OVERDUE FINES: 25¢ per day per item RETURNING LIBRARY MATERIALS: Place in book return to remove charge from circulation records © 1980 MERCEDES TUR6N ALL RIGHTS RESERVED UNA REVALORIZACION DE LA OBRA DE A. MARTINEZ DE TOLEDO EL ARCIPRESTE DE TALAVERA By Mercedes Turén A DISSERTATION Submitted to Michigan State University in partial fulfillment of the requirements for the degree of DOCTOR OF PHILOSOPHY Department of Romance and Classical Languages 1979 ABSTRACT A RE-EVALUATION OF THE WORK OF MARTINEZ DE TOLEDO ARCIPRESTE gr; TALAVERA BY Mercedes Tur6n This reevaluation of the Arcipreste dg_Talavera begins with a con- sideration of the criticism done up to the present, pointing out the disparities in interpretation which exist on such essential topics as the unity of the work and the existence of a serious moral purpose in the writings of the Arcipreste. The second chapter studies the struc- ture and makes evident the ideological continuity that exists through- out the four parts of the work. In order to do so, stylistic elements are analyzed and seen in relationship to the sense and meaning of the total work, making clear the ways in which the rhetorical devices used by the Arcipreste relate, intentionally, one to another. The third chapter is a conceptual study of the treatise itself and elucidates the sense of responsibility which is at the core of the author's ide- ology. This is corroborated in the fourth chapter, which analyzes six concrete maledictions which Martinez de Toledo utters and which have not yet been studied nor have they been related to the text as a whole until the present study. Here it is brought out that these curses repre- sent a profoundly human and modern sense of morality. The fifth chapter Mercedes Tur6n 2 studies the demanda or final amendment to the work, taking into account the historical circumstances that surrounded it. A stylistic and cone ceptual analysis is then made to compare it to the main body of the work. The exclamation "Guay del que duerme solo" is compared with expressions of other authors of that period to facilitate a better understanding of its meaning. The conclusions reached are: One, although the salvation of the soul is depicted as the supreme good and love of God as the most sublime sentiment, the Arcipreste does not diminish the value of earthly exist- ence and temporal circumstances as is customary with the medieval moral- ists who follow the traditions of the Church. Two, a sense of the indi- vidual responsibility of each human being with respect to himself and to the consequences which his acts have upon others is the ideological axis of the preachings and the moral system of the Arcipreste dg_Talavera. And three, the study of the "enmienda final" leads to the conclusion that it is the work of Martinez de Toledo himself and not an addition of another person and that it was composed within six months of the compi- lation of the rest of the volume. Furthermore, the "enmienda" in no way detracts from the conceptual essence of the treatise nor does it diminish the serious moral intention of its author; rather it forms a harmonious whole with the body of the work, both in style and in theme. INTRODUCCION En la traduccién al inglés de Reprobaci6n del amor mundano . . . hecha por Lesley Byrd Simpson leemos lo siguiente: The Archpriest plainly indicates at the end of part three that his book is finished, just why he felt impelled to add a long insufferably dull treatise on astrology is a mystery. It is not part of his original plan . . '. So I am sparing it to the reader . . . ' Finally, it is likely that the reader of, today will boggle at the Archpriest’s meandering and fusty attack on the general problem of sin, to which he devoted the whole of Part One. I could not omit it without damaging the structure of the book, but the reader may be well advised to turn at once to part two, where the Archpriest gets down to business, so to speak, and pick up the general argument later. 1 De acuerdo en que a un lector de hoy (y probablemente de entonces) la primera y ultima parte 1e resultaran pesadas en casi su totalidad, pero silo que nos interesa es el estudio de la obra no podemos en forma alguna prescindir de ninguna de las dos. A pesar de las grandes diferencias de tono que en las distintas partes encontramos, (y cuya razon de ser no es fortuita ni obedece tan solo a fruicién artistica del autor) la obra forma un conjunto sélidamente unificado que corresponde a la voluntad del autor. El Arcipreste de Talavera es ante todo humano. L. B. Simpson observa que “Talavera supplied the salutary earthiness that kept humanism humane”2 pero este “earthiness” no es apego a lo mundano sino un profundo interés por lo humano, que no implica en absoluto el que su religiosidad no sea sincera. Estamos muy lejos de enfrentarnos con una obra camuflada ni con un didactismo circunstancial. El libro esta escrito para el bien de los hombres y del convencimiento de que la salvacion final es el bien supremo para el ser humano surgen las amonestaciones y ensefianzas religiosas. Esto, como se ve, es un enfoque en direccién inversa a1 tradicional de la patristica y de los autores didactico-morales de la época (y aun posteriores) que siguen la pauta establecida por la influencia eclesiastica tanto en lo formal como en lo conceptual. . Dentro de la tradicién de la moral y el didactismo establecido por la Iglesia, tanto la conducta como la salvacion del hombre estan dirigidas a la mayor gloria de Dios: el mundo fue creado con este fin, y el que redunde en un bien para el hombre es solo un resultante de la bondad divina y de su gratuito amor hacia la humanidad. La cristalizacion de este concepto se da en el lema. de la Compafii‘a de J esus fundada por Ignacio de Loyola, un siglo después de escribirse E1 Corbachg. En el momento en que la Iglesia reafirrna sus bases ideologicas y dogmaticas con la Contrarreforma, los Jesuitas, milicias de‘Cristo para la defensa de la ortodoxia, campean bajo e1 lema “Ad mayorem Dei gloriam.” Pero la preocupacién por el bien del hombre por el hombre mismo no ya solo enfocado a la salvacion etema, sino con miras a la vida actual y terrena y, sobre todo, el énfasis en el sentido de la responsabilidad de nuestras propias acciones y en el perjuicio causado a terceros, es algo nuevo dentro de la linea del didactismo, trascendental para la interpretacion de la obra y que aun no ha sido observado. El libro del Arcipreste toledano es difi'cil de entender a causa de las aparentes contradicciones producidas por los cambios de tono y las diferencias estilisticas de unas paginas a otras, (diferencias que no se producen al azar como veremos mas adelante), pero no creo que la segunda parte sea la razon de ser del libro y el resto un simple estuche o enmarcacién adecuada para encajarla dentro de los canones morales establecidos en la época segfin algunas opiniones de la cri'tica citadas en el capi'tulo primero. La segunda parte, despojada del resto de la obra, no iri'a mas allé de ser un libro de entretenimiento y un magni'fico ejercicio literario; pero carecen'a de objetivo ideologico y de las paginas del Arcipreste trasciende demasiado interés por lo humano como para poder aceptar que no haya una viva intencion de “mensaje” (usando el término difundido en los ultimos aflos para definir transmision de ideas por el arte.) Despue’s de una detenida lectura creo que el rasgo esencial de W es un gran sentido de la responsabilidad que gravita en una preocupacién humana por los dafios causados a terceros. L La moralidad y el didactismo del Arcipreste estan basados en esta premisa ideolbgica y por e110 argumentos religiosos y pasajes esencialmente humanos se entremezclan. Este meollo del libro, sorprendentemente modemo en un autor aun medieval que escribe en un mundo ya inquieto por las primeras influencias del renacimiento, es lo que se pone de manifiesto en este trabajo. NOTAS 1Lesley, Byrd Simpson: Little Sermons on Sin by the Archpriest of Talavera, University Of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1959. Introduccion, pég. 8. 2Simpson, pég. 8. Capitulo I La critica literaria sobre el libro de Alfonso Martinez de Toledo no es tan abundante como se podri'a esperar, dado que la obra se conceptua como una de las fundamentales dentro del desarrollo de la literatura espafiola por los valores de su estilo que la han hecho ser considerada como antecedente directo de La_C_el_estina, llegandose incluso a apuntar que su autor no debe de ser descartado como posible candidato a autor del primitivo primer acto de la tragicomedia.1 Como obra capital esta citada en toda historia de literatura hispanica, pero se da el caso de que de ella (como ocurre con el WW5): y aun mas acentuado con La Celestina) encontramos las definiciones mas dispares. En Cumbres de la literatura espgfigla, Diaz Castillo la define contundentemente como “una de las mas importantes de la literatura misogina de la Edad Media”2 y Dominguez de Bardona, sin mencionar siquiera la misoginia, define al Arcipreste como autor de “cuentos picantes . . . que constituyen e1 mas divertido espejo de los siete pecados, encamados en figura de mujer.”3 Ciertamente no logro ver en qué se fiJnda Bardona para asegurar que los siete pecados estan “encamados” en figura de mujer, pero aparte de este detalle es de notar que el Corbacho queda excluido de la seccibn dedicada a la literatura didactica y se presenta como exclusivamente sati‘rica ya que Bardona se muestra muy escéptico a admitir la sen‘edad de intencibn ’4 como él la llama. moral alguna en esta “peregrina produccion’ La mayor parte de los estudios hechos sobre la obra se ocupan principalmente de problemas paleograficos, elementos técnicos, estudios de fuentes e investigacibn sobre el autor. Antes de comenzar con este trabajo, y a fin de poner de manifiesto la realidad de lo que acabo de decir, vamos a hacer una sintesis de la opinibn critica existente hasta ahora a este respecto. Démaso Alonso hace un fino analisis del Corbacho y destaca los rasgos tipicos del moralista que observa en su estilo, pero a pesar de esta evidencia tan claramente puesta de manifiesto por él mismo. en cuanto a interpretacién Opina de la obra que “la ven’sima realidad es el fin unico artistico y el fin practico, secundario, la consecuencia moral.”5 Ya e1 titulo del articulo en que se encuentra esta afirmacion es significativo: “El Arcipreste de Talavera a media camino entre moralista y novelista .” Respecto a la confiuencia que se da en esta obra de voluntad artistica y creacion literaria por un lado e intencibn didéctico-moral por otro, hay que tener en cuenta la afirmacion de Menéndez y Pelayo de que los géneros didacticos y novelisticos ‘winieron tan juntos en la literatura castellana que se nutrieron uno de otro.”6 Un buen ejemplo es el texto con “gracejo en el decir”? de la Vida Beata de Juan de Lucena. A mi juicio la innegable preocupacion artistica de Talavera no excluye en absoluto una intencion didactico-moral que en ningun modo puede ser catalogada de “secundaria” como no podri'a serlo en el gran filosofo moralista mallorqui'n del siglo anterior, Raimundo Lulio, cuya “alta calidad de prosa” e “inefable maravilla poética” tanto en- salza 01 profesor Armand 11inarés.8 La fmicion de Talavera por el arte de su obra es un hecho bien destacado por Damaso Alonso, pero hemos de ver como el apasionamiento del Arcipreste por sus conceptos morales es tan fuerte al menos, si no mas, como su entusiasmo por la forma literaria. Creo que la conclusion de Damaso Alonso esta basada principalmente en que tiene mas presente la segunda parte de la obra que el conjunto de la misma, tomando a esta por lo esencial del libro. Para su estudio, aunque dice haber tenido en cuenta la edicion de Riquer, Alonso sigue la de Simpson,9 cuya opinion sobre la tercera y cuarta parte ya se ha mencionado en la introduccibn. Mi criteria es directamente contrario: la segunda parte es, sin duda, la mas fa’cihnente atractiva y quiza se pueda decir de ella que es la que contiene mayores valores estético—literarios (aun cuando hemos ‘ de ver que abundan en la tercera y cuarta) pero limitandonos a esta parte, 0 enfatizando su importancia sobre el resto de la obra, como se ha venido hacienda con dernasiada frecuencia, correremos el fiesgo de errores de interpretacion. Sin embargo su peso ha tenido influencia decisiva en los juicios cri’ticos dando lugar a la disparidad de conclusiones a que aludi‘ antes. Damaso Alonso se manifiesta en vivo contraste con Amador de los Rios que ‘ anteriormente habi'a visto en Alfonso Martinez de Toledo “un acusador de mujeres” en las que encuentra “tintas odiosamente satanicas.”1oD e esta forma incluye al Arcipreste dentro de la corriente de la mas acervada misoginia no ya solamente formal, como en el caso en un gran numero de obras de la alta Edad Media,11 sino conceptual y de fondo. La obra asi vista, seria una seria advertencia contra los males que el trato con la mujer acarrea. El cn'tico americano Jacob Ornstein, que estudia la misoginia espafiola, tampoco esta de acuerdo con el erudito del siglo XIX,manifestando un criterio muy diferente al decir que “L_a__ Reprobacion del amor mundano fué sin duda acogida (por sus contemporaneos) con el mismo espiritu burlbn con que la escribio Talavera — el de una broma literaria a costa de las mujeres -- aunque envuelta en el manto didactico medieval” y concluye que “la misoginia del Arcipreste es poco convincente.”1 2 Ademas de darnos una interpretacion completamente dispar ala de Amador de los Rios en cuanto a la misoginia, al mismo tiempo presenta como artificio'toda pretensibn de didactismo en la obra de Martinez de Toledo, con 10 cual va mas alla que Damaso Alonso para quien e1 fin didactico existe aunque sea “secundario.” Para Omstein no es fin ni siquiera “secundario,” es simple “envoltura.” No estoy de acuerdo con esta opinion; sobre el didactismo de Talavera hablaré, por extenso, mas adelante. Por su parte e1 profesor inglés de la Universidad de Londres A.D. Deyermond si bien concuerda con Ornstein en que la obra no puede ser considerada dentro de la linea antifeminista de la Alta Edad Media, la cataloga como un “tratado contra 1a lujuria” cuyo intento es “hacer una oposicibn de la realidad a la corriente idealizante del Amor Cortés.”1 3 En efecto la realidad surge con una pujanza extraordinaria de la prosa de Alonso Martinez de Toledo; Menéndez y Pelayo ya comento las “palabras vivas que no son artificial trasunto de la realidad, sino la realidad misma trasladada sin expurgo ni seleccibn alas hojas de un libro.”1 4 Deyermond no desarrolla su teoria de que el libro esté escrito en oposicion directa del Amor Cortés ni hace referencia a pasajes especificos de la obra que susciten esta idea. Personalmente no he encontrado en el texto fundamento para deducir tal especifica intencion en él. Cierto que el espiritu que le anima es contran'o al del Amor Cortes, pero esto es un hecho en cualquier obra moralista y Deyermond no niega la intencibn moral de la obra que para él se circunscribe en el ataque a la lujuria . Pero de ahi a concluir que esté escrito con la deliberada intencion de oponer la realidad en contraste directo con él, hay un gran trecho que seria necesario argumentar para justificar esta opinion. En cuanto a la afirmacion de que es un tratado contra la lujuria opino que, aun siendo cierto que Martinez de Toledo ataca a la lujuria consistentemente, no es ésta la finalidad del libro. La aseveracién de Deyermond es cierta, pero no la juzgo valida como definicion porque no abarca la totalidad de la obra sino que se refiere a un solo aspecto de ella dejando por fuera extensas partes de la misma. Un estudio un tanto desconcertante es el de Aubrey Bell: en su opinion las dos primeras partes son una denuncia de las iniquidades de la mujer.15 Con 10 cual se acerca un tanto a Amador de los Rios aceptando tacitamente cierto antifeminismo en la obra. En el conjunto de su trabajo Bell hace exposicion, de tipo descriptivo, de las cuatro partes que componen el libro diciéndonos textualmente en que consiste su contenido. En cuanto a comentario personal apunta sobre todo a la forma popular y refranera de la expresibn sin tener en cuenta la abundante parte culta latinizante cuya presencia en la obra fué mas tarde puesta de manifiesto por Richthofen,16 y la cual también estudia Damaso Alonso en el articulo antes citado. Bell hace un gran énfasis en el humorismo del Arcipreste (“keen humorist”),1 7 y 11me al aspecto humoristico de la obra hace e1 comentario de que las historias preferidas por el autor son, “desafortunadamente, mas aptas para hacer reir que para edifiear.”1 8 Sin embargo, casi a renglon seguido, dice: “He had a serious purpose and if he wrote with zest there was an accurate precision beneath his humorous presentation.”1 9 La aseveracion me parece sumamente acertada y es de lamentar que no pase a documentar cual es este serio propésito a que alude. En vez de continuar en esa direccion seguidamente explica 1a razon de ser de la “cuidadosa precision” con que escribe e1 Arcipreste, concluyendo que ésta es producto de la época puesto que Talavera “lived in an age when men were beginning to demand of history that it should be accurate and trustworthy”?0 Este comentario me pareceria mas ajustado hacerlo sobre la Atalaya del mismo autor 0 las obras de sus contemporaneos Pérez de Guzma'n o Hernando del Pulgar, pero su aplicacion al Corbacho no acabo de verla justificada y menos si esta dada como razon de la seriedad del propésito, aunque no queda claro que sea asi. Es sorprendente en este critico que, habiendo dicho que hay un proposito serio en la obra, cite aquella parte del texto de Talavera en que dice que cada individuo debe cargar con el peso de sus propias obras y ni e1 padre debe pagar por las faltas del hijo, ni e1 hijo por las del padre, sin mas comentario que el Arcipreste es ‘hin buen individualism.”21 No he encontrado que nadie haya observado que este aspecto del criterio de Martinez de Toledo no corresponde al concepto establecido por la tradicion de las ensefianzas eclesiésticas que, basandose en la Biblia: “Jeova . . . que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, y sobre los hijos de los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos ” (Exodo 34, versiculo 7),hace trascender a. los hijos las faltas patemas. Como es sabido la humanidad, segun las enseflanzas de la Iglesia, nace con el estigma del pecado original de los primeras padres y estamos pagando por ello. Anivel humano individual este criterio trasciende hasta el punto de que, hasta hace muy poco tiempo, los hijos ilegitimos no podian consagraise sacerdotes.22 A mi juicio esto que Bell llama individualismo tiene una trascendencia conceptual mucho mayor y es sumamente significativo, corroborando mi creencia de que el movil ideologico del Arcipreste es una preocupacion humana y un fuerte sentido de la responsabilidad del 23 individuo. Bell comenta la frase final: “Guay del cuitado que siempre solo duerme” . . . , también citada por Jacob Ornstein que a1 hacerlo recuerda el enfoque que Américo Castro da a la obra a partir de esta frase, concluyendo que la intencion moral del Arcipreste debe ponerse en tela de juicio y no aceptarse muy seriamente.24 Bell fue un poco mas alla de los dos autores que acabo de mencionar: no solo encontro en la expresion citada razon para ver el libro como una broma literaria, como es el caso de Ornstein siguiendo a Castro, sino que lo juzga como un toque de cinismof’5 De esta forma resulta que la lectura de uno de los articulos mas extensos sobre el Corbacho (desde el punto de vista de interpretacién de contenido) nos deja realmente sin conclusion. E1 articulo de Richthofen a que me referi antes es, junto a1 de Aubrey Bell, de los mas amplios que se han escrito sobre Martinez de Toledo y a pesar de ser ya antiguo (aunque no tanto como el de Bell) sigue siendo fundamental para el estudio de esta obra por su valiosa aportacion en cuanto a fuentes y referencias paleogréficas. Respecto a interpretacién, Richthofen incluye la Reprobacion del Amor mundano dentro de la corriente antifeminista del siglo XV26 pero puntualiza que la “sola y unica meta” (verfolgt einzig und allein den Zweck) del Arcipreste es escribir una obra contra el amor loco, contra las deficiencias de la comunidad humana y contra la supersticion.27 Define al Corbacho como “Tratado moralizante”28 y dice que Alfonso Martinez de Toledo ensalza el amor de Dios como “la méxima de las virtudes humanas”29 y que este amor de Dios debe traducirse en servir al projimo.30 Aqui' Richthofen observa una trascendencia humana en el precepto religioso, pero no alcanza a ver la consecuencia estrictamente humana que de este concepto hay en las paginas del Arcipreste. Este servir al projimo a que se refiere Richthofen es el trascendente de la sintesis cristiana del decalogo que ensefia e1 catecismo: amarés a Dios sobre todas las cosas y al préjimo como a ti mismo. Sin embargo hay que sefialar que este critico es el unico que hace referencia a este aspecto de la moral cristiana a1 que se concedia poca relevancia durante la Edad Media. El pensamiento del moralista del medioevo esta demasiado influido por el espi’n‘tu de renunciacion predicado por la iglesia, demasiado enfocado hacia la otra vida como para preocuparse trascendentalmente por la filosofi'a moral, e1 concepto del bien 0 61 mal per sé, y en consecuencia, el dano y perjuicios inmediatos que el mal causa en esta vida a nosotros mismos, o a nuestros semejantes.31 Lo grave del pecado es que ofende a Dios, la ofensa a Dios es la preocupacion del moralista medieval. E1 projimo existe, pero no es a1 préjimo, al hombre, a quien se din'ge la preocupacién del moralista que insistentemente predica el olvido de las cosas humanas. Como dice Denis Hay: “The starkest possible contrast betwen the ancients and the modems -th€' fourteenth century modems- lay in the priority accorded by 10 Christian teaching to renunciation. ‘Love not the things that are in the world’; ‘The wisdom of this world is foolishness with God’; ‘Flesh and blood cannot inherit the kingdom of God’: These are the ,9 text that hung above the Christians . . . Esta renunciacion, que promulga la ensefianza cristiana, es la que encontramos en la literatura didactico-moral del Medioevo, y el énfasis en ella implica una posposicion, casi olvido, de los problemas y responsabilidades individuales humanas y una postergacién de la responsabilidad de nuestros actos frente a terceros. 5610 en lo que conceptuamos Renacimiento reaparece la idea de la filosofia moral de conducta humana, a partir de los estudios de los humanistas impulSados en gran parte por el enfoque petrarquista del pensamiento clasico posterior al descubrimiento de las cartas de Attico33 en el afio 1345. Nuestro autor es todavia medieval, es decir, no esta adscrito a la corriente humanista y sus métodos de ensenanza corren pareja con el sistema medieval: Edmund Michael Gerli, en un reciente trabajo sobre este tema demuestra Como el sistema de Martinez de Toledo esta enraizado y sigue e1 patron de los senn ones y técnicas del pulpito.“ Por ser e1 Arcipreste un autor medieval. como tal se espera en 6] un didactismo y una idea de la moral que concuerde con el concepto de lo que se entiende por didactismo en ese peri'odo historico. El que haya aparentes discordancias ha producido desorientaciones y diferencias de opinién encontradas en la critica que a veces tiende a juzgar falsa dicha intencion moralizante. Quiza haya influido en este sentido el que el libro haya sido llamado Corbacho y contenga, como su famoso homonimo, chispeantes historias satirizando los vicios y mafias femeninas. Pero debemos recordar que si, como sugiere Martin. de Riquer,35 fue la semejanza del material usado lo que llevo a los lectores a bautizar posteriormente 1a obra con ese hombre, y si Martinez de Toledo menciona al autor italiano, en aquella época se habia tornado seriamente la elevacibn moral y el celo religioso de Boccaccio estando muy lejos de suponerse que su fe fuera toda a “fior di pelle” y no tuviese raices en el corazon.36 Por otra parte Mario Penna apunta a1 hecho de que el clérigo toscano fue antes conocido en Espafia por su obra latina que por la romance (0 sea como moralista que como narrador). Penna senala el De Casibus por entonces traducido por el Canciller de Ayala, como fuente del sexto capitulo de la cuarta parte del Arcipreste 37 Mm- ‘A mi juicio las contradicciones criticas que acabo de sefialar se deben a que has- ta ahora‘ no se ha hecho un estudio que abarque la obra en su totalidad basado esen- cialmente en un analisis minucioso del texto mismo, ni se ha ofrecido una explication de su estructura y una interpretacion ideologica de su contenido. En el caso de Martinez de Toledo si bien ll hay que aceptar como sincera su amonestacién de que se debe amar a Dios sobre todas las cosas (en lo cual e1 autor queda dentro del enfoque didéctico medieval) no es el amor de Dios el mévil primordial que le impele a escribir sino su interés por el hombre. Esta es la preocupacién moral que, con una sinceridad absoluta le hace dirigirse a sus lectores para amonestarles y enseflarles. Su m6vil es humano, pero hay que observar que este movil y la prédica religiosa de su libro no se excluyen reciprocamente; por el contrario, es de la mas simple légica que creyendo que el amor a Dios es un bien, se predique su ejercicio cuando se pretende escribir para el bien del hombre. Si el Arcipreste no creyera en esto como principio fundamental toda su obra seria una completa felonia no solo como didactismo sino también como exposicion de ideas personales del autor y consecuentemente . seria valida la opinion de A. Castro y el criterio de cinismo que le aplica Bell, quedando solamente e1 valor estético literario sin contenido ideolégico alguno. En cambio, si se predica el amor de Dios con sinceridad y entendiendo que este es el mayor bien para el hombre, la obra mantiene una solida consistencia en toda su extensibn y se destaca una fuerte intencion moral. Esto es lo que pretendo demostrar; cémo la intencién humana del Arcipreste, armoniosamente conjugada con una fe sincera, hacen que la obra sea un conjunto indesmembrable construido con una solida consciencia de autor; y una vez expuestas y comentadas las principales divergencias sobre la interpretacion de la obra paso al estudio directo de ella basandome principalmente en el texto cotejando las ediciones de Penna, M. 38 de Riquer y Pérez Pastor. NOTAS 1Edmundo Michael Gerli “Alfonso Martinez de Toledo and his Arcipreste de Islam” Tesis doctoral, (Universidad de California, Los Angeles, 197 2) pags. 216-217. 2Bienvenido Diaz Castillo, Cumbres de layLiteratura Espar‘iola. (Libreria Dominicana, Santo Domingo, RD. 1970), pag. 47. 3Jesfis Dominguez Bardona, WW 11 (Barcelona 1967), pags. 174—177. 4Dominguez Bardona, pag. 177. SDaimaso Alonso, “El Arcipreste de Talavera a medic carnino entre novelista y moralista,” en De los sigos oscuros a1 de oro, (Madrid: Gredos 1968), pag. 133. 6Marcelino Menéndez y Pelayo, Origenes de la Novela, (Bailly y Bailliere S.A., Madrid 1925), I, pag. LXI. 7Antonio Paz y Mélia, Introd. qusculos Literarios de los siglos XIV é XVI, (Sociedad de Bibliéfilos Espafioles, Madrid 1892), pig. 8. 8Armand Llinarés, ed. Livre d’evast et de Blaguerne de Raymond Lulle, Université de Grenoble Publications de la Faculte des Lettres et Sciences Humaines: Paris, 1970), pig. 5. 9Alonso, pig. 8. 10José Amador de los Rios, Historfircritiqa de la Literatura Espaflola, ed. fac. (Gredos, Madrid, 1969), pag. 277 y 279. llVéase Kenneth R. Scholberg, “La misoginia en castellano,” en Sg’tga‘ e m vectiva en la Espfla Medieval, (Gredos, Madrid, 1971), passim. 12Jacob Ornstein, “La misoginia y el profeminismo en la literatura castellana.” Reyrs’ ta de Ffl 01992 is} anica, III (1941), pag- 222. 13A. D. Deyermond, A Litera_ry History of Spain: The Middle Ages, (Ernest Benn: London 1971), pag. 142. Anne Krause nota que Martinez de Toledo es uno de los primeros autores espafioles “who denounced the romances that spread these chivalric ideals” basandose en una frase del capitulo treinta y ocho de la primera parte donde se lee: “non es esto coronica nin ystoria de cavalleria en las cuales a las veces ponen c por b.” Se puede defender que en este caso exista ta] denuncia, pero no que la denuncia que contiene la frase sea el proposito del libro. Anne Krause, “Further remarks on the Archpriest of Talavera,” Bulletin of Spanish Studieg, Vol. VI, No. 22, pag. 60. De las manifestaciones contrarias a1 Amor Cortes que aparecen en El Arcipreste de Talavera habla Christine J. Whitboum en su estudio"‘The ‘Arcipreste de Talavera’ and The Literature of love,’ University of Hull Occasional Papers in Modern Language; no. 7, University of Hull, England, 1970, 1’7 13 pags. 43-45. Alega que el Corbacho revela preocupacion con él con objeto de atacarlo. Para ello se apoya en el supiresto de que la IV parte sea un afiadido que no constase en el plan original‘u'y' opina que, visto asi, este ataque vendri'a a resultar tema esencial en la obra. pags. 35-36. y 54: 14Menéndez y Pelayo, pag. CVI. Aflade don Marcelino que “en sus buenos trozos no hay vestigio de imitacién literaria sino impresién directa de la realidad castellana,” pég. CV III. Damaso Alonso también hace énfasis en el realismo estilistico. pag. 132. lsAubrey F.G. Bell, “The Archpriest of Talavera,” Bulletin of Spanish Studies, v, (1928), pég. 66 .. l6Erich Von Richtofen, “Alfonso Martinez de Toledo und sein Arcipreste de Talave- r_a, ein castilischen Prosawerk des 15. Jahr'hunderts,” Zeitschrift firr Romanische Philologie, 61, (1941), pags. 501-502. ”Ben, pég. 65 18 “ ” 66 19 ” ” 65 2° ” ” 66 21 ” ” 66 22La legislacion canbnica estaba dispersa y no fue sistematizada hasta principios del siglo XX. De todas fonnas la disposicion a que me refiero es tradicional y se recoge en el cbdigo de derecho candnico (Codex Iurus Canonici) y esta incluida en el Canon 984 que dice en Latin: “Sunt irregulares ex defectu: l. Illegitimi, sive illegitimitas sit publica sive occulta, nisi fuerint legitimati vel vota sollemnia professi.” (La irregularidad comprende los ilegitimos bien sea la ilegitimidad publica u oculta, a no ser que fueran legitimados o hubieran profesado votos solemnes. Traduccién mia) Texto segun la version de Gasparri, anotada, (Newman, Westminster, 1944). La irregularidad por ilegitimidad aparece en un decreto del Concilio de Poitiers (afio 1087), C.I.X, llamado si se deben ordenar o no 106 hijos de los sacerdotes: De filiis presbjteronrm ordinandis nel non, 1. l7 (Decretales del papa Inocencio). La costumbre incorporo esta disposi- cion al Derecho Canonico General. Se inserto en las Decretales de Gregorio IX en 1234 y ha esta- do en vigor hasta nuestros dias como muestra e1 canon expuesto. Esto viene sustanciado por el Ii- bro de Paul Hinschius, Sistem gles Katholischen Kirchenrechts, Verlag I. (Guttemtag, Berlin, 1869), pag. 29. Esta irregularidad de los hijos ilegitimos 0 de sacerdotes, y también la de cualquie- ra que colabor'e con el que tiene e1 oficio de verdugo, con referencia a su cargo, (que aparece in- dicada en el Canon 984, Codex Iuris Canonici, 7.) se ilustra en The Sacred Canons: A Concise Presentation of the Current as ciplinary Norms 9f the Chumh. (St. Louis, Herder, 1957), pégs. 120-121, de John A. Abbo. 14 23Bell, pég. 65 24Ornstein, pag. 222 2513e11, pég. 65 26Richthofen, pég. 496 ”Richthofen, pag. 500 ”Richthofen, pag. 501 ”Richthofen, pag. 454 ”Richthofen, pag. 455 31Don Alonso Tostado en su juicio critico sobre cual sea mas m y provechosa, si la filosofia moral o la natural concluye que “la filosofia moral es de poca certidumbre 6 es de me- nor certidumbre que las otras ciencias, 6 es ella a los derechos humanales cuasi en un grado de certidumbre, por lo cual paresce que la filosofia natural es mejor e mas noble e de mayor digni- dad en si misma que la filosofia moral.” Como muestra esta cita, ademas de relegar a un segundo término la filosofia moral, los derechos humanales van unidos a ella en grado de incertidumbre. Alfonso del Madrigal, Juicios Criticgs, Biblioteca de Autores Espafioles, Vol. No. 65, Madrid, 1968, pag. 150. 32Denis Hay, Wenaissance ‘ its histo 'c bac und, (Cambridge University Press, Bentley House, London 1961), pag. 81. 33Hay, capitulo IV, passim. 34Edmundo Michael Gerli', “.‘Ars Praedicandi’ and the Structure of Arcipreste de Talavera Part I, Hispania, vol. 58, No. 3 (September 1975), pag. 432. 35Martin de Riquer, ed., Arcipreste de Talavera, Corvacho, o Reptobacion del amor mundano, de Alonso Martinez de Toledo. (Selecciones Bibliograficas, Barcelona, 1949), pag. 11. 36Arturo Farinelli, “Note sulla fortuna del Corbaccio nella Spagrra Medievale”, Bausteine zur Romanischen Philolpgies Festgabe fur Adolfo Mussafia, (I-Ialle: M. Niemeyer, 1905), pag. 26 37Mario Penna, ed. Arcipreste de Talavera de Alfonso Martinez de Toledo. (Rosenberg & Sellier, Torino, 1955), pag. XLII. 38Las citas a1 texto se referiran siempre a la edicién de Mario Penna a no ser que se especifique lo contrario. l6 parece sumamente acertada pues Io logico es que a1 hacerse las primeras ediciones impresas de un libro que tuvo gran aceptacién en su época. se hicieran sobre la versién mas completa y mejor conocida. Del éxito de la obra en su di’a son evidencia e1 gran numero de publicaciones que se hicieron muy tempranamente, e incluso parece ser que pueda haber habido algunas traducciones.7 Por otro lado e1 Arcipresteera un hombre bien conocido en las altas es feras. capellz’m de Juan II, y sabemos que el manuscrito que hoy se conserva en el Escorial pertenecio a la biblioteca de la Reina Isabel.8 Teniendo ademas en cuenta que el lapso de tiempo transcurrido desde la muerte del autor hasta la publicacion de los impresos no alcanza los treinta afios, es de suponer que un buen numero de contemporaneos suyos pertenecientes a la elite cultural y que habri'an conocido la obra en manuscritos, e incluso quiza la Reina, se interesaran por las primeras ediciones impresas, y que el editor cuidase de que el producto de tan nuevo y tan revolucionario invento como era entonces la imprenta, satisficiera a los lectores y no les defraudase cuando de obras ya divulgadas se trataba. La posibilidad hipote’tica de una perdida edicién impresa anterior9 a la que conocemos de Sevilla, no resta valor a la aparicién de la de 1486, pues cada impresic’m deberia ser un pequefio acontecimiento en el mundo de Nebrija tan alerta a los movimientos culturales y tan entusiasmado con la reciente adquisicién de la imprenta. Aparte de la sugerencia que acabo de hacer creo que la falta de documentacion exacta sobre el original puede ser soslayada concentrandose en la congruencia y continuidad que se encuentra en el contenido de la obra. En tanto no aparezca (si es que aparece) algun otro codice o fuente que pueda verterluz a este respecto, creo que es la (mica forma viable de llegar a una conclusion aceptable sobre el asunto. Pérez Pastor, que en 1901 se ocupa de la primera publicacion moderna del Corbacho, transcribe en su edicion todo el material encontrado tanto en el cedice escurialense de Contreras (1466) como en el primer incunable de Sevilla (1486) y el de Toledo (1500). Escribe en cursiva lo que falta en el codice de Contreras y se encuentra en ambos incunables; pone entre paréntesis lo que esta en el incunable de Sevilla y falta en el codice y en la edicibn toledana: y entre corchetes lo que solo encuentra en el incunable de 1.500.1 Posteriorrnente a la de Pe’rez Pastor la edicién que indudablemente ofrece mayor interés es la de Mario Penna 1 1 (1955) cuyo primer objetivo es presentar el libro tercero deljlgmgm cle Andrea Capellano. como fuente directa del material y del sistema empleado por Martinez de Toledo en su tratado. Para ello Penna hace una detenida relacibn de las diferencias de forma y estructurales . . . . . 12 exrstentes entre el codlce y los dos pnmeros incunables. Capitulo 11 Dado que considerar e1 sentido de la responsabilidad en El Coflzachg es uno de los puntos basicos de este trabajo creo fundamental empezar por establecer cual es la forma en que la estructura plantea e1 contenido y como el todo obedece a unpopsfigfigproceso mental que no quiere dejar cabos sueltos. Cada una de sus partes tiene una razon de ser y la cuarta no es excepcion a pesar de la opinion contraria de Byrd Simpson ya mencionada en la introduccion. Este critico afirrna que la cuarta parte no estaba en el original1 siguiendo las opiniones previas de Rogerio Sénchez y Mario Penna. Rogerio Sénchez, cuyo ensayo introductorio a su edicion de 1929 se ha considerado “The first major step in the textual criticism of the Q0rbach9,2 comenta que la afirmacion emitida por la critica de que hay “una manifiesta incongruencia” entre las cuatro partes de la obra “debe admitirse pero con mucha cautela.” Para él la cuarta parte 3610 se justifica “por algun remordimiento de las no pocas cosas que iban por delante.”3 Que estuviera o no en el plan inicial del autor no me parece de una relevancia fundamental ya que “una caracteri'stica muy conocida de la escritura del siglo XV es la vacilacién.”4 Tanto si la tenia planeada al empezar a escribir como si la afiadio después el hecho es que esta parte enlaza y cierra la primera y hay una deliberada intencion de que asi sea, dando con ello una muestra clara de consciencia de autor respecto a la totalidad de su obra como espero demostrar. Para el estudio de la estructura se tropieza con una serie de inconvenientes difi'ciles de superar hoy por hoy ya que se encuentran disparidades en los ejemplares antiguos que han llegado hasta nuestros dias. Se conserva tan solo un codice y las dos primeras ediciones con que contamos, de fecha posterior al fallecimiento del autor, parecen haber sido hechas siguiendo una tradicion diferente a la de dicho codice. Richthofen plantea 1a hipétesis de que haya habido una larga tradicion de manuscritos independientes del que se conserva y que esta tradicion es la que siguen los incunables de Sevilla y Toledo, debiéndose las divergencias que encontramos a enmiendas y adiciones que el propio autor habria ido haciendo en su obra5 pues, como dice e1 profesor italiano I I O O 6 I I o Mano Penna, los tratados medrevales no se acaban nunca mientras vrve e1 autor. Esta hrpotesrs me 15 17 La cuarta parte y la enmienda final es lo que causa mayores problemas de interpretacion. La enmienda no se encuentra en el manuscrito escurialense hallandose, en cambio, en la edicion sevillana y en todas las posteriores. Martin de Riquer, quien cree que “negar una finalidad moralizadora al Arcipreste seria un error,”13asegura contundentemente que “esta demanda no fue escrita por Alfonso Martinez de Toledo,”14sin argumentar esta opinion. No creo que el problema pueda ser descartado tan facil y categéricamente por el solo hecho de que no aparezca 1a enmienda en el manuscrito de Contreras y porque no cuadre con el concepto vigente en la actualidad, sobre cual debe ser la forma de expresion idonea para una obra moralizante. La enmienda final se comentaré mas adelante. Respecto a que la cuarta parte no estuviera incluida en el plan inicial del autor, a pesar de que Martinez de Toledo la anuncie ya desde el prologo como constituyente, ha sido, como he dicho, sugerencia de Rogerio sanchez, pero es el profesor Penna quien argumenta por extenso esta opinion basandose ante todo15 en la frase: “Aqui se acaba la Tercera parte deste lybro e obra” estampada al final de la misma, y en la intitulacién. de “Media” que encabeza la cuarta. Dicha frase sin duda tiene e1 objeto de enlazar con la que encabeza la cuarta parte: “Aqui se acaba este lybro e obra” reza la que concluye y “Aqui comienca . . . . desta obra e deste Lybro” la [que abre a lo siguiente. El que las palabras “Lybro” y “Obra” aparezcan colocadas en orden inverso me hace pensar precisarnente en una consciente intencion de encadenamiento pues libro, obra, obra, libro, mas sugieren continuidad que interrupcion con su resonancia de estribillo tradicional 0 de lixa-pren, que esta muy de acuerdo con la marcada aficion del autor a la prosa rimada y a 10 popular.1 6 Por otra lado la palabra “Libro” no implica necesariarnente referencia a la totalidad; creo que debemos atender aqui a una diferenciacibn entre los vocablos “libro” y “compendio” o “tractado.” Compendio es la que usa e1 Arcipreste en la introduccion para referirse a la totalidad de 1 7 ” y compendio llama lo que piensa escribir: “propuse fazer un compendio breve en romance . . . . a1 libro del “doctor de Paris” que toma como punto de partida18 y por tercera vez vuelve a referirse a su obra como compendio al manifestar su deseo de que de ella “alguna buena doctrina alguno tomare.”1 La palabra “tractado” corresponde a ese género literario vagamente definido que gozo extraordinaria popularidad en la primera mitad del siglo XV, género que era un resurgimiento literario de los tratados usados por los Padres de la Iglesia para la divulgacion del conocirniento 18 clasico, bajo 1a guia de los principios religiosos medievales, y que frecuentemente tomaban la forma de compendios 0 comentarios de obras autorizadas.20Asi pues que el Arcipreste llame compendio a su obra es lo logico pues esta divulgando una obra latina autorizada, la de Juan de Ausin segun nos dice. Al final de la primera parte encontramos la palabra “tractado” que también cuadra como referencia global a la obra: “Fenesce la primera parte de este tractado.”:H Como se ve el que al final de una parte aparezca la palabra “tractado” no ofrece ningun problema pues bien claro esta que “fenesce” una parte del todo. La confusién surge a1 comenzar la cuarta intitulada como “media”22 parte, pero esta expresion me parece correlativa a “libro” que, como sabemos, frecuentemente hace referencia a una seccion de una obra. Esto explica lo que de otro modo seria una repeticion innecesaria. Repeticién que, por otro lado, no se da a1 cerrar las otras partes ,designadas solamente con un vocablo. Me parece que seria una coincidencia excesiva que esta repeticién, “libro, Obra” se produjese precisamente en este punto que es el unico lugar en que puede interpretarse como indicativo de que termina una parte de este libro (entendido como seccién de la obra) que es, simultaheamente, la tercera parte de la obra en su totalidad. Esta explicacion pudiera no ser muy convincente si se lirnitase S610 a las dos frases comentadas, pero coincide ademas e1 hecho de haber una correlatividad en el contenido de ambas partes que respalda la hipotesis de que la primera de ellas puede ser considerada “libro” en el sentido a que aludo. La cuarta, 0 “Media Parte,” viene a poner ciertos puntos sobre ciertas ies expuestas anteriormente. El tema global astrologico esta repartido en estas dos secciones (del libro) bajo diferentes aspectos; uno, expuesto en la tercera parte, comprende lo aceptado por el Arcipreste y sus contemporaneos como cientifico y se refiere a la influencia astral que dicha ciencia promulga en las constituciones temperamentales del individuom3 La otra mitad o aspecto de este tema, 0 sea ' la otra “media parte,” es la que se desarrolla en la cuarta que, segirn reza e1 titulo, rechaza “La fable del comun fablar de fados, fortuna, sygnos e planetas”M Adviértase la aliteracién de la F. La repeticibn hubiese sido fa'cilmente soslayable de haberse querido evitar; podria decirse “la fabla del comun dizer” o “los dichos del comun fablar” y haber colocado “sygnos” y “planetas” antes de “fados y fortuna,” o alternar los vocablos. Pero aqui se ha dejado “sygnos” y “planetas” cuidadosamente agrupados fuera, de forma que esta marcada aliteracion de “fabla” proyecta una connotacion de parloteo superficial sobre “fados e fortunas.” Comparese después este titulo con el que abre la tercera parte que “tracta de las l9 complisiones de los onbres e de las planetas e sygnos, quales y quantos son.”25 Como se ve hay una diferenciacion fuerte sefialada por la palabra “comun” que aparece en el segundo titulo indicando que pertenece a1 vulgo, no cientifico. “Sygnos e planetas” son materia tratada en ambas partes, pero desde diferentes angulos. Todavia hay otra coincidencia y es que el orden de los vocablos “sygnos” y “planetas” viene invertido en estas dos frases: al principio de la tercera parte aparece primero “planeta” y luego “sygnos”; en cambio a la cuarta vienen primero los “sygnos” y luego los “planetas.” Que por dos veces se de el caso de alteracion del orden de los vocablos es claro indicio de que este es deliberado y tiene un proposito a1 que hay que atender. En el encabezarniento de la tercera parte se da prioridad a “planetas” y ésta es la parte que habla de astrologi’a como ciencia, por lo tanto, e1 planeta es el que dicta los signos que vienen colocados en segundo lugar. En cambio en el que “fabla del comun fablar” el orden se da ilégicamente invertido pues los “sygnos” aparecen antes que la causa que los produce, 0 sea los “planetas,” lo cual es propio del “fablar comun” que baraja causas y efectos arbitrariamente como en el contenido de la cuarta parte se pone de manifiesto. Penna, en su idea de que en principio la obra constase 5010 de tres partes, e indicando que Contreras al llegar a este punto parece haber empezado a copiar de otro manuscrito que incluyera la cuarta parte, supuestamente no contenida en el que seguia hasta ese momento, sugiere la posibilidad de que fuese Contreras quien incluyera en la introduccion 1a mencion a una cuarta parte y quien pusiera e1 titulo de “media parte” a lo que estaba afiadiendo para arreglar asi la “incongruencia” de continuar una obra ya acabada. La explicacion me parece forzada y la nota de Penna resulta muy confusa.26 La meticulosidad de factura que con un analisis atento se encuentra en los titulos de partes y en las frases finales comentadas, asi como su correspondencia con la distribucion del contenido, indican que indudablemente, tanto e1 reparto del material como los encabezamientos y frases finales, pertenecen al propio Arcipreste. Tal sutileza y tal identificacién con la obra dificil- mente se pueden atribuir a un copista que, por otra parte, es poco cuidadoso como el mismo Penna hace notar. 27 Que la division entre partes y capitulos no coincida en el manuscrito de Contreras con la que nos llega en los incunables mas parece que puede ser debido a que estos ultimos sigan una diferente tradicion de manuscritos, segun 1a opinion de Richthofen ya aludida, que a que todo ello fuese hechura de Contreras como sugiere Penna. En el manuscrito aparece confundida 1a numeracién de los capitulos28 y el parrafo que concluye e1 sexto de la primera parte se repite a1 finalizar el séptimo. Penna29 sugiere que esto pueda derivar de una nota marginal del propio Arcipreste, pero viendo la extrema brevedad del capitulo séptimo (que apenas cubre una pagina), me parece mas légico suponer que la repeticibn se deba a un error de Contreras que copio e1 final del capitulo séptimo a1 estarterminando e1 anterior. A la vista de lo que el presente analisis esclarece creo que esa tradicion perdida presentada en los incunables, recoge una forma mas tenninada y mas cuidada de la obra que corresponde con mayor fidelidad a la voluntad del Arcipreste. Martinez de Toledo nos dice explicitamente que la tercera parte se basa en la ciencia, y aun se excusa por no apoyarse mas en ella: “Demas rruego a los que este libro leyeren que no tomen enojo por él non ser mas fundado en ciencia.”30 Esto lo hace al final de la segunda parte cuando anuncia lo que va a escribir a continuacion, siguiendo e1 procedimiento que utiliza con todas sus partes, excepto al final de la tercera que no hace referencia a cual sea el tema que va a tratar seguidamente. La diferencia en el sistema se explica puesto que, como hemos visto, ésta es la unica parte que no cambia de materia con relacibn a la anterior, sino solamente de enfoque. Nos dice también la razén por la cual encuentra necesario incluir en su tratado el tema “astrologico ”:“Por cuanto comunmente los onbres non son rreprehendidos como las mujeres so reglas generales, -— esto por el mayor e mas juycio que alcancan, — conviene pues particularrnente fablar a cada uno segun su qualidad; e esto non se puede saber syn natural materia de astrblogos 31 naturales.” “Por ende conviene primero saber las planetas e los sygnos . .. Porque algunos non digan que no face esto tractar a propésito de rreprovacién de amar: sy faze, e mucho, sy lo consyderan.”3?S e colige que es necesario reer a la astrologia para poder hablar con fundamento. El Arcipreste “era hombre cultisimo”33 que no escribia para gananes; una cosa es el predicador que. se enfrenta en el pulpito a un auditorio popular y otra el moralista que escribe también para un circulo de lectores cultivados: “e algunos entendidos” que podrian reputarlo de “fablillas e que non era libro para en placa.”34 Si bien es cierto que nuestro autor sigue en mucho la técnica de pulpito de los predicadores,35 lo es igualmente que para que su obra fuese aceptada por todos los sectores de una sociedad, una “placa,” inquieta por los movimientos culturales como era 1a del siglo XV, tenia necesariamente que dar a su obra un respaldo cientifico a fin de poder rebatir tendencias ideologicas contrarias al pensar ortodoxo. pues combatir el determinismo de la influencia astral sin mostrar . . . - . 36 conocrmrento de esta materia sena hablar en vacro. Se excusa por no set mas “fundado en ciencia” y da seguidamente sus razones de moralista. que a fin de cuentas es lo que le interesa. para no basarse mas en ella: “que esto es por dos razones: por quanto para vicios e virtudes farto bastan enxiemplos e praticas. aunque parescan consejuelas de viejas . . . ”37 De esta forma usa la ciencia, pero no se explaya en la materia porque no es su objetivo. Basta observar la diferencia de longitud entre ambas partes para constatarlo: la tercera que es la cientifica. consta de diociocho capitulos que se extienden solamente en veinticuatro paginas, mientras que los tres capitulos que componen la cuarta parte donde se rebate su efecto, cubren setenta paginas. Penna no puede dejar de observar que: La terza parte del libro aveva aperto una questione scottante nel Medio Evo: quella della astrologia guidiziale. Perché il dire che l’amore agiva diversamente a seconda delle constituzioni fisiche, significaba inplicitamente confermare quel meccanismo dell’universo que era professato dalla astrologia guidiziale . Tale dottrina era dai moralisti avversata risolutamente fin dai tempi di Sant’Agostino -non gia perché essi vi rescontrassero alcunché di non scientifico— ma percheé questa meccanica dell’universo determinata dall’influsso astrale e dalle conseguenze, oggi diremmo, psicofisiche che esso avrebbe prodotto, poteva dirninuire o anullare addirittura 1a responsabilita dell’individuo; e quindi poteva produrre una specie di deterrninismo che conduceva alla dottrina della predestinazione, col conseguente annullamento del libero arbitrio.38 Es obvio que el contenido de la tercera parte podia muy bien dar lugar a féciles excusas de conducta basadas en predeterminismos biolc‘rgico—astrologicos y el moralista consciente y responsable que es Martinez de Toledo no puede dejar una salida franca que justifique irresponsabilidades. Por esta razén no podia ignorar el tema astrolégico, de fuerte influjo en su momento. pues hubiera dejado un flanco susceptible de facil ataque que podria redundar en perjuicio de su prédica. De esta forma estaba forzado a un tema que a su vez requeria la contraparte. Sin embargo, en vista de lo observado, creo que la constitueibn ideolo'gica de la obra siguio e1 proceso inverso y que en caso de haber sido alguna de ellas afiadida después de trazado el plan inicial, ésta seria la tercera parte y no la cuarta. En la introduccion. al plantear las cuatro partes que han de conformar e1 tratado. se extiende precisamente en comentar la razén por la cual escribe la cuarta parte. y esta explicacion en si’ incluye la razon de la tercera. siendo ademas una conclusion consecuente a la reprobacién del I“) (J amor loco (que es el tema que anuncia en la primera) acabar indicando que si amando pecan no es por causa de los hados. E va en quatro partes principales diviso. En la primera fablaré de la rreprobacion de loco amor, e en la segunda dire’ de las condiciones algund tanto de las viciosas mugeres, (e) en la tercera proseguira las complisyones de los onbres: quales son, que virtudes tienen para amar o ser amados. En la quarta concluyré rreprobando la comun materia de fablar de fados, ventura, fortuna, signos e planetas, rreprobada por la Santa Madre Iglesia e por aquellos que Dios dio sentydo, seso, e juyzio natural, e entendimiento rracional: esto por quanto algunos quieren dezir, que, sy amando pecan, que su fado o ventura ge lo procuraron. 39 M65 parece que escribiera la tercera parte 5610 para poder rebatirla. Esta parte sin e1 cierre de la cuarta quedaria inconclusa y sin razon de ser en la obra de un autor didactico y a su vez la cuarta, necesaria a1 moralista que predica contra el loco amor y conoce los argumentos con que se excusa de falta e1 pecador, estara débilmente mantenida sin el previo planteamiento cientifico que la antecede en la tercera. De esta forma e1 por qué del “misterio” por el cual el Arcipreste se sintic’) impelido a incluir un largo e insufrible tratado en astrologia, como dice L. B. Simpson,40 queda esclarecido pues “sy faze, e mucho, sy” lo consideramos. Dije que el sentido de la responsabilidad es esencial en el Arcipreste y creo que la inclusion de la tercera y cuarta parte son ya buena prueba de ello. ' Respecto a la continuidad argumental de la obra observamos que la cuarta parte corresponde directamente a lo planteado no solo en la introduceién, sino también en el desarrollo de la primera parte, con 10 cual el supuesto de Penna de que también la introduccic'm fuese alterada posteriorrnente una vez efectuada la adicién de la cuarta41 parte, me parece poco sostenible. En el primer capitulo de la primera parte se habla del pecado en lineas generales y dentro de la mas pura ortodoxia; al mismo tiempo se menciona la natural tendencia y voluntad del hombre hacia el pecado: “Ay del triste desventurado que por (querer) seguir el apetyto de su voluntad que ”42 43 brevemente pasa . . ., “mas nos va el coracon en querer fazer mal;” ' “por querer segurr la mesquina de (su) voluntad y apetito desordenado.” 44 La palabra voluntad o querer, aparece repetidamente unida a la tendencia del instinto y es la voluntad la que aparece en la cuarta parte como antidoto eficiente contra la influencia de cualquier tendencia temperamental marcada en el individuo por el influjo de los planetas. La primera cita que encontramos en este sentido es que debido a la influencia de la constelacion “paresce que (de) necesidad es e no de voluntad”45 que el hombre obre mal, a lo que responde e1 Arcipreste: “Yo non te niego que los cuerpos superiores non 23 den sus ynfluencias a los ynferiores, e que las personas que en tales tienpos, dias e oras hacen durante sus ynflueneias de los sygnos e planetas, que non rreciban de sus calidades e correspondencias . . . ”45 Negarlo seria una torpeza pues, como hemos visto, seri'a negar una evidencia cientifica de su tiempo; pero si se puede veneer este influjo, arguye e1 Arcipreste “dando demostraciones de cosas que de voluntad propia SUE (fijémonos en lo enfético de esta expresion) 1e rretraygan de mal fazer e 1e den vgluntad e apetito de bien fazer.” ‘7 Un poco mas adelante dice: “non dé oulpa a la ventura, a1 fado, nin a la planeta, synon a si mesmo que se lo procuro,1o pl_u_g9_ e 10 115132338 La cuarta parte es pues una incuestionable defensa del valor de la voluntad y de la libertad del hombre para superar cualquier tendencia congénita y esta defensa se nos da después de haber superado el escollo de las posibles objeciones que a tal defensa se pudiera hacer basandose en falta de conocirniento cientifico. Con ella ademas se remata 1a doctrina expuesta al principio de la obra. Para ver esto volvarnos a la introduccion que es donde se nos habla del propésito que persigue: “Por ende, veyendo tanto mal e dafio, propuse de algun tanto de esta materia escrevir e fablar.” No se vuelve a encontrar alusion a tal proposito precisamente hasta el capitulo segundo de la cuarta parte donde dice: “Pero, tornando a mi propésito, yo te demando: aqual es de mayor dignidad, e1 anima 0 e1 cuerpo? {’50 y en el desarrollo de toda la obra, efectivamente, se encuentra la constante del mayor valor del alma, como ya se indica en la introduccion, pues ella es la que ha de alcanzar la salvacion que es el mayor bien para el hombre: “e mucho peor perdicion de las tristes de las animas”51 se lee en la introducci'on. En esto se ve como conceptualmente hay una directa solucibn de continuidad entre toda la obra y su ultima parte pues 1a perdicion o salvacion del alma depende de nuestra voluntad de bien obrar como taxativamente concluye e1 Arcipreste. También estilisticamente encontramos a1 llegar a la cuarta parte un retomo del autor a1 método escoléstico de aducir razones que habia abandonado en la segunda y tercera partes, sin duda por no ser muy idoneas a1 material empleado ya que en estas dos partes mas comenta motivos por los cuales debe obrarse de una forma detenninada que argumenta. Se reinicia este método precisamente a1 comenzar el mismo capitulo en que dice volver a su proposito con lo que, tanto ideologies como forrnalrnente, se une asi en relacién directa con los capitulos que van del uno al - diecisiete de la primera parte, que son aquellos en que reprueba el amor mundano apilando causas o a 9’52 66 para hacerlo. Todos estos capitulos empiezan: “Primeramente te drgo esta razon . . . ; Muy miss ’9 9, por ende te demostraré otra razon . . .; “La Tercera razon . . .; “Hay mas otra 24 55 . . razon . . . ” etc . . . hasta el capitulo indicado. Y asi mismo e1 capitulo segundo de la cuarta parte, en que dice volver a su proposito, comienza con: “Otra‘rrazon te quiero facer. . . ’ y el Arcipreste termina su obra apilando razones por las cuales 8610 Bios “ordena e faze”57 6 “face e desface”58 sin que la astrologia tenga valor o pueda alterar en la balanza e1 peso “que los méritos de nuestras propias obras”59 alcancen. Simultaneamente ocurre que la primera y ultima parte son las que doctrinal y didacticamente tienen mas peso y densidad. Las dos que quedan en el centro son mas livianas conteniendo una ejemplos que testifican cuan poco valen “las malas e viciosas mujeres”60 (en apoyo de la disertacion contra el loco amor de la primera) y la otra una exposicion preliminar de la materia que se rebate en las conclusiones finales. Al tener en cuenta la estnrctura de su tratado un autor moralista ha de pensar en que el material venga expuesto de la forma mas eficiente. De esta manera se abre 1a obra con seriedad como corresponde alrango de quien esta escribiendo y a su propésito, se intercalan historias chispeantes y amenas a fin de no hacer pesada la lectura,61 y se cierra con recapitulaciones y amonestaciones que refuerzan y concluyen las consideraciones con que se inicio e1 tratado. ' Primero Richthofen y luego Penna observan que la disposicion de la materia concuerda con el esquema usado por los predicadores. E1 primero de estos criticos hace su observacion en términos generales” y Penna se refiere especificamente a los capitulos que van del XXIX al XXXVIII de la primera parte cuyo equivalente no se encuentra en Capellano.63 Michael Gerli aunque comenta de pasada que la totalidad de la obra esta infiuenciada por la técnica de pulpito, no lo hace con referencia a la estructura general sino que se concentra en el estudio de la primera parte concluyendo que ésta “has every structural indication of being a sermon”64 y colige que la primera parte sin duda fue escrita con antelacion, basandose en el “amén” con que se cierra e1 capitulo XXXVII y en el encabezamiento del siguiente que juzga una recapitulacion: “En conclusion como por amor vienen todos los males.” Pero al observar que el contenido de este ultimo capitulo de la primera parte no representa un cierre a la obra,deduce que fue posteriorrnente alterado a1 afladir las otras tres partes.65 Pero no queda claro por qué, si se altero e1 capitulo, no se suprimio e1 “amén.” Lo que ocurre es que este “amén” no guarda relacion alguna con la totalidad del capitulo y mucho menos puede interpretarse como “Amén” final de la obra . Corresponde sirnplemente a la frase inmediatamente anterior donde e1 Arcipreste termina su capitulo haciendo votos de que la lectura de su obra se saque moral provecho y enmienda y ruega a Dios que esa enmienda sea “rrelevacion de 25 algunas de mis culpas que tiempo ha cometi, e de las que cometo (de) cada dia en satisfacion, e 66 despues de la presente vida de penas e tormentos rrelevacion, (amén).” Como vemos este “asi sea” se refiere claramente al deseo expuesto por el Arcipreste en el parrafo citado y no me parece que el “amen” de un sermon pueda referirse a algo individual, personal del predicador, sino que ha de reflejar esperanza en térrninos amplios, generales, dirigidos a los oyentes y que abarque globalmente e1 espiritu del sermon completo corno ocurre con el “amén” que aparece al final de la cuarta parte: _ _ I ' Plégaae) a Nuestro Senor poderoso, Jesuchristo . . . que asy velemos e nos apercibamos, e del enemigo Satanas nos guardemos . . . ; para quando aquel glorioso‘(esposo) Jesuchristo las sus divinales bodas quisyere celebrar, nos falle velando, apercebydos . . . ; porque mereseamos ser dignos de entrar con E1 en aquella fiesta tan maravillosa e en aquel combyte tan prescioso de aquellas benditas bodas de la gloria del parayso para syempre jamés, amén.67 La organizacion total de la obra encaja dentro de los canones generales que 103 Ag Pgedicandi postulan, y que Gerli minuciosamente expone en su trabajo, aunque, muy comprensiblemente, no se adhiera a1 método de forma estricta debido a1 volumen y a perteneoer definitivamente al género literario; ésta es sin duda la causa de que el paralelisrno con un sermon se observe mas acusadamente en ciertas partes, precisamente aquéllas en que la materia tratada es mas especificamente prédica, y por otra parte menos original ya que en ello sigue mas fielmente a Capellano como‘bien demuestra Penna. Hace notar Gerli cémo la técnica de terminar una seccion tematica preparando simultaneamente a los oyentes (o lectores)a lo que va a venir después “is quite common in pulpit oratory and indicative of the rhetorical care with which sermons were composed;”68 Es extrafio que habiendo observado este fenomeno en la primera parte no pase a comentar como se presenta también en la conclusién de cada una de las partes que componen la Reprobacion del Amor Mundano y no solamente entre uno y otro de los capitulos de la primera parte. Recordamos por otro lado que la “predicacion consigue en el siglo XV . . .un sentido popular”69 que anteriormente no tenia, y que en esta época, “los temas de la predicacion al uso aparecen montados sobre el saber folklorico y, en mezcla curiosa con la vida urbana y nJral,11ena de pintoresquismo.”7oEsto nos hara entender mejor 1a funcion y el valor ideologico de la segunda parte dentro del conjunto; ademas de perrnitir a1 Arcipreste explayar libremente sus magnificas dotes literarias- (que segun Damaso Alonso son, como vimos, esencial razon de ser del libro) sirve a1 moralista que con ello logra de forma incuestionable mantener viva y alerta la atencion del lector, 26 cosa-que sin duda interesaba al Arcipreste y que tal vez fuera lo mas dificil de conseguir para un predicador. En cuanto al estilo en el conjunto de la obra Richthofen71 ya hablo de la diferencia existente entre e1 usado en la segunda y tercera partes y el que se emplea en la primera y cuartas. Esto concurre en apoyo de lo anteriormente expuesto y es perfectamente logico que sea asi puesto que, como estamos viendo, Martinez. de Toledo escribié con unaconscicncia muy clara del material que trataba y de la estructura de su obra. La segunda y tercera partes forrnan e1 centro fi’sico del tratado como demuestra la observacion. En la edicién de Penna la primera parte ocupa setenta y dos paginas; 1a segunda y tercera parte juntas ochenta y la tiltima setenta. Alastair Fowler en su estudio sobre forma y estructura sefiala 1a relevancia de la sirnetria estructura] desde Homero, pasando por los autores latinos hasta el periodo barroco (cap. V) y en el prefacio de su estudio recuerda que la ordenacion numérica estnictural “was widely used by ancient latin authors, common to the best medieval and renaissance poets;72 se puede encontrar esta sirnetria en la estructura del (_7<_)r_b_a_gh9_. Respecto a la extension de cada una de las partes encontramos que en ellas hay un equilibrio y equivalencia. De las dos primeras partes la mas larga es la primera que consta de setenta y dos paginas contra cincuenta y seis de la famosa segunda parte, lo cual hace suponer un mayor interés del autor hacia la primera. En total ambas~(primera y segunda) suman ciento veintiocho que supone aproxirnadamente el centro del libro, que asciende a doscientas veintidos no contando prélogo ni enmienda final, 10 cual también me parece relevante ya que en la segunda mitad se repite simétricamente e1 hecho de que la parte mas cercana a1 centro (esto es, la tercera) es la mas corta y - de menor interés ideologico y, otra vez, considerablemente mas extensa aquélla en que se vuelve a hablar con mayor carga didactica. Este equilibrio de extension, simetria y correspondencia tematica dificilmente puede darse al acaso y aun si la obra hubiera estado escrita con el transcurso de algirn tiempo entre sus partes, me inclino a dar crédito a1 proposito que manifiesta Martinez de Toledo en su introduccion de escribir una obra en cuatro partes y me parece que esta fue, en efecto, la forma en que se concibio 1a obra. Las afladiduras y enmiendas serian parciales dentro de una u otra parte, pero en modo alguno pueden ser una de las tres ultimas o la cuarta. La unica que cabria pensar que fuese afiadida una vez terrninada la obra es la tercera y esto, como ya hemos visto, por razones de utilidad. Aun queda por ver un factor mas cuyo conocimiento se debe a las investigaciones del profesor Penna, que nos dé una informacio’n relevante respecto a la forma en que el docto capellan de Juan II plantea e1 contenido de la obra a trave's de la estructura y corrobora lo visto hasta este punto. Como ya se ha dicho este critico presenta el libro tercero del De Amore como fuente directa no 5610 de una buena parte del material, sino del sistema estructural empleado por Martinez de Toledo. Efectivamente el erudito italiano demuestra cemo Martinez de Toledo sigue punto por punto. y en el mismo orden. los temas usados por Andrea Capellano en su “De Reprobatione Amoris” si. bien destaca como vienen desarrollados de muy distinta y personal manera en el moralista castellano. Al observar que en el texto espafiol hay largas extensiones de escritura de las que no se encuentra precedente ni correspondencia en el modelo latino, colige que las partes mas extensas de la obra del Arcipreste que se independizan totalmente del esquema de Capellano, son adiciones posteriores no pensadas por Martinez de Toledo al concebir su obra.73 Esto sucede, por ejemplo con todos aquellos capitulos de la primera parte en que se habla de cemo el amor desordenado infringe todos los mandamientos y virtudes teologales e incurre en falta en cada uno de los pecados capitales, temas que ninguno de ellos se encuentra en el "Reprobatio Amoris” de Capellano Penna también comenta la posibilidad de que esta larga seccion de la primera parte fuese afiadida después,74 si bien mas debilmente que a1 referirse a la cuarta parte donde cree encontrar un punto de apoyo mas sélido no ya en el hecho de que no tenga antecedente correlativo en Capellano, sino en los encabezamientos y frases finales anteriormente estudiados. De esta forma vemos que el criterio del profesor italiano estaba quiza, en este punto, demasiado influenciado por el evidente paralelismo que acababa de constatar. Sin embargo a1 hacer su estudio observa que el ultimo punto de concomitancia entre ambos textos consiste en la inclusién de la parabola de las virgenes. y se da el caso de que con ella “si conchiude sia i1 trattato del Capellano che quello dell‘Arcipreste”75 y que nuestro autor “nelle ultime battute si ricollega al testo del Capellano e conchiude parallelamente alla conclusione del De Amore.”76 0 sea que aunque e1 Arcipreste se separe de su modelo para elaborar libremente su obra en largas extensiones, los dos tratados acaban de identica manera. Ya he dicho que Penna demuestra cemo, sin perder por ello originalidad, e1 texto del didacta castellano se desarrolla paralelamente a1 I;e_A__m_g;§ con la particularidad de que cada vez que se separa de él vuelve a tomarlo en el punto que lo dejo, esto es: el orden de los temas expuestos aparece exactamente igual en ambos tratados. Consecuentemente si la parabola de las virgenes cierra ambas obras. esto solo puede deberse a que el Arcipreste, de una forma deliberada, lo quitara de la tercera parte, si es que antes habia concluido su obra en ella, y lo colocara al final de lo afiadido dando asi prueba de que lo nuevamente escrito formaba conceptual y estructuralmente. parte integral de su compendio al quedar todo incluido dentro de los margenes marcados por el modelo que seguia. 28 Esta hipotesis demostrari’a una clara intencion en el criterio del Arcipreste de querer que su obra fuese considerada una unidad indesmembrable pues, lo que Ciertamente no cabe, vista la fidelidad con que le sigue como patron sobre el que construir su obra, es pensar que se olvidara de incluir la conclusién de su modelo en la tercera parte y lo recordara mas tarde a1 escribir la cuarta. Ni tampoco cabe que la rechazase como inadecuada habiendo seguido todos los demas puntos, en cuyo caso, ademas, no la hubiese incluido después. Sin embargo considerando esto junMente con todo lo anteriormente estudiado, creo mas facil y logico pensar que la obra se concibi6.de una vez (aunque pudiesen quiza pasar algunos periodos de tiempo entre el escribir de unas partes y otras) y que la parabola de las virgenes quedo conscientemente en reserva para terminar con ella paralelamente a1 patrén que de guia se habia propuesto. Lo que es incuestionable es que la obra esta construida con una vision de conjunto global y de forma perfectamente articulada y consecuente; hay una definida congruencia en ella que sin duda obedece a la voluntad y criterio organizador de su autor y la cuarta parte es constituyente. integral del Arcipreste de Talavera. 77 NOTAS lByrd Simpson, pag. 7. 206m, Tesis, pég. 32. 3Rogerio Sénchez, ed. I_.ibro e1 ci ste alav ra llama o o " Mg 0 cgrbacho, (Libreria y Casa editorial Hernando, S. A., Madrid 1929? ), pégs. 15 y 18. 4Raul A. del Piero, “La Coronica de Mahomad del Arcipreste g1; Talavera,” Nueva revg' ta de Filologi'a Hispanica, XIV, (1960), p. 32. SRichthofen, pég. 441. 6Penna, pag. XXXVIII. 7Gerli , Tesis, pag. 27. 8Esta noticia 1a da Simon Diaz, Bibliografia de la W (C.§,I,C. Madrid, 1965), Tomo 111, vol. II, presentando e1 ejemplar como perteneciente a la reina (p. 364). Mario Penna indica que dadas las modestas caracteristicas exteriores del codice no parece que es- "tuviera destinado a las manos de la'soberana (pag. LII), afiadiendo que el manuscrito deja bastan- te que desear (p. XXVI) en cuanto a cuidado de manufactura lo cual también hace pensar que no estuviese destinado a ser copia personal de Da. Isabel, sino a sus lectores y lectoras como sugiere e1 erudito italiano. Simén Diaz probablemente encontré la noticia en el Cata’logg de manugritgs de 1; Real Biblioteca del Escorial, de Zarco Cuevas, (3 vol. Irnprenta Helénicthadrid, 1924, 1929). 9Pérez Pastor indica que toda la noticia que se tiene de una posible edicion anterior es una cita de Panzer cuya autenticidad no esta demostrada (pég. X). 10Cristobal Pérez Pastor, ed. Arcipreste de Talavera, (Corvacho Q reprgbacién del amor mundang), Sociedad de Bibliofilos espanoles, no. 35 (V da. e Hijos de M. Tello, Madrid, 1901), pag. XXVHI. 11Las ediciones anteriores a Penna que aparecen tras la de Pérez Pastor no afiaden mayor novedad en cuanto a la edicién por si misma se refiere. Rogerio Sénchez (1939) sigue a Perez Pastor modernizando la ortografi'a y puntuacién; E. Barriobero y Herran (1931) es de carac- ter modernizante y carece practicamente de valor desde un punto de vista critico. Simpson (1939) se atiene a1 manuscrito escurialense y la de Martin de Riquer presenta algunos interesantes cambios de puntuacién y notas. 12De estas diferencias, me referiré a aquello relevante a1 estudio que me propongo (senalando también las diferentes transcripciones en las ediciones). Para un conocirniento detalla- do de ellos véanse las ediciones de Pérez Pastor y Mario Penna. 13Martin de Riquer, pag. I4. 29 30 14Martin de Riquer, pag. 13. En nota a la demanda (pag. 332) dice que “es evidente- mente apocrifa como revela su estilo y su actitud.” Mas adelante estudiaremos ambos aspectos. 15Penna: “ . . . L’opera dovrebbe considerarsi terminata; ed infatti a questo punto, 31 fine della 1 colonna del F. 72 r., nel ms. si leggue una rubrica che constituisce un vero e pro- prio explicit, ‘aqui se acaba la tercera parte deste libro e obra’.” pag. XXXVIII . 16Su entusiasmo por 10 popular es reiteradamente sefialado por Menéndez y Pelayo en su critica del Corvacho (pags. CIV-CXIII). Y habla de la abundancia de palabras rimadas (pag. CV). C. Perez Pastor también menciona la aficion a la prosa rimada del Arcipreste que no aparece soT6 en esta obra sino también en la Vida de 8. Ildefonso, pag. VI. . l7Alfonso Martinez de Toledo, MW ed. Mario Penna (Torino, Rosenberg y Sellier, 1955), pag. l. l8Arcipreste, pig. 4. 19 ” pég.4 20Anne Krause “Further Remarks on the Arcm' Este of Talavera,” W Studies, vol. VI, no. 22, (1929),. “ . . . it belonged to that loosely defined literary genre known as the tractado. This form enjoyed extraordinary popularity in the early fifteenth century, and is thoroughly characteristic of the age in which mediaeval and Renaissance tendencies were struggl- ing for adjustment. It was an outgrowth of the tractatus used by Church Fathers to expound classical knowledge under the guidance of mediaeval religious standards, and was the accepted li- terary medium for clerics and scholars in the Middle Ages. The tractatus often took the form of a compendium or commentary on authoritative works.” pag. 57. 21Arcipreste, pag. 78. 22Penna sugiere que fuera Contreras quien pusiera este titulo de “media parte” (ver nota 26 de este capitulo). Sin embargo en vista de lo que aqui se estudia no lo creo posible. Este punto se argumenta mas adelante. 23Sobre la controversia ideologica mantenida entre los ‘cientificos’ y la Iglesia a causa de la astrologia ya desde el 3. X1 da una magnifica y clara relacién Theodore Otto Wedel en su Wm (New Haven: Yale University Press, London: Humphrey Milford. Oxford University Press, 1940), demostrando como, ya en la alta edad media “The long warfare of science with theology. .had resulted in a distinct victory for science” pag. 69. Ana- diendo: “As amatteroffactaftathenuddle ofthe tlnrtecnthoentury asanesciemehadnolorger anything to fear at the hands of the Church.” (pag. 70). Simultaneamente pone de relieve 1a enorme im- portancia que alcanzo la astrologia como ciencia en los siglos XIV, XV y XVI aunque: “To trace the history of astrology through the fifteenth and sixteenth centuries is not our task. During the Renaissance (se refiere concretamente a los siglos mencionados), astrology enjoyed once more that universal reign which it had held in the Roman Empire.” (pag. 89). 24Arcipreste, pag. 159. 25 ” pag.135 26Penna: “Come si vedc, qui l’opera veniva data per conchusa e pare ovvio che quan- to segue sia da considerare come aggiunta posteriore. Si noti tuttavia che l’Introduzione (anche nd 31 ms.), dice: ‘E va en quatro partes principales diviso’ (2,1) - mentre poi Contreras intitola la se- guente ‘media parte’. Si ricordi pure (v. nota seg.) que a questo punto egli sembra aver preso a copiare d’un altro ms.: forse quello che ha usato fin qui era in tre parti sole, ed egli, nell’Intro- duzione scrisse quatro partes, gia sapendo che da un altro ms. avrebbe tratto una quarta? ‘. Co- munque sia, quello che sembra sicuro é che qui, in un primo tempo, lopera tenninava: l’Introdu- zione che parlava di quattro parti pub essere state scritta, o, quanto meno, modificata, dopo - e Contreras, giunto a questo punto, avvertendo forse l’incogruenza di continuare un ‘ opera gia con- chiusa, intitola i1 rimanente a ‘media parte’ -— col che, in pratica, non fa che aggiungere una secon- da, cioé quella di ridurre a tre l’opera che ha annunciato di quatro.” nota, pag., 158. 27Crist6bal Perez Pastos, si bien dice que en muchas cosas e1 codice mejora los incu- nables y es de gran utilidad para el estudio de la obra, apunta a los muchos errores de que adole- ce comentando que “bien examinada esta copia deja mucho que desear.” Alfonso Martinez de To- ledo, flipreste de Talavera, ed. C. Perez Pastor, Sociedad de Bibliofilos Espafioles, No. 35, Ma- drid:ViudaehijosdeM. Tello, 1901,pag. XXVI. ' 28Del veinte a1 veinticinco de la primera parte. Ver Penna, pégs. 45, 46, 48, 50, 51, 54. 29Penna, pag. 16. 30Arcipreste, pag. 134 31 ” pags. 133-134. 32 ” pag. 134 33Menéndez y Pelayo, pag. CV. 34Arcipreste, pag. 134. 3SGerli , “Ars Praedicandi . . . ,” “As will be shown, both the popular and university pulpit have a strong influence on Arcipreste de Talavera”, pag. 430. 36Conviene recordar que ya el Arcipreste de Hita use este método de ejemplificar la forma en que los astros influyen en la vida del individuo para después rebatir la validez de di- cha influencia; lo vemos en la historia del Rey Alcaraz nacido bajo e1 signo de Venus. Estrofas 123 a 154. 37Arcipreste, pag. 134. 38Penna, pag. XXXIX. 39Arcipreste, pag. 2 40Ver introduccion de este trabajo, pag. 1. 41Ver nota 26. - 42Arcipreste, pag. 2 43 ” pag. 3. 32 44Arcipreste, pag. 7 45 ” pag.l60. 46 ” pag.l60. 47 ” pég.l6l. 48 ” pag. 221. 49 ” pég 3 5° ” pag.l98. 51 ” pag. 3. 52 ” pig. 6. 53 ” pag. 7. 54 ” pag. 9. 55 ” pag. ll. 56 ” pég.l95. 57 ” pag.l95. 58 ” pag. 292. 59 ” pag.223 6° ” pag.79. 61 Gerli , “Ars Praedicandi . . . ”, pag. 438. No aburrir al auditorio era y ha sido siempre una preocupacion primordial de todo predicador ya que, obviamente, una prédica arida- mente expuesta pierde un alto porcentaje de su eficacia si no toda. 62Richthofen, pag. 503. También Christine J.Whitbour’s:“_'I_'1_1_e_Amme_s_t_e_d_e_Iala_v_e_- 11a and the literature of love” Occasional Papers in Modern Languages, 7, (Hull, England: Univer- sity of Hull, 1970) pags. 22-23, toca 1a materia someramente. 63Penna, pag. XXIX. 64Gerli, “Ars Praedicandi . . . ” pag. 436. 65Gerli, “Ars Praedicandi . . . ” pags. 137-138. También Penna, anteriormente, ha- bla del “solemne” amén que cierra este capitulo XXXVII de la primera parte (pag. XXV III, nota) considerando que dicho capitulo constituye una conclusion. Amenes del tipo del que se encuen- tra al final de dicho capitulo hay varios en la obra de nuestro autor; véase pag. 130. 66Arcipreste, pag. 77. 67Arcipreste. pag. 227. 686cm. '“Ars Praedicandi . . . pag. 436. 69Juan Beneyto. “Teori'a Cuatrocentista de la oratoria." Boletin de la Real Acade- mia Espafiola. Tomo XXXIV. cuaderno CXVI. (1945). pag. 430. 7OBeneyto. pag. 420. 7‘ Richthofen, pag. 456-461. 72Alastair Fowler, Triumphal forms, Cambridge University Press (1970), pag. IX. 73Penna. pags. XXIV a XXXIV. Edwin B. Place opina. en contra de Penna, que el modelo de Arcipreste puede haber sido e1 predicador francés Jean Halgrin d’Abbeville que paso al- gun tiempo predicando en Aragon: en “Review”. Spgcculum. 31, (1959), pags. 397. 398. Gerli opina que pudiera ser que el Arcipreste siguiera a Capellano de segunda mano a través de un es- crito dc Halgrin encontrado en Aragén. ya que Halgrin y Capellano eran compatriotas contempo- raneos. Tesis pag. 123. 74Penna. pag. xxxrv. 75 " pag.XXXIV 76 ” pag. XLVI. 77El primer critico que he visto que arguya que “la tercera y cuarta partes estan debil- mente cnlazadas con el propésito general del libro . . . e impugna, sin venir muy a cuento. Ia creeencia vulgar en hados y fortunas signos y planetas” es D. Marcelino Menéndez y Pelayo. A mi juicio la critica ha seguido después este criterio sin excesivo analisis y quedo, dc hecho. esta- blecido como opinion hasta hoy. Origenes de la Novela, introduccion, pag. CX. E1 unico critico que sefiala una unidad en la obra, tras un somero estudio de la articulacién de las diferentes par- tes, es Christine J. Whitbourn que declara que: “Martinez’s work is perfectly coherent, if rather heterogeneous.” pag. 56. Capitulo III Puesto que el Reprobatio Amoris sin duda alguna sirvio de modelo para el Aminreste dc fIfaIavega y el contenido de sus dieciocho primeros capitulos se cine muy rigurosamente a él, es necesario scfialar cuales son las diferencias que existen entre un texto y otro y en que’ consisten, a fin de saber qué es lo que pertenece a1 pensamiento personal del autor castellano. Las diferencias encontradas son relevantes tanto estilistica como conceptualmente y muestran que Martinez de Toledo, si bien use como guia la obra de su predecesor, sintio la necesidad de puntualizar casi todos los pasos de aquel dandoles un matiz muy diferente que altera e1 sentido del conjunto. Seria un completo error pensar que El Arcipreste dc Talavera no es mas que la version al castellano de la obra de Andrea Capellano sin nada “original mas que la lengua” como dedujo J osé Ramon Araluce Cuenca a partir del estudio comparativo de ambas obras Ilevado a cabo por Mario Penna. Cuenca, que opina que esta es la obra mas importante del siglo XV, afiade: “no lo es por su contenido ideologico o moral, que el mismo Arcipreste confie'sa no pertenecerle.”1 En cuanto a1 estilo huelga decir que no hay nada en Capellano de esa peculiar ligereza y gracia de expresion, ni del coloquialismo y transmision de realidad vital que caracterizan a tantas de las paginas del Comm y que ya apuntan en los primeros capitulos,2 aunque no en la abundancia y extensién con que se producen mas adelante cuando cuadra mejor al proposito del autor desarrollar , ese aspecto de su prosa. . _ Aunque no es mi objetivo ocuparme de la obra de Capellano creo conveniente sefialar que en lo escrito en cl tercer libro del More si hay un tono general que implica, incuestionable- mente, queja contra el concepto del Amor Cortés expuesto en sus dos libros anteriores y Deyermond, segirn se dijo, lo percibe en el Arcipreste como ataque a1 mismo.3 En el Corbacho unicamente se en- cuentra un pasaje del que se pueda decir que contenga la especifica intencion de ir contra uno de los aspectos de la ideologia en que se desenvuelve el Amor Cortés del que se habla. Me refiero a1 pa- rrafo inicial del capitulo quinto en el cual se le pide a1 hombre que, si es que ama, ame a otra mujer que no sea la de su amigo y a ser posible que la tal mujer sea,’mas que desconocida, extrafia. Sin embargo opino que, por varias razones, seria un error trascender la conexion de este parrafo con 34 35 e1 Amor Cortes al sentido general de la obra. La primera que la constante insercibn dc comentarios del propio Arcipreste dan un matiz primordialmente humano a las reflexiones que lee. En este caso especifico afiadiendo a1 texto de Capellano cl consejo de que sea una mujer extrafia el objeto amado,4 lo que esta haciendo es tratar dc minimizar e1 perjuicio pues, si al menos la mujer con quien se peca es una desconocida, no trascenderan los perjuicios del hecho fuera de quien lleva a cabo 1a accién. La segunda que, como repetidamente se viene indicando, las paginas de Martinez de Toledo recogen todo lo que se encuentra en Capellano y, consecuentemente, traslucen algo del espiritu que lo mueve; de e'l estan Ciertamente impregnados e1 capitulo tercero en que habla de la amistad; el cuarto en los juicios que emite sobre las zozobras emocionales que sufre el enamorado y algunos aspectos del quinto. Y 1a tercera y fundamental razon es que esta conexién esporadica no es suficiente para definir un tono en el total de una obra cuyo analisis revela otras preocupaciones constantes y preeminentes. La observacién detenida del texto demuestra que el Arcipreste capta sistematicamente la trascendencia inmediata de los hechos o situaciones planteados por su modelo en estos dieciocho primeros capitulos. La primera diferencia que salta a la vista es que Martinez de Toledo no dirige su compendio a los hombres en particular y ni siquiera se conforma con usar una interpelacion genérica sino que puntualiza con una deliberada insistencia que el loco amor tanto dafio hace al hombre como a la mujer. Es al ser humano, sin distincion de sexo, a quien se dirige en este aspecto, y si se puede alegar que no es nada nuevo e1 especificar en algunos puntos, hombre o mujer, Martinez de Toledo lo hace con una machaconeria notoria que no he encontrado a ningun otro autor y que claramente manifiesta su deseo de ser bien entendido a1 respecto. Ya en el prélogo, escrito para “informacién algun tanto de todos aquellos a quienes plugiere leerlo” puntualiza: “Sy e1 triste del 99 onbre o muger syntiese derechamente que cosa es perdurable . .. y repite tres veces mas: 99 6‘ “aquellos e aquellas,” “algunos o algunas, onbre con muger, muger con onbre.”6 Después, en los dieciocho primeros capitulos, insiste otras ocho veces sobre esta formula7 dejando bien establecido que el loco amor va en detrimento tanto de unos como de otros, concepto caracteri'stico de Marti- nez de Toledo a lo largo de todo el compendio y que no se encuentra en Capellano, quien se dirige concretamente al hombre personificado en su amigo Gualterio. Ademas dc esto Martinez de Toledo afiade, en contraposicibn a los dafios que el hombre recibe de la mujer, los que a ésta 1e ocasiona el hombre. Penna lo observa en una ocasién cuando en el capitulo XVIII el Arcipreste hace un desdoblamiento del tema que en el mismo punto presenta 36 Capellano y atem’ra el movil de la lujuria femenina comentando que ella piensa que amando sera rica. El profesor italiano indica que “Martinez questa volta concede un’attenuante e cioé l’indiscrezione maschile.”8 Sin embargo no es “esta vez,” sino practicamente todas, las que encontramos 0 un atenuante o la contraparte correspondiente a los juicios que emite Capellano condenando la conducta e idiosincrasia femeninas. En el capitulo XVII, tras exponer los ejemplos que encuentra en su modelo de hombres que fueron engafiados por mujeres (Aristoteles, Salomon, Virgilio), que son topico en la literatura misbgina medieval, Martinez de Toledo, refiriéndose a la mujer, afiade: “Pero no digarnos de los engai‘ios que dellos9 rrescibieron, rresciben y rrescibiran cada di’a”1.o Con esto va un paso mas alla pues no es unicamente la especificacion de Que 10s danos morales del pecado tanto atafien al hombre como a la mujer, sino que también perjuicios estrictamente materiales, con los que tradicionahnente se viene conminando a1 hombre para exhortarlo a no caer en lazos del loco amor, se producen en relacién inversa, 0 sea, en el planteamiento dado por el Arcipreste, no es la mujer la que aparece como enganadora sino que el engafio aparece como componente intrinseco del loco amor. Incluso hay ocasiones, como ocurre con el ejemplo que estoy usando, en que este afan de puntualizar del Arcipreste produce ciertas disonancias con el plan seguido por su modelo. Como he dicho, Capellano esta ejemplificando la forma en que las mujeres engafian a los hombres y seguidamente comenta e1 castigo que recibieron . por ello. Al intercalar e1 Arcipreste su ampliacion tematica entre la exposicién‘de 10s engafios y el castigo que los ejecutantes de los ejemplos citados recibieron por ello, casi se puede interpretar que el castigo sea engafio, con lo que Penna siente Ia necesidad de apuntar en nota a1 pié de esta pe’rgina1 1 que en dicho parrafo eI DiLAIan no quiere decir que los sabios engafien alas mujeres. Tampoco lo quiere decir, ni lo dice, e1 Arcipreste. Lo que esta haciendo es afiadir una digresién amplificativa al tema en los dos aspectos que éste ofrece. Uno, puntualizar que si las mujeres engafian a los hombres éstos las engaflan también (con lo que, como he dicho, el engafio en si es componente del loco amor). Otro, sefialar que en estos cases e1 engafiado es en realidad responsable de haberlo sido, puesto que mas bien se deja engafiar por conseguir sus propositos. El parrafo en que esta insertada la cita anterior comienza: “Pero quiero tomar en parte por los onbres, que esto non es engafio por non saber; que si guardase quisiera e1 onbre no le enganaria muger,” lo que practicamente implica consentimiento de engafio. Este sentido de la responsabilidad individual es lo que se destaca en todo lo afiadido por el Arcipreste a1 Reprobatio Amoris. Responsabilidades que ya demuestra en los componentes que 37 constituye su libro, en ese repetitivo “hombre-muger, aquel-aquella,” y- en puntualizar que no cabe echar la culpa a otros cuando se produce un engafio, y que si se es engafiado, a su vez se engana. Las argucias femeninas no sirven de excusa. Defiende contundentemente e1 punto de vista de que 51 el hombre no quisiera no podria engafiarle la mujer a pesar de que al hacerlo recuerda 1a opinion contraria nada menos que de un Padre de la Iglesia y escribe: “En esto pone dubda Sant Agostin.” Sin embargo él insiste en decir que si 1e engaiian es porque se deja: “déxase della engaiiar,” con 10 cual nos hace ver la fuerza de sus propias convicciones que, si bien perfectamente ortodoxas, cuando se trata dc dogma y ley divina o eclesiastica, no se cifien a patrones pre-establecidos por opiniones que no sean las suyas. Transcribo e1 parrafo completo a fin de mostrar la articulacion de su desarrollo: Pero quiero tomar en parte por los onbres, que esta non es engafio por non saber; que sy guardarse quisiera onbre, non 1e engafiaria muger -(e) aunque en esto pone dubda Sant Agostin-; mas e1 onbre fiarse de la muger, e ffiandose quierele a las veses complaser e déxase della engafiar e vencer por la contentar. E esto es mas herrar por voluntad desordenada que, por falta dc saber,12 ser enganado. Destos enxenplos las mugeres tomaran plaser e se glorificaran del mal, porque las pasadas mugeres a 10s mas sabios enganaron. Pero non digarnos de los engafios que dellos rrescibieron, rresCiben, e rrescibira’n cada dia por; locamente amar . . . Ni él puede exirnirse de culpa por haber sido engafiado ni la mujer vanagloriarse por haber logrado engafiar, pues a su vez es constantemente engafiada. E1 reproche va dirigido a quien quiera que cometa una mala accion y no cabe duda de que el yerro se comete unicamente por prOpia voluntad. El relieve de la voluntad del individuo es un factor deterrninante de todo el tratado como hemos de ver. Suponer que esto no sea mas que manifestacion de la teoria del libre albedri'o seria confundir los términos, olvidando que simultanea a dicha teoria existe la idea de la gracia sin la cual el hombre no tiene fuerzas para enfrentarse al mal. El libre albcdrio proclama que el hombre es libre de fonnar y cscoger su propio destino en relacion a la salvacion de su alma, pero no que la voluntad humana tenga e1 poder de dominar las pasiones individuales en todo momento. Es mas, como resultante de la herejia dc Pelagic en el siglo V e1 concepto de voluntad esta totalmente capitidisrninuido durante todo el Medioevo. Tan es asi que el agustino Fray LOpe Fernandez de Minaya escribe en la misma época en que se escribio e1 Corbacho y referente a1 mismo tema de la lujuria lo siguiente: 38 Nin por vejedad. nin por dolencia. nin por mucha abstinencia. nin por grande aportamiento de la conversaciOn de las personas, nin por luenga penitencia fecha, nin luenga folgura o paz de esta tentacién, nin por grande esfuerco que en si. mas en la humildad que es creer que. 51 non es tentado de este pecado o si 10 es e ha esfuerco de lo contradizer, que esto es por misericordia de Dios que le quiere fazer esta gracia, mas non por esfuerco de su libre albedrio. ‘3 Lo corrobora la siguiente cita del Obispo de Avila y maestro dc Teologia, don Alfonso de Madrigal, que proclama citando a Salomén, “ninguno puede ser casto, es a saber, desta cobdicia o amor. 51 1 non por especial don de Dros.’ Sosteniendo la tesis del convencionalismo del humanismo en la Espafia del S. XV Fran- cisco Sénchez Blanco dice que “ la influencia del antipelagianismo de S. Agustin esta presente en la ‘ Lamentacion de Don Alvaro de Luna ’ donde a la fortuna no se opone 1a voluntad del individuo. sino la gracia de Cristo.”1 5 En efecto la voluntad individual esta muy lejos de ser enfatizada por el pensamiento tradicional. Sin embargo, y contra la opinion establecida que mantienen los dos moralistas antes citados, Martinez de Toledo insiste incansablemente sobre el hecho de que la lujuria obedece a “ voluntad desordenada y apetito voluntario”16 creyendo firmemente que con voluntad y “fuyendo de oyr palabras ociosas desonestas e feas de tal auto yncitativas a mal obrar -quitada toda ociosydad . . ..” (como dice en el prologo y repite en el capitulo quince con consejos dc tipo tra- dicional) se puede vencer la inclinacion a1 apetito sexual desordenado. Y aun ratifica esta opinion en términos mas amplios en la cuarta parte; en donde con referencia a la conducta general dice que “non ha criatura que sy byen obrar quisyere non tenga mas poderio para e110 que non para mal obrar.”1 7 El énfasis en la voluntad y en el esfuerzo personal del individuo se destaca aun mas aI observar que en ningun momento Martinez de Toledo une a sus referencias a ella mencion ninguna a la oracién ni a pedir fuerzas a Dios. Con esto no implico en modo alguno que el Arcipreste no diera valor a la oracic'm, no hay razén para pensar tal cosa y menos cuando hemos visto que termina su obra con la inclusién de la parabola de las virgenes que conmina a velar y orar. Lo que se senala aqui es que el Arcipreste, muy definitivamente, se dirige a la voluntad del ser de un modo estrictamente humano, lo cual es notable en una obra didactica de su e’poca. Sin embargo, esto no ha sido tenido en cuenta por la critica que ha dado muy poca im portancia, si es que alguna, a1 pensamiento de Martinez de Toledo. Ottavio di Camilo que estudia e1 desarrollo de las ideas en la Espafia de la Alta Edad Media. no incluye a Martinez de Toledo entre los autores que considera (lo cual. por otro lado. es bastante comprensible pues no creo que se le pueda considerar entre los escritores humanistas adheridos a la corriente italiana). y dice 39 taxativamente que de “la funcion de la voluntad en la vida humana no existe todavi‘a huella alguna en Espar‘ia durante el S. XV.”1 8 Pero hemos de ver que la voluntad es una de las constantes del Arcipreste. Siguiendo con el analisis del texto vemos que a la limitaciOn del amor conyugal del Compendium Theologiae Veritatis de Alberto Magno III (que parafrasea en el capitulo décimo de la primera parte.19) segun el cual aun dentro del matrimonio se peca mortalmente cuando se ama por deleite carnal,20 contrapone un taxativo: “E los apetytos yncentivos de luxuria en este caso non son notados a mortal pecado, sy non venial, la entyncion del matrimonio salva e guarda.”21 Con lo que suaviza notablemente el mandato eclesiastico sin incurrir en falta, ya que la ultima cita antepone un cauteloso “sy devidamente usares.” Insiste en este concepto en el capitulo se'ptimo de la tercera parte donde vuelve a hablar de la condenacién papal de las clementinas al estimulo sexual, “salvo con propia mujer suya e non toda hora”22 concluyendo al final del capitulo de una manera mas amplia y sin restricciones que “honestidad de matrimonio salva,”23 palabras éstas con las que termina sus comentarios sobre el asunto. Lo que queda claro con todo esto son dos cosas: una que el individuo es en todo momento responsable de sus propias acciones. y otra, que lo que le subleva de la lujuria no es tanto el acto en si mismo como Ios dafios que acarrea tanto en cuanto a la pérdida de la salvacion etema como en cuanto a los perjuicios que ocasiona en esta vida, ora a quien se deja arrastrar por ella ora a quien por su causa atropella los derechos de otros individuos. Este es otro aspecto fundamental en que se diferencian las paginas del didacta castellano de las escritas por su antecesor. E1 Arcipreste inserta en su composicion repetidas alusiones directas a los perjuicios que por el pecado de la lujuria se ocasiona a terceros. En la obra de Capellano se hace referencia a1 mal que éste ocasiona a individuos que no son e1 pecador mismo. como sucede cuando dice que el amor es causa de guerras“ (recogido por Martinez de Toledo en el capitulo dieciseis) y que destruye e1 matrimonio, pero esto viene dado en términos generales y en cuanto a1 matrimonio con referencia exclusiva al hecho de que no le es licito al hombre separar lo que Dios unio.25 En cambio el Arcipreste enfoca directamente a1 individuo que resulta perjudicado por conducta ajena: es a la mujer propia que sufre las consecuencias del amor loco del marido a quien se refiere y no unicamente a lo que va contra la institucion matrimonial. Aunque esto también lo menciona. el énfasis no esta en ello sino en las consecuencias estrictamente humanas que son. precisamente. lo afiadido de cuno propio. En el capitulo nueve escribe: 40 Pues furtos. para mientes si se cometen en muchas guisas. furtando a1 uno para dar a1 otro: e asy el servidor a su senor. como el fijo a1 padre, e e1 mando furta escondido de su muger para dar a la que ama. E. mas. malas noches. malos dias. malas yantares e cenas. e sila muger lo siente e 0e lo rretrae. aqui son 105 due- los que padesce entonces en byenes e persona. E da el marido a la amante lo de la muger, e a la muger palos e coces e pufiadas e continua mala vida. 25 Pero e1 mas representativo es el capitulo 11 titulado “Como amando mujer agena ofende a Dios, a S)? mesmo. e a su préximoz” esta claro que el énfasis viene esencialmente en la ofensa que se hace a1 projimo y se da e1 hecho de que el projimo es otra vez la mujer. En lineas generales, la mujer aparece reiteradamente mas perjudicada por el loco amor que el hombre en la exposicion de 105 he- chos y comentarios del Arcipreste. En este capitulo se lee: Donde tres males faces: vienes primeramente contra el mandamiento de D105; 10 segundo, contra tu proximo cometes omezillo: lo tercero, pierdes e destruyes tu cuerpo e condenas a tu anima; e min 10 cuarto. fases perder la cuytada que tu loco amor cree, que pierde el cuerpo. sy sentydo l’es. que la mata su marido por justicia o subitamente a desora, 0 con ponconas; 0 el padre a la fija, 0 e1 hermano a la hermana, 0 el primo a la prima segun de cada dia enxienplo muestra. El enfoque que. esta dando e1 autor al asunto no es el de castigo a la mujer por su pecado; la expresibn “por justicia” obviamente no significa porque es justo. Al estar en altemativa con “subitamente a desora” y “con ponconasz” se refiere a un medio u otro, pero no hay implicacion cuantitativa alguna en la referencia a la justicia que simplemente alude al procedimiento empleado. Lo que se pone dc relieve es que se produce un mal al privarla de la vida y este mal esta producido directamente por el loco amador a quien se dirige en apelacion directa usando la segunda persona ’9 del verbo y el adjetivo posesivo “tu : “Fascs perder la cuytada que en tu loco amor cree.” La perdida de la vida, no es el unico dano que se deriva de tal accién: en el caso que no sea “sentydo” aun hay males. E1 parrafo continua: que sy donzella es, perdida la virginidad, quando deve casar. bia buscar locuras para faser lo que nunca pudo nin puede ser: de corrupta fazer virgen. Donde se fasen muchos males; e aun de aqui se sigue a las veses faser fechizos porque non pueda su marido aver copula carnal con ella. E sy por ventura se emprefia la tal donzella de tal loco amor, via buscar con que lance la criatura muerta. 30h quantos males destos se syguen, asi en donzellas como en viudas, monjas e aun casadas, quando los maridos estan ausentes: las casadas por miedo, las biudas y monjas por desonor, las donzellas por gran dolor, pues sabido pierden su casamiento y honor. Otra vez un mal estrictamente humano este de perder e1 casamiento. “Pero ésta es la verdad: que la mejor e (la) mas peor tanto pierde dandose al loco amor que el morir 1e serzi vida ora 41 se sepa ora non se sepa.” (Notese, incluso la peor de las mujeres.) No cabe pensar que la frase “morir le sera vida” haga referencia aqui a la etema bienaventuranza puesto que acaba de sefialar la muerte como un mal; lo que muy humanamente esta diciendo es que su vida sera tan ingrata que, en comparacion, la muerte 1e parecera un mal menor. El parrafo transcrito constituye por si mismo practicamente todo el capitulo segundo. Como se ve, hay poco en comun entre e1 contenido y lo anunciado en el titulo; la razon de ser de este capitulo es ese “e aun lo cuarto” que afiade a los tres dafios previamente anunciados y que consiste en el daflo que en esta vida se le ocasiona a la “cuytada” que cree en el loco amor. Como la mujer, segun este planteamiento, es la que sufre e1 mayor numero de perjuicios inmediatos, esta vez es el hombre exclusivamente a quien se dirige y recrimina. Sin embargo esto no ha de hacer pensar que haya una postura sentimental por parte del Arcipreste pues, lejos dc ello, lo que de su tratado sc desprendc es un claro esfuerzo de objetividad. Respecto a este mismo tema de muerte por incursion en el pecado de lujuria, vuelve a hablar en el capitulo séptimo de la segunda parte citando, como ejemplos de desobediencia, varios casos de adulteras, “como algunas fazen hoy dia.” ( notese e1 “algunas”) a quienes sus maridos dan muerte. En este caso sefiala que la justicia “ninguno non deve tomarla por S)?” y sirnultaneamente califica tres veces dc hombre muy sabio al que supo causar la muerte a su mujer de una manera ingeniosa sin aparecer como ejecutante de la misma. Después especifica que si acabo con ella en forma que “el syn culpa fuese a1 mundo” ante Dios si es culpable. Este pasaje .es notable por cierta ambivalencia, que trasluce las inquietudes de su autor, debida alas circunstancias en que se plantea e1 ejemplo. La mujer no peca simplemente contra el sexto mandamiento como en el caso anterior en que se refiere tanto a casadas como a solteras,viudas o monjas, y no se dice que, en este caso, haya sido engafiada, sino que pertenece al grupo de aquellas “algunas” que cometen adulterio por estar “cnsobervecidas de su herrnosura” con lo cual ademas del pecado incurren en hacer dafio a un individuo: al marido. El Arcipreste parece comprender la reaccion humana del hombre en este caso aunque sefiala que ante Dios si es culpable. Pero lo mas destacado de este pasaje es la acumulacién de requisitos que, por boca de un personaje, senala como necesarios para la ejecucion de justicia: La justicia, porque ninguno non deve . tomarla por sy syn conoscimiento dc derecho e legitimos testigos, dignos de fee. e buenas provancas e cstrumentos e otras escripturas aténticas — e esto delante aquel que es por justicia del rrey presidente o gobernador. corregidor o rregidor — e ninguno por sy non deve tomar venganza nin punir a otro ninguno.28 _ 42 Con esto ostensiblemente subraya la necesidad de incuestionable certidumbre y de un método en el que no quepan pasiones personales, antes de aplicar castigo. Es dc notar también que el Arcipreste en este caso se abstiene de todo tipo de comentario personal sobre si es 0 no legitima la pena capital en caso de adulterio, aunque debido a1 comentario citado anteriormente: “que pierde el cuerpo sy sentydo l’es” y a su falta de comentario aqui, me inclino a creeer que de aceptarla la acepta muy reluctantemente, pero, como ya indiqué, hay una ambivalencia en este pasaje que no deja clara la resolucion. También Andrea Capellano menciona la diferencia que va del hombre a la mujer en relacion a1 pecado sexual pero de muy distinta manera: “Mulier quoque si amoris coeperit inservire ministeriis, nullo sibi modo reputatur ad laudem, etiam si a stirpe regis arnatur. Immo quavis in masculis propter sexus audaciam amoris vel luxuriae toleratur excesus, in mulieribus creditur, et ab omni sapientia meretrix illa iudicatur inrnunda et contemptui prorsus habetur.”29 Martinez de Toledo, que no deja de recoger ningun pasaje de su modelo, transCribe también éste pero dandole un giro que pali’a notablemente e1 sentido de la expresi'on: 30 locas, desvariadas! ; que de aquellos son mas ayna menospreciadas e burrladas aun. que del todo — (asy en grande onbre como sobtil) — amar sea burrla, locura e desvario, e perdiccion de tiempo. E sy los onbres, por ser varones, e1 vil abto luxurioso en ellos algund tanto es tolerado aunque lo cometan, enpero no es asy en la mugeres que en la hora e punto que tal crimen cometan por todos e todas en estirna de fembra mala es tenida e portal en toda su vida rreputada. Que rremedio dc bien usar nunca jamas le ayuda como a1 onbre — Piensa, pues, en el tal amor onbre e mujer, e toma lo que a ti te conviene des te enxienplo. No me parece necesario resaltar las diferencias entre ambos parrafos que se explican por si mismos. En el del Arcipreste la desvariada que cae en el amor loco es, todavia mas, despreciada y aun encima burlada; mientras que en De Amore se la juzga inmunda. El texto castellano califica el amor de burla por parte del hombre; locura y desvario por parte de la mujer, mientras que en el latino la parte masculina aparece como audacia. Y por ultimo e1 moralista espanol termina el capitulo con un consejo que tiene una connotacién practica y personal, por el uso del pronombre que, por relacion con el texto, sc entiende que esta dirigido a la mujer: “Toma lo que a ti te conviene deste enxienplo.” Respecto a1 hombre tambien afiade algunas palabras de su cosecha que modifican la 6‘ expresic’m latina: . . . jamas 1e ayudan como a1 onbre que, castigado del e corregido, 1e es tenido a loor el enmienda.” La mencion del castigo y la necesidad de correccion previa al aplauso por la enmienda, tampoco aparecen en Capellano y sin duda afiaden un toque de responsabilidad. 43 Creo que estos ejemplos van perfilando la naturaleza de las diferencias existentes entre ambos autores y que vierten por parte del castellano una mayor profundidad, seriedad de convicciones y humanidad que se manifiesta esencialmente en los dos aspectos del sentido de la responsabilidad ante uno mismo y ante las consecuencias de nuestros propios actos. Siempre que uno de los temas expuestos por Capellano hiere el concepto de la responsabilidad individual, en el sentido mas humano del mismo, cl Arcipreste sale al paso agregando de su cosecha una argumentacién que redondea la idea y, en ocasiones, 1a contradice a continuacibn inmediata; aunque, a veces, esta argumentacion se produce bastantes paginas mas alla de aquella en que se transcribe cl pasaje dc Capellano. Esto sucede, por ejemplo, con el tema de la culpa transmitida a los hiios que ya comenté brevemente en el capitulo segunda.31 . Capellano dice: Sed et, licet quandoque proles ex fornicationes sequatur, tamen patri nulla potest afferre solatia, quum ab eius eliam hereditate pellatur. Immo filli ex fornicatione progeniti parentis ignominia reference Scriptura dicuntur. Sed nec ipse Deo tales filii credentur accepti, sicut evidenter videtur nos sacra Scriptura docere, quae dicet: Adulterorum filii abominabilis sunt Deo.32 No falta tampoco este pasaje en la obra espanola pero la dureza de. la expresién latina viene un tanto mitigada: ...los fijos avidos de fomicacio’n e danapdo cuyto. avortivos, e en derecho espurios llamados, (e) en rromance bastardos, (e) en comun bulgar de mal dezir, fijos de mala puta. Donde se siguen tres males: difamacion del que lo engendro, vituperio de la que lo concibié, denuesto del engendrado. E es capillo fasta c despues desu muerte nunca se le cae, e quel tal fijo es rrepulso de la patema heredat en vituperio del dapnado cuyto. Demas es privado de todas las honrras temporales. E aun la yglesia nunca le permite ser dados beneficios sy primeramente no es por el papa legitirnado, o por el perlado que en tal caso 1e pueda dar lycencia para que aya uno o dos beneficios, e non los quel quisyere o pudiere aver. (E aun) la Santa escritura dise que los fijos de los adulteradores muy abominables son a Dios.33 Como se ve la diferencia estriba primeramente en anotar las consecuencias inmediatas insertando tres males derivados del hecho de tener hijos dc “danapdo cuyto” y en la naturaleza de estos males que consisten en que el padre se quede sin fama, (idea un tanto nueva), 1a madre insultada y el hijo denostado. Esto parece indicar un criterio en contra a tales denuestos y vituperios. sin embargo aqui no aparece una clara contrapartida inmediata aunque si una variante significativa respecto al modelo pues donde Capellano asegura “Sed nec ipse Deo tales filii 44 credentur accepti.” Martinez de Toledo mas cautelosamente se limita a escribir: “E la Santa escritura dise que los fijos de los adulteros muy abominables son a D105.” 10 cual no implica que no scan aceptados como individuos y menos atendiendo a que antes exprese que si son echados de su 9 heredad esto es “en vituperio del dapnado cuyto,’ con lo que mas bien se entiende que lo abominable a Dios sea que haya hijos de adulteros. Pero ya he dicho que aqui no hay una explicita contrapartida inmediata. Esta se encuentra en cambio al final del capitulo dieciséis de la segunda parte dénde. precisamente con referencia a Dios, escribe muy concretamente “que nin cl fijo levara la culpa del padre nin e1 padre la del fijo.” Esta cita la comenté antes 34 y en ella, de una manera casi instintiva. pues la verdad es que el comentario no viene muy a cuento en el lugar en que se encuentra, (“De cumo amar a Dios es sabieza e 10 al locura”). surge como extraordinaria pujanza esa constante de la obra que es la responsabilidad individual. En estos dieciocho primeros capitulos también hay un pasaje que ilustra muy expresivamente la preocupacion por 105 males causados a terceros que después se manifestaré mas definidamente en las paginas de la obra que se desarrollan independientes del inmediato patrbn latino. Me refiero al final del capitulo segundo, que acaba diciendo: Mira, pues, desordenado amor quantos e quales dapnos procura e trae, mayor (mente) que es expreso mandamiento e divinal ley dello. E mas te digo: aunque la ley divinal no lo mandase, por provecho e utilidad de tu proximo -la qual debes guardar— te devia rrefrenar de non querer lo que non querrias que quisyese e1 para ti por cuanto sin amor del proximo poco tiempo podria onbre bivir en este mundo.3 5 En este parrafo la razén esencial de refrenarse del pecado es, como se ve. “provecho e utilidad de tu prejimo,” por eso habria que poner freno al pecado aun en el caso de que no lo mandase la Icy divina. Hay un parrafo equivalente a éste en Capellano,y Penna36. comenta que el argumento y el texto de las primeras y ultimas linezsde la pagina de su edicion del Arcipreste que contiene esta ultima cita (pag. 8) vienen del DeAmore pero no es asi. Del primer parrafo de dicha pagina sblo las dos primeras lineas estan en el texto latino: el resto, que estriba en el largo ejemplo citado que ya se comento anteriormente: “Donde tres males fazes . . . e aun lo quarto.” no aparece en el DeAmoge, y es precisamente lo que da la nota diferencia] del pasaje. En la cita que ahora comento ocurre lo mismo: en el parrafo equivalente de Capellano no aparece el concepto de que haya que refrenarse por especifico provecho y utilidad del projimo. sino que la utilidad del mundo 45 interesa porque vuelve a revertir sobre e1 propio individuo: “11an et sine legis iussu, mundana scilicet inspecta utilitate, proximus amare tenemur; nemo enirn modico etiam tempore proxirnorum posset necessitate carere.”37 Creo que después de los ejemplos estudiados quedan claras cuales son las diferencias entre uno y otro' texto y en qué consisten. A partir del capitulo dieciocho Ios puntos de contacto aparecen esporadicamente. E1 prirneroa‘8 después de esto se encontraré a1 iniciar la segunda parte en la que frecuentemente e1 exordio de los capitulos se toma de Capellano, pero Ia obra procede completamente suelta sin que haya mas puntos esenciales en los que sea necesario especifiear diferencias. Como ya se dijo, toda la tercera y cuarta parte son integramente independientes de Capellano sin mas contacto que la parabola de las virgenes con que se cierran ambas obras. Seguidamente el Arcipreste procede a repasar la forma en que por lujuria se peca contra los diez mandamientos, se cometen los siete pecados capitales y sc pierden todas las virtudes. Margherita. Morreale dice que las largas amonestaciones de vicios y virtudes que brotan de la boca del Arcipreste “nos recuerdan los catalogos del aposto 3’39 Yo encuentro en esta ultirna seccion de la primera parte un sello muy personal de su autor; contiene un elevado numero dc pasajes que manifiestan muy claramente su idiosincrasia. Asi por ejemplo en el capitulo veintiuno, que habla del segundo mandamiento, se refiere especialmente a1 hombre quien, a1 hacer juramentos a la mujer, “sya __b_e eque 1e ha de faltar e non darle nada, synon burlarla e fenchirla 1a oreja de viento. Pero la que cree al hombre jurando quiebra sus ojos llorando.” ”4o _ Este concepto lo repite en el capitulo séptimo de la tercer parte donde vuelve a decir que por creer las menfiras del hombre‘ ‘se pierden muchas e aun andan por mal cabo e pierden sus buenos casamientos” y El “ya lo jura con engai‘io, en su coracr'm diziendo: ‘o, sy me creyese cumo la burlaria.”“ Comparando esto con el capitulo sexto de la segunda parte en que se habla de las mujeres mentirosas, vemos que sobre la actuacion masculina se vierte mucho mas peso. De ellas dice: “cuando juran juran en dos maneras; juran por la boca, rrevocando con el coracon . . . E con esto tal piensan que engafian.”42 La diferencia es palmaria; ellos saben que burlan, ellas solo se creen que engafian. Casi a renglon seguido da un consejo al hombre que equivale, por posicion, a la advertencia que le hizo anteriormente a la mujer de que quebrara sus ojos llorando si hace caso de juramentos masculinos. Al hombre 1e advierte que aprenda a “fazerle como te faze, pues ella non te dize su coracon, non 1e digas tu e1 tuyo.” Como se ve el mismo tema esta mas livianamente tratado I 46 en esta segunda ocasién que en el capitulo de la primera parte con que se compara; aqui mas bien se trata de un consejo de hombre a hombre mientras que en las palabras anteriores hay un serio reproche a1 hombre por sus premeditados perjurios y una seria advertencia a la mujer. La razon de ser, de esta diferencia es que el hombre causa mas perjuicio engafiando que la mujer. En el capitulo treinta de la primera parte “Del primer pecado mortal,” hay otro ejemplo de la trascendencia de la lujuria en dafios a terceros que conecta a duras penas con la soberbia: “a las veces por fuerca las mugeres e las fijas de los buenos fazen ser malas. Que quando non quieren las tales consentir a su voluntad son las difamaciones . . . pa- labras ynjuriosas dichas dc noche a altas boses a sus puertas . . . que, (o) por fuer- ca, (3‘ gor malgrado, se ha de fazer lo que ellos plugiere, por sobervia pura e fuer- ca. En el capitulo octavo de la segunda parte habla del mismo pecado, la soberbia en la mujer y comenta: “Ay Dios, ay Dios! Quantos dapnos (muchas) muggres rresciben por ésto . . . ”44 La con- secuencia que se desprende al comparar ambos pasajes es obvia: la soberbia del hombre es causa de que las hijas de los buenos scan malas,.las mujeres se perjudican a si mismas por su soberbia. E1 Capitulo referente a la pérdida de las virtudes, (XXXVII 1a. parte) ademas de insistir dos veces en que el amor deshonra y burla, es todo e’l una disertacién sobre Ios dafios causados a terceros: Pero sy me dizes que a las veses los susodichos lybran las tales mugeres por dineros dadiva, (o) joyas; o algun servidor por faser servicio sefialado a su senor le lybra su hermana prima o parienta; la madre e a la fija, por dineros o rriqueza 0 e1 vasallo a su senor por ser despechado o mas valer; alguno otro por alcancar favor de algund grande, e non se duele de la desonor de su hermana o pariente; pues yo te digo que sy endiablado non es - que nunca su voluntad estara sana, nin le plazera de veer en poder de otro desonestamente lo que ama o bien quiere. E aunque paresca a primera faz que ge la libra o trae a su poder fazelo este tal por su interese, mas non por su voluntad; o a las veses con mengua te lo contesce, o bien con pobresa, que (sy) non tiene con que se mantenga . . . Esto e otras ynfinitas maneras esquisytas tienen algunos (para) fazer lo que quieren con aquellos e aquellas que poco pueden.Guay del anima que todo esto lazrara . . . ! que sera de 105 males con deliberacién dichos a fin de ma] fazer, de tractar, dyfamar e disonrrar? . .. que sera de los fechos malos, perversos, fechos a todo mal fazer con proposito vindicativo e malo? 4 5 Y Martinez de Toledo, completamente alejado del tema de la virtud que estaba tratando, trasciende primero a dafios causados indirec tamente por la lujuria y sigue mas alla enfrascado en el topico que realmente 1e mueve, e1 del perjuicio que las malas obras de un individuo acarrean a otro, de una forma tan genuina que da la impresion de rcaocion instintiva. En este largo pasaje. la lujuria, la necesidad, y el aprovecharse de la precaria situacién ajena. se amalgaman en un todo que. independientemente de cual sea el mOVil inicial, tiene un solo 47 significado, y la gravedad de todo ello estriba en que, por una u otra razon, se atropella a un ser humano. Se ataca mas a1 responsable que a1 pecador y a lo que el Arcipreste hace referencia es alas consecuencias en esta vida de tal hecho bien que en ultima instancia trascienda la ofensa a Dios. Pero no es en la ofensa a Dios sobre lo que el autor se extiende de una manera muy sincera, muy seria y muy humana, tan humana que, por primera vez, manifiesta cierta comprension justificativa hacia una falta que causa un perjuicio, recapacitando sobre la marcha que, en este caso, no se obra por propia voluntad, aunque Io parezca sino que (de no estar endiablado o loco) es la pobreza, 0 c1 no tener conque mantenerse, lo que lleva a1 hombre a “lybrar” a una parienta. Al observar esta. contingencia recae la culpa sobre el poderoso con 10 cual queda claro que el sentido de responsabilidad del Arcipreste se manifiesta consistentemente en todos los aspectos. Esto es tanto mas relevante cuanto que en la época se predica la rcsignacion en la pobreza y ademas, como dice Francisco Sénchez Blanco: “La nobleza sigue siendo una virtud y los comerciantes y campesinos son atacados por la materialidad de sus intereses y por la rudeza de sus costumbres,”46 y aqui vemos que tanto la naturalidad de sus intereses, como la rudeza, no ya de sus costumbres, sino de su pecado, se comprende a través de una vision estrictamente humana del senti- do de la responsabilidad. En el largo ejemplo citado, Martinez de Toledo hace un giro sobre el tema dos veces; apuntando primero al que por dinero entrega a una mujer, el encadenamiento de la argumentacion 1e hace darse cuenta a medio camino de que en esta circunstancia, la culpa esta mas alla y gira otra vez acabando con una referencia exclusiva y ampliamente genérica, a quienes tienen capacidad de hacer lo que quieren “con aquellos y aquellas que poco pueden”manifestand‘o un sentido natural de lo que hay llamamos justicia social. . No es posible analizar todos los casos semejantes que se encuentran, pero creo que con 10 referido se definen bastante claramente Ios moviles del didactismo que se nos brinda en esta obra. La materia de toda la primera parte es escueta y densa, aunque se nota Icierta tendencia a la digresion, fuera de lo estrictamente concemiente al tema de cada capitulo, que Démaso Alonso llama “desorden’medievalffl? Esta misma tendencia se acentua en la segunda parte pero con una gran diferencia: las digresiones de la primera parte‘ son de tipo ideolbgico que yo llamaria “adyacentes” o “complementarias” mientras que las de la segunda, que abultan significativarnente 1a extension de la misma, las llamaria “ornamentales.” En ambas partes surgen ejemplos de este tipo de “omamentacion” pero es de notar que son mucho'més abundantes y sobre todo mas comicamente 48 aderezadas en la segunda. Esto demuestra la consciencia del autor en la diferencia que hay en las materias que esta tratando: la gracia chispeante y burlesca que tan frecuentemente encontramos en la segunda parte, seria una salida- de tono en la primera, mientras que en ésta las .digresiones adyacentes redondean y completan 1a imagen de la moral que el autor quiere hacer llegar a sus lectores. Con esto mas que desorden pudieramos hablar de un diferente concepto del orden pues evidentemente no se encuentra en la obra aspectos desconectos o extemporaneos, sino conexiones que en una manera u otra sirven a1 proposito del autor en el momento que las utiliza. Como dije en la introduccic'm,48 ha sido esencialmente la diferencia de tono y estilo entre la segunda parte y el resto de la obra lo que ha dado lugar a criticas y conjeturas bien dispares. Sin embargo observando la obra desde la perspectiva de conjunto que indica su estructura, se advierte'que dicha segunda parte esta perfectamente engranada en el todo, tanto en cuanto a continuidad de concepto como a utilidad de parte componente. A mi juicio la razon de ser de esta segunda parte, sin negar por ello la voluntad de creacibn literaria del autor, es primordial- mente utilitaria Volviendo a la introduccic'm de la obra, donde e1 autor habla de su proposito, vemos que escribe “para ynfonnacién algund tanto de aquellos que les pluguiere leerlo, e l'eydo rretenerlo”.y que “por obra ponerlo”49 es por tanto resultante de haberlo leido. Segun esto hay una consciencia plena en el autor de la necesidad de ser leido si quiere que su proposito dc informacion dé algun resultado practico. Que esto es asi lo corrobora e1 comentario que nos hace en el‘capitulo primero de la cuarta parte donde, al aducir razones ajenas en apoyo de su argumentacion dice: “E sabes por qué te alego mas a1 profeta David que non a otros, aunque hay para alegar a este proposyto ynfmitos santos e doctores? Por cuanto e1 Salterio cada cual lo alcanca e puede bien alcancar, e de cada dia se lee, . .. e 103 otros doctores non los puede aver cada uno asy de ligero.”50 Esto demuestra que el Arcipreste esta bien consciente del material que elige, no pasando por alto el detalle de las dificultades que puedan encontrar sus lectores para llegar a las fuentes que les propone. El aoceso a los textos de los Doctores de la Iglesia no era facil en un mundo en que los libros no se producian en serie como hoy, ademas de que las obras de los teologos estaban escritas en latin. De la misma forma que procura que el material a que hace referencia pueda llegar hasta sus lectores, procura atraer a los lectores al material que presenta; por eso, en cuanto le es posible, hace que sea amcno y atractivo, y ninguna de las partes es mas susceptible de hacerse amena que la segunda. Bromear a costa de las mujeres es incluso un gesto simpatico cuando la misoginia y el 49 profeminismo estan produciendo abundantes obras mas o menos conceptuales atacando sus vicios o ensalzando sus virtudes. Asi, e1 Arcipreste toma aquella parte de su modelo que denuncia los vicios femeninos y convierte poco mas de una pagina misogina en toda una parte de su compendio que tiene un objetivo practico inmediato: el de dar a su obra una dimension que haga mas atractiva su lectura. Esto, por otro lado, encuadra perfectamente dentro del modo de hacer del concepto didactico medieval de endulzar la medicina, sistema que también adopta 1a técnica de pulpito de la cipoca.51 Su voluntad de amenizar la lectura podemos verla también en las otras partes cuando cabe y con el mismo estilo que inpregna 1a segunda. Como ejemplo cito un parrafo del capitulo treinta de la primera parte que trata del primer pecado mortal. La soberbia se presta por naturaleza a scr ridiculizada en su aspecto de vanidad humana: . I b. .viste onbre enamorado que no fuese e1ato,sobervio.. que le parece que todos son nada, fijos de nada, synon él? El fablar muy pomposo e con gran fausto, faziendo gestos y contynencias de 39 cuando fabla, alcandose de puntas de pies, estendiendo e1 cuello, alcando las cejas en aquella ora de aquella eloquencia, abaxandolas quando 1e dizen o fazen cosas que non venga de ayre; para amenazar muy presto, para matar o degollar de papo, que non ay cosa que (de)de1ante (se)1e tenga? Quando toma su cavallo — si es de tal estado - quando fuere por la calle nongiardara asnos nin burros — muy estirado sobre su silla, estrechamente cenido, tiesto, yerto como palo, las piemas muy cstendidas, troc(h)ando los pies en los estribos mirandoselos de cada rrato sy van de alta gala, 1a bota e e1 capato muy engrasado, la mano en el costado, con gran birrete italiano, o sombrero como diadema, albarcando toda la calle con su caballo (trotbn, faca, mula, de traves brocando) e de espuelas firiendo e con sus piemas e pies a quanto falla encontrando e derrocando, con su gritillo: “Yha! Biva la lynda enamorada mia! 52 A su vez, en la cuarta parte, encontramos eI magnifico ejemplo de la Fortuna y Pobreza donde la prosa se hace extremadamente fiuida y plastica: Descendio la fortuna del cavallo muy soberviamente e soltole las riendas por tierra e vinose para la pobreza a grandes pasos contados, amanera de gigante, todo a sy como venia locana con sus arreos, faziendo grandes continentes a manera de luchador; apretose mucho el cuerpo viniendo de puntillas en tierra, meneando los onbres, estirandose como gato . . . 5’3 También en la cuarta parte esta el ejemplo del hermitafio de Valencia que juzgo el paso mas logrado de la obra desde un punto de vista estrictamente narrative. - Menéndez y Pelayo opina acertadamente en general que “el Arcipreste relata todos estos cuentos de un modo seco y, por decirlo asi, esquematico,” comentando que “sus facultades de narrador eran inferiores a las que tenia como pintor de costumbres. Sabia trazar un cuadre satirico 50 pero no combinar e1 plan de una fébula por sencilla que fuese?“ Esta opinion cuadra a los cuentitos que se hallan en la segunda parte pero no me parece idonea en referencia a la anécdota del hermitafio que ya llamo la atencionde Penna por su acierto' encontrando demasiado severo e1 juicio del critico santanderino sobre la narrativa de Martinez de Toledo]55 1 - En la tercera parte de la obra, que por su naturaleza también se presta mas a insertar comentarios burlones, nos hace rer’r repetidas veces entre explicacion y explicacir'm de la materia astrolégica que trata. Asi' en el capitulo octavo cuando la mujer echa en cara al marido o amante que no la defiende de los insultos de sus vecinas; 0 en el noveno a1 explicar las burlas de que es objeto el hombre flematico. ' . 1 Se ve en todo esto como las diferencias de tono no se producen al azar sino que vienen estudiadarnente planeadas por su autor. A su vez, al presentarse a lo largo de todo el compendio, sefialan una solucién de continuidad e indican que la tercera parte es a1 todo lo mismo que cada pasaje especifico a su respectiva parte. He comentado que lo que decidi Ilarnar digresiones “omamentales” abulta considerablemente la extensién de la segunda parte y en efecto es asi. Se observa ademas una tendencia repetitiva hacia ciertos topicos. La murmuracion y la necesidad de chismorreo en la mujer, por ejemplo, se repiten varias veces, dando lugar a frecuentes y graciosos parlamentos en los que el Arcipreste escribe largas panafadas imitando e1 hablar femenino. Lo encontramos por primera vez en el capitulo primero (segunda parte)con1a perorata tantas veces citada del huevo y el gallo perdidos que llena, con pequefias interrupciones, cuatro paginas. Y es que Segun Martinez de Toledo, las mujeres “si callasen rrebentarian”516)orque “e1 callar 1e es muerte;”57 esta convicci6n Ie hace recurrir en frecuentes ocasiones a parodias semejantes. Un pasaje del mismo tipo cubre précticamente todo cl capitulo Segundo; y en el capitulo cuarto encontramos lo mismo en los parrafos del dos al seis completos, reanudandose a mediados del octavo y ocupando gran parte de él. E1 ultimo parrafo del capitulo sexto y el capitulo séptimo estan salpicados por el constante empleo de la misrna técnica. En los catorce capitulos de que consta esta segunda parte vemos que la mayoria de ellos presentan esta técnica de caricatura burlesca en la que es irnposible encontrar otra intencion que la de hacer reir. Un ejemplo extremo de esta parodia se halla al final del capitulo trece donde remeda Ios dengues de la mujer haciéndose dc rogar: iYuy! iDexadme! iNon quiero! gYuy! iQue porfiado! ;En buena fe yo me vaya! gPor Dios, pues, yo de bozes! gEstad en hora buena! iDexadme agora estar! iEstad un poco quedo! Ya, por Dios, non seades enojo! gAy, £350, senor, que sodes descortés! gAved ora verguenca! iEstais en vuestro seso? 51 Y continua asi por una extension doble que la citada. Los cuentos picantes y realistas a que alude Dominguez Bardona' van insertados, en su mayoria, en esta parte. Ciertamente que son picantes, como lo es el parrafo que acabo de citar. Sin embargo creo en la sinceridad del autor cuando dice: Y0 non lo digo porque lo asy fagan, mas porque sepan que, por mucho que ellos nin ellas encobyerto 10 fagan e fazen, que se sabe; e algunos sabyendolo, a sus mugeres, fijas, e parientas castigaran. E las que saben que ge 10 entienden, de algo dello se dexaran. Pero non piense alguno o alguna que de mi presuma que 0tro non aya escripto mas mill vezes‘destas cosas que yo he dichas e diré, como so el sol non sea hoy cosa nueva. Mas podri'a venir'al caso que alguno que non lo sabe, 10 aqui leera e dara castigo dello a quien deve; e sy non, sy 10 soportare, non se maraville dc algund siniestro que Ie venga. Por ende a todo buen fin se dice' 59 La razon de creer en su sinceridad es la consistencia que veo entre las afirrnaciones de este tipo, que si no abundan son algo frecuentes, y el texto. Por ejemplo: en el capitulo tercero (seginda parte), habla de los afeites de la mujer y dice: “Non lo digo porque 10 fagan ‘- que de aqui . non 10 aprenderén (sy de otra parte non lo saben,) por bien que lo lean — mas digolo para que sepan, que se saben sus secretos y poridades.”60 Y es cierto, leyendo cuidadosamente su Iarga exposicion de unguentos y mejunjes vemos que poco 0 nada se saca de ella en 111an si lo que se busca es informacion sobrc e1 modo de hacerio. En estos cuidados volvemos a advertir su sentido de la responsabilidad. Otro ejemplo del mismo tipo es el silencio que se impone sobre las monjas. Esta hablando de la falta de constancia en el dar que hay en las mujeres y comenta que “desta regla las monjas son maestras,” ’61 sin embargo afiade que “dezir dellas en particular non conviene,” ya que son. mujeres como todas las demés y por lo tanto las hay buenas y quiza malas, pero en ellas concurre 1a circunstancia de que estan “encerradas e s0 obediencia e premia de otro estan, e non son Iibres de 53!, farto tienen que roer,” y conmiserativamente deja su comentario aunque anota que lo deja “por fuerza mas que de grado” pues conoce sobre la materia algo que le gustaria decir. He hablado dc c6m0 el tono jocoso se da tambie’n en la primera, tercera y cuartas partes; pues del mismo modo que la broma, 0 la anécdota, se infiltra, por decirlo asi, en las sccciones doctrinales, en la segunda parte, a pesar de la predominancia formal de la burla y la risa, n0 faltan consideraciones de seria intencion didactiea que mantienen a lo largo de ella la continuidad ideologica de la obra. I - Para empezar, a1 anunciar esta parte cuando finaliza Ia anterior, advierte, abarcando todo su contenido, que “sy algund honbre dello en 39 algo syntiere, tome el Aenxiemplo de‘A ty te lo digo, n52 . . ' . . . . . nuera, ' s1gu1end0 su costumbre de no hacer distingos entre hombres y mujeres en cuanto a crrtrca 52 de vicios. De esto se desprende que la forma de ataque a la mujer es formularia, ya que antes aun de empezar se especifica que el hombre se aplique e1 cuento. Una vez mas loatacado es un tipo de conducta. En el capitulo primero hace un inciso en sus comentarios sobre la avaricia de la mujer para, otra vez, quitar peso a una falta que se comete por incitacion ajena: Por ende, ave p0r dicho que sy el dar quiebra las piedras, doblegara una muger que (non) es filerte como piedra. Por dadyvas faras venir a tu voluntad a1 papa a te otorgar lo que *quisyeres; yten, el emperador, rrey, 0 0tr0 menor faras fazer tuerto, dando a los que lo administran joyas e dories; yten, de la mentira faras (fazer) con dadivas verdad. Pues non te maravilles si con dadivas fizieren los hombres alas firrnes caer de su h0.nrras 63 8011 dos cosas las que transrnite este pasaje; una cri'tica tradicional a la codicia y corrupcion de los altos puestos y dignatarios y una muestra de como el autor juzga las faltas sin. perder de vista las circunstancias del individuo. N0 cabe pensar que el proceso sea inverso, que esté aprovechando la coyuntura de criticar la avaricia en la mujer para pasarfide ahi a uni plano mas amplio, porque ya hemos visto como este mismo tipo de argumentacion se ha presentado anteriormente al hablar del hombre que cae en falta empujado por lainferioridad de sus condiciones economico-sociales, y aun hemos de ver como se manifiesta repetidamente en esta misma linea. Si trasciende a un plano mas ampho es con el objeto de mostrar como la responsabilidad dc ciertas acciones en muchos casos no se circunscribe estrictamente a quien las comete y hay culpabilidades que hay que denunciar mas alla de quien comete 1a falta. No es justo que se rompa 1a cuerda por lo mas débi1,es lo que nos dice e1 Arcipreste claramente en las ultimas palabras de la cita anterior. También en la tercera parte esta e1 pasaje de las monjas que mencioné antes y que es uno de los mas serios. y mas significativos, humanamente hablando, de Martinez de Toledo pues en 61 va directamente a1 tema de la libertad humana. Es tanto mas significativo este pasaje si recordamos que la tendencia de 105 moralistas es ensalzar 1a resignacion y la obediencia como virtud. Se llega al mas depurado concepto de renunciacion absoluta del yo en la Lmitag'on dc th g que Tomas Kempis escribio entre 1417 y 1421 y cuya influencia en la literatura didactica espafiola del siglo XV hace notar don Francisco Sanchez Blanco.64 Sin embargo vemos a1 Arcipreste reaccionar con una gran profundidad humana y con un sistema de valores desconcertantemente moderno frente a la situacidn de estas mujeres privadas de voluntad contra su voluntad: E como dize la decretal: ‘Al aflicto non deve ser dada afiiccibn; mas dévese onbre doler de su miseria e mal.’ Por ende, las encerradas e s0 obediencia e premia de otro estan e non son libres de sy, farto tienen que rroer: aunque quiera 53 la criatura dorrnir e la fagan velar, quiere comer e la fagan ayunar e fazer publica penitencia en rrefitor en tierra. Yten, dalle diciplina, e sy quiere salir fuera, mandala estar queda e otras ynfinidas cosas. Asy que non deve dezir onbre de las personas que padescen de cada dia subjugads a otrie.65 Es incuestionable que de este parrafo esta ausente toda alabanza a1 olvido del propio yo; todo lo contrario, se presenta como padecimiento la subyugacion de la propia voluntad individual y quien aparece como el “afligido” de la cita a los decretales es aquel que no es “libre de si.” En ningun momento se alude ni remotarnente a la satisfaccion espiritual de la renunciacion ni del sacrificio que aqui aparece despojado de cualquier valor cuantitativo e irnpuesto en las disciplinasy las publicas penitencias, a las que se refiere en conexion con las palabras “miseria” y “mal” de la cita a los decretales sin connotacion meritoria alguna. La importancia y el valor de ser duefio de si mismo se realza repetidas veces en otras partes de la obra: hablando del vino en el capitulo once vemos que lo malo de e110 es que quien se embriaga “non es en sy nin de sy.”66 En el cuarto de la primera parte se lee: “Quien es tan loco y tan fuera de seso que quiere su poderio dar a otro, e su voluntad someter”67 y del principio al final de la obra este concepto se sostiene consistentemente. De la sujecion a los superiores habla en el capitulo cuarto de la misma segunda parte, arguyendo razonamientos mas dentro de la linea tradicional. Explica los crrores e injusticias de quienes tienen cl poder y alega que son castigo por los pecados de quienes lo tienen que soportar. .Pero,ahi se percibe un cierto esfuerzo por parte del autor a1 tener que alegar esta justificacion que Ciertamente, parece estar escrita de forma muy poco natural. Empieza hablando de las mujeres: . . . enpero mas las mujeres, que saben las cargas que han de soportar cuando se dieren a varon por amiganca, amores o casamiento; que su libertad al que se dieron sometieron, aquella poca o mucha que tenian.6 “Y a esto replica con la sabiduria del refrain popular que “dar cocesflcontra e1 aguijon espo- - ca disorecién,” con lo que obviamente se entiende que si aconseja acatamiento es por razones practicas, no morales. Continua: “Eso mismo del vasallo contra el senor. 6 e1 servidor contra su maestro, cl subdicto contra su subjugante, cl menor contra su mayor, que, como dize e1 sabio ‘A aquellos que son mas poderosos ser iguales no podemos’.” Otra vez hay aqui comentario practico, no es que no somos iguales a los poderosos; es que no podemos. Y de aqui. en adelante comienza a hacerse complicada la exposicion de ideas a1 querer el Arcipreste explicar esto con los razonamientos del criterio establecido: 54 E por aqui se pierden ynfinidos e muchos que en guar de conoscer sefiorio e otorgar mejoria a aquellos e aquellas a quien nuestro Senor fizo grandes, e mayores, e de mis alto estado o poderio — ora les venga (por) favor, ora por sus merescimientos, ora por servicios buenos que fizieron diole Dios al tal o a la tal la suerte de ser querido, grande e amado, poderoso de alto estado; e esto como que paresce a las veces que rrigen mal, esto por pecados de aquellos que los han de soportar, que a las veces las personas demandan con que lloren; e desto plaze Dios que asy sea, e a las gentes pesa deIlo e non lo quieren nin pueden soportar y quieren dar ntes de cabeca a la pared. Piense, pues, bien e1 onbre o muger que obedecer a su superior es cordura fazer e1 contrario es locura.6 En éste parrafo falta fluidez y continuidad argumental; al “non quiere,” que concordaria con el concepto de desobediencia, afiade un “n-in pueden” que tiene una connotacion estrictamente humana tanto mas notable cuando e1 énfasis en la capacidad de la voluntad esta marcadamente subrayado en toda la obra. A ningun moralista se le ocurre decir que no se puede hacer lo que se predica a n0 ser que ese no poder se explique por razones superiores, como en el caso comentado de la falta de fuerza intrinseca en el hombre para vencer a la lujuria sin la ayuda de Dios. En ese caso virnos como Martinez de Toledo opina abiertamente lo contrario; y es que alli se hacia referencia a fuerza de voluntad individual y e’l no admite subterfugios de ningun tipo frente a la responsabilidad del ser humano. En cambio, aqui de lo que se trata es de irnposiciones externas que vienen a disminuir Ia libertad y sin libertad no cabe responsabilidad individual, como vimos anteriormente al comentar el caso de las monjas. Observamos que termina su argumentacion diciendo que obedecer es “cordura y fazer e1 contrario es locura” sin hablar de la sumision a1 superior como deber moral; esto sin duda se debe a la contingencia de que los de mis alto estado, en este caso, no “rrigen” bien. Desobedecer es locura porque es dar patadas contra el aguijon, como se ve en en la inclusion de conceptos practicos humanos con que continua su pérrafo: “Sy non rnira que provecho saca o que ganancia; gana el infiemo con el su superior, que a la fin face lo que conviene contra su voluntad e 1e desonrra mas.” Evidentemente “lo que conviene” no se refiere a la moral ‘sino a lo que le conviene a1 superior. Esto se colige de la subsecuente desonra. La mencion al infierno parece que surge como continuacion al razonamiento anterior de que a veces la injusticia la manda Dios por castigo, pero no; e1 infierno que gana no es la condenacion etema por su desobediencia. Nos mantenemos aqui, en este mundo. Es el infiemo en sus relaciones con su superior que aun encirna de hacer lo que quiere 1e “desonre mas.” Leyendo con atencion la segunda parte se ve que hay en ella multiples pasajes en los que no es posible dudar de la seriedad de intencion con que han sido escritos. Con esto y observando las 55 reciprocas incursiones de seriedad y broma que se producen entre una y otra partes de la obra, se pone de manifiesto la continuidad ideologica que se encuentra en la misma y cual es el centro de esta ideologia. Es la constante preocupacion por la responsabilidad individual lo que — sea cual sea el tema, e1 ejemplo, 0 la situacion que se comenta, - inpregna e1 tratado de una originalidad propia que lo diferencia notoriamente de cualquiera de las obras didacticas de sus contemporaneos. Con la cuarta parte concluye Martinez de Toledo su compendio, alegando un sinnumero de razones por las cuales debe de obrarse bien. Para ello empieza rebatiendo la influencia de los astros y recordando dogmaticamente la doctrina del libre albedrio: “gnon dio nuestro senor Dios a criatura discrecic'm e franco alvedrio para fazer bien e obrar mal . . . ? ”70 Hasta llegar a esta parte no se habia argumentado sobre tal doctrina, pero aqui, a1 hacer recapitulaciones basadas esenciahnente en razones teologicas y doctrinales, se recurre a este concepto docto y establecido por la autoridad de la Iglesia en apoyo de su predicacion anterior. El concepto del libre albedrio, a lo largo de toda la obra,, trasciende a1 sentido de la responsabilidad, como hice ver al comentar e1 ejemplo de los engafios. En la parte final ambos vienen dados en una fusion personal del autor a1 respaldar su argumentacién con la teoria del libre albedrio. Esta fusion es palpable en el parrafo en cuyo principio se encuentra la cita escrita mas arriba. A ella 1e siguen dos conclusiones, una que especifica que al que no tiene inteligencia “non Ie es contado el mal que faze, sy seso non tyene,” y la segunda que contrapone, para quien s1’ tiene seso, que non ha criatura que sy bien quisyere obrar que non tenga mas poderio para e110 que non para mal obrar. Que bien obrando todo es suyo, franco, libre e quito: non ha temor de persona que byva. Pero para mal obrar non tiene "este poderio; que el ha miedo de la justicia, ha miedo de las gentes a quien (mal e) dapno faze; ha miedo a todos comunmente; (e), aunque sean otros e non aquellos a quien 7él1 mal faze, que le prendan, que le rredarguyan, que le acusen del mal que fiziere. De esta forma, al final de la obra y en su parte mas dogmatica, se reincide incuestionablemente en la opinion del total poder de la voluntad que repetidas veces se expone respaldandola con el libre albedrio y aun con razones humanas ya que, de faltar fuerzas para algo, es para mal obrar y esto por razon de que al mal obrar acompafia e1 miedo a la justicia y alas gentes a quienes se ha hecho dafio. Siempre en el Arcipreste e1 mal obrar involucra hacer dafio a alguien. Creo que la persistencia de todos estos factores ha quedado manifiesta a través de los ejemplos analizados. Sin embargo la sensibilidad esencialmente humana del autor le hace darse cuenta de que. 56 si por un lado los hados no existen y no se puede culpar a ellos de lo que acontece, y por otro el hombre esta dotado de una voluntad y libre albedrio que 1e ponen en condiciones de poder dirigir sus actos, no deja de ser simultaneamente cierto que factores y presiones externas pueden influir en nuestra voluntad, y‘también que la muerte y muchos otros males provienen a veces sin razon aparente ni culpa que lo justifique. Entonces, después del concluyente cierre del capitulo segundo de la cuarta parte, “que sy fadas malas 1e vinieron por su culpa obrando, que se las tenga,”71 0 sea, que cada cual se atenga a las consecuencias de sus propios actos, afiade a1 empezar e1 teroero y ultimo de esta parte final: Pero esto digo que rrazonable es a aquel que lo busca, pero al que esta descuidado o a otro bien faziendo, (0 en su casa la muger filando, o labrando e a ninguno non mal faziendo) e viene un caso fortuyto que le cae (alg)una cosa en la cabeca e lo mata, e 'otras cosas ynopinadas, incogitadas, que cada dia acontecen,. las personas non lo procurando; pues ahi, Lque me diras amigo? 72 A Martinez de Toledo 1e resulta facil argumentar una y otra vez que es razonable que le vengan males a quien se 10s busco con su conducta, y su logica humana le hace rastrear la culpabilidad de ciertas faltas mas alla de quien las comete como ya hemos visto, pero cuando se presenta un caso fortuito, cuando no puede ver 1a responsabilidad ni en el individuo ni como resultante de la mala conducta de otro, e1 Arcipreste parece quedarse un tanto perplejo, dejando su parrafo en el aire con una pregunta retorica en la que es facil observar una discontinuidad con lo que le precede: “razonable es aquel que se lo busca, pero el que no se lo busca, 'gqué me dirés? .” La consecuencia a que Ileva la adversativa “pero” es “pero al que no se lo busca 116.” Sin embargo esto no puede decirlo Martinez de Toledo cuyas creencias religiosas son sinceras, por lo tanto aqui su razonar humano se detiene. A partir de este punto no es él quien razona sino que transmite los razonamientos que a este respecto arguye la Iglesia para sustentar Ia idea de que los designios de Dios son inescrutables. Pero es verdaderamente notable la falta de argumentacion propia que aduce un hombre tan prolijo en argumentos como 61, al contestar esta pregunta. La respuesta “Aqui te quiero responder en dos maneras”73 empieza calificando a estas maneras de “ynsolubles,” con lo que declaradamente se acoge a1 dogma sin intentar siquiera hacer una racionalizacion o dar una explicacion personal de lo que para él evidentemente no tiene logica. Acata con respet01un orden superior de la misma forma que quisiera que sus lectores lo acataran, y recurre a Caton, David, Pablo, Job y San Juan, en el breve espacio de catorce lineas, en apoyo de un concepto, lo cual es tanto mas significativo cuando se observa que el citar tantas opiniones juntas en su auxilio es contrario a su proceder habitual y que, entre las citas no hay ni un solo comentario propio. Lo que 57 ocurre aqui es que a su sentir humano se interpone una pared que él no sabe justificar con razonamientos que, en él, serian subterfugios. No sabe dar explicaciones que hagan mas 0 menos admisible el advenimiento de desgracias que no obedecen a una conducta previa, ya sea dc quien las sufre 0 de quien las inflige. No puede alegar por irnpulso personal 1a insignificancia del hombre o la irrelevancia de esta vida frente a la eterna. Esto es porque si bien es verdad que el mayor bien es la vida perdurable, 1a terrena no es precisamente irrelevante para él, como se desprende de todo lo estudiado. Pero a1 mismo tiempo la sinceridad de su fe y amor a Dios 1e hacen aceptar y transrnitir un dogma en la creencia de que se debe admitir aunque no se entienda. De ahi la importancia de esta cuarta parte respecto a1 conjunto: en ella va recogiendo todo lo que ha ido diciendo anteriormente y enfocandolo a lo que desde el principio presenta como el bien supremo para el hombre, la salvacion del ahna. En ella también se ve como su imagen de Dios, pasado e1 escollo de lo incomprensible, es humanamente justa y consecuente “no amenaca como faze e1 tirano,” sino que “permite quel migseaferido de maco a las vezes yn puericia, juventud, mancebya o vejedad.” 7‘ E1 Arcipreste parece haber olvidado ya que a veces e1 bueno también es herido, 0 en todo caso parece indicar, con esta observacion posterior, que eso en realidad ocurrira muy pocas veces, y asi termina con estas palabras a las que solo falta afiadir una advertencia: “Consydera pues que barvero tienes e que te has con él por fuerca de rrapar. Ave temor por ende que non te rrape en seco quel apretar los dientes te sera por demas. E non te digo mas. Entiendelo sy querras; sy non, arrepentirte has. Por ende non te maravilles sy tu eres punido por los males por ti cometidos en los pasados tiempos.” Con 10 cual, a la postre, concluye su obra en el tono, concepto y estilo que le es propio: apelacion directa, una frase refranera popular, prosa rimada y consejo practico. El malo sera castigado y que el bueno entienda 0 no. . . depende de su propia voluntad. Después de esto tan suyo, tan espontaneo y tan expresivo, ya solo le queda al autor poner el cierre libresco y doctrinal de la parabola de las virgenes que se reservo para este fin del docto compendio latino. En vista de lo estudiado la idea de que haya un enfoque misogino en la obra resulta incongruente con 10 escrito por el Arcipreste; la misoginia es esencialmente un odio 0 adversion hacia la mujer a quien se representa, en primera instancia, como causa esencial de perdicion y de 105 males que sufre la humanidad. Ahora bien, por un lado es evidente que un sentimiento dc odio o animadversibn y un sentimiento dc conmiseraciim se excluyen reciprocamente y es también evidente que de la obra de Alfonso Martinez de Toledo trasciende una notable conmiseracion hacia 58 la mujer. Por otro lado ya hemos visto que en El Corbacho la perdicion 0 salvacion del individuo depende de él ya que esta capacitado de una voluntad lo suficientemente fuerte como para con- t'rolar y dirigir sus actos, y las tentaciones que por tradicién puedan ser representadas en la mujer, son perfectamente superables, si es que se quieren superar, “aunque en e110 ponga duda San Agustin” como ya se vio. Al mismo tiempo resulta que, a nivel humano, es generalmente la mujer quien se pierde (en ocasiones por fuerza como se ha ejemplificado) a causa del mal obrar del hombre, y en cuanto a que la codicia (que es el vicio por el que mas duramente se la ataca) la haga caer, se recuerda que “no es de maravillar” pues, como vimos, e1 Arcipreste anota que hasta el rey 0 e1 papa caen por codicia: sy e1 dar quiebra las piedras, doblegara una muger que (non) es fuerte como piedra. Por dadivas faras venir a tu voluntad al papa a te otorgar lo que quisyeres; yten, e1 enperador, rrey, o otro menor faras fazer lo que quisyeres con dadivas; iten, del derecho faras fazer tuerto . . . Pues non te maravilles sy con dadivas fizieren los onbres alas mas firmes caer.76 ' Luego explicitamente se dice que tal cosa no es privativa del temperamento femenino y aun me parece claro que el recordar esto asi supone romper una lanza en favor de la mujer. Con todo esto no se puede alegar que la mujer aparezca en El Corbacho como “The sole instrument of men’s perdition”76 segun dice Gerli, y es 16gico que no sea asi pues esto supondria tanto como desplazar 1a causa de las faltas propias a otro individuo, lo que es incompatible con un auténtico sentido de la responsabilidad. Centralizando en el individuo la responsabilidad de sus propias acciones no cabe que sea otro, por definicion, quien aparezca como instrumento o causa de los males que le atribulan.;y mucho menos cuando ese otro resulta estar en condiciones de inferioridad como es el caso de la mujer tal como lo ve e1 Arcipreste. A su juicio la mujer se encuentra en condiciones de desventaja en primer lugar intelectuales ya que, en su opinién “Tiene poco juicio y corto sentimiento”77 y con la mayor seriedad opina que “non son synon monicas.”78 Pero esto no se ha dc entender como detraccion misogina sino como simple expresién de lo que para Martinez de Toledo es una situacion de hecho. No hay ni ataque ni insulto en la manifestacion de esta idea; en la frase “no son synon monicas” se puede observar claramente que la expresion, en dirninutivo, es mas bien conmiserativa, en el tono y en la forma en que se puede hablar de un nifio que, debido a su corta edad, no alcanza a comprender ciertas cosas. Seria absurdo suponer de un comentario semejante aplicado a un nifio que implicara 59- odio a la infancia, e igualmente seria equivocado interpretarlo aqui como expresion misbgina. Cuando e1 Arcipreste dice que muchas de las faltas cometidas por la mujer se deben a que “jugando ”79 no se trata de un acervo reproche, como la construccién van con su entendimiento a la pelota misma de la frase y las palabras escogidas hacen ver. Se trata simplemente de sefialar lo que para él es un hecho: que no esta capacitada para mas y en consecuencia no se la puede responsabilizar en mayor grado. De ahi que con frecuencia vemos que es el hombre la causa de la caida de la mujer, precisamente por el menor grado de inteligencia de ella puede engar‘iarla el hombre, lo que esta en abierto contraste con su criterio en el caso opuesto donde ya se ha visto que si el hombre es engafiado es porque “déxase della engafiar” pues si “guardarse quisiera onbre, non le engafiaria muger.” Si e1 Arcipreste creyera en una capacidad de discernirniento igualmente fuerte en el hombre y en la mujer responsabilizaria a la mujer tanto como a1 hombre no admitiendo que se dejase cngafiar como no lo admite con respecto al sexo masculino. De esta forma se explican sus expresiones conmiserativas, a las que aludi antes, como: “Las burlan con muchas lisonjas y las cautivan a las tristes los falsos onbres,”8° “Con miedos e amenazas fazen a las cuytadas errar,”81 ”83 Y tantos otros ejemplos como se leen en la obra. Hay que seflalar que un buen numero de tales “queriéndolas desonrrar de fecho,”82 “Traen a muchas burladas, engafiadas y escarnecidas comentarios se encuentran precisamente en la segunda parte de la obra que segun reza su titulo, es la dedicada especificamente a denunciar 10s vicios de las mujeres; con esto se pone de manifiesto que el tal proposito no es en realidad lo esencial y que, en efecto, mas se trata de un interrnedio ligero en el que se mantiene la misma ideologia de fondo que alienta en todo el compendio. En los ejemplos estudiados en este trabajo se ha visto como la mujer aparece frecuentemente como victima de la actuacion masculina. Por otra parte esta la constante especificacion de que si se critica 10s vicios de la mujer, esto es en las malas, “Que las buenas non an par, nin que dezir mal dellas, antes como espejo son puestas a quien las mira.”8‘ Esta especificacion también se repite constantemente y ya Whitbourn ha visto85 en e110 una manifestacién sincera y convincente. Jacob Orrrstein opina que su misoginia no es de fondo y la ve solamente como una broma.86 A mi juicio no solamente es una broma, sino que en cuanto al total de la obra veo a Martinez de Toledo como el primer autor que hace una defensa seria de la mujer sobre bases estrictamente reales y humanas. Digo el primero porque los escritos que durante el siglo XV se producen en loor a la mujer contra la corriente misogina, no estan Ciertamente basados en razones 60 reales y humanas, sino en una consecueién de t0picos tan de cliche como la de Ios misoginos, y de ellos surge una imagen ideal abstracta que nada tiene que ver con el concepto de mujer como ser humano que el Arcipreste toledano presenta. En modo alguno trato de implicar con esto que se encuentre nada en lo escrito por el didacta castellano que apunte siquiera a los derechos de la mujer. Tal cosa seria un anacronisrno inconcebible. Lo que si hay es una clara consciencia de que la mujer esta en condiciones de inferioridad respecto al hombre. Socialmente por estar mas sometida a la obediencia (recuérdese e1 ejemplo citado sobre la obediencia en que empieza diciendo que las mujeres “saben las cargas que han de soportar cuando se dieren a varon perdiendo la poca o mucha libertad que tuvieran”), y desde un punto de vista humano por considerarla menos dotada intelectualmente. Hay una severidad de juicio mucho mayor en lo concemiente a conducta masculina, sin duda por considerar al hombre de mis seso, como explicitamente escribe a1 finalizar la segunda parte. Entonces dice que Ios hombres no pueden ser reprendidos como las mujeres, bajo reglas generales, “por el seso mayor e mas juicio que alcancan.”87 En el conjunto de la obra es sin duda el hombre el que aparece como mayor responsable de los males que se ejemplifican. Al punto que esto Ileva es a mi observacion inicial del sentido de la responsabilidad como preocupacibn constante y primordial en Martinez de Toledo. Puesto que es evidente que el Arcipreste juzga a1 hombre superior y en condiciones mas fuertes, es consecuencia lbgica que sea sobre él sobre quien recaiga e1 mayor peso de responsabilidad. E1 hombre, como de mayor inteligencia, es el que aparece como elemento activo, ya sea para “lybrar” a su pariente, para burlar y enganar 0 para dejarse engar'iar. E1 mas débil aparece menos responsabilizado; asi lo vimos en el ejemplo del poderoso sobre el que acaba recayendo la culpa en primera instancia, asi ocurre en la linea general de las relaciones hombre-mujer y esa es la constante de toda la obra. NOTAS lJose Rambn Araluce Cuenca, El Arcipreste de Talavera: una contribucién a su estudio Paremio-Lexicografico. Tesis Doctoral 1970, Florida State University, Thallahassee. 1970. (pag. 35 y 4-5). Kenelm Foster opina nada menos que el Corbacho es: “as stereotyped and conventional as the DeAmore itself is individual and original.” Courtly L_ove and Christianig, Aquinas Paper no. 39, publicado por Aquinas Society of London, (London 1963 ), pag. 4. 2Ejemplo de ellos es la breve descripcién de como Betsabé, sabiendo e1 deseo de David, disimulaba e iba a arreglarse donde e1 rey la viera (Cap. 17, pag. 37). Comentarios como el de que los hombres de baja condicion, cuando consiguen una mujer de mis alto estado: “callan como negra en aflo” (pag. 40) 0 e1 expresivo consejo de Ilamar a algun vecino para distraer 1a imaginacion a1 sentir la atraccion de la lujuria: “sal de tu casa a un punto como aquel que dise: ‘Senores, ayudadme que me matan o rroban’ ” (pag. 29) y al final del capitulo 18 e1 refrain: “vidose e1 perro en bragas de cerro; non conoscio a su companero” (pag. 44). También la explicacion de como se alaba el hombre a si mismo: “tu fiziste esto, yo fize esto; tu amas tres, yo amo quatro; tu amas rreynas, yo emperadoras; etc. . . . ” (pag. 41). 3En el capitulo 2 de este trabajo, W.T.H. Jackson opina que el ataque de Capellano al Amor Cortés es solo aparente “for symmetry and safety.” “The DeAmore of Andreas Capellanus and the Practice of Love at Court,” fll_1e Romanic Review, v01. XLIX, 1958, no. 4, (Pas- 244). 4Penna (nota, pag. 13) indica que el primer parrafo de este capitulo sigue a Capellano; sin embargo la amonestacion a la que me refiero no se encuentra en sus palabras: “sibi ergo et coamante suae tantum misen ille vivere iudicatur, qui aliorum omnium utilitatem amicitiarn neglidendo earn in omnias mulieris amore compensat.” Andrea Capellano. We Amoris, en Arcipreste de Talavera, ed. M. Penna, Rosenberg y Sellier, Turin, 1955, pags. 230-31. 5Arcipreste, pig. 2. 5 ” pag. 4, 5, 6. 7Arcipreste, “Que 1e aprovecho a1 triste su amar o a la triste . . . ? ” (pag. 17); “virtudes non puede onbre o la muger aver,” (pag. 19); “que onbre o fembra,” (pag. 23); “eso mesmo de las mugeres digo,” (pag. 23); “eso mesmo en la muger se falla,” (pag. 31); “que s__y el onbre 0 la muger quito es de locarnente amar,” (pag. 32); “E sy este pecado del onbre o muger non fuera evitado non ha cosa que, en onbre o muger perfecta ni acabada puede ser dicha” (pag. 40). Después sigue encontrfindose repetidamente en todo el tratado. 8Penna, nota, pag. 39. Christine J. Whitbourn sefiala acertadamente que “some times Martinez is harder on men than on woman” observacion no efectuada por ningun otro critico; como ejemplo menciona unicamente el caso especifico de las monjas. (pag. 49) Un comentario interesante de este critico es la observacion de que modelos para el ataque a la mujer e1 Arcipreste tenia muchos en la larga tradicion misogina, mientras que el ataque al hombre es nuevo. En conjunto opina que ni hombres ni mujeres salen bien parados de la pluma del moralista castellano. (pag. 47) 61 62 9En la edicion de Penna aparece “ellos” (pag. 36) e indica en nota al pie de la pagi- na, que Martin de Riquer corrige e1 “ellos” que se lee en el codice e incunables de Sevilla y T01e- do por “ellas” (M.R. pag. 71). La correcciOn ya aparece en la ‘edicion de Pérez Pastor (pag. 50). Es indudable que hay un error en los textos antiguos pues obviamente se esta haciendo referencia a las mujeres. Sin embargo yo he preferido poner una “d” y hacer “dellos,” (con lo que se sub- sana igualmente eI error) por considerarlo mas idoneo a la prosa del' Arcipreste. Es facil conjetu- rar Que esta letra se omitiera por descuido 0 se borrara en un ooriginal y las ediciones subsiguien- tes transmitieran e1 error. No encuentro ningun‘ ‘que ellos” “que ellas” en la obra y la forma me parece demasiado moderna. “Dellos” y “dellas” es la forma habitual que se encuentra en todo el compendio y caracteri'stica de la época. 10Arcipreste, pag. 30. Todas las citas correspondientes a este parrafo van. en la mis- ma pagina. ' ‘ ‘ ' llPenna, nota pég. 30. 12Coloco una coma al principio y al final de la apositiva “por falta de saber” a fin de facilitar la lectura del texto que de otra forma pudiera leerse‘ p‘or falta de saber ser engafiado,” lo que es a todas luces irnposible. 13 Fernando de Minaya, Fray Lope; Espejo del ma a, Biblioteca de Autores Espai’io— les, Tomo 171, Madrid, 1964, pag. 246. l4Alfonso del Madrigal, El Tostado; Tratado c6mo al hombre es necesario mar, Opusculos Literarios: De los Siglos XIV a1 XVI, Coleccion de Bibliofilos Espafioles, Tomo XXIX, Madrid, 1892, pag. 226. 15Sainchez Blanco, pag. 21. 16La expresibn, con ligeras variantes, se repite en pigs. 6, 17, 21, 30, 55, 75, y 165. l7Arcipreste, pag. 163. 18Ottavio di Camilo, E1 humanismo Castellano del Siglo XV, Fernando de Torres Editor, Valencia 1976, pag. 37. 19Penna, nota, pag. 32. 20La parafrasis a Alberto Magno empieza en el segundo parrafo del capitulo diez y termina al final de éste como indica e1 “Etcr. ’con que se acaba. 21Arcipreste, pag. 28. 22 ” pag. 142. 23 ” pag. 145. 2”Capellano: “Amor praeterea inextrincabilis consuevit hominibus et mortales gue- rras parare ac pereptua pacis foedera removere, ” pag. 233. ' 25Capellano: “ Amor enim inique matrimonia frangit et cogit sine causa ab uxore evertere virum, quos Deus lege data firrniter non posse statuit ab homine separari.” pag. 233. 63 26Arcipreste, pag. 19 27 28 9’ ,9 esta cita y su continuacion en pags. 7-8. E1 subrayado es mio. pag. 1'07. 29Capellano, pag. 231. 30Arcipreste, pag. l9. 3 1Arcipreste, pag. 8 de este trabajo. 32Capellano, pag. 233. 3’3Arcipreste, pag. 28. 34Arcipreste, pag. I33. 35 H pag. 8. El subrayado es mio. 36Penna, notapag. 8. 37Cape11ano, pag. 230. 38Ver Penna, nota pag. 44. 39Margherita Morreale, “Los Catalogos de virtudes e vicios Romanceados de la‘Edad Media,” Nueva Revista de Filologia Hispanica, XII, No. 2, pag. 152. 40Arcipreste, pag. 47 . Subrayado mio. 41 42 43 44 45 99 9, 99 9, 9’ pag. 143. pag. 104. pag. 61. pag. 111. pags. 70-71. “Francisco Sénchez Blanco en su articulo “La literatura didactica en el cuatrocientos Italiano y Espaflol,” Revista de Occident_e, (vol. 23—24, 1977, pag. 18.) estudia la ausencia de ideo- logia’hu'manistica en su aspecto de filosofia moral, que se destaca en la literatura didactica eSpa- fiola de dicha ép00a. No incluye a Martinez de Toledo entre Ios autores que presenta sin duda por dos razones: una que su prosa esta bien alejada del estilo culto y altisonante, de todos los mo- ralistas que mas o menos siguieron formalmente las nuevas corrientes humanisticas; otra que nues- tro autor nunca ha sido tornado muy en serio en cuanto a moralista. Leyendo cl articulo dc Sain- chez Blanco se puede observar que la ideologia del Arcipreste, humanamente hablando, es por lo menos tan humanista como la del modelo florentino que Sénchez Blanco propone. Es lamentable 64 que la seriedad de la obra dc Martinez de Toledo no haya sido tenida en cuenta antes en todos sus aspectos. 47Alonso, pag. 120. 48pig. 2. ”Arcipreste, pag. 1. 50 " pag.182. 51Véanse referencias anteriores a Gerli “Ars Praedicandi” y a Beneito “Teoria Cua- trocentista.” Martin de Riquer a este respecto ya comentoz “AI fin y al cabo la oratoria de S. Vicente Ferrer y de su imitador S. Bernardino de Siena 5,110 obedecen en el fondo a la misma ac- titud popularizante? ” (pag. 16). 52Arcipreste, pag. 60-61. 53Arcipreste, pag. 212. Mario Penna (pags. XLIII-XLVI) hace un detallado analisis de este pasaje empezando por advertir la diferencia de la forma en que tratan e1 ejemplo Boccaccio y el Arcipreste. Mientras que el toscano apenas cubre unas lineas e1 castellano se extiende amplia- mente sobre el asunto con un instinto que le “induce all’analisi realista” y presenta en su narra- cion todos los aspectos de la lucha libre de la época escenificados en la pelea entre fortuna y po- breza. Este me parece un dato transcendente en cuanto a la forma en que Martinez de Toledo construye su obra. Este sentido de la realidad que se encuentra tanto en la transcripcion de pala- bras como en la escenificacion de gestos, corre pareja con un sentido de la realidad inmediata, vi- tal y humana, que es el que hace diferente su tratado de los demas moralistas te61icos de su época. 54Menéndez y Pelayo, pag. CX. José Rogerio sanchez también opina que Martinez d: Toledo “carece de habilidad para el relato” (pag. 35), y que 5610 se extiende en el debate de For— tuna y Pobreza “tomando todo ello de Boccaccio” (pag. 36). Como hace ver el estudio de Penna mencionado en nota 42 este debate esta mucho mas elaborado en el Arcipreste. 55Penna, pag. XLIII y nota pag. XXXI. es de notar que Darnaso Alonso, que se ocu- pa esencialmente del estilo del Arcipreste, no hace mencion alguna a este aspecto de su obra. 56Arcipreste, pag. 98. 57Arcipreste, pag. 86. 53 ” pag.l30. 59Arcipreste, pag. 120. 60 ” pag. 91. 61Arcipreste, pag. 102. Las citas siguientes son continuacion de ésta y van en la mis- ma pagina. 62Arcipreste, pag. 78. 63 ” pag.8l. 65 64Srinchez Blanco, pag. l7. 6SArcipreste, pag. 102 . 66Arcipreste, pag. 122. 67Arcipreste, pag. l2. 68Arcipreste, pag. 97. Las citas siguientes van a continuacion en la misma pagina. 69Arcipreste, pag. 98. Este parrafo continua al anterior. Todas las citas en relacion a este pasaje van entre pigs. 97 y 98. E1 subrayado es mio. 70Arcipreste, pag. 162. 71Arcipreste, pag. 163.4 72En este parrafo del capitulo tercero de la ultima parte hay un problema de puntua- cién. Perez Pastor (pag. 131-132) no usa comillas y pone entre signos de interrogacion la frase: “pues geomo me dyzen agora que la persona es causa de su mal, porque el 0 ella se lo procurara o busca; pues sy lo busco e fallo que se lo tenga? ” Pone un punto tras la palabra “procurando” y vuelve a abrir interrogacion en la ultima frase: “ . . . Las personas non lo procurando. Pues aqui, Lqué me diras amigo? ” Martin de Riquer (p. 326) abre comillas a1 empezar 1a exclamacion: “O cuytado . . .” que solo cierra después de “aqué me diras amigo? ”. Sigue a Perez Pastor en colocar un punto tras “ . . . las personas non lo procurando.” El cambio de puntuacion cambia el sentido de todo este parrafo, que, a la qu de lo que el presente trabajo pone de manifiesto, debe de ser entendido en la forma que aqui se presen- ta para 10 cual la puntuacion que debe mantenerse es la siguiente forma: “ 30 cuytado—o cuytada—, este mal, esta ocasyon, este dafio que me vino, pues yo non me lo procure, nin foy causa dello, que descuidado estava quando me vino; dunniendo estava quando me contescio; rrezan' do estava quando me did; labrando estava quando me firi6; non fazia mal a ninguno cuando me acaesciO! Pues geomo me dises agora que la persona es causa de su mal porque e1 0 ella se lo procura e busca, pues si se lo busco e fallo, que se lo tenga? ” La interrogacibn aparece de esta forma en la edicion de Penna (pag. 223), pero tarn- bién en su edicion se mantienen las comillas hasta después dc “aqué me diras amigo? ”. A mi en- tender deben cerrarse después de este parlamento que obedece directamente a lo escrito por el Ar- cipreste poco antes del final del capitulo anterior: “Pues sy 1e (non) plaze dexarse de fazer mal, quando vee que faze mal, non dé culpa a la ventura, a1 fado nin a la planeta, sy non a 3}" mesmo que se lo procuro 1e plugo e lo quiso” (pag. 221). Ante este juicio tan tajantemente emitido e1 autor hace hablar a un personaje en cuya boca pone e1 comentado y la pregunta que él' espera que pueda plantear e1 lector de la obra y pregunta y comillas deben .terminar ahi. Las palabras que siguen: Pero esto digo que rrazonable es [a] aquel que lo busca, pero aquel que ésta descuidado o a otro bien faziendo (0 en su casa 1a muger filando o labrando e a ninguno non mal faziendo, e viene un caso fortuyto que que cae alguna 0033 e le da en la cabeca e la mata, e otros casos yno- pinados, incogitados, que de cada dia contecen, las personas non lo procurando . . . 66 deben entenderse como dichas por el propio autor. Véase el cambio de estilo; en el primer parra- fo se repite e1 pronombre “me”: “este dafio que _n_1_e vino”; “no r_n_§ lo procuré”; “_rne dié”; “m__e firio”; “_r_n_e acaescio”; “acomo _r_n_c dicen . . . ” Y el uso del verbo: “11in Lay”; “estava” descuida- do, durrniendo, rezando, en primera persona. Y al final: “Loomo disen agora que la persona que es causa de su mal que se lo tenga? ” responde e1 Arcipreste, de acuerdo con 10 dicho poco antes (la cita anterior de pag. 221) con el “esto digo que razonable es . . . ” donde los pronombres u- sados son “le da”; “1a mata” y el verbo en tercera persona. La pregunta final: “pues, aqui Lqué me diras amigo? ” (pag. 224) es una pregunta retérica del propio autor. 73Arcipreste, pag. 224. 74 ” pag. 226, La cita siguiente es continuacion de esta y esta en la mis- ma pagina. 75Arcipreste, pag. 80-81. 76E. Michael Gerli, Alfonso Martinezde Toledo, Twayne’s World Authors Series 110. 398. (Twayne Publishers, Boston 1976) pag. 27 . En la misma obra Gerli indica que el anti- feminismo de Martinez de Toledo puede ser debido a la ilegitimidad de su nacimiento: “Psycho- logically, at least in part, Martinez’s antifeminism in The Whip might also be a reaction to his illegitimacy - a way of expiating guilt and compensating for feelings of inferiority and person- al frustrations.” (pag. 23) Me parece una asuncion extremadamente personal. Ciertamente en la obra es dificil ver ninguna transrnision de sentimientos de inferioridad, ni expiacién personal del autor, ni frustracion pues si algo n0 expresa es amargura ni resentirniento de ningun tipo. Por otra parte, en la misrna linea puramente especulativa, también cabe arguir que la conmise- racién del Arcipreste por los engafios de que el hombre la hace objeto, provenga del mismo factor que, psicolégicamente, tanto puede producir una reaccion como otra. 77Arcipreste, pag. 101. 78Arcipreste, pag. 85. 79Arcipreste, pag. 101. 80Arcipreste, pag. 98. 81Arcipreste, pag. 156. 82Arcipreste, pag. 69. 83 Arcipreste, pag. 143. 8"Arcipreste, pag. 44. 8SWhitbourn, pag. 51. 86Omstein, pag. 222. 87Arcipreste, pag. 133. Capitulo IV Al analizar la Reprobacion del Amor Mundano hemos visto como en todo momen- to se trasciende del concepto de pecado a la consecuencia de la mala conducta de un individuo en perjuicios humanos causados a otro. Son varios los criticos que han apuntado al caracter fogoso, vital e impulsivo, de la prosa de Martinez dc Toledo;1 a su temperamento zumbon y comprensivo de las debilidades humanas y que corrige con mis benevolencia que reproche 0 amargura las faltas del pecador. 2 Se ha senalado que unicamente parece enojarse al hablar de Ios bigardos y de los sodomitas indi- cando que estos ultimos si parecen indignarle seriamente por ser con relacion a ellos 10s unicos pa- sajes en que se expresa durarnente.3 ‘ . Sin embargo aunque es cierto que el Arcipreste se presenta humanamente compren- sivo y benevolente hacia las debilidades del hombre y reprocha las ofensas a la Icy divina sin violentas diatnbas ni _ amenazas de castigo, tendiendo mas bien a la persuasion por logica. y convencimiento de una verdad que para 61 es palmaria, esta comprension desaparece totalmente ante la irresponsabilidad 0 las faltas que causan grave dafio a otro ser humano. Es enesos casos, mucho mas acusadamente que contra bigardos o sodomitas, donde Martinez de Toledo, con to- da la fuerza de'su temperarnento, condena la accibn sin paliativos y directamente maldice, con una violencia de lo mas absoluta, a quien la ejecuta. - No he encontrado que en ninguna parte se haya hecho referencia a estas maldicio- nes del moralista castellano y creo que el estudio de las mismas corrobora lo que el anélisis del texto, efectuado en el capitulo tercero de este trabajo, revela, dejando bien claramente ex- puesto cual es el sentido de la moral que Martinez de Toledo predica y la seriedad con que lo hace. I La tradition de la maldicion se remonta a los primeros tiempos de la historia de la humanidad. La usaron ya sumerios e ititas y la variedad de sus forrnas es amplisima desde sus principios conteniendo todas ellas, explicita 0 implicitamente, la invocacion a fuerzas superiores que se concretizan en un dios, 0 en la idea de Dios a1 llegaral monoteismo.4 67 68 No concieme a este trabajo seguir la extensa trayectoria de la misma ni sus varia- das formas. En su sentido mas amplio y primario e1 concepto maldicion, la expresion “Maldi- 9, ,9 66 6 to, como aparece en la Biblia, expresa “binding or restraining of progress; to tie up or destroy’ the seat of fertility and fnrctuation.”5 Esto es. la negacion del principio mismo de la vida. e1 cese de lo que se considera la fuerza motriz esencial del cualquier factor positivo. En la tradicion jud Io-cristiana e1 Maldito, por antonomasia es el diablo y taI apa- rece en la obra del Arcipreste: en el capitulo trece de la primera parte se hace referencia a él por este apelativo. Es incuestionable que, por tradicion, la maldicion constituye la maxima fuerza ne- gativa de la expresién de la palabra. Alfonso X el Sabio maldice en el amargo poema que escri- bié a1 sentirse abandonado por quienes hubieran debido ayudarle y repite, como una letania “maldito sea” a1 acabar cada estrofa: O que foe passar a serra e non quis servir a terra, é ora, entrant’ a guerra, que faroneja? Pois él agora tan muito erra, maldito seja6 Indiscutiblemente la carga expresiva del reiterado estribillo “maldito seja” al final de cada estrofa da una fuerza extraordinaria a la dolorida expresion del monarca que, suprimi- da 1a maldicién, se reduciria a una expresion de tristeza sin. el vigor de la reaccion contra la causa de ella que imponen las palabras “maldito seja.” Vigor que, a su vez, magnifica 1a pro.- fundidad del dolor que causa e1 lamento. La maldicién no se presenta prolijamente en la lite- ratura secular y cuando aparece Clara y definida tiene un profundo significado que no se puede pasar por alto. 9 Cabe arguir que la expresion “maldito,’ o “maldito sea” pasa al lenguaje popular donde es usada con ligereza perdiendo realmente una buena dosis de su significado intrinseco, si no todo. Sin embargo esta objecion pierde su validez, en relacion al estudio que se hace aqui, cuando se observan las dos forrnas en que el Arcipreste usa la expresion. Una es coloquial, popu- lar y puesta en boca dc esas mujeres cuya chachara tan agudamcnte satiriza. En estos casos ca- rece de carga semantica y no tiene mas valor expresivo que representar de una forma burlesca lo desmesurado del hablar femenino que hace uso de los mas extremos modos dc diccion sin que tengan contenido alguno. La misma exageracién absurda que se encuentra en el lamento del huevo perdido se rediculiza en la liviandad'con que la mujer suelta las mas desorbitadas ex- 69 presiones sin medir e1 alcance de ellas: gDolores vos maten, rraiva vos acabe,.diablo huerco, maldito! (gy piensa que tengo su fuerca? {Todos los huesos me ha quebrantado! iTodas las manos me ha molidas! gRavia senor! 3A o'sadas alla yrés nunca jamas! iDésta seré escarmentada! gYuy! gTomome a- gora e1 diablo en venir aca! gMaldita sea mi vida agora! iFuese yo muerta o triste de mi! LQuien me engafio? iMaldita‘ sea la que jamas en hombre fi'a amén! A renglbn seguido comenta que “esto e otras cosas dicen por se honestar,” con 10 cual simple- mente nos dice que lo que en si' tiene un sentido, cuando es la mujer quien 10 um carece de él. No son estas, escasas, maldiciones las que interesan sino aquellas emitidas por el autor como tal. La maldicibn pronunciada por Martinez de Toledo directamente se‘da varias veces, y no hay la menor broma ni burla en ello. Son exclamaciones rotundas, escuetas, que no se diluyen en su habitual exuberancia expresiva y van directas a la causa que las suscita. Contrariamente a la forma en que aparecen las maldiciones puestas en boca de la mujer que transmiten a veces e1 hecho expreso en que se han dc realizar, en vez de la simple pronunciacion del. conjuro: “Dolores vos maten, rraiva vos acabe... Fuese yo muerta,” las dichas por él mismo aparecen sin desarrollo en la forma sintética de la'expresion Maldito, 0 Madito sea, y en todas ellas manifiestan una profunday seria indignacion de su autor hacia el objeto de su maldicion. E1 tono del Arcipreste, ya serio ya jocoso, es normahnente moderado, y por lo mismo son altamente significativoslos momentos en que, saliéndose de su‘serenidad habitual, carnbia dc tono y maldice tonantemente. En consecuencia se desprende que la causa que produce esta violen- ta indignacion nos revelara incuestionablemente 1a e'sencia de su ideologia y el movil primo de su sen- tido moral. Son seis las ocasiones en que Martinez de Toledo maldice. La primera. de ellas esta en el capitulo séptimo de la primera parte y dice: “Maldito sea el que a otro ”ama mas que a SS! e por breve delectacion gu_ie;e aver dannacion.”8 Luego aflade: “e mas que fue sabidor desto, que dicho ea, c avisado, e 921% su propia voluntad seguir diciendo: mata que el Rey perdona.” Antes dc pa- sar a comentarla conviene verolos temas a que esta vinculada y el contexto en que se presenta. En la introduccion a este estudio hablé del carvencimiento del Arcipreste de que la salvacion etema es el bien supremo para el ser humano, y en el capitulo segundo se documenta Como es- te tema enlaza la primera y cuarta partes de la obra manifestando la legitima creencia que impulsa a Martinez de Toledo a dirigir a1 hombre hacia ella. E1 titulo deeste capitulo en que se encuentra e1 parrafo citado es “De como muchos enloquecen por amores” y en él, dc acuerdo con la creencia 70 que acabo de mencionar, se extiende en hablar de aquellos cuyo loco amor les hace olvidarse de si mismos y de su-propio bien, que es la salvacion delflalm’a: “p’rivados de‘sue'ntendimiento . .. va su anima donde penas crueles 1e son aparejadas para siempre,”dice a1 empezar este capitulo séptimo. En esta maldicién, .fiel a su criterio, e1 Arcipreste continua vinculando 1a actuacibn del hombre al ejercicio de la voluntad; y a pesar dc estar en un contexto en el que especificamen- to se habla de la condenacion etema se enfurece y maldice no al que ofende a Dios ganandose por e110 e1 castigo, sino a aquel que “de su propia voluntad” “quiere aver dannacion,” ponien- do con c110 en primer plano 1a obligaci6n de la responsabilidad del individuo hacia si mismo, idea que jamés se nos ocurriria buscar en un autor medieval “ya. que la manera escoléstica de tratar los temas, excluye por principio toda comunicacion con la experiencia vital del indivi- duo.”9 Aqui no es esa la pauta que se sigue puesto que lo que se pone de relieve en primer lugar es ese querer “aver dannacion” y wpor “propia voluntad seguir diciendo ‘Mata que ’9 el Rey perdona’ , 0 sea, seguir haciendo lo que a uno 1e da gana en la confianza del perdon gratuito sin parte activa del lado del individuo. Y todo esto se produce por “amar a 91.10 mas’ que non a sy.” Para ver 1a relevancia de estas dos premisas que determinan 1a maldicion: pro- pia voluntad y amar a otro mas que a si, basta observar e1 abatrdo que se produce en la idea si se suprimen de la expresion la premisa volitiva del verbo querer; “quiere,’ antes de “aver” es lo que hace posible que se maldiga. Maldito “el que quiere aver” sin e1 verbo “querer” co rresponde, gramaticalmente, a “maldito el que a;” esto es, el que. “tiene.” Se puede decir maldito el que tiene ira, 0 el que tiene miedo, o cualquier otra cosa. Independientemente de que estemos de acuerdo o no con la razon que promueve a maldecir la idea expresada en esa forma tendria sentido. Pero carece de él si se dice “maldito el que tiene condenacion,” esto es, el que esta condenado. Maldecir a1 que esta condenado no tiene e1 menor contenido ideologico ya que los condenados son precisamente los que Dios ha rechazado, como el diablo, y seria tanto como decir “maldito el maldito” lo que supone invocar la maldicion sobqre aquel en quien ha recaido por el mero hecho de haber sido maldito, lo cual no cabe. En consecuencia esta claro que la maldicion esta dirigida contra un individuo en el que se supone una voluntad de accion. Irrsisto en recordar la diferencia entre e1 sentido de la voluntad que se encuentra en la obra del Arcipreste y la referencia a1 concepto del libre albedrio que se comento en el tercer capitulo de este estudio. Como ademas esta voluntad de condenarse viene producida por amar a otro mas que a si mismo, la expresion revierte sobre la esencia vital del ser individual. 71- Américo Castro senalo a Lopez de Ayala como un escritor‘ ‘moderno” en su épo- ca por “ir hacia la intimidad del hombre y no fuera de él ”’0 A pesar de la argumentada opi- nion contraria de Robert Tate11 que no cree que haya en sus escritos raz6n para considerarlo vinculado a la ideologia humanistica, concuerdo con el criterio del exégeta espafiol; bien que no haya una vinculaci6n formal hay una uncuestionable afinidad cuya raz6n de ser no ha sido estudiada. Pero este tipo de modemidad ideolégica esta aun mucho mas acusado en las paginas . del Arcipreste de Talavera, cuyo pensamiento nunca se ha considerado seriamente, y es de una amplitud de ideas verdaderamente sorprendente por lo avanzadas. No avanzadas con prop6sito de vanguardismo ni por subscripci6n a 10s movimientos humanisticos que en su época se desa- rrollaban en la peninsula vecina, sino por un criterio propio que trasciende de lo escrito por encirna de la forma escolastica en que la obra se presenta. L0 que se encuentra en Martinez de Toledo no es un prop6sito de interiorizaci6n como método viable, sino una absoluta centraliza- cion del individuo hacia si mismo y hacia su voluntad como nonna de conducta incuestionable. Al aconsejar a la mujer que no haga caso de los falsos juramentos del hombre, que lo que con ellos pretende es enganarla, no se apoya en la moral tradicional ni 1e recuerda eI deber de amar a Dios en primera instancia. Del amor a Dios ya habl6 antes y se da por esta- blecido a un nivel superior; a nivel humano dc practica inmediata le aconseja que “ame a SS! mas que non a otro,” 1:ch mismo concepto que se lee en la maldicion anterior. Esto hoy no choca pues 1a idea de que el individuo ha de partir de la propia estimacién para conseguir una solidez que le perrnita actuar debidamente frente a cualquiera de sus actividades, esta tan di- fundida que en todas partes se encuentran libros de divulgacion y consejos de psicologia utili- taria basados en este principio. Pero en el siglo XV decir tal cosa es fortisirno y completamen- te revolucionario en boca de un moralista pues, por tradici6n cultural y Paulina, el amor a si mismo, se 1&9 amantes, no solo no es considerado cuantitativamente sino que esta catalogado entre los vicios graves reprobados por la Iglesia.” Hablando de los moralistas del siglo XV Francisco Sanchez Blanco ha sefialado 06mo “es importante la validez que adquiere para estos autores e1 esquema tradicional de vicios y virtudes que servia de base a la predicaci6n.”” He- mos visto la conexion que se encuentra en El Corb43cho con la técnica de pulpito, y su autor era eclesiastico; es totalmente imposible suponer que Martinez de Toledo desconociera esto; sin embargo él basa su prédica en el principio humano de valorizacion del individuo. El amor a si mismo, tal como lo presenta e1 Arcipreste, tiene un sentido muy moderno de dignidad indivi- 7-2 dual, control sobre la propia existencia y responsabilidad de los propios actos. Dc esa manera, (de otra no puede ser como se entiende por lo anteriormente visto) se explica que aconseje a la mujer que “ame a 53’! mas que non a otros” y que la primera de sus maldiciones se exprese en estos térrninos: “Maldito sea el que a otro ama mas que non a SS!” en vez de “Maldito sea el que a otro ama mas que non a Dios” o algo por el estilo."5 Esta concepci6n del amor ha- cia uno mismo implica un gran sentido del valor humano intrinseco del individuo y, por e110, la centralizacibn en la propia experiencia vital del inicio de toda conducta. Esto vuelve a aparecer con relaci6n a la embriaguez. La falta de control sobre uno mismo, la perdida del ejercicio de nuestra voluntad sobre nuestras acciones, 1a degradaci6n del individuo que irrita sobre manera al Arcipreste: “Rn"en della todos e la escamecen,” “non se puede fiar della nada—casa nin dineros, nin joyas, nin plata nin cosa de valia,” y aqué peor, humanamente hablando, que un individuo incapaz de la elemental responsabilidad necesaria pa- ra poder hacerse cargo de la custodia de su casa 0 de sus propios bienes?. “Por Ia cual embria- guez non hay muger que . .peor que bestia bestial non sea reputada. . .que no es en sy nin dc sy. ”1.9x quien pierde 1a propia dignidad bestializandosc es :1 quien, a continuaci6n, mal- dice e1 Arcipreste de Toledo: ‘30 maldita sea la mujer, e desta rregla non salvo a onbre, que conosce e vee que el vino la turba . . . imaldita sea la que tal en sy conosce e non fuye del vino doquiera que lo vea! Notese la doble referencia a la responsabilidad individual que se contiene en el “no es en sy nin de sy” mas la repeticion de la clausula que sefiala conocirniento de causa: “conosce e vee” y “la que tal en sy conosce.” Lejos de predicar el abandono del propio yo entregado a la su- mision y obediencia a reglas superiores Martinez de Toledo predica su moral a partir de la ex- periencia vital individual; del ser “en sy y de sy” como punto de partida irnprescindible para cualquier prop6sito subsiguiente de conducta, sea este 1a salvaci6n etema o la respetabilidad hu- mana. De ahi se trasciende a la responsabilidad ante terceros como mas especificamente se ve en las maldiciones que faltan por analizar. I La maldicion a1 que se embriague es la tercera en el orden de aparicién en el tra- tado. (Capitulo XII de la segunda parte); 1a segunda se encuentra en el capitulo veintiuno de la primera parte que trata e1 segundo mandamiento. Como en las anteriormente comentados e1 objeto (accién) en que’recae la maldicion queda al margen de la idea especifica de pecado u ofensa a Dios. No es maldito el que usa a Dios por testigo, (aunque vuelvo a repetir que el or- 73 den superior divino no deja de estar constantemente presente en la obra); lo que mueve al Ar- cipreste a maldecir es la falta de verguenza del individuo que usa Ia Verdad por excelencia (Dios) con la finalidad especifica de engaflar a su pr6jimo. La maldici6n se produce ante esa desverguenza individual y finalidad dc engafio. En el parrafo anterior al que contiene la maldij ci6n, hablando del perjurio dice: “Guay de la sucia boca que osadarnente toma el nombre del Re'dentor”1 7 pero la maldicion surge como recapitulacibn, a1 empezar con la conjuncion pues, y con una direccion muy definida que cae de plano en los motivos indicados: “Pues maldito sea el que non se verguenza de traer en falso perjurio a1 que es verdadera verdad, Jesuchristo verdadero, por mentir e por enganar e su projirno”. La construcci6n de la frase es bien Clara; e1 sujeto es el que “no se verguenca” y la finalidad de la acci6n por la que debe sentirse aver- gonzado “enganar a su pr6jimo.” E1 prop6sito del engafio se reitera en todo el capitulo: “sabe que Ie ha de faltar e non darle nada sy n6n burlara,” ”algunos fueron e son que juraron [a] a1- gunas de las tomar por mugeres, e ellas a ellos por maridos, asy delante de testigos como es- condidarnente, por (los engafiar) e las engnar. jAy Dios! 59, se quebrantan o quebrantaron destos juramentos infinidos por esquisytas maneras pues piensan que enganan.”; “Jura su santo nombre en vano e au_np§g_r que non solamente en vano, mas jurale en mentira”18 Tanto por la forma de la maldici6n como por el desarrollo del capitulo esta claro que la ira del Arcipreste en esta ocasion esta motivada por ese continuo engafio y los perjui- cios que con él se causan. E1 daflo producido a terceros vuelve a hacerle perder 1a calma en el capitulo trece de la segunda parte: “De c6mo las mugeres aman a los que quieren de cualquier edad que scan.” Enlazado al tema que trata surgen Ios hechizos o “byenquerencias, y con ellos la perso- na que los ejecuta. Lo mismo que anteriormente vimos, que a1 tratar e1 segundo mandamiento habla primero del perjurio y luego .maldice a quien perjura por engafiar, aqui habla primero del pecado que cometen las mujeres cuando ven que “el onbre anda tibio” y para atraerse 1a aten- ci6n “comiencan a fazer byenquerencias.” Pero enseguida vuelve su atenci6n hacia quien, a su juicio, es responsable de esto en mayor grado y afiade: “Desto son M unas viejas matronas” que a sy mesmas ' en tiempos pasados destruyeron e disfamaron . . . entonce toman oficio de alcayuetas, fechizeras, e adivinadoras, por fazer perder a las otras como elLa_s.”‘9 N6tese c6mo en el sujeto a que alude, las viejas matronas, se subraya en primer lugar que se destruyeron “a sy mesmas,” quedando asi cerrada la responsabilidad de culpa fue- 74 ra del propio individuo a que se refiere. y c0mo. otra vez. aparece bien claramente definido el proposito de la accion. En el caso visto anteriormente era engafiar al projimo. aqui es perder a otras como sc perdieron ellas. El capitulo diserta extensamente sobre la concupiscencia hacien- do mencion especifica a1 pecado de lujuria y aun al adulterio: E byen puede saber la muger que non es cosa a1 mundo que de ella ma- yor enojo faga a su marido o coamante que su cuerpo lrbrar a otro . . .sm embargo a las veces su cuerpo delibrara, aunque sea a onbre extrano, pere- grino, e non conoscido a1 mundo, solo por dél aver e su apet1to desordena- do conplir con él. 20 A pesar de esta expresa referencia, no es contra el hecho de pecar ni contra la mujer lu- juriosa o adultera contra quien se irrita hasta el punto de maldecir, sino contra la vieja alcahueta, causa de una serie de graves dafios a terceros que enumera después. Contra ella lanza una violenta acumulacion asindética de insultantes epitetos acompaflando la maldicion con verdadera furia: “! O malditas, descomulgadas, disfamadas, traydoras, alevosas, dignas de todas vivas ser quemadas! La culpabilidad, mayor aun que la del pecador en si, es del causante de los dafios, que es el anatemizado, y los dafios causados que enumera aparecen todos ellos como atentados contra la vida y el modo de vida, no como ofensas a Dios ni infracciones a la ley divina: “ gQuantas prefiadas fazen mover . . . ! ”; “aquantos matan e enloquecen con sus maldades . . . ? ”; “aquantas divysiones ponen entre maridos y mugeres . . . ?”; “Fazen a los casados dexar mugeres e yr a las extrafias; eso mesmo la muger, dexado su marido (e) yrse con (otro). Las fijas de los buenos fazen ser malas; no se les escapa moca, nin biuda, nin casada(s) que non enloquecen.”22 Aunque, naturahnente, se puede argumentar que a cada uno de estos males va apa- rejada la infraccion de una ley divina, esto no le resta relevancia a lo que aqui se dilucida, puesto que es obvio que no cabe matar, ni hacer mal a otro, ni engaflar, ni inducir a1 mal sin incurrir en alguna de las contravenciones estipuladas por el concepto de pecado. Pero lo que aqui vemos es que no es en los momentos en que considera el pecado en si mismo y como tal cuando Martinez de Toledo se enfurece. sino cuando hace referencia a sus consecuencias en la forma estrictamente humana del dafio que se produce. Como se ve, en esta enumeracién de atrocidades, no se menciona ni la lujuria, ni pecado. ni se conmina con castigo divino: (de ello se habla en otros lugares como ya he dicho) sin embargo son ellas las que provocan la maldicion. Los individuos cuyo desenfreno sexual les 7'5 ’9 hace acudir en busca de la ayuda de estas‘ ‘viejas matronas, no quedan tampoco bien parados, pues 10s califica de bestias: “Asy van las bestias de onbres y mugeres a estas viejas” (Ambos sexos, aunque el capitulo trata de “las mujeres que aman a los que quieren . . ' ”), pero 1a maldita es la alcahueta que causa tantos dafios humanos. Tomas Antonio Sénchez acur'i6 1a ir6nica frase que se ha hecho ce'lebre de que “Fue tan buen Arcipreste el de Talavera en prosa como el de Hita en verso”?3 pero, gque' le- jos esta esto de la oraci6n de Juan Ruiz por su trotaconventos! , y que manera tan distinta de ver y presentar al personaje. La zurnba, 1a gracia y las bromas de Martinez de Toledo pasan a veras cuando se produce un dafio por medio. Sin embargo, parad6jicamente, esta divergencia en el enfoque del personaje dado por los dos autores, hace precisamente del rasgo esencial que ca- racteriza a ambos y que es la evidente prevalencia de un espiritu profundamente humano tanto en uno como en otro. También ante las mafias y ridiculeces femeninas, que habitualmente satiriza con tanta burla y buen humor que da ocasi6n a que se pueda comentar que mas parece Idisfrutar con e110 que moralizar, pone pié en pared y acaba 1a burla cuando algo traspasa 10s lirnites y ocasiona un perjuicio. Los melindres y charlatanerias producen péginas y paginas chistosas, pero cuando ”2" a ser “causa a los hombres de llegan las lagrimas de la “casada, amigada u otra cualquiera mal aver nin fazer, por vengar sus lagrimas” y “61 mata 0 1e matan, o (61) fiere 0 1e fieren; que todo es dapno, asy dar como rrescebyr,” y “pierden después sus faziendas, andan por mal cabo,” y “tienen que andar a escondidas e fuydos, dexar sus tierras e casas e andar por las a- genas” (danos todos ellos en esta vida), entonces esas son “lagrimas negras malditas, malaventu- radas, rraviosas, e emponcofiadas, veninosas, crueles e desmesuradas.” Es de notar en esta cita que hace referencia a las'lagrimas tanto de la mujer casa- da como de la “amigada u otra cualquiera,” circunstancia que también se da en la cita ante- rior donde especifica que tanto da que sea su “marido o coamante,” Esto subraya bien claro que, por encima de la lujuria, es el dafio ocasionado aquello a que se refierepues ni enfatiza en el caso anterior que tenga mayor gravedad que se entregue a otro hombre la mujer casada, ni el que sea la mujer legitima, y no otra cualquiera quien llore, es atenuante en el caso de las lagrimas que son motivo de venganza. Sean de quien sean malditas son las lagrimas que causan la muerte de un hombre u otro serio perjuicio. Pero aun va e1 Arcipreste un poco mas alla: en 76 e1 capitulo anterior de este trabajo se hablo de la opini6n del Arcipreste sobre la inteligencia de la mujer y de su manifiesto criterio de‘ la. inferioridad de ésta en relaci6n a la del hombre”6 (y aun se diria en términos absolutos) y se coment6 también que, indudablemente debido a és— to, lejos de misoginia, set produce en su obra una marcada'tendencia a culpar al hombre y a disculpar a la mujer. En el ejemplo de que me estoy ocupando esto se corrobora y queda claramente expuesto, pues si bien son malditas las lagrimas no 10 es la mujer que las derrama, a pesar de ser duramente recriminada por e110 pues, de acuerdo con el Arcipreste, “meresceria la tal casada o amigada . . . que como entr6 ferido 1a diese a ella una tal por la cara en sefial de vitoria y enxiemplo dc otras.” (Es dc subrayar que en esta ocasi6n y en la de las alcahue- tas, son las unicas veces que el Arcipreste impone un castigo por dictamen propio, y sumamen- te inforrnativa la diferencia que va de uno a otro pues aquellas merecian ser quemadas vivas y estas marcarlas la cara con una herida para ejemplo de las otras). Sin embargo e1 peso de su indignaci6n no recae sobre la mujer que llora por una supuesta injuria recibida, sino que se vuelve contra el hombre que hace caso de tales lagrimas sin ni siquiera “saber si es verdad nin fazer otra pesquisa,” o lo que es mas aun, pues implica 1a existencia real de una ofensa, con- tra el que las venga, “por non sofrir una poca ynjuria que luego pasa, e dar logar a mal.” A1 que actua en cualquiera de estas dos formas no le sirve de excusa e1 ser constitucion'almente colérico (este ejemplo se encuentra en el capitulo octavo de la tercera parte donde se explican las caracteri'sticas del temperamento colérico por influencia astral), y ante e1 mal que ocasiona por su falta de control sobre si mismo que le impulsa a la venganza, Martinez de Toledo vuel- ve a maldecir: “3Maldito sea el que en esto non pensare, quando Iégrimas dellas viere que pri- mer (non) tome acuerdo que venganza! ” Si en los casos ante1iores se destaca claramente e1 m6vil humano que las suscita, esta maldici6n difi'cilmente puede ser conectada a razones de ti- po religioso. En todo lo dicho por el Arcipreste el punto relevante es el dafio material, humano, que se ocasiona. Aconseja a la mujer que contenga sus lagrimas delante de los hombres, “por escusar e1 mal,” si “juyzio, discrici6n, seso c entendimiento oviese,” sin mezclar en su consejo amonestaciones que irnpliquen razones de orden superior ni referencia a la ley divina, basando- se simplemente en la razon de la inteligencia. Pero como Martinez de Toledo evidentemente tiene muy serias dudas sobre la capacidad de juicio dela mujer, e1 culpable de los dafios queen es- tas circunstancias se producen es el hombre que, colérico o no colérico, es quien a su entender 77 tiene‘ ‘seso mayor y mas juycio”26 segun afirma al finalizar 1a tercera parte, y ya se ha dicho como cualquier tendencia temperamental puede ser, dc acuerdo con el Arcipreste, dominada por la voluntad. Esta es la raz6n de que la maldicion recaiga sobre él e11 vez de sobre la mujer que con su llanto‘ quiere incitar al hombre a la venganza. El mito de Eva, etcmarnente tentado- ra y representacién por excelencia de la culpabilidad femenina, prolijamente usado durante to- do e1 medioevo, se desvanece ante 1a racionalizacion del didacta castellano que con 16gica con- secuencia, exige una mayor responsabilidad a quien esta dotado de mayor discernimiento de juicio, a pesar de que la literatura ascetica, “tendenzialmente antifemmmile e, sulle orme dell’ _ episodio biblico del paraiso terrestre, assegna nonnalmentel’iniziativa del peccato alla donna. "27 Es de notar que el Arcipreste no solamente nose apoya en este mito, sino que lo minimiza todo lo posible. Todo esto demuestra claramente la prevalencia del sentidode la responsabilidad del au- tor sobre cualquier otro concepto.”8 Si en las cinco maldiciones que ya se han. comentadocsto aparece claro, en la que queda por presentar se revela tan patentemoente que no cabe lugar a la menor duda puesto que en ella no hay absolutamente ninguna otra raz6n que se pueda argumentar como posible causa de la maldici6n cuyo unico m6vil es, incuestionablemente, dicho sentido de la responsabilidad, De todas ellas es la mas curiosa por salirse totalmente del tema del amor mundano que, segun el titulo dado a la obra, se entiende que es su motivo principal, y ademas de esto no tiene la menor relacién con la pérdida de las virtudes que se comenta en el capitulo que la contiene (treinta y siete de la primera parte) y ni siquiera tiene vinculaci6n alguna con el concepto de pecado por muy ampliamente que éste se entienda, ni con la salvaci6n del alma. ’ Por ser este capitulo de “C6mo el que ama pierde todas las virtudes” su contenido es bien variado. Desde la idea general de la lujuria pasa _por cada una de las virtudes para mos- trar como se infringen, y después enumera las obras de misericordia, con las que tampoco se cumple. .En medio de este largo derrotero, al final de sus razonamientos sobre la forma en que por lujuria se cae en la injusticia, deriva en los que se condenan porque “son malos de sy” y nunca hacen mas que dafio y van al infiemo “privados de su juycio e entendimiento natural a la fyn; que nin fase orden de Christiano, 11in testarnento, 11in manda, nin pueden dar poder a otro que por 61 10 faga. ”29 De esta enumeracién de calamidades que le advienen al hombre perverso (entre los que es curioso notar que a1 fin sea privado de su entendimiento natural) de- riva, como vemos, en el tema de testar. Entonces dice: 78 ;Guay del desventurado que poder da a otro que hordene e dyspon— ga de lo que non sabe nin entyende . . . e da su poder a quién nada dello non sabe, 0 muy poco, e de lo suyo faze tal testamento qual el 'difu'nto nunca fiziera.‘ Basta que ponen en la procuracion una general clausula: ‘que ya de parte fablo con 61 e 1e dixo su coracon e volun- tad.’ E es grand mentira e causa por do muchas cosas van como non deben . . . ' ' " ' ’ La alusion a1 poder: “e da supoder a quien nada de e110 non sabe,” me hace co- _ legir una referencia aqui ala muerte de un individuo que ocupa uni cargopreeminente.Siendo asi se comprende mejor la indignacioncon que continua escribiendo e1 Arcipreste que, tras esto, exclana': “30 Maldito sea - e entiéndame quien quisyere, sy‘pudiere - quien en poderio de otro su postrimera voluntad jamas dexare, ni tal poderio loco diere.” - I Sea quien sea e1 individuo en quien e1 Arcipreste piensa al escribir 1a maldicion ci- tada lo evidente es que la causa de ella es unica y exclusivamente 1a irresponsabilidad del que para testar y dejar sus cosas en orden “esper6 a la fin, quando non era en 35' nin de sy, e qui- so faser de sy syervo do pudyera ser senor.” Vuelve a aparecer la idea de ser duer‘io de si mis- mo, la alusion a la voluntad pues, con esperar al ultimo momento para testar “gag faser de sy syervo,” y la preocupacion por los dafios a terceros, ya que esta irresponsabilidad es causa de que “muchas cosas van como non deven.” Como se ve no hay relaci6n alguna con nada que no sea la estricta falta de responsabilidad que puede ocasionar graves danos. Creo que queda claramente manifiesto que todas las maldiciones obedecen a un . mismo principio. La consistencia en la relacion entre la causa que las suscita y el exabrupto de la maldicion, demuestra que el irnpulso es tan profundamente genuino como enormemente fuer- te. Esto es tanto mas relevante cuando se ha observado en el texto de la obra'la tendencia constante de buscar 10s origenes de la culpabilidad mas 3116 de quien comete la falta ahondan- do en la responsabilidad inicial que produce 10s hechos y enfatizando la fuerza de la voluntad individual y la necesidad de libertad de acci6n y discemirniento para poder ser totalmente res- ponsabilizado (como sefialé en el ejemplo de las monjas, en los comentarios sobre la obedien- cia a superiores que pueden no ser buenos 0 el caso del hombre que “lybra” a su pariente por presiones de otros mas fuertes y poderosos). Confrontando las seis maldiciones encontramos en todas los misrnos rasgos comu- nes: responsabilidad, danos a terceros, voluntad y, a excepcién de la alcahueta, e1 no estar es- pecificamente dirigidas ni a hombre ni a mujer, sino contra quien tal cosa haga. Esto unido al hecho de que quede fuera de todas ellas la a1usi6n especifica a pecado ni ningun tipo de con- 79 travencion a la ley divina demuestra cual es la primordial preocupacion moral dc Martinez de Toledo y el profundo sentido humano de su‘didactisn’ro. ”La evidencia de esta realidad y su ori- ginalidad en cuanto a método destaca todavia mas si se compara con la expresibn de otro moralista; en la Vida, dc Teresa dc Avila encuentro una maldici6n cuya forma y contenido ilus- tra perfectamente e1 punto a que me refiero. La ilustre carrnelita advierte a sus lectores del riesgo que hay en cierto tipo de vir- tudes humanas cuyo ejercicio nos pone en contacto con personas que estén en pecado, lo que puede ser un peligro para el alma, sin olvidar que la gran importancia del alma para la autora, estriba en que en ella se recrea Dios; en esta contingencia dice: “Me parecia virtud ser agrade- cida y tener ley a quien me queria . . . 1 Maldita sea tal Iey que se extiende hasta ser contra Dios! 3° La diferencia es notoria; ciento cincuenta afios después del Corbacho y en un momen- to en que las infiuencias del pensamiento humanista del Renacimiento imprimen una revaloriza— cion de los valores humanos en. el pensamiento universal, Ilevando incluso a una revisi6n for- mal dc ciertas actitudes eclesiasticas, la preocupacién unica de Teresa de Avila es la gloria _de Dios, ésta es la unica razon de sus conceptos morales hasta el punto de maldecir sin paliativos. la ley humana del agradecimiento de tan fuertes raices en la literatura y en la mentalidad desu época. . Se ha dicho que Teresa de Avila es profundamente humana31 en contraposici6n a la rigidez de los moralistas medievales, sin embargo nunca 'lleg6 a acercarse a ese sentido _de res- ponsabilidad humana; dc moral trascendente a nuestros semejantes, que en 1438 alcanzé e1 Ar- cipreste de Talavera. Martin de Riquer que, como se ha dicho, cree en un prop6sito serio en “la obra de Martinez de Toledo, comentando e1 método de ensefianza empleado opina, muy acerta- damente,que precisamente por esa actitud que a primera vista puede parecemos poco formal y no muy edificante, Alfonso Martinez de Toledo se gan6, y se gana todavia, un amplio publico de lectores de toda con- dicion. No hay duda de que nuestro Arcipreste logr6 que su obra fuera leida durante mucho tiempo . .' . Si hubiese escrito un libro de moral, seco y mesurado, con distinciones escolasticas y oargado dc sensatez y de buen sentido, es muy posible que su publico hubie- se sido mucho mas reducido . . . ‘ Pero él supo moralizar de un modo 'divertido. 32 ' ' ‘ Todo esto es ciertisimo y ya anteriormente se ha hablado de la utilidad a su prop6- sito por la cual el Arcipreste usa cl estilo que escoge en su obra; pero por encima de esa acti- tud poco'formal,_que ademés no siempre esta presente, hay algo que debi6 atraer enormemen- 80 te a sus coetaneos y es ese espiritu humano, ese hablar al hombre de su responsabilidad y diri- girse a él como a ser humano y no solamentecomo criatura de Dios. Esto es lo que era nue- vo y vigorizaba enormemente la prédica del Arcipreste y lo. que hace comprender e1 enorme éxito que alcanzo. La obra de Martinez de Toledo tiene que ser reconsiderada teniendo en cuenta en primer lugar Ios puntos de su pensamiento que se destacan a lo largo de toda ella. Su saluda- ble apego a lo mundano, que dice Byrd Simpson?3 10 es tanto por la fuerza vital que rebosa de sus péginas como por el calido vigor humano en el que muy seriamente fundamenta su didac- tismo. I Circunscribir e1 objeto del didactismo dc Martinez de Toledo a1 solo ataque a la lu- juria mutila grandemente e1 pensamiento del autor. Ademés de que, como se ha visto en el ca- pitulo anterior y en los comentarios que he subrayado en dos de las maldiciones (“marido 0 H 6‘ coamante; casada, amigada u otra qualquiera.”), l-a lujuria por si misma no parece indignarle especialmente; sus miras son mucho mas amplias y la moral que predica en su obra de mucha mayor trascendencia. La lujuria es mal en cuanto que es causa de dafios, tanto por ser pecado que Ileva a la condenaci6n como por los atropellos que por su causa se cometen. Pero e1 ver- dadero objeto del ataque del Arcipreste trasciende del tema a un concepto de la moral en tér- minos que abarcan aspectos que nada tienen que ver con ella. Lo que consistentemente ataca Martinez de Toledo es la conducta irresponsable en cualquier aspecto y el ser causa de perjui- cios a terceros. NOTAS lByrd Simpson comenta: “The Archpriest is shaking with laughter a good part of the time” (Little sermons, pag. 3) Martin de Riquer habla de “la pintura pintoresca, tan viva, tan Ile- na dc matices y tan francarnente divertida” en el pr6logo de su edici6n del Wm (pag. 13) Menéndez y Pelayo lo califica de‘ ‘ardiente y vigoroso” (Orige enes de la Novela, pag. CX). 2Menéndez y Pelayo en su prologo a Origenes de la Novela ya coment6 que el Arci- preste “aparenta mas indignacion de la que siente” (pag. CVIII). Y Von Richthofen especifica que no hay e1 menor reproche ni amargura en lo escrito por el Arcipreste, (pags. 496-500). La misma opinion sigue Christine J. Whitbourn; “There is not bitterness or rancour in Martinez’s attitude,” pag. 52. Asi mismo Deyermond indica que “it-is note worthy that he seldom shows bit- terness to those whom he attacks;only the go-between and the homosexual are portrayed with real hatred, and in other cases humour accompanies the denunciation " (pag. 143). 3Penna dice que una cosa horroriza a1 Arcipreste: “e cioé i1 vero e proprio perverti- mento sessuale.” Esta perversion que aparece en la obra unida a la hipocresia, revuelve la bilis del castellano: “la figura dell’ipocrita . . . 1a mostruosa femminilita de un temperamento pervertito . . . sveglia 1a bile dell’ Arcipreste.” Repite dos veces e1 juicio diciendo que es la representacién de estos “Lascivi afferninati que destano cosi la bile del virile Arcipreste” (pag. XLI). Martin dc Ri- . quer también comenta que “ataca violentamente a los bigardos” (pr610go, pag. 15). Por su parte Christine J. Whitbourn comenta que “Martinez is especially severe when confronted with any vicious or unnatural tendency” (“The ‘Arcipreste’ ,” pag. 41), y afiade que lo que mueve particu- lamento su indignacion son “The hypocrites and the homosexuals” (pag. 47). Byrd Simpson opi- na que “the only time he permits a note of bitterness to intrude is when he denounces them (se refiere a las mujeres) for their outrageous treatment of clergy” (Little semgns, pig. 2). Deyermond encuentra que el unico momento severo del Arcipreste es aquél en que denuncia e1 homosexualismo 0 las alcahuetas (ver nota anterior) 4Delbert R. Hillers, Treaty-curses and the Old Testament, Pontifical Biblical Institute, Rome, 1964. Ver capitulo primero, pags. 7-77. ' 5Morris Gross, Blessing and Cursing 1n the Psalms, The University of Chicago libraries, Chicago 1937, pig. 6. 6En Cantigas de Escarnio e Maldizer, No. 24, Ed. Rodriguez Lapa, 1965, pags. 44-45. 7Arcipreste, pag. 150. 8Alfonso Martinez de Toledo, Arcipreste de Talaviera, Ed. Pérez Pastor, Sociedad de Bibli6filos Espafioles, No. 35 Madrid, 1901, pag. 25. Uso para esta cita la edici6n de Perez Pastor que sigue en ella al incunable de Sevilla aunque no especifica que la palabra “otro” aparezca de una u otra forma en Contreras. Penna escribe “otra” (pag. 17) con nota al pie de pagina, e indica “otro” como la forma que aparece en los incunables (pag. LVI). Creo que “otro” debe ser Ia for— 81 82 ma aceptada por hacer referencia genéricamente al ser humano sin distinci6n de sexo. Ya hemos visto a1 principio del tercer capitulo de este trabajo (pag. 3‘5) como el Arcipreste insiste en su ge- neralizaci6n a este respecto y esta frase no debe entenderse como referencia exclusiva al hombre que ama a una mujer sino a1 individuo que ama desordenadamente a otro individuo sea quien sea. De otra forma careceria de continuidad e1 pensamiento del Arcipreste tan claramente manifestado en otros lugares (véase nota no. 5, cap. 111) y resultari’a muy débil e1 objeto de la maldici6n. Este detalle muestra una vez mas c6mo el c6dice corresponde a una tradici6n mas cuidada de la obra. La edici6n de L. B. Simpson, transcripcion fiel del manuscrito, trae “otra” omitiendo la preceden- te preposici6n “a”: Alfonso Martinez de Toledo, ‘Arcipreste de Talavera,’ 9 see “El Corbacho,” ed. Lesley _Byrd Simpson, (Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1939), pag. 28. 9Srinchez Blanco, pag. 16. loAmérico Castro, “Lo hispanico y el erasmismo,” WW3, IV, 1942. pag. 5. ’ ’ 11Robert B. Tate, “L6pez de Ayala, Humanist Historian? ” WM XXV, 1957, pags. 157-174. 12Arcipreste, pag. 145. l3'Mor1'eale, “Los catalogos dc virtudes . . . ” pag. 152- l4Sainchez Blanco, pag. 18. A la expresi6n que aparece en la maldici6n va unida 1a idea de la salvaci6n y por lo tanto, en ese caso, puede vincularse e1 concepto de amor a uno mismo a la idea de Tomas de Aquino que defiende la legitirnidad de este amor, siempre y cuando esté en relaci6n con la natura- leza espiritual del individuo: “Dicendum quod in homine duo sunt: scilicet natura spiritualis et natura corporalis..Per hoc autem homo dicitur diligere seipsum quod diligit se secundurn naturam spiritualis.” Summa Theologicae II - 11 Q. XXVII, 4. Pero en modo alguno cabe interpretar en la misma linea e1 consejo dado a la mujer donde sin duda dc ningun género e1 Arcipreste da un paso mas alla de la idea tomista trascendiendo a términos estrictamente humanos. S. Thornae dc Aquino; We, Instituti Studiorum Medievalium Ottaviensis, t. 111, ed. Commissio Piana. Canada 1941. . l6Arcipreste pag. 122. esta cita ysu continuacién. E1 subrayado es mio. 17Arcipreste, pag. 47. 13 ” pag. 48. El subrayado es mio. l9 ” pag 127. El subrayado es mio. 20 ” pag. 129. 21 ” pag.127. 22 ” pags.127-128. B‘Menéndez y Pelayo, Los orioenes de la novela introducci6n, pag. CV . 24 . . . . ,, . . Todas las cum de este ejemplo estan en el capitulo VIII de la tercera parte: Del colen- co, qué dispusyei6n tyene para amar e ser amado.” pags. 147-148. 83 25Ver pags. 58 y 59 de este trabajo. 26Arcipreste, pag. 133. Gerli cita un parrafo de este episodio deduciendo de 61 que la verdadera causa de la atribulacién masculina se atribuye a la mujer. E1pérrafo es el siguiente: “Antes después han de perder lo que tyenen e andar escondidas e fuydos, dexar sus tierras e casas, e andar por las agenas; dar de comer a 10s alcaldes, alguaziles e notarios: esto se les viene de cada dia por estas lagrimas negras, maldytas, malaventuradas, rraviosas, e emponcofiadas, vaninosas, crueles, e desrnesuradas. iAy Dios, quien pudiese pesar una lagrima de muger, sy el hombre tan discreto e sabyo fuese! Por cierto mas pesa una lagrima dellas que un quintal de plomo 0 de cobre. gMaldito sea el que en esto non pensare, amen, quando laglimas della viere, que primero non tome [acuerdo de venganza! De las quales donde juyzio], discrecién, seso (e entendimiento) oviese. devrian cesar las buenas mugeres honestas, quando vienen 10s onbres delante dellas por escusar e1 mal” (pag. 148-149). Pero Gerli cita en inglés por la traduccion de Simpson’s (Alfonso Martinez de Teledo, pag. 10) .donde la version cambia e1 sentido al final de la cita: “ . . . lead or copper! A curse upon him, amen, who does not ponder this and who, when he sees a woman in tears does not consider that they are merely an instrument of vengeance on the part of the one who lacks discretion, sense and understanding. (Simpson pags. 184-85. Gerli pag. 29) Ademas de esta traduccion que a la vista esta que varia grandemente e1 sentido de lo que el Arcipreste dice, Gerli omite e1 parrafo inmediatamente anterior en el que Martinez de Toledo especifica 1a razon por la que, a su juicio, 1e vienen a 10s hombres tantos males: “For donde pierden después sus faziendas, andan por mal cabo, por non sufrir una poca de ynjuria que luego pasa, e dar logar al mal non queriendo quebrar un poquito su coraeon. Antes despues han de perder lo que tienen . . . (etcr. . . . continua con 10 ya citado). Creo que la raz6n por la cual vienen las calamidades esta bien explicita: por no sufrir un poco de injuria; por no querer quebrar su corazén. (Recordemos que en este ejemplo e1 Arcipreste admite que la injuria inferida a la mujer puede ser auténtica y aun en ese caso recomienda a la mujer callar y no llorar y al hombre aguantar antes de provocar desastres). Con la cita de esta forma, y sin aludir a la maldici6n que recae sobre el hombre, Gerli comenta: ‘Although man is righteously punished for his sometimes venial lack of better judgment, the true cause of his tribulation is attributed to woman” (pag. 29). No me parece que tal conclusi6n esté en concordancia con el texto; e1 Arcipreste aqui no esta hablando de ligeras faltas de juicio masculinas sino de los graves daflos que puede acarrear un temperamento colérico por reaccionar sin control frente a unas lagrimas antes de pararse a pensar. Y es curioso que en esa instancia recurra a apelar a1 buen sentido de la mujer para que aprenda a callar “por escusar e1 mal.” 27Penna, pag. XXXVI. 28El Arcipreste nombra a Eva dos veces. La primera recoge la referencia de Capellano en el capitulo IX de la tercera parte, pero asi como Capellano pone a Eva como causante de culpa (“Quae etiam in Eva prima femina posset culpa notari.” pag. 237) el Arcipreste transrnite 1a referencia utilizandola esencialmente como ejemplo del primer caso de vanagloria 84 sin enfatizar su acto como la causa del mal: “Asy vino el onbre e la muger a decaimiento” (pag. 114) dice narrativarnente, pero sin aprovechar el tema para culpar a la mujer. Ademas de suprimir el concepto “culpa” que aparece en la obra de Capellano, es de notar que éste recu- rre tres veces a1 mito de Eva en breve espacio (pags. 237 y 236) para justificar que el origen de todos los males viene de la mujer; e1 Arcipreste se Iimita a recoger una de estas menciones de su respetado modelo, y de la forma mas ecléctica posible, lo cual me parece altamente sig- nificativo. La segunda vez que nombra a Eva, ya sin modelo, en el capitulo XIV de la terce- ra parte, lo hace a1 lado de Adan y sin distincién alguna; simplemente a1 hablar del amor de Jesus hacia la humanidad recuerda que derram6 su sangre por “nos redimir e salvar del pecado a (que) nuestro padre Adam oer; nuestra madre Eva nos sometieron.” (pag. 131) (En nota a pie de pagina no. 9 Penna da “a” en vez de el con(que él escribe sub- rayado) como la version del incunable que sigue. La “3” obviamente no tiene sentido, podria ser “e” que es la conjunci6n usual del Arcipreste) 29Esta cita y las siguientes, referentes a este ejemplo, se encuentran entre las pagi- nas 71 y 72. 30Teresa de Jesus, Vida, Mexico, 1957, pag. 37 31 Del “profundo valor de lo humano que infiuye en su obra” hablaLuis Santullano en su estudio preliminar a las Obras Completee, Aguilar,(Madrid 1966) pags. 18-19‘,volviendo a ha- blar de “los valores humanos destacados en la Carmelita ”en pag. 24. 32Martin dc Riquer, pag. 15. 33Simpson, ver introduccion a este estudio, pigs. 1 y 2. CAPITULO V Al estudiar la estructura del Cerbacho en el capitulo segundo, no comenté la demanda o enmienda final por juzgar que necesita especial consideracién. Como dice Christine J. Whitbourn 1a demanda es de importancia clave para determinar la intencién del autor.1 C. Whitbourn es el critico que mas se extiende en comentarla en la opini6n de que, de ser auténtica, ' constituiria una negacion completa de todo lo anteriormente expuesto por el Arcipreste.2 Esta es mas o menos 1a opinién de una gran parte de la critica. A. F. G. Bell dice que la obra termina en un toque de cinismo debido al comentario del autor sobre el pobre hombre que duerme $010.3 Menéndez y Pelayo exclama reticentemente “ iDigno remate para un libro de filosofia moral! ‘ refiriéndose a las mismas palabras del Arcipreste: “Guay del cuytado que siempre duerme solo.” Miguel y Planas juzga el libro como “obra expiatoria, algo asi como las confesiones de un pecador arrepentido, o siemplemente hastiado,” comentando en nota a pie de pagina que dice esto ultimo (hastiado) “porque debido al temperamento fogoso y exuberante de nuestro moralista su famoso tratado de moral 8610 lo resulta a medias,” esto sin duda debido a1 “desplante verdaderamente inexplicable con que cierra su libro.”5 Ya dije que Martin de Riquer, que juzga e1 Corbacho como una obra de seria intencion moral, niega rotundamente que la demanda sea dc Martinez de Toledo6 debido a objeciones del mismo tipo; en nota a pie de pagina Riquer escribe que “es evidentemente apocrifa como revela su estilo y su actitud.”7 Con eso se ve que la demanda presenta un doble problema: por un lado su autenticidad; por otro, en caso de que sea auténtica, determinar si su contenido supone o no una negacion o contradiccion a la seriedad de prop6sito de la obra. La creencia de que es asi ha contribuido en mucho a que la hayan juzgado apocrifa aquellos criticos que niegan su autenticidad y, asi mismo, ha hecho pensar que la totalidad de la obra sea una farsa a criticos que la tienen por auténtica. La primera objecién que se encuentra a que sea auténtica es el que no aparezca en el Cédice de Contreras. Esto no le pareci6 problema a Pérez Pastor que la toma de los incunables. Ya indiqué c6mo Pérez Pastor manifiesta su opini6n de que el manuscrito, si bien de gran utilidad 85 86 para el estudio de la obra, ofrece un gran numero de errores que aparecen frecuentemente corregidos en los incunables de Sevilla (1498) y Toledo (1500).8 Asi mismo hay en los incunables largos parrafos y pasajes que tampoco estan en el manuscrito. Simpson, quien dice de su edicién que “pretende ser un traslado fiel del citado cbdice,” aflade que “el copista fue. notoriamente indiferente, tanto que hay varios pasajes que, por omision u otro motivo, carecen de sentido.”9 Estos repetidos descuidos de Contreras (algunos de los cuales se han comentado en este trabajo) deben de hacernos enfocar con cautela el que en su copia no aparezca 1a enmienda final. Sobre el problema de la demanda hace un trabajo detenido von Richthofen y tras minucioso estudio se . muestra partidario de la autenticidad de la demanda.1o Este criterio, emitido en 1941, lo ratifica veinte afios después, reiterando su opini6n de que “las partes afiadidas, que aparecen por primera vez en la edici6n de Sevilla del afio 1498 y no se hallan en el manuscrito de Contreras de 1466, probablemente fueron compuestas por el mismo Arcipreste”, continuando que el que el epilogo “fue afladido mucho tiempo después de la redacci6n del tratado original en un tiempo en que el Arcipreste era ya bastante viejo, ha sido la opinion de muchos criticos.”1 ‘ Hay que tener en cuenta que nos ha llegado solamente un manuscrito y cuando aparece 1a enmienda en todas las ediciones impresas muy pocos afios después de muerto e1 autor de la obra, lbgicamente viviendo un buen numero de individuos que habrian conocido a1 Arcipreste y versiones manuscritas de su obra, es de suponer que la enmienda fuera algo admitido como parte de ella y no una novedad arbitraria afiadida por la imprenta sin nota ni justificacion de ninguna especie.1 2 Richthofen, a1 argumentar en favor de la autenticidad de la enmienda y a fin de explicar la razén de que no la contenga e1 manuscrito, sugiere la posibilidad de que ésta fuese escrita después de haber hecho Contreras su copia y con el prop6sito dc calmar Ios ataques que pudiera haber provocado la obra a1 haber sido interpretada como fuertemente miségina.13 Respecto a que la enmienda fuese afladida a1 tratado afios despues de haber sido terminado, argumenta basandose en el comentario “pues no digas de este agua no bevere que a la vez acostumbre a entrar el diablo artero en la cabeza del torpe vil asno” que se lee en la enmienda. De ahi colige que el autor no podia ser muy joven (nicht mehr jung) a1 escribir aquello puesto que las mujeres que aparecen en sus sueflos le echan en cara su vejez1 4 y por lo tanto 1a enmienda debi6 estar escrita bastante después de terminado cl compendio - después de escrita la copia de Contreras, en 1466, y en consecuencia teniendo Martinez de Toledo mas de 68 afios. 87.. La sugerencia viene en nota y no me parece que afiada nada a su argumentacion, sobre la autenticidad de la enmienda. Las palabras del Arcipreste: “pues no digas de este agua no beberé” corresponden a un refran paralelo a1 de “hasta el fin nadie es dichoso” y no de otra forma se pueden entender, ya que estén pronunciadas por una de las mujeres que se 1e aparecen en su suefio al Arcipreste y dirigidas a él; por lo tanto son una advertencia, que estas mujeres hacen a1 autor, de que aun puede caer en sus redes, Io cual mas bien indica que todavia no debia ser tan viejo e1 Arcipreste aunque ya lo consideran talludito y por eso 1e advierten. En cuanto a que le echen en cara su vejez tampoco es indicativo de que el parrafo en cuesti6n tenga que haber estado escrito tantos aflos después que la obra, porque en la época se burla a1 hombre que anda en amorios, considerandole viejo ya para tales trotes después de los treinta, como se ve en el poema dc Tristan D’Estfifiiga A unas monjas porque no le quisieron para servidor dellas; y el tuvosgror dichogue lo dexavan por ser el de hedad de treynta y cinco afios. En el poema 1e dicen: -“Vos tenes un tal defeto porque no podes justar. Segun es establecido, por evitar grandes dafios, no puede ser acogido quien de mis tiempo es nascido que veynte y cinco o treynta afios. ”1 6 Como Martinez de Toledo tenia cuarenta afios a1 escribir su obra, segun él mismo nos dice, es perfectamente admisible que en esa época de su vida las mujeres 1e adviertan que no cante victoria todavia, pues min “a la vejez” puede ser vencido y que se burlen de 61 por viejo, simultaneamente, a los cuarenta anos, mientras que con un hombre de casi setenta, estas bromas rayan en lo extemporaneo. Por otro lado el que la enmienda fuese afiadida afios después de escrito el libro no encaja bien con la argumentaci6n de que se escribiese debido a comentarios hechos en contra a causa de la cri'tica que de los vicios femeninos presenta la obra. Como agudamcnte observa Christine J. Whitbourn Lpor qué deberia retractarse de 10 dicho Martinez de Toledo mais de veinte aflos después 51 e1 tratado fue divulgado tal y como estaba anteriormente? ‘5 Anota ademas este critico e1 hecho de que es sabido que a la Reina Maria 1e molesto e1 aspecto misogino de la obra, y la Reina murib en 1445.17 Siendo ella la darna de mas alcurnia del reino, no es 16gico suponer que la enmienda, cuyo objetivo era contemporizar con susceptibilidades mas o menos heridas, se escribiera pasados mas de veinte anos de su muerte. gQué opini6n podia tener mas peso para el 88 capellan de Juan II que la de la reina misma? . En cambio, un comentario en contra de la obra, hecho por la soberana, bien justifica la opini6n de Richthofen de que se afiadiera la enmienda a fin de suavizar posibles susceptibilidades y malentendidos. Para pensar que la fecha en que se afiadio la enmienda fuese posterior a 1445, (afio de la muerte de Da. Maria), Whitbourn se apoya en la sugerencia de adicion tardia hecha por Richthofen y en que en la demanda se dice que se escribio ésta “e1 afio octavo,” con 10 cual Whitbourn la refiere a 1468 ya que la copia de Contreras se hace a 1466 y ésta es la primera fecha “octavo” después de tal and. Ahora bien, que el Arcipreste muriese en el sesenta y ocho, o después, no aclara e1 problema. Tras e1 articulo de Garcia Rey queda establecido que la lapida que se encuentra en la catedral de Toledo, de la que el Coronel presenta un disefio, pertenece a la tumba de Martinez de Toledo. Gerli ha corroborado esto recientemente y ha hecho notar que el disefio de Garcia Rey presenta el error de traer MCCC en lugar de MCCCC;18 error que el académico espafiol Garcia Rey subsana en el texto de su articulo donde claramente escribe: “La fecha consignada en esa lapida de la muerte del arcipreste de Talavera, 2 de enero de L4_6_9_ (no 1300), no corresponde a Martinez de Toledo porque consta que este vivia en 1466 como comprobo Pérez Pastor.”‘.9 Seguidamente, siguiendo a Pérez Pastor, supone Garcia Rey que la lipida pudo ser colocada hacia 1470,20 suposicibn en cuyo favor argumenta también Gerli.21 Si como sugiere Gerli, Martinez de Toledo murio en 1468, aim asi no cabe pensar que el aflo “ocho” que reza en la enmienda pueda ser 1468 puesto que en la lapida aparece dos de enero, fecha aceptada por concordar con la bula papal extendida e1 7 de marzo de ese mismo aflo nombrando sucesor a1 cargo vacante de Arcipreste de Toledo,22 que demuestra que Martinez de Toledo no podia estar vivo en fecha posterior a dicho siete de marzo de 1468. Si el arcipreste murio en enero, 0 de cualquier forma, antes de marzo, no puede estar escrita la enmienda en septiembre de dicho afio. Si no fue escrita el sesenta y ocho habri'a que pensar en una década anterior para mantener 1a suposicibn de adicién tardia hecha por Richthofen, y cualquier decena anterior al 68 es a su vez anterior al 66, fecha del manuscrito de Contreras, en cuyo caso desaparece e1 argumento de que no la contiene el manuscrito por que afin no existia. Si se piensa que no la escribio el ArCipreste, otro afio ocho es el de la aparicion del primer incunable de Sevilla, que ya la contiene, pero tampoco puede ser que fuera escrita con vistas a esta primera edici6n ya que dicho incunable de 1498 se acabo de imprimir e1 diez de mayo“3 y es absurdo suponer que si el impresor la invento para 311 edici6n pusiera en ella una 89 fecha cuatro meses posterior a la de la aparicién de la misma. El Arcipreste declara en su introducci6n que acabo de componer su libro en 1438; la indicacién de “afio octavo” puede muy bien referirse a esa fecha; no encuentre ninguna razon para que no sea asi. Lo que va de marzo, mes en que se termino de escribir la obra de acuerdo con su introducci6n,” a septiembre, es un término de tiempo en el que razonablemente pudo suscitarse la pronta reaccién de la susceptible reina Maria y el subsiguiente acto de “enmienda” por parte del capellén, ante una dama que gustaba de que se rindiera pleitesia al bello sexo, como hace ver el que Juan Rodriguez del Padrbn dedicara a la egregia sefiora su obra E1 triunfo de las mas N6tese que Rodriguez del Padrén en su obra anterior, El siervo libre de Amor habia . escrito peyorativamente de las mujeres. Sin duda también debia andar buscando cierta reivindcacién con su Triunfo de las ganas. Que Contreras en 1466 no incluyera la emnienda puede ser debido precisamente a que en el sesenta y seis, muerta ya la reina, no sintiera que habia necesidad de ello. Pero, ademas, en este ejemplar, e1 c6dice del Escorial, se da el caso de que hay un detalle que pone de manifiesto que, por alguna causa que no sabemos, el manuscrito, no se termino completamente y este detalle es que Contreras marco un espacio en el que se hubieran debido poner unas iniciales que suponemos que fueran las de la reina Isabel por formar e1 ejemplar parte de la biblioteca real. Pero fueran cuales fueran estas iniciales a las que se destinaba e1 espacio que ha quedado en blanco e1 hecho es que este requisito previamente pensado, no se llevo a cabo.26 LPodria obedecer la razén de que no se escribiera la enmienda a la misma causa que hizo que no se completara este requisito? . No 10 sabemos, pero lo que demuestra ese espacio en blanco es que el manuscrito, por algun motivo que desconocemos, no se termino completamente. De todo esto lo que se deduce es que, a la argumentacién de Richthofen sobre la legitimidad de la enmienda, no le es necesaria suponer que fuera afladida afios después de terminada la obra, sino que bien pudo ser escrita a cotinuacion de toda ella y encontrarse en los manuscritos que debio hacer en la tradici6n de donde la tomaron los incunables. Penna hace un razonamiento contrario 31 de Richthofen y comenta que quiza la demanda se escribiese cuando el Arcipreste fuera aun relativamente joven y con ganas de bromear (“in vena di scherzare”) y quiza él mismo la retiro a1 llegar a edad mas avanzada.27 Puede ser que la retirase el propio autor 0 e1 copista, esto no me parece determinante a la hora de juzgar su legitimidad ya que, por sf mismo, el hecho de que no esté en la copia del Escorial, no es indicativo 90 de que no la escribiese Martinez de Toledo como demuestra e1 numero de circunstancias comentadas que rodean este hecho. Pero Ciertamente la argumentacién de Penna presenta un. razonamiento 16gico y mas acorde resulta la enmienda como respuesta de un hombre de cuarenta afios a una critica adversa a la obra, por su supuesto ataque a la mujer, que como afladidura de uno de casi setenta, veinte afios después de emitido el comentario adverso. Lo que las opiniones encontradas de la critica ponen de relieve es la necesidad de atender a la enmienda misma y ver si su contenido y estilo chocan con la obra. Aparte de interpretada como una nota de cinismo y desfachatez que echa por tierra e1 valor moral del tratado, cosa que comentaré después, la objecion que se le ha puesto a la enmienda para darla por apocrifa ha sido su estilo. . Gerli opiné que la interpretacion del Arcipreste de Ialavera “hinges entirely upon this epilogue” y que de ser genuina la enmienda, la obra “loses its raison d’étre”.28 En apoyo de su creencia de falsedad de la enmienda alego, brevemente, que el estilo no corresponde al de Martinez de Toledo porque, en el poco trecho de la enmienda se usa cuatro veces e1 pronombre personal “yo” mientras que a través de la obra rara vez se emplea: “Hence (concluye) it is unlikely that the epilogue appearing in the incunabula was composed by Martinez de Toledo.”29' Evidentemente Martinez de Toledo no usa e1 pronombre personal “yo” cuando predica o cuando habla narrativamente porque no cabe, pero se observa que prodiga los demis y el “yo” aparece cuando hace referencia a sr’ mismo. Al ponerse por testigo del terremoto en Barcelona en Mala, de las Crénicas. dice: “Yo otra vez estando en Barcelona . . . ”30 En el ejemplo de la Argentera y de los. acontecimientos de Tortosa, en que habla en primera persona, aparece seis veces e1 pronombre “yo” en menos de pagina y media.31 De nuevo al testificar su conocirniento personal del hermitafio de Valencia escribe: “Yo lo conosci, fable, e bevi con él.”32 Al final del capitulo segundo de la tercera parte, en donde nos hace oir hablar a un hombre manifestando su reconocimiento de culpa, e1 pronombre “yo” aparece cinco veces en el breve espacio de cuatro lineas” encontrandose otras dos veces un par de parrafos mas arriba. Es de notar que la forma del ejemplo que cito es paralela a la de una declaracién legal, si bien ante Dios: “Bendito sea Dios que yo lo meresco esto e mucho mas! yo lo fize. yo lo comety; yo soy digno e merecedor por mis culpas e pecados desto e de mucho mas.” El yo es usado en documentos oficiales a fin de subrayar la identidad del suscribiente; como ejemplo basta e1 documento que se conserva en el Archivo de la Capilla de los Reyes Catolicos de Toledo y que cita Perez Pastor en corroboracion 91 de la estancia del Arcipreste en dicha ciudad en 1466: “Sepan cuantos esta carta de compromiso vieren como yo Alfonso Martinez . . . . , e yo Lope sanchez de Horoso, e yo Bachiller Alfonso Gonzalez, e yo esteban Sénchez, eryo Anton Gomez . . . . ”3‘ Es el mismo “yo” que el Arcipreste usa cuando quiere realzar que él, y no otro, suscribe lo escrito. En la Vida de San Ildefonso ”35 con la misma formula que por Martinez de Toledo acaba: “Por ende yo indigno pecador . . . , dos veces aparece en la introduccion del Corbacho: “por ende yo Martinez de Toledo . . . ” y repite al iniciar e1 segundo parrafo: “nor ende yo movido a lo susodicho . . . ”35’ A la vista de esto no se puede mantener que haya cambio de estilo en la enmienda debido a1 uso del “yo.” Por otra parte la expresi6n “por ende” es caracteri'stica de Martinez de Toledo que la usa muy repetidas veces a lo largo del texto. Con ella empieza Ios dos ultimos parrafos de la Reprobacion del Amor Mundano: “ljg_1'_e_n_d_e non te maravilles si tu eres punido por 103 males por ti cometidos en pasados tiempos,” comienza el pem’rltimo y “por ende amigos velad”37 e1 ultimo. Doble conclusi6n (de la misma forma que acabarnos de verla doble en la introduccion), y doble conclusi6n aparece también en los dos ultimos parrafos de la enmienda: “Por ende pensé, 99 siquiera, hermanos . . . y “Por ende, hermanos, de dos uno demando,”38 lo cual mas apunta a continuidad de sistema que a disparidad pues, ademas del repetido “por ende,” se da el caso de que tanto e1 tratado como la enmienda se tenninan con una conclusi6n ramificada en dos aspectos. i La expresi6n “por ende” también la comenta Christine J. Whitbourn entre los rasgos estilisticos comunes a la enmienda y el texto, observando ademas el uso del lenguaje directo y coloquial, la inclusion de una frase ocasional en latin, dichos pOpulares como “desta agua non beveré” y el uso de exclamaciones, como continuidad estilistica entre una y otra escritura.” Sin embargo, a pesar de esta evidencia, opina que hay “strong arguments against his (Martinez de Toledo) having been the author of it;” estos fuertes argumentos en contra son los de orden moral ya comentadas: “If authentic, it would constitute a complete denial of everything Martinez de Toledo has been at pains to establish in the rest of the work” escribe a continuacion seguida de la cita anterior. Debido a este convencimiento se esfuerza en demostrar que la demanda es apocrifa y la continuidad de estilo, observada por ella misma, solo accidental, hallandose, en cambio, disimilitudes. Asi después de decir “the demanda has also certain stylistic features common with the resto of Martinez’s work,” escribe: “the demanda has a flippancy and irreverence at variance with the remainder of the work. . . the style of the demanda is 92 uncharacteristic too.”4o , lo cual es una manifiesta contradiccién. Lo que le resulta no caracteristico a Whitbourn no es el estilo de la prosa, sino la discrepancia que ella interpreta entre el contenido de la demanda y su acertado juicio sobre el sentido del tratado. Comentaré primero Ios rasgos estilisticos que Whitbourn denuncia como no caracteristicos. E1 primero es el pérrafo inicial de la demanda que difiere, en su criterio, del pr610go de la obra;41 ’ opina que el autor en ese pasaje anda buscando frases ingeniosas mientras que en otros lugares es mas directo y procura mas claridad que ingenio. No siempre e1 estilo del Corbacho es claro y directo; como se ha dicho, Richthofen estudio los cambios de estilo que presenta la Reprobacion del Amor Mundano mostrando la abundancia de pasajes cultos y latinizantes encontradas en ella que nada tienen de simples,42 y en el capitulo tercero de este trabajo comenté el modo y la razon de los cambios de estilo en el Arcipreste. El pairrafo de la emnienda a que se refiere y cita Whitbourn se lee: Aquellos a quienes natura de sus bienes doto, e amor siempre quiso dar favor e gozo, que oyan de su amigo mi breve tal o cual epistola enderezo; a los cuales paz e salud sea otorgada con amor de aquellos en cuyo disfavor del todo puesto so. Hermanos en J exuxpo. Yo, pues, forcado hove de ocupar mi entendimiento en diversas y muchas ymaginaciones, si mejor me serig —-_ta_._l dis' favor aviendo — proseggir lo comengado continuando ex proposito, o buenamente buscar paz e concordia de aquellas que siempre matan sin cuchillo m’ espada, e torrnentan a quien quieren, sin que bevan la toca,‘3' Este parrafo no difiere en cuanto a estilo del que cito a continuacién, que pertenece a la introduccibn sefialada por Whitbour como esencialmente diferente: Enpero, sy algo fuere, segun sus vicios e mal vevir que oy se usa de (algunos o) algunas, aqui dicho e escrito, non sea notado a detractacion nin querer afear mal dezir e fablar, nin disfamar, salvo de aquellos e aquellas en quien los tales vicios e males fueran fallados exercitar (e) usar o contynuar los buenos e buenas de sus virtudes loando e aprovechando.“ ‘ La sintaxis latinizante es patente en ambos ejemplos. Véase la dificultad de lectura que produce e1 hiperbatén al principio de la cita donde se separa “si algo fuere” del “dicho y escrito,” que continua el pensamiento, por la larga aposicién de “segun sus vicios de mal vevir que oy se usa de algunos o algunas, aqui.” Los verbos vienen repetidamente colocados al final de la expresi6n tanto en un ejemplo como en otro; en el primer ejemplo encontramos los pares de nombres correlativos “favor e gozo” y “paz e buena concordia;” en el segundo “vicios e 9’ 6‘ males, vicios e mal vevir.” Tampoco creo que se pueda decir que el ejemplo de la introducci6n sea en nada mas claro ni sencillo que el perteneciente a la demanda. En cuanto al contenido, se da 93 la contingencia de que ambos presentan una especie de excusa o justificacion de lo escrito, lo cual a su vez ocurre dentro del cuerpo de la obra cuando e1 Arcipreste hace referencia al por qué de su uso de la astrologia y a la raz6n de no extenderse mas en ella.45" Esto indica que el tipo de justificacion circunstancia] que se da en la demanda, es algo inherente al estilo de la obra en la que el Arcipreste manifiestamente demuestra la preocupacién de que sus lectores puedan encontrar en su libro algo censurable en un aspecto u otro, saliendo a1 pasode ello, lo cual, a mi juicio, subraya 1a seria intencién de su proposito. Respecto a que el Arcipreste en la enmienda esté intentando ser ingenioso mientras que en la introducci6n su tono es serio, opino que lo verdaderamente chocante seri'a que la enmienda apareciese escrita en un tono serio; en ese caso si cabria sospechar una incongruencia de contenido entre ambas partes puesto que, como hemos visto, e1 Arcipreste usa la broma siempre que el tema que desarrolla no es serio. Precisamente el que se disculpe burlonarnente de los ataques a la mujer contenidos en la obra demuestra que la disculpa no la toma él mismo en serio porque sabe que su obra no es un tratado de veras misbgino. Al excusarse en broma simultaneamente acalla las quejas que alguna dama pudiera tener por las burlas a las maflas femeninas que satiriza en su obra (como sugiere Richthofen), y mantiene en pie la parte seria de sus reconvenciones morales, lo que no ocurriria de presentar una retractacién en serio. Recordemos que por esas mismas fechas hay un fuerte debate entre detractores y defensores de la mujer, y que se armo un escandalo a causa de unos versos del catalan Torrellas: Maldecir de Muieres, por los cuales tuvo éste que retractarse seriamente, retractacionque no le sirvio de mucho, a decir de Ornstein, quien apunta que “cada profeminista del siglo XV se sintié obligado a jurar terrible venganza literaria contra el detractor catalén."3‘ Evidentemente a un escritor moralista que intentara que su libro fuera leido y considerada con interés, no le podia resultar grata la idea de que se le vinculase a una corriente ideolégica tan desfavorablemente acogida. Su enmienda queda asi perfectamente justificada en cuanto a las razones que la promovieron y se explica comprensiblemente e1 por qué del tono bromista en que se escribio. Sabemos también, segun nos dice su propio autor, que el libro tenia que estar escrito “para en placa,”‘7" esto es, para ser leido entre damas y caballeros de la corte de Juan 11. La enmienda se compuso en contestacion a un reproche venido de ese ambiente y de ahi que se use el vocablo “dama” y que sean “sefioras” quienes 1e atacan en sus sueflos, términos no usados en el transcurso del texto, y que la actitud del Arcipreste sea de apariencia galante, cosa que choca a 94 Whitbourn como discrepancia con el resto del compendio.48' Aflade Whitbourn que de ser auténtica la demanda implicaria que el autor acepta su libro como un tratado antifeminista lo cual seria una incongruencia visto el esfuerzo que hace Martinez de Toledo en la obra para mantener el equilibrio en sus ataques a ambos sexos.4>9‘ No encuentro nada en la demanda que implique tal aceptacion por parte del Arcipreste; cuando dice que “forcado ove de ocupar mi entendimiento en diversas e muchas imaginaciones’.’ simplemente subraya el hecho de que su tema de reprobacién del amor mundano le obliga a entrar en la materia que usa, lo cual concuerda perfectamente con su repetitivo especificar dentro del texto que cuando habla de un vicio grave esto es en las mujeres “malas;” que: “esto se entienda de aquellas que vicios e mal usar de sy partir non seria posible,” 5° especifica al anunciar, al final de la primera parte, la denuncia de vicios que va a hacer en la segunda. 0 sea, que no es una generalizacién de ataque a todas las mujeres conceptuando que la mujer en si es un ser nocivo e incitativo a1 mal, que seria la postura misbgina, sino un ataque a aquellas mujeres que obran como no deben. En su manifestacién de la enmienda mas veo una corroboracién de lo que ha dicho anteriormente; corroboracion que se da en dos aspectos pues, simultaneamente a sefialar que “forcado” tuvo que ocuparse de ciertos temas, vuelve a lanzar una pulla a las mismas “damas” ante quienes aparentemente se justifica, diciendo que busca concordia con “aguellas que siempre matan sin cuchillo ni espada.”""1 Esta frase recuerda a otra que ya comenté a1 hablar del ejemplo del hombre que mato a su mujer sin aparecer como culpable del hecho: “como algunas fazen hoy.”52 Martinez de Toledo usa “algunos” o “algunas,” “aquellos” o “aquellas,” cuando quiere especificar su referencia a ciertos individuos del sexo masculino o femenina del que esta hablando, no a la mujer 0 al hombre en general, en diferenciacion de “aquellos y aquellas,” u otras expresiones semejantes, que emplea cuando quiere puntualizar que hace referencia a ciertos individuos de ambos sexos. Aunque Christine J. Whitbourn dice que Penna tiene serias dudas sobre la autenticidad de la demanda, es el critico italiano, junto con Richthofen, quien mas alega en favor de su autenticidad, aunque se abstiene de dar un juicio definitivo, admitiendo incluso que pueda ser invencibn del primer impresor a fin de asegurarse un éxito de venta. Debido a las razones expuestas anteriormente no me parece que pueda haber sucedido asi; ademas e1 éxito reconocido de la obra53 no debia producir mucha preocupacibn a los irnpresores respecto a si tendria o no salida en el mercado la impresion. A pesar del eclecticismo con que admite cualquier posibilidad, 95 Penna hace notar que si hubiese que retirar del tratado todo lo que “a nostra sensibilita riesce sconveniente,” quedaria muy poco de la obra, resaltando e1 hecho de que esto es debido a que las costumbres y la sensibilidad de los tiempos del Arcipreste eran bien distintas de las de hoy.“ ‘ Esto es un punto esencial que no se ha considerado debidamente. Sobre esta premisa incuestionable, concluye que la demanda no es mas que una broma de la cual lo unico que se puede colegir es que Martinez de Toledo, por esa época, dormia solo. Aparte de este comentario, opina que el texto es poco claro y propone una variante para mayor claridad de lectura. Concluye opinando que con 0 sin la variante por él propuesta, en ningun momento la enmienda, sea 0 no del Arcipreste, va mas alla de una broma perfectamente compatible con el texto.E35 Siguiendo con el estudio de la prosa, ademas de las.caracteristicas de estilo comunes entre texto y enmienda sefialadas por Christine Whitbourn hay otra que quiero hacer notar y es que en la emnienda no falta la tipica tendencia a la prosa rimada que se coment6 a1 principio de este trabajo y que sefiala Pérez Pastor como caracteristica del Arcipreste también en otras de sus obras.56 En la enmienda encuentro los siguientes casos: “La reprobacion del loco amor vano contra Dios e mundano.”57 Para conseguir esta cadencia hace falta violentar la sintaxis, lo cual no es nuevo en el Arcipreste, como ocurre en este otro ejemplo de rima del capitulo tercero de la primera parte: “Asy que de cras en cras vase e1 triste a Sathanas, e, lo peor, que(l) dezir es por demas.”""8 Continuando con la enmienda encuentra: “De nombre e renombre farnosas, mas de tanto fermosasn”59 “D6 te vino osar de escribir nin hablar de aquellas que merescen del mundo la victoria? Have, have memoria’m’; “Por ende herrnanos, de dos uno dernando.”61 Me parecen un buen numero dada la brevedad de la enmienda, y aun se puede encontrar en otros pasajes cierta resonancia ritmica.62 Otra caracteristica~ de la prosa de Martinez de Toledo es empezar un parrafo con la conjunci6n “pues.” En el capitulo segundo de la tercera parte, donde narra e1 episodio de Fortuna y Pobreza, encuentro seis veces este fenémeno en el espacio de tres paginas.63 Naturalmente no ocurre con una frecuencia tan marcada a lo largo de toda la obra. De los parrafos de la corta enmienda uno empieza por “pues”; e1 “Pues non digas aim desta agua non beveré” que contiene una expresi6n popular y que cité antes; dos por “Por ende” que es la forma que se destaca con mayor frecuencia en el texto y ya se dijo que J. Whitbourn la comenta como tipica del Arcipreste; otro empieza por “empero,” que también es usado por Martinez de Toledo 64 ‘ en su tratado repetidamente. . Ademas de esto se encuentra en la enmienda la interpelacién 96 “amigo” dirigida a1 lector, lo que también es frecuente en el estilo de Martinez de Toledo.“ Y aun resulta que la construcci6n: “Guay del que . . . ” que presenta la famosa frase “guay del que duerme solo”66 se encuentra repetidamente en el cuerpo de la obra. “ iGuay del que escota y paga! ”67 se lee en el capitulo noveno de la tercera parte; “ iGuay de la que tal posee! ”38 en sus comentarios sobre el matrimonio de una joven con un viejo, y “ gGuay del que aqui toma su galardén”! 69 en el serisimo y dogmatico primer capitulo de la cuarta parte. Como se ve la exclamacién es exacta variando solo el objeto unido a ella y esta variacion demuestra, precisamente, que al Arcipreste le es tan esponténea y propia la expresi6n que del mismo modo surge en cualquier tema, tanto si es una burla como para lamentar que un hombre anteponga lo terreno a1 premio eterno, que es la idea que contiene el tercer ejemplo que he usado. Otro rasgo comun entre enmienda y texto, lo apunto Martin de Riquer indicando que la frase que sigue a la fecha en que se dice que fue compuesta la enmienda: “Reinando Jupiter en la casa de Venus, estando mal Satumo de dolor de costado,” “es imitacién del final de la sentencia que Pobreza da a Fortuna.”7° Sobre la semejanza entre e1 pasaje de Fortuna y Pobreza y la descripcion de la agresion de las sefioras a1 dormido Arcipreste, se extiende mas detallamente Christine J. Whitbourn anotando one tanto ponerle el pie en la garganta‘al tenerlo postrado, como el hacerle sacar un palmo de lengua y el cegarle a golpes, todo ello acompafiado de abuso verbal, se encuentra en ambas partes, deduciendo de esta semejanza que si e1 autor de la demanda no fue el Arcipreste, quien quiera que fuera se inspiro en la obra misma.71 Si ésta fuera 1a unica semejanza encontrada tal vez cupiera argiiir que el autor de la demanda fue lo suficientemente meticuloso como para inspirarse en la obra misma. Pero el cfimulo de rasgos comunes sefialados hace pensar que no es posible que alguien imitara tan cuidadosamente e1 estilo de Martinez de Toledo, mucho mas teniendo en cuenta la serie de circunstancias adyacentes que se han comentado con anterioridad. Hechas estas observaciones no se puede aducir que la enmienda sea ap6crifa baséndose en diferencias estilisticas de su prosa. Por el contrario la forma de ella indica, muy marcadamente, que el autor es Martinez de Toledo. En cuanto alas objeciones de orden moral, el escandalo promovido por la frase “ iGuay del que duerme solo! ” me parece a todas luces desorbitado y es evidente que tal expresi6n en Martinez de Toledo no contiene la menor implicacién ni cinica ni pecaminosa como seguidamente veremos. La distinta sensibilidad de época que comenta Penna, como sefialé mas arriba, ha 97 dado 'aqui lugar a una reaccién mas emocional que analitica por parte de la critica. Sinchez Albornoz encuentra cierto cinismo en la critica. anticlerical tanto de Juan Ruiz como de Martinez de Toledo,72 pero hemos de advertir que, antes de este comentario, hace la observacién de que “la serie de procacidades, torpezas y crudisimas expresiones de las producciones literarias en todo occidente, llenaria muchas paiginas.”73 Si en todo occidente son tan abundantes tales “procacidades y torpezas” me parece apenas justo empezar a pensar que lo que escandaliza a una mentalidad decimonénica, y aun de nuestro siglo, de hecho tenia bastante menor relevancia en los afios medievales e incluso después, ya que Ciertamente el vocabulario de nuestros clasicos no lo hubiera usado nunca, ni en el siglo pasado ni en la primera parte de este, un autor que se precie de culto o ref'mado." Volviendo al “ gGuay del que duerme solo! ” quiero sefialar en primer lugar que el refinadisimo Marques de Santillana, nacido el mismo afio que Martinez de Toledo, usa una frase muy similar en una de sus composiciones poéticas que demuestra que la expresi6n se usaba en el siglo XV con la mayor naturalidad del mundo, sin que el hacer referencia a la natural inclinacién de dormir acompafiado implicara la menor obscenidad. El poema a que me refiero es el villancico II compuesta en alabanza de sus tres hiias. Simula el Marqués estar escondido contemplando alas damitas y dice: Por mirar su fermosura destas tres gentiles damas, yo cobrime con las ramas, metime so 1a verdura. La otra con gran tristura comenco de sospirar, e decir este cantar con muy honesta messura: ‘La nifla que amores ha sola (geomo dormira? ’ ’5 Ahora, si tan pulido caballero nos cuenta c6mo oye a sus hiias lamentarse de dormir solas, no solo sin escandalizarse sino comentando que lo hacen “con muy honesta messura,” no creo que quede duda de que era entonces perfectamente factible hablar de tan natural circunstancia sin que necesariamente hubiera la menor implicacién de inmoralidad en el hecho de dormir acompafiado. Al comentar este poema de Don Inigo L6pez de Mendoza, Manuel Duran siente la necesidad de aclarar que “el pudor del Marqués desaparece, debido en parte a1 caracter no erotica de la relaci6n familiar.”76 Creo que la aclaracién hubiera sorprendido a Santillana. Por otro lado si no cabe erotisrno en la relaci6n del autor con sus hijas si hay una nota erotica 98 perfectamente definida en el poema en si, y. es precisamente a ella a lo que Don Inigo se esta refiriendo con afectuosa y condesciendiente complacencia: el Marqués no nos esta diciendo que sea él quien se pregunta qué tal dormira la nifia enamorada, sino que nos esta retransmitiendo las palabras pronunciadas por su hija, por cierto “con grand tristura,” y. es la muchachita quien se lamenta de dormir sola con referencia a si misma. El Marques comenta esto con la misma complacencia que comentaria hoy cualquier padre otro signo externo con el cual manifestara que sus hijas son ya adolescentes, unas mujercitas y no nifias pequefias. Un padre del siglo XIX, y aun actual, se escandalizaria de oir tal lamento en una hija suya pues muy probablemente pensaria que su hija debia ignorar ese aspecto de las relaciones entre ambos sexos, 0 al menos ruborizarse ante la idea y Ciertamente no expresarla con tanta claridad. Santillana, en cambio, sorprende estas palabras en la muchachita y las comenta como algo muy natural diciéndonos ademas que las pronunciaba “con muy honesta messura,” luego cabe honestidad en lamentar dormir solo. La diferencia entre la postura de Don Ifligo de Mendoza y el hipotético padre de nuestros dias es abismal y sumamente explicativa a la hora de atender a la expresi6n que obviamente no implica cinismo alguno ni inmoralidad alguna ni para el hombre del siglo XV ni en 81’ misma, la inmoralidad dependera, en todo caso,- de las circunstancias en que se produzca e1 dormir acompafiado, pero no en el hecho por si mismo. De la frecuencia y naturalidad con que en la época se hacia referencia a esta circunstancia dan idea los multiples casos en que fue usado e1 refran “afuera dormiras, que no conmigo.”77 En este refran se da también la circunstancia de que aparece una connotacion peyorativa unida al dormir afuera, esto es solo, de la misma manera que se da en el Marqués de Santillana y en el Arcipreste. Efigenio Amezua, que encuadra 1a Reprobacién del Amor Mundano entre las obras de “Celestinesca castellana,”78 comenta que “alguien ha dicho con cierta exageracién, pero no poca verdad, que en la Edad Media no habia de moral cristiana nada mas que las leyes salidas de la fabrica romana: las costumbres abiertas y la moral cerrada, la religién dictatorial, catolica y esencialmente hibrida.”79 Bien, nada de esto se encuentra en Martinez de Toledo; ni dictatorialismo, ni moral cerrada, ni costumbre abierta. Su moral es profundamente humana que admite lo que es humanamente natural sin remilgos, pero eso no implica que admita “costumbres abiertas,” como muy explicita y consistentemente expone en su obra. En el Corbacho se hace mencién a la union sexual repetidas veces y claramente se 99 hace referencia a dos tipos de amor. Del amor carnal, como puro instinto desenfrenado, al que se refiere cuando asegura que “uno de los usados pecados es el amor desordenado,”80 dice taxativamente que es “bestialidad, mas propiamente dicha que amor.”81 Pero hay otro tipo de amor humano fuera de esta “bestialidad” que tantos males acarrea y a ello se refiere Martinez de Toledo cuando escribe: “Empero es verdad que cada cual dize que ama, pero muy pocos son dispuestos para amar, ni aun ellas para amar nin ser amadas,”82 de donde se desprende que, en realidad, ese “Amor desordenado” no es realmente amar aunque muchos lo llarnen asi y digan que aman. Esto no implica en absoluto que lo que el Arcipreste admite en su concepto de amor excluya la relaci6n sexual, al contrario, entre 103 males que aporta la “bestialidad” se cuenta el que no pueda llevarse a efecto el acto sexual: donde se fasen muchos males; (e) aun de aqui se siguen alas vese fase; afechizos porque non pueda su marido aver c6pula carnal con ella. Esto se lee en el capitulo segundo de la primera parte, y en el noveno de la tercera, cuando habla de los diversos tipos de matrimonio y se refiere a la manera de ellos que es “aprovada,” vemos que ésta es: E1 moco con la moca, la moca con el moco. Este es de loar e los otros de evitar, e en el tal matrimonio deve aver tres cosas; comienco firmesa, acabamiento. Comiéncase en los esposorios, firmase en las palabras, después consirmase e acabase en la carnal copula.84 Y, como dice en el capitulo quince de la primera parte: ‘Dios mando que el hombre se llegue a su muger.”85 Ya comenté anteriormente que aunque Martinez de Toledo transcribe las limitaciones a1 amor-'conyugal, impuestas por el Compendium Theologiae de Alberto Magno, matiza~ muy personalmente el concepto;86 para el Arcipreste “con la muger propia, si debidamente usares, non puedes cometer fornicacién,”37 y aim especifica que “los apetitos yncentivos de la luxuria en este caso non son notados a mortal pecado,”88 con lo que no es solamente que el coito se admita en el matrimonio por necesidad de conservacién de la especie, sino que los incentivos estrictamente carnales son, a juicio del castellano, aceptables. Aunque siguiendo la creencia cristiana presenta la abstinencia como un sacrificio meritorio a los ojos de Dios, Ciertamente no se encuentra en su obra el menor rasgo ascético que tienda a inclinar al hombre hacia la castidad, sino un esfuerzo para convencer a sus lectores de que controlen sus apetencias y las ejerzan dentro de un orden moral. En el capitulo noveno de la primera parte se ve otra vez la falta de relaci6n sexual como un mal, resultante de los desmanes de la “bestialidad”: 100 E da el marido a la amante lode la muger e a la muger palos e coces e pufiadas e continua mala, vida fasta apartar cama. 89 Aqui esta claro que la mujer, por culpa de la conducta desenfrenada del marido, sufre, y entre los sufrimientos se cuentan tanto los palos como el abandono sexual. El amor, con todas sus irnplicaciones, es aceptado en términos muy humanos por el Arcipreste, pero aceptado dentro de un orden; “En este mundo non deve onbre amar otra cosa que su buena muger, e la muger su buen marido,”9.° nos dice en la primera parte de su obra; este amor entre marido y mujer incluye una relaci6n completa en todos sus aspectos. En la enmienda final mantiene la misma postura y no hay nada en ella que pueda indicar que su “Guay del que duerme solo” suponga referencia a un libertinaje, sino un lamento, muy humano, de una circunstancia que a todas luces deja mucho que desear humanamente hablando, para cualquier individuo que juzgue la situacion sin pacateria. Indudablemente asi lo debieron comprender sus contemporaneos habituados, como hemos visto, a hablar de la vida de una forma bastante mas real y natural de la que ultimamente ha venido impuesta por ciertas costumbres. Siendo Martinez de Toledo eclesiastico mas creo que se entendiera su‘exclamacion como alusion a1 cumplimiento de la castidad que su estado le imponia, cumplimiento que implica un sacrificio a1 que hace referencia, que como desplante de cinismo. Atendiendo al texto de la demanda vemos que la exclamacién se produce en unos términos y con unas conexiones que aluden, bastante claramente, a lamentar no dormir acompafiado dentro de un orden permitido. Primero se disculpa y dice que el autor faze fin “ . . . e demanda perdén si en algo de lo que ha dicho ha enojado,”91 lo cual esta en perfecta concordancia con lo que escribe en la introduccion donde dice que “lo aqui dicho e escrito non sea notado a detractacién nin querer afear, mal dezir e fablar, nin disfamar salvo de aquellos e aquellas en quienes los tales vicios e males fueron fallados, excitar e usar e continuar los buenos e buenas en sus virtudes.”92 De ser la enmienda del Arcipreste, como su estilo indica, es curioso notar la referencia a si mismo como a “autor.” Esta referencia sugiere un deliberado querer distinguir los posibles errores especificamente como escritor, no como moralista. Después de referirse a si mismo como a “autor” pasa a hablar en primera persona identificandose como tal: “yo pues forzado ove de ocupar mi entendimiento en diversas e muchas imaginaciones;” y se pregunta, retoricamente, si puesto que se vio forzado a ello no seria mejor, puesto que por ello hubo “disfavor,” no continuar en su empefio anterior (ex- proposito) y “buenarnente buscar paz e 101 buena concordia con aquellas que siempre matan sin cuchillo ni espada,” diciéndonos que, en caso de querer congraciarse su buena voluntad convendria quiza quemar la obra: Pero si aver quisiera su amor e querencia, conviene que al fuego e vivas llamas ponga el libro que compuse de aquel breve tractado de la rreprobacion del loco amor. . . Sin embargo, aunque menciona dos veces 1a conveniencia de destruir el libro a este fin, en ningun momento dice que asi decidiera hacerlo sino que continua diciéndonos que “muy congoxado del pensamiento tal” se quedo dormido, con lo que la congoja no debia ser tanta pues de haberlo sido no hubiera podido caer tan facilmente en el “suefio natural.” La expresi6n mas bien resulta un tanto ir6nica como ir6nico y zumbon es el suefio que sigue en el que “seiioras, mas de mill,” “mas sin tanto hermosas, ya sin par graciosas a par que gentiles” le caen encima, sin la menor gentileza, dandole golpes de pufios y chapines, tirandoles de los pelos, arrastrandole por tierra, pisandole la garganta hasta hacerle sacar un palmo de lengua fuera, de tan poco sefiorial y graciosa manera que el pobre hombre “nin las podia divisar” a fuerza de los golpes que caian sobre él. A mas de los golpes le amenazan con que aim puede caer en sus redes pues, como se coment6 antes, “a la vejez acostumbra e1 diablo artero a entrar en la cabeza del torpe vil asno.” Se ha comentado que Gerli en su tesis se muestra contrario a admitir que la enmienda sea del propio Arcipreste, pero en su libro Alfonso Martinez de Toledo, acepta la posibilidad de que sea auténtica al captar en ella 1a ironia implicita que acabo de comentar. Sin embargo, fiel a su criterio de que el Corbacho es una obra esencialmente antifeminista, interpreta esta ironia en el sentido de que “The Archpriest might still ironically be suggesting in the epilogue the lesson of woman’s menacing nature,”93 terminando que, desde esta perspectiva, “it would be no contradiction between the epilogue and the main body of the work.”94 Ciertamente no habria contradiccion al interpretarlo asi de ser, en efecto, 1a obra misbgina, pero si la ironia del pasaje implicara una alusibn a la naturaleza peligrosa de la mujer en general, e1 “aquellas,” en la frase “aquellas que siempre matan sin cuchillo ni espada,” que se coment6 antes, estaria fuera de lugar 0 en contradiccién con el uso que consistentemente se hace de dicho tipo de expresiones dentro de la obra y que, como se ha visto, siempre hace referencia a ciertas mujeres, ciertos individuos, no la totalidad del género. Al uso de “damas” y “sefioras” quedari'a también sin sentido y el “guay del que duerme solo” se explicaria quiza una vez, pero no reiterado y con las conexiones que a 61 van ligadas la segunda vez que se escribe y se analizan seguidamente. Continuando con el analisis del texto vemos que, ante la arrem'etida de las sefioras e1 102 Arcipreste se desperto “sudando” y penso que “en poder de crueles sefioras se avia fallado;” y afiade: “Temblava; Dios lo sabe que quisiera tener cabe mi compafiia para me consolar: gGuay del que duermo solo! ” Que 1a alusién a dormir acompafiado esta hecha dentro del orden de lo admitido lo indica la construcci6n del ultimo parrafo en donde se repite la exclamacion unida a la palabra “rueca.” Por tradici6n, ya clasica, la rueca sirnboliza la mujer en el hogar. Al empezar el libro cuarto de las Metamorfosis de Ovidio se nos dice que en las orgia baquicas se ordenaba a las mujeres que se adornaran con guirnaldas y flores y olvidaran sus deberes diarios de tejido e hilado, a lo que se negaron las hijas de Minyas que permanecieron en su casa hilando.96 En los proverbios recogidos por el Marques de Santillana uno alude a la mala circunstancia de la mujer sola, por cierto con una connotacion. fuertemente erotica, ” 96 y otro representando a ésta por el huso: “Guay del huso cuando la barba no anda de suso, alude a la mujer de su casa: “Las manos en la rueca, los ojos en la puerta.”97 Martinez de Toledo usa varias veces la mencion a la rueca como sirnbolo de la mujer hacendosa, asi lo vemos cuando ”98 en otro lugar, al dice: “en casa la mujer filando o labrando, a ninguno non mal faciendo, querer implicar que el color que tenian un abad y una moza no lo habian adquirido haciendo nada bueno escribe: “La color quel abad tenia non la avia tomado rrezando maytines, nin ella filando al torno.”99 criticando a una mujer que no hace lo que debe comenta: “Lo del cuytado que vaya y que venga, que filando ella lo reparara con la rueca,”1 0" y aim se podrian citar otros ejemplos. En los anotados se ve que Martinez de Toledo une sistematicamente la imagen de hilar al comportarniento honesto y casero, de esa forma al final de la demanda, donde repite su famosa exclamacibn: “Pero, Guay del que siempre duerme solo, con dolor de axaqueca e en su casa rueca nunca entra en todo el aflo,! ”1 0‘ simplemente lamenta, de forma muy humana a la par que con muy buen humor, la situacion de un hombre sin una compaflera que el atienda y apor qué no? que le acompafie en todas las manifestaciones en que logicamente un ser humano puede sentir necesidad de otro del sexo contrario, sea la hogarefla imagen de la rueca, el consuelo al sentirse atacado por otras mujeres mencionado anteriormente, o la “carnal copula” que debe ser la tercera cosa que componga un buen matrimonio como vimos antes. Sus ultimas palabras, en conexién con el segundo “Guay del que siempre duerme solo y en su casa rueca nunca entra en todo el aflo,” son: “este es el peor dafio.” Seria un completo error interpretar estas palabras en un sentido absoluto; este “peor dafio” se entiende en términos humanos y en relaci6n con el ataque de que acaba de ser objeto en su suefio, que, como 103 hemos visto, esta directamente conectada con el ataque que a su libro le ha sido hecho. En términos relativos se queja de que aim encima de que esta solo se ve atacado por las mujeres sin que éstas consideren su situacion, y lamente, como hombre, la falta de compafiia. Todo ello, en fin, una broma perfectamente ortodoxa ideologicamente hablando, sumamente ir6nica y una forma muy habil y graciosa de salir al paso de las criticas que se le pudieron hacer, sin retractarse de lo dicho. Como se ve tanto e1 tono, como el estilo, como los recursos usados en la demanda estan en perfecta concordancia con el resto de la obra, y en ella no hay nada que contradiga lo anteriormente expuesto ni implique misoginia. El peor daflo en términos humanos es la soledad. Ya antes habia dicho el Arcipreste que daria las razones por las cuales el hombre debe amar a la mujer: “Finalmente por cual razbn el onbre las debe bien querer,”1 02 dice en el ultimo capitulo de la primera parte, y mas adelante explica cuales son las mujeres que deben ser amadas: “Las graciosas, bien fablantes, donosas, honestas, limpias corteses e de buena crianca e costumbres honestas en todos sus fechos, e vergoncosas.”1 03 Nada tiene de extrafio que en la enmienda final, en la que no hay ya prédica pues todo lo que queria decir esta dicho, responda en los términos que lo hace, y no hay e1 menor atisbo de inmoralidad ni desfachatez en ello, sino el mismo profundo sentido humano que se ha venido manifestando en todo el tratado. Como consecuencia de todo lo aqui estudiado creo que hay motivos justificados para pensar que el diez de septiembre del afio octavo, en que se nos dice que se escribio 1a demanda, corresponde a septiembre de 1438, seis meses después de concluida la obra, y que su autor es Alfonso Martinez de Toledo. NOTAS lWhitbourn, pag. 58. 2 ” pag. 60. 3Be11,pag. 65. 4Menéndez y Pelayo, pag 18. SRamon Miquel y Planas, en introducci6n a El Espejo de Jaime Roig, Clasicos Espafioles de la lengua Catalana, Editorial Orbis, (Barcelona 1936-1942), pag. XXII. 6Martin de Riquer, pég. 13. 7 ” pa'g. 332. 8Pérez Pastor, pags. XXVI-XXVII. 9Simpson, Introduccion a El Arcipreste de Talavera, pag. X. loRichthofen,p2’1g. 461. llErich von Richthofen, “El Corbacho, las interpolaciones y la deuda de La Celestina,” en Homenaje a Rodriguez Mofiino, vol. 11, (Madrid 1966), pag. 116. lzvease capitulo segundo, pagina 16. 13 Richthofen, “Alfonso Martinez de Toledo,” pags. 464 y 470. 14 ” nota pag. 464. 15Tristan D’Estiu‘iiga, en (fincionero General de Hernando del Castillo, Sociedad de Bibliéfilos Espafioles (Madrid 1888), pag. 232. 16Whitbourn, pag. 62. 17Jacob Ornstein comenta que El Corbacho “provoco la malquerencia de la Reina dofia Maria quien apelo a los literatos para rehabilitar a las mujeres ofendidas.” pag. 222. Sobre la . muerte de la Reina Maria ver Historia de Espafia, Ramon Menéndez Pidal, Vol. XV, Espasa Calpe, (Madrid 1964), pags. 181-182. Gerli en su tesis opino que la enmienda era apécrifa, apoyzindose en una caracteristica estilistica que se comenta seguidamente. Después, en su obra Alfonso Martinez de Toledo, incluye una nota (no. 16, pags. 155-156) en la que comenta esta observacic'm de C.J. , Whitbourn y concluye admitiendo la posibilidad de que el c6dice de Contreras pudiera reflejar una forma temprana de la obra del Arcipreste, y los incunables proceder de una versién posterior 104 105 del manuscrito original, que incluyera e1 epilogo, escrita en cualquier momento antes de 1439 pero después del 15 de Marzo de 1438. ‘ lgEdmundo Michael Gerli, “The burial place and probable date of death of Alfonso Martinez de Toledo,” Journal of Hispanic Philology, vol. I no. 3, (1977), pag., 235. 19Verardo Garcia Rey, “El Arcipreste de Talavera, Alonso Martinez de Toledo,” Revista de la Biblioteca de Archivo useo del Ayuntjlmiento de Madrid V. (1928). pag. 301. Subrayado mio. El paréntesis en cita y el subrayado son mios. 20Garcia Rey, pag. 302. 21Gerli, “The burial place. . . ,” pag. 236. 22 ” pag. 236. 23Pérez Pastor, pag. X. 24Arcipreste, pag. 1. 25 Juan Rodriguez del Padron, WM, ed. Paz y Melia, Sociedad de Bibliéfilos Espafloles no. 22 (Madrid 1884), pag. 329. 26Ve\r nota 8 del capitulo segundo. Penna deduce de la modestia del aspecto del ejemplar que “piu probabilmente dovete servire ai lettori e lettrice della soverana,” y afiade: “Contreras ha lasciato lo spazio per le iniziali che poi non furono aseguite.” pag. LII. 27Penna, pag. LVI. 28Gerli, Tesis, pag. 23. 29 ” pag. 24. 30Alfonso Martinez de Toledo, en Arcipreste de Talavera, ed. Perez Pastor, pag. VII. 31Arcipreste, illtimo parrafo de pagina 51 y pagina S2. 32 ” pag. 188. 33 ” pag. 221. 34Pérez Pastor, pag.. XXII. 35 Alfonso Martinez de Toledo, en Arcipreste de Talaver , ed. Pérez Pastor, pag. XX. 36Arcipreste, pag. 2'. Subrayados mios. 106 37Arcipreste, ed. Pérez Pastor, pag. 328. 38 ” ” pag. 33o. 39Whitbourn, pags. 60-61. 40 ” pag. 61. 41 ” A pag. 61 . 42Richthofen, “Alfonso Martinez de Toledo, pags. 501-502. 43Whitbourn en su cita omite lo que doy subrayado y escribe “_e_s proposito,” como aparece en la edici6n de Penna (a la que sigue) quien usa para la suya un microfilm del ejemplar del incunable de Sevilla de 1498 que se conserva en la Biblioteca Nacional (pag. LII). La correccion que doy procede de la edici6n de Perez Pastor (pag. 328) quien usa las dos ediciones incunables de Sevilla, 1498 y Toledo, 1500 (pag. XXVII) mejorando la ortografi'a con el cotejo. Por esta causa sigo, como ya indiqué, la misma edici6n para todas las citas a la enmienda. La frase subrayada en la cita se omite en la cita de Whitbourn sin nota de ningun tipo; la frase aparece también en la edici6n de Penna e indudablemente la omisién en el articulo de Whibourn debe de ser causada por algun error, debido a esto la incluyo porque su falta dificulta innecesariamente la lectura del pasaje. 44Arcipreste, pag. 4. 45Esto lo comenté en el capitulo segundo; la excusa y justificacién que en esa instancia ofrece e1 Arcipreste es patente: “Demas, rruego a los que este libro leyeren que non tomen enojo por él non ser mas fundado en ciencia; que esto es por dos rrazones . . . ” pag. 135. 46Ornstein, pag. 222. Barbara Matulka también se ocupa de estas retracciones: ‘An Antifeminist Treatise of the Fifteenth Century: Lucena’s Repeticién de Amores,” Romanic Review, 22, (1931), pags. 99-116. 47Arcipreste de Talavera, pag. 134. Véase pag. 20 de este trabajo. 48Whitbourn, pag. 60. 49 ” pag. 62. 50Arcipreste, pag. 77. 51 ” ed. Pérez Pastor, pag. 323. Subrayado mio. 52Capitulo segundo de este trabajo, pag. 41. Subrayado mio. S3Véase pag. 16 de este trabajo. 107 5“'Penna, pags. XLVIII—XLVIX. De las costumbres y vida licenciosas del siglo XV habla Miquel y Planas en su'introduccion a El Espeio de Jaime Roig. Aunque hace referencia especifica a la ciudad de Valencia, e1 cuadro da una. idea bien clara de la diferencia de ambiente de una época a otra. Introduccién, capitulo primero, pégs. IX-XIII. 55Penna, pag. XLIX y L. Christine J. Whitbourn comenta estas paginas de Penna de forma que parece entender que el juicio del critico italiano sobre la ligereza y significado de la demanda dependa esencialmente de la interpretacién de este pasaje y de la variante que el ofrece para esclarecer 1a oscuridad del pasaje citado: He examines the attitude of previous critics and tries to show that it might be possible by the correction of a few typographical errors to reconcile The demanda with the general intentions of Martinez. He (Mario Penna) considers the following passage and tentatively suggests that it may not constitute a denial of what has gone before: ‘Por ende hermanos, de dos uno demando: o paz aya e1 perdon final, bienquerencia de aquellas so qual manto bevi en esta vida, o que queme el libro que yo he acabado, e non perezca. Més con arrepentimiento demando perdbn dellas, e me lo otorguen, o quede el libro e sea yo malquisto, para mientra viva, de tanta linda dama. 30 que pena cruel sea! ’ (pag. 58) La variante de Penna es: . . . . ‘o paz haya e perd6n final, bienquerencia de aquellas so cual manto bevi en esta vida, e que queme el libro e quede yo malquisto para mientre viva de tanta linda dama g pena cruel sea’ oppure se si vuole: ‘ . . . dama. 30 qué pena cruel sea! ,’ che en quanto al senso generale, e lo stesso. (pag. XLIX). Como se ve la tentativa del critico italiano estriba en facilitar, a su juicio, 1a comprension agrupando mas acusadamente el perdbn y quemar el libro como alternativa a conservar el libro y quedar él autor “malquisto,” en cuyo caso 1e parece “evidente que no se diria nulla assolutamente in contrasto colla sostanza del tratato: solo aggiungerebbe scherzosamente l’accoglienza da parte femenile e stata tale che non gli lascia altra alternativa che quella di bruciare i1 libro o accettare l’inimicizia di tutto i1 genere femmenino. (pag. L). ' A mi juicio esto se entiende del texto y la alternativa ofrecida dejaria mas paso a interpretar que el Arcipreste pudiera estar dispuesto a quemar su obra que la forma en que nos llega. A esto afiade Penna: Lasciandola— lezione com’é, risolta, come‘ho detto, assai poco chiara. In sostanza, nel primo periodo l’Autore verrebbe a dire: o che le donne offese mi perdonino, o che io bruci il libro — i1 che non offre difficolta, ma, nel periodo successivo, prima afferrnerebe di aver quiesto perdono, ‘demando perdon dellas,’ e poi aggiungerebbe che questo perdono glie lo han da concedere, ‘me lo atorguen,’ che, in caso contrario, rimarra i1 libro ed egli accettera di essere ‘malquisto’ . . . In sostanza verrebe a dire l’autore: io non son disposto a chiede perdono; se me lo concedete bene, se no, tanto peggio per voi; i1 libro rimarra ed io accetero la vostra inemicizia. (pag. L) Esta es la interpretacién de Penna del parrafo como esta (“com’e ) y como se ve no implica la menor contradiccion con la obra. No es que “tentativamente sugiera” que con su variante no habri'a contradiccion, como dice Whitbourn, es que con 0 sin ella Penna no ve contradiccion y el criterio que emite sobre la totalidad de la enmienda y su posibilidad de ser 0 no auténtica, no es en modo alguno resultante de su explicacion de dicho pasaje como claramente manifiesta en las palabras con que concluye: 9, 108 Ma, in sostanza, anche in questo secondo caso (se refiere a la interpretacion del , parrafo sin 1a variante propuesta por él) non si va oltre i1 limite di uno scherzo (che sarebbe di molto mal gusto oggi, ma riusciva tolerabile allora) poiché certo non bruciava i1 Martinez i1 suo libro nell’atto in cui vi aggiungeva una battuta finale che senza dubbio, manoscritta o starnpata, aurebbe giovato alla diffusione del tratato: ed anche stando a1 senso letterale dice, 51‘, di chiedere perdono, ma non di bruciare i1 libro (pag. L). A mi juicio esta sugerencia de correccién del texto de Penna mas confunde que afiade, pero evidentemente queda claro que de una forma u otra, para Penna, la enmienda no va mas alla de una broma. ' A esto anade J. Whitbourn otra version: . . . . O paz aya e perdon final, bien querencia de aquellas so cual manto bevi en esta vida, o gue gueme el libro que yo he acabado e non perezca. Mas con arrepentirniento demando perdon dellas - e me lo otorguen - (o) que quede el libro e yo sea mal quisto, para mientra biva, de tanta linda dama. 30 qué pena cruel sea! Opina Whitbourn que: “if ‘mas’ is interpreted in the sense of ‘antes’ and the ‘o’ in parentheses omited, the meaning is clearly that the author is willing to abandon his work” (pag. 59). No veo que quede tan claro sino a1 contrario, suprimiendo e1 “0” entre paréntesis no solo no aparece como alternativa de posibilidad, una u otra cosa, sino que en ese caso definitivamente se leeria “quede el libro” aim en el caso de que sea yo “malquisto” con lo cual 1a previa peticion de perdon quedari'a aim mas claramente como formula sin respaldo. 56Pérez Pastor, pag. XXVIII. S7Arcipreste, ed. Pérez Pastor, pag. 328. 53 ” pag. 11. 59 ” ed. Perez Pastor, pag. 328. 6° ” ” ” pag. 328. 61 ” ” " pag. 330. 62Cito aqui otro de los ejemplos de la enmienda sefialando cadencia y rima: Empero tal o cual mi sentido cobrado, senti e conoci e1 mal donde me venia; pero quede espantado e apenas conociera el que solia, o si era verdad o suefio o vanidad. Arcipreste, ed. Pérez Pastor. pag. 329. 63Areipreste, pags. 204206. 64En la enmienda se lee: “Empero tal o cual mi sentido cobrado” (ed. Pérez Pastor, pag. 329). Del texto recojo: “Enpero mas las mugeres que saben las cargas . . . ” (pag. 97). 109 “Enpero, sy dices que asy non es . . . (pag.. 161). “Enpero hay unas que de grado . . . ” (pag. 122 ). “Enpero hay otras que non se embriagan” (pag. 123). “Enpero, querer ser amadas . . : ” (pag. 126). “Enpero, sy otra complision . . . ” (pag. 138). “Enpero, si. cierto que el rrey y el papa . . . ” (pag. 196). “Enpero, La Pobresa emagino en 53’! . . . ” (pag. 214). “Enpero, sy la tal salle fuera . . . ” (pag. 151). Se encuentran otros en pigs. 69, 86 y 97. Creo que estos ejemplos a lo largo del tratado bastan para ejemplificar el uso de la expresi6n como representativa de la prosa de Martinez de Toledo, Ciertamente se encuentran muchas mas, la primera de ellas ya en la introduccionz “Enpero, sy algo fuere . . . ” (pag. 4‘) 65Arcipreste, pigs. 29, 31 (dos veces), 67, 73, 74, 142, 174, 175. Doy estos casos como ejemplo sin 1a pretension de citarlos todos. 66Arcipreste, ed. Pérez Pastor, pag. 330. 67 ” pag. 152. 68 ” pag. 154. 69 ” pag. 193. En la primera parte se encuentran algunos ejemplos mas elaborados; e1 capitulo veintiocho trae como dicho por un personaje: “ gQuay del mesquina que esta trabajando, e don Fulano fuelga e sale de folgar de su casa! ” (pag. 58) Otro ejemplo en el que la exclamacion se usa en términos muy serios se halla en el capitulo treinta y siete: 3Guay del anima que todo esto lazrara, e ailn e1 cuerpo su parte, quando despues al cruel juyzio en uno se ayuntaran cuerpo e animal (pag. 71) Sabemos que la puntuacion viene dada por los editores y es imposible precisar cual seria la dada por el propio Arcipreste, pero en este ejemplo creo que la exclamacibn debe cerrarse después de lazrara’ y dejar e1 resto de la frase fuera. Y en el capitulo segundo de la segunda parte por dos veces (pags. 88 y 89) en una pareja de modo similar a la que se presenta en la enmienda. 7oMartin de Riquer, nota 1 en pag. 338. 71Whitbourn, pag. 60. 72Claudio Sénchez Albornoz, Espafia un Enigma Historico vol. I, (Madrid 1967), pag. 362. 73Sénchez Albornoz, pag. 230. 74Como nota informativa a este respecto se publico en el periodico W de Madrid una “‘Noticia ACadémicaB-upor Camila José Cela dando cuenta ‘de las nuevas que se decidio incluir en las paginas del diccionario de la Real Academia de la Lengua en 1976. Camilo Cela divulgada en esa noticia lo aparecido en el Boletin de 13 Real Academia tm. LVI, cuaderno CCVI. El elenco de palabras de abolengo castellano que presenta viene dado con ejemplos de su uso tomados de nuestros clasicos; la razbn de que no fueran admitidos anteriormente en el diccionario académico no cabe duda que esta directamente relacionada con la idea de considerarlos groseros y procaces, mas que porque hubiera objeciones en cuanto a la legitirnidad del uso y espafiolismo de tales vocablos. (Informaciones, Madrid, 9 Julio 1976. pags. 16-17). El que tan crecido numero de palabras hayan sido proscritas de su legitima representacion en el diccionario de la lengua nos hara comprender mejor que la expresi6n del Arcipreste, aunque 110 ciertarnente no contiene la menor groseria, se haya ,considerado como una procacidad indigna de un moralista por el mero hecho de hacer referencia a un tema “Tabu.” . 75Ii’iigo Lépez de Mendoza, Canciones y decire; Clasicos Castellanos no. 18, Espasa Calpe, (Madrid 1964), pag. 2'15. Subrayado mio. ‘ 76Manue1 Duran, “Santillana y .el prerrenacirniento,” Nueva Revista de Filologia mpg, XV, no. 3-4, (1961), pag. 358. ”Margit Frenk Alatorre, “Refranes cantados y cantares proverbializados,” Eueva Revista de Filolo ’a ' anica,XV (1961), pag. 165 y nota 27 de la misma pagina. 78Efigenio Amezila, La erbtica castellana en sus comienzos ed. de bolsillo Fontanella, (Barcelona, 1974), pag. 99. 79Aunezaa,pag.l2l. 80Arcipreste, pag. 3. Es de notar que se especifica que es “uno” de los pecados pero, como hemos visto a lo largo de este trabajo, no el pecado por excelencia, ni e1 mayor pecado. 81Arcipreste, pag. 4. 82 ” pag. 67. 83 ” pag. 8. 84 ” pag. 155. Subrayado mio. 85 ” pag. 27. 86Capitulo Tercero de este trabajo, pagina 59. 87Arcipreste, pag. 28 83 ” pag.28. 89 ” pag. 19. Subrayado mio. 90 ” pag. 27. 91Arcipreste, ed. Perez Pastor, pag. 328. Todas las citas a la enmienda que siguen a continuacibn se hallan entre las paginas 328 y 330 de la edici6n de Pérez Pastor. 92Arcipreste, pag. 4. Coloco una coma tras “fueron fallados.” En el texto de Penna se lee “ . . . disfamar salvo de aquellos e aquellas en quien los tales vicios e males fueron fallados 111 excitar (e) usar e continuar, los buenos e buenas de las virtudes loando e aprovechando,” pero esta puntuacién me parece poco clara. 93Edmundo Michael Gerli, Alfonso Martinez de Toledo, pag. 34. 94Ger1i, Alfonso Martinez, pag.. 35. 9SOvidio, Metamorphoses, traduccién al inglés de Rolfe Humphries, (Indiana University Press, Bloomington, 1958), pags. 81-82. 96Il‘iigo L6pez de Mendoza, Obras de Don ' 0 de Mendoza M ués de Santillan ed. José Amador de Los Rios, Irnprenta de la calle de S. Vicente baja a cargo de José Rodriguez, (Madrid 1852), pag. 513. 97Iiiigo L6pez de Mendoza, Obras, pag. 515. 98Arcipreste, pag. 224. 99 ” pag. 96. i 100 ” pag. 86. 101 ” ed.,.Pérez Pastor, pag. 330. 102 n pag. 77. 103 ” pag. 126. CONCLUSIONES La conclusi6n a que se llega es que el sentido de responsabilidad individual del ser humano frente a si mismo y a las consecuencias de sus actos en relaci6n a terceros, es el eje ideolégico que irnpulsa a Martinez de Toledo. Asi mismo se destaca que el Arcipreste conmina a1 hombre a obrar rectamente apelando en primer lugar a la capacidad de voluntad individual inherente a1 ser humano para regir sus propios actos, y que su prédica va dirigida a1 ser humano sin distincion de sexo y sin que aparezca e1 tradicional aspecto miségino de odio a la mujer como ser nocivo en si mismo y causa ineludible de mal. Por el contrario, en perfecta consonancia con el esencial sentido de la responsabilidad mencionado, al considerar en algunos aspectos y ocasiones a la mujer con menos capacidad de discernirniento y en condiciones de vida menos fuertes, se habla de ella repetidas veces con cierto afecto conmiserativo, volcando e1 peso de la culpa del lado masculino que, por ser mas fuerte 0 de mas seso, aparece consecuentemente como responsable de los danos que se presentan. La lujuria y el ataque de que es objeto son el punto de partida y el aglutinante de la obra, pero e1 Arcipreste trasciende de este tema a un campo mas amplio tanto en un elevado numero de ejemplos particulates como en el sentido del conjunto. Las conminaciones morales del Arcipreste se manifiestan en constante preocupaci6n con la conducta del individuo en su aspecto humano teniendo en cuenta las circunstancias de vida actual y en relaci6n especifica con ella, no 8616 en lo que respecta a Dios o a la salvaci6n etema. Aunque 1a salvaci6n aparece en la obra como el bien supremo para el hombre, no se niega e1 valor de la vida terrena, como sistematicamente predican los moralistas de la época, sino a1 contrario; se da relevancia constante a aspectos estrictamente humanos de conducta en los que hay una especifica conexi6n con las condiciones de vida actuales. Estas estan presentes en todo momento en el pensamiento del autor que insistentemente sefiala los perjuicios a terceros que la mala conducta acarrea en esta vida en su aspecto temporal. Segundo: e1 estudio de la estructura de la obra y de la forma en que ha sido construida demuestra 1a continuidad ideolégica y estilistica de sus cuatro partes poniendo de relieve 1a interrelaci6n de éstas entre si y llegando a la conclusi6n de que hay una unidad 112 113 estructural en el compendio resultante de un plan establecido por la voluntad del autor. Por illtimo tras un analisis estilistico y conceptual de la “enmienda final,” comparandola con el todo y atendiendo a las contingencias hist6ricas y materiales que concurrieron alrededor de ella, se llega a la conclusi6n de que es obra del propio Martinez de Toledo en fecha solo unos meses posterior a la totalidad del compendio, y que en modo alguno contradice la esencia conceptual del tratado m‘ resta valor a la seria intencion moral del mismo sino que esta en arrnonia con 61 tanto en su forma como en el tema. Estos tres puntos presentan la obra bajo un nuevo aspecto que realza no solo los valores literarios que siempre se le han concedido como punto clave en la evoluci6n del lenguaje escrito y sus manifestaciones artisticas, sino, esencialmente, como portadora de una ideologia abierta y de una seria preocupaci6n humana cuya existencia en la Espafia del siglo XV ha sido consistentemente rebatida. La importancia de este hecho es relevante tanto para la comprension y valoracién de la obra en sus aspectos artistico y conceptual, como para el estudio de la evoluci6n de las ideas en la peninsula. Si bien es cierto que Martinez de Toledo es un hombre cuyo individualisrno ideol6gico esta fuertemente acusado es simultaneamente un hecho que toda ideologia, por individual que sea, manifiesta inquietudes relacionadas con un momento hist6rico y un arnbiente deterrninado. El que en el siglo XV un moralista hable en Castilla de la forma tan marcadamente preocupado por el hombre en cuanto a tal, (no exclusivamente como criatura de Dios), es un factor que hay que tener en cuenta cuando se habla del modo de pensar en ese lugar en esa época. Martinez de Toledo ha estado hasta hoy excluido de todo estudio relacionado con la historia del pensamiento; espero que las evidencias que en este trabajo se ponen de relieve influyan en que tal omisi6n sea subsanada ya que demuestran que junto con el pensamiento oficial que predica e1 olvido de lo temporal por lo eterno y la sumisi6n de la voluntad, hay una corriente en la que el hombre y su vida actual se tienen marcadamente presente a la hora de hacer prédica moral. E 51’ s ' ABREVIATURAS Bulletin Hispanique Boletin de la Real Academia Espar‘iola Bulleti de la Societat Catalana d’Estudis Historics Bulletin of Spanish Studies (después Bulletin of Hispanic Studies) Ciudad de Dios College Language Association J oumal Cultura Neoclasica Modema Hispanic Review Journal of Hispanic Philology Nueva Revista deFIlologia Hispanica Revista del Archivo Biblioteca y Museo del Ayuntarniento de Madrid Revista de Estudios Hispanicos Revista Literaria Romania Romanic Review Speculum, Journal of the Medieval Academy of America Zeitschrift ffir romanische Philologie Zeitschrift fuer die Alttestarnentliche Wissenschaft 114 BIBLIOGRAFIA Abbo,Jhon; ‘It- . -. an; 91"Ctt‘140n0 he rren Io'cil' Nousof 1112M (Herder, St. Louis, 1957). Aquino, S. Thomas de; Summa Theologiae; (Instituti Studiorum Medievalium Ottaviensis, t. 111, ed. Commisio Piana, Canada, 1941). 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