo Palma (1983), Pedro Guibovich (1990). 2 Siguiendo esta linea de pensamiento, cree que la posici6n de Juan de Espinosa Medrano en la cultura americana pcstccnquista y en la colonial en particular se puede entender en toda su dimensi6n si conectamos su producci6n con autores come Guaman Pema, Alva Ixtlilxcchitl y el Inca Garcilaso de la Vega. Walter Mignolo (en Jane E. Mangan 2002) sugiere estos tres nombres para proponer su relectura conceptual de las dos categorias que, en su opini6n, han dominado la cultura occidental desde 1492. Estas conforman e1 binomio «modernidad/colonialidad», y para Mignolo han marcadc el discurso occidental desde esa fecha. ' 3 [No es este acaso e1 efecto que tiene la satira que realiza Llerena en su Entremés? 4 Estos son seguidores de los enunciados y manifiestos politicos de miembros de la Escuela de Salamanca come Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Melchor Cane, Francisco Suarez y Luis de Molina. Se considera que este grupo de eruditos son los fundadores del derecho de gentes occidental modemo, ademas de haber desarrollado la legislaci6n que inspiraria afics mas tarde los ideales de las Revoluciones pcpulares mas influyentes de la historia modema y contemporanea: e1 movimiento de Independencia de EE.UU, la Revoluci6n Francesa, las Revoluciones de Independencia de les paises latinoamericanos, las revoluciones liberales eurepeas del siglo XIX o la Revoluci6n Rusa. 254 OBRAS CITADAS Diccionarios T esoro de la Lengua Castellana o Espariola de Sevastian de Covarrubias. Edici6n de Martin de Riquer. Barcelona: Horta S.A, 1943. Diccionario de Autoridades. Madrid: Gredcs, 1964. Edici6n facsimil de la impresi6n dc Francisco del Hierro, 1726. - Madrid: Imprenta de Francisco del Hierro, 1726. Diccionario critica etimolégico de la lengua castellana, Joan Corominas. Madrid: Gredcs, 1954-57 y 1973. Documentos y Textos Primaries Capitulo 1. Acosta, Joseph. Historia natural y moral de las IndiJas. [1590] Mexico: 1940 y Madrid: 1987. Cérdenas, Juan de. [1591] Problerna_s v secretes mmvillosos de las Indigg. Méxicc, 1591 y Mexico: 1913. Garcilaso de la Vega, E1 Inca. [1609] Comtflarios reales. Comentarios reales de los Incas. 2 vols. Madrid, 1829 y Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985. L6pez de Velasco, Juan. [1571-1574]. Geogr_afia y descripci6n universal de las Indias recopiladas nor e1 flmcgrafo-crcnista Juan L6pez de Velasco desde mile de 1571411 de 1574. Madrid: 1894. Sahagun, Bemardino. [1568] Histcfiageneral delas cosz_rs_de la Nueva Espafia. México: 1938. Capitulo 2. Fernan Gonzulez de Eslava. “Carta de Femén Gonzalez de Eslava a1 virrey don Martin Enriquez”, 2 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n V, Audiencia de Méxicc, 60, N.336/4/1-2. “Real orden del 1 de noviembre de 1571, per la cual Felipe II crden6 e1 cobre de la alcabala en la Nueva Espafia y en los restantes dominios de las Indias”, 12 folios. Archive General de la Naci6n de Méxicc, documentaci6n del fondo Indiferente de Real Hacienda. Use copia de la Bancroft Library de la Universidad de California, Berkeley. 255 “Bando del virrey Martin Enriquez de Almanza por el que se ordena e1 cobro de alcabalas a partir del 1 de enero de 1575”, 2 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n Patronato, 182, R.46/1/1-2. “Bande del virrey Martin Enriquez de Almanza per el que se describe en detalle el cobre de las alcabalas a partir del 1 de enero de 1575”, 12 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n Patronato, 182, R.47/1/1-12. “Carta de don Martin Enriquez Almanza a1 Presidente del Consejo de Indias”, 2 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n V, Audiencia de México, 19, N.150/1/1- 2. “Carta del Virrey don Martin Enriquez y de les oidores de la audiencia de México a1 rey don Felipe II, a prcpésito del Entremés de las alcabalas”, 2 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n V, Audiencia de México, 58, N69 /1/1-2. “Carta del arzobispo don Pedro de Moya Contreras al Presidente de les Reales Consejcs de Indias y Hacienda”, 7 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n V, Audiencia de México, 60, N.336/3/1-7. “Carta de les oidores de la audiencia de Mexico a1 arzobispo don Pedro de Moya Contreras per la que se le pide sean revisadas las comedias antes de ser representadas”, 4 folios. Archive General de Indias, Sevilla, Secci6n Patronato, 182, R.48/1/1-4. Guaman Pema de Ayala, Felipe. [circa 1610] Nueva Cor6nica Lbuen gobiemo. John Murra, Rolena Rolena y Jorge Urioste (eds). Madrid: Historia 16 / Sigle XXI: 1987. Capitulo 3. Crist6bal de Llerena. “Cartas de los arzobispos de la Espafiola”. Archive de Simancas, Eclesiastico, Audiencia de Santc Domingo, 1588. Estante 54, Caja 1, Legajo 9: 1-4. “Carta de Llerena”. Archive General de Indias, Secci6n de Santo Domingo, 1587. 12 N.29/1/1-4. “Carta del arzobispo L6pez de Avila a Felipe 11”, en Universidades. Fray Cipriano de Utrera. Santo Domingo: Padres Franciscancs Capuchincs, 1932. Capitulo 4. Juan de Espinosa Medrano. Acosta, Joseph. [1590] Historia natural y moraLl de las Indias. México: 1940 y Jesé Alcina Franch (ed). Madrid: Historia 16, 1987. An6nimo. mcién del sitio del Cusco y principio de las guerras civiles del Peru hasta la muerte de Diego de Almagro. Coleeci6n de libros y documentos referentes a la historia del Peru. Tome X, serie 2. Lima: Libreria-Imprenta Gil, 1934. Arzans de Orsua y Vela, Bartolomé. [1705] Historia de la villa imperial de Potosi. 3 vols. 256 Lewis Hanke y Gunnar Mendoza (eds). Providence: Brown University Press, 1965. Calancha, Antonio dc la. [163 8] Ccr6nica moralizada. Ignacio Prado Pastor (ed). Lima: Universidad Nacienal Mayor de San Marcos, 1976. Capoche, Luis. [1546 6 1613] Enema general del asientc y Villa Imperial dc Potosi. Lewis Hanke ct alia (eds). Madrid: Atlas, 1959. Catalogo de Pasajeros a Indias. 7 vols. Crist6bal Bermudez Plata (I, II, 111) y Maria del Carmen Galbin (IV, V, VI y VII) -compiladores-. Sevilla: Imprenta Editorial de la Gavidia, 1946-1986. Casas, Bartolomé de las. [1552] Brevisima relaci6n dc Mestrucci6n de lfldiaa. Madrid: F undaci6n Universitaria Espafiola, 1977. Colin, Francisco. [1600] Labor evangélica de les cbrercs de la Compafiia de Jesus en leg Islas Filipinas. 3 vols. Pablo Pastells (ed). Barcelona: SJ, 1900. Collapifia, Supno y otros quipcucamayos. “Relaci6n de la descendencia, gobiemo y conquista de les Incas”, en Francisco Carrillo (ed). Cronistas indies y mestizos. Vol. 1. Lima: Editorial Horizonte, 1991. Espinosa Medrano, Juan de. Apelegético [1662] Augusto Tamayo Vargas (ed). lu_an dc Espinosanedrano: Apologético. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1982. ----. La novena maravilla. [ 1695] Augusto Tamayo Vargas (ed). lu__an dc Espinosa Medrano: Apologéfico. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1982. ----. Amar su propia muerte. [ circa 1647-1650] Augusto Tamayo Vargas (ed). Juan de Espinosa Medrano: Apologéticc. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1982. Garcilaso de la Vega, El Inca. [1609] Comentzm'os reales. Comentarios rcaLes de los Incas. 2 vols. Madrid, 1829 y Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985. Guaman Pema dc Ayala, Felipe. [circa 1610] NuevaCcrénica y buen gobiemo. John Murra, Rolena Rolena y Jorge Urioste (eds). Madrid: Historia 16 / Sigle XXI: 1987. Oliva, Anello. [1631] Histcrgt del Peru y Varones Insignes en Santidad de la Ccmpafla de Jesus. Francisco Pazos y Luis Varela (eds). Lima: s/n, 1895. Oviedo y Herrera, Luis Antonio de. [1707] Santa Rosa de Lima. poem_a heroico. Edici6n Lima: Administracién del Peru Cat61ico, 1867. Padr6n de Indies dc Lima. [1613]. David Noble Cook (ed). Lima: Universidad de San Marcos, 1968. 257 Paredes, Julian de (ed). Recopilacién de leyes de les reyncs de las Indias mandadas imm'mir y publicar per. . .Carlos II. 4 vols. Madrid, 1681. Polo de Ondegardo, Juan. [1575?] El mundo de les Inca_s_. Laura Gonzalez y Alicia Alonso (eds). Relaci6n dc los fundamentes acerca del notable dafic gue resulta dc no guardar a les indies sus fueros. Madrid: Historia 16, 1990. Portocarrero, Pedro de Le6n. [1610] Discrici6n general del Reyno del Piru. em particular de Lima. Descripci6n General del Virreinatc del Peru). Boleslao Lewin (ed). Rosario: Universidad Nacienal del Literal, 1958. Salinas y C6rdova, fray Buenaventura (Sancho de). [1630] Memorial de las historiaglel Nuevc Mundo Piru. Lima: Universidad Nacienal Mayor de San Marcos, 1957. Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Jean de. Relaci6n de antigaedades deste reyno del Piru. Pierre Duviols y César Iticr (eds). Lima: Instituto Frances de Estudios Andinos, 1993. Scl6rzanc y Pereira, Juan de. [1648] Politicaflndiania. Miguel Angel Ochoa Brun (ed). Vols. 252-256. Madrid: Atlas, Biblioteca de Autores Espafioles, 1972. Teoria y critica Adomo, Rolena. “El sujeto colonial y la construcci6n cultural de la alteridad”. Revista de Critica Literaria Latinoamericana. 28 (1988): 55-68. Alberro, Solange. Del gachupin a1 criollo. 0 dc c6mo los espafioles dc Méxice dejaron dc serlo. Méxice: El Colegio de Méxicc, 1992. 23 edici6n 1997. ----.“Los franciscanos y la emergencia de la conciencia criella: Nueva Espafia siglo XVI”. J_arhbuch fiir Geschichte ven Stag, 32 (1995): 303-319. Alonso, Amado. Biografiafde Fern_2’1n Gonzalez dc Eslava. Buenos Aires: Facultad de Filosofia y Letras/ Instituto de Filologia, 1940. Alvarez Taladriz, Carlos. Espa_f1a en Extreme Oriente: Filipinas. China y Japén. Presencia Franciscan_a 1578-197 8. Madrid: Archive Iberoamericano, 1979. Anderson-C6rdoba, M. “Tainc Culture and Society”, en Samuel Wilson. Hispaniola. Tuscaloosa: U of Alabama P, 1990. Andrien, Kenneth J. “Corruption, inefficiency and imperial decline in the seventeenth- century, viceroyalty of Peru”. The Americas. 41. Washington: 1984. 1-20. ----. Crisis Ed Decline. The Vicergyallty of Peru in the Seventeenth Centurv.Albuquerque: University of New Mexico Press, 1985. 258 Arrom, Jesé Juan. El teatro dc Hispanoamérica en la épocaccoloniag. Habana: Anuarie Bibliografico Cubanc, 1956. ----.Esgucma generacional dc las letras hispanoamericanas. Bogota: Instituto Caro y Cuervo, 1963. ----. Historia del teatro hispanoamericano: Epoca Colonial. Méxice: 1967. ----. “Precurscres coloniales de la narrativa hispanoamericana: José de Acosta o la ficci6n come biografia”. Revista Iberoamericana 44: 104-105 (1978): 369-383. Artola, M. La Hacienda del Antigao Regimen. Madrid: Alianza Universidad, 1982. Bacigalupo, Marvyn Helen. A Changing Perspective. Attitudes toward Creole Society in New Spain (1521-1610). London: Tamesis, 1981. Bagu, Sergio. Eccnomia de la Sccied_ad Colonial. Buenos Aires: El Atenec, 1949. Bajtin, Mijail. Problemas de la Poética dc Dostoviesbr. Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica, 1986. ----- The Dialogic Imagination. Austin: U of Texas Press, 1988. Baker, Edward. (trad). Caliban and Other Essay; Minneapolis: University of Minnesota Press, 1989. Bakewell, Peter. Miners of the Red Mountain. Indian Labor in Potosi. 1545-1650. Albuquerque: Albuquerque U Press, 1984. (Mineros de la montafia roja. Madrid: Alianza Editorial, 1989). ----. MineriaySociedad en el Méxice Colonial. ZacaLtecas (1545-1650). Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica, 1984. Barriga, Victor M. Los mercedarios en el Peru en el siglo XVI: documentos inéditos del Archive General de Indias dc Sevilla. Arequipa: La Colmena S.A, 19003. Bastide, Roger. Las Americas ncggas. Las civilizaciones african_as en el Nuevc Mundo. Madrid: Alianza Editorial, 1969. Bcndezu Aybar, Edmundo. Q1 obra literaria peruana Méxice: Fondc de Cultura Eccn6mica: 1986. Benitez, Fernando. Los primeros mexicanos. Méxice: Ediciones Era, 1962. Beverley, John. Against Litemlre. Minneapolis/London: U of Minnessota Press, 1993. 259 Bhabha, Homi. “On mimicry and man”. The Location of Culture. London: Routledge: 1994. Bolton, Ralph y Mayer, Enrique (eds). Andean Kinship and Marriage. Washington: American Anthropological Association ,1977. Borah, Woodrow. Early Colonial Trade and Navegation between Mexico and Peru. Berkeley: Berkeley U Press, 1954. Borah, Woodrow. y Cook, Friend. The Indian Population of Central Mexico 1531-1610. Berkeley: U of California Press, 1960. ----. Essays in population history: Mexicog and the Caribbeaa. Berkeley: U of California P, 1979. Beuysse-Cassagne, T. y Harris, 0. “Pacha: En tome al pensamiento aymara”. En 11g reflexicnes sobre elmensamientc andino. T. Bouysse-Cassagne, 0. Harris, T. Platty V. Cereceda. La Paz: Hisbol: 1992. 11-60. Bowser, Frederick. The African Slave in Colonial Peru. 1524-1650. California: Standford University Press, 1974. (El esclavo africano en el Peru colonial: 1524- 1650. Méxice: Sigle XXI Editores, 1977). Boxer, Charles. The Christian Centurfln Jjamn. 1549-1650. Berkeley and LA: U of California Press, 1967. Boyd-Bowman, Peter. Indice gccbiografico dc 40.000 pobladores cspafioles en América en el siglo XVI. Tome 1: 1493-1519. Bogota: Instituto Caro y Cuervo, 1964; Tome II: 1520-1539. Méxice: Academia Mexicana de Genealogia y Heraldica, 1968. Brading, David A. The first America. The Spagigh Monarchy; Creole Patriots. and the Liberal State.1492-1867. Cambridge: Cambridge University Press, 1991. ----. Los orignes dcl naciogtlismo mexicano. Méxice: Era, 1984. ----.“Gobiemo y élite en el Méxice colonial durante e1 siglo XVIII”. W, 33 (1974): 611-644. Brave Arriaga, Ma. Dolores. “Festejes, celebraciones y certamencs”. En Historia de la literaturmexicana. Méxice: UNAM, 2002. Bray, Warwick. (ed). The Meeting of Two World; Europe and the Americas 1492-1650. Oxford: OUP/ The British Academy, 1993. Brenner, Fred. “Church, Crown and Commerce in Seventeenth Century in Lima; A Synoptic Interpretation”. En J_arbuch fiir Geschicte. Wirtschaft und Gesclschaii Lateinamerikas. Band 29. Weimar, Wien: Bchlan Verlag Kcln, 1992 260 Burkholder, Mark y Johnson, Liman L. Colonial Latin America. Nueva York: Oxford UP, 1990. Bux6, Jesé Pascual. La Iiteratara novohispana: Revision critica in propaestas metodologia; Méxice: Universidad Nacienal Aut6ncma dc Méxice, 1994. Cahill, David. From Rebellion to Indgpendence In The Andes: Soundings From Southern Peru. 1750-1830. Amsterdam: Aksant Academic Publishers, 2002. Carande, Ram6n. Carlos V y sus banguercs. Barcelona: Critica, 1977. Tome I. Carlson, Marvin. Performance: a critical introduction. London/New York: Routledge, 1996 Care Barcja, Julio. El sefior inquisidor Letras vidas por oficio. Madrid: Alianza Editorial SA, 1970. Cassa, Roberto. Historia Social y Econ6mica de la Republica Deminicana. Introducci6n a su estudio. Santo Domingo: Alfa y Omega, 1977. Tome I. Chang-Rodriguez, Raquel. Hidden messages: Rapresentafion and Reaiitance in Anderm Colonial Drama. Lewisberg (PA); London: Bucknell U P, Associated U P, 1999. ----.“Espcctaculo, liturgia e ideologia en un entremés dominicano del siglo XVI”. En Karl Kohut y Sonia V. Rose (eds.) La formaci6n de la cultura virreinal. I La etapa inicial. Frankfurt/Madrid: Vervuert/Ibercamericana, 2000. 249-260. ----(coord). Historia de la literatura mexicana. Méxice: UNAM, 2002. Ccl6n, Crist6bal. _Dflic del primer viaig. Barcelona: Nauta, 1965. Cisneros, Luis Jaime. “Espinosa Medrano, Juan de”. Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1995. Cole, Jeffrey A. “An Abolition Born of Frustration: The Ccndc dc Lemcs and the Potosi Mita, 1667-1673”. En The Hispanic American Historigal Review. Vol. 63, 2. North Carolina, Duke: Duke University Press, 1983. 307-333. Cook, David Noble. Tasa dc la visita general de Francisco de Toledo (1570-1575). Lima: Universidad Nacienal Mayor de San Marcos, 1975. ----. Demographic Collapse. Indian Peru. 1520-1620. New York: Cambridge University Press, 1 98 1 Comejo Polar, Antonio (ed). Discursc en loor delta poesia. Lima: Universidad Mayer de San Marcos, 1964. 261 ----.Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas. Lima: Horizonte, 1994. Cuevas, Padre Mariano. Documentos Inéditos del Sigle XVI para la Historia de México. Méxice: Porrua, 1914. ' Deagan, Kathlcecn y Cruxent, Jesé Maria “From Contact to Cricllos: The Archaeology of Spanish Colonization in Hispaniola”. En Bray Warwick, The New World. Oxford: Elsevier, 1975. Deive, Carlos. La esclavitud del negro en Santo Domingo. Santo Domingo: Musec del Hombre Dcminicano, 1980. Delgado Diaz del Olmo, César. El dialogc dc los mundos. Arequipa: Universidad Nacienal de San Agustin, 1991. Derrida, Jacques. Of Grammatology. Baltimore: Johns Hopkins, 1976. Durand, Jesé. “Baquianos y chapetones, criollos y gachupines. Albores de la sociedad Americana colonial”. Qgrdemos america_n_o_§ 87 (1956): 148-162. ----. El Inca Garcilaso. clasico de América. Méxice: Sep-Setcntas, 1976. Echeverria, Bolivar. El ethos barroco. Modemidad. mestizaje cultural y ethos barroco. Bolivar Echeverria, comp. Méxice: UNAM/El Equilibrista, 1994. ----. La modemjad de lo barrccc. Méxice: Ediciones Era/UNAM, 1998. Elliot, John H. “Self-perception and decline in early seventeenth century Spain”, Past and Present 74 (1977). 40-54. Erickson, Jon. “Appropiatien and Transgression in Contemporary American Performance”, Theatre Journal vol. 42, 1990. Fernandez, Teodesio. “Sobre cl Teatro dc Fernan Gonzalez de Eslava” en Anales dc Literatma Espaficla, 13 (1999). Foucault, Michel. Power/Knowledge: Scleced Interviews and Other Writings 1972-1977. Colion Gordon (ed). New York: Pantheon Books, 1980. ----.Thc Order of Things. New York: Random, 1973. France, Jean. An Introduction to Spanish- American literature. Cambridge: Cambridge UP, 1975. Frenk, Margit. Feman Gonzalez de Eslava. Villancicos. romnces. ensaladas y otras canciones dcvotas. Méxice: El Colegio de México, 1989. 262 Galich, Manuel (ed). Nuestros primeros prfles. La Habana: Casa de las Americas, 2004. Garavaglia, Juan C. y Grosso, Juan C. Las alcabalas ncvohispanas (1776-1821). Méxice: Archive General dc 1a Naci6n, 1987. Garcia-Abasolo, Antonio. Martin Enriquez y la referrna de 1568 en Nueva Espafia. Sevilla, Artes Graficas Padura: 1983. Garcia Bedoya, Carlos. lat literatura peruaaa en cl periodo dc estabilizacién colonial (1580- 1780). Lima: Universidad Nacienal Mayor de San Marcos y Fondc Editorial, 2000. Garcia Calder6n, V. “La literatura peruana (1535-1914), anexo dc Revue Hispanique. 31 1914. Gerbi, Antonello. The Dispute of the New World: The History of a Polemic. 1750-1900. Trans. Jeremy Mcylc. Pittsburgh: U of Pittsburgh Press, 1973. Giesecke, Alberto y Enrique Silgadc. Terremctos en el Peru. Lima: Ediciones Rikchay Peru, 1981. Ginebra, Danilo (cocrd.) Panorama del teatro domirricane. Santo Domingo: Corripio, 1984. Tome I. Gonzalez Stephan, Beatriz. La historioggafia literaria del liberalismo hispano-americano del siglo XIX. La Habana: Casa de las Americas, 1987. Greer Johnson, Julie. Satire in Colonial Spanish America. Austin: U of Texas Press, 1993. Guibovich, Pedro. “La cultura libresca de un converse procesado per la Inquisici6n en Lima”. En Historia y Cultura, 20. Lima: Musec Nacienal de Historia, 1990. Hampe, Teodoro. “Actividad mercantil del puerto de Lima en la primera mitad del siglo XVI”. Anuarie de Estudios Americanos XLH. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanes, 1985. 549-571. ----. El tributo indigena en cl Peru (siglos XVI-XVII). Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, SA / Oficina dc Educaci6n Iberoamericana, 1979. ----. “Relaci6n de los encomenderos y repartirnientos del Peru en 1561”. Historia y Cultura l2. Lima: Musec Nacienal dc Historia, 1979. 75-117. Hanke, Lewis. The Spanish Struggle for Justice in the Conquest of America. Philadelphia: University of Pennsylvania, 1949. ----. History of Latin American Civilization. Boston: Little, Brown and Co., 1967. 263 A's Hemming, John. The cgquest of the Incas. New York: Harcourt, 1970. Trad. _L_a conquista dc les Incas. Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica (FCE), 1982. Henriquez Ureiia, Pedro. Panorama hist6rico de la Literatura dominicana. Santo Domingo: Libreria Dominicana, 1965. Hernandez Astete, Francisco. La maier en cl Tahuantinsuyo. Lima: Pontificia Universidad Cat61ica del Peru / Fondc Editorial, 2002. Hernandez, Max. Memoria del bien perdido: identidad. conflicto y nostalgia en el Inca Garcilaso de la Vega. Madrid: Quinto Centenario, 1991. Higgins, Antony. Construcfing the Criollo Archive: Subjecasyof Knowledge in the Biblioteca Mexicana and the Rusticatio Mexicana. West Lafayette, Indiana: Purdue U Press, 2000. Icaza, Francisco de. “Crist6bal dc Llerena y los origenes del teatro en Nueva Espafia”. Revista de Filologia Espaficla. 1921 8.2 (1921): 121-130. ----. “Crist6bal dc Llerena y los origenes del teatro en la américa espafiola”. Santo Domingo: Panfilia. Afio I, 15 de Julio 1924. 5-7 Iwasaki Cauti, Fernando. “Conquistadores o Grupcs Marginalcs. Dinamica social del proceso dc conquista”. Anuarie de Estudios Americanos XLII. Sevilla: Escuela dc Estudios Americanos, 1985. 217-242. ----. Extreme Oriente y Peru en el _s_iglo XVI. Madrid: Editorial Mapfre, 1992. Kamen, Henry. La Inguisicién espafiola. Barcelona: Grijalbo, 1972. Kapsoli, Wilfredo. Subleflcicnes de esclavos en el Peru. Sigle XVIII. Lima: Universidad Ricardo Palma, 1975. Klaiber, Jeffrey. “Etica, abusos del poder y corrup_ci6n en el Peru: una perspectiva hist6rica”. En Violencia y crisis de valores en el Peru. Lima: Ponfificia Universidad Cat61ica, 1987. 178-198. Kohut, Karl. Q formaci6n de la cultura virreinal. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/ Vervuert, 2000. Konetzke, Richard. Coleeci6n dc documentos paraat historia de la formaci6n socigdc Hispanoamérica. 1493-1810. Madrid: CSIC, 1953. 6 volumenes. Kublcr, George. “A Peruvian Chief of State: Mancc Inca (1515-1545)”. En The Hispanic American Historical Review. 24, 2. North Carolina: The Duke University Press, 1944. 253-276. 264 Kupperman, Karen. America in Eurtarean consciousness. 1493-1750. Chapell Hill: U of North Carolina Press, 1995. Kusch, Rodolfo. Pensamicnto Indigcna y Pensamicnto Popular en America. Buenos Aires: Hachette, 1971. Lang, Mervyn F. El monapolio estatal del mercuric en el Méxice colonial (1550-1710). Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica, 1977. Las Casas, Bartolomé de. Historia dtms Indig. Méxice: Fondc dc Cultura Econ6mica, 1951. Lavallé, Bernard. Las promcsas ambigaas. Eps_avos sobre el criollismo colonial en los Andes. Lima: Pontificia Universidad Cat61ica del Peru, Instituto Riva-Agiiero, 1993. L.A.S.S.G (Latin American Subaltem Studies Group). “Founding Statement”. Boundary 2, 20 (Fall 1993); “Declaraci6n Fundacicnal”, en John Beverley, J. Oviedo y M. Arena (eds). Postmoderniflo en Latinoamérg. Boundary, 2. chr6n Savifi6n. Historia de la cultura dominicana. Santo Domingo: UNPHU, 1981. Tome 1. Leonard, Irving. Los libros del conquistador. Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica, 1953 Levillicr, Roberto D. Organizaci6n de la iglesia y 6rdenes religiosas en el virreinJato del Peru en cl siglo XVI. Madrid: Sucesores dc Rivadcneyra, 1919. Lizérraga, Reginaldo dc. Descripci6n breve de toda la tierradel Peru. Rio dc la Plata y Chile. BAE. Tome CCXVI. Madrid: Atlas, [1605] 1968. Loayza, Luis. “El Lunarejo”, El Sol de Lug. Lima: Mosca Azul Editores, 1974. Lockhart, James. El mundo hispanopcruzmo 1532-1560. Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica, 1982. ----. The Men of Cajamarca. Austin: The University of Texas Press, 1972. ----. Spanish Peru: 1532-1560. Madison: University of Wisconsin Press, 1968 Lehman Villena, Guillermo. “E1 inca Titu Cussi Yupanqui y su entrevista con el cider Matienzc (1565)”. En Mercurio Peruano. 166. Lima: Imprenta Lumen, 1941. 4-18. ----. “Los libros espafiolcs en Indias” Arbor 6 teme II nov-dic 1944: 221-249. ----. Historia delante dramatico en Lima durante e1 Virrein_at_o. Madrid: Escuela de 265 Estudios Hispanoamericanos dc la Universidad de Sevilla, 1945. ----. I_.as minas dc Huancavelica en los siglos XVI y XVII. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1949. ----. “Algunas notas documentales sobre la presencia dc Alemanes en el Peru virreinal”. Jahrbuch fiir Geschichte von Staat Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas 19. Verlag / K61n / Wien: 1982. ----. Los Regideres Perpetuos del Cabildo de Lima (1535-1821). 2 vols. Sevilla: Diputacién Provincial de Sevilla, 1983. Loomba, Anita. Colonialism/Pcstcolonialism. London: Routledge, 1998. L6pez Beltran, Clara. Estrucfirrafecon6micagle un_a sociedad colonial. La Paz, Bolivia: CERES, 1988. Maldonado Macias, Humberto. “Testamento y muerte dc Feman Gonzalez de Eslava”. Literatura Mexicana H. l (1991): 175-194. Mangan, Jane E. (ed). Intro: Walter Mignolo. José de Acosta: Natural and Moral History of the Indies. Durham / London: Duke U Press, 2002. Manrique, Nelson. El universe mental dc la conquista dc América. Lima: Deseo, 1993. Maravall, José Antonio. La cultura del Barroco. Barcelona: Ariel, 3a edici6n, 1983. Martinez, José Luis. Pasajcros dc Indias. Viajes trasatlanticos en el siglo XVI. Madrid: Alianza Editorial,l983. Martinez C., José Luis. “Kurakas, rituals c insignias: una proposici6n”. Historica. X11, 1. Lima: Ponfificia Universidad Catolica del Peru, 1988. 61-74. Mazzotti, José Antonio. Agencias criollas. La ambigaedad colonial de lag letrag hispanoamericanas. Pittsburgh: Instituto Intemacional dc Literatura Iberoamericana, 2000. ----. y Juan Zevallos (coord). Asedios a la heterogeneidad cultural. Libro dc homenaje a Antonio Comejo Polg. Filadelfia: Asociaci6n Intemacional dc Peruanistas, 1996. Medina, Jesé Toribio. Historia del Tribunal de la Inquisici6n de Lima. Santiago de Chile, Fondc Hist6rico y Bibliografico J .T. Medina, 1956. Mcnéndez Pelayo, Marcelino. Historg de la Poesar Hispanoamericafl. Madrid: V. Suérez, 1911-1913. Ministerio de Fomcnto. Cartas dc Indias. Madrid: Ministerio de Fomcnto, 1877. 266 Mignolo, Walter. “On the Colonization of Languages and Memories: Renaissance Theories of Writing and the Discontinuity of the Classical Tradition”. Comparative Studies in Society and Histogy 34. 1992: 301-335. ----. (ed.) Writing without Words: Alternative Literacies in Mesoamerica and the Andes. Durham: Duke UP, 1994a. ----. “Literary and the Colonization of Memory: Writing Histories of People without History”. En Deborah Keller-Cohen (ed). Literacy: Interdisciplinary Conversationa. Norwood, NJ: Ablcx, 1994b. 91-114. ----. “Misunderstanding and Colonization: The Reconfiguration of Memory and Space”. En S. Gruzinski y N. Wachtel (eds). Le Nouveau Monde. Mondcs Neuvcaux: L’eyperiéncc Américam. Paris: Editcns dc l’Ecole dcs Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1996. 271-350. ----. “Colenialidad del poder y subalternidad”. En Ileana Rodriguez (ed.), Convergencia dc Ticmpos. Estudios subaltemoa/ccntextos latinoamericancs. estado cultura subalternidad. Amsterdam/Atlanta: Rodopi B.V, 2001. 155-184. Millones, Luis. Peru colonial: De Pizarro a Tupac Amaru II. Lima: Corporaci6n Financiera de Desarrcllo (COFIDE), 1995. ----. “Los hechizos del Peru. Continuidad y cambio en las religiones andinas, siglos XVI- XVIII”, cn Cielc Abierto. Vol. 5, 15. Lima: Ccntrcmin Peru, 1982. 3-15. ----. “Las religiones aborigenes: continuidad y cambio en los Andes pcruanos”, en Theologika. Vol. II, 1. Lima: Facultad de Teologia de la Universidad Un16n Incaica. 75-90. ----. “Los ganados del Sei'ror / Mecanismos de poder en las comunidades andinas. Arequipa: siglos XVII-XIX”, en Historia y Cultura 11. Lima: Musec Nacienal dc Historia, 1978. 7-43. ----.“Gente negra en el Peru: esclavos y conquistadores” en America Indigena. Vol. XXI, 3. Méxice DF: Instituto Indigenista Interamericanc, 1971. 593-624. Millones, Luis y Onoki, Yoshic (eds). El mundo ceremonial andino. Lima: Editorial Horizonte, 1994. Morales Padr6n, Francisco. Fisonomia de la conquista Indiana. Sevilla, [1955], 1988. Morafia, Mabel. “Barroco y conciencia criolla en Hispanoamérica.” Revista de Critica Literaria Latinoamericana 28, 1988: 229-251. ----. Relecturas del Barroco de Indias. Hanover: Ediciones del Norte. “Apologias y 267 defensas: discursos dc la marginalidad en cl Barroco hispanoamericano”. 1994. 31-58. Moreno, Alfredo. El corregidor dc indies y la economia peruana en cl siglo XVII. Madrid: Instituto Gonzalo Fernandez de Oviedo, 1977. Momer, Magnus. (ed.) Race and Classes in Latin America. New York: Columbia University Press, 1970. Mox6, Salvador de. La alcabala: sobre sus origenes. concepto y naturaleza. Madrid: Consejo Superior de Investigacicnes Cientificas, 1963. Mowitt, John. “Foreword. The Resistance in Theory”. En Paul Smith (ed) Discemingthe Subject. Minneapolis: U of Minnesota Press, 1988: 9-23. Moya Pons, Frank. Manual dc Historia Deminicana. Republica Dominicana: UCMM, 1977. Murra, John y Adomo, Rolena. (eds). Felipfie Guaraan Pema dc Ayala. Nueva cr6nicay b_ueng0bierno. Mexico City: Sigle XXI, ([1605-1615] 1980). Nolasco, Flérida. Vibraciones en el fiempo. Dias de la colonia. Republica Dominicana: Santo Domingo, 1982. Oliart, Patricia (cd.). Territorio. Cultura e Historia: Materiales_para_1a renovaci6n de la ensefifla sobre la sociedad peruaaa. Lima: Gtz / PromPeru/ IEPE, 2003. Oliver, Roland F age J .D. Breve historia de Africa. Madrid: Alianza Editorial, 1962. Padgen, Anthony. The Fall of Natural Man. Cammbridge: Cambridge UP, 1982. ----. “Identity formation in Spanish America”. En Colonial Identity in the Atlanfic World. 1500-1800. Nicholas Canny y Anthony Padgen, eds. Princeton: Princeton University Press, 1987. 51-93. ----. y Lawrance, Jeremy (eds.). “Introduction”. Political Writinga. Dc Francisco de Vitoria. Cambridge: Cambridge UP, 1991. xiii-xxviii. Palma, Ricardo. “Anales de la Inquisici6n de Lima”. En Cappeletti, E. Tradiciones peruanas. Tome VI. Barcelona, 1983. 199-325 Paredes, Julian dc (ed). Recopilaci6n de las Leyes de los Reynos de las Indias. 4 vols. Madrid: 1681. Parry, J.H. The Sale of Public Office in the Spanish Indies under the Hapsburgs. Berkeley: U of California Press, 1953 Pasquariello, Anthony M. “The Entremés in Sixteenth-Century Spanish America”, Hispanic American Historical Review 32.1 (1952): 52-64. 268 Pastor, Beatriz. “Silence and writing: The History of the conquest”, en 1492-1992: Re/Discovering Colonial Wrifing. Minneapolis: The Prisma Institute, 1989. 121-157. Patterson, Annabel. “Censorship and interpretation” en The condifion of writing and reading in early Modern Englaaa. Madison: U of Wisconsin Press, 1984. Paul Arranz, Maria. “El teatro mexicanc en sus origenes: una revisi6n dc 1a obra de Feman Gonzalez dc Eslava”. En II Conggeso Iberoamericanc de Teaac: America yel Teatro Espafiol del Sigle de Oro. Edici6n de Concepci6n Reverte Bemal y Mercedes de los Reyes Pefia, Cédiz: Servicio de Publicacicncs de la Universidad de Cédiz, 1998. 121-130. Pease, Franklin. Curacas, reciprocidad y rigucza. Lima: Ponfificia Universidad Cat61ica, 1992a. ----. Entre e1 siglo XVI J e1 XVIII. Lima: Edubanco, 1992b. Pedro, Valentin de. América en lgLetras Espafiolas del Sigle de Ore. Buenos Aires: Sudamericana, 1954. “Un entremés satirico en la Catedral de Santo Domingo”. Buenos Aires: La Prensa 25-XII-1949. Pefia, Margarita. “Proyccci6n del teatro aureo en el teatro de Nueva Espafia”. En II Conggeso Iberoamericanc de Teatro: Amériaa y el Ttfiro Espafiel del Sigle de Ore. Edici6n dc Concepci6n Reverte chal y Mercedes dc los Reyes Pefia, Cédiz: Servicio de Publicacicncs de la Universidad de Cadiz, 1998. 259-279. Peralta, German. Los mecanismos del comercio negrerc. Lima: Kuntur Editores, 1990. Pic6n Salas, Mariano. De lLConquista a la Independencia: Tres Siglos de Historia Cultural Hispanoamericana. Méxice: Fondc de Cultura Econ6mica, 1944. 1a edici6n. Pietschmann, Horst. “Burocracia y corrupci6n en Hispanoamérica colonial. Una aproximaci6n tentativa”. Nova Americafl 5. Torino: 1982. 11-37. Porras Barrenechea, Raul. E1 testamento de Pizarro. Paris: Imprimicres les Presses Modcmes, 1936. Poupeney-Hart, Catherine y Chac6n Gutierrez, Albino. El discurso colonial: construcci6n de una diferencia Americana. Costa Rica: Euna, 2002. Prakash, Gyan. “La imposibilidad de la historia subaltema”. En Ileana Rodriguez (ed.), Convergencia dc Ticmpos. Estudios subaltemos/contextos Litinoameriranos. estado. cultura. subaltemiaagl. Amsterdam/Atlanta: Rodopi B.V, 2001. 61-70. 269 Prasad, Anshuman. Postcolonial Theory an_d Organizational Analysis: a Critical Engagement. New York/Heundmills: Palgravc Macmillan, 2003. Pratt, Mary Louise. Imperial Eyes. London: Routledge, 1992. Price, Richard. (ed.) Maroon Societies. New York: Anchor Books, 1973. Puente Brunke, Jesé de la. La encomienda en el Peru bajo los Austrias. Sevilla: Tcsis Doctoral, Universidad de Sevilla, 1991. Rabasa, Jesé. Inventing America: Spanish Historioggaphy and the Formation of Eurocentrism. Norman, Oklahoma: U of Oklahoma Press, 1993. Rama, Angel. “La sefial de Jonas sobrc el pueblo mexicanc”. Escritura 10. 1982: 179- 239. Rengife Vasquez, Grimaldo. “ ‘The Ayllu’”. En The Syoirit of Regenerafion: Andeap Culture Confronting Western Notions of Development. Frederique Apffel-Marglin (ed.) con PRATEC. Londrcs: Zed Books, 1998. 89-123. Ripodas Ardanaz, Daisy. El matrimonio en Indias: realidad social y regalacién juridical. Buenos Aires: Fundaci6n para la Educaci6n, la Ciencia y la Cultura, 1977. Rodriguez Marin, Francisco. El Ouijote ydon Ouijcte en América. Madrid: Libreria de les succsores dc Hemandc, 1911. Rodriguez, Ileana (ed). The LatiaameritaaSubaltem Studies Reader. Durham y London: Duke UP, 2001. ----.(ed). Convergencia de Ticmpos: EstudiosfSubaltemos/Contextos Latinoamericanos Estado. Cultura. Subaltemidad. Amsterdam/Atlanta: Rodopi B.V., 2001. Rodriguez Vicente, Encamacién. “Los extranjeros en el reino del Peru a fines del siglo XVI”. Homenaje a Jaime Vicena Vives. Tome 11, Barcelona: 1967. Rojas Garciduefias, Jesé. Autos celo uies del si 10 XVI. Méxice: UNAM, 1939. ----. Coloquios Espirituales ySacramcntales. Méxice: Porrua, 1958. ----. El ttartro de Nueva Espafifin e1 siglo XVI. Méxice: SepSetentas, [1935] (1973). Rojas Rabiella Teresa y John V. Murra (coords). Historia general de América Latina. Vol. 1. Paris: Trotta y UNESCO, 1999. Rostworowski dc Diez Canseco, Maria. Estructuras andinas del poder: ideologia religiosa y pclitica. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1983. 270 ----. Historia del Tahuantinsuyo. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1988. ----. Doiia Francisca Pizarro. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989. Rowe, John H. “Colonial Portraits of Inca Nobles”, en Proceedings of the 29th Internafional Congress of Americanists. Vol. 1. Chicago: The University of Chicago Press, 1951. 258-368. ----.“The Incas under Spanish colonial institutions”, en The Hispanic American Historical Review. Vol. XXXVII, 2. Durham: Duke University Press, 1957. ----. “Inca Culture at the Time of the Spanish Conquest”, cn Julian H. Steward (ed). mndbock of South American Indiaas. New York: Cooper Square Publishers, 1963, 2: 183-330. Rubial Garcia, Antonio. La plaza. cl pflcio y el ccnventc. La ciudad de México en el siglo XVII. Méxice: Conaculta, 1998. Saignes, Thierry y Bcisse-Cassagne, Thérése. “Dos confundidas idenfidades: mestizos y criollos en el siglo XVII”. En Tomceda y Millones (ver biblicgrafia). Salas, Alberto M. Tres crenistas dc Indias. Mexico DF: Fondc dc Cultura Econ6mica, 2a cd., 1986. Sénchez, Luis Alberto. G6ngora en América y el Lunarejo y G6ngora. Quito: Imp. Nacienal, 1927. Sénchez, Magdalena S. y Alain Saint-Saéns. Spanish Woman in the golden age: images and rcalifies. Wesport, Conn: Greenwood Press, 1996. Sénchez Albomoz, Nicolas. m poblaci6n de América Latina. Desde les tiempos precolombincs al aiio 2000. Madrid: Alianza Editorial, 1977 . Sauer, Carl Ortwin. The Early Spanish Main. Berkeley y Los Angeles. U of California Press, 1966. Shelly, Kathleen. “El teatro en la America Hispana durante e1 siglo XVI”. Revista Canadiense de Estudios Hispanicos 7:1 Autumn (1982): 89-101. Shelly, Kathleen y Rojo, Grinor. “El teatro hispanoamericano colonial ”. En Jean Franco, Introducci6n a la literatura hispanoamericana. New York /Cambridge: CUP, 1996. 319-349. Shelly, Kathleen y Grinor Rojo. “El teatro hispanoamericano cclonial”. En Luis Ir'iigo Madrigal et al. Historia de la Literatura Hispanoamericana. Tome I: Epeca Colonial. Madrid: Catedra, 1992. 271 Shepherd, Gregory J. An exposition of José de Acosta’s “Historia Natural y Moraa dc las Indias. 1590: The Emergence of an Anthropological Vision of Colonial Latin America. Lewiston / Queenston / Lampeter, NY / Ontario / Wales: The Edwin Mellen Press, 2002. Sierra, Vicente D. El sentido misicnal de la conquista de América. Buenos Aires: Dictio, 1980. Silva Sifuentes, Jorge. El imperio de los cuatrosuycs. Peru/Lima: COFIDE, 1995. Silva-Santiesteban, Ricardo. Antolcgia General del teatro peruano. II: Teatro Colonial aiglos XVI-XVH. Peru: Pontificia Universidad Cat61ica, 2000. Smith, Paul (ed). Discerning the Subjmct. Minneapolis: U of Minnesota Press, 1988. Solano, Francisco dc. “Fuentes para la historia cultural: libros y bibliotecas de la América Colonial”, Revista de Indias. Anexo l, 1984: 69-84 Spalding, Karen. Huarochiri: An Andean Society Under Inca and Spanish Rule. Standford: Standford U P, 1984 ----. De indie a campesino. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974. Stem, Steve J. Resistance. rcbcllionard consciousness in the Andean peasant world. 18‘11 to 20th centuriea. Madison: U of Wisconsin Press, 1987. Suarez, Margarita. “Monopolio, comercio directo y fraude: la élite mercantile de Lima en la primera mitad del siglo XVII”. En Revista Andina 2: Cusco, Centre de Estudios Rurales Andinos “Bartolomé de las Casas”, 1983. Tamayo Rodriguez, J.A. Estudios sobre Juan de Espinosa Medrano (El Lunarejo). Lima: Eds. Studium, 1971. Tamayo Vargas, Augusto. El Teatro y la vida en la Edad de Oro Espafiola. Lima: CIP, 1936. ----. Literatura Peruana. Lima: Eds. Studium, 1977, t.I. Tauro, Alberto. Elementos dc Literatura Peruana. 2a cdicién. Lima: Imprenta Colegio Militar Leoncic Prado, 1969. Tomceda, Hiroyasu y Millones, Luis. (eds.) 500 afios de mestizaje en los Andes. Osaka / Lima: Musec Etnolégico Nacienal de Jap6n / Biblioteca Peruana dc Psicoanalisis/ SIDEA: 1992. Trelles, Efrain. Lucaa Martinez Vegazo: funcionamiento de una encomienda peruana inicial. Lima: Pontificia Univ. Cat61ica del Peru / Fondc Editorial, 1982. 272 Van Tieghem, Paul. Histoire littéraire de l’Europe ct dc l’Amerique: de la renaissance 6 nos jours. 2a ed. Paris: A.Cclin, 1946. Vargas Llosa, Mario. “Discursc dc rccepci6n del Premio Principe de Asturias”. E I Comercio. Lima: 23 nev 1986. Vargas Ugarte, Rubén. De nuestrc antigao teatro, colecci6n de piezas dramaticas en lcs siglos XVI,XVII y XVIII. Lima: Compafiia dc Imprcsiones y Publicidad, 1943. ----.Historia de la Compajrla dc Jesua en el Peru. Burgos: Landazuri, 1963. ----.Histog1 General del Peru. Lima: Milla Batres editor, 1981. Vega Centeno, H. “Juan Espinosa Medrano, el Lunarejo”. Mundial. Lima, diciembre 1928. Veloz-Maggiolo, Marcie. Cultura. teatro yrelates en Santo Domingo. Santo Domingo: UCMM, 1980. Vicioso, Abelardo. Santc Domingo en las letras coloniales 1492-1800. Santo Domingo: UASD/Alfa y Omega. Coleeci6n ‘Historia y Scciedad’, 35. 1979 Vidal, Heman. “Literatura hispanoamericana dc 1a estabilizaci6n colonial”. Casa de las Américas 122 set-oct (1980): 11-34. Villegas, Juan. “La cspecifidad del discurso critico sobre el teatro americano”. Gestcs 2 (1986): 57-73. W.AA. America en cl siglo XVIII. Los primeros Borbones. Madrid: Rialph, 1989. Wachtel, Nathan. “Colonial Latin America”, en The Cambridge Histog of Latin America. Vol. I Leslie Bcthcll (ed). Cambridge: Cambridge UP, 1984. Wagner, Henry R. y Paris, Helen R. The Life and Writings of Bartolomé de las Casas. Albuquerque: U of New Mexico Press, 1967. Weber de Kurlat, Frida. “Estructuras c6micas en los coloquios de F ernén Gonzélez dc Eslava”. Revista Iberoamericapa 21 (1956): 393-407. Weedon, C. Feminist Practice and Poststructuralist Theog. Oxford: Blackwell, 1997. Whitten, Norman. Pioneros negros. La cultura afrolatinoamericanadel Ecuador y Colombia. Quito: Centre Cultural Afio-Ecuatoriane, 1992. Zavala, Iris. “Representing the colonial subject”. En René Jara y Nicholas Spadaccini 273 (eds). 1492-1992: Rc/Discovering colonial writing. Hispanic Issues. 4 (1989): 323- 348. ----. Colonialism and Culture. Hispanic Modemisms and the Social Imagiafl. Blocmingtcn: Indiana UP, 1992. Zevallos-Aguilar, Juan. “Teoria Pcscelonial y Literatura Latinoamericana: Entrevista con Sara Castro-Klarén”, Revista Iberoamericana LXII, 176-177 (1996): 963-971. Zuidema, R. Tom. The Ceque System of Cuzco: The Social Organization of the Capital of the Incas. Trad. per Eva M. Hooykaas. Leiden: Brill, 1964. 274 m L V H s R E w N U E T Al MIL 1 111111111